INTRODUCCIÓN
Los procesos investigativos referentes a la historia y la identidad se tornan complejos, sobre todo los referidos a la dinámica del desarrollo sociocultural de las comunidades, los sujetos y los grupos sociales. Estos tratan de estudiar las condicionantes históricas, económicas, sociales y culturales en el proceso de conformación de las prácticas y las personalidades, con sus respectivos significantes, significados, valores y códigos a través de sus relaciones e implicaciones sociales y personales.1
Para llegar a tener un conocimiento de la historia de vida que se publica en este artículo, enmarcada en el actual Consejo Popular-Castillo CEN, es importante conocer cómo surge la población del Castillo de Jagua; obliga a estudiar sus inicios y cómo se desarrolla la prestación de asistencia médica como práctica social, aspectos que tuvieron su peso en los conocimientos empíricos de un hombre como Félix Pedro Díaz Vázquez, quien dejó una huella definitiva en los acontecimientos que sedimentaron el progreso de la atención médica en el poblado.
Las regiones históricas más dinámicas del proceso nacional cubano se formaron, en lo fundamental, durante el siglo XVI y hasta principios del siglo XIX, bajo el influjo de factores endógenos e incididos por factores exógenos que favorecieron la definición de sus indicadores esenciales. La presente investigación se realizó en la comunidad marinera Castillo-Perché donde se identifican los indicadores que definen a una región histórica, pues como dijese Venegas, “la región histórica es un ente natural, concebida como resultado de la acción transformadora del hombre sobre el espacio geográfico.2
En la época colonial, siglo XVIII (1733-1745), los españoles construyen un sistema de fortificación que tiene como centro la Fortaleza Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, la joya arquitectónica militar más antigua de la provincia y una de las tantas construcciones militares que la metrópolis española diseminó por todo el Caribe con fines eminentemente defensivos y de protección de los diferentes territorios amenazados constantemente por los ataques de corsarios y piratas.
Derivada de su precedente poblacional con la concentración en el litoral de mallorquines, valencianos y canarios; las comunidades marineras Castillo de Jagua y El Perché son poblados de pescadores “ubicados en la parte norte de la bahía de Cienfuegos, abarcan una extensión de 89 km². Limitan al suroeste con el mar Caribe y el canal de entrada de la bahía de Cienfuegos, al noroeste con el municipio de Abreus, provincia de Cienfuegos.3
Félix Pedro Díaz Vázquez, fue un joven oriundo del Castillo de Jagua que adquirió conocimientos empíricos en el arte de cuidar, sanar y suturar a los pobladores de esta comunidad marinera desde la llamada casa de Socorro. Es reconocido como el enfermero “casi médico” que se encargaba de la salud de esta comunidad.
Este trabajo tuvo como objetivo exponer el relato de historia de vida ligada a la Salud Pública del enfermero empírico, Félix Pedro Díaz Vázquez.
DESARROLLO
Tanto al Castillo de Jagua como al Perché le son comunes hábitos y tradiciones entre los que destacan su estrecho vínculo con el mar, elemento que forma parte inseparable del sustrato que legitima las prácticas socioculturales de estos asentamientos.
Sergio Félix Pedro Díaz Vázquez, cariñosamente nombrado como “Perico”, nació el 29 de julio de 1922 en el poblado del Castillo de Jagua, hijo de Serafín y de María, en el seno de una familia humilde. Su padre obrero y su madre ama de casa, llegaron a la comunidad emigrantes de la ciudad de Camagüey, se instalaron en una casona llamada La Mansión, la cual se encontraba situada en el lugar que ocupa actualmente el círculo infantil Castillito de Arenas. (Fig. 1).
Rodeado por un marco histórico-social de pobreza, padeció desde muy joven las deficiencias de su entorno social, supo de los daños de los poderosos, conoció la pobreza y desigualdades de la época, fue el quinto de cincos hermanos, y a pesar de su corta edad se convierte en uno de los sostenes de la familia.
Infancia y juventud
Su infancia transcurre como la de un buen muchacho, jaranero y amigo de sus amigos, respetuoso y querido siempre por los pobladores; una persona especial, rodeada por las prácticas socioculturales típicas del lugar como comunidad marinera e individuo de su condición social. Asistió a la Escuela primaria No.36 desde 1933 hasta 1940.
Ayudaba a su padre en la zapatería y desde muy niño comienzan sus inquietudes por el arte de sanar y cuidar a los pobladores de esta comunidad. Sus padres fallecen y sus hermanos se casan, solo queda allí él, quien alquila algunos cuartos a familias del poblado para poder pagar su alquiler.
En el lugar que ocupaba la zapatería se erige hoy el telecorreo del Castillo de Jagua. (Fig. 2).
Familia
Muy joven, conoce a María Riverón, nacida en el Castillo de Jagua, con quien contrae matrimonio, del que nacen cinco hijos: Serafín (El Chino), Porfirio, Silvio, Pedro y Beatriz. Tiene un sexto hijo llamado Félix Díaz Izquierdo, de otra relación con Juana Izquierdo, todos bien llevados. Tuvo once nietos, amaba a su familia y atendía de manera exepcional a todos, era amante de la felicidad y hacer el bien. (Fig. 3, Fig. 4 y Fig. 5).
La enfermería y la Medicina de 1935 a 1952. La inserción de Perico en la Salud Pública
La evolución de la Medicina en el período de 1935-1952, se enmarca en una época caracterizada por el subdesarrollo económico y la crisis, la desorganización política y frustración revolucionaria, así como el debilitamiento del movimiento obrero por el fracaso de la huelga de marzo de 1935 y la represión. En la estructura sanitaria del país predominaba la práctica privada de la Medicina, los servicios de salud a las clases pobres eran magros. No existían campañas de vacunación ni educación sanitaria; sin embargo, fue intenso el movimiento publicitario que promocionaba el consumo de medicamentos, algunos de dudosa eficacia.4
Tres premisas regían la atención médica en Cuba antes del primero de enero de 1959: precaria asistencia hospitalaria, predominio de la medicina privada y pobreza generalizada, la situación sanitaria era deplorable caracterizada por pobreza, corrupción, escasez de recursos humanos calificados y materiales.3A esto no escapaba el Castillo de Jagua pues para que cualquier poblador recibiera asistencia médica tenía que asistir a una consulta privada en la ciudad de Cienfuegos.
En entrevista realizada a Félix, por el periodista González FJ, en el año 1990, 4publicada en un artículo titulado “Perico, desde la historia del desamparo hasta la vida azul”, este expresa “ Para llegar al caserío de Charcas, partiendo desde el Castillo de Jagua, era necesario traspasar 16 puertas en otras tantas cercas de alambre. Corría la década de los años 30 y el doctor Julio González Abreus realizaba periódicamente ese recorrido en una cuñita, que para esos fines tenía en el pueblito de la fortaleza colonial”.
Perico, un jovencito castillero al que nunca le dio por pescar, y quien en esas andanzas de abrecaminos tuvo la oportunidad de presenciar por primera vez el arribo al mundo por la tibia puerta que abren los dolores, tuvo en aquella experiencia como espectador en el acto inaugural de la vida, la oportunidad de inyectar a una agraciada castillerita en la parte más aventajada de su anatomía. El caso es que Perico comenzó por ¨amor¨ y desde hace casi medio siglo su apodo es sinónimo de enfermero en el Castillo de Jagua.
Esto lo rememora al expresar en la mencionada entrevista “Empecé ´con 20 años ahora tengo 68”.(Fig. 6).
René Luis Fortún era un enfermero de aquel poblado de Charcas, en cuya lista de profesionales la de médico era un lujo ceñido con los sueños. Sobre Perico, expresó:
“Él no era de aquí. Se iba a las cuatro de la tarde y me dejaba las llaves. Me enseñó a inyectar y suturar, fue mi primer maestro”.
René Luis cuenta de las interminables noches de ambos, pasadas junto a los enfermos graves, pues hasta el año 81, Perico fue el “médico” del Castillo.
Hubo una época en que además de inyectar y curar recetaba medicamentos y extendía certificados médicos hasta por cinco días. Reconocer borrachos resultó su especialidad en un pueblo donde el aguardiente era buen analgésico contra el olvido.
De los recuerdos de Perico, contados por él a periodistas
“Recuerdo, cuenta Perico, una mujer parió a bordo del "Santa Bárbara”, a la niña le pusieron Bárbara, es la hija de Sardiñas, y en el Pura nació Pura Riverón- por lo menos tres partos que realicé en medio de la bahía”. (Fig. 7 y Fig. 8).
Si de partos marítimos la memoria de Perico puede dar cuenta fiel, con los "terrestres” no sucede lo mismo de tantos que fueron. Solamente a Gisela Yero le realizó ocho. Esta anciana, de 90 años de edad, contó a los autores de este trabajo que “recuerda con mucha emoción y cariño a quien es llamado el "Médico del Castillo”. (Fig. 9).
A Felicia Riverón también le realizó varios partos y de eso ella se encuentra agradecida, según comentó en entrevista con los autores. También expresó la pericia que tenía Perico. (Fig. 10).
Durante varios años Perico trabajó como “caballo”. Muchos de los lectores no entenderán el significado de la frase anterior. Perico lo explicó, en una ocasión, de esta manera:
“El dueño de la plaza era otro. Yo le trabajaba por el 50 por ciento del salario, 17 pesos con 50 centavos. También trataba de buscarme unos quilos como zapatero, aquí todos éramos unos muertos de hambre”
“Nada de ello puede resultar extraño en una época en que agua, luz y calles nunca rebasaron la categoría de promesas cuando se acercaban las elecciones y los “políticos de turno permanente” se acordaban que en la boca de la bahía existía un barrio de pescadores. Eran tiempos en que todos los medicamentos para la famélica enfermería del Castillo cabían en un cartucho de doce libras”.
Beatriz Díaz (hija), refiere que “en los primeros años de la Revolución se fueron casi todos los médicos del país y a mi papá le dieron la responsabilidad de emitir los certificados médicos a los pobladores de este lugar, él fue muy querido en este pueblo, atendía lo mismo a un bebé, embarazada o pacientes muy enfermos. Considero que su trabajo fue de mucha relevancia porque él lo hacía prácticamente todo en esta localidad”.
En entrevista al doctor Pedro Hernández, este expresó “ conozco a Perico en el año 1969, era un personaje en el Castillo de Jagua, enfermero empírico y las personas iban a verlo, él recomendaba qué tomar o les indicaba si tenían que ir a Cienfuegos, en esa época todo se hacía por vía marítima”.
Después del triunfo de la Revolución se incorpora a laboral en el policlínico de Arango, pero realizaba sus funciones desde la Casa de Socorro. (Fig. 11).
Se incorpora al Sindicato Nacional de los trabajadores de la Medicina y pertenece a la Sección Sindical 4ta. Perteneciente al Servicio de Higiene y Epidemiologia.
Evaluación como enfermero
No se incorpora a cursos de superación, le indican prepararse para realizar una evaluación, lo que hace a través de la enfermera Basilia Estela Díaz y personal de enfermería del Policlínico de Arango, hoy Área I. El 30 de septiembre de 1975 le otorgan el título de Auxiliar de Enfermería General , en Santa Clara. (Fig. 12).
Logró plaza fija en el Policlínico de Arango en Cienfuegos pero desarrollaba sus labores desde la Casa de Socorro, hoy convertida en farmacia de la localidad.
Pedro Hernández, en 1977, ya ejerciendo las funciones de director provincial de salud visita el Castillo de Jagua y Perico era quien atendía el aseguramiento médico para tiempos de desastres. (Fig. 13).
En esa época el director municipal de salud, era el doctor Reinaldo del Rosario. Nunca a Perico, a pesar de sus conocimientos empíricos, se le cuestionó su actuar.
El comienzo de la ejecución del Proyecto de la Central Electronuclear, en la zona aledaña a la población de Juraguá y cerca de la comunidad Castillo de Jagua, en la década de los 80 del siglo XX, da origen a la comu nidad Ciudad Nuclear.
Félix Pedro Díaz Vázquez forma parte del equipo de profesionales que fundan la Posta Médica en la localidad de la Loma. A raíz de la llegada de personal para la construcción del reactor, procedentes de las provinciales orientales fundamentalmente, en el año 1982, era Perico quien llevaba los servicios de enfermería, confiaba el director Municipal de Salud en él y lo que decía era ley, no llamaba a otra persona que no fuera Perico.
El desarrollo de una profunda revolución social y la voluntad política propiciaron que la práctica sanitaria se basara sobre todo en un enfoque de APS a favor de la equidad, desde 1959. Se inicia la Medicina Familiar en la provincia de Cienfuegos, en el año 1984, con la ubicación de los dos primeros médicos graduados en 1983 y trasladados desde la Habana que desarrollaron su Programa de Formación en el municipio de Aguada.5,6
Con el inicio del modelo de medicina familiar en Cuba, comenzó el desarrollo de una nueva especialidad, la Medicina General Integral. Los primeros especialistas de esta disciplina se graduaron en 1987. Para su formación con nuevas competencias y un nuevo desempeño centrado en la atención al individuo, la familia, la comunidad y el medio ambiente, se elaboraron los libros de textos, programas de formación de la especialidad, modelos y registros que respondieron a las exigencias del momento. 5)
Ello llevó a crear instituciones que respondieran a sus necesidades. En el mes de abril del año 1987 comienza a ofertar servicios a esta población el Policlínico Área VI situado en el Consejo Popular Castillo-CEN.
El 13 de agosto de 1988 se inaugura el primer consultorio de la Enfermera y el Médico de la Familia. Y allí estaba Perico, al lado de Mercedes Miranda Matos y el doctor Vladimir Pérez Medina, ya insertado en el Programa del Médico y Enfermera de la Familia, continuando su ardua labor hasta su retiro.
Se integró al Sindicato al Trabajadores de la Medicina en el año 1974 y luego al Sindicato Trabajadores de la Salud.
Fue un hombre consecuente con los principios de la Revolución y fiel a su tierra. Así expresó:
“Nací aquí en el año 22 y prefiero morirme mil veces antes de volver al capitalismo”
Anécdotas contadas por personas muy allegadas a Perico
Julia Agustina Ortiz Albuerne (fallecida en 2019) y Carlos Pérez Devesa, amigos inseparables de la familia, solían visitar La Mansión, donde vivían los padres de Perico. Cuentan que dedicó casi toda su vida a prestar servicios de enfermería, primero como sanitario, luego como enfermero, según cuentan sus amistades empezó a prestar los mismos desde edad muy temprana. (Fig. 14).
Al respecto, cuenta Olga Gil: “que estuvo al lado de sus padres cuando enfermaron mañana tarde, noche y madrugada, sin moverse apenas de su lado”.
Tres partos realizó en medio de la bahía. Una mujer parió a bordo del “Santa Bárbara”. A la niña le puso Bárbara. Es la hija de Sardinas.--- esa me jodió una bata, había expresado Perico. En el Pura nació Pura Riverón, y el último fue Pedro Gil que nación en la lancha que transportaba a los prácticos, le ponen el nombre en homenaje a Perico, dicen que cuando las personas no tenían nombre él le decía “ ponle Pedro, chico….”
De los partos terrestres se mencionan los ocho partos realizados a Gisela Yero.
Cuenta Macho Estela, un amigo, que un día el doctor González Muñoz se sentía mal de un estado gripal y manda a buscar a Perico, y le dice “¿Qué crees que pueda tomar?” él le contesta.- ¿Cómo es eso doctor? ¿Usted preguntándome a mí?, ¡pues tome mucho limón!
Mercedes Miranda refiere que cuando ingresan al doctor Manuel González Muñoz en el antiguo Hospital viejo y había que ponerle un enema evacuante, este mandó a buscar a Perico para que el fuera quien se lo pusiera, tenía una plena confianza en él.
Basilia, amiga inseparable de Perico, nos comentó “Yo siempre viví y me casé en esta localidad y Perico también, juntos veíamos casos graves y teníamos un vínculo muy estrecho, hicimos la primera brigada sanitaria en el Castillo de Jagua. Toda la vida, desde que yo soy enfermera, estuve al lado de Perico. Resolvíamos todo lo que se presentaba de noche y madrugada. Cuando se abre la Posta Médica de la Loma, es el único enfermero que existía fue quien ayudó a organizar todo el instrumental de ese lugar”.
María González Ramos (alias Llella) refiere “llegué a este lugar en el año 1964, procedente de la ciudad de Trinidad y puedo aportar a este relato de historia de vida las vivencias que desde niña tuve en el lugar: recuerdo a Perico en la casa de Socorro. Vivíamos en Pasa Caballos viejo, mi padre era quien administraba el lugar, vino de Trinidad a dar cumplimiento a esa tarea y allí vivíamos, nos trasladábamos en botes de remo cuando estábamos enfermos, con mi madre, y Perico era quien nos atendía o enviaba al policlínico de Arango en caso de mayores complicaciones, tuvo las mejores relaciones con mi familia, María su esposa fue nuestra costurera y Beatriz (hija) estuvo en los primeros años de la escuela conmigo, soy aún muy amiga de la familia. Tuve el honor de ser la secretaria del sindicato en los años 1991-1997 de esta institución de la cual él formo parte. Muy jaranero, incondicional como trabajador, con dotados conocimientos en la profesión que realizaba, era el padre de los discípulos que siempre atendió con mucho amor y tuvo a su lado. Respetuoso, participaba en todas las actividades que se realizaban y tenía un gran sentido del cumplimiento al deber”.
Jubilación
A partir del momento como jubilado, comenzó a participar y atender los círculos de abuelos, sin abandonar lo que bien sabía hacer por profesión .
Enfermedad
Félix Antonio Díaz Vázquez comienza a padecer de hipertensión arterial complicada, le subía a cifras muy altas. Un día Basilia siente los gritos de Juana y corre en bata de casa hacia donde estaba ella, cuando llega, Perico se estaba asfixiando, buscan un carro, y lo trasladan al Policlínico Área VI, pero cerca del cementerio del Castillo de Jagua, él se desploma encima de ella, cuando llegan, ya no había más que hacer.
Fallecimiento y despedida
Muere el 23 de mayo de 1997, fue una pérdida irreparable para los servicios médicos de esta comunidad, momento de mucha tristeza para los pobladores del Castillo de Jagua y los aledaños al lugar. Se iba el amigo, compañero, médico, enfermero, la persona que no escatimó tiempo para dedicarlo a los demás. Se fue un hombre que se ganó los honores de un poblado que lo ve aún como un baluarte. El duelo lo despide la Licenciada Basilia Estela Díaz, su amiga inseparable.
En sus pasos en la actualidad se encuentra su nieta Anyelin Martell Díaz, licenciada en Enfermería, la cual desempeña sus funciones actualmente en la sala de Hematología del Hospital Pediátrico Paquito González Cueto, de Cienfuegos. Como él, atiende a pacientes en la comunidad cuando la han necesitado.
CONCLUSIONES
De hombres comunes y grandes a la vez está hecha la historia cotidiana. Y Perico fue, sin dudas, un hombre común y grande, que dedicó su vida al servicio de los demás, a restaurar lo más preciado del ser humano, su salud.
Fue un enfermero empírico, cuya sabiduría emanó de la práctica diaria, del constante bregar ante la vida. Fue un ejemplo para la enfermería cubana y un ciudadano ejemplar muy recordado por su comunidad.
La historia de vida resulta una modalidad investigativa muy útil para cualquier estudio social de nuestro tiempo, siempre que se disponga de informantes cualificados para abordar personalidades que posean un aporte sociocultural que le permita ser reconocido como personalidad de la cultura.
La investigación da cumplimiento al objetivo general expuesto, mediante la implementación de la metodología cualitativa y el método biográfico. Las técnicas de recogida de la información fueron de gran utilidad ya que con las mismas se evidenciaron los aportes de asistencia médica llevados a cabo por un hombre, que se definió por su consagración a la labor que desarrolló de manera empírica desde edad muy temprana en su comunidad, permitiéndole convertirse en el enfermero imprescindible para los que lo vieron desarrollarse en la sociedad y constituyendo un paradigma para los pobladores del lugar.