INTRODUCCIÓN
El rostro es la carta de presentación del ser humano; cuando se afecta causa aflicción y ansiedad. El envejecimiento es un proceso de disminución progresiva del funcionamiento de todos los órganos corporales, incluso la piel.1-3 Esta declinación se produce de manera natural y suele estar acelerada por las agresiones crónicas del medio externo, como la radiación ultravioleta (UV). Este proceso ocurre a nivel celular y refleja una programación genética y un daño ambiental acumulativo.4,5
El dermatólogo debe comprender la fisiopatología del deterioro cutáneo inducido por múltiples causas, al igual que las técnicas de protección adecuadas y el procedimiento indicado para la restauración del tegumento.6
La senectud cutánea es un fenómeno fisiológico complejo caracterizado por múltiples cambios morfológicos y funcionales. Esto ha constituido motivo de preocupación, dado el aumento de la expectativa de vida y la repercusión que acarrea en las diferentes esferas de esta.2,3,5,7
El fotoenvejecimiento cutáneo (FEC) incluye una piel arrugada, caída, sin brillo, con surcos, superficie nodular y manchas. Puede existir un patrón geométrico romboidal en la parte posterior del cuello, conformado por arrugas profundas, un matiz amarillento o rojizo del tegumento y, al final, el desarrollo de lesiones precancerosas en zonas de piel más expuestas al sol.8-10
El daño climático mundial y la ubicación geográfica del archipiélago cubano cerca de la línea ecuatorial, determinan la llegada a la Tierra de radiaciones UV con intensidad. Esta condición y la poca cultura de fotoprotección en playas y otras actividades recreativas, provocan la aparición temprana de dermatosis solares y envejecimiento. Lo anterior condiciona que exista un incremento de pacientes con FEC en busca de solución y mejorar la estética. El tratamiento a esta afección y el impacto que representan en la esfera cosmetológica, sirvió de motivación para realizar el actual estudio, con el objetivo de caracterizar el fotoenvejecimiento en los pacientes atendidos.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo, prospectivo en la consulta de Dermatología del Hospital Universitario Clínico Quirúrgico Comandante Faustino Pérez Hernández, de la provincia de Matanzas, entre los meses de enero a agosto de 2022. El universo quedó constituido por 35 pacientes con diagnóstico de fotoenvejecimiento cutáneo, quienes dieron su consentimiento informado para participar en la investigación.
Se recogieron las siguientes variables: edad, sexo, fototipo cutáneo, fotoenvejecimiento según Glogau, exposición solar, ocupación, tipo y número de lesiones. El examen clínico permitió la recolección de los datos en la historia clínica confeccionada. Los datos se procesaron utilizando el paquete estadístico SPSS, versión 20. Se confeccionaron tablas estadísticas de doble entrada, donde se presentan las distribuciones de frecuencias de las variables definidas en el estudio.
RESULTADOS
La distribución de pacientes por edades y sexo se muestra en la tabla 1. La mayor frecuencia estuvo en los rangos de entre 20 y 30 años y 31 y 40 años, con un 37,14 %, sin diferencias, aunque la totalidad de pacientes del segundo rango fueron todas mujeres. En la distribución por sexo, el femenino presentó el 91,43 %.
En la tabla 2 se relaciona el fotoenvejecimiento con la fotoexposición solar. Con un 62,86 % estuvo representada la mayor prevalencia del grado II de fotoenvejecimiento cutáneo. En cuanto a la fotoexposición solar, la exposición a esta todo el año se encontró en el 68,57 % de los pacientes.
La distribución de pacientes con fotoenvejecimiento cutáneo según la ocupación se muestra en la tabla 3. El 74,28 % perteneció a la categoría de trabajador, y el grado II de fotoenvejecimiento predominó con un 62,85%.
En la tabla 4 el fotoenvejecimiento se relaciona con el fototipo cutáneo según Fitzpatrick.4 Los fototipos cutáneos grados III y II fueron los que predominaron, con 16 y 13 pacientes respectivamente. El fotoenvejecimiento grado II preponderó en todos los fototipos cutáneos, con mayor cifra en el grado I, para un 83,3 %.
En la tabla 5 se relaciona el número de lesiones según el grado de fotoenvejecimiento. Se muestra un predominio del rango 11-20 lesiones tanto en el grado II (77,3 %) como en el III (80 %). No se encontraron pacientes con 21 o más lesiones.
Las lesiones identificadas en los pacientes, según el grado de fotoenvejecimiento, se presentan en la tabla 6. La mayoría estuvieron distribuidas en el grado II (65,90 %), y las más frecuentes en los grados I y II: melasma, con 61,54 % y 36,20 % respectivamente, y arrugas finas, con 30,77 % y 32,76 % respectivamente. En el grado III, por su parte, predominaron las arrugas gruesas (26,32 %).
DISCUSIÓN
En la actual investigación se constató mayor afectación entre los 20 y 40 años de edad, con preponderancia en el sexo femenino. Estos resultados evidencian que pacientes jóvenes desarrollan lesiones cutáneas inducidas por las radiaciones ultravioletas, pues desde edades tempranas aparecen las afectaciones en piel, que traducen una exposición solar sin responsabilidad con los consecuentes cambios cutáneos. El predominio de féminas puede estar sustentado en la mayor preocupación por los cuidados de la piel que demuestra este sexo, con un interés superior en la imagen social, asociado al afán de mantener bella la apariencia física y libre de expresiones que marquen el paso de los años.
Diversos autores reportaron resultados coincidentes con el estudio actual, referentes a la edad y al sexo. En una caracterización clínica y epidemiológica de pacientes con fotoenvejecimiento realizada en el Servicio de Dermatología del Hospital Hermanos Ameijeiras, el 70,6 % de los pacientes fueron del sexo femenino, con un 87,1 % con edad de 40 años.7) También Torres Carrascal,11 al emplear factores de estimulación plaquetarios para el tratamiento del fotoenvejecimiento, observó mayor predominio de féminas con FEC, para un 88 %.
La aparición de lesiones cutáneas por fotoenvejecimiento tiene una estrecha relación con la exposición a las radiaciones ultravioletas. Se identificó un predominio del fotoenvejecimiento cutáneo grado II con fotoexposición todo el año. Estos resultados pudieran estar sujetos a varios elementos: la existencia de clima cálido en Cuba sin expresión de las estaciones más frías, cambios climáticos acaecidos en los últimos años, y la situación geográfica de la provincia de Matanzas, con múltiples costas y playas, con tendencia a la no utilización de fotoprotectores solares por parte de la población. Estos factores son los que condicionan la aparición de lesiones cutáneas precoces en áreas fotoexpuestas.
Ortegón Pulido et al.,12 en publicación realizada en 2019, demostraron que la exposición al sol es un factor asociado a cambios relacionados con fotoenvejecimiento, fotodaño y fotocarcinogénesis.
Varios autores han clasificado la radiación solar como el carcinógeno más importante, capaz de generar efectos agudos, que van desde el eritema hasta las quemaduras, y crónicos, como el fotoenvejecimiento y el cáncer cutáneo, dentro de los que se citan el carcinoma basocelular, que en la actualidad es el cáncer más frecuente en el ser humano.13,14 González et al.,15 en un artículo de revisión, expusieron que la dosis de irradiación recibida incide sobre la piel, produciendo efectos nocivos que terminan en el envejecimiento de esta.
En cuanto a la ocupación, predominó la categoría de trabajador con grado II de fotoenvejecimiento. En Cuba, la edad laboral está comprendida entre los 18 y 65 años de edad. Aunque no se recogieron las diferentes profesiones, se infiere que las personas que laboran fuera del hogar están más expuestas a los agentes físicos y químicos.
Los resultados obtenidos se corresponden con lo descrito en otros trabajos, en los que se ha relacionado la aparición de lesiones cutáneas con las ocupaciones al aire libre. Ejemplo de esto es el estudio realizado por Monzón Díaz,16 donde se constató exposición a la luz solar en un 81 % de pacientes con labores fotoexpuestas, lo cual constituye un factor predisponente para el envejecimiento de la piel y de entidades como el carcinoma basocelular. Otra publicación, con resultados similares, fue realizada por Villegas et al.17 Esta demostró la incidencia de la exposición al sol y la ocupación en el envejecimiento cutáneo en hombres. El mayor grado de fotoenvejecimiento se observó en trabajadores expuestos a los rayos ultravioleta, resaltándolo como un factor decisivo.
Los pacientes con fototipo cutáneo grados III y II con fotoenvejecimiento grado II fueron los de mayor representación. Estos resultados se sustentan en la raza mestiza, predominante en nuestro país. Aunque los UV inciden en todos los individuos, la determinación de la aparición de lesiones cutáneas marcadoras de envejecimiento está sujeta a diversos factores, del medio externo e inherente a la persona. Estos cambios son menos pronunciados en pieles oscuras, que se clasifican en fototipos IV, V y VI.
Se encontró similitud con la investigación realizada en el Servicio Provincial de Dermatología de Matanzas, en 2018, al valorar el daño cutáneo en adultos jóvenes. En ella se mostró que 40,9 % presentaron fototipo II, seguido del 27,7 % con un grado III.18 Otros artículos concuerdan con lo anterior, al reportar que las pieles más claras y menos pigmentadas presentan mayor riesgo de fotodaño y la existencia de otras dermatosis inducidas por el sol.7,10,11,19
La cantidad de lesiones estuvo comprendida en el rango 11-20. Dentro de este grupo el mayor porcentaje quedó representado por el grado II de fotoenvejecimiento. Al revisar la literatura, se documentan reportes de casos similares. En una publicación, donde se realizó la caracterización clínica, epidemiológica y terapéutica de 109 pacientes con diagnóstico de esta entidad, se reportó que la mediana global fue de 15 lesiones por individuo.7 Otros estudios revelaron que las manifestaciones clínicas del FEC en piel expuesta, oscilan con mayor frecuencia entre 11 y 20 lesiones.11,18-20
Se conoce la relación causal, tiempo, exposición solar y aparición del envejecimiento cutáneo. Según la edad cronológica, los cambios cutáneos se enmarcan en rangos de edades, y por tanto a mayor grado de fotoenvejecimiento más floridas serán las manifestaciones y transformaciones del tegumento cutáneo. En el estudio, la mayoría de las lesiones estuvieron distribuidas en el grado II de fotoenvejecimiento. Las lesiones que lo integran con frecuencia son: las arrugas en formación, lentigos seniles, queratosis palpable pero no visible, y líneas de sonrisas paralelas que comienzan a aparecer. Las mismas surgen entre las edades de 30 a 40 años.
El melasma, seguido de las arrugas finas, fue la lesión más detectada para los grados I y II de FEC, mientras que en el grado III de esta afección preponderaron las arrugas gruesas.
Estos resultados evidencian relación con lo publicado en un artículo en el año 2020, donde los autores describieron lesiones inherentes al envejecimiento cutáneo determinado por la luz solar: pérdida de luminosidad y elasticidad cutánea, arrugas finas y gruesas, surcos y alteraciones de la pigmentación, resaltando dentro de estos últimos el melasma, la pigmentación moteada, los lentigos solares y la pigmentación difusa permanente, entre otras lesiones.21 Estas entidades son las más notorias en los grados I y II, según la escala de Glogau,4 lo cual concuerda con el estudio realizado.
Por otra parte, Vitala22 describió las manifestaciones clínicas del fotoenvejecimiento cutáneo, destacando xerosis, adelgazamiento, telangiectasias, lentigos solares, hiperpigmentación, hipomelanosis en gota, comedones, queratosis actínicas, carcinoma basocelular y melanoma maligno.
Del análisis de los resultados se puede concluir que las féminas de edad media con fototipo III, fotoenvejecimiento grado II y con exposición solar todo el año presentaron un promedio de entre 11 y 20 lesiones. Se identificó el melasma como la lesión más representada, seguido de las arrugas finas.
Con esta investigación los autores esperamos contribuir al conocimiento del tema, y que la misma sea un referente para la prevención, el diagnóstico y el manejo de las lesiones cutáneas que determinan el envejecimiento.