Los herbarios constituyen colecciones de plantas secas y conservadas, montadas en cartulinas y ordenadas para su fácil consulta (García y Solé, 2018). Estas colecciones de historia natural tienen un gran valor para la sociedad y constituyen la base para documentar la existencia de especies y comprender la diversidad biológica y su distribución. Son esenciales para realizar estudios taxonómicos, ecológicos, fenológicos, biogeográficos, inventarios florísticos y constituyen herramientas para el apoyo de la docencia y la educación ambiental. Además, sirven de ayuda para la identificación de ejemplares como referencias, dado que, la mayor parte de la investigación biológica depende de la identificación correcta y clasificación del organismo que se está estudiando (Crisci et al., 2020).
Los herbarios pueden incluir colecciones anexas de frutos (carpoteca), semillas (espermoteca), madera (xiloteca) y polen (palinoteca); así como fotos y archivos de informes de viajes de campo. Todas estas colecciones comparten con los herbarios sus funciones, así como su importancia científica, educativa y de divulgación para el conocimiento de la biodiversidad (Martínez de la Vega, 2019).
La colección carpo-espermoteca (del griego carpa = fruta, sperma = semilla, teca = almacenar) atesora una colección de frutos y semillas (Baró-Oviedo et al., 2017). A diferencia de los bancos de germoplasma, no es necesario que las semillas se mantengan fértiles por lo que reciben tratamientos de congelado, secado a altas temperaturas y limpiado con alcohol al 70 %; aunque se pierde la viabilidad de las semillas, se evita la aparición de hongos y parásitos. Estas colecciones incluyen un registro de datos ecológicos, taxonómicos y observaciones de los recolectores que permiten conocer la riqueza biológica de un lugar en un momento determinado, elaborar un inventario y realizar un seguimiento posterior para comparar esa biodiversidad a distintas escalas y épocas del año o entre largos periodos de tiempo. Con ello, se pueden elaborar programas de estudio, manejo y conservación de la riqueza natural para su mejor aprovechamiento (García y Solé, 2018).
Gold et al. (2004) y León et al. (2008), refieren que la mayoría de las plantas silvestres producen semillas tolerantes a la desecación, por lo que la elaboración de una colección de semillas resulta efectiva y económica. Las semillas recolectadas pueden ser almacenadas durante mucho tiempo y se puede abarcar un gran número de especies en un espacio pequeño y a un costo relativamente bajo. Sin embargo, se debe tener en cuenta el potencial de almacenamiento, la tolerancia al secado y el momento ideal para colectar ya que estos factores inciden en la calidad inicial y expone cierto grado de infestación de las semillas por insectos, hongos o daños físicos (Bacchetta et al., 2008).
El herbario del Jardín Botánico de Villa Clara, perteneciente a la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, se reconoce por su acrónimo ULV (Tiers, 2021). Cuenta con más de 40 000 materiales y es de incalculable valor por la diversidad de la flora cubana que atesora, entre ellos 96 materiales Tipo; también, una gran parte son considerados como históricos, por su antigüedad y recolectores como Charles Fuller Baker, Earl E. Smith, Erick Leonard Ekman, Felipe García Cañizares, Enrique E. Liogier y Allut (Hno. Alain), Agustín Clement Téteau Monet (Hno. Clemente), Joseph Silvestre Sauget (Hno. León), Conrad J. Kirouac (Hno. Marie Victorin), Julián Baldomero Acuña Gale, Juan tomas Roig y Mesa, Manuel Gómez de la Masa, Manuel López Figueiras y Percy Wilson (Noa-Monzón et al., 2016). Hasta la década de los años setenta, la colección tuvo una actividad sostenida de colecta y mantenimiento; luego, atravesó un período de inactividad que conllevó al deterioro del inmueble y la afectación en la conservación de un buen número de materiales. Las colecciones anexas a este herbario, la carpo-espermoteca y la xiloteca, no estuvieron exentas de este deterioro.
Franco y Pedroso (2007) realizaron las primeras acciones de recuperación de la carpo-espermoteca; como resultado agruparon a 262 muestras y las clasificaron de acuerdo a su estado de conservación en las categorías de Bueno, Regular y Deteriorado. Posteriormente, la colección se mantuvo en incremento. El presente trabajo tiene como objetivo dar a conocer la labor de curaduría y de recuperación de la carpo-espermoteca.
Como punto de partida se procedió a la identificación taxonómica de las muestras. Las que conservaban la etiqueta con el nombre científico, se actualizó de acuerdo con Greuter y Rankin (2017). Las muestras que no conservaban la etiqueta y que se encontraban en buen estado se identificaron a través de consulta a especialistas de los principales grupos de plantas representados en la colección.
Se comprobó que los materiales recuperados estuviesen en buenas condiciones para el almacenamiento, sin daños mecánicos, por insectos o microorganismos y se procedió a la desinfección con alcohol al 70 %. En este proceso se eliminaron las semillas que estaban dañadas. Para el almacenamiento de las muestras recuperadas se emplearon los mismos envases de cristal, tras su acondicionamiento. Estos se limpiaron con agua y detergente, se enjuagaron con agua clorada al 0,5 % y se colocaron en una estufa a 150 ˚C durante 2 horas y 30 minutos, de acuerdo con Acosta-Gnass y de Andrade (2008).
Las muestras en buen estado de conservación y no identificadas, se almacenaron separadamente para su posterior determinación por especialistas. En el caso de las que, por su estado de deterioro, perdieron las características morfológicas que permitían su identificación, sea por la evaporación del líquido de preservación en el caso de los frutos carnosos, el crecimiento de hifas de hongos, las malas condiciones para su conservación (elevadas temperaturas y humedad en el local) y la falta de un manejo sistemático que garantizara su conservación, causaron baja de la colección.
Una vez envasados se procedió al etiquetado de cada muestra y se confeccionó una base de datos en formato Excel. Esta base de datos minimiza la manipulación de las preparaciones permanentes en caso de requerirlas para la identificación, pues contiene información sobre: la familia, nombre científico, nombre común, número de serie, localidad, colector y fecha de colecta.
Fueron recuperadas 307 especies de 46 familias botánicas distribuidas en aproximadamente 200 géneros (Figura); 88 muestras fueron baja de la colección, la mayoría correspondientes a frutos carnosos. Entre las familias mejores representadas en número de especies se encuentran: Fabaceae (51), Poaceae (40), Arecaceae (22), y Malvaceae (16); el resto de las familias tiene siete o menos.
La colección está organizada en pomos de cristal sellados. De forma general, las muestras mejor conservadas corresponden a frutos secos y semillas. Los frutos secos, cuando alcanzan su maduración, el pericarpo es membranáceo o coriáceo, poco desarrollado y poco hidratado (Megías et al., 2018); estas características disminuyen la susceptibilidad al ataque de hongos u otros microorganismos. En el caso de las semillas, las de tipo ortodoxas adquieren tolerancia a la deshidratación durante su desarrollo y pueden preservarse en seco por períodos predecibles y bajo condiciones específicas (Magnitskiy y Plaza, 2007).
Del total de especies que se encuentran en la colección 43 no están registradas para Cuba por Greuter y Rankin (2017); de ellas, dos especies de Arecaceae: Hyophorbe amaricaulis Mart. originaria exclusivamente de la isla de Mauricio, con categoría de En Peligro Crítico; y Latania lontaroides (Gaertn.) H. E. Moore, En Peligro (IUCN, 2021).
La recuperación de la carpo-espermoteca, anexa al herbario del Jardín Botánico de Villa Clara, constituye un resultado de importancia por su valor patrimonial y científico, disponible para su uso en la docencia, la investigación, entre otros