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Cuadernos de Historia de la Salud Pública

versión impresa ISSN 0045-9178

Cuad Hist Salud Pública  n.99 Ciudad de la Habana ene.-jun. 2006

 

La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806)*

Introducción

Uno de los hechos de mayor trascendencia en la historia de la medicina mundial lo es, sin lugar a dudas, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna mandada por el rey de España Carlos IV (1788-1808), a sus colonias de América y Asia entre 1803 y 1806, es decir a muy pocos años (1798) de haberse dado a conocer al mundo el descubrimiento de la vacuna antivariólica por Edward Jenner (1749-1823), médico inglés nacido en Berkeley, Gloucestershire y comenzado su aplicación en Europa, lo que constituye una temprana manifestación de la toma de conciencia por parte de la monarquía española de su responsabilidad con la salud de sus súbditos, no sólo en la metrópoli sino en todas sus colonias, aún las más alejadas.

En esta determinación del monarca parece fue determinante la opinión del Cirujano de Cámara Real Francisco Xavier de Balmis (1743-1819), natural de Alicante, Valencia, quien había presenciado en México los estragos de la epidemia de viruelas de 1779 entre los nativos, principalmente, y que era un decidido partidario del nuevo método de la vacunación, contra el entonces practicado de la variolización.

En España se recibieron hilas con linfa de viruela vacuna dos años después de que publicara Jenner sus observaciones y en 1800 el médico Francisco Piguillem y Verdacer (1771-1826), natural de Gerona, Cataluña, con linfa procedente de París hizo las primeras vacunaciones en su región natal.

Deseando la corona española hacer llegar esta ventaja lo antes posible a sus colonias, se organizó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna a principios de la segunda mitad del año 1803 con el doctor Balmis como director y el cirujano catalán José Salvany Lleopart (1777-1810) subdirector, auxiliados por dos ayudantes médicos, dos practicantes y cuatro enfermeros.

Mucho se ha publicado sobre la Expedición pero sólo me referiré sucintamente al itinerario de su increíble recorrido a través de todo el planeta y los resultados más importantes de su inmortal labor.

La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806)

Según el profesor Francisco Guerra (1916), en su libro Epidemiología Americana y Filipina. 1492-1898 (1999), la Expedición salió de La Coruña, Galicia, el 30 de noviembre de 1803 en la corbeta “María Pita” con 23 niños de la Casa de Expósitos de La Coruña al cuidado de doña Isabel López Gandalla su rectora, que se fueron transmitiendo la vacuna, brazo a brazo, desde España, vía Tenerife, Islas Canarias, hasta San Juan de Puerto Rico, donde llegaron el 9 de febrero de 1804.

Fig. 15. Edward Jenner (1749-1823).

En San Juan encontró Balmis, con sorpresa, que el cirujano del Hospital Real Francisco Oller Ferrer (1757-1831), natural de San Vicens, Barcelona, que había introducido en la isla en 1792 la inoculación preventiva de la viruela, inició con linfa procedente de Saint Thomas, Islas Vírgenes, colonia inglesa, desde 1803 la vacunación y practicada la misma en 1557 personas.

De San Juan de Puerto Rico la Expedición siguió hasta el puerto de La Guaira, en Venezuela, al que llegaron el 8 de mayo de 1804. En Venezuela la expedición se dividió, Balmis con 22 niños salió de La Guaira el 8 de mayo de 1804 para La Habana.

En esta ciudad a la que arribó el 26 del propio mes, se encontró también, como en San Juan, que se había comenzado la vacunación, aquí por el doctor Tomás Romay Chacón (1764-1849), quien la había iniciado el 12 de febrero anterior, a partir de tres niños vacunados en Puerto Rico el 1 de ese mes. Después de sugerir la fundación de la Junta de Vacunación, lo que se hizo el siguiente 13 de julio, partió Balmis de La Habana el 18 de junio con cuatro esclavos negros que tuvo que comprar, por no habérsele facilitado los niños expósitos que necesitaba y había solicitado.

De La Habana arribó a Sisal, Yucatán, el 25 de junio, a Mérida el 28 y a Campeche el 12 de julio, desde donde envió a su pariente el practicante Francisco Pastor Balmis con cuatro niños a Villahermosa, Tabasco, después a Chiapas y de allí a Guatemala.

Balmis, mientras tanto, llegó el 24 de julio a Veracruz y entró en la ciudad de México en la noche del 8 de agosto de 1804. Después de algunas expediciones a las ciudades mexicanas del interior, donde fue recibido con afecto y honores, se estima que él y sus colaboradores realizaron unas 100 000 vacunaciones en niños, es decir, cerca del 10 % de la población infantil mexicana.

Mientras tanto, el subdirector José Salvany salió de La Guaira con tres ayudantes y cuatro niños que se transmitían la vacuna, en dirección de Cartagena, pero naufragaron en la boca del río Magdalena la noche del 13 de mayo. Recibieron auxilios y consiguieron continuar el viaje hasta Cartagena donde arribaron el 24 de mayo en medio de un recibimiento apoteósico que les permitió realizar más de 2 000 vacunaciones. Allí dos de sus ayudantes, los cirujanos españoles Manuel Julián Grajales (1780-1855) y Rafael Lozano, fueron con algunos niños por el valle de Cúcuta para reunirse con Salvany y su ayudante el cirujano español Basilio Bolaños, los que ascendieron por el río Magdalena hasta llegar a Santa Fe de Bogotá el 17 de diciembre de 1804.

En Bogotá fueron recibidos con entusiasmo y pronto realizaron más de 2 000 vacunaciones, aparte de las muy numerosas que habían realizado en su camino desde Cartagena a la capital del virreinado. De nuevo se dividió la expedición al salir rumbo al sur el 8 de marzo de 1805 y reunirse en Popayán el 27 de mayo.

Para entonces Salvany comenzó a manifestar signos de encontrarse al final de su tuberculosis pulmonar y sufrió un vómito de sangre, pero al recibir noticias de que en la Audiencia de Quito se iniciaba una epidemia de viruelas, salió para dicha ciudad mientras que otra parte de la expedición con Grajales y Bolaños llegó a Guayaquil el 24 de febrero de 1806, donde realizó más de 2 000 vacunaciones.

Grajales y Bolaños salieron para Tumbez y continuaron viaje a Chile. Salvany con Rafael Lozano y varios niños siguió por los senderos de la cordillera andina hasta Quito donde llegaron el 16 de julio de 1806 y en breve tiempo vacunaron unas 7000 personas. Salvany salió de Quito el 13 de septiembre camino de Loxa y llegó a Piura el 23 de diciembre donde cayó enfermo, pero de las notas que reunió en un breve reposo calculó que entre Santa Fe de Bogotá y Piura había realizado 100 401 vacunaciones.

La parte suya de la expedición salió de Piura el 9 de enero de 1806 y tras superar su enfermedad y evitar las manifestaciones tumultuarias en el poblado de Chocope el 16 de enero, pues los indígenas fueron inducidos a una revuelta contra la vacunación, alcanzaron Trujillo, más tarde Lambayeque donde les robaron las cabalgaduras y las provisiones, pero el 23 de mayo entraron en Lima, donde encontraron que el doctor Pedro Belomo (1735-1809) cirujano naval español, había comenzado la vacunación en dicha ciudad con linfa vacuna traída de Buenos Aires en 1805.

Después de informar al rey el 1 de octubre de 1806 que había vacunado hasta entonces 22 726 personas en Lima y recibir de la Universidad de San Marcos los títulos de licenciado y doctor en medicina, salió Salvany de la Ciudad de los Reyes el 28 de enero de 1807 con dos niños hacia el interior, recibiendo el agradecimiento de los pueblos donde realizó las vacunaciones y a pesar de vómitos de sangre frecuentes, llegó al Lago Titicaca y en La Paz comunicó a la corona que había vacunado 197 004 personas en el Alto Perú, hoy Bolivia. Siguió su ruta y el 21 de julio de 1810 José Salvany Lleopart murió en Cochabamba a los 33 años de edad, víctima de la tuberculosis pulmonar, después de haber recorrido más de 18 000 Km aplicando la vacuna entre los americanos y de inscribir su nombre entre los grandes mártires de la medicina mundial.

Mientras tanto, los miembros de la otra parte de la expedición, Grajales y Bolaños, llegaron en diciembre de 1807 a Valparaíso y en abril de 1808 a Santiago de Chile, continuando la propagación de la vacuna y allí permanecieron a pesar de haberse iniciado en aquella capitanía las luchas por la independencia y soberanía nacionales.

Balmis enfermo de disentería amibiana, con evacuaciones sanguinolentas, encontró fuerzas para viajar hasta el puerto de Acapulco y el 8 de febrero de 1805 embarcó en la nave “Magallanes” con los niños portadores de la vacuna, la rectora de expósitos, doña Isabel López Gandalla y cuatro enfermeros camino de las Islas Filipinas y llegó el 15 de abril a Manila. Tras establecer la Junta de la Vacuna y crear un grupo de vacunadores, pronto consiguió hacer 9 000 vacunaciones; dos de sus ayudantes los cirujanos Francisco Pastor Balmis y Pedro Ortega pasaron a otras islas del archipiélago y aplicaron 11 000 vacunaciones más, que el propio Balmis amplió en la isla de Luzón con otros 20 000 vacunados. El 3 de septiembre de 1805 Balmis embarcó en Manila con su ayudante Francisco Pastor Balmis y tres niños que se trasmitían la vacuna, en “La Diligencia”, nave portuguesa que lo transportó a Macao, donde desembarcó el 16 de septiembre, gravemente enfermo de disentería amibiana; pero aún así con la ayuda del gobernador portugués y el obispo, vacunó a gran número de los habitantes.

De allí se internó en China y llegó a Cantón el 5 de octubre de 1805, donde logró vacunar a 22 personas, aunque no consiguió la cooperación de los delegados de la Compañía de Filipinas en aquella ciudad para continuar su misión. Fue por eso que de aquella ciudad china inició la ruta de regreso a España, hizo escala en la Isla de Santa Elena el 11 de junio de 1806, donde también le fue permitido vacunar a pesar de la resistencia inicial del gobernador inglés; llegó a Lisboa el 15 de agosto y de allí salió para Madrid con sus colaboradores en un coche y llegaron finalmente a la capital de España el 7 de septiembre de 1806, dando fin a una de las epopeyas más extraordinarias de la historia médica mundial.

Consideraciones finales

Como consecuencia de la Real Expedición Filantrópica la vacunación preventiva sustituyó la inoculación de la viruela y mediante ella se inició la erradicación de la enfermedad en Hispanoamérica y Filipinas. Su presencia dejó establecida en cada país Juntas de Vacunación con el fin de mantener activa la linfa vacuna y fue ejemplar la estructura administrativa que en su entorno se organizó, pues además de las Juntas, se formaron vacunadores tanto en América como en Filipinas, hubo campañas de vacunación, se publicaron reglamentos y se llevaron estadísticas en todas las ciudades bajo dominio español, de todo lo cual hay abundantes pruebas documentales.

No obstante este gran esfuerzo que logró controlar la enfermedad en algunos países, la falta de voluntad política del gobierno colonial primero y después de los gobiernos republicanos impidió su total erradicación, la que tendría que esperar por una campaña internacional dirigida por la Organización Mundial de la Salud, quien la declaró completamente erradicada de la humanidad el 9 de diciembre de 1979.

Bibliografía Consultada

Castiglioni A. Historia de la Medicina. 1 o Ed. Española. Salvat Editores S.A. Barcelona. 1941.

Guerra F. Historia de la Medicina. Ed. Norma S. A. Madrid. 1989. 2 tomos.

_______. Epidemiología Americana y Filipina. 1492-1898. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid.1999.

García Mayo M. Introducción de la Vacuna en Cuba. Ed. “Alfa”. La Habana.1938.

López Sánchez J. Vida y obra del sabio médico habanero Dr. Tomás Romay Chacón. 1764-1849. Ed. Libr. “Selecta”. La Habana. 1950.

*Palabras leídas en la Mesa Redonda “El Bicentenario de la Vacunación en Cuba”. III Congreso de la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina. Noviembre 18 de 2004.

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