Introducción
La malaria continúa siendo un problema de salud grave en el mundo con 241 millones de casos nuevos y 627 000 muertes por esta enfermedad solo en 2020, de las cuales el 93 % procedió de países de la región de África subsahariana, donde también como resultado de la infección malárica durante el embarazo, nacieron 819 000 niños con bajo peso.1 La emergencia de la resistencia al tratamiento antimalárico con artemisinina y otros fármacos contra Plasmodium falciparum implica un riesgo para los esfuerzos por controlar y eliminar esta parasitosis en países endémicos1 y es un acicate para la búsqueda continua de nuevos compuestos antipalúdicos.2
Estos fármacos se vinculan históricamente con la medicina tradicional, con plantas y otros productos naturales, en diversas culturas. Así se descubrieron los alcaloides de la quina y la artemisinina.3 Sin embargo, entre las diversas especies de plantas usadas en la medicina tradicional, solamente se ha investigado la actividad biológica de una pequeña proporción4 y existen regiones específicas que se han estudiado menos que otras (p. ej., solo se registran resultados del 1 % de la flora tropical).5
La medicina tradicional es la suma total de conocimientos, habilidades y prácticas basadas en las teorías, creencias y experiencias autóctonas de diferentes culturas, ya sean explicables o no, utilizados en el mantenimiento de la salud, así como en la prevención, diagnóstico, mejora o tratamiento de la salud física y mental.6 En Cuba, se formó mediante la mezcla cultural y la sabiduría de varios grupos étnicos. Constituyó una alternativa de fácil acceso para la mayoría de la población con escasos recursos económicos durante el gobierno colonial y hasta 1959. Una rica farmacopea resultó de la práctica de los curanderos, herbolarios, practicantes y parteras. Gran parte de este rico patrimonio acerca del empleo de plantas medicinales en Cuba, incluidas las exóticas, se preserva en forma documental.7
Posteriormente, el Sistema Nacional de Salud de Cuba realizó sus primeros intentos de estudios etnobotánicos a partir de 1980, a raíz de la promoción al desarrollo de los recursos de la medicina tradicional por la Organización Mundial de la Salud (OMS)8 en 1977. Aunque las autoridades de salud cubanas notificaron el último caso endémico de malaria en 1967, lo cual fue certificado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS),9 una valiosa fuente de información se encuentra disponible para identificar el empleo de plantas en la medicina tradicional contra la malaria en Cuba.7,10,11,12,13,14,15
Desde la perspectiva de la etnomedicina, es importante destacar que la utilización tradicional de preparaciones herbarias no necesariamente se relaciona con la posible actividad antiplasmodial de una planta. En comunidades amazónicas afrodescendientes, la elección de especies de plantas para tratar la malaria persigue la finalidad de tratar todos los síntomas relacionados, con frecuencia con propósitos depurativos o de fortalecimiento del organismo, cuya efectividad puede depender de la exposición previa a la infección, de que algunas plantas actúan como antipiréticas o inmunoestimulantes, o a través de la preparación de mezclas de varios ingredientes y de su administración secuencial, entre otros factores.16
Entre las 63 especies de plantas empleadas en la medicina herbolaria de Cuba contra la malaria,17 se realizaron reportes de la evaluación de actividad antiplasmodial de extractos de solo diez especies cultivadas en el país.18 Por lo tanto, queda una proporción significativa de especies por determinar individualmente su actividad, así como la extensión de estudios científicos internacionales para estas, desde los estudios etnobotánicos hasta los ensayos farmacológicos y finalmente la investigación farmacognóstica,19 en busca de una explicación científica de la eficacia antimalárica potencial y de evaluar experimentalmente especies poco estudiadas.
El propósito de este trabajo es evaluar la actividad inhibidora in vitro frente a Plasmodium berghei de extractos de 27 especies de plantas utilizadas en el pasado contra la malaria en Cuba, valorando los precedentes de estudios científicos de estas especies.
Métodos
Identificación y recolecta de especies vegetales
Se seleccionaron por su accesibilidad 27 especies de plantas utilizadas en la medicina tradicional contra la malaria en Cuba, disponibles en el Jardín Botánico Nacional y diferentes localidades de las provincias de La Habana y Artemisa durante 2010-2014. Las muestras testigos de cada especie se depositaron en los herbarios del Instituto de Ecología y Sistemática (HAC) y el del Jardín Botánico Nacional (HAJB) (Tablas 1 y 2). Los nombres científicos con sus autores se relacionan en las tablas citadas. La identificación de las muestras recolectadas se realizó en los herbarios HAC y HAJB. La actualización de los nombres científicos de los taxones se hizo según Greuter & Rankin (2017)20 y la delimitación de las familias según García-Beltrán y otros (2016).21
Preparación de extractos
El material vegetal recolectado se lavó previamente con agua potable y se dividió en pequeñas porciones con una tijera para facilitar su secado en una estufa con recirculación de aire (P/G, República Popular China) a 38 °C; luego se obtuvieron partículas menores de 2 mm con ayuda de un molino de fabricación artesanal.
Los extractos se elaboraron por el método de maceración a partir del material seco, a razón de 20 g de este en 100 mL de disolvente (etanol al 80 % [Merck, Alemania]) durante 7 días.22 Para el procedimiento consecutivo de posextracción se siguieron las recomendaciones descritas.23,24 El solvente se eliminó por evaporación en recipientes abiertos en campana de extracción (CHC Lab Co., Corea del Sur) durante 24 horas y el residuo acuoso remanente se congeló a -20 (C y se pasó a liofilización (Edwards, Reino Unido). Cada muestra liofilizada se conservó a 4 (C por un periodo con mediana de 55 días (mínimo 3/máximo 70 días) hasta su análisis. Las soluciones madre se prepararon a 20 mg/mL en dimetilsulfóxido (DMSO, Sigma, Estados Unidos de América [EE. UU.]) al 100 % y se evaluaron mediante el ensayo que se describe a continuación.
Ensayo de actividad antiplasmodial in vitro
Se utilizó la cepa ANKA de Plasmodium berghei sensible a la cloroquina (donada por el Laboratorio de Microbiología, Parasitología e Higiene de la Universidad de Amberes, Bélgica). La infección con eritrocitos parasitados se mantuvo mediante pases sucesivos en ratones Balb/C entre 18 y 22 g de peso, libres de patógenos específicos suministrados por el Centro Nacional para la Producción de Animales de Laboratorio (CENPALAB). Los ratones se colocaron en jaulas en grupos de 5 animales con acceso libre al agua y los alimentos, ciclos de luz-oscuridad de 12 h/12 h, temperatura de 20-24 °C y humedad relativa de 70 %. Se cumplieron los principales requerimientos internacionales para la experimentación biomédica con animales25 y el proyecto se aprobó por el Comité de ética del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (CEI-IPK 18-12).
Los ensayos se realizaron como se describió previamente.26 Se añadieron 100 µL de glóbulos rojos infectados suspendidos en medio de cultivo RPMI-1640 (Sigma, EE. UU.) suplementado con suero fetal bovino inactivado al 20 % (del mismo origen) (con 0,5-1 % de parasitemia, más del 70 % de formas anulares y 2 % de hematocrito) a cada pocillo, que contenía 100 µL de extractos de plantas prediluidos con el citado medio de cultivo, a concentraciones entre 0,8-50 µg/mL, en placas de cultivo de 96 pocillos (Nunc, EE. UU.). Se incluyeron controles de DMSO (0,5 %) y cultivos no tratados. Después de 18 h de incubación a 37 (C, se determinó microscópicamente la inhibición de la multiplicación hasta el estado de esquizontes maduros mediante la tinción con Giemsa (Empresa de Producción de Biológicos Carlos J. Finlay, Cuba) y se calculó la concentración inhibidora media (CI50) por interpolación lineal. Cada experimento se repitió dos veces. Se utilizó difosfato de cloroquina (Sigma, EE. UU.) como fármaco de referencia con diluciones dobles entre 2,0-128 ng/mL.
Categorización de la actividad antiplasmodial
Se realizó una revisión de referencias de artículos científicos buscados mediante la base de datos PubMed y los localizadores Google académico, LILACS y Scielo. También se emplearon libros en formato impreso. En el periodo entre agosto y octubre de 2021, se utilizaron como términos de búsqueda las palabras: “malaria”, “etnobotánica”, “plantas medicinales”, “antiplasmodial” y el nombre científico de cada una de las 27 especies de plantas en cuestión. Las ecuaciones de búsqueda fueron: (malaria) AND (etnobotánica), (malaria) AND (plantas medicinales), (especie) AND (antiplasmodial), (especie) AND (malaria), en español o inglés según el sitio web.
Se incluyó todas las publicaciones en estos idiomas, sin límite de fecha, para identificar la historia de reportes de estudio del empleo tradicional de la especie de planta medicinal, para lo cual se formaron dos grupos: con antecedentes y sin antecedentes disponibles. Se recogieron los datos de la experimentación previa con los extractos o los compuestos aislados de cada especie de planta en ensayos biológicos con modelos in vitro de Plasmodium spp. y la actividad se clasificó en: Inactiva (CI50 > 20 µg/mL); moderada (CI50 11-20 µg/mL); buena (CI50 6,0-10 µg/mL) y muy buena (CI50 ≤ 5,0 µg/mL), de acuerdo con Tajbakhsh y otros.27 Estos rangos también se aplicaron a los resultados de laboratorio obtenidos en este trabajo. Los resultados se presentaron como tabla de datos y se procesaron cualitativamente.
Resultados
La tabla 1 muestra la actividad antiplasmodial in vitro frente a P. berghei de los extractos de 16 especies de las cuales, en la revisión de la literatura científica, se hallaron precedentes de su utilización en la medicina tradicional de otros países (la mayoría en el continente americano y otras coincidentemente se usaron en África, y con menor frecuencia en Asia) o de actividad inhibidora in vitro en los rangos especificados (principalmente frente a P. falciparum). Siete especies no mostraron coincidencia entre la actividad en los rangos que aparecen en los antecedentes y los determinados experimentalmente. Solo los extractos hidroalcohólicos de Euphorbia tithymaloides L. (partes aéreas) y Swietenia mahagoni (L.) Jacq. (corteza) fueron activos con CI50 ≤ 5 µg/mL, mientras para Colubrina arborescens (Mill.) Sarg. (corteza), la CI50 se situó entre 11-20 µg/mL.
La tabla 2 muestra la actividad antiplasmodial in vitro frente a P. berghei de los extractos de 11 especies de plantas que se probaron por el interés de su empleo en Cuba, sin precedentes etnobotánicos y experimentales disponibles. Estos mostraron a las partes aéreas de Baccharis halimifolia L. var. angustior DC y de Oxandra lanceolata (Sw.) Baill., como fuentes de actividad antiplasmodial de valores moderados de CI50 entre 11-20 µg/mL. El resto de los extractos de nueve especies no fueron activos. El valor de CI50 de cloroquina estuvo en el rango esperado (15-18 ng/mL).
(nombre común) |
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Lugar de colecta | Fecha de colecta |
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Zingiberaceae | América28 | Inactiva29 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2010 | HFC87096 (HAJB) | Hojas | > 50 | Inactiva |
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Canellaceae | ND | Muy buena30 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Junio/2014 | HFC88133 (HAJB) | Corteza | 37,8 ± 7,2 | Inactiva |
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Rubiaceae | América28,31,32 | Buena33 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2014 | HFC88022 (HAJB) | Hojas | > 50 | Inactiva |
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Rhamnaceae | América34 | ND | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2014 | HFC88020 (HAJB) | Hojas | > 50 | Inactiva |
Corteza | 14,3 ± 1,9 | Moderada | |||||||
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Cyperaceae | América31 | ND | La Habana, Reparto Fraga | Octubre/2011 | HAC43028 (HAC) | Partes Aéreas | > 50 | Inactiva |
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Euphorbiaceae | Asia35 | Muy buena35 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2014 | HFC88014 (HAJB) | Partes aéreas | 4,8 ± 1,08 | Muy buena |
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Asteraceae | América, África, Indonesia31,36,37 | Muy buena38 | La Habana, Reparto Barbosa | Mayo/2011 | HAC42672 (HAC) | Flores | > 50 | Inactiva |
(tuatúa) |
Euphorbiaceae | América, África 32,39,40 | Inactiva39 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2014 | HFC88024 (HAJB) | Raíz | 23,8 ± 4,4 | Inactiva |
(cundeamor) |
Cucurbitaceae | América, África, Asia31,41,42,43 | Moderada44 | La Habana, Instituto de Farmacia y Alimentos | Junio/2010 | HAC43052 (HAC) | Partes aéreas | 37,2 ± 7,7 | Inactiva |
(yerba de la niña) |
Phyllanthaceae | América, África, Asia31,37,43,45 | Muy buena a moderada27 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2014 | HFC88019 (HAJB) | Planta completa | > 50 | Inactiva |
(yerba diez del día) |
Portulacaceae | América41 | ND | La Habana, Instituto Pedro Kourí, | Octubre/2011 | HAC43059 (HAC) | Partes aéreas | > 50 | Inactiva |
(caña de azúcar) |
Poaceae | América, África32,40,41 | ND | La Habana, Guanabacoa | Noviembre/ 2013 | HAC43046 (HAC) | Raíz | > 50 | Inactiva |
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Fabaceae | América, África28,31,40 | Muy buena a moderada27 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Junio/2014 | HFC88135 (HAJB) | Raíz | > 50 | Inactiva |
Hojas | > 50 | Inactiva | |||||||
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Meliaceae | América, África37,39 | Inactiva39 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2014 | HFC88023 (HAJB) | Hojas | 40,1 ± 8,58 | Inactiva |
Corteza | 4,91 ± 0,78 | Muy buena | |||||||
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Meliaceae | América31,46 | ND | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2010 | HFC87097 (HAJB) | Partes aéreas | > 50 | Inactiva |
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Rutaceae | América39 | Inactiva39 | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Junio/2014 | HFC88134 (HAJB) | Corteza | 28,8 ± 5,47 | Inactiva |
Leyenda: ND: no disponible; (número): referencia bibliográfica; HFC: Serie Herbario Flora de Cuba; HAC: acrónimo del Herbario de la Academia de Ciencias, Instituto de Ecología y Sistemática de Cuba; HAJB: acrónimo del Herbario del Jardín Botánico Nacional; acrónimos según Thiers (2021)47; CI50 ± DE: promedio de la concentración inhibitoria media ± desviación estándar.
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(tres marías) |
Asteraceae | Artemisa, Playa Baracoa | Noviembre/2013 | HAC43047 (HAC) | Partes aéreas | 15,1 ± 1,01 | Moderada |
(romero de costa) |
Asteraceae | Artemisa, Playa Baracoa | Noviembre/2011 | HAC43029 (HAC) | Partes aéreas | > 50 | Inactiva |
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Scrophulariaceae | La Habana, Cojímar | Enero/2011 | HAC42674 (HAC) | Partes aéreas | > 50 | Inactiva |
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Sapotaceae | La Habana, La Chata | Noviembre/2011 | HAC43057 (HAC) | Hojas | > 50 | Inactiva |
(Santa Rita) |
Rubiaceae | La Habana, La Chata | Noviembre/2011 | HAC43062 (HAC) | Partes aéreas | > 50 | Inactiva |
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Asteraceae | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2010 | HFC87094 (HAJB) | Partes aéreas | > 50 | Inactiva |
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Fabaceae | La Habana, La Chata | Noviembre/2011 | HAC43066 (HAC) | Partes aéreas | > 50 | Inactiva |
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Annonaceae | La Habana, Jardín Botánico Nacional | Enero/2014 | HAC43043 (HAC) | Corteza | > 50 | Inactiva |
Partes aéreas | 14,04 ± 3,1 | Moderada | |||||
(lengua de vaca) |
Asteraceae | La Habana, La Chata | Noviembre/2011 | HAC42676 (HAC) | Raíz | > 50 | Inactiva |
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Arecaceae | La Habana, Instituto de Farmacia y Alimentos | Junio/2010 | HFC87098 (HAJB) | Raíz | > 50 | Inactiva |
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Acanthaceae | La Habana, Santos Suárez | Junio/2011 | HAC43033 (HAC) | Partes aéreas | > 50 | Inactiva |
Leyenda: ND: no disponible; HFC: Serie Herbario Flora de Cuba; HAC: acrónimo del Herbario de la Academia de Ciencias, Instituto de Ecología y Sistemática de Cuba; HAJB: acrónimo del Herbario del Jardín Botánico Nacional; acrónimos según Thiers (2021)47; CI50 ± DE: promedio de la concentración inhibitoria media ± desviación estándar.
Discusión
Los antecedentes de estudios etnobotánicos en otros países y de la actividad antiplasmodial de plantas medicinales argumentan su empleo en los continentes mayoritariamente afectados por esta parasitosis. El estudio de Willcox y Bodeker48 reveló 1277 especies utilizadas para tratar fiebre o malaria, 11 de ellas se usaron en tres continentes, mientras recientemente en una compilación para América Latina se repitieron ocho de estas especies.49 El conocimiento de las plantas medicinales empleadas tradicionalmente contra la malaria se puede haber descubierto de forma independiente en diferentes países o comunidades, o transmitido entre ellos, lo cual es probable que sugiera actividad. El número de informes de utilización puede considerarse no solo una medida de la importancia cultural de la acción de una planta en particular para una condición de salud específica, sino también como una base sobre la cual seleccionar especies candidatas para la investigación fitoquímica o farmacológica.19 Sin embargo, los ensayos biológicos brindan una explicación científica de la efectividad potencial.19
Los extractos hidroalcohólicos de E. tithymaloides L. (partes aéreas) y S. mahagoni (L.) Jacq. (corteza) cultivados en Cuba fueron muy activos. Euphorbia tithymaloides L. (Euphorbiaceae) es un arbusto originario del Caribe, distribuido en América tropical e introducido en Asia,50 en la que se demostró la presencia de diterpenos jatrofanos oxigenados como moléculas activas.35Swietenia mahagoni (L.) Jacq. (Meliaceae) es un árbol nativo, originario del Caribe, que se halla en América tropical y se introdujo por cultivo en el Viejo Mundo.50 La amplia riqueza fitoquímica de esta planta51 nos plantea la búsqueda de moléculas activas, sin limitación a la probable presencia del limonoide gedunina. Estudios previos definieron que la actividad antiplasmodial de los limonoides puede atribuirse a la presencia del resto carbonilo αβ-insaturado en las estructuras, que puede estar implicado en reacciones de adición de tipo Michael,52 aunque las variantes que relacionaron estructura-actividad no resultaron en actividad in vivo frente a P. berghei.53
Este es el primer reporte de actividad antiplasmodial para C. arborescens (Mill.) Sarg. (corteza). El género Colubrina cuenta con aproximadamente 30 especies, de hábito arbóreo o arbustivo, con distribución principalmente en América.54 El tamizaje fitoquímico realizado a los extractos acuoso y etanólico de C. arborescens (Mill.) Sarg. permitió detectar varios grupos de metabolitos secundarios: alcaloides, aminoácidos libres, antocianidinas, azúcares reductores, coumarinas, esteroles, fenoles, saponinas y taninos,54 mientras el aislamiento de triterpenos con actividad contra P. falciparum se realizó recientemente para Colubrina asiatica (L.) Brongn.55
Siete especies no mostraron coincidencia entre los rangos de actividad que aparecen en los antecedentes y los determinados experimentalmente. Anteriormente se mencionó a S. occidentalis (L.) Link entre las especies que mostraron diferencias sustanciales en la actividad antiplasmodial entre los estudios realizados en Mozambique, Kenya y Congo.27 Algunos factores pueden estar implicados, como la utilización de diferentes solventes de extracción que cambian el rendimiento y el metabolito extraído según su polaridad, la parte de la planta extraída, así como las diferencias geográficas en las áreas de colecta de las plantas;27 pero se añaden la radiación solar, edad, estado fenológico de la planta, nutrición, estrés hídrico, precipitación, interacción con herbívoros, condiciones de recolección del vegetal, interacciones bióticas y la variación estacional, entre otras, que influyen en la producción de metabolitos secundarios.27 Esto es aplicable también a los resultados no concordantes con los precedentes en este estudio. Por las limitaciones que estos factores representan, no se puede excluir la potencialidad antimalárica de las especies en Cuba que al someterlas a ensayo resultaron inactivas, ya que estas deben ser revaluadas en estudios posteriores.
Se ha planteado anteriormente que las preparaciones herbarias multicomponentes sugieren una práctica cultural que hace de las combinaciones un modo de incrementar la acción terapéutica, una vía para destoxificar algunos xenobióticos,7 o en otros casos una estrategia para ocultar la fuente verdaderamente activa de la medicación.4 Esto estimula a investigar la posibilidad de incrementar la actividad antiplasmodial con combinaciones herbarias originalmente descritas para plantas cuyos extractos no mostraron actividad, como J. gossypiifolia L.,14P. amarus Schum.10,11 y A. zerumbet. (Pers.) B. L. Burtt & R. M. Sm.7
La malaria causada por P. berghei es un modelo bien conocido para la investigación in vivo de la eficacia antipalúdica. Los ensayos de inhibición in vitro de la maduración de esquizontes permiten determinar la actividad intrínseca de los compuestos sin la interferencia de factores del huésped. Los ensayos in vitro contra P. falciparum y P. berghei, aunque con especies diferentes, permiten identificar extractos con actividad inhibidora y ambos preceden las pruebas in vivo con P. berghei;26 de modo que estos ensayos en general se complementaron al revisar un gran número de estudios de plantas africanas.27 Experiencias positivas se derivan también de estudios etnofarmacológicos previos con plantas cultivadas en Cuba con antecedentes de utilización contra la malaria, que analizaron la actividad antiplasmodial de extractos etanólicos de Bambusa vulgaris Schrad. ex H.L. Wendl.,56Picramnia pentandra Sw.,56Parthenium hysterophorus L.,56,57Argemone mexicana L.57 y Scutellaria havanensis Jacq.,58 potencialmente activos, mientras no fueron activas las preparaciones de Stachytarpheta jamaicensis (L.) Vahl,56Bursera simaruba (L.) Sarg.,56Tamarindus indica L.56 e Indigofera suffruticosa59 Mill.
Diversos estudios etnobotánicos han encontrado resultados en los que alrededor de la mitad de los reportes de especies se citaron solo una vez en la literatura internacional,48,49 los cuales pueden relacionarse con la presencia de la flora neotropical que abarca una gran proporción de especies asociadas a pequeños hábitat, en climas inusuales, con cierta restricción a esas raras condiciones o a fragmentos de hábitat ocasionados por barreras de dispersión,60 cuyas propiedades medicinales se pueden haber pasado por alto.49 Estos eventos justifican la evaluación de especies de plantas medicinales sin antecedentes de repetición de reportes de empleo tradicional o de actividad antiplasmodial. Sin embargo, solamente se encontró actividad antiplasmodial moderada para las especies nativas B. halimifolia L. var. angustior DC y O. lanceolata (Sw.) Baill.
El género Baccharis incluye varias especies utilizadas contra la fiebre o la malaria en América.28 Se han aislado diterpenoides tipo clerodano, triterpenoides y compuestos fenólicos antipalúdicos de Baccharis dracuncufolia DC., especie endémica del sur de Suramérica.61Baccharis halimifolia L. var. angustior (DC) Herrera es endémica de Cuba y este es el primer estudio sobre su posible actividad antiplasmodial. Anteceden investigaciones que determinaron la composición química de su aceite esencial.62
Oxandra lanceolata (Sw.) Baill. posee una distribución geográfica muy restringida. Por lo tanto, la detección de actividad antiplasmodial in vitro es un hallazgo original. No se registró precedente de uso como antipalúdico o resultado positivo de la evaluación antiplasmodial para el género Oxandra, a diferencia de otros géneros de la familia Annonaceae. Sobre esta especie se realizaron previamente estudios del aceite esencial de hojas, sin referencia a su actividad biológica.63
La región del Caribe se reconoce mundialmente por su vasta biodiversidad vegetal, tanto de especies medicinales como alimentarias. Cuba se considera uno de los países con la más alta biodiversidad, donde más de la mitad de las especies de plantas vasculares son nativas.20 El sistema nacional de salud cubano confiere importancia al desarrollo de la medicina natural, pero el enorme potencial terapéutico de la flora asociada con la utilización tradicional aún necesita evidencias científicas. Se requiere un incremento de las investigaciones con esta finalidad.64 En correspondencia, este trabajo evaluó la actividad inhibidora in vitro frente a Plasmodium berghei de extractos de 27 especies de plantas usadas en el pasado contra la malaria en Cuba.
Conclusiones
Los resultados de la evaluación de Euphorbia tithymaloides L. y Swietenia mahagoni (L.) Jacq. y sus antecedentes apoyan la aplicación en el pasado de estas especies en medicina tradicional en Cuba. Además, otras tres especies nativas: Oxandra lanceolata (Sw.) Baill., Baccharis halimifolia L. var. angustior (DC) Herrera y Colubrina arborescens (Mill.) Sarg. mostraron actividad antiplasmodial moderada, lo cual estimula a ampliar su estudio. La potencial actividad antimalárica de otras especies de plantas, de acuerdo con sus antecedentes internacionales, debe ser revaluada en estudios posteriores.