INTRODUCCIÓN
En Cuba el cultivo de la caña, la producción de azúcar y sus derivados, así como todo lo relacionado con estas actividades ha estado estrechamente vinculado a la cultura, la identidad, las tradiciones y la formación de la nacionalidad cubana. El azúcar unió a la Isla, ya que constituyó un elemento formador de nuestra conciencia nacional y dejó de tal forma su impronta en todo acontecimiento económico, social y político que podemos afirmar que, desde hace dos siglos, azúcar es nación y patria.
La agroindustria azucarera es un sector estratégico para la economía del país. Puede contribuir a dar respuestas a grandes desafíos que hoy enfrenta la humanidad, como la producción de alimentos, el déficit energético que implica la búsqueda de fuentes alternativas de energía renovable y no contaminantes y la preservación del medioambiente. Tiene un papel importante en el crecimiento de las exportaciones y la sustitución de importaciones.
Los lineamientos de la política económica y social para el periodo 2016-2021 (Partido Comunista de Cuba [PCC], 2017) establecen que «la agroindustria de la caña de azúcar como sector estratégico, deberá continuar incrementando la eficiencia agrícola e industrial» (176, p. 29) y que es necesario «aumentar de forma gradual la producción de caña de azúcar, diversificar las producciones, teniendo en cuenta las exigencias del mercado internacional e interno» (177, p. 29).
Las transformaciones actuales que se están desarrollando en la economía de nuestro país demandan cada vez más el incremento de las exportaciones y la disminución de las importaciones. En este sentido, la agroindustria azucarera es un sector con amplias posibilidades de posesionar diversos productos en el mercado internacional. Este último, en aras de asegurar la calidad de los productos, está exigiendo que estos cuenten con certificaciones de normas de responsabilidad social empresarial (RSE).
Valenzuela, Jara y Villegas (2015) afirman que «la RSE es un tema que ha cobrado especial importancia en las últimas décadas. Dicha importancia se ha visto plasmada en un contexto internacional por la proliferación de normativas e índices cuyo objetivo fundamental es establecer patrones en donde las empresas divulguen información respecto a las prácticas en temas relacionados a la RSE» p. 330).
En los últimos años varias han sido las iniciativas de organizaciones y organismos internacionales en el tema, tales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la Organización internacional del Trabajo (OIT), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Estos han llevado a cabo acciones concretas con el fin de impulsar una RSE que contribuya más al desarrollo sostenible y de la sociedad.
Ha venido apareciendo un considerable número de normas técnicas, certificaciones, informes y memorias para implementar y divulgar programas de RSE por parte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Instituto Ethos de Responsabilidad Social, el European Bahái Business Forum, el Business in the Community, la International Organization for Standardization (ISO), la Business Social Compliancen Initiative (BSCI).
La RSE ha cobrado gran importancia en el mundo empresarial. A las responsabilidades tradicionales de las empresas se les suma la preocupación por que en su gestión estén incorporados valores éticos, preocupación por el impacto de su actividad en la comunidad y en el medioambiente.
La incorporación de prácticas de RSE es de vital importancia para la agroindustria azucarera. Lograr la certificación de sus productos avalaría la calidad de sus producciones y significaría una puerta de entrada a otros mercados internacionales donde aún no se comercializan. Por lo que el objetivo de este artículo es, justamente, valorar la importancia de la incorporación de prácticas de la RSE en la industria azucarera.
El concepto de RSE ha sido definido desde diferentes enfoques tanto por parte de investigadores como por organizaciones internacionales, empresariales y de la sociedad civil. Según De la Cuesta y Valor (2003), es el conjunto de obligaciones y compromisos, legales y éticos, nacionales e internacionales, con los grupos de interés, que se derivan de los impactos que la actividad y operaciones de las organizaciones producen en el ámbito social, laboral, medioambiental y de los derechos humanos.
Panwar (2006) considera que es el equilibrio de las funciones económico, social y ambiental que las empresas desempeñan al realizar sus negocios. Para Barrio (2016) incluye todas las actividades, no solo las legales, de una organización, a partir del compromiso adoptado con sus grupos de interés (stakeholders) en materia económica, social y medioambiental, con el objetivo de responsabilizarse de las consecuencias e impactos que derivan de sus acciones y maximizar la creación de un valor compartido para todo el conjunto de grupos de interés (stakeholders).
Peña (2018) defiende la idea que es la forma correcta de gestionar las organizaciones y tiene como fin aportar y contribuir al bienestar y a la mejora de la calidad de vida de las personas que integran la sociedad, dentro de un marco de desarrollo económico, social y ambiental sostenible que vele por el equilibrio rentabilidad empresarial / medio natural / sociedad y promueva integralmente en toda la cadena de valor el respeto de los derechos humanos.
Tras el estudio de la diferentes propuestas conceptuales realizadas por investigadores a nivel internacional, es posible afirmar que la RSE puede definirse como una filosofía de gestión que complementa los objetivos económicos con el compromiso de velar por el impacto social y ambiental de la organización, la consideración de las expectativas de sus grupos de interés y el cumplimiento de las normas éticas y legales, en aras de garantizar el desarrollo sostenible de la empresa (Revollo y Borrás, 2019). En las definiciones de estos autores se establecen rasgos comunes sobre la RSE, tales como:
RSE integrada a todos los componentes de la gestión estratégica de la empresa.
Comportamiento ético.
Generación de beneficios en los ámbitos internos y externos.
Preocupación por los aspectos económicos, sociales y ambientales.
La Comisión Europea (2011) en su definición enfatiza la responsabilidad de la RSE por su impacto en la sociedad. Establece que la integración de las preocupaciones sociales, ambientales y éticas, el respeto por los derechos humanos, las preocupaciones de los consumidores en sus operaciones básicas y su estrategia básica son los aspectos fundamentales que significan que una empresa asume la RSE para maximizar la creación de valor compartido para sus propietarios/accionistas y para las demás partes interesadas y la sociedad en sentido amplio y para identificar, prevenir y atenuar sus posibles consecuencias adversas.
El papel que las empresas desempeñan dentro de la sociedad y el impacto que sus actividades producen, ha provocado un cambio en la filosofía de la gestión empresarial. La RSE ocupa un lugar importante en la dinámica de dicha gestión. Las empresas son cada vez más conscientes de la necesidad y los beneficios de un comportamiento socialmente responsable que contribuya a la solución de problemas sociales y ambientales.
La RSE permite a las empresas realizar una valoración de las consecuencias que tienen en la sociedad las acciones y decisiones que se toman para el logro de sus objetivos y metas. Su incorporación como política que rija las actividades de la empresa y la adopción de medidas que regulen su comportamiento en los grupos de interés es hoy un verdadero reto.
La empresa es un agente sujeto a responsabilidad, en la medida en que su actividad, que no es de orden natural, viene definida por actores individuales -que son sujetos morales- y está determinada por la búsqueda de unos fines y metas que siempre son sociales. Al mismo tiempo, las acciones y decisiones empresariales inciden directamente en el bienestar de los individuos, en el progreso de la organización social y en el equilibrio del entorno natural en el que la empresa actúa (Gómez, 2015).
Las empresas socialmente responsables son capaces de integrar en su planeación estratégica un modelo de intervención social y ambiental responsable que responda a que las organizaciones no se limiten solo a tener resultados económicos destacados, sino que deben velar por la salud y el bienestar de los trabajadores, su capacitación, la higiene en el lugar de trabajo, la remuneración, la generación de empleos, la interacción con el entorno, la protección del medioambiente. De esta manera pueden lograr el equilibrio entre las responsabilidades sociales y empresariales que repercutirán favorablemente en mejorar la imagen y ser más competitivas.
El argumento de la RSE propone que una empresa que quiera ser competitiva en el futuro no solo puede pensar en conseguir beneficios, sino que, además, tendrá que hacer compatible su labor productiva con una política que actúe en beneficio del entorno en el que desarrolla su actividad, basándose en principios como el respeto a los derechos humanos, la mejora de las relaciones con la sociedad que le rodea y el respeto al medioambiente (Saavedra, 2011).
Siguiendo la línea de este planteamiento, es importante destacar que la RSE se desarrolla en tres dimensiones: la económica, la social y la medioambiental. De la Cuesta y Valor (2003) plantean que en estas áreas se pueden encontrar las diversas formas de entender el comportamiento social de la empresa.
Tamayo y Ruiz (2018) refieren que el modelo de gestión de la RSE es organizado mediante estrategias de gestión que permiten desarrollar una relación armónica entre las organizaciones y su entorno. Sobre estas dimensiones argumentan lo siguiente:
Económica: se refiere a la creación de sólidas estructuras empresariales para generar ahorros, motivar a los empleados y lograr clientes fieles.
Social: responde al mejoramiento de las condiciones laborales, a la realización de inversiones sociales y al desarrollo de buenas relaciones con la comunidad.
Ambiental: se relaciona con la reducción del impacto de producción, el uso de materias primas, la disminución del consumo de recursos o de los residuos/emisiones, la reducción del gasto energético, la política integrada de productos y la implementación de los sistemas de gestión ambiental.
Las prácticas de RSE crean valor para la empresa. Tener un comportamiento transparente influye en su reputación e incrementa la confianza de los grupos de interés. Esta credibilidad se traduce en una serie de ventajas, como la mejora de la imagen de la empresa, el clima laboral, la permanencia de los trabajadores, la fidelidad del consumidor, el acceso a financiamientos, el incremento de la productividad y la disminución de los impactos negativos sobre el medi ambiente y las comunidades donde opera. De acuerdo con Camacho y Soaza (2016):
Las organizaciones, a medida que implementan la RSE, notan diferentes cambios que aportan positivamente a mejorar las condiciones internas y externas e incrementan su valor, mejoran su imagen y dan paso a nuevas estrategias para su reconocimiento en el mercado, por medio de la confianza y la lealtad hacia los clientes, los trabajadores y la sociedad en general. Por consiguiente, adoptar adecuadamente prácticas de RSE que contribuyan a la sostenibilidad, tanto de la empresa como de la sociedad, trae una serie de beneficios externos e internos generales para todas las organizaciones. (p. 213)
Con relación a los beneficios de la RSE, Gallardo y Sánchez (2013) consideran que impulsan la competitividad empresarial y el desarrollo, además de dar respuesta a los desequilibrios generados por el propio crecimiento económico. Betancourt (2016) argumenta que pueden contribuir a impulsar factores claves del negocio, como la atracción de fuerza calificada, el incremento de la productividad, el realce de la imagen de la empresa y de la marca, el acceso a capital de inversión, la mayor eficiencia operativa, la mitigación de riesgos, la incursión en nuevos mercados, la conservación de recursos naturales, así como la reducción de gastos operativos. Barrio (2016) establece los siguientes beneficios de la RSE en correspondencia con sus grupos de interés:
Empleados: generación de orgullo, motivación laboral y compromiso. Mejora el clima laboral, reducción de ausentismo, ahorro en la gestión de personas, facilita la resolución de conflictos, atrae y retiene el talento.
Consumidores: mejora del posicionamiento social, aumento de la notoriedad y simpatía hacia la organización, reconocimiento social (incentiva cambios en las preferencias de los consumidores), perfeccionamiento de la aceptación de los productos y servicios, soporte para la exportación, aumento de ventas.
Proveedores: optimización del servicio, mejora de la productividad.
Comunidad: fomento de las buenas relaciones con la comunidad, integración en la comunidad.
Administración: fomento de las buenas relaciones con la administración.
Accionistas e inversores: reducción de conflictos e interferencias, aumento de las inversiones.
En este sentido, Acosta, Lovato y Buñay (2018) plantean que impacta de manera positiva en sus clientes, la satisfacción y el desarrollo profesional de sus colaboradores, el medioambiente y la comunidad que lo rodea.
A partir del estudio realizado, las autoras consideramos que la incorporación de prácticas de RSE en la agroindustria azucarera aporta grandes beneficios a esta organización.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Condiciones de trabajo y relaciones laborales
Para lograr el mejoramiento de las condiciones de trabajo es necesario desarrollar programas. Además, es primordial brindar servicios de calidad que satisfagan las necesidades de los trabajadores, como transporte, agua, alimentación, sanidad, comunicación, iluminación, recreación. Es importante ofertar salarios que satisfagan las necesidades de los trabajadores y sus familias e incrementar el pago por horas extras y la estimulación por resultados. También hay que atender las problemáticas de los trabajadores, fomentar la igualdad de oportunidades sin distinción de sexo, raza, orientación sexual, discapacidad. Esto repercute positivamente en la disminución del ausentismo laboral, aumenta la motivación de los trabajadores y su compromiso con el incremento de la productividad, mejora el clima laboral, retiene la fuerza laboral y contribuye a elevar la captación y retención de talentos y de personal calificado.
Sector financiero
En el ámbito financiero la gestión responsable de la agroindustria azucarera beneficiaría la eficiencia en los procesos productivos, el incremento de la productividad, la reducción de los costos, la atracción de inversiones y un mayor acceso a capitales.
Ámbito comercial
La incorporación de prácticas de RSE posibilita el reconocimiento de la sociedad y del mercado. Incrementa la reputación positiva de la empresa, el posicionamiento y diferenciación de la marca. Para la agroindustria azucarera significaría la mejora de la imagen, el incremento de los clientes, la preferencia de los consumidores por sus productos, el acceso a nuevos mercados internacionales y el incremento de las exportaciones.
La preocupación por la capacitación de la fuerza laboral tanto de hombres como de mujeres y la gestión de esta capacitación en correspondencia con las necesidades de la agroindustria azucarera posibilitan contar con una fuerza laboral calificada, implementar nuevas tecnologías, elevar la productividad y la calidad de las producciones.
Salud y seguridad laboral
Establecer políticas de salud y seguridad laboral, realizar chequeos médicos a los trabajadores, velar por que estos cuenten con los medios de seguridad necesarios, señalar los lugares peligrosos, promover la capacitación en seguridad laboral y primeros auxilios contribuye a la seguridad y mayor confianza de los empleados, a la disminución de accidentes de trabajo tan frecuentes en la agroindustria azucarera.
Medioambiente
Aplicar políticas ambientales y trabajar con una actitud de respeto hacia el medioambiente, implementar estrategias para el enfrentamiento al cambio climático y el ahorro de energía, usar tecnologías sustentables y eficientes, fomentar un adecuado tratamiento de residuales y aprovecharlos disminuye los riesgos de impacto negativo por su actividad en el medioambiente, reduce el costo de producción a través del aprovechamiento de residuales, eleva la eficiencia energética, permite que aumente el interés de clientes y consumidores que se preocupan por las producciones ambientalmente responsables e incrementa la reputación y competitividad de los productos en el mercado internacional.
Interacción con la comunidad
Implementar programas que impliquen un mayor vínculo con la comunidad donde se contribuya al financiamiento de proyectos de desarrollo, así como conectar a las instituciones educativas con la conservación del patrimonio tangible e intangible de la agroindustria azucarera contribuye a mejorar las condiciones de vida. Además, disminuye la emigración de la fuerza laboral, incrementa el número de trabajadores, fortalece la formación vocacional de niños y adolescentes para su futuro vínculo laboral en la agroindustria azucarera, desarrolla sentimientos de identidad cultural y mejora la imagen de la empresa ante clientes y consumidores.
CONCLUSIONES
La RSE va más allá del cumplimiento de las leyes y la generación de utilidades para la empresa. Implica trazar políticas y estrategias que persigan el mejoramiento constante del ámbito interno y externo de cada organización. Es un acto de carácter voluntario con el fin de mitigar los problemas sociales o ambientales generados por su actividad. Mejora el clima laboral, la productividad y la competitividad ante otras empresas.
La incorporación de prácticas RSE en la agroindustria azucarera genera un valor agregado porque permite disminuir los riesgos económicos, sociales y ambientales. De esta manera se logra mitigar los impactos negativos en el entorno y mejorar la calidad de vida de los trabajadores y de la comunidad. Además, incrementa la competitividad de sus productos en el mercado internacional y gana confianza para los grupos de interés.