Introducción
Según el anuario estadístico de salud, la segunda causa de muerte en Cuba son los tumores malignos. Dentro de ellos ocupa el sexto lugar los tumores de colon, esófago y estómago.1
Al momento del diagnóstico aproximadamente el 20 % tiene metástasis (principalmente linfáticas). La presencia de al menos un ganglio metastásico es indicación de quimioterapia adyuvante. La detección de ganglios metastásicos es crucial.2
En los estudios imaginológicos preoperatorios con frecuencia no se detectan ganglios linfáticos metastásicos, la Tomografía Axial Computarizada (TAC) y la resonancia magnética de imágenes, muestran cerca del 70 y 86 % de sensibilidad, respectivamente.2
Al momento de la operación, la mayoría de los ganglios linfáticos metastásicos no son visibles ni palpables (≤ 5 mm). En el cáncer rectal se ha reportado que cerca del 30 % de los pacientes tienen nódulos linfáticos metastásicos fuera del mesorecto. Estas dificultades (pre e intraoperatorias) han llevado a recomendar un mínimo de ganglios linfáticos a ser examinados en la resección para limitar al máximo la infraestadificación tumoral.2
Es por eso, que en la actualidad se justifica la realización de resecciones quirúrgicas más amplias. Así se logra menor recurrencia (3,6 %) y mayor supervivencia a los cinco años (89,1 %).2
Pero los inconvenientes de esta conducta quirúrgica están relacionados con el tiempo quirúrgico prolongado y las mayores complicaciones perioperatorias. Se reporta, además, un “sobretratamiento” en la mayoría de los enfermos: sólo el 30 % de estos tienen lesiones nodulares metastásicas.2
Con el auge contemporáneo de novedosos paradigmas en las ciencias médicas, como la Medicina personalizada, se busca una resección oncológica (RO) más eficaz: con nuevos márgenes quirúrgicos de acuerdo al (real) estadio tumoral (intraoperatorio).3
Para alcanzar estos resultados, se abren paso técnicas como: la cirugía radioinmunoguiada (CRIG), el ganglio centinela, la visualización tumoral fluorescente intraoperatoria, la elastografía intraoperatoria y la tomografía óptica de coherencia.3,4
Cirugía radioinmunoguiada
La CRIG fue descrita por primera vez en 1984 por Aitken5 y otros. Consiste en marcar con un radioisótopo un anticuerpo (Ac) contra un antígeno (Ag) específico. De esta manera se detecta mediante una sonda gamma portátil el complejo Ac-radioisótopo-tumor.6
Hasta el presente, entre los Ac empleados con más frecuencias están los dirigidos contra el antígeno carcinoembrionario (ACE) y TAG-72.3,6
Comparado con la TAC con emisión de positrones (PET-CT), la CRIG es capaz de detectar mayores sitios tumorales, donde se incluyen tumores ocultos y ganglios linfáticos comprometidos en el proceso tumoral.6
Nuevas ideas
Los adelantos biotecnológicos alcanzados en Cuba han permitido el desarrollo innovador de múltiples fármacos líderes en el mundo. Entre estos se encuentra el Nimotuzumab, un anticuerpo monoclonal producido en el Centro de Inmunología Molecular dirigido contra el receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), que a su vez, está sobrexpresado en múltiples tumores malignos de origen epitelial, como el de colon y recto.7
Esta propiedad puede ser aprovechada, si al marcarse con un radioisótopo, es capaz de auxiliar al cirujano en la determinación precisa de la extensión tumoral (radioguiada) de estas neoplasias malignas durante el acto quirúrgico.
De esta forma se buscan nuevas aplicaciones diagnósticas y terapéuticas con productos cubanos, que se abren paso dentro de un mundo apasionante y a la vez, infinito con beneficios incalculables para los pacientes: la Medicina personalizada.