INTRODUCCIÓN
Para aprender algo nuevo es preciso disponer de las capacidades, conocimientos, estrategias y destrezas necesarias -poder- y tener la disposición, intención y motivación suficientes -querer- para alcanzar los fines que se pretenden conquistar. Esta idea de que el aprendizaje está determinado por variables motivacionales pero también cognitivas nos introduce de lleno en toda la compleja variedad de procesos y estrategias implicadas en el acto de aprender.
Durante algunos años el centro de atención de las investigaciones sobre el aprendizaje estuvo dirigido prioritariamente a la vertiente cognitiva del mismo; sin embargo, en la actualidad existe una coincidencia generalizada en subrayar, una esencial interrelación entre lo cognitivo y lo motivacional. Si bien el querer puede orientarnos hacia la búsqueda de los procedimientos más favorables a nuestros propósitos; la falta de conocimiento sobre formas de proceder, sobre el cuándo y cómo, puede conducirnos a la apatía y al abandono.
Una gran parte de las personas que están vinculadas al mundo de la educación tienen la sensación de que los estudiantes, además de no aprender lo suficiente, dedican muy poco tiempo a estudiar contenidos académicos. Incluso, se puede afirmar que hay una opinión bastante generalizada de que los estudiantes aprenden cada vez menos y tienen cada vez menos interés por aprender. Pero ese desinterés se dirige sobre todo a aquellos contenidos que se enseñan en las aulas mediante unos métodos de transmisión que, en muchos casos, no generan ningún entusiasmo en la mayor parte de los estudiantes. Es más, estos métodos de enseñanza han cambiado relativamente poco a lo largo de los años y, en el mejor de los casos, son insignificantes si los comparamos con los profundos cambios culturales que ha experimentado la sociedad en las últimas décadas.
Se ha señalado por investigadores, que en la escuela se enseñan contenidos del siglo XIX, con profesores del siglo XX, a alumnos del siglo XXI. Bajo este planteamiento, estamos ante un primer problema motivacional vinculado a los contenidos y a su enseñanza.1
La motivación ha sido objeto de innumerables investigaciones, que por su puesto se han realizado con la finalidad de recopilar toda aquella información necesaria para poder sacar a la luz la influencia que esta puede tener en los diferentes patrones de conducta. La capacidad de los profesores para desarrollar la motivación profesional de sus educandos, resulta aspecto de vital importancia para la formación del futuro profesional de las Ciencias Médicas.
En la formación de profesionales de la salud, los docentes deberán desarrollar la motivación de sus educandos, como parte primordial del proceso de enseñanza aprendizaje e intervenir de manera efectiva en la formación intelectual y en la creación de valores; indispensables para el desarrollo de su profesión.
Si un profesor o profesora quiere que sus estudiantes adopten metas más intrínsecas, tendría que facilitar las condiciones necesarias para que puedan satisfacer sus necesidades psicológicas. Por ejemplo, tendría que explicitar los objetivos de lo que hay que hacer y porqué; permitir elegir entre diferentes alternativas; mejorar las relaciones entre los estudiantes, etc. Hace falta algo más que potenciar el rendimiento eficiente, sacar buenas notas o mejorar en las tareas. Es decir, no es suficiente con centrarse en la consecución de las tareas de logro Gámez, et al.2
No obstante se han podido observar limitaciones en los docentes del Hospital Militar de Matanzas “Dr. Mario Muñoz Monroy”, en el desarrollo de la motivación profesional de sus estudiantes, porque estos educadores no tienen formación pedagógica, afectándolos desde el punto de vista teórico-práctico. Dado los escasos recursos didácticos que poseen, trayendo consigo que pese a reconocer la importancia vital de la motivación para estimular el aprendizaje escolar. Una vez en el aula, no son capaces de contextualizar el entrenamiento para lograr la misma, acrecentando la desmotivación de sus educandos, la cual se manifiesta a través inasistencias reiteradas y llegadas tarde a clases, pocas iniciativas para enfrentar el autoaprendizaje, despreocupación por la calidad y resultado de actividades relacionadas con su formación, la falta de compromiso y responsabilidad ante las tareas, la poca participación en las clases por encuentros, la no realización de trabajos orientados individualmente, bajas calificaciones, el sentirse satisfechos solamente con aprobar, sin pretender alcanzar buenos resultados, lo que ha condicionado, la necesidad de abordar esta problemática y proponer una solución pedagógica inmediata, por lo que se propone como objetivo analizar aspectos importante relacionados con la motivación por el estudio en los estudiantes de carrera de Medicina.
DESARROLLO
El término motivación deriva del verbo latino moveré, cuyo significado es mover, por lo tanto motivación es la necesidad de activar la conducta dirigiéndola hacia la meta propuesta.3
El análisis de la motivación para el estudio tiene una vital importancia práctica, pues va a influir tanto sobre la eficiencia en la asimilación de los conocimientos, en la formación de habilidades y capacidades, como en la formación del carácter, la moral y la orientación de los estudiantes universitarios, además de constituir un instrumento de retención para la universidad.4
La necesidad de formar un futuro profesional de la salud capaz de vencer los múltiples desafíos que se presentan, tanto dentro como fuera del país, plantea grandes retos a la educación médica y exige que la formación de los profesionales de la Medicina, garanticen que sus egresados tengan una preparación sólida. Es necesario que se estimule en estos estudiantes el deseo ferviente de profundizar en los contenidos aprendidos, que sientan la necesidad de investigar y llevar a la práctica los resultados obtenidos, realizando su labor sobre la base de los valores, humanos, ideológicos éticos, solidarios que los debe caracterizar.5
Alguno de los alumnos que estudian la carrera de Medicina en el Hospital Militar de Matanzas “Dr. Mario Muñoz Monroy”, refieren no sentirse motivados por la carrera, que es una carrera muy difícil, que requiere mucho tiempo de estudio, o sea mucho sacrificio, manifiestan además dificultades con el método de estudio seleccionado. Plantean no haber recibido la orientación necesaria para realizar la selección correcta de los mismos, no se realiza una correcta activación y autonomía de los estudiantes, factores que están muy relacionados con la motivación para aprender.6 Esta desmotivación es expresada por escasa iniciativa, aparentando aburrimiento, inasistencias reiteradas, llegadas tarde a las clases y actividades planificadas, despreocupación por la calidad y resultados docente, poca participación en las actividades investigativas, falta de compromiso y responsabilidad ante las tareas, pobre participación en clases, pases de visitas, no realización de trabajos orientados individualmente, sentimientos de satisfacción con solo aprobar.
En muchos de estos estudiantes que refieren no estar motivados por la carrera, en el momento de optar por ellas, prevalecieron elementos de la motivación extrínseca como: reconocimiento social, remuneración económica, cumplimiento de sueños de padres y familiares, salir al exterior, no realizar el SMA (varones).
El Ministerio de Salud Pública asumió en 1976, los centros de Educación Médica Superior dependientes del Ministerio de Educación hasta ese momento. La matrícula poco a poco fue incrementada, sobre todo al constituirse el Destacamento de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay”. La Universidad de Ciencias Médicas en este nuevo contexto histórico está llamada a desempeñar un rol revolucionario, a partir del concepto de que la salud y la educación son elementos sustanciales de la ideología de la Revolución Cubana, y son los recursos humanos bien preparados los que salvarán la Revolución Socialista y contribuirán al desarrollo económico.
La Educación Superior Cubana precisa que los profesionales egresados de las universidades, incorporen como encargo social la continuidad en la formación de los nuevos ingresos. En este sentido, hoy las universidades desarrollan una estrategia transversal de formación pedagógica que garantiza el cumplimiento de esta tarea luego de la graduación, pero esto no se cumple en la carrera de Medicina, pues no se contempla en su currículo, por lo que se deben procurar alternativas que propicien dicha formación; así como el reconocimiento de la necesidad de las ciencias pedagógicas para que el desarrollo del proceso formativo sea eficiente.
La autora considera que a partir de los problemas de salud que se generan en el propio proceso de producción de los servicios y en su enfrentamiento a la docencia en el pregrado, surgirá la identificación de necesidades de aprendizaje.6,7
Las necesidades de aprendizaje constituyen el punto de partida para la búsqueda de la solución pedagógica de capacitación, para lograr la transformación cualitativa de los servicios de salud. Se trata de concentrar métodos que estimulen la necesidad individual y colectiva de la actualización en su preparación integral, para darle respuesta a los cambios requeridos en los servicios, contribuyendo a provocar cambios positivos en los servicios que se preste. En el caso de la investigación que se realiza se refiere a la necesidad de conocimientos de pedagogía del claustro profesoral.
La identificación de necesidades de aprendizaje responde a dos planos diferentes. Un primer plano dado por los requerimientos de servicios de salud, determinados por las necesidades objetivas y subjetivas de salud de la población y un segundo plano, condicionado por la determinación de los requerimientos de educación de la fuerza de trabajo en su conjunto y de cada trabajador en particular, llevando esta afirmación al plano de la preparación pedagógica de los profesionales de la salud que combinan la asistencia con la docencia, se hace necesario identificar sus insuficiencias pedagógicas para enfrentar la docencia con el nuevo modelo pedagógico.
En otras palabras, las necesidades educativas derivan de las necesidades de salud, las necesidades educativas, a su vez, son fuentes de requerimientos de capacitación. Se conforman en necesidades de aprendizaje cuando esa capacitación se concibe y se maneja como estrategia e insumo, para el desarrollo de los servicios de salud de una comunidad dada. De ahí la necesidad de precisar, en qué contenidos pedagógicos deben ser formados los docentes que imparten clases en los servicios de salud.7
Debemos partir de que la decisión de estudiar Medicina se enmarca en amplio abanico de razones y motivaciones, las cuales varía entre individuos por los múltiples factores que pueden influir. Su estudio es importante, pues existe evidencia que relaciona estas motivaciones al desempeño del estudiante de Medicina, se encuentra como motivación intrínseca: el deseo autónomo de cumplir propósitos científico-académicos y humanitarios, que se asocian a un buen rendimiento académico mientras que; entre las motivaciones extrínsecas están el deseo de obtener beneficios de ella o la presión familiar pueden asociarse a mayores niveles de ansiedad y depresión durante la carrera.8,9
Es importante destacar que se espera de un estudiante de Medicina que no solo esté motivado en estudiar sino que además sienta la vocación por formarse adecuadamente.10
La motivación se relaciona a los gustos o preferencias que la persona quiere desarrollar bajo diversas circunstancias, en cambio la vocación se entiende como el llamado o la necesidad imperiosa de cumplir con el destino. Es por esto que en el transcurso de la vida, se puede estar motivado a realizar una determinada acción sin presentar necesariamente vocación al ser desarrollada. La vocación en carreras del área médica depende del interés del estudiante, complementado por un ambiente social y familiar que fortalecen y estimulan su desarrollo, con el fin de lograr una actitud positiva para la atención a la población que necesita de sus servicios.11
Los docentes, como parte primordial del proceso de enseñanza aprendizaje, necesitan conocer el nivel de motivación de sus estudiantes, cualquiera que sea la disciplina que imparten, para poder intervenir de manera efectiva en la formación intelectual y afectiva de los educandos, y en la creación de valores profesionales, morales y éticos indispensables para el desarrollo de su profesión y la formación de ciudadanos integrales. La motivación que puede cultivar el docente como facilitador, será efectiva si está asociada al interés de los alumnos, lo cual se produce cuando estos toman conciencia del motivo y la necesidad de aprender.12
Es claro que una de las exigencias que se hace al profesor es la de "motivar a sus alumnos" para el aprendizaje. Esta exigencia se hace desde una posición fuera del aula, asumiendo que se trata de una tarea básica en el oficio docente que debería formar parte de los saberes profesionales de cualquier profesor, obviando la complejidad del asunto y lo que implica la preparación para ello.
Cuando se aborda el tema de la motivación como competencias de los docentes, se limitan a señalar que los docentes deben tener "actitudes explícitas de interés por el aprendizaje, la indagación y la búsqueda y de autosatisfacción cuando llegan a resultados adecuados", y generar "estilos de trabajo en que las preguntas, aportes y experiencias de todos los alumnos son incorporados, y no sólo las de aventajados o con mejores rendimientos". De este modo, se apunta a reforzar ciertas actitudes del profesor y la construcción de un clima de clase que propicie seguridad a los alumnos y, por tanto, un ambiente adecuado para la participación. Claramente esto es una condición necesaria, pero no suficiente para estimular a los estudiantes a querer aprender.
No existe en la actualidad información específica sobre cómo está siendo abordada la formación motivacional de los futuros docentes. Con todo, hay pistas, que sugieren que la noción de motivación que subyace a la formación de nuestros futuros docentes está fuertemente influida por las perspectivas clásicas de la motivación, en concreto, por la distinción intrínseco/extrínseco, por la creencia de que en la medida que los docentes tengan altas expectativas de sus alumnos, ellos aprenderán más.13
El problema de la primera influencia estriba básicamente en las posibilidades de maniobra para intervenir pedagógicamente, si lo deseable es la motivación intrínseca ¿cómo "motivar" sin que ello se transforme en una influencia "extrínseca"? En relación con las expectativas del profesor y el efecto Pigmalión, si bien constatamos la relación entre las variables, no es del todo claro cómo un profesor puede tener o hacer persistir las altas expectativas (verdaderas) cuando la información que recibe del propio alumno o del contexto socioeconómico/cultural van en sentido contrario.
Una formación motivacional adecuada debería entregar una serie de conocimientos disciplinares que ayuden a comprender el fenómeno de la motivación escolar, que den pistas para el diseño de estrategias integradas en el diseño de la clase. Este tipo de formación debiera verse refrendada en un sentimiento de competencia de los docentes frente al desafío de ayudar a motivar a sus alumnos (autoeficacia motivacional).
Desde el sentido común podríamos señalar que los profesores debieran ser capaces de facilitar la motivación de los alumnos hacia el aprendizaje. No basta con exigirlo, hay que formar a los futuros docentes, no es suficiente el carisma personal, es necesario contar con conocimientos y con una conceptualización adecuada de la motivación que sirva como marco y guía de los esfuerzos motivacionales de los docentes. Por lo anterior, y dada la multiplicidad de enfoques sobre la motivación, se hace necesario avanzar en un análisis más fino que permita aproximarse al fenómeno de la motivación con un andamiaje teórico adecuado para visualizar estrategias en la formación inicial. La formación motivacional de los futuros docentes debiera ser sólida y pertinente.
La forma en cómo las personas se representan la realidad (representaciones sociales, teorías implícitas, etc.), condiciona y contextualiza, de alguna manera, sus prácticas sociales. En este contexto, la representación y los conocimientos teóricos que tenga el profesor sobre la motivación en el contexto escolar son relevantes para su práctica pedagógica. Lo son en la medida en que su concepción le permite visualizar estrategias y acciones concretas dentro de su diseño instruccional. Si para él/ella, por ejemplo, la motivación es intrínseca/extrínseca, es poco el margen de maniobra que le queda para facilitar motivacionalmente el aprendizaje. Evidentemente, una concepción determinada de la cuales proporcionen herramientas para la intervención en pos de un mejor aprendizaje.
La motivación no asegura la puesta en ejecución de prácticas motivacionales consistentes, pero es el marco donde ellas son posibles. En esta línea, si se desea que los profesores medien motivacionalmente el aprendizaje escolar de manera efectiva, deben tener nociones adecuadas de cómo funciona la motivación de los alumnos en el contexto escolar, es decir, la motivación por aprender, no sólo la motivación por realizar la tarea. En esta dirección, lo importante es que la teoría les aporte conocimientos para el diseño y la puesta en ejecución de estrategias, así como para la toma de decisiones pedagógicas que contribuyan a la motivación por el aprendizaje de sus alumnos, de manera tal que sea posible ir más allá de una conceptualización de la motivación construida desde el sentido común.
Aunque esta propuesta está lejos de ser definitiva, pretende ser un incentivo para tomar en serio la formación motivacional que se está ofreciendo a los futuros maestros. En aras de aportar a la formación motivacional de los futuros profesores se presentan, a manera de síntesis los siguientes puntos que pueden ser considerados:
No basta con exigir al profesor que motive a los alumnos, hay que darle elementos teóricos para que planifique, gestione y tome decisiones pedagógicas que contribuyan a este fin.
El foco de la motivación escolar debe estar puesto en el aprendizaje. Aunque parezca obvio, hay una tendencia a superponer los focos de amenizar la clase y el de lograr que se realice la tarea, por sobre esperar que el alumno quiera aprender. Claramente estos focos son concurrentes y deseables, pero no pueden hacernos perder de vista que lo central es que el estudiante active sus recursos cognitivos para aprender de manera profunda.
Dentro de la formación pedagógica no solo se deben ofrecer teorías de la motivación en general, sino que se debe aquilatar su aporte desde los desafíos pedagógicos. Esto es mostrar cómo una teoría, al tratar de explicar la realidad, ofrece elementos al docente para que a través de su intervención contribuya a que el estudiante quiera aprender.
Desde esta perspectiva, resulta importante que la formación docente vaya más allá de los esquemas clásicos de la teoría de la autodeterminación (motivación intrínseca/extrínseca), y se integren, a nivel de la tarea, esquemas teóricos como los propuestos por algunos autores que se ajusten a las exigencias de la tarea.
Finalmente, es importante integrar dentro de la formación motivacional esta dimensión más general que va más allá de la tarea y a la que llamamos actividad. En esta línea, hay que tomar conciencia de que no basta con que el estudiante quiera hacer la tarea; es crucial que la actividad global tenga sentido para él, y que el profesor pueda conectarse con aquellos motivos del alumno que pueden dar significado a la activación de los recursos cognitivos para aprender. Evidentemente, lo anterior no implica abdicar frente a la lógica del estudiante y sus motivos para aprender, sino tomar esos motivos como un punto inicial a partir del cual se puede ampliar el horizonte de sentido de los aprendizajes propuestos. Esto pasa, ciertamente, por cuestionar la creencia ingenua de los futuros profesores en torno a que los únicos motivos válidos para aprender son los del docente, los cuales serían, naturalmente, compartidos por los estudiantes.14
El maestro debe contribuir a solucionar las necesidades del entorno, pero esto requiere una adecuada estrategia para llegar a despertar el interés extra en el alumno. La motivación es una consideración muy importante de tener en cuenta al momento de despertar el interés por aprender, la forma en que lo realiza y el rendimiento del estudiante. “El aspecto fundamental para despertar el interés de los estudiantes es, entre otras, la diversidad de las estrategias de aprendizaje que existen como método para lograr un aprendizaje significativo”15
Una vez que el estudiante ha optado por el estudio de la carrera de Medicina, sea cual fuere la motivación que lo llevó a ello, es tarea de los profesores desarrollar la motivación profesional de sus educandos, lograr que se inclinen por la investigación médica, se comprometan con el afán de hacer el bien y llevar la salud hasta los lugares más recónditos de la geografía nacional y del mundo. Para ello se necesita que los docentes estén preparados en este aspecto, unido a un proyecto educativo que permita la formación y fortalecimiento de valores en dichos estudiantes, de manera de volcar las motivaciones extrínsecas por otras intrínsecas en la mayoría de ellos, tarea bien difícil para las Universidades de Ciencias Médicas, sí se tiene en cuenta el hecho de que el claustro profesoral lo integran doctores graduados en Medicina sin formación pedagógica, que de manera paulatina deben ir incorporando conocimientos, armándose de herramientas y maestría pedagógica, no siempre presente en todos. Solo de esta manera se podrá formar el futuro profesional de la Medicina que hoy necesita Cuba y el mundo.
En el caso del Hospital Militar de Matanzas, la totalidad de los docentes son graduados en Medicina, sin formación pedagógica, lo que exige de una profunda preparación para lograr incentivar y motivar a sus estudiantes en las diversas asignaturas que se imparten, tarea ardua, en la que todos deben enfrascarse. Los profesores cuentan con un plan de superación profesoral que les permite adquirir conocimientos pedagógicos y didácticos.
CONCLUSIONES
Uno de los aspectos fundamentales dentro del proceso enseñanza aprendizaje que influyen en el rendimiento académico de los estudiantes es la motivación por la carrera, por lo que se debe profundizar en los métodos de estudio y la preparación docente de los profesores para intensificar la preparación profesoral, dotándolos de herramientas, recursos y conocimientos que les permitan formar el futuro profesional de la Medicina que se necesita.