Señor director:
Nos hemos animado a escribirle esta carta motivados por el artículo titulado “Vesícula en porcelana: un interesante hallazgo incidental. Presentación de un caso y revisión de la literatura", publicado en Revista Información Científica en su volumen 99, número 1 de 2020.
Las anomalías de la vesícula biliar constituyen un tema de obligatorio estudio para el cirujano por lo cotidiano de su encuentro al tener que extirparla o necesitarla para derivar el flujo biliar y enfrentar, en ocasiones, hallazgos inesperados no diagnosticados preoperatoriamente.
Pueden clasificarse dichas anomalías:1,2
Según su significación clínica, en aquellas que constituyen curiosidades médicas y no requieren corrección quirúrgica, las que requieren extirpación quirúrgica y las que son incompatibles con la vida.
2. Según su etiología en congénitas y adquiridas.
De formación:
En gorro frigio: existe una plicatura interna entre el cuerpo y el infundíbulo o entre el cuerpo y el fondo.
Rudimentaria: la vesícula es un pequeño muñón en el extremo del conducto cístico.
Bilobulada: la vesícula contiene dos cavidades internas que se drenan por un cístico común o existen dos vesículas separadas que se fusionan a nivel del cuello.
En reloj de arena: el contorno vesicular recuerda esta figura.
Con divertículos: de localización y tamaño variable.
De número:
a) Ausencia o agenesia de vesícula biliar.
b) Duplicación: puede encontrarse una verdadera vesícula doble con dos cavidades separadas, cada una de las cuales se drena por su correspondiente conducto cístico o pueden existir dos vesículas con su propio cístico que desemboca en forma separada en el hepático común o ambos císticos convergen en un conducto cístico común, que luego se vuelca en la vía biliar principal.
De posición:
a) Vesícula a la izquierda: asociada o no a situs inversus.
b) Intrahepática.
c) Por debajo del lóbulo izquierdo del hígado.
d) En la cara posteroinferior del lóbulo derecho del hígado.
e) Vesícula flotante, sostenida por un mes o meso que sostiene sólo el cístico y la vesícula cuelga.
f) Vesícula en posición transversal empotrada en el hígado.
g) Retroperitoneal.
Otras anomalías:
a) Bridas congénitas peritoneales fijas a la vesícula.
b) Tejido pancreático aberrante.
De causa inflamatoria:
Colecistitis aguda litiásica o no litiásica y sus complicaciones: piocolecisto, hidrocolecisto, emplastronamiento agudo o crónico con fístula o sin fístula, gangrenosa, perforada (rocío biliar de Leriche).
Colecistitis crónica litiásica, parasitaria, calcificada o en porcelana.
De causa tumoral:
Benigna (pólipo o adenoma).
Maligna: primaria (carcinoma) o metastásica.
Lesión pseudotumoral (colesterolosis o pólipos de colesterol).
Otras afecciones vesiculares:
a) Vólvulo vesicular.
b) Vesícula de Courvoisier-Terrier.
c) Vesícula escleroatrófica y litiásica.
d) Vesícula xantogranulomatosa.
e) El síndrome de Mirizzi.
Cualquiera de estas anomalías descritas puede ser causa de una colecistectomía difícil o propiciar una lesión de la vía biliar que ensombrezca el pronóstico del afectado.3
Las enfermedades vesiculares son motivo de intervención quirúrgica frecuente. Sus complicaciones provocan reintervenciones, larga estancia hospitalaria y elevados costes.4
Constituye, pues, un reto para cirujanos, anestesiólogos e intensivistas, garantizar la calidad asistencial de nuestros pacientes comenzando por la corrección quirúrgica primaria de la compleja vía biliar en forma especializada y definitiva.