Señor director:
La pandemia de Covid-19 ha desencadenado varios síntomas psicológicos que afectan la vida cotidiana de cada cubano que ha sufrido esta enfermedad, 1 así como a las personas en la sociedad, las cuales han estado sometidas a largos confinamientos en los hogares y limitados de la libertad de expresión afectiva social que la idiosincrasia cubana posee como identidad nacional.
Estas manifestaciones gestaron la necesidad de crear con urgencia la asistencia psicológica en niveles individuales, grupales y sociales en todos los contextos cubanos. Se depositó en los psicólogos la responsabilidad de favorecer la comprensión y puesta en práctica de medidas dirigidas a orientar a las personas para evitar la propagación de la enfermedad, la adaptación a las nuevas formas de vivir la cotidianidad y la promoción de conductas saludables en cada entorno.2
Es entonces que el presidente de la Sociedad Cubana de Psicología, Alexis Lorenzo Ruiz convoca a sistematizar las diferentes modalidades de prácticas integradas de actuación psicológica en este ámbito, delimitando las particularidades de lo que acontece internacionalmente y lo autóctono en el país y enfatizar en el uso prioritario de la primera ayuda y auxilios psicológicos. 2
Al inicio de los primeros meses de la pandemia, los psicólogos cubanos inician una serie de acciones en las plataformas virtuales y medios de comunicación masivos, los cuales generan procedimientos psicoterapéuticos basados en dinámicas grupales e individuales, de orientación psicológica, vocacional, estilos de afrontamientos eficientes, múltiples asesorías y capacitaciones para la actuación en tiempos de Covid-19 y las formas de prevenir las manifestaciones clínicas psicológicas que repercuten en el actuar cotidiano.
Estas intervenciones se realizan desde grupos muy puntuales (en La Habana se activan 15 Chat de WhatsApp, 8 en Santa Clara, 6 en Santiago de Cuba, 2 en Holguín, 2 en Ciego de Ávila, 1 en Guantánamo y otros), en cada institución de salud mental se crean los equipos multidisciplinarios para trabajar las diversas manifestaciones clínicas y psicológicas con estos pacientes, se activan los centros de bienestar universitarios de las universidades de La Habana y Santa Clara, además de incorporar a los psicólogos en los centros hospitalarios que atienden a pacientes y contactos de casos confirmados de Covid-19, aunque no en todas las provincias y municipios del país, lo cual aún se considera una debilidad.
Estos grupos generan muchas prácticas de actuación eficientes y aunque su labor está siendo reconocida a varios niveles sociales y gubernamentales, aún no se logra establecer un sistema de integración dialéctica, sistémica, coordinada y equitativa que permita compartir e intercambiar las diversas técnicas, procedimientos, métodos y formas de reflexión utilizados en las plataformas, además de las limitantes que poseen las mismas de incorporar otros profesionales (fuera del grupo) en las orientaciones que en estos espacios producen.
Desde la Sociedad Cubana de Psicología se han emitidos varios mensajes sobre la necesidad de integrarse, a través del intercambio mutuo y experiencial, pero la realidad muestra que las demarcaciones territoriales y el valor de la autoría siguen estando como principio de reconocimiento de la gestión, más que la necesidad de unidad e intercambio para el crecimiento como grupo de profesionales que aportan a la salud cubana.
Es imprescindible para el enfrentamiento a esta enfermedad contar con todo el apoyo mancomunado y real, desde un enfoque colaborativo, operativo, trasformador e inclusivo de los psicólogos en cada contexto, que logre apoyar la readaptación de los cubanos a esta nueva forma de vida.
Estos contactos y apoyos profesionales constructivos permiten que las diversas experiencias contextualizadas en el trabajo psicológico puedan ser extrapoladas a otras regiones, discutidas su eficiencia y pertinencia para generar potencialidades y herramientas en la población cubana en la disminución y eliminación de los principales padecimientos psicológicos que han surgido en la población.
La esencia de la integración no es publicar los resultados obtenidos (aunque se hacen muchas prácticas profesionales, solo se publica ¼ de lo realizado), sino es crear las condiciones y buscar las alternativas para que ese diálogo nacional se logre a través de los encuentros virtuales, de elaborar investigaciones conjuntas, de permitir el acceso libre a los procedimientos utilizados y llegar a convertirse en la psicología autóctona representativa que elimine la competitividad y propicie la competencia profesional conjunta.
Es un llamado a todos a unir esfuerzos, para construir una psicología colectiva cubana a la altura de estos tiempos.