Señora editora:
La contingencia global sanitaria generada por el SARS-CoV-2 logró dilucidar grandes vacíos en materia de educación en todas las áreas del conocimiento, en especial en la educación médica, en gran parte por el desconocimiento del uso de las diferentes tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC); sumado a lo anterior; la no presencialidad trastornó la manera convencional en la que se impartían los diferentes conocimientos de ciencias de la salud para el personal sanitario en formación.1
Si bien la difusión del conocimiento no es una limitante para la formación de profesionales de salud, puesto que se cuenta con gran variedad de bases de datos y un alto porcentaje de acceso gratuito, la no presencialidad y la inasistencia a los diferentes escenarios de práctica clínica sí disponen una limitante y una desventaja en la educación médica, dada su índole humanística y de estrecho contacto con el paciente; esto último podría reflejarse al ejecutar las diferentes rotaciones en la práctica clínica, como horas de quirófano, donde los estudiantes no pudieron asistir dada la contingencia y las diferentes políticas de aislamiento manejadas por los países.2
El uso de las TIC supone grandes avances y limitantes en su ejecución, puesto que es una herramienta integradora para subsanar los vacíos de la no presencialidad, generando encuentros de forma sincrónica y remota, y ofreciendo la posibilidad de grabación de los diferentes encuentros académicos, pero en antítesis, puede tener dificultades en materia de conectividad. Si bien existen encuentros pactados y programados, se hace necesario en el ejercicio de la medicina, un acompañamiento exhaustivo y supervisado por un docente experto en la materia impartida, con la finalidad de garantizar buenas prácticas clínicas, así como la supervisión de otras variables de interés, como lo son la puesta en escena del personal de salud en el escenario clínico, aspectos de ética, trato humanizado, etc.
La pedagogía del docente fue otra gran limitante evidenciada durante la pandemia; si bien existen múltiples herramientas virtuales para impartir los contenidos, al transmitirlos, no se realizaba de la forma más acertada, generando, por consiguiente, vacíos de conocimientos en los estudiantes.3
Es necesario también conocer la postura del mismo personal de salud frente a la problemática generada por la pandemia en materia de educación y de adquisición de conocimiento. Un estudio realizado por Oropeza Aguilar et al.4) pretendió evaluar el impacto de la COVID-19 en los programas de residencias quirúrgicas en la Ciudad de México, mediante la aplicación de una encuesta a más de 400 participantes, principalmente en los diferentes programas de posgrado médico-quirúrgicos, los resultados del estudio concluyeron que cerca del 66 % de los encuestados respondió que sus centros se cerraron en atención exclusiva de pacientes con COVID-19. El 95 % disminuyó su aprendizaje de habilidades quirúrgicas y el 91,8 % presentó una disminución de la exposición clínica. El 75,6 % consideró fundamental tomar las medidas necesarias para recuperar las destrezas clínicas pérdidas.
Otro estudio realizado por Gómez López et al.5 evaluó la utilidad de las clases en línea en Medicina de pregrado según la percepción de los alumnos, mediante la aplicación de una encuesta a más de 260 estudiantes de diferentes semestres; los resultados obtenidos mostraron que el 53 % no estuvo de acuerdo en que esa modalidad fuera útil para el desarrollo de los saberes procedimentales, y el 80 % consideró que las clases presenciales son mejores que las clases en línea.
Las limitaciones suelen surgir en tiempos donde hay disrupciones abruptas en relación con el surgimiento de variaciones de lo que comúnmente se empleaba, o lo que se tenía como parámetro de normalidad o estándar; los vacíos generados por la contingencia del SARS-CoV-2 deben emplearse como oportunidades de mejora en el papel de formación de los diferentes actores del sistema de salud; si bien ya hay avances en materia de presencialidad, se debe mejorar en aspectos claves como: pedagogía, investigación e innovación, humanización, monitorización de conocimientos adquiridos, entre otros.