INTRODUCCIÓN
Los inicios del siglo XX cubano estuvo marcado por la penetración norteamericana, que dominó todas las esferas de la vida. La instauración de la República Neocolonial en 1902 significó -por una parte- el nacimiento de una Cuba que ahora estaba atada de manos y pies a los designios del vecino poderoso del Norte.
La educación en la República se dividía en primaria elemental (primero a sexto grado), primaria superior (séptimo, octavo y noveno), segunda enseñanza (hoy preuniversitario y enseñanza técnica) y Enseñanza Superior (Universidad). Por debajo de la primaria elemental estaba el kindergarten, mientras que a la segunda enseñanza pertenecían los Institutos, las Escuelas Normales, así como centros de carácter técnico y especial como Escuelas de Comercio, del Hogar, de Artes y Oficios, etc.
En Cienfuegos1 convivieron instituciones educacionales de diversa índole: públicas, privadas, religiosas, de artes y oficios, de comercio, del hogar y escuela normal para maestros, etc. Cienfuegos contaba con escuelas públicas desde el siglo XIX. Al comenzar la República este número se amplió considerablemente debido a la política establecida por los gobernantes norteamericanos. Los norteamericanos vieron que la educación brindaba “las vías para penetrar la sociedad cubana con el objetivo de impedir el desarrollo de una cultura autóctona que pudiera convertirse en su oponente” (Chávez, 1996, p. 29). La “americanización de la enseñanza”, impuesta por Estados Unidos, a partir de la intervención, pensaba reproducir sus cánones educacionales en nuestro país. Si bien trajo mejoras considerables en algunos aspectos, sobresalía el marcado interés político.
La situación era la siguiente: “Solo 18 escuelas públicas, funcionaban a inicios de siglo. Regularmente en pleno abandono, eran edificadas o abiertas en locales muy sencillos” (Ramírez, 2011, p. 73). En 1915 Cienfuegos -ciudad- contaba con 115 aulas con un total de 127 maestros (La Correspondencia, 1940). Mientras que en el Distrito Escolar de Cienfuegos -todo el municipio- en 1919, había un total de 180 aulas: 75 en la ciudad, 93 en zonas rurales y 12 perteneciente a escuelas ambulantes (González, 2007, p. 22). Otro aspecto a analizar es la asistencia escolar que se redujo a un 10% entre 1931 y 1943, lo que significa que, junto a todos los males, la asistencia a clases era muy baja, lo que empeoraba la situación (Ramírez, 2011).
Las condiciones de las escuelas públicas eran deplorables: carencia de profesores, de material, de uniforme, de locales adecuados, etc. El número de estas tanto en la ciudad como en el municipio era insuficiente para la cantidad de población en edad escolar, en aumento debido al auge económico que experimentaba Cienfuegos. Otro problema eran las diferencias económicas y raciales de los alumnos: los pobres y negros no estaban en igualdad de condiciones que los acaudalados.
A pesar de la mala situación, es destacable que en 1940 el número de aulas había aumentado, a un total de 237, con 245 maestros. La asistencia promedio era del 74,43%. La enseñanza primaria superior (hoy secundaria) también se vio beneficiada con la creación de dos de estos centros en 1928: uno para hembras y otro para varones (La Correspondencia, 1940). Esto significa que, aunque fuera poco a poco, el número de centros fue aumentando, lo que ampliaba las posibilidades de estudio. No obstante, todavía era insuficiente para el aumento progresivo de la población. La creación de las primarias superiores públicas fue también un paso de avance en cuanto a continuidad de estudios para niños que no pudieran acceder por su condición económica a colegios privados.
DESARROLLO
Cienfuegos contaba con escuelas privadas, religiosas y laicas. Estas se destacaron por la estricta disciplina, la tenencia de los mejores profesores y algunas de instalaciones majestuosas2. “Si bien el número de escuelas públicas aumentó, la fuerza más importante durante este período fue la escuela privada que no sólo tuvo un auge constructivo sino también alcanzó prestigio y reconocimiento” (González, 2007, p. 22).
Cienfuegos se prestaba para la inversión en materia educacional. Influía la existencia de un sector acomodado deseoso de poder brindarles a sus hijos una educación privada, formal y académica acorde con sus condiciones económicas. Además, las escuelas públicas abarcaban hasta la primera enseñanza superior, dejando la segunda enseñanza rezagada para los que pudieran trasladarse a la capital provincial de Las Villas o incorporarse a los colegios privados que la ofrecían.
En el caso de las escuelas religiosas Cienfuegos contó con numerosos exponentes en la época reseñada: el Colegio Champagnat, el colegio Nuestra Señora de Lourdes, la llamada Escuela Dominical -para niñas pobres-, el colegio Nuestra Señora del Rosario, el colegio Teresiano; etc. También el colegio Nuestra Señora de Monserrat que fue establecido primero en Sancti-Spíritus, luego fue trasladado al territorio. En él se ofrecía la primera y la segunda enseñanza. Entre los beneficios que brindaba se encuentra el Observatorio Meteorológico (Quesada, 1941, p. 231). Otros de menos relevancia como: la Academia Bécquer, el Colegio Valladares y la Academia Consuegra.
Un colegio fundamental en el período fue el Eliza Bowman “propiedad de la División de Señoras de la Junta General de Misiones de la Iglesia Metodista, que contaba con sus oficinas centrales en la ciudad de Nueva York” (Carrillo, 2013, p. 16). Se basaba en los planes de estudios americanos al igual que el Colegio Nuestra Señora del Rosario fundado en 1909. Otro colegio fue Nuestra Señora de Lourdes que se inauguró en 1903, por la Congregación del Apostolado Corazón de Jesús. Era para niñas y contaba con una educación integral que pronto se ganó el prestigio de las capas más acaudaladas de la ciudad. “Su fin es preparar a las niñas y jóvenes de la manera más completa posible para la vida social”. (Rousseau, 1920)
El Colegio Champagnat fue fundado en 1906 por los Hermanos Maristas. En él se proporcionaban clases de Educación Física, Idiomas, Física, Química. La mayoría de sus adeptos eran de la clase media. El éxito alcanzado por estos religiosos hizo que fundaran en 1921 el colegio llamado Loma de los Maristas:
“Este colegio mantuvo un sistema de enseñanza basado en el cumplimiento riguroso de principios morales y éticos, así como el desarrollo de una sólida instrucción que les permitiera a sus estudiantes, dedicarse a las carreras de tipo comercial o proseguir ulteriores estudios universitarios”. (Valdés, 1997, p. 15)
Fiel exponente de las escuelas privadas por su prestigio fue el colegio Enrique José Varona inaugurado en 1941. “Sus aulas se abrieron para todos aquellos que tuviesen o no posibilidades de sufragar las pensiones (extremadamente bajas) que se establecieron” (Valdés, 1997, p. 44). Se mantuvo ejerciendo durante la década final de la República, pese a la situación existente. Se destacó por ser uno de los pocos donde se reunían estudiantes de diferentes clases sociales.
Estas escuelas tenían planes de estudios correspondientes con las públicas, lo que incluían en él asignaturas de tipo religioso y la calidad del profesorado era mejor. Ofrecían cursos de Música, Pintura, de quehaceres domésticos como bordado y costura, etc. Educaban basados en la disciplina, la moral, la ética. Durante su existencia lograron gran aceptación debido a la profesionalidad de su claustro, las mejores condiciones de trabajo que tenían con respecto a las escuelas públicas, ya que estas estaban muy descuidadas por parte del Estado.
Estos privilegios eran asequibles sólo para las clases pudientes, los demás tenían que conformarse con la enseñanza pública. Pocos de estos centros admitían alumnos pobres, y menos aún negros. Poseían una enseñanza encaminada a satisfacer las necesidades de los padres ricos.
La iniciativa particular proveyó a la ciudad del Colegio de Artes y Oficios San Lorenzo, y de la Escuela Hogar Santo Tomás. Ambas fueron erigidas por el deseo de Don Nicolás Salvador Acea y de los Ríos, y funcionaban en el mismo edificio. La Escuela Hogar se inauguró en 1929 “cuyas alumnas eran nombradas maestras de corte y costura y de trabajo manual en las escuelas públicas de niñas” (La Correspondencia, 1940). Aunque también recibían instrucción académica. Esto responde a que en la época las mujeres eran básicamente amas de casa luego de contraer matrimonio, por lo que debían estar preparadas para enfrentarse a ello.
El Colegio de Artes y Oficios, era sólo para varones y fue inaugurado en 1932. Se enseñaban asignaturas básicas además de un oficio. Este colegio obtuvo gran reconocimiento local y nacional. Lo que se evidencia cuando “en 1937 la Secretaría de Educación dispuso que en la Escuela Superior de Artes y Oficios de La Habana le sean reconocidas y abonadas las asignaturas y prácticas del taller de la Escuela de Artes y Oficios de Cienfuegos, a los alumnos que deseen continuar los estudios superiores allí” (La Correspondencia, 1940).
Es decir, la calidad de la educación fue suficiente -si no elevada- para que se convalidasen asignaturas y prácticas a los alumnos cienfuegueros que quisieran superarse en la capital. Esto garantizó la mano de obra necesaria en oficios imprescindibles como carpintería, albañilería, mecánica. Era también una alternativa para los jóvenes que por uno u otro motivo no pudieran acceder a los estudios universitarios. Ambos colegios -aunque niñas y niños por separado- preparaban a los estudiantes para enfrentarse a la vida, ya que garantizaba el conocimiento de un oficio o manualidad para luego subsistir por sí solos. Tuvieron el mérito de ser asequibles a las clases bajas de la población cienfueguera.
El Instituto de Segunda Enseñanza de Cienfuegos fue creado por el Estado en 1937. Poco a poco fue alcanzando reconocimiento y prestigio lo que se evidencia cuando -a dos años de crearse- en 1939, “la Universidad de La Habana… trató de establecer el examen selectivo para alumnos de algunos Institutos de Segunda Enseñanza exceptuó a los del Instituto de Cienfuegos, por considerar que la preparación científica que en dicho Instituto recibían los matriculados en el mismo, era suficiente para su ingreso en la Universidad, sin examen de selección”. (La Correspondencia, 1940)
El precio establecido para la matrícula (cinco pesos en total) era elevado, no obstante, la apertura del Instituto de Segunda Enseñanza significó una gran oportunidad para los jóvenes cienfuegueros que antes cursaban el bachillerato en la capital provincial, Santa Clara. La segunda enseñanza fue asequible ahora a la clase media de la población y dejó de ser exclusiva de los que radicaban en las cabeceras provinciales. También amplió el número de jóvenes que en un futuro podían optar por carreras universitarias.
Además, ofreció la oportunidad de estudiar a jóvenes menos favorecidos económicamente, ya que el Instituto brindaba el 20% de su matrícula, de forma gratuita para aquellos que no tuvieran como pagarla. Por otra parte, la contratación de capital humano para el centro ampliaba las posibilidades de empleo no sólo para los que podían ejercer como personal docente, sino también para ocupar los puestos administrativos. Estos fueron: oficiales de Secretaría, encargado del material, ayudante de Museo y Laboratorio, escribiente, mecanógrafo, portero, bedel y tres mozos de limpieza.
Otro beneficio que trajo fue que a él se incorporaron otros centros que ofrecían la segunda enseñanza en el territorio3 De esta forma los estudiantes recibían las mismas materias y se integraban en las actividades propuestas por el Instituto.
El año 1937 también trajo la apertura de la Escuela Profesional de Comercio Federico Laredo Brú. El nombre correspondió con el del Presidente de la República. Surgió como una necesidad ya que Cienfuegos era una ciudad eminentemente comercial e industrial.
Otra escuela pública, inaugurada por el Estado fue la Escuela Activa o Experimental de Cienfuegos. También con el nombre Federico Ladero Brú, abrió sus puertas a finales de la década del 30 o principios del cuarenta4. Dicho centro brindaba a los estudiantes además de las asignaturas básicas, otras relacionadas con el arte y las manualidades. En él, los profesores podían experimentar, conocer acerca de nuevas técnicas de pedagogía e intercambiar con otros centros educacionales. Significó un centro de superación para el magisterio cienfueguero.
Las características de estas décadas se observan en el siguiente comentario: “Las décadas del 30 y 40 reflejan un ambiente educacional en Cienfuegos muy próspero… se estableció la Delegación Municipal de la Asociación Pro-Enseñanza de la Mujer Cienfueguera; se constituyeron varios comités, asociaciones municipales especializadas algunas en música, de idiomas… se ofrecían cursos variados sobre pintura, música”. (López, 2008, p. 149)
En los periódicos locales la población podía informarse sobre los colegios, academias, e incluso clases particulares que se ofertaban. También aparecían anuncios, por ejemplo, del Instituto de Música Fischermann que ofertaba clases de piano elemental y Superior, Solfeo, Historia de la Música, Armonía (El Comercio, 1941). Ejemplo de esto son los siguientes anuncios: “Colegio y Academia Enrique José Varona, Ambos sexos, Dos Sesiones, Enseñanza del 1º al 8º grado con derecho a Certificado para ingresar en los centros de segunda enseñanza. Normal del Kindergarten. Clases especializadas de Contabilidad para ingresar en el primer año de la Escuela de Comercio”. (La Correspondencia, 1941)
Cienfuegos también tuvo una Escuela Normal de Maestros. Los anhelos de crearla se habían hecho sentir desde décadas atrás5, mediante huelgas y manifestaciones del magisterio, pero no fue hasta el año 1953 que se hizo realidad. El primer curso comenzó el 11 de marzo con una matrícula inicial de 94 alumnos (Valdés, 1997). El plan de estudios comprendía cuatro cursos.
También comenzó a trabajar, el 22 de abril del mismo año la Escuela Normal para Maestras de Jardines de la Infancia6. Poseía varias cátedras como la de Estudios Psicológicos, Estudios Didácticos, Educación Física, Artes, Plásticas, Artes Manuales, Música, etc. De igual manera el programa constaba de cuatro años (Valdés, 1997).
Ambas escuelas, unidas a la Experimental representaron un paso de avance en cuanto a la formación del magisterio local, ya que antes tenían que prepararse en la Escuela Normal para Maestros de Santa Clara -fundada en 1916. A partir de ahora ya no tenían que trasladarse, sino que la tenían en la propia localidad, lo que posibilitó el aumento de maestros graduados del territorio. También se especializó esta formación con la creación de la Normal para el nivel preescolar, enseñanza básica para el aprendizaje ulterior de los niños.
Propuesta de periodización de las instituciones educacionales en Cienfuegos
El estudio de la educación en Cienfuegos puede dividirse en dos períodos fundamentales, atendiendo a la creación de centros educacionales: 1900-1936 caracterizada por la proliferación de escuelas privadas patrocinadas por grupos religiosos o particulares7. Un segundo período desde 1937 hasta la década del cincuenta8 que sobresale por la apertura de centros docentes por parte del Estado: el Instituto de Segunda Enseñanza, la Escuela Profesional de Comercio Federico Laredo Brú, la Escuela Experimental, la Escuela Normal y la Normal del Kindergarten. La periodización propuesta, es sólo un acercamiento, hace falta un espacio mayor para especificar en cada colegio o proceso a profundidad.
CONCLUSIONES
Las escuelas públicas eran insuficientes para la cantidad de niños existentes, pero el número de aulas fue aumentando. Aunque las escuelas privadas y religiosas eran -fundamentalmente- para las clases medias y altas de la población, brindaban un servicio de excelencia que garantizaba una educación de calidad para los jóvenes. Las posibilidades de continuación de estudios para los más necesitados aumentaron con la creación del Instituto, de la Escuela de Comercio y de las dos Normales: ya no tenían que trasladarse a la capital provincial. La formación y superación de maestros sufrió un aumento cuantitativo con la apertura de tres centros: la Escuela Experimental y las dos Normales.