Introducción
El hecho de que una persona sea dependiente, presente algún grado de discapacidad o que no pueda desarrollar las actividades más esenciales de la vida diaria, no solo genera afectación en el propio individuo, sino también dentro de la dinámica y estructura familiar, donde se reflejan cambios importantes en las condiciones de vida de todos los miembros del núcleo familiar, de forma más acentuada, en aquella persona que desarrolla el rol de cuidador, los cuales para cubrir las necesidades que requieren los pacientes, dejan de lado muchas actividades de su vida cotidiana para dedicarse a cumplir con su nueva labor; en su mayoría, dicho proceso no es acogido de la mejor manera.1,2
La Organización Mundial de la Salud plantea que entre el año 2020 y 2030 el porcentaje de habitantes del planeta mayores de 60 años aumentará un 34,0 %.3 Por ello, se ha contemplado que la población adulta mayor va a requerir atención por los cambios que ocurren con el envejecimiento y las comorbilidades que derivan de las enfermedades crónicas no transmisibles, además de la discapacidad que se encuentra en constante aumento.4
Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo, en su informe de envejecimiento y dependencia de América Latina y el Caribe, indicó que un 12,0 % de la población mayor de 60 años es dependiente,5 resaltan que los años de vida ajustados por discapacidad se han incrementado en países como Colombia, Argentina, Chile y México, donde las enfermedades crónicas han contribuido con un alto porcentaje. Además, estas condiciones de vida conllevan la necesidad de un cuidador.
Se ha planteado que los cuidadores en su mayoría son mujeres, con nivel socioeconómico bajo,6 hijas, con edad media de 56,5 años, en quienes la labor de cuidar ha generado un efecto negativo en su percepción de salud;7 además, no tuvieron capacitación para cumplir la labor de cuidar.8 La escasa o nula información que reciben para cuidar de la persona dependiente puede generar preocupación en los cuidadores, por temas como la actividad física, dieta, la hidratación y la nutrición de la persona cuidada;9,10 lo que les puede desencadenar estrés, frustración, dificultad para concentrarse, problemas gastrointestinales entre otras afectaciones,11 con impacto en la calidad de vida del cuidador12 y desarrollo de comorbilidades cuando se enfrentan a procesos crónicos.
La literatura da cuenta que la experiencia de cuidado conlleva una gran responsabilidad y un gran esfuerzo, porque pasar de ser el familiar a ser el cuidador, implica una transición o proceso de cambio hacia un nuevo rol,13 que puede generar estrés. Se ha señalado que la etapa inicial en el rol de cuidador es la más estresante, en especial cuando el familiar se ha vuelto dependiente.14
El estrés es visto como la respuesta inespecífica del cuerpo, sin importar el tipo de estímulo estresor15 y en el contexto de la diada, el cuidador puede experimentar estrés, producto de la atención que requiere la persona sujeta de cuidado. La atención brindada a la persona dependiente suele convertirse en la causa primaria de estrés en los cuidadores, lo que afecta las diferentes esferas de su vida, y los lleva a presentar carga tanto subjetiva como objetiva, la cual se puede reflejar a nivel de la salud y bienestar, aspectos económicos y sociales, dinámica familiar y calidad del cuidado.16
Las investigaciones que han buscado la relación entre el estrés y sobrecarga del cuidador, por una parte, han reportado que las estrategias de escape se relacionan con la sobrecarga17 y que los cuidadores manejan altos niveles de carga cuando son sometidos a altos niveles de estrés;18 por otra parte, se reportó que los cuidadores con estrés presentaron niveles altos de carga, pero sin asociación significativa;19 sin embargo, estos resultados aún no son concluyentes, ya que se ha reportado que el cuidado prolongado y el estrés crónico pueden impactar en la carga del cuidador.20
Además, la evidencia indica que quienes ejercen el rol de cuidar se sienten abrumados, tristes, asustados, con deficiente calidad de vida, ansiedad, depresión, agotamiento, temor y miedo de no poder actuar de forma adecuada cuando se presenta la demanda de cuidados; esta situación puede repercutir en sentimientos de culpabilidad, los cuales se verán reflejados en sobrecarga, pero al mismo tiempo, señalan que las personas se refugian en recursos de afrontamiento como la espiritualidad, como fuente de salida a sus problemas y dificultades.
La espiritualidad es vista como el soporte para brindar capacidad de afrontamiento ante los nuevos retos o desafíos y generar esperanzas. La persona cuidadora de un adulto mayor dependiente recurre a la espiritualidad como posible respuesta o bálsamo para disipar sus problemas o generar un mejor bienestar.21,22) La espiritualidad ayuda a responder a los eventos de mayor estrés, fortalece la salud o ayuda a la adaptación de procesos.23
Estudios relacionan a la espiritualidad como medio de afrontamiento para manejar la sobrecarga o situaciones traumáticas o factores estresores,24 ejemplo de ello, es el estudio de Faronbi,25 quién identificó que los cuidadores presentaban sobrecarga grave y esta se asoció de manera positiva con la religión (p< 0,001). Otro estudio identificó que los cuidadores de adultos mayores dependientes que tienen un estilo de afrontamiento espiritual desinteresado presentaban altos niveles de depresión, estrés y sobrecarga, caso contrario a los que sí desarrollan un estilo colaborativo.26 En esta misma línea, en el estudio de Samadi y otros, la espiritualidad en los cuidadores tuvo una correlación negativa para los síntomas depresivos, mientras que presentó una correlación positiva con la ansiedad.27
La evidencia demuestra las diferentes afectaciones que puede padecer un cuidador cuando se enfrenta a ese nuevo rol, situaciones que pueden repercutir no solo en su salud, sino también en la calidad del cuidado brindado al receptor de cuidado; lo que hace necesario conocer el comportamiento de variables de afrontamiento como la espiritualidad.
En ese sentido, este estudio tuvo como objetivo relacionar el estrés y la espiritualidad con la sobrecarga en cuidadores de adultos mayores con dependencia total.
Métodos
Estudio descriptivo y correlacional en cuidadores de adultos mayores pertenecientes al Centro Comunitario “Francisco Zarco” de la Jurisdicción Sanitaria No. 3, en H. Matamoros, Tamaulipas, México. En esta ciudad no se cuenta con un registro de personas adultas mayores dependientes y, por ende, no se conoce la cantidad de cuidadores primarios. Se hizo un cálculo de tamaño de muestra para una población infinita en el programa WinEpi© para una proporción aproximada del 50 %, con un nivel de confianza del 90 % y un margen de error de un 9,50 %, como resultado se obtuvo un tamaño de muestra de 75 sujetos. Los cuidadores de adultos mayores se localizaron por medio de un muestreo por conveniencia, bajo el criterio de ser personas adultas mayores que presentaran dependencia total, quienes con frecuencia generan mayor carga en los cuidadores, para lo que se aplicó el índice de Barthel, otros criterios de inclusión fueron tener edad de 18 años o más y ser el cuidador principal.
La recolección de datos se hizo por técnica de entrevista. Se aplicó una cédula de datos personales para la caracterización de la muestra, el estrés se midió con la Escala de Estrés Percibido compuesta por 14 preguntas con opción de respuesta en escala tipo Likert, que va de cero (nunca) a cuatro (muy a menudo), la sumatoria total de las respuestas oscila entre 0 y 56; valores de 0-14 indican que casi nunca o nunca está estresado, de 15-28 de vez en cuando está estresado, de 29-42 a menudo esta estresado y de 43-56 muy a menudo esta estresado. Fue adaptado y validado en población mexicana con una consistencia interna de 0,83.28
La espiritualidad se midió con el Cuestionario de Espiritualidad de Parsian y Dunning (2009), contiene 29 ítems, con escala tipo Likert: (1) muy en desacuerdo, (2) en desacuerdo, (3) de acuerdo, (4) muy de acuerdo, los ítems del 1 al 10 corresponden a la subescala de autoconciencia, del 11 al 14 a creencias espirituales en la vida, del 15 al 20 a prácticas espirituales y del 21 al 29 a necesidades espirituales. Para obtener la puntuación del cuestionario se realiza una sumatoria para el puntaje total de espiritualidad, el cual se categoriza en alta (116-102 puntos), media (101-87 puntos), y baja espiritualidad (86-29 puntos), con un alfa de Cronbach de 0,88.29
Para medir la sobrecarga del cuidador se utilizó la Escala de Zarit con 22 ítems, en la que cada uno se califica con opciones de respuesta tipo Likert: 1 (nunca), 2 (rara vez), 3 (algunas veces), 4 (bastantes veces) y 5 (casi siempre). Se hace una sumatoria total que va de 22 a 110 puntos. Menos de 46 puntos se califica sin sobrecarga, de 46 a 55 sobrecarga leve y 56 o más sobrecarga intensa. El alfa de Cronbach reportado para esta escala es de 0,91.30
Este trabajo se adaptó a la directrices de la declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial31 y para la recolección de datos se respetaron las disposiciones establecidas en el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación para la Salud en México, por lo que se contó con aprobación del comité de investigación y ética (dictamen 087), se dispuso de la firma del consentimiento informado y los datos se recabaron por profesionales de enfermería durante el primer semestre del 2021 a través de visitas domiciliarias para cumplir con las medidas de prevención de infección cruzada por COVID-19.
Los datos se procesaron en el programa estadístico Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) Versión 22 para Windows. Se aplicó estadística descriptiva para la caracterización de los sujetos, en la búsqueda de normalidad entre las variables se utilizó la prueba de Kolmogorov Smirnov con corrección de Lilliefors; no obstante, al no identificar normalidad se optó por la prueba de Correlación de Spearman para dar respuesta al objetivo planteado, se consideró significancia estadística cuando p valor fue menor o igual que 0,05.
Resultados
La muestra final del presente estudio estuvo constituida por 75 cuidadores, cuyas características sociodemográficas se detallan a continuación: participó el 52 % (f = 39) del género femenino, entre los participantes el 72 % (f = 54) contaba con el apoyo de una pareja, sea por matrimonio (38,67 %, f = 29) o por unión libre (33,33 %, f = 25), el 53,33 % (f = 40) indicó no padecer de enfermedad, el 54,67 % (f = 41) reportó trabajar y el 56 % (f = 42) de los cuidadores son hijos o hijas del adulto mayor dependiente (tabla 1).
La edad promedio de los cuidadores fue de 42,93 (DE= 13,63), escolaridad de 12,73 (DE= 3,91) años, en promedio tuvieron 5,21 (DE= 3,68) horas al día dedicadas al cuidado y 7,67 (DE= 2,28) meses (tabla 2).
Respecto al estrés, se observó que el 66,70 % (f= 50) de los cuidadores de vez en cuando estaba estresado, el 58,70 % (f= 44) resultó con un nivel alto de espiritualidad, en el análisis por dimensiones de la espiritualidad se observó que el 46,70 % (f= 35) tenía nivel bajo de autoconciencia, el 44 % (f= 33) nivel medio en creencias espirituales, el 38,70 % (f= 29) nivel medio, el 38,70 % (f= 29) nivel bajo en prácticas espirituales y el 76 % (f= 57) nivel bajo en necesidades espirituales. En cuanto a la sobrecarga del cuidador, el 66,70 % (f= 50) no presentó sobrecarga (tabla 3).
En la tabla 4 se presenta el análisis correlacional entre las variables de interés, donde se encontró relación positiva entre el estrés y la sobrecarga del cuidador (p= 0,000), la relación entre la espiritualidad global y la sobrecarga del cuidador no fue significativa (p= 0,147); no obstante, se observó que a mayor autoconciencia menor sobrecarga del cuidador (p= 0,009).
Discusión
La caracterización de los cuidadores en el presente estudio coincide con los hallazgos encontrados en otras investigaciones realizadas en países como Colombia,32 Chile,7 Cuba,33 Ecuador34 y México.35 Llama la atención que a pesar de que la muestra estuvo conformada en su mayoría por mujeres, un porcentaje significativo de los cuidadores fueron hombres. Este hallazgo podría servir de insumo para discutir la necesidad de visibilizar el cuidado brindado por este género; cuidado que ha sido permeado por barreras culturales, sociales y políticas, lo que ha vislumbrado una brecha en el reconocimiento social de los hombres como cuidadores.36
Del mismo modo, los resultados de esta investigación lograron identificar que la mayoría de los cuidadores de vez en cuando estaban estresados. En este sentido, Kobayasi y otros18 también encontraron en su estudio que los cuidadores participantes se encontraban bajo estrés al momento de brindar actividades de cuidado, situación que puede estar relacionada con las responsabilidades que conlleva cuidar de una persona dependiente, donde las actividades varían en una gama de acciones que se relacionan con dominios como la ingesta de medicamentos y la ayuda o suplencia para el desarrollo de las actividades de la vida diaria.37
En este sentido, existen recursos protectores de cara al estrés y es por ello que la presente investigación abordó el constructo de espiritualidad, donde se encontró que los cuidadores tenían un nivel alto o medio de espiritualidad, datos coincidentes con lo expresado por Torabi y otros,38 quienes hallaron niveles altos y moderados de espiritualidad en un grupo de cuidadores familiares de personas dependientes. Estos hallazgos podrían ser explicados por el hecho de que cada vez más los cuidadores reconocen la espiritualidad como una herramienta que genera en ellos bienestar físico y psicológico frente a las situaciones adversas propias del rol de cuidador.21,22 Por otra parte, dicho recurso representa una oportunidad para la disciplina de enfermería; toda vez que puede ser el insumo para diseñar intervenciones enfocadas a la reducción del estrés y, por ende, de la sobrecarga en cuidadores.
En cuanto a la valoración de la sobrecarga, se observó que un tercio de la muestra presentó sobrecarga leve e intensa, lo que difiere con los hallazgos de Kazemi y otros,39 quienes documentaron en su estudio que la mayoría de los cuidadores de personas dependientes padecía de sobrecarga leve a moderada. Asimismo, Zepeda y Muñoz,40 encontraron que los cuidadores que participaron en su investigación presentaban sobrecarga. La ausencia del síndrome de sobrecarga en la presente muestra podría explicarse por el hecho de que la mayoría de los cuidadores contaba con el apoyo de una pareja y desarrollaban algún tipo de actividad económica, factores que se han asociado con menor riesgo de padecer sobrecarga.37,41
En el análisis correlacional de las variables, se observó que a mayor estrés, mayor sobrecarga del cuidador, lo que concuerda con lo descrito por autores como Silva y otros17) y Kobayasi y otros;18 quienes identificaron relación significativa entre las variables de estrés y sobrecarga en cuidadores de adultos mayores dependientes.
En esta misma línea, investigaciones previas han mostrado que las personas con sobrecarga padecen de niveles variables de estrés que se asocia con el hecho de presentar sobrecarga,17 lo que corrobora que a mayor estrés, mayor sobrecarga en cuidadores de personas con dependencia;42 resultados que son confirmados por los hallazgos de este estudio. Resultados contrarios fueron descritos en el estudio de Costa y otros, quienes indicaron que los cuidadores que participaron en su investigación tenían sobrecarga y altos niveles de estrés; sin embargo, no hallaron asociación significativa entre estos dos constructos,19 lo que pudiera explicarse en el tiempo que los cuidadores llevan al cuidado de la persona dependiente y la intensidad de la dependencia, en nuestro estudio el tiempo osciló entre 1 y 14 meses, cuidan hasta 20 horas por día, mientras que en el estudio de Costa y otros19 el tiempo fue de 1 a 10 meses.
En lo referente a la relación entre espiritualidad y sobrecarga, los resultados se contraponen a los de investigaciones que informan de una relación positiva entre el puntaje obtenido en la espiritualidad y el puntaje total de sobrecarga.38) Sin embargo, la relación entre autoconciencia y sobrecarga en la presente investigación coincide con lo descrito en la literatura disponible, que da cuenta de cómo los conocimientos personales o autoconciencia sobre espiritualidad apoyan el afrontamiento y pueden disminuir la sobrecarga.43 Esto significa que cuando el cuidador fortalece su conocimiento personal, se hace consciente de la labor que desarrolla y lo visualiza como oportunidad de trascender a través del otro, lo que le reduce la carga.
La literatura consultada muestra cómo los autores han empezado a abordar el constructo de espiritualidad, no solo desde los cuidadores, sino también desde el receptor de cuidados. Esto vislumbra un nuevo escenario para proponer nuevos interrogantes que permitan profundizar los conocimientos que se tienen al respecto. La relación encontrada en el estrés con la sobrecarga y la autoconciencia y sobrecarga del cuidador contribuye a la enfermería en la comprensión de las variables relacionadas con la problemática de sobrecarga en esta población vulnerable.
En este estudio se consideró que no contar con un marco muestral que permitiera emplear un muestreo probabilístico fue una de las limitantes para la generalización de los resultados. Por otra parte, no se consideró el análisis del origen de la dependencia funcional de las personas adultas mayores, por tanto, se recomienda para futuras investigaciones incluir dicha variable para una mejor comprensión del fenómeno.
En conclusión, a pesar de que la relación entre la espiritualidad global y la sobrecarga del cuidador no fue significativa, se observó relación entre el estrés y sobrecarga del cuidador.