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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med vol.24 no.1 Ciudad de Camaguey ene.-abr. 2024  Epub 02-Mar-2024

 

Artículo original

El lugar como categoría espacial para los estudios sociales

The place like space category for the social studies

0000-0001-7865-6315Joaquín Márquez Meriño1  *  , 0000-0002-8634-4036Enrique Loret de Mola López1  , 0000-0002-6983-675X Renier Mejias Salazar1 

1. Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz. Camagüey. Cuba.

RESUMEN

El artículo sistematiza una concepción teórica y metodológica que sustenta el lugar como categoria espacial, dimensión de la existencia, a partir de la cual se materializan los objetos, fenómenos y procesos que se relacionan con la forma en la que se vive, en identidad con el entramado social y territorial en el que se desarrolla. A partir de la crítica de las fuentes bibliográficas registradas, emerge la espacialidad, en la que se insertan e imbrican los objetos de diverso carácter, la sociedad y sus acciones en su disposición, articulación y localización. El presente artículo deriva de un grupo de resultados del proyecto de investigación Proyección pedagógica de la Tarea Vida en los diferentes niveles educativos que se ejecuta en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz en el período enero 2020 - diciembre 2025 y tiene como objetivo sistematizar una concepción teórica y metodológica que sustente el estudio del lugar como categoría espacial para los estudios sociales. Entre los resultados se destaca la caracterización de las funciones del lugar; así como su comprensión como sistema, en el que están presentes dos totalidades, las que, en calidad de dimensiones, definen los atributos y características propias que trascienden el sistema; como un conjunto complejo de relaciones de carácter biofísico y cultural, sostenidas teóricamente desde su evolución, vistas desde una concepción práctico-actitudinal-espacial.

Palabras-clave: lugar; cultura; vivencia; identidad

ABSTRACT

The article systematizes a theoretical and methodological conception that sustains the place as a spatial category, dimension of existence, from which the objects, phenomena and processes that are related to the way we live are materialized, in identity with the framework, social and territorial in which we develop. From the critique of the registered bibliographical sources, spatiality emerges as a process in which objects, processes of diverse character, society and its actions are inserted and intertwined in their arrangement, articulation and location. This article derives from a group of results from the research project Pedagogical projection of the Life Task at the different educational levels that is carried out at the University of Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz in the period January 2020-December 2025 and aims to systematize a conception theoretical and methodological that supports the study of place as a spatial category for social studies. . Among the results, the characterization of the functions of the place stands out; as well as its understanding as a dialectical totality, in which two totalities are present, which, as dimensions, define the attributes and characteristics that transcend the system; as a complex set of relationships of a biophysical and cultural nature, theoretically sustained since its evolution, seen from a practical-attitudinal-spatial conception.

Key words: place; culture; experience; identity

INTRODUCCIÓN

Las formas de agrupación humana han evolucionado y unido a ello existe un progresivo interés del hombre por su estudio. Por esto, asumir el tratamiento de los estudios espaciales como conjunto de consideraciones teórico-filosóficas, no constituye una pretensión, sino una necesidad, por el carácter científico-investigativo con el que se toma este tipo de indagación, desde las diferentes ciencias, en especial las sociales, donde la manifestación diferenciada de los patrones de organización de las diversas formas del planeta y a su vez, su integración jerárquica y funcional, le otorgan rigor a las investigaciones de este tipo.

Loret de Mola López, Mejías Salazar y Cardona Fuentes 1) sostienen la idea de que se pueda hablar de la naturaleza, de la sociedad o de la cultura como realidades globales y homogéneas. Si se quiere construir la teoría sobre bases más sólidas, es conveniente partir de las realidades esenciales, analizar los hechos sociales del modo en que los viven los seres humanos.

La organización espacial adquiere vigencia como resultado de la forma y tipo de relaciones de intercambio, en lo cual convergen y divergen flujos de diversa índole. Este movimiento contribuye a la creación de redes y áreas de relaciones que se distinguen por su poder articulador. Todo ello le confiere individualidad, signada por la cultura y las prácticas locales, resultante de la contradicción dialéctica presente entre lo global y lo local, es decir, la organización económica y social de los pueblos, sus valores y costumbres, las que sintetizan la capacidad de ofrecer una visión amplia y sinóptica de las relaciones espaciales en los asuntos humanos.

Hoy acontecen cambios políticos, económicos, sociales y culturales, con la emergencia de nuevas modalidades de producción y organización social lo que determina una redefinición de los niveles escalares del espacio geográfico, “[…] contexto en el que se producen las manifestaciones y relaciones espaciales entre los fenómenos”.2

Esta noción del espacio geográfico no abarca solamente las áreas habitadas del planeta, sino todo lo que se ve afectado por el hombre, como conjunto indisociable y contradictorio, que se manifiesta en diferentes escalas para su estudio, por un lado el espacio global soporte de las principales redes y flujos globales y por otro el espacio de las regiones y territorios, por ello la categoría espacio geográfico de hecho contiene a la región, al territorio, el lugar y al paisaje, categorías espaciales, que permiten su estudio, y de hecho están presentes como reflexión epistemológica en las metodologías de base para análisis espaciales.

El espacio geográfico entendido como contexto o escenario cultural en el que se producen las manifestaciones y relaciones histórico-espaciales entre los procesos, objetos (los naturales, los construidos, las tecnologías, etc.), los fenómenos (naturales y sociales) y acciones del hombre, vistas como el resultado de las relaciones sociales de producción, se concibe, al decir de De la Torre Dávalos,3 como un espacio poblado por personas que establecen lazos entre sí y cuando estas relaciones son duraderas se establecen redes que son realidades sociales y materiales que organizan el espacio.

La espacialidad como proceso de transformación de los modos de vida, ha sido estudiada por Mateo Rodríguez2) y Casanova Berna,4 quienes la distinguen como proceso histórico y funcional favorecido por el desarrollo del modo de producción y las prácticas sociales; por lo que se reconoce la espacialidad como:

[…] proceso de desarrollo, por su carácter conciliador entre las diferentes acciones sociales. Se manifiesta como resultado del proceso de interacción entre la sociedad y la naturaleza, en el que convergen y divergen diversos flujos de personas, medios de comunicación, transportes, abastecimiento, información y capitales, creando redes y áreas de relaciones.1

De esta manera, es el momento de considerar el debate acerca de las organizaciones espaciales, de extensión variada que comprenden escalas geográficas funcionales desde el nivel local al mundial, las que conectadas por flujos de energía y materiales, se constituyen en componentes de este sistema: la región, el territorio, el lugar y el paisaje; configuraciones que conforman la identidad de la espacialidad de la sociedad. Cuestión que renueva la necesidad de las ciencias sociales de repensar la problemática relacionada con la distribución espacial.

Para profundizar en la temática, se consultaron sistemas de indización y resúmenes regionales e internacionales, tales como Scopus, Scirus, Elsevier, Redalyc, Latindex y SciELO, favorecedores de la comprensión de su corpus teórico.

El presente artículo forma parte de un grupo de resultados del proyecto de investigación Proyección pedagógica de la Tarea Vida en los diferentes niveles educativos. Aquí se establecen los fundamentos epistemológicos que fundamentan la espacialidad como proceso que tiene que ver con los objetos, actividades e incluso, los seres humanos en su disposición, articulación y ubicación en la superficie del planeta, por lo que se declara como objetivo sistematizar una concepción teórica y metodológica que sustente el estudio del lugar como categoría espacial para los estudios sociales.

Para dar cumplimiento al objetivo planteado, se aplicaron métodos propios del nivel teórico y empíricos, como el analítico-sintético, inductivo- deductivo, el enfoque de sistema, el análisis documental, entre otras; el trabajo se enriqueció con la información obtenida de dos fuentes fundamentales: la bibliografía consultada y las evidencias obtenidas en actividades académicas y científicas desarrolladas.

DESARROLLO

El lugar es considerado una herramienta con potencial para superar las características divisiones entre lo global y lo local, entre las visiones críticas y las observaciones empíricas de fenómenos, procesos u objetos, para interpretar los vertiginosos procesos de fragmentación y reconfiguración de los territorios en el mundo de hoy.

La utilización de esta categoría surgió en el marco de la escuela humanista en la década de los años 70 del siglo XX, enfocada en el estudio de las relaciones culturales entre un grupo de personas y un lugar específico, considerando que la cultura es el elemento fundamental en las relaciones sociales de los individuos y la sociedad.

La cultura es el mecanismo básico de adaptación y transformación al medio natural, es una forma de comunicación del hombre y el grupo social con el escenario donde vive, es herencia de aprendizaje de las profundas relaciones sociedad-naturaleza, es el mecanismo básico de adaptación y transformación al medio natural, “[…] constituye la suma de la creación humana, es la espina dorsal que sostiene, articula y da sentido a la producción material y al conocimiento, o sea, a los procesos que garantizan la reproducción social del hombre”.5 La cultura puede manifestarse a diferentes escalas; a saber, lo histórico y lo espacial, cuando se refiere a la cultura de una región, paisaje, un país, un pueblo, una clase o grupo social.6

De acuerdo con este enfoque, los habitantes de cierto lugar toman conciencia de una cultura común y de sus diferencias con respecto a otros grupos. Se trata de la apropiación simbólica de una porción del espacio geográfico por parte de una agrupación social determinada, que es un elemento constituyente de su identidad. Este punto de vista ha sido asumido por diversos autores, entre los que se cuentan, por ejemplo, Tuan,7 Ramírez Velázquez y López Levi,8 Sgubin y Fritzsche,9 Riesco Chueca,10 Berroeta, Rodríguez Mancilla y Zumárraga-Espinosa,11 Ayala Méndez y Latorre Tomas,12 Arroyo López;13 entre otros.

La idea del significado del lugar, fue desarrollada por Tuan7 con base en la fenomenología y la topofilia y está relacionado en este ámbito, con la experiencia, las vivencias, las interpretaciones, las sensaciones y la memoria.

Tuan7 limita el lugar, porque asume la posición de las personas y la sociedad, entendida a partir de los usos y significados simbólicos obtenidos de localizaciones específicas, el de localización espacial que se origina con el vivir en y con su asociación en el espacio, aspectos que vinculan la persona con una posición social (materia de la sociología) y una localización espacial específica (ámbito de la geografía).

Autores contemporáneos asumen el lugar desde otras aristas, De la Torre Dávalos,3 Casanova Berna4 y Jara Espinosa14 lo relacionan con la arquitectura; Berroeta, Rodríguez Mancilla y Zumárraga-Espinosa,11 Alencar Viana, Sá Barreto y Carvalho Corrêa,15 con la psicología; Rodríguez Sánchez (16 con la historia; Castrogiovanni 17 con el turismo y Molina Jaramillo,18 con la salud pública.

Desde la perspectiva teórica se concibe como el constructo sistémico resultante que adquieren las relaciones biofísicas y culturales que configuran el espacio social, en la que trascienden lo vivencial, simbólico e identitario, para el enriquecimiento de la relación sujeto-espacio, lo que favorece la gestión y elaboración de estrategias de intervención para su renovación permanente, de ahí el rol que debe jugar el lugar en la arquitectura de las ciencias sociales en general.

Las ciencias sociales, se relacionan con el estudio de la sociedad, el comportamiento humano y su desarrollo histórico-lógico. Abordan las relaciones sociales que se dan entre grupos de personas, en los distintos niveles escalares del espacio geográfico y tienen en cuenta sus manifestaciones materiales e inmateriales.

La vivencia posee una orientación biosocial, es algo intermedio entre la personalidad y el medio, revela lo que significa en un momento dado el medio para la personalidad y debe ser entendida para estudios de este tipo, como la relación interior del ser humano con el contexto cultural en el que se producen las manifestaciones, relaciones histórico-espaciales y acciones del hombre. Al decir de Vigotsky:19

[…] La vivencia determina de qué modo influyen sobre el desarrollo uno u otro aspecto del medio. Lo esencial no es la situación objetiva por sí misma en sus índices absolutos, sino el modo cómo vive dicha situación. Solemos encontrar en una misma familia, en una situación familiar idéntica, distintos cambios en el desarrollo [...] ya que dicha situación es vivida por ellos de diferente modo.19

A través de las vivencias se interioriza y refleja el contenido social, histórico y cultural del individuo del espacio en el que vive, por lo que han sido consideradas

“[…] unidades de análisis de la situación social de desarrollo”20 lo que favorece interiorizar y reflejar el contenido social, histórico y cultural del individuo de acuerdo con el nivel de desarrollo y de apropiación espacial, lo que al decir de Arroyo López-Manzanares contribuye a su razón “locativa referenciada nominalmente”.13

El lugar no es estático debido a las interacciones sociales que suscitan el cambio y la transformación, razón por la cual los lugares no tienen fronteras, ni límites, son abiertos; no se niega la especificidad del lugar, ya que están ubicados diferencialmente en una red global de relaciones y se definen por sus interacciones; estas relaciones se interconectan y ligan desde lo local hasta el amplio mundo.

Este orden de ideas, permite diferenciar al lugar del resto de los niveles escalares; ya que, estos poseen limites previamente establecidos y en cambio el lugar, responde al fenómeno, proceso u objeto social de estudio, por lo que se reconoce como lugar, un barrio, un centro de producción de significación, un sistema territorial, una universidad, una provincia o un país. Por el patrón de referencias y significados que porta, el lugar posee un conjunto de valores que lo connotan frente al mundo.

En el lugar, es importante la forma particular que adquieren las relaciones sociales, ya que configuran el espacio social, lo que propicia que se destaque la identidad y lo simbólico. El lugar constituye la unidad básica para los estudios espaciales, al favorecer el tratamiento de lo histórico y espacial de la vida de la sociedad, así como prestar especial atención a la organización territorial de las fuerzas productivas.

Todo lugar tiene una ubicación. Sin embargo, el dónde va más allá de la geometría, de las coordenadas geográficas (latitud y longitud). Está claro que la sociedad no atribuye una coordenada a los lugares donde vive o donde actúa. Es el valor que la sociedad atribuye al lugar lo que constituye la base de la ubicación de ese lugar. El lugar tiene también, un sentido, representado por las interrelaciones tejidas por los hombres en sus espacios de vida a través de la historia y de la cultura de las sociedades. El espacio es, así, un mediador central en la teoría social de los intercambios humanos.21

Castrogiovanni17 plantea que el lugar se constituye como una construcción desde las relaciones sociales humanas, es producto de ellas y del diálogo entre los hombres y el resto de los seres que lo componen: la relación del hombre con la naturaleza y su entorno. Estas relaciones van produciendo la identidad de los sujetos del lugar.

Cresswell 22 abre más el diapasón en la comprensión de esta categoría y tiene en cuenta el significado que los individuos le dan en el espacio geográfico que está ligado con ellos en diferentes maneras; agrega a todas las que se adscribe, que este no es solo una cosa en el orbe, pero que sirve para entenderlo, ya que: “[…] cuando vemos al mundo como un planeta de lugares, vemos diferentes cosas … apegos y concepciones entre gentes y lugares. Vemos un mundo de significados y experiencias”.22

El lugar remite a la habitabilidad, a la apropiación y a la articulación del espacio, ya que constituye un sitio de encuentro. Para institucionalizar un lugar, es necesario que contenga celebraciones, símbolos, racionalizarlo para su administración y aprovechamiento, así como distribuir cargos dentro de la jerarquía, que se basen en historias o leyendas propias, elementos que lo dotan de una memoria.

Dentro de este orden de ideas, Riesco Chueca10 considera las relaciones que se establecen entre el lugar y sus residentes o transeúntes; permiten que se desarrolle la actividad humana; “[…] la historia tiene margen para sedimentar con sus numerosas capas de significación y matices; las relaciones sociales se entrelazan mediante tramas inequívocamente espaciales, aprovechando los valores formales disponibles”.

Por su parte De la Torre Dávalos3 valora que existe una relación entre sentido de lugar y patrimonio urbano, determinado por las relaciones establecidas entre la dependencia, apego, identidad, política y el entorno construido; el enfoque aporta una visión dinámica dada entre las personas con su entorno, lo que permite convertir un lugar ordinario en único o patrimonial. Por eso, “[…] para urdir utopías, para encontrar las improntas de lo humano en el paisaje geográfico, para concebir arquitecturas y ciudades al servicio de la vida humana deberá, por fuerza, tratarse a fondo de lugares”.4

Loret de Mola López y Gamboa Costa,23 reconocen la importancia del papel vivencial del lugar, constituido por las familias, sus miembros; así como los grupos sociales, instituciones y espacios que en él interactúan, compartiendo redes de comunicación que contribuyen a la formación de un sentimiento de identificación y pertenencia.

Diversos autores, Ayala Méndez y Latorre Tomas,12) Morel,24 Salazar, Martin y Irarrázaval;25 dotan al lugar de sentido, asumido desde emociones y vivencias desarrolladas por las personas hacia el espacio que habitan, a partir de sus experiencias, que generan sentimientos de arraigo e identidad; “[…] el sentido de lugar es un concepto multisecular; permite analizar el lugar y la identidad a escala barrial, provincial o de cualquier entidad territorial o geosistémica”. 12

El análisis del lugar como categoría espacial, que trasciende el estudio de las restantes unidades escalares, territorios, paisajes y regiones, por la forma en la que se manejan los patrones de apropiación y uso del espacio en los procesos de desarrollo, no es solo una revelación cualitativa del proceso, sino que se constituye en requisito para su sostenibilidad, como capacidad de la configuración espacial, para garantizar el desenvolvimiento de sus potencialidades para la satisfacción de necesidades tanto individuales como sociales.

Son características distintivas del lugar la significatividad y la existencia de estructuras o sistemas sociales. La significatividad se manifiesta en las relaciones afectivo-vivenciales, que identifican a los sujetos con el lugar, manifestadas en dos dimensiones, la vertical, reveladas por las relaciones que establece entre lo nuevo, con la herencia cultural, adquirida de las generaciones precedentes y la horizontal, manifestadas por las relaciones interpersonales que establecen los sujetos. La existencia de estructuras o sistemas sociales, es de gran importancia ya que posibilita la formación y desarrollo de los grupos sociales, en los que la comunicación adquiere relevancia.

De esta forma el análisis espacial adquiere valía, en tanto sintetiza las capacidades de articulación de las fuerzas productivas, como categoría que permite designar el estado de apropiación alcanzado por el hombre del espacio cultural construido y las relaciones de producción, todo lo que confiere sentido a la identidad como proceso espacial. Analizado de esta forma al lugar lo caracterizan cinco rasgos fundamentales:

Integralidad, revelada por la relación orgánica, funcional y afectiva como totalidad, reflejando la relación entre el todo y sus partes en estrecha interrelación con la unidad espacial superior a la cual pertenece.

Complejidad, como forma más elevada de organización y también de auto-organización, que conduce a la regeneración, reconstrucción y reproducción de sus funciones y elementos como un todo.

Funcionabilidad, revelada por el desarrollo de las funciones humanas, soporte de los intercambios de energía y flujos de diferente carácter, que se constituyen en puntal para la actividad y existencia de los hombres, orientada al futuro.

El autodesarrollo, se expresa por el crecimiento de la capacidad de identificación y superación de contradicciones, que el hombre elabore y enfrente con capacidad crítica y posición activa, que hacen que la participación y la cooperación sea cada vez más consciente y transformadora, favoreciendo un proceso de cambios cualitativos de carácter progresivo.

Identidad cultural, percibida como los valores, símbolos, percepciones, costumbres, tradiciones, aspiraciones y manifestaciones diversas, proyectos y prácticas compartidas, manifestadas como resultado del proceso de interacción entre la sociedad y la naturaleza.

El lugar posee como características distintivas la significatividad y la existencia de estructuras o sistemas sociales. La significatividad se manifiesta en las relaciones afectivo-vivenciales, que identifican a los sujetos con el lugar, manifestadas en dos dimensiones, la vertical, reveladas por las relaciones entre lo nuevo, con la herencia cultural, adquirida de las generaciones precedentes y la horizontal, manifestadas por las relaciones interpersonales que establecen los sujetos. La existencia de estructuras o sistemas sociales, es de gran importancia ya que posibilita la formación y desarrollo de los grupos sociales, en los que la comunicación adquiere relevancia.

En este contexto el lugar por sus características de espacio particular, localizado y escenario de vida cotidiano, de connotación cultural por la identidad que de él transpira, se convierte en escenario de estudio para las ciencias sociales, al apreciarse como unidad en la que se imbrican desde una visión totalizadora, el hombre como centro de la actividad social y todo lo que influye en su comportamiento, lo biofísico y lo cultural, en el tiempo y en un orden espacial.

Siendo consecuente con estas ideas, se concibe el lugar como sistema espacial complejo, constituido por las familias, sus miembros; así como los grupos sociales e instituciones y espacios que en él interactúan, los que comparten redes de comunicación espirituales, materiales y afectivas, que los identifican, por sus modos de vida, valores, creencias y tradiciones, que contribuyen a la formación de un sentimiento de pertenencia e identificación, que por sus cualidades le otorgan identidad.

La definición facilita la atención a la diferencia entre un lugar y otro, no solo por las condiciones biofísicas, económicas y sociales, sino por la implicación de la cultura en los destinos históricos para el desarrollo, en tanto devela la identidad cultural, la diversidad y la especificidad como algunos de sus más importantes componentes.

A partir de lo señalado se resalta el papel insustituible y el espacio natural que por derecho propio debe ocupar el estudio del lugar, como categoría espacial para los estudios de las ciencias sociales en los centros de educación superior, para contribuir a que cada profesional, por su connotación cultural, por la identidad, por la escala, que puede usarse desde diferentes perspectivas, identifique lugares en un mundo que puede adscribirse a diferentes escalas, con el objetivo del establecimiento de la vinculación lugar-vivencia-identidad, como práctica de hacer que el lugar reviva en el presente, el pasado y contribuya al desarrollo y transformación de la identidad.

El logro de este enfoque crítico y transformador del estudio del lugar se logra mediante la delimitación de las funciones asumidas por él como categoría espacial, al definir los contenidos especializados como fundamento del desempeño profesional.

El estudio realizado propició la propuesta de funciones del lugar, que como conjunto de manifestaciones externas de un proceso, aparecen como metas, fines, objetivos y normas, que expresan el deber ser del proceso, con la intención de alcanzar resultados favorables. Esta concepción emerge de la naturaleza misma del proceso social que caracteriza y permite identificar su aporte a la sociedad, al describir su propósito.

Función espacial: es funcional, teniendo en cuenta el momento de la incidencia de la sociedad sobre los niveles escalares y las relaciones sociales, vivenciales, históricas y culturales que se establecen en el lugar. La espacialidad se manifesta en su consideración como espacio, que adquiere vigencia como resultado de las relaciones de intercambio y de la contradicción dialéctica presente entre lo global y lo local, a partir de la mediación de los procesos humanos que acontecen en ella, que la distinguen de otros espacios y le confieren al lugar una individualidad, signada por la cultura y las prácticas locales.

Función social: tiene como objetivo el comprender la búsqueda de salidas a la situación económica y social, resultante de las relaciones de interdependencia entre la sociedad y la naturaleza, teniendo en cuenta la riqueza de los elementos culturales e históricos del lugar, que propician su mejor uso, con vías al desarrollo sostenible, al favorecer la interpretación de fenómenos emergentes y reemergentes.

Función económica: posibilita la estructuración consciente a nivel teórico de los principios directrices más generales de la actividad económica de la sociedad, mediante una visión integral de conjunto acerca del hombre, la realidad del espacio construido y la activa relación entre ambos, a partir del conocimiento de las leyes económicas de la sociedad, tanto a su expresión en el plano nacional e internacional.

Función cultural-científico-tecnológica: caracteriza la apropiación consciente y sistemática de todos los aspectos que encierra la cultura, es decir el conjunto de valores materiales y espirituales creados por el hombre en la práctica histórico social y que propician el establecimiento de habilidades lógicas para reflejar de modo más exacto las propiedades y nexos esenciales de la realidad.

Función axiológica: contribuye a formar y concientizar una comprensión adecuada acerca de cuáles son los valores auténticamente humanos y de cómo realizar una valoración correcta de la realidad con la que el hombre se vincula, posibilitándose con ello una percepción en los problemas que va más allá de los niveles que marca el desarrollo socioeconómico.

Función ética: contribuye a la elaboración y asimilación de las normas y patrones de conducta, inculcando un sistema de principios humano-universales e histórico-concretos en el comportamiento social de la persona, lo que tiene que ver con sus vivencias y las relaciones que se llevan a cabo en el lugar.

La sistematización realizada permite la comprensión del lugar, desde una visión totalizadora, en la que se confiere atención preferencial al intercambio de flujos de energía, materia e información presentes en el sistema desde una perspectiva funcional para el desarrollo de las actividades del hombre, relativas a la utilización de los recursos y condiciones naturales y recursos culturales; que favorecen la apropiación de saberes, habilidades, tecnologías, valores y modos de actuación.

En el lugar como totalidad dialéctica, por la función principal que desempeña en la espacialidad, están presentes dos dimensiones, las que definen los atributos y características propias que trascienden al sistema, la primera la dimensión biofísica, que como una organización espacial compleja, está organizada por componentes bióticos y abióticos. Constituye la base natural que posibilita el desarrollo de la sociedad que, en interrelación con la cultura acumulada, puede en diferente grado ser valorizada y transformada por el hombre.

Constituye un orden y un proceso que las personas no han creado y que continuará existiendo. Esta visión de los sistemas naturales actúa de acuerdo a leyes a ellos inherentes, o sea, a leyes naturales que responden al propio funcionamiento interno de los sistemas naturales, que, si bien pueden ser modificadas y asimiladas por el hombre hasta cierto límite, hacen que estos sistemas posean una autonomía natural.

Una segunda dimensión la cultural, soporte de las relaciones biofísicas en su relación con la estructura social, contribuye al ordenamiento espacial que como resultado de la organización y nivel de las relaciones de producción presentes en los sistemas económicos, caracterizan la actividad social y económica sobre la naturaleza.

La percepción de la cultura como dimensión en los análisis espaciales, asume un rol sobresaliente en los últimos años por el paulatino crecimiento de la valoración de las prácticas y políticas culturales en la vida social, elementos que orientan el desarrollo y la renovación teórica de las ciencias sociales en torno a la cultura.

En la cultura están presentes las relaciones económicas, sociales y culturales, las primeras, tienen que ver con la producción, la apropiación, el intercambio y el consumo de bienes, encaminados en la búsqueda de niveles de eficiencia económica y social adecuados, adaptados a las condiciones de los espacios, de forma tal que posibiliten un crecimiento económico articulado con los límites naturales y sociales. Estas relaciones deben favorecer la transformación de la infraestructura; así como la eficiencia y efectividad de su explotación.

Las ciencias sociales, en función de la construcción de la cohesión en la unidad espacial que se logra a partir del uso eficiente y racional del capital humano, posibilitan una configuración social acorde a las expectativas y potencialidades de la sociedad con un sentido y trascendencia territorialmente enriquecedora, que faciliten el desarrollo de de la preservación y transferencia de la herencia cultural; así como del establecimiento de normas que regulen las relaciones entre los hombres y de estos con el medio.

Las relaciones culturales constituyen la plataforma para el funcionamiento de la unidad espacial, por su influencia en la conformación de la identidad y pertenencia espacial. Ellas regulan la combinación armónica de los conocimientos acumulados, los valores, tradiciones; así como otros referentes culturales, para que sean objeto de debate y reflexión permanente que favorezcan la reinterpretación y reelaboración de nuevos significados, con sentido tanto personal como social.

CONCLUSIONES

El estudio de la dimensión espacial de las ciencias sociales está ligado estrechamente con el lugar. Su fundamentación epistemológica, permite entenderlo como una totalidad, en la que se insertan los problemas humanos como resultado de las dinámicas sociales y del reflejo de la sociedad, generan identidad, soporte de la vida cotidiana o base para la organización social, económica y política de la sociedad.

La sistematización teórica-metodológica partió de esclarecer al lugar como una porción del espacio geográfico, cuya delimitación deriva de las relaciones que se establecen entre la cultura y las vivencias, que propician el apego y la identidad. Estas categorías posibilitan una interpretación integral del lugar a través de dar importancia a las funciones espacial, económica, cultural-científico-tecnológica, axiológica y ética.

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Recibido: 25 de Septiembre de 2023; Aprobado: 12 de Febrero de 2024

* Autor para la correspondencia: enrique.loret@reduc.edu.cu

Los autores declaran que no poseen conflictos de intereses respecto a este texto.

Conceptualización: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López, Renier Mejias Salazar.

Curación de datos: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López.

Análisis formal: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López, Renier Mejias Salazar.

Adquisición de fondos: --

Investigación: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López, Renier Mejias Salazar.

Metodología: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López.

Administración del proyecto: --

Recursos: --

Software: --

Supervisión: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López.

Validación - Verificación: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López, Renier Mejias Salazar.

Visualización: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López, Renier Mejias Salazar.

Redacción - borrador original: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López, Renier Mejias Salazar.

Redacción - revisión y edición: Joaquín Márquez Meriño, Enrique Loret de Mola López.

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