Introducción
La cultura occidental, hizo creer a la humanidad, la invalidez de otras formas de configuración del conocimiento que no sea aquella que interpreta que todas las cosas y seres están separados y que dicho proceso se realiza por la acción del sujeto conocedor que somete al objeto a su acción de conocer; siendo un proceso unidireccional, donde el objeto por conocer es pasivo. La expansión y dominio de este enfoque cognoscitivo, asociado al modelo económico y político consumista y explotador, con carácter excluyente trajo consigo el conocimiento tradicional fuese marginado, consideración esta inaceptable porque el hecho de que la cultura tradicional no domine el método científico, no quiere decir como plantea Núñez & Montalvo (2006), que sea anticientífico.
De modo que en la actualidad al no poder seguir aceptando que el desarrollo esté basado solamente en el conocimiento científico y tecnológico y se continúe socializando que es el único para avanzar por las rutas del progreso humano y social. Es urgente reconfigurar y renovar el conocimiento tradicional desde la integralidad de la cultura y del sujeto, según tiempo y espacios determinados.
La universidad cubana actual, al tener una misión integral, y con carácter humanista, encuentra en este movimiento social nuevos campos de investigación en pos del desarrollo sostenible de las comunidades donde la participación es un factor trascendental. A la vez desde el proceso de gestión del conocimiento tradicional se dinamizan y se contribuye a su salvaguarda. El tener en cuenta el conocimiento tradicional, constituye razones poderosas para el desarrollo, en tanto, remite a la historia, valores, creencias, deseos, sabiduría, formas de organización familiar y comunitaria, y relaciones inter y extracomunitarias, elementos estos que no pueden ser obviados porque conforman su universo de conocimientos, el cual está en constante diversificación, actualización y transformación. Estas razones fundamentan la necesidad de su estudio, pues la ciencia se mueve entre grandes aciertos, pero también con límites y desaciertos, que pueden ser resueltos con otras lógicas del saber.
Es por ello que en la actualidad los portadores del conocimiento tradicional, levantan su voz como respuesta de resistencia cultural, que por demás es histórica, ante el actual y vertiginoso desarrollo del conocimiento científico, por lo que el presente trabajo persigue desde una visión de la gestión universitaria de la ciencia y la tecnología para la innovación, identificar las particularidades de la gestión de los conocimientos tradicionales en comunidades costeras, argumentar las contribuciones del conocimiento tradicional de las comunidades y a su vez socializar las experiencias obtenidas en dos comunidades Castillo de Jagua-Perché y Las Minas como estudios de casos.
Desarrollo
La universidad cubana en las últimas cinco décadas ha llevado a cabo su labor en un contexto de profundos cambios sociales que han tenido un impacto sobresaliente en la vida de la propia universidad, así como en la relación universidad-sociedad. Esta relación va a estar dada por las funciones y la misión de la universidad, la cual precisa “preservar, desarrollar y promover la cultura de la humanidad, a través de sus procesos sustantivos, en plena integración con la sociedad; llegando con ella a todos los ciudadanos, con pertinencia y calidad y contribuir así al desarrollo sostenible del país”. (Horruitiner, 2008, p. 6)
Según Horruitiner (2008), desde esta perspectiva de la misión de la universidad cubana se debe tener en consideración que preservar la cultura es, ante todo, garantizar la transferencia del acervo cultural de la humanidad de una generación a otra. Además, se plantea que unido a la necesidad de preservar la cultura se requiere un trabajo orgánico de las universidades, para desarrollarla desde sus procesos sustantivos. Desarrollar la cultura es una condición indispensable de la universidad moderna y una de sus diferencias esenciales con etapas anteriores. Para este autor el modo más integral de desarrollar la cultura es la investigación científica, por eso a la universidad moderna le es igualmente consustancial el quehacer investigativo.
De este modo, las universidades, a la vez de formar a las nuevas generaciones, preservar y desarrollar la cultura en estas, le corresponde también promover la cultura en su entorno, llevarla a toda la sociedad. Visto así, la universidad cubana está colocada ante nuevas exigencias; y de igual manera el conocimiento universitario que genera. De acuerdo con Saborido (2018), el mayor desafío que tienen las universidades actualmente, radica “en una mayor integración con las sociedades, sectores productivos, territorios y comunidades”. (p.16)
Precisamente una de esas exigencias en los entornos locales de hoy, está en el reconocimiento y estudio del conocimiento tradicional (CT), pues la hegemónica racionalidad occidental ha demostrado durante siglos no haber resuelto todos los problemas de la humanidad lo que ha conllevado a la actual crisis ambiental que vive el planeta. Encontrándose precisamente en los conocimientos tradicionales otras miradas de ver, entender y estudiar la cosmovisión del mundo y de las comunidades, lo que garantizaría una mayor participación e inclusión.
Es necesario aclarar que el término de conocimiento tradicional no ha sido aceptado unánimemente, encontrándose en la literatura científica expresiones como: saberes locales, sabiduría popular, folclore, saberes tradicionales y conocimientos tradicionales ecológicos. De forma general, una espiral de discusiones semánticas que generalizan y aceptan, sin mucha discusión, la dicotomía ciencia-conocimiento tradicional, referenciada a grandes sistemas de conocimiento, de un lado la sociedad moderna y de otro el de las sociedades tradicionales.
Desde hace algunas décadas existen organizaciones internacionales que dedican esfuerzos a la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión y revitalización de los conocimientos tradicionales; destacándose en estos esfuerzos la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la cual desde el 2001 hasta la fecha ha incentivado la salvaguardia de estos conocimientos como Patrimonio Cultural Inmaterial .
Dentro de definiciones de CT más aceptadas se encuentra la que ofrece esta organización, la cual lo reconoce como “el conjunto acumulado y dinámico del saber teórico, la experiencia práctica y las representaciones que poseen los pueblos con una larga historia de interacción con su medio natural. La posesión de esos conocimientos, que están estrechamente vinculados al lenguaje, las relaciones sociales, la espiritualidad y la visión del mundo, suele ser colectiva”. (MEMOBPI, 2006)
Según Brito & Miranda (2008), “el conocimiento tradicional expresado en prácticas socioculturales concretas, está siendo revitalizado, por los intentos de superar los determinismos imperantes hasta la década del setenta del siglo pasado, que limitaba el papel de hombres y mujeres como agentes de cambio” (p. 17). El tenerlo en cuenta constituye razones poderosas para el desarrollo, en tanto, remite a la historia, valores, creencias, deseos, sabiduría, formas de organización familiar y comunitaria, y relaciones inter y extracomunitarias, elementos estos que no pueden ser obviados porque conforman su universo de conocimientos, el cual está en constante diversificación, actualización y transformación.
El conocimiento tradicional representa una herencia de los antepasados en experiencias con el ambiente natural. Las formas tradicionales de transmisión de este tipo de conocimientos están íntimamente vinculadas a los conocimientos propiamente dichos, si se parte que la lengua vernácula es un vector de transmisión fundamental dentro de una determinada comunidad lingüística, una lengua de comunicación más extendida -que puede ser un idioma nacional u oficial- permite un aprovechamiento compartido de los conocimientos con otros grupos culturales. La consulta y el diálogo mutuos entre los poseedores y los “no poseedores” de conocimientos tradicionales, son una condición imprescindible para promover y preservar los conocimientos tradicionales y locales (MEMOBPI, 2006).
El CT de las comunidades se pone de manifiesto a partir de los saberes populares y tradicionales que poseen los miembros de estas, convirtiéndolos en portadores de estos conocimientos. Varios estudios vinculados a los saberes tradicionales (Brito & Miranda, 2008; García, 2008; Lhamas, 2008; MEMOBPI, 2006; Miranda, 2011; Soler & Ochoa, 2003), MEMOBPI, 2006; Miranda, 2011; coinciden que estos son base del conocimiento de los individuos, que parten de los entornos familiares y los contextos locales a partir de la socialización el individuo en círculos cercanos donde experimenta una dinámica de aprendizaje, acción e interacción muy particular que se objetiviza en la práctica cotidiana, formación experiencial con las cuales el sujeto interactúa y se personaliza. Desde esas prácticas el individuo expresa determinadas formas o modos de comportamiento que los sistematiza en el contexto social y la vida cotidiana.
Los CT constituyen un fenómeno dinámico, se consideran como un reflejo particular de la realidad social, económica y cultural en que vive el hombre en constante cambio y transformación, manifestándose en formas diversas, en relación con las actividades fundamentales que realizan y los modos de organizarse y trasmitir conocimientos. Su peculiaridad reside en la aceptación, así como en maneras y niveles diversos del conocimiento popular. Como parte del CT, se encuentran los “saberes tecnoproductivos”, los cuales son “las producciones y relaciones de producción locales ajustadas a las formas dinámicas individuales y grupalmente de rendimiento sostenible, con el fin de elevar el nivel socioeconómico de la familias y con ellos de los pobladores, mediante la puesta en práctica de tecnológicas a favor del desarrollo, prestando una atención particular a la conservación, utilización racional de las herramientas y procesos productivos pesqueros vinculados a los ecosistemas, de donde se nutren por medio de la recontextualización sistemática a partir de la eficiencia de estos procesos tecnológicos”. (Soler, 2009)
En este orden de comprensión, el conocimiento como parte de la cultura de la cotidianidad, se involucra en escenarios múltiples que determinan los procesos de decisión y de desarrollo de individuos y grupos desde sus propios intereses; pero ¿cómo se ha logrado salvaguardar el conocimiento tradicional?, ¿cuáles son sus riquezas cognitivas?, ¿cuáles son las especificidades técnicas o particularidades cognitivas de estos saberes?
Por tanto, promover este diálogo de saberes desde el pensamiento científico, lleva implícito, desmontarse de las bases ideológicas que sustentan la racionalidad clásica para adentrarse al contexto donde se produce la gestión del conocimiento tradicional y así construir un conocimiento relevante para el desarrollo local.
El conocimiento es clave para mantener una actitud abierta hacia el cambio y hacia una mejora constante, por tanto, es una fuente segura de desarrollo (Prieto, 2003). Sin embargo, no siempre se gestiona adecuadamente o simplemente no se gestiona, lo que revela la necesidad de promover y fortalecer la Política Social del Conocimiento, pues la gestión solo puede entenderse y definirse dentro de una política como expresión de una dimensión de la estrategia global del desarrollo (Fumero, 2008). Tal reconocimiento implica coincidir en que, sin política, la gestión es ciega y no discute rumbos; sin gestión la política deviene retórica (Albornoz, 1997).
De esta manera, la gestión del conocimiento tiene como objetivo apoyar el desarrollo, adquisición y aplicación del conocimiento que se necesita para enfrentar la dinámica del desarrollo social (Pavez, 2000). La gestión del conocimiento a nivel local debe comprenderse como un proceso complejo de generación, asimilación, administración y circulación de informaciones, datos, saberes y valores necesarios que garanticen en su aplicación la solución de los problemas de carácter local y contribuyan así a la elevación de la calidad de vida de la población sobre la base del desarrollo sostenible y la participación ciudadana (Núñez y Montalvo, 2006).
Canals (2003), asevera que en la gestión del conocimiento hay dos procesos fundamentales, donde cada uno de ellos se subdivide en otros, pero los básicos son dos, uno es la creación de conocimiento y el otro, la transmisión de conocimiento. Procesos estos que se manifiestan constantemente en las comunidades locales, pues muchos de sus miembros son portadores de un cúmulo de conocimientos que poseen gran relevancia, pues en ellos hay un saber acumulado muy útil para el desarrollo local, por ello, hoy se le presta atención al conocimiento tradicional comunitario expresado a través de las prácticas socioculturales, e interacciones sociales, por tanto debe ser gestionado y más aún debe ser estudiado para conocer como de manera empírica se dan estos procesos.
En este sentido, cabe preguntarse ¿qué se entiende por gestión del conocimiento tradicional? La gestión del conocimiento tradicional es “un proceso sistemático que ocurre dentro y fuera de las comunidades locales, encaminada a la realización de acciones coordinadas en relación con la investigación, preservación y promoción de los conocimientos vinculados a prácticas individuales o comunitarias por conseguir compartirlos entre todos; donde el centro de la gestión lo constituye los grupos portadores del conocimiento, sabiduría popular o saberes tecnoproductivos tradicionales adquiridos a través de la experiencia acumulada, no solo individual sino también comunitaria y que se encuentran en estrecha relación con los entornos naturales y sociales, pues depende esencialmente de la voluntad y motivación de las personas. Su propósito es contribuir, mantener, resignificar y promover las prácticas tradicionales sostenibles con el fin de conservar la diversidad cultural, la biodiversidad, los diferentes ecosistemas naturales y todo ello en franco diálogo de saberes”.(García, 2012)
Al tener en cuenta las investigaciones diferentes investigaciones (Brooking, 1997; Muñoz y Riverola, 1997), así como otras fuentes sobre el tema de la gestión del conocimiento tradicional, como la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2003). García (2012), propone una serie de pasos a seguir para gestionar el conocimiento tradicional de las comunidades y que a la vez guardan estrecho vínculo con las medidas encaminadas a garantizar la salvaguardia de este tipo de patrimonio cultural inmaterial. Estos pasos permitirán asegurar un mejor desarrollo del proceso:
Identificación, documentación e investigación de los conocimientos tradicionales y sus funciones.
Conservación, protección, promoción de los conocimientos tradicionales.
Valorización y transmisión de los conocimientos tradicionales.
Revitalización de los conocimientos tradicionales.
La Universidad de Cienfuegos (UCF) es un Centro de Educación Superior que tiene sus orígenes en 1972, cuando se crea la Filial Universitaria, que más tarde, por acuerdo del Consejo de Estado y de Ministros de Cuba, en 1979 se convierte en Instituto Superior Técnico de Cienfuegos (INSTEC) en respuesta a las necesidades de una sociedad en construcción y despegue, y a la intención estratégica de convertir a Cienfuegos en un fuerte polo industrial que impulsaría el desarrollo del país. Sus primeras facultades fueron Mecánica y Economía, por tanto, su trayectoria como institución desde sus orígenes estuvo fuertemente ligada al desarrollo de estas disciplinas. No obstante con el paso del tiempo se ha ido consolidando como universidad y fortaleciendo el claustro de profesores, pudiéndose contar hoy día con siete facultades tras el proceso de integración de universidades que se lleva a cabo a nivel nacional, como parte de la política de reordenamiento del Ministerio de Educación Superior (MES) y el cumplimiento de los Lineamientos de la política económica y social de la Revolución.
Como parte del trabajo desarrollado por la antigua Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas, hoy Facultad de Ciencias Sociales se encuentran un sin fin de investigaciones realizadas en el área del trabajo comunitario desde diferentes enfoques, y en estrecho vínculo con instituciones del territorio cienfueguero . Esto ha condicionado un acercamiento al estudio de las comunidades costeras en el litoral sur de la provincia y sobre todo a las que se ubican en torno a la bahía mayormente.
Estas investigaciones han estado relacionadas con estudios socioeconómicos, de educación ambiental y de prácticas socioculturales desde diferentes dimensiones en estos espacios comunitarios y por intereses de proyectos tanto territoriales y financiados por el CITMA como: Gente de Costa, Lito Sur, Luna, así como internacionales: Red de Comunidades Costeras Saludables, Red de MRCBC, Red GESTCON en Cuencas Hidrográficas y Áreas Costeras.
Es válido señalar que, en Cienfuegos, se vienen desarrollando desde la década del 90 del siglo pasado, acciones para el desarrollo de la zona costera. Las cuales se han ido perfeccionando gracias a la aplicación y profundización del Manejo Integrado de Zonas Costeras (MIZC) implementado en el territorio a partir de la institucionalización de un Programa de Maestría en esta área del conocimiento, y a la política ambiental que se lleva a cabo en el territorio.
Entre las comunidades costeras (y más tradicionales) que han sido investigadas se encuentran: la comunidad de Reina, O´Bourque, Las Minas; Guanaroca y el Castillo de Jagua-Perché; siendo esta última la más estudiada y en la cual se han llevado a cabo diversos estudios desde diferentes perspectivas. Particularmente estas comunidades se caracterizan por ser costeras y pesqueras en pequeña escala, mediadas por la tradición de la pesca como elemento que va a distinguir a sus pobladores.
Son comunidades que mantienen una relación directa con la bahía y su litoral adyacente, aprovechando los recursos naturales que les proporciona. Además, que se han caracterizado por ser comunidades resilientes ante las adversidades naturales y tecnológicas, lo que ha conllevado a que continúen ostentando una identidad marino-costera asociada a prácticas tecnoproductivas de pesca.
Los pobladores de estas comunidades costeras y pesqueras en pequeña escala son gentes de mar: sencillos, comunicativos, entusiastas y dispuestos a cooperar. Tienen arraigado, un profundo sentido de pertenencia y no se conciben fuera de la actividad económica que les sirve de sustento: la pesca.
Para el proceso de inventarización del conocimiento tradicional, se empleó el método etnográfico, y técnicas como la observación participante y entrevistas, durante un proceso de investigación que se desarrolló en cuatro etapas. En la etapa inicial o preparación del trabajo del campo se realizó a través de visitas a la comunidad creando en este inicio el rapport con la comunidad, se llevaron a cabo observaciones no estandarizadas, lecturas documentales, observación de videos, fotografías, reconocimientos sociológicos y descripciones de escenarios. La segunda etapa o entrada al campo se inició con la observación participante del trabajo tecnoproductivo de los pescadores y las conversaciones informales en el campo, además se realizó la descripción del ambiente de forma detallada, a partir del trabajo de campo, se aplicó los instrumentos de investigación a través de los cuales se fue identificando y sistematizando el conocimiento, elaborando el registro, describiendo y describiendo los saberes y su empleo. La tercera etapa, de análisis de la información, se desplegó a partir de los procesos interpretativos que se desarrollaron desde las unidades de análisis y la reconstrucción de los registros, interpretaciones de las buenas prácticas de pesca, los procesos de trasmisión, empleo y sistematización de estas prácticas. Se procedió a la determinación y jerarquización de los saberes tecnoproductivos de pesca seleccionados y con muestras confirmativas y de oportunidades se buscó el consenso y aprobación de aquellos que podían constituir saberes tradicionales de impronta y jerarquía comunitaria, y que visualizaran el sistema de relación con los ecosistemas.
Esta metodología de inventarización del conocimiento tradicional se empleó en las comunidades Castillo de Jagua-Perché, Las Minas y Reina y permitió crear una ficha de inventarización (tabla 1).
Dicho inventario permitió identificar, caracterizar y analizar los diferentes saberes tecnoproductivos tradicionales de pesca que tipifican estas comunidades costeras. La ficha de inventario permite identificar un cúmulo de información acerca del conocimiento tradicional de los pescadores el cual necesita de una adecuada clasificación e identificación desde una perspectiva más compleja e integradora.
Conclusiones
La universidad cubana actual desarrolla a cabo su labor en un contexto de profundos cambios sociales que han tenido un impacto sobresaliente en la vida de la propia universidad, así como en la relación universidad-sociedad.
Un aspecto importante en la comprensión del papel del conocimiento tradicional lo constituye la interrelación de las universidades con el entorno local, proceso que se ve favorecido por las funciones y misión de la universidad cubana actual, a partir de sus procesos sustantivos fundamentales los cuales propician la desmitificación de la ciencia y del conocimiento científico y el conocimiento tradicional.
La gestión del conocimiento tradicional es un proceso sistemático que ocurre dentro y fuera de las comunidades locales, encaminada a la realización de acciones coordinadas en relación con la investigación, preservación y promoción de los conocimientos vinculados a prácticas individuales o comunitarias por conseguir compartirlos entre todos; donde el centro de la gestión lo constituye los grupos portadores del conocimiento, sabiduría popular o saberes tecnoproductivos tradicionales adquiridos a través de la experiencia acumulada, no solo individual sino también comunitaria y que se encuentran en estrecha relación con los entornos naturales y sociales, pues depende esencialmente de la voluntad y motivación de las personas. Su propósito es contribuir, mantener, resignificar y promover las prácticas tradicionales sostenibles con el fin de conservar la diversidad cultural, la biodiversidad, los diferentes ecosistemas naturales y todo ello en franco diálogo de saberes
La gestión del conocimiento tradicional es una auténtica necesidad actual, pues son las comunidades las que deben ser capaces de revalorizar los diversos saberes tradicionales que poseen acerca de las prácticas socioculturales que realizan. El reto radica en conseguir el reconocimiento, el respeto, y la integración como vías para para la salvaguarda de este patrimonio cultural inmaterial de las comunidades.
La ficha creada y utilizada para el inventario del conocimiento tradicional de las comunidades costeras estudiadas, permitió identificar, caracterizar y analizar los diferentes conocimientos tradicionales y saberes tradicionales tecnoproductivos vinculados con actividad de la pesca que tipifican estas comunidades costeras. La ficha de inventario permite identificar un cúmulo de información acerca del conocimiento tradicional de los pescadores el cual necesita de una adecuada clasificación e identificación desde una perspectiva más compleja e integradora para su justificación como patrimonio cultural inmaterial de las comunidades.