Introducción
La COVID-19, declarada pandemia oficialmente por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020, ha provocado una crisis sin precedentes a nivel global no solo desde el punto de vista sanitario sino, socioeconómico y cultural. Las respuestas implementadas para controlar y contener la propagación de la enfermedad, implicó el cierre de países enteros y en consecuencia el de sus centros educacionales en todos los niveles educativos.
El Informe de la “Encuesta Global de la International Association of Universities (IAU) sobre el impacto de COVID-19 en la Educación Superior (ES) en todo el mundo” (Marinoni et al., 2020), dio a conocer que aun para el 7 de mayo de 2020 continuaban cerradas escuelas y las Instituciones de Educación Superior (IES) en 177 países, lo que estaba afectando a 1.268.164.088 alumnos, que constituyen el 72,4% del total de matriculados.
Poniendo el foco de atención en las IES, el cese de sus actividades presenciales, a pesar de operar a escala global como un enorme disruptor sobre su funcionamiento (IESALC, 2020), no implicó la paralización de sus procesos sustantivos. Estas se vieron abocadas a una digitalización forzada de sus actividades pedagógicas, pasando de la modalidad presencial y/o semipresencial a lo que se ha dado en llamar educación en línea de emergencia o educación a distancia o simplemente educación online o virtual. (Periódico El Universo, 2021).
Esta nueva forma de enseñar y aprender desde una virtualidad forzada y acelerada ha representado un desafío nunca antes visto, no solo para los estudiantes, sino también para el personal docente y administrativo y para los distintos agentes y agencias decisorias en el sector.
Un gran obstáculo en el vertiginoso cambio hacia la modalidad online de las IES es la brecha digital, traducida, de manera general, en la distribución desigual en el acceso, en el uso, o en el impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación entre grupos sociales. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones de las Naciones Unidas, antes del brote de COVID-19 sólo el 47% de la población de los países en desarrollo utilizaba Internet, en comparación con el 86% de la población en los países desarrollados. A esto se une la mala calidad de la conectividad que termina por desmotivar a los estudiantes (Quinteiro, 2021).
Por otro lado, están las implicaciones desde el punto de vista psicológico y afectivo. Estefanía Giannini Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO, ha planteado que, esta situación sin precedentes ha tenido consecuencias en cascada en las vidas de los estudiantes, tanto si están cursando estudios en el extranjero como en su propio país. (UNESCO/ IESALC, 2020).
La propia autora, utilizando el término “coronoteaching”, refiere el impacto del COVID-19 como fenómeno socioeducativo emergente con implicaciones psico-afectivas, tanto en profesores como en estudiantes debido al exceso de información que reciben a través de las plataformas educativas, aplicaciones móviles y correo electrónico. A lo que se añade la frustración e impotencia derivadas de las limitaciones en la conectividad o de la falta de “know-how” para la operación de plataformas y recursos digitales.
En el caso de Ecuador, ante la declaratoria efectuada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), calificando como pandemia global el COVID-19, el Ministerio de Salud Pública declaró, por resolución, emergencia sanitaria en todos los establecimientos del Sistema Nacional de Salud Pública y, por otra parte, el Presidente de la República, mediante Decreto Ejecutivo con fecha 16 de marzo de 2020, declaró estado de excepción en todo el territorio nacional limitando los derechos a la libertad de asociación y movilización.
Ante el estado de excepción por la emergencia sanitaria, la solución pedagógica de las IES ecuatorianas fue suspender la presencialidad y dar continuidad a sus procesos formativos reorganizándolos de forma virtual o en línea, como en la mayoría de los países.
En el caso de la Universidad de Guayaquil (UG), la más grande del Ecuador, la Comisión Interventora de Fortalecimiento Institucional (CIFI) acogiendo las recomendaciones de los órganos rectores de la ES en el país y del Gobierno Nacional, así como de la OMS, implementó acciones encaminadas a precautelar la seguridad de la comunidad universitaria.
La CIFI, mediante resoluciones, asumió el reto histórico de implementar y ejecutar la oferta académica presencial bajo la modalidad en línea para grado, posgrado y nivelación. De esta manera todas las carreras y programas han estado activos, permitiendo que el derecho a la educación de calidad se mantenga como la razón de ser de la Alma Máter. La UG pasó a ser el campus virtual más grande del país, convirtiéndose en referente para el Sistema de Educación Superior.
Sin embargo, a pesar de que en las IES ecuatorianas, de manera general, y en la UG, en lo particular, se ha venido generando toda una transformación tecnológica digital, sobre todo en los últimos catorce años; han sido múltiples los obstáculos que han tenido que enfrentar en medio de la pandemia.
Estos obstáculos, en su generalidad, van desde la baja conectividad en los hogares de estudiantes y profesores, hasta estudiantes se han visto imposibilitados de proseguir sus estudios a falta de disponibilidad de un dispositivo adecuado y un profesorado que no ha estado lo suficientemente preparado para afrontar con calidad esta nueva forma de enseñanza aprendizaje.
Sobre este último aspecto, Joaquín Hernández, rector de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) en Ecuador plantea que, la virtualidad de la ES no se trata de que el estudiante se siente frente a una laptop y escuche una cátedra por horas, sino de usar herramientas tecnológicas que permitan la interacción.
Según informe estadístico de Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC, 2020), en Ecuador aún existe una marcada desigualdad tanto en el acceso a recursos tecnológicos como a servicios. El porcentaje de hogares con acceso a internet en 2019 era de 45,5% y para 2020 de 53,2%, lo que representa una variación del 8% que, si bien es un indicador estadísticamente diferente en los dos periodos, al 95% de confianza, aún sigue siendo bajo.
El INEC informa además que, en 2019 el 59,2% de las personas utilizaban internet (entiéndase en este grupo la población de 5 y más años que ha usado internet en los últimos 12 meses, desde cualquier lugar) y en 2020 esta cifra varió un 11,7% (70,7); mientras la proporción de personas que tenían su celular activado en 2019 era de 59,9 y para 2020 fue de 62,9.
En este contexto, sería valioso dilucidar ¿cómo los estudiantes de la Facultad Ciencias Administrativas (FCA) de la UG enfrentan el reto impuesto por el COVID-19, de dar continuidad al curso lectivo pasando de una educación presencial a una educación online? Por lo que, constituye el propósito fundamental de este trabajo, valorar la repercusión que ha tenido el COVID-19 en la calidad del proceso formativo en la FCA de la UG desde la percepción del estudiantado.
Materiales y métodos
La readaptación hacia un modelo educativo de carácter digital (Palacios et al., 2022) presupone explorar y analizar el fenómeno desde distintas perspectivas y aristas, en particular desde las percepciones de los propios estudiantes (Avendaño, 2021). Identificar y comprender los aspectos que intervienen de manera significativa en la experiencia del estudiantado durante la educación en línea de emergencia provocada por la pandemia, permitirá a las autoridades de las universidades, como plantean (Lobos et al., 2022).
Desde esta perspectiva se desarrolla este estudio, a pequeña escala, que se abordó desde un enfoque, prioritariamente, cualitativo. La determinación de los instrumentos e indicadores se realizó considerando los utilizados en los informes “Encuesta Global de la Asociación Internacional de Universidades (IAU, por sus siglas en inglés) sobre el impacto del COVID-19 en Educación Superior en el mundo” (Marinoni et al., 2020) y “Encuesta de la Sección de Educación Superior del Programa de Hermanamiento e Interconexión de Universidades (UNITWIN, por sus siglas en inglés) a la COVID-19” (UNITWIN/UNESCO, 2020); los que fueron analizados y adecuados, de manera pertinente, a los objetivos de este estudio. Del mismo modo fueron tomados como referentes los instrumentos de estas encuestas, los que también fueron convenientemente adecuados en correspondencia con los intereses de este trabajo, previa socialización con expertos de la Universidad de Guayaquil.
Estos indicadores son:
Gobernanza (régimen organizacional de la Universidad, de manera general, y de la Facultad de Ciencias Administrativas, en lo particular, que se requiere para el cumplimiento de sus funciones y responsabilidades.)
Impacto y consecuencias de la COVID-19 en la enseñanza y aprendizaje.
Compromiso con la comunidad/sociedad.
Para la recolección de datos se elaboraron encuestas online en google forms, las que fueron aplicadas a estudiantes, docentes y directivos involucrados en proceso formativo de la FCA de la UG. Para hacer llegar los cuestionarios se utilizaron diferentes canales de comunicación como mensajería instantánea (WhatsApp) y correos electrónicos.
El procesamiento de los datos registrados se hizo con la ayuda del software estadístico Statistical Package for Social Sciences (SPSS por sus siglas en inglés). Lo que proporcionó información objetiva necesaria para describir y valorar las repercusiones inmediatas de la COVID-19 en la calidad de su proceso formativo.
Por cuestiones de viabilidad y disponibilidad para el estudio se trabajó con una muestra probabilística conformada por 1798 estudiantes de la FCA de la UG. La misma se determinó teniendo en cuenta un margen de error del 5% y un nivel de confianza del 95%.
Resultados y discusión
A la pregunta sobre ¿Cómo ha afectado el COVID-19 a su institución?, la mayor cantidad de estudiantes (44,3%) contestó que, todas las actividades del campus se han detenido y la institución está completamente cerrada; el 29,6% plantea que, la institución está abierta como de costumbre, pero se han implementado medidas de contención para evitar la propagación del COVID-19, seguidos de un 24,2% que refiere que, la institución está parcialmente abierta, pero hay grandes interrupciones. Solo un 1,8% aludió que, la institución está abierta como de costumbre, no existen medidas especiales para COVID-19. (Fig 1).
Con relación a la pregunta ¿Cómo apoya su institución a los estudiantes que no tienen el acceso necesario a la enseñanza y el aprendizaje a distancia?, el 36,4% plantea que, la institución no tiene capacidad para ayudar a los estudiantes sin acceso. El 28,2% alude que, la institución tiene capacidad, pero no ha ayudado a los estudiantes sin acceso, seguidos del 19,2% que plantean que, los estudiantes sin acceso necesario a la enseñanza y el aprendizaje a distancia tienen acceso al campus como grupo prioritario. Solamente el 3,6% refiere que la institución proporciona dispositivos (ordenadores/tabletas/teléfonos) a los estudiantes que lo necesitan (financiados por la institución). (Fig 2).
El 51,1% evalúa la gestión de crisis de COVID -19 en la institución como adecuada; el 32,5% de buena; el 8,4 % de inadecuada y solamente el 8,1% evalúa la gestión de la institución como muy buena. (Fig 3).
En cuanto a ¿Cómo ha afectado la COVID-19 la enseñanza y el aprendizaje?, el 65% refiere que la enseñanza en el aula ha sido reemplazada por la enseñanza y el aprendizaje a distancia; el 29% de los estudiantes refiere que, la mayoría de las actividades están actualmente suspendidas, pero la institución está trabajando en el desarrollo de soluciones para continuar enseñando y aprendiendo a través de medios digitales o de autoaprendizaje; el 5,2% dice que no ha sido cancelada y solo el 0,7% plantea que el proceso de enseñanza aprendizaje no se ha visto afectado. (Fig 4).
A la pregunta ¿Ha funcionado la comunicación entre el personal y los estudiantes durante la pandemia?, el 60,5% alude que en cierta medida; el 20,6% que muy poco; el 15,6% que en gran medida y solo el 3,4% plantea que en absoluto. (Fig 5).
Cuando se les cuestiona sobre ¿Qué tan satisfecho estas con el ajuste de clases presenciales a virtuales debido a la contingencia sanitaria Covid-19?, el 42% refiere que están moderadamente satisfechos con el ajuste de clases presenciales a virtuales debido a la contingencia sanitaria COVID-19; el 23,4% muy satisfecho; el 18,5% poco satisfecho; el 10,6% refiere sentirse extremadamente satisfecho, mientras el 5,5% plantea no estar satisfechos. (Fig 6).
Referente a la plataforma utilizada para el proceso de enseñanza aprendizaje en línea, e l99,2% de los estudiantes refiere que MOODLE es la plataforma más, seguida de Microsoft Teams, (15,9%), mientras el 0,3% refiere que la menos utilizada es OpenSWAD. (Fig 7).
En cuanto a, la herramienta que más se utilizan para las clases sincrónicas está la videoconferencia (76,6%), seguida de los foros de debate (70,2%) y el chat y mensajería instantánea (58,7%), las menos utilizadas son el software de comunicación (5,3%) y Eluminate (1,1%). (Fig 8).
Respecto a ¿Qué ciencias que se han visto especialmente afectadas por la pandemia en la modalidad online?, el 47,8% de estudiantes plantean que las ciencias que se han visto especialmente afectadas son las Matemáticas y Estadísticas; seguidas de las Contables (37,8%) y Financieras (27,9%). La de Humanidades y Mercadotecnia han sido las menos afectadas, esta última marcada por el 9,5% de los estudiantes encuestados. (Fig 9).
Ante la pregunta ¿Pudo su institución llevar a cabo los exámenes según lo previsto para el pasado semestre/curso académico?, el 65,1% de los estudiantes indicó que la institución sí pudo llevar a cabo los exámenes según lo previsto para el pasado semestre/curso académico, pero a través de nuevas formas (por ejemplo, exámenes en línea/a distancia). Solamente el 0,5% refirió que todos los exámenes se pospusieron o están en suspenso. (Fig 10).
En relación a la pregunta ¿Han cambiado las formas de evaluación?, el 77,1% de los estudiantes refiere que sí, que la desarrollaron nuevas formas de evaluación, especialmente para los exámenes en línea, para todos los cursos en todas las facultades/ departamentos. El 12,3% plantea que la institución desarrolló nuevas formas de evaluación, especialmente para los exámenes en línea, pero solo para algunos cursos, en algunas facultades/ departamentos; mientras el 10,5% refiere que no. (Fig 11).
Conclusiones
Los resultados, en su generalidad:
Evidencian que, la pandemia de la Covid-19 ha acarreado una crisis sanitaria sin precedentes, compulsando a la Universidad de Guayaquil, de manera general, y de la Facultad de Ciencias Administrativas, en lo particular, replantarse la concepción de sus procesos sustantivos.
Confirman el compromiso y la responsabilidad de la Universidad de Guayaquil, de manera general, y de la Facultad de Ciencias Administrativas, en lo particular, hacia sus estudiantes y la voluntad de la institución y sus distintos niveles de dirección, para dar continuidad a sus procesos sustantivos, aún en el contexto de la COVID -19. En este sentido destaca el apoyo socioemocional brindado a la comunidad de estudiantes universitarios en el contexto de la pandemia.
Ponen a relieve los retos que deben ser superados por la institución, de manera general, y por la Facultad de Ciencias Administrativas, en lo particular, para lograr una educación en línea de calidad, que brinde de forma equitativa e individualizada las oportunidades y ayudas necesarias a todos los estudiantes, priorizando los que están en situaciones de vulnerabilidad a consecuencia de la pandemia, con posibles efectos directos o indirectos en sus aprendizajes, de manera que se puedan atemperar para afrontar la realidad post pandemia.
Evidencian la necesidad de que la institución educativa cree las condiciones para afrontar la brecha digital, entre estudiantes de bajos recursos económicos y los de medio y alto, para garantizar el acceso a internet y la disponibilidad de dispositivos adecuados para modalidad en línea.
Reflejan que los docentes requieren de manera apremiante una formación que les brinde competencias necesarias para hacer frente a este nuevo escenario marcado por la COVID-19, para realizar de manera eficiente y eficaz las adaptaciones y ajustes pertinentes a sus estrategias metodológicas para atemperarla a la dinámica de la sociedad y sus exigencias en las condiciones actuales y futuras. (Mora & Melero, 2021).