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Estimada directora:
El estado de salud de la sociedad es una preocupación en todas las latitudes del mundo, donde se observa que el hombre está influenciado por las agresiones climáticas, económicas, sociales y políticas con efecto global que interfiere en su calidad de vida. Las enfermedades crónicas progresivas, por décadas han ocupado en las estadísticas de salud las primeras causas de morbilidad y mortalidad, dentro de ellas se evidencia el ascenso de las enfermedades oncológicas.1,2
El cáncer desde el año 1975, constituye unas de las preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su alta incidencia, particularmente en Cuba, donde se han diseñado protocolos de trabajos, programas de pesquisa, con objetivos específicos desde el diagnóstico precoz, con tecnologías de primera línea.
Entre estos está la creación de vacunas por parte de grandes grupos científicos cubanos, de fármacos que atenúen los efectos dolorosos, estresantes, y el crecimiento de esa entidad.
Son innumerables las sumas de recursos monetarios destinados prioritariamente en Cuba a garantizar los medicamentos de niños, jóvenes, ancianos y el ser humano en general, sin obviar la obstaculización de las grandes industrias farmacéuticas al desarrollo de las mismas.3-5
Un aspecto importante relacionado con la enfermedades oncológicas y que se observa en la práctica diaria, es la dependencia familiar y del personal de Enfermería de los pacientes operados de cáncer de cerebro, observación certificada por los autores que inician una preparación educativa, psicológica y social con la finalidad de contribuir en gran medida en diagnosticar y priorizar las necesidades que interfieran en la evolución de dichos pacientes. Esta afección, con el pasar del tiempo a consecuencia de la magnitud y compresión de las estructuras adyacentes al cerebro, comprometen grandes sistemas y aparecen las pérdidas o deterioro de las capacidades físicas y psicológicas, por lo que la enfermera anticipa desde su hospitalización; la necesidad de una persona encargada de su autocuidado y cuidado en el hogar a quien se identifica como cuidador principal.6
El papel protagónico del cuidador en estas etapas en la que comienza a transitar el enfermo, se evidencia al permanecer bajo su vigilancia y cuidados continuos en el hogar, después de la hospitalización. Lo que adquiere un valor importante para la efectividad del tratamiento oncológico, que traen consigo síntomas, interpretados por reacciones adversas o secundarias de la quimioterapia y de la radioterapia, las que pueden desalentar al enfermo por lo que la enfermera orientará cuidados, individualizados e interdependientes; que contribuyan a la terapéutica con el apoyo del cuidador.7-11
En estudios anteriores como Naranjo Hernández Y,10 Elers Mastrapa Y,12 argumentan la importancia de la capacitación del cuidador de personas dependientes, con la particularidad de enseñar a cuidar al enfermo y cuidarse él, para no caer en la claudicación del cuidador y enfermar. Debe ser capaz de lograr el enfrentamiento y adaptación que responden a las teorías de Callixta Roy y Dorothea Orem en los fundamentos científicos de Enfermería. Esta preparación facilita la comprensión de la información de la enfermedad, tratamiento, alimentación adecuada, enseñarlo cómo vestirse, bañarse, corregir el lenguaje y el apoyo emocional que fortalece su rol de cuidador.
Desde el año 2011, se valoró lo antes expuesto, los autores y equipo de investigación procedieron a la continuidad del estudio para los cuidadores principales, previo a una entrevista antes, durante y después de ser operados los enfermos, así como en su seguimiento por consulta. Ello proporciona una evaluación satisfactoria de la evolución del enfermo, en cuanto a cuidados elementales de pacientes dependientes y se brindan otras orientaciones necesarias para su cuidado.
