Introducción
En el mundo, la población adulta mayor presenta un proceso acelerado de crecimiento, por lo cual los países se enfrenten a importantes retos para dar solución a los problemas derivados del envejecimiento poblacional. En la llamada tercera edad ocurren diversos cambios físicos, psicológicos y sociales, que inciden en la calidad de vida de este grupo etario. Estos se producen en íntima relación con el contexto de las personas, y su desarrollo socioeconómico y cultural.1
Si bien el Estado es el principal responsable de garantizar la calidad de vida de toda la población y, en especial, de los grupos más vulnerables, como las personas adultas mayores, la solución de los problemas que estos enfrentan requiere un enfoque que integre a todos los sectores de la sociedad.
Se parte de reconocer que la implementación de las políticas públicas constituye el conjunto de acciones gubernamentales cuya orientación final es la de servir a la ciudadanía para garantizarle calidad de vida. 2) Por lo general, las acciones implementadas para atender las necesidades de los adultos mayores tienen carácter asistencial, y no en todos los países se reconocen como una prioridad de la agenda pública y de la sociedad en general. 3) Asimismo, se requiere aumentar la voluntad política en los territorios para atender el envejecimiento poblacional y elevar la calidad de vida de este grupo etario.4
Los adultos mayores son ciudadanos con los mismos derechos que el resto de la sociedad, por lo que se debe considerar el envejecimiento como “una opción de ciudadanía activa y envejecimiento positivo, para una vida digna y saludable” (p. 24). 5) Ellos necesitan gozar de independencia, autorrealización, participación, dignidad y cuidados. Sin embargo, se reconoce la necesidad de una esmerada atención por ser un grupo vulnerable, expuesto a riesgos sociales.6
La atención integral al adulto mayor no solo incluye cuidados médicos, sino la realización de actividades socio-culturales, físico-terapéuticas y psico-educativas, que contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida de este segmento poblacional.7
Cuba, con el 21,3 % de sus habitantes con 60 años y más, 8) ha tenido que enfrentar los retos del envejecimiento poblacional, para lo cual desarrolla el Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor. Este se fundamenta en la consideración de que el envejecimiento representa un proceso biológico, no una enfermedad; y en que estas personas requieren una atención esmerada por parte de la familia y la sociedad, además de contar con instituciones especializadas para su cuidado. Por tanto, enfrentar el envejecimiento poblacional resulta una tarea que no solo compete al sector salud, sino que precisa un enfoque intersectorial.9
Se reconoce que la intersectorialidad constituye una poderosa herramienta del trabajo social y comunitario en salud, que no se emplea con la necesaria intensidad. Se define esta como “la intervención coordinada de instituciones representativas de más de un sector social, en acciones destinadas total o parcialmente a tratar los problemas vinculados con la salud, el bienestar y la calidad de vida”.10
En Cuba, la mayor proporción de adultos mayores (90 %) vive con sus familiares, pero no siempre encuentran en su seno la satisfacción plena de sus necesidades comunicacionales y afectivas, por lo que muchos se han integrado a Círculos de Abuelos o realizan estudios universitarios a través de las Cátedra del Adulto Mayor. Otras personas adultas mayores viven en situación de soledad y sufren dificultades económicas debido al abandono por parte de sus familiares o por carecer de estos. Para estos últimos se desarrollan en el país diversos servicios sociales, entre ellos, la atención especializada en los 157 hogares de ancianos existentes.11
El cuidado a los adultos mayores se debe asumir con un enfoque de corresponsabilidad multiactoral, que articula la participación proactiva de estos como transformadores de su propia realidad, de conjunto con los actores comunitarios, el Estado, las familias y la sociedad en general. Este enfoque ha sido primordial en los momentos actuales, frente a la pandemia por la COVID-19, que ha requerido desmontar los mecanismos existentes hasta el momento para propiciar el aislamiento físico. 12) Sin embargo, en un mundo pos COVID-19 serán retomados los instrumentos creados para implementar las políticas hacia el adulto mayor.
En la actualidad, la formación continua ha salido fuera del campo estrictamente profesional-laboral y se ha extendido a los adultos mayores, con el objetivo de prepararlos para enfrentar el proceso de envejecimiento. De esta forma, la formación continua es entendida como la actividad docente universitaria cuya misión es vincularse con el medio a través de programas de formación, para educar de por vida a las personas. También puede definirse como toda actividad de aprendizaje llevada a cabo en cualquier momento de la vida, con el fin de mejorar conocimientos, habilidades y competencias desde una perspectiva cívica, social y/o ligada al empleo. En algunos países se vincula a la responsabilidad social y la extensión universitaria, y en otros a la formación en general, incluida la posgraduada. 13) También puede denominarse educación no formal de adultos y educación permanente de adultos.14
Al analizar la problemática de los adultos mayores, surgen varias interrogantes: ¿Qué se entiende por calidad de vida y cómo esta puede ser garantizada y mejorada, de manera particular en las personas adultas mayores? ¿Cómo puede influir la formación continua en la calidad de vida de las personas adultas mayores? El objetivo de este trabajo fue exponer la influencia de la formación continua en la calidad de vida de los adultos mayores.
La calidad de vida del adulto mayor
El concepto de “calidad de vida” se refiere a la combinación de la calidad de las condiciones de vida de una persona y la satisfacción que esta experimenta, ambas ponderadas por la escala de valores, aspiraciones y expectativas personales.15 Por tanto, la calidad de vida es un concepto multidimensional, que va más allá del bienestar económico, al reflejar la satisfacción de las personas con este bienestar y los aspectos subjetivos determinados por las relaciones familiares y sociales.
La calidad de vida aparece como el resultado de la interacción entre factores objetivos (condiciones externas: económicas, sociopolíticas, culturales, ambientales y otros) y subjetivos (nivel de correspondencia entre las aspiraciones y expectativas trazadas y los logros obtenidos a lo largo de su existencia), que facilitan o entorpecen el pleno desarrollo de las personas.9
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la calidad de vida como la percepción que cada individuo tiene de su posición en el entorno cultural y en el sistema de valores en que vive, así como en relación con sus objetivos, expectativas, criterios y preocupaciones. Todo ello matizado, por supuesto, por su salud física, estado psicológico, grado de independencia, relaciones sociales, factores ambientales y creencias personales (Tabla 1).16
Los adultos mayores le dan gran importancia a la satisfacción de sus necesidades básicas como la vivienda, la salud y la alimentación. “El envejecimiento, aunque no equivale a enfermedad, suele acompañarse de un incremento de la carga de enfermedades crónicas, las que a su vez contribuyen considerablemente a la carga de discapacidad por enfermedad, lo que deteriora su estado funcional y la calidad de vida del adulto mayor y limita la independencia para realizar las actividades de la vida cotidiana, y su participación en la vida familiar y social”.9
También, los adultos mayores requieren ser reconocidos e incluidos en la sociedad, como parte de actividades sociales y recreacionales, al comunicarse y compartir ideas, además de resultar compañía de alguien o para alguien. De esta forma, la calidad de vida en el adulto mayor está fuertemente influenciada por el apoyo social, lo que ha permitido un mejor uso de sus habilidades y capacidades.17,18
Se han observado correlaciones positivas entre la calidad de vida del adulto mayor y su grado de independencia en la realización de las actividades de la vida diaria, así como con las capacidades de autocuidado.19 Además, el adulto mayor requiere de la comunicación y las relaciones con la familia. Los vínculos con los coetáneos son muy importantes en esta etapa de la vida, más aún cuando la vejez transcurre desvinculada de la familia. Esta necesidad de comunicación incluye el deseo de ser tenido en cuenta y de transmitir la experiencia adquirida en sus años de vida.20 “Para el adulto mayor es importante dejar su legado, hacer análisis reflexivos y que quede explícita en cada tarea que realiza sus competencias cognoscitivas dentro del contexto social y emocional”.21
El envejecimiento activo se define como el proceso de optimización de oportunidades de salud, participación y seguridad para elevar la calidad de vida de las personas a medida que van avanzando en edad. Este concepto está estrechamente vinculado con la capacidad de las personas adultas mayores para adquirir conocimientos.22) De esta forma, “cambia diametralmente los conceptos anteriores de vincular a las personas mayores con la pasividad, discapacidad, desvinculación social y laboral, que tradicionalmente se han empleado”.23
Los adultos mayores necesitan redes de apoyo de la familia y otros actores de la sociedad, entre ellos el Estado. El abandono, al que en ciertos casos están sometidas estas personas vulnerables, puede ser físico, cuando no se cubren sus necesidades fisiológicas; y emocional, por falta de afectividad y muestras de cariño. Este abandono puede resultar intencional o no, pero siempre trae consigo sentimientos de soledad, que afectan la salud física, psicológica y emocional de la persona, y, en casos extremos, la pueden llevar a conductas de riesgo para la vida.24
En las culturas iberoamericanas, la familia constituye un elemento importante en la satisfacción personal de las personas de la tercera edad. Por ejemplo, en una encuesta realizada en la ciudad de Riobamba, en Ecuador, el 56 % de los encuestados manifestaron satisfacción al compartir con su familia.3 De forma similar, en Cuba, la mayor relación de ayuda al adulto mayor proviene de la familia (hijos, cónyuge, nietos y otros miembros). Otra forma de ayuda se manifiesta de los otros adultos como red de apoyo informal (vecinos, amistades) y como fuente importante la autoayuda que proviene de los propios recursos individuales de la persona.20
En un estudio realizado en México se observó que, si bien la pobreza incide negativamente en el bienestar de los adultos mayores, aun en esta situación se manifiesta la importancia que tienen los hijos y nietos para favorecer el bienestar de los adultos mayores, tanto en hombres como en mujeres.25
La participación en organizaciones y actividades sociales es un aspecto que influye en la calidad de la vida de los adultos mayores y que se manifiesta de manera diferente en dependencia del contexto social. Por ejemplo, la participación en organizaciones fue el peor evaluado en un estudio con los adultos mayores de la ciudad de Valparaíso en Chile.18 Sin embargo, el uso del tiempo libre recibió la mejor valoración. Las organizaciones en las que más participaban los entrevistados de ese estudio fueron los grupos religiosos y los espacios de reunión social, al manifestarse que los que vivían en zonas económicamente vulnerables eran quienes menos participaban en organizaciones.
En otro estudio en México, las relaciones sociales también resultaron la dimensión peor evaluada, con un 55 % de los adultos mayores estudiados que se sentían satisfechos con estas, frente a 74 % de satisfechos con el entorno, 63 % con la salud física y 62% con los aspectos psicológicos.26
La participación en actividades sociales también depende de la edad de la persona, como puede observarse en el estudio realizado en Riobamba, donde el 86,6 % de los mayores de 86 años no participaban en ninguna actividad social. Sin embargo, en el rango de edad de los 65 hasta 75 años, solo el 26,1 % no realizaba ninguna actividad; los restantes manifestaron participar en actividades como: reunirse con sus amigos (25,4 %), turismo (22,4 %), bailoterapia (14,9 %), diferentes cursos (9,7 %) y practicar deportes (1,5 %).3
En Cuba, la característica fundamental de la actividad de pos jubilación se identifica con el trabajo doméstico, con una importante participación de los abuelos en la crianza de los nietos, cuando estos están presentes en el núcleo familiar. A diferencia de otros países, por la propia cultura y las condiciones económicas, la familia en Cuba es retentiva de sus adultos mayores. Por esto, se trabaja por brindarles a los adultos mayores otras opciones para su vida personal, con espacios propios para el ejercicio físico, las peñas bailables y otras actividades recreativas, así como acciones formativas. Sin embargo, no todos los adultos mayores se incorporan a estas actividades debido a las siguientes causas: desinterés y falta de motivación, subvaloración de su capacidad física, conducta sedentaria y sobrecarga doméstica.27
El entorno también influye de manera importante en la calidad de vida de los adultos mayores los cuales requieren vivir en una comunidad con valores y virtudes, como el respeto y la solidaridad,28) y con una infraestructura física adecuada para su desenvolvimiento.
Otro aspecto que influye en la calidad de vida del adulto mayor es la percepción y preparación que tiene respecto a lo que sucede en su entorno y con él mismo. La educación incide tanto en la inclusión social como en la participación ciudadana, y resulta también un derecho de las personas que debe protegerse a lo largo de la vida.
En algunos países latinoamericanos, como el caso de Ecuador, los adultos mayores tienen un modesto nivel educativo y se considera que el 80 % de ellos son analfabetos funcionales,29 lo que los limita en cuanto a ejercer un mejor papel dentro de la sociedad. A esto se suma el escaso conocimiento que poseen sobre qué tipo de ayuda pueden recibir y en qué programas sociales pueden participar para mejorar sus condiciones de vida, lo que conlleva a la poca participación en estos y en su comunidad.3,30
En Cuba, los adultos mayores, por lo general, tienen un buen nivel educacional; sin embargo, es importante prepararlos para el proceso de envejecimiento, con lo que se contribuye al mejoramiento de su calidad de vida.31
Formación continua de los adultos mayores
Existen en el marco internacional diferentes programas sociales enfocados en manejar los efectos del envejecimineto poblacional. Así, en la Segunda Asamblea Mundial de las Naciones Unidas sobre el Envejecimiento, realizada en Madrid en abril de 2002, se adoptó por unanimidad la Declaración Política y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento,32 conocido como Plan Madrid o PAIME, del cual Ecuador y Cuba son estados miembros.
Para valorar las experiencias existentes en la atención a los adultos mayores, se realizó un análisis a 22 programas sociales desarrollados por organismos públicos entre 1974 y 2014, en 14 países de América Latina y el Caribe (Tabla 2). Los programas se clasificaron, según sus objetivos y su contenido, en asistenciales, educacionales, de márquetin social o mixtos. El 50 % de estos programas tuvo un enfoque asistencial; 14 %, una orientación educativa; mientras que el 18 % mezclaban la asistencia social con actividades educativas. El resto de los programas presentó un enfoque de marketing social o mezcla de este con asistencial, con 9 % en cada clasificación.
* Nota: El primer programa cubano de atención al adulto mayor surgió en 1974 y en 1985 se incorporó la variante de atención del médico de familia y su equipo.
Por otra parte, muchos países en el Mundo cuentan con las llamadas Universidades de la Tercera Edad (UTE), de Tiempo Libre (UTL) o para Toda Edad. La decana entre estas universidades es la Université du Troisième Âge (U3A), creada en 1973 en la Universidad de Ciencias Sociales de Toulouse, Francia, y que ofrece educación permanente, investigación, acceso al patrimonio cultural e inserción social.33) Similares iniciativas se desarrollaron rápidamente, tanto en Francia como en otros países. En Suiza, en 1975, se fundó la AIUTA (Asociación Internacional de Universidades Abiertas de la Tercera Edad) y para 1978 ya existían alrededor de cien instituciones universitarias de este tipo.
Otras instituciones universitarias para la tercera edad, por citar algunos ejemplos, son:34
Università della Terza Età, Italia. Desde 1977 ofrece educación continua, y programas sociales y culturales.
Universidad de la Tercera Edad, Provincia de Shandong, China. Creada en 1983, ofrece educación permanente, inserción laboral opcional, investigación, servicios a la comunidad, publicaciones y programas de televisión.
Institut Universitaire de la Troisième Âge (UTA) de Montréal, Canadá. Establecida en 1985, ofrece enseñanza, investigación y servicios a la comunidad.
España cuenta con Programas Universitarios para mayores en varias de sus comunidades.35 De igual forma, en América Latina existen universidades de la tercera edad en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Costa Rica, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
De las experiencias relacionadas con la formación continua de los adultos mayores ha surgido una nueva disciplina, la gerontología educativa, referida al estudio y la práctica de la enseñanza de los mayores durante su envejecimiento.36
El 14 de febrero de 2002 se crea la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor (CUAM) en la Universidad de la Habana, “y surge así la primera cátedra universitaria dedicada a dar tratamiento a las cuestiones relacionadas con el mejoramiento de la calidad de vida y un mayor desarrollo de las potencialidades de los adultos mayores, en un país como Cuba, con una tendencia creciente al envejecimiento poblacional”.37 A partir de esta primera experiencia, todas las universidades del país y los Centros Universitarios Municipales desplegaron similares Cátedras. De esta forma, las universidades cubanas han abierto sus puertas a los adultos mayores para contribuir con actividades formativas a una longevidad satisfactoria.38
La CUAM es una actividad de extensión universitaria para “ayudar a los adultos mayores a descubrir sus potencialidades y a enfrentar de una forma más plena la vejez, favorecer la integración y permanencia de las personas de mayor edad en las estructuras sociales, y contribuir a la salud de esta población mediante el desarrollo de conductas de autocuidado y prevención”.39)
De manera general, los programas de las CUAM constan de dos modalidades: el curso básico y los cursos de continuidad. Están conformados por los tipos de actividades siguientes:37
Conferencias, clases magistrales y temas culturales impartidos por diferentes especialistas, enfocados en aspectos de importancia para la comunidad.
Actividades culturales, deportivas y recreativas.
Intercambios de experiencias intergeneracionales.
Participación en eventos científicos.
Promoción de salud.
Los especialistas que impartes los diferentes cursos y las conferencias son, fundamentalmente, profesores jubilados; muchos de ellos también egresados de las CUAM, que posteriormente ingresaron sus claustros y realizan sus labores de forma voluntaria.
En una entrevista a profesoras de la CUAM de Diez de Octubre, en La Habana, ellas manifestaron los beneficios que para sus estudiantes representa la participación en estas actividades:
Elevan su nivel cultural mediante las conferencias impartidas.
Desarrollan nuevas capacidades cognitivas.
Elevan su autoestima.
Participan en actividades recreativas y culturales, lo que contribuye a disminuir el aislamiento y la soledad el adulto mayor.
Socializan con personas de su mismo grupo etario.
Además, como profesoras reconocen el beneficio adicional que representa sentirse nuevamente útiles a la sociedad, al tener la posibilidad de ayudar a que otros adultos mayores tengan una vida más activa y digna, y estén mejor preparados para enfrentar los retos de la tercera edad. Todo esto repercute en una mayor satisfacción personal, al elevar la autoestima y, por ende, la calidad de vida.
Los beneficios de las CUAM son resaltados por sus miembros cuando manifiestan que conocer sobre los retos de vivir la tercera edad es uno de los aportes más valiosos de este proyecto, donde se imparten nuevos conocimientos sobre nutrición, historia local, sexualidad, psicología, cultura, actividad física y las relaciones en el hogar.40 Además, consideran que se ha propiciado el desarrollo intelectual y emocional de las personas adultas mayores, con la consiguiente mejoría de su dinámica familiar, la elevación de su autoestima, su salud mental y su calidad de vida.41
Las CUAM también aportan sus conocimientos a otros adultos mayores de la comunidad, que no son sus estudiantes directamente; los egresados se convierten en promotores de salud y comunicadores sociales. “Es que estas personas con tanta juventud acumulada […] han sido protagonistas de muchas hazañas de nuestra Revolución y hoy se aferran a ella, para no perder las conquistas, entre las que se encuentran, la decencia, las normas de cortesía, y la comunicación oportuna, reflexiva y precisa en momentos cotidianos”.42
Una reflexión interesante desde la CUAM de Guantánamo, manifiesta que esta ha creado un programa de educación para mayores con un enfoque flexible e inclusivo, cuyos contenidos están diseñados para preparar y actualizar a los adultos mayores en relación con la autoestima y la personalidad en el envejecimiento, el turismo en la tercera edad y el anciano como asesor técnico. Los temas que se imparten se seleccionan con la participación de los propios adultos mayores.14
Los saberes relacionados con la protección del medio ambiente también se transmiten en las Cátedras del Adulto Mayor y, a través de ellos, a la comunidad. De esta forma, se impulsa la adquisición de la conciencia, los valores y los comportamientos, que garanticen la participación activa de la población en aras de un mejor desempeño ambiental, como lo refleja la experiencia de la CUAM del Centro Universitario Municipal en Consolación del Sur, Pinar del Río.43
Por otra parte, con el trabajo de las Cátedras del Adulto Mayor se han producido cambios en los comportamientos, al transformarse en “una generación mayor pro activa, con experiencia y con disposición de trasmitir, de forma voluntaria, sus conocimientos y valores a otras generaciones”.23) De esta manera, la formación continua en las Cátedras del Adulto Mayor facilita el desarrollo de habilidades de gestión y el sentido de pertenencia a la comunidad, así como promueve la participación y contribuye al empoderamiento comunitario.44) El término “empoderamiento” se refiere al fortalecimiento de las capacidades individuales y colectivas de los adultos mayores, que les permite influir y controlar mejor las situaciones que se les presentan en su comunidad.
Resultados similares a los expuestos para las CUAM han sido obtenidos en contextos sociales diferentes, lo que permite validar la hipótesis acerca del efecto positivo de la formación continua en ambientes universitarios sobre la calidad de vida de los adultos mayores. Esto se logra “a través de la entrega de materias que fortalecen la cultura en estas personas, accediendo a la reflexión en temas de interés y potenciando el buen uso del tiempo de ocio”.45
Conclusiones
La calidad de vida debe ajustarse a la esperanza de vida, para evitar las imágenes sociales de incapacidad en la tercera edad. Solo un adulto mayor que logra participar, relacionarse, expresarse, mantener su dignidad como persona y recibir amor, logrará una mayor calidad de vida y convertirse en un protagonista activo de su vida y su comunidad.
La formación continua en las Cátedras del Adulto Mayor y otras experiencias universitarias para la tercera edad contribuyen a elevar la calidad de vida de estas personas, que se sienten atendidos y útiles, lo que propicia un envejecimiento activo, y facilita la socialización con sus coetáneos y otros miembros de la comunidad, así como su inserción plena en el perfeccionamiento de la sociedad.