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ACIMED

versión impresa ISSN 1024-9435

ACIMED v.20 n.5 Ciudad de La Habana nov. 2009

 

PÁGINA DEL EDITOR

 

La escritura científica: ¿un problema de formación o de información?

 

The scientific writing: is it a formation or information problem?



Marta Elizabet Ferrer Cutié

Licenciada en Letras. Departamento Fuentes y Servicios Especiales de Información. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed.La Habana, Cuba.




"El arma es para herir y la palabra para curar las heridas."
José Martí




Cuando aún no sabía qué quería ser en mi adultez, experimentaba un amor intenso por las letras y las matemáticas. Ante el dilema de estudiar una o la otra, opté por la Filología. Al comenzar a trabajar en el Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed, un problema llamó poderosamente mi atención.

Los logros de las ciencias médicas cubanas se ubican en un lugar cimero en el mundo; entre otras razones, por la voluntad del sistema político-social de garantizar que la información científica se difunda por igual a la comunidad científica y a toda la sociedad. Sin embargo, mi experiencia en la Editorial Ciencias Médicas me indicaba que si los manuscritos para publicación de los resultados médicos cubanos tenían errores de redacción, amén de los errores de contenido y los formales, que atentaban contra su divulgación, algún problema estaba por solucionar, y ello era preocupante.

La queja de los editores por la calidad de la redacción de los manuscritos para su edición y posterior publicación es frecuente. Por lo general, ello repercute en el cumplimiento de los planes de publicación, porque el tiempo para la revisión y edición de esos originales se puede dilatar más de lo que determinan los cronogramas, y las personas encargadas de este trabajo (los editores), nos agotamos antes o mucho y con más frecuencia, al tener que nadar en un mar de errores de redacción. Ese inconveniente supone largas consultas y toma de decisiones entre editores y autores, que frenan el flujo editorial y repercute en la inmediatez del conocimiento de los avances de la medicina cubana, en Cuba y en los demás países.

Según Ponjuán Dante, "los proveedores [los autores] forman parte del sistema [de información] y de su cadena de suministros. Juegan un papel importante, pues en buena medida lo que la «industria de la información» pueda hacer depende de su materia prima, no solo en términos de calidad, sino de oportunidad. No solo se trata de tener acceso a una buena fuente, sino de que esta fuente esté en función de los procesos en el menor tiempo posible, por lo que el factor tiempo es determinante. Un proveedor de publicaciones seriadas debe ser eficiente en términos de asegurar la regularidad de sus entregas, con valor agregado acerca de las fuentes, su historia, y otros, pero debe asegurar envíos por canales muy eficaces y rápidos. Una publicación puede tener la respuesta a un problema, puede tener la solución a una innovación y todo se pierde si no llega en el momento que es necesario. Esta es una condición particular que tiene el trabajo con la información. […] Una información que no llega a tiempo, dejó de cumplir su propósito. Los especialistas que tienen a su cargo la selección y adquisición de información para un sistema tienen la enorme responsabilidad de influir en la calidad de las salidas […], en la satisfacción de las necesidades de los usuarios y en la solución de problemas."1

Algunos textos sobre alfabetización en información, hablan de la competencia lectoescritora, amén de la comunicación oral, sobre todo en edades tempranas; pero en posgrado, ¿cómo tratar este problema con rigor?

Allendez Sullivan, licenciada en Bibliotecología y Documentación, de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires, en el artículo titulado El nuevo paradigma de la lectura en la sociedad de información, enfoca sus reflexiones hacia las nuevas formas de lectura que han impuesto las tecnologías de la informática y las comunicaciones, y plantea que "el lector recibe los textos en una pantalla", llámese computadora portátil o dispositivo de mano. Y agrega que "la sociedad electrónica navega entre dos mundos: el de los documentos electrónicos y el de los documentos impresos. Los dispositivos de lectura conectan ambos mundos. Podemos imprimir los documentos electrónicos y utilizarlos como si fuesen documentos de papel, y además podemos escanear documentos impresos e introducirlos en dispositivos de lectura y utilizarlos como si fueran electrónicos. A partir de ello, manipularlos copiando y pegando, sacando extractos útiles y colocándolos en el procesador de texto de escritorio." Y refiere "la tecnología ayuda en la adquisición de información porque ahorra tiempo y espacio para el almacenamiento, es más económica y posibilita acceder a una mayor cantidad de información. Además de que reducen los costos de distribución y edición."2

Para Ponjuán Dante,"en la actualidad se observa una tendencia interesante, que modificará las conductas y portadores de la información en el futuro. Este proceso gradual presentará nuevos paradigmas a los profesionales de la información. La oralidad y la información audiovisual, así como los canales de transmisión de información experimentarán cambios significativos y provocarán modificaciones en las conductas y en los hábitos de consumo de información. Estamos en una época de cambios en la que la lectura se nos plantea de una forma diferente a la que estábamos acostumbrados. Se nos presenta en una faceta más dinámica y de inmediatez; sin embargo, recién estamos comenzando a transitar el camino de la documentación electrónica."1

Todo ello resulta probable, sí, pero también lo es que la invasión de estas tecnologías atentan contra el esfuerzo intelectual, por ejemplo, de un cálculo matemático. Dependemos de ellas: no nos cuestionamos si ofrecieron errores. Lo mismo ocurre con la redacción y la ortografía. Confiamos en que la computadora hará nuestro trabajo: brindará (y a veces impondrá) opciones limitadas, sugerencias en ocasiones distantes de nuestros propósitos, y no nos detendremos a pensar que podemos caer en una trampa tecnológica, porque hemos idealizado este nuevo recurso.

Varias pudieran ser las causas de que esta situación prevalezca en el mundo de las ciencias médicas, y no todas se relacionan con la tecnología. Entre las más comentadas están:

El poco hábito de la lectura (sobre todo de los textos clásicos).

El deficiente conocimiento de las normas de escritura.

El uso descuidado de la lengua materna (no existe dominio del lenguaje).

La información sobre cómo redactar aparece muy dispersa, y es casi obligatorio poseer una computadora para ganar tiempo en encontrarla.

Lenguaje, comunicación, información y tecnologías van de la mano; pero si no estamos alfabetizados en información, específicamente, si no poseemos la competencia de la escritura, si no la practicamos conscientemente, esta habilidad se puede "atrofiar".

La profesora Alfonso Sánchez, quien dedicó dos artículos a este tema, plantea que "el estudio de los manuscritos y de cada una de sus ediciones revela las numerosas correcciones que experimentan las obras antes de ir, definitivamente, a la imprenta". Y reconoce que "el uso del lenguaje es un fenómeno complejo, en el cual si fácil no es hablar, tampoco lo es escribir con corrección."3 "Para transmitir un mensaje de forma comprensible para otros, es decir, para comunicarse con los demás, es necesario dominar los principios, las reglas y, en general, el arte del lenguaje escrito y de la redacción académica, cuyas peculiaridades se relacionan sin rodeos con su objetivo, a saber, con la comprensión exacta del mensaje transmitido. Este arte se domina precisamente en el empeño consciente de lograrlo."4

Esta situación a veces se torna crítica: y hasta se pudiera demostrar cuán grave puede ser no poseer esta competencia profesional hoy, bien por la falta de cuidado de los autores, o por su desconocimiento de las reglas para la escritura científica.

En este sentido, Ponjuán Dante alega que "las competencias son las características intelectuales, personales (cognitivas y emocionales) que están relacionadas con el desempeño mejor en un puesto de trabajo, un papel o una situación laboral y que son observables y cuantificables."1 Ello significa que para cada competencia profesional, es vital el interés personal por adquirirla.

Algunos investigadores se interesan por una buena redacción solo en el momento de publicar sus resultados científicos; pero dejan de hacerlo cuando encuentran un editor que les ayude a redactar, enmiende sus escritos (y se convierte casi en coautor), o cuando ven sus trabajos publicados.

A decir de Teitelboim , de Chile, en el III Congreso Internacional de Cultura y Desarrollo, en 2003, dedicado a la lectura, el libro y la literatura en el tercer milenio, "la lectura nos permite conocer el mundo, convertirnos en personas cultas. Es una fiesta interminable. Un placer continuo. El libro es el objeto más importante que haya creado el hombre. […] La falta de lectura nos deja al margen del conocimiento. No olvidemos que la lectura es también un proceso, un aprendizaje que ojalá se inicie en la infancia. Leer es escuchar y hablar con los otros. […] ¿Qué sería de nosotros sin la palabra escrita? ¿Cómo sería vivir en un mundo sin escritura ni lectura? ¿Sería condenarse a la pobreza, a la miseria del alma?"5

La lectura se enseña y aprende en edades muy tempranas. Es primaria a la escritura; pero su motivación depende de cada persona: puede ser un hábito, una necesidad o una pesadilla. Hay quienes prefieren leer textos impresos, y quienes eligen solo los digitales.

La gramática de nuestra lengua materna, la aprendemos en las clases; pero si luego no la ejercitamos, la olvidamos. Su aprendizaje se detiene en la enseñanza preuniversitaria. Cinco o seis años después, los estudiantes de las ciencias biomédicas que pasan al mundo profesional, tropiezan con que no saben cómo redactar correctamente los resultados de sus investigaciones: no tienen la oportunidad de asistir a cursos de redacción científica, y por tanto, copian a sus predecesores y también arrastran sus errores.

En el siglo XIX, José Martí decía que "el que ajuste su pensamiento a su forma, como una hoja de espada a la vaina, ese tiene estilo. El que cubra la vaina de hojas de papel o de cordones de oro, no hará por eso de mejor temple la hoja. El verso se improvisa, pero la prosa no; la prosa viene con los años."6 "Todo el arte de escribir es concretar."7 "En pintura, como en las letras, solo perdura lo directo."8 Para él: "Ha de borrarse del papel toda frase que no encierre un pensamiento digno de ser conservado, y toda palabra que no ayude a él."9

Para el doctor Rodríguez-Loeches, "el lenguaje es el estilo de hablar y de escribir de cada uno en particular. Y el lenguaje científico es más difícil expresarlo por escrito que en forma verbal. Una cosa es concebir con claridad un pensamiento y otra es expresarlo con idéntica precisión. En el primer caso, las ideas acuden a la vez a la mente, las expresamos y se esfuman; en el segundo caso, se deben exponer sucesivamente con exactitud, coherencia, claridad y además de la forma más precisa posible; y no existen métodos específicos que con solo aplicarlos resuelvan nuestras dudas, y pasado un tiempo se puede negar lo hablado (si no fue grabado) pero no lo escrito. Se ha dicho que al no poderse enseñar un buen estilo, el diccionario constituye el instrumento de la buena escritura. […] La exactitud es la primera condición que tiene que reunir el artículo científico para convencer totalmente al lector, de la veracidad de lo que expone el autor o de los hechos demostrados en la publicación por los autores citados por él. […] El texto científico se debe redactar en un lenguaje sencillo y directo, que le permita al autor exponer sus ideas con mayor claridad y unidad y permitan un estudio agradable. No se deben emplear frases dramáticas o sensacionales por bien redactadas que estén. La verborrea es una falta grave en la escritura científica que conduce a confusiones. La escritura brillante puede tener mérito literario pero no científico; son los hechos que se exponen los que interesan y no las palabras para expresarlo. […] En general, son pocos los artículos con poca calidad porque resultan cortos y la brevedad en la escritura oscurece el lenguaje por falta de coherencia. Sin embargo, son muchos los que pierden valor y calidad por ser demasiado largos. […] De una parte son muchos los artículos que contienen numerosas palabras, frases, cláusulas y hasta párrafos enteros que se pueden suprimir sin alterar el contenido del artículo. La supresión de párrafos innecesarios, casi siempre aclara los conceptos, mejora la gramática, facilita la lectura y beneficia el estilo. De otra parte, hay autores que tienen la obsesión por incluirlo todo sin olvidar nada, lo cual no prueba que se dispone de una información ilimitada, sino que se carece de capacidad de discriminación. […] Estos autores olvidan que cuando un artículo científico es bueno, si es breve, es doblemente bueno."10

Las instrucciones a los autores sobre cómo presentar sus artículos a la editorial, aparecen en casi todas las revistas biomédicas cubanas y extranjeras. Se elaboran siguiendo las normas de cada casa editora. Muchas restringen el número de palabras del texto (incluyendo el resumen, los agradecimientos, las ilustraciones, las leyendas y las referencias): y la información del manuscrito deberá justificar el espacio que ocupa (o que se le asigna), y se ajustará a los límites de la revista. Pero la falta de espacio (estas no recogen toda la información que necesita el autor) o el método de enseñanza (me inclino más hacia esta idea), hacen que no siempre cumplan su objetivo.

Se han publicado libros, como el de Robert Day, y manuales de estilo para la redacción científica, como el de José A. Mari Mutt: excelentes compendios de acápites sobre el tema, escritos de manera práctica para estudiantes y profesionales que inician sus carreras como investigadores y autores de artículos científicos. Se actualizan regularmente como respuesta a consultas y sugerencias, y contienen ejemplos en inglés, porque "es la lengua internacional de la ciencia y es probable que tarde o temprano quieras publicar artículos en ese idioma. El propósito es demostrar que los principios de la redacción científica se aplican en ambas lenguas [inglés y español]; se puede escribir con precisión, claridad y brevedad en cualquier idioma."11

Sin embargo, muchos médicos y científicos cubanos plantean la inminente necesidad de aprender a redactar sus artículos, conferencias u otros, pues aún no encuentran la solución a su problema.

Cada vez que se suscita este tema, estudiantes y profesionales de las ciencias biomédicas muestran interés por él, sobre todo porque más de una vez han tenido ante sí la ardua misión de preparar un manuscrito, y esto les ha originado dificultades.

Para Robert Day "todavía sigue haciendo falta enseñar a los científicos, noveles o expertos, cómo escribir y comunicar, no ya eficazmente, sino, simplemente, con corrección". Como él, muchos nos preguntamos "¿cómo es posible que tantos científicos, capaces de actuaciones brillantes en el laboratorio, escriban artículos que les harían fracasar en una clase de redacción de primer año de la preparatoria?"12


CONSIDERACIONES FINALES

"La comunicación y la información tienen un espacio vital. Tener un balance de la calidad de los medios, así como de las publicaciones, debe estar entre las prioridades de cualquier organización."1

Una buena parte de la calidad de los documentos científicos, depende de la forma en que se escriben.

En la literatura científica, se prefiere la escritura de enunciados concisos, más que los extensos, porque pueden entrañar alteración descuidada de la sintaxis (o hipérbaton descuidado), redundancias y ambigüedades, y peligrar el tiempo de edición, publicación y lectura.

A "podar" la jerga científica, no se aprende fácilmente.

La informática puede mejorar el flujo editorial; pero la redacción científica adecuada, que influye en ese proceso y hasta puede retardarlo, no depende de ella.

A partir de estos criterios y de nuestra experiencia editorial, valdría la pena preocuparse por solucionar o al menos atenuar, las dificultades de estos profesionales, quienes poseen un alto nivel de preparación científica, pero carecen de estos conocimientos. Ese sería un aporte a la superación de los profesionales de la salud, como parte de las competencias necesarias en este siglo.

Los programas de alfabetización en información del Centro Nacional de Ciencias Médicas-Infomed, bien pudieran incluir la escritura científica en la preparación de estudiantes y profesionales de la salud. Debemos lograr una correspondencia entre la calidad de la redacción de una publicación científica y el contenido en sí, porque ello ayudaría en la inmediatez y el alcance de la información.

Ello contribuiría a la reducción del tiempo de confección, evaluación, revisión, edición y publicación de los manuscritos (libros y artículos), se incrementarían las publicaciones por año, y se reducirían los costos en el proceso de edición.

Los profesionales de la información tenemos el deber de proveer y divulgar herramientas para el aprendizaje de la redacción científica a quienes, a su vez, proveen información a nuestro sistema.

Con el fin de evitar que un manuscrito sea devuelto por deficiencias tales que necesite ser "re-redactado" (acción que en ocasiones no queda más remedio), es necesario estudiar soluciones e involucrar en este empeño a las personas e instituciones interesadas.

¿Qué método hace falta? ¿Qué forma de impartir ese conocimiento atraería más a los que necesariamente tienen el deber de escribir? ¿Existen antecedentes de esta práctica? Habrá que estudiarlos. También habrá que estudiar la forma más eficaz para motivar la publicación científica, de manera que los profesionales entiendan que es trascendental divulgar sus resultados, y para que estos alcancen un prestigio hasta ahora no tan percibido.

Sería ideal que profesores, investigadores, dirigentes, estudiantes y otros trabajadores de la salud defendieran esta iniciativa.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Ponjuán Dante G. Gestión de información: Dimensiones e implementación para el éxito organizacional. Rosario: Nuevo Paradigma; 2004.

2. Allendez Sullivan PM. El nuevo paradigma de la lectura en la sociedad de información. Biblios 2002;(11). Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=16111304 [Consultado: 9 de septiembre de 2009.]

3. Alfonso Sánchez I. El arte de escribir. Acimed 2001;9(2):85-7. Disponible en: http://www.bvs.sld.cu/revistas/aci/vol9_2_02/aci01201.htm [Consultado: 6 de septiembre de 2009.]

4. Alfonso Sánchez I. Un mensaje para quienes escribir es algo insignificante. Acimed 1999;7(2):77-9. Disponible en: http://www.bvs.sld.cu/revistas/aci/vol7_2_99 /aci01299 [Consultado: 6 de septiembre de 2009.]

5. Teitelboim V. Los ladrones de Bagdad. Palabras pronunciadas en el III Congreso Internacional Cultura y Desarrollo, Foro Número 2, dedicado a "La lectura, el libro y la literatura en el Tercer Milenio". La Jiribilla;2003;7(2):77-9. [Disponible en: http://www.lajiribilla.cu/2003/n112_06/112_13.html [Consultado: 6 de septiembre de 2009.]

6. Martí J. "Mi tío el empleado". Novela de Ramón Mesa. El avisador cubano, 25 de abril de 1888. En: Obras completas [monografía en CD-ROM]. Centro de Estudios de Tecnologías Avanzadas (CETA), Centro de Estudios de Ingeniería de Sistemas (CEIS), Empresa CENTERSOFT, Centro de Estudios Martianos Obras Completas. 1ra. ed. La Habana: CEIS; 1995.

7. Martí J. Fragmentos. Sin fecha. En: Obras completas [monografía en CD-ROM]. Centro de Estudios de Tecnologías Avanzadas (CETA), Centro de Estudios de Ingeniería de Sistemas (CEIS), Empresa CENTERSOFT, Centro de Estudios Martianos Obras Completas. 1ra. ed. La Habana: CEIS; 1995.

8. Martí J. La Nación, 13 de junio de 1885. En: Obras completas [monografía en CD-ROM]. Centro de Estudios de Tecnologías Avanzadas (CETA), Centro de Estudios de Ingeniería de Sistemas (CEIS), Empresa CENTERSOFT, Centro de Estudios Martianos Obras Completas. 1ra. ed. La Habana: CEIS; 1995.

9. Martí J. La Opinión Nacional, 11 de mayo de 1882. En: Obras completas [monografía en CD-ROM]. Centro de Estudios de Tecnologías Avanzadas (CETA), Centro de Estudios de Ingeniería de Sistemas (CEIS), Empresa CENTERSOFT, Centro de Estudios Martianos Obras Completas. 1ra. ed. La Habana: CEIS; 1995.

10. Rodríguez Loeches J. Lenguaje científico. Revista Cubana de Cirugía 1997;36(3). Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S003474931997000300002&script=sci_arttext&tlng=es [Consultado: 7 de septiembre de 2009.]

11. Mari Mutt JA. Manual de redacción científica. Disponible en: http://www.caribjsci.org/epub1/index.htm [Consultado: 7 de septiembre de 2009.]

12. Day RA, Gastel B. Cómo escribir y publicar trabajos científicos. 4ta. ed. en español. Washington, DC: Organización Panamericana de la Salud; 2008. (Publicación Científica y Técnica No. 261).


Recibido: 12 de octubre de 2009.
Aprobado: 14 de octubre de 2009.


Lic. Marta Elizabet Ferrer Cutié. Departamento Fuentes y Servicios Especiales de Información. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed. Calle 27 No. 110 e/ N y M, El Vedado. Plaza de la Revolución. Ciudad de La Habana. Cuba. Correo electrónico: meferrer@infomed.sld.cu

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REDACTORS; PUBLISHERS; WORDING; SCIENTIFIC COMMUNICATION.

1BIREME. Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS). Sao Paulo: BIREME, 2004.
Disponible en: http://decs.bvs.br/E/homepagee.htm
2Díaz del Campo S. Propuesta de términos para la indización en Ciencias de la Información. Descriptores en Ciencias de la Información (DeCI). Disponible en: http://cis.sld.cu/E/tesauro.pdf

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Cita (Vancouver): Ferrer Cutié ME. La escritura científica: ¿un problema de formación o de información? Acimed 2009;20(5). Disponible en: Dirección electrónica de la contribución. [Consultado: día/mes/año].