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Revista Cubana de Salud Pública

versión On-line ISSN 1561-3127

Rev Cubana Salud Pública v.30 n.4 Ciudad de La Habana sep.-dic. 2004

 

Una herramienta básica contra la violencia

OPS. Informe mundial sobre la violencia y la salud. Washigton DC: Publicación Científica y Técnica no. 588; 2003. pp. 374.*

La violencia en todas sus manifestaciones es un problema de salud pública que involucra a todos los países en todos los continentes. Los números que reflejan el problema son contundentes; según el Informe mundial sobre salud y violencia, editado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1,6 millones de personas pierden la vida cada año por actos violentos. Más de 199 000 tienen entre 10 y 29 años; y unos 57 000 niños de entre 0 y 4 años son asesinados en el mismo período. Globalmente la violencia es la principal causa de muerte entre los 15 y 44 años; son hombres el 14 % de estos muertos y mujeres el 7 %. También los datos indican que no hay país que tenga índice de violencia contra la mujer menor al 10 %, y que en algunos trepa hasta el 69 %. Violaciones, guerra, abusos, son palabras que se deben instalar firmemente en el debate de la salud.

En América Latina, según encuestas recogidas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), durante 2001, en el área metropolitana de Santiago de Chile el 50,3 % de las mujeres había vivido alguna vez situaciones de violencia en la relación de pareja, mientras que en Bolivia (1997/98) el 25 % reportó haber sido víctima de violencia psicológica, y el 13,9 % de violencia física con amenaza para su vida. Los datos nacionales extraídos de las encuestas demográficas y de salud señalan que el porcentaje de mujeres que fueron víctimas de violencia física, por parte del cónyuge o de otra persona, alcanza 41,10 % en Colombia (2000), 27,3 % en Haití (2000), 28,7 % en Nicaragua (1997-98) y el 41,2 % en Perú (2000).

Según la opinión de la doctora Mirta Roses Periago, directora de la OPS toda forma de violencia -física, sexual, psicológica- en cualquier etapa de la vida de las mujeres trae como consecuencia un incremento en el riesgo de desarrollar problemas de salud subsiguientes. Estas formas de violencia tienen efectos fatales como el homicidio, suicido y mortalidad materna y se asocian con condiciones crónicas como el síndrome de fatiga crónica, desórdenes gastrointestinales y somatización.

Y agrega: tal como señala el informe de la OMS, la violencia, además de menoscabar la salud y el bienestar de millones de personas, cuesta cada año a los Estados grandes sumas de dinero en atención sanitaria, procesos judiciales, ausentismo laboral y pérdida de la productividad. Particularmente para el sector salud, la violencia de género tiene implicaciones importantes en términos de demandas de servicios. Según los datos de las encuestas demográficas, la proporción de mujeres que concurrieron a un centro de salud o a una consulta médica por lesiones producto de la violencia física alcanzó al 27,4 % en Colombia, el 13,3 % en Nicaragua y el 19,4 % en Perú. Hay que trabajar intensamente en este gravísimo problema de salud pública.

En este sentido, el informe de la OMS es una herramienta básica, nueva, que contiene datos estadísticos esenciales para comprender la dimensión del problema. Está en las calles, las escuelas, los vecindarios y, erróneamente, muchos la consideran parte de la condición humana, controlable sólo por las fuerzas policiales y jurídicas. Desde estos razonamientos, los profesionales de la salud deben lidiar con las consecuencias de la violencia pero no trabajar con sus causas.

Esta mirada está cambiando. Y ahora se intenta comprender el problema de la violencia desde distintas disciplinas, especialmente desde la salud, a partir del éxito de las intervenciones de salud pública en otras áreas relacionadas con el medio ambiente y las conductas humanas como las afecciones cardíacas, el tabaco y el VIH/SIDA, entre otras. El esfuerzo de las instituciones judiciales y policiales se va enriqueciendo ahora por el aporte de psicólogos, epidemiólogos, que hacen foco en la prevención de la violencia y en la interpretación de sus causas más profundas.

Según el informe, una de las causas por las que la violencia ha sido largamente ignorada como tema de la salud pública es la falta de una definición clara del problema. La violencia es un fenómeno difuso y complejo. La OMS define a la violencia como "el uso intencional de la fuerza física o el poder en contra de uno mismo, de otra persona, o contra un grupo o comunidad, que da lugar o tiene altas posibilidades de provocar lesiones, muerte, daños psicológicos, maldesarrollo y privaciones". Esta definición engloba a la violencia interpersonal, así como también a las conductas suicidas y a los conflictos armados. También cubre una amplia gama de actos que incluyen actos físicos, amenazas e intimidación.

En todos los casos, indica el reporte de la OMS, una proporción sustancial de los costos que la violencia impacta en la salud de las víctimas, y es una carga para las instituciones de salud. Esto hace que el sector de la salud tenga especial interés en jugar un rol central en el trabajo para prevenir la violencia.

El informe, por supuesto, parte de la premisa de que la violencia es evitable. Como dice el expresidente de Sudáfrica Nelson Mandela, autor del prólogo, en mi propio país y alrededor del mundo, tenemos ejemplos brillantes de cómo la violencia puede ser contrarrestada. Los gobiernos, las comunidades y los individuos pueden hacer la diferencia.

La OMS propone caminos para trabajar en la prevención de la violencia; contribuye a esto y sienta las bases de esta tarea. Como primer paso, postula crear sistemas de vigilancia y monitoreo a nivel de país, para con los datos sobre la mesa, elaborar los programas de prevención. También proclama mejorar la capacidad de recolección de datos, definir prioridades y apoyar investigaciones sobre las causas, consecuencias, costos y prevención de la violencia; promover la prevención primaria y fortalecer la respuesta de las víctimas, para que no permanezcan en silencio. Alentar respuestas entre países mediante acuerdos internacionales, intercambio de información, políticas, leyes, mecanismos de protección de los derechos humanos, es otro de sus propósitos. El objetivo: que la red sea tan fuerte que la violencia vaya cediendo sus terrenos.

* Editores: Etienne G. Krug, LindaL. Dahlberg, James A. Mercy Anthony B Zwi y Rafael Lozano.

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