INTRODUCCIÓN
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en la mayoría de los países de esta zona geográfica, el modelo económico de desarrollo mantiene una estructura productiva de modelo primario exportador (MPE), sustentada en la exportación de materias primas básicas además de bienes y servicios con poco valor agregado y menor precio o producidos por empresas extranjeras enclavadas en el territorio llamadas maquiladoras; e importan bienes y servicios elaborados con mayor valor agregado y altos precios (Primera, 2013; Bárcena y Prado, 2015; Buitrago, 2006).
Estas economías son afectadas por los cambios de precios en los mercados internacionales, las crisis políticas, económicas y sociales, los eventos climáticos, y las crisis sanitarias entre otros fenómenos que afectan las economías regionales (CEPAL, 2019).
En el caso de Cuba, coincidiendo con García (2005), desde el período colonial se afianzó un patrón de desarrollo dependiente del financiamiento externo que consolidó el MPE; la posterior evolución de la estructura productiva (EP) del país fue resultado de políticas económicas emergentes, que han llevado a la tercerización de la economía y a cambios sustantivos en el sector externo; el motor del crecimiento pasó en poco tiempo de la exportación de azúcar y derivados a la de servicios turísticos y profesionales.
La EP de un país o región está definida por aquellos sectores, actividades económicas y sus relaciones, en las cuales recae la actividad productiva y de servicios. Se acostumbra a dividir, para su organización y gestión, en tres sectores nombrados en forma cardinal: el sector primario o de extracción, el secundario o manufacturero y el terciario o de servicios (Mendoza, 2020; Betarelli et al., 2020).
Por su parte, Schteingart (2017) presenta a la EP como el entramado resultante de la articulación de las diferentes actividades económicas (primarias, industriales y de servicios) de un país determinado, que definen un modo de especialización determinado, donde un país exporta cierto tipo de bienes y servicios e importa otros. El mismo autor reconoce el aporte del neoestructuralismo y otras corrientes al concebir la EP como un sistema interrelacionado, en el cual la industria manufacturera, claramente, tiene un lugar destacado, pero en el que otras actividades pueden ser importantes.
Representa un reto para los gobiernos de los países de América Latina, en general y para Cuba, en particular, tener una EP sólida, diversificada, articulada y que se complemente. Para lograr el crecimiento y desarrollo económico nacional, se necesita potenciar la eficiencia y eficacia de esa estructura que fomente fuentes de empleo y se obtengan beneficios económicos, todo con una relación amigable con el medioambiente, acorde a los mejores estándares internacionales.
Informes recientes de la CEPAL (2023) plantean que la situación regional, agravada por la crisis global ocasionada por la pandemia de la COVID-19, la inflación global y el agravamiento del conflicto Rusia-Ucrania que han desequilibrado la economía mundial y regional, provocando afectaciones que superan ya las crisis económicas internacionales de la década de 1930, la de la postguerra del pasado siglo y la crisis inmobiliaria de 2008.
En el caso de Cuba, se observan crecimientos poco robustos con tasas de 1,3 % en el 2021 y de 2,0 % en 2022 lo que representó un aumento interanual de apenas 0,7 % (CEPAL, 2023).
En 2021, la balanza comercial (BC) experimentó un déficit de -6 485 millones de pesos (MMP) y en 2022 se incrementó (-7663 MMP), ocasionado fundamentalmente, por el impacto de la crisis mundial, los efectos del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, recrudecido en este período, y el efecto provocado por la devaluación del tipo de cambio de la moneda sobre las importaciones y exportaciones (ONEI, 2023d). Según el Observatorio de Complejidad Económica (OEC), Cuba ocupa el lugar 197 en la economía mundial en términos de PIB per cápita (dólares corrientes), la 151 economía en exportación, la 149 en importaciones, lo que significa un retroceso en los últimos dos años.
Las dificultades que enfrenta la economía cubana en la actualidad no están determinadas exclusivamente por factores exógenos, sino también por problemas estructurales de larga data. En Cuba, la fabricación de bienes (incluyendo los transables) se caracteriza por su baja complejidad y poca diversidad; como consecuencia, por un lado, de la escasa participación de la tecnología y el conocimiento en la producción material y, por otro, de los atavismos de un modelo económico altamente especializado en la producción y exportación de productos primarios, que no logró un cambio estructural exitoso a partir de la disrupción del predominio del azúcar en la economía nacional. Las exportaciones de bienes poseen mínimas ventajas competitivas, lo cual ha limitado su conversión en un motor del crecimiento económico en los últimos años (Observatorio de la Complejidad Económica, 2023).
La Estrategia de Desarrollo Económico y Social formulada por el Gobierno cubano en el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social del país hasta 2030, plantea en su objetivo general No. 226-4: «desarrollar el tejido productivo del país generando encadenamientos hacia atrás (desarrollo de proveedores) y hacia adelante (agregación de valor sobre el producto base), propiciando una estructura productiva densa y diversificada, y el fortalecimiento de la integración interna de la economía» (Partido Comunista de Cuba, 2020).
Transformar la EP representa uno de los principales retos para alcanzar un desarrollo económico consistente con el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social (PNDES) del país hasta 2030, donde se hace referencia dentro los objetivos específicos de los ejes estratégicos, la necesidad de propiciar los encadenamientos productivos en el territorio nacional, en el sector del turismo, con el mercado interno y las producciones nacionales para fortalecer la competitividad, diversificación y su sostenibilidad (Ministerio de Economía y Planificación, 2019).
En estudios previos sobre la información disponible en los Anuarios Estadísticos Nacionales hasta el 2021 (Parra et al., 2021a; Parra et al., 2021b), se identificaron las siguientes problemáticas asociados a la EP:
Insuficiente nivel de inversiones en sectores estratégicos de la economía del país.
Producción de bienes con destino al consumo final con pocos niveles de elaboración y calidad, con bajo valor agregado.
Bajos encadenamientos productivos entre empresas y sectores estratégicos.
Falta de complementariedad entre las producciones de bienes y servicios de las empresas y sectores de la economía nacional.
Marcada obsolescencia tecnológica en las empresas de los sectores estratégicos.
Predominio en las exportaciones de productos transables de los sectores primario y secundario de poca complejidad de elaboración con bajo valor agregado.
Prevalece la propensión importadora en detrimento de los insumos nacionales.
La importancia práctica y pertinencia de este estudio radican en evaluar la actual EP de Cuba, a partir de medir la importancia relativa y complementariedad de sus sectores y actividades económicas en las provincias, mostrar sus producciones principales y valorar las potencialidades para contribuir al cumplimiento de la Estrategia de Desarrollo Económico y Social del país hasta el 2030.
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
Evolución de los modelos de desarrollo económico en América Latina
El patrón de acumulación o modelo de desarrollo, según Pradilla (2014), es la«arquitectura» que asumen los diferentes componentes estructurales de una formación social concreta en un período determinado y sus reglas de operación, para garantizar la reproducción simple o ampliada del capital. En los países de la «periferia capitalista», los modelos de desarrollo están definidos por dos elementos básicos que definen el subdesarrollo: la «diversidad estructural», es decir, las relaciones que se producen entre «avanzadas» formas de producción, con otras «atrasadas»; y las relaciones en que se fundamentan su vinculación con los centros de la economía mundial (Prebisch, 1998).
Según García (2012), el modelo económico en una acepción amplia es un proceso que comprende las relaciones de propiedad y las formas económicas para su realización efectiva, el tipo o patrón de acumulación, el modo de organización de la economía, la situación concreta de la división social del trabajo y los cambios operados en esta. Coinciden Alemán y Díaz (2011) en que integrar otros procesos y mecanismos que garantizan su objetivo fundamental y que está influenciado por condiciones internas y externas, funcionando como un sistema complejo.
El modelo de desarrollo y la estructura económica se interrelacionan dialécticamente, en este sentido, se concuerda con Guillén (2008) en que cada modelo de desarrollo condiciona y contiene la estructura económica de un país y las formas en que se relacionan los distintos sectores de la economía nacional y de esta con la internacional. Esto determina la configuración de su sistema productivo; define las modalidades específicas de su estructura social y las alianzas de clases que dominan y ejercen el poder político (CEPAL, 1995).
Según Casanova et al. (2010), distintas corrientes de pensamiento económico han conceptualizado la estructura económica con diferentes acepciones y en referencia a contenidos diversos, desde las definidas en los diccionarios de economía «[...] sector económico del país representado por un tipo especial de economía en el cual domina determinada forma de propiedad sobre los medios de producción, con sus correspondientes relaciones de producción» (p. 3). Este mismo autor analiza que la estructura de la producción social se utiliza en relación con todas las proporciones de la economía nacional, teniendo un lugar decisivo los equilibrios del desarrollo de la esfera productiva. Schteingart (2017) presenta la «estructura productiva» como el entramado resultante de la articulación de las diferentes actividades económicas (primarias, industriales y de servicios) de un país determinado, y que definen un modo de especialización determinado, donde un país exporta cierto tipo de bienes y servicios e importa otros.
La complejidad, importancia y desempeño de la EP están determinadas por el desarrollo tecnológico, económico y social alcanzado por el país, lo que depende del modelo económico de desarrollo adoptado (Primera, 2013; Utkovski et al., 2018).De esta forma, el desarrollo de un país está estrechamente relacionado con la dinámica de la EP. Esta abarca desde la importancia relativa de las diferentes ramas productivas hasta las características institucionales, pasando por aspectos geográficos y de política económica (Primera, 2013; Utkovski et al., 2018; Betarelli et al., 2020; Mendoza, 2020).
Los cambios en la EP de un país implica el desarrollo preferencial de algunos sectores productivos con respecto a otros, pero guardando un equilibrio que se traduce en un movimiento de recursos desde los sectores primarios a los sectores secundarios y terciarios y viceversa. Se puede resumir que los modelos de desarrollo están determinados por el patrón de acumulación de riqueza, a su vez determinada por la productividad total de factores, ambos determinan la EP.
Conocer el significado (critico-práctico) de la EP es muy importante porque permite a los decisores de políticas públicas, visualizar alternativas de intervenciones que se pueden aplicar a los distintos niveles de la economía. En este sentido, la evaluación de la EP puede ser empleado para estudiar la participación del sector primario, secundario y terciario en el PIB total; vincular la estructura de la producción con la composición de los factores en el valor agregado; y estudiar EP en su relación con la composición de la demanda agregada.
En las ciencias económicas, generalmente se reconocen cinco sectores económicos; los conocidos, sector primario, el sector secundario y el sector terciario, un sector cuaternario para las actividades intelectuales y de investigación, y un quinto sector que comprende los niveles gubernamentales tomadores de decisiones (Kenessey, 1987; Rosenberg, 2007).
El método clásico del análisis estructural, desarrollado por Chenery y Watanabe (1958), se centra en la cuantificación de los encadenamientos hacia atrás o backward linkages y hacia adelante forward linkages (Fuentes y García, 2009). Desde otra arista, según Mendoza, (2020), basados en los estudios de Chenery y Watanabe, (1958), determinados sectores tienen efectos específicos sobre los demás en base a los encadenamientos productivos que establecen, el valor agregado y el destino de sus producciones, que pueden determinar la existencia de desequilibrios sectoriales. Partiendo del método clásico del análisis estructural de Chenery y Watanabe (1958), estos sectores son los siguientes:
No manufactureros de destino intermedio: a este sector pertenecen algunas actividades del sector primario intermedio como la minería y actividades extractivistas. Se caracterizan por una baja demanda de insumos; el destino de su producción es más bien satisfacer la demanda de otros sectores con insumos de uso intermedio con bajo valor agregado. Por eso, poseen altos encadenamientos hacia delante y bajos hacia atrás. Son sectores típicos de países subdesarrollados.
No manufactureros de destino final: agrupa actividades de los sectores primario y terciario como la agricultura, otras actividades extractivas y de servicio; determinan la estructura económica de una región o países subdesarrollados. Se caracterizan por tener ofertas que satisfacen la demanda final con bajo valor agregado, emplean pocos insumos. Se trata de sectores aislados que presentan bajos encadenamientos productivos tanto hacia atrás como hacia delante.
Manufactureros de destino intermedio: comprende actividades de los sectores primario y secundario como la manufactura transformativa y otras actividades y son predominantes en la EP de una región o países en desarrollo. Demandan y ofrecen grandes cantidades de insumos intermedios, aunque sus producciones no poseen tan alto valor agregado, son parte importante del flujo del sistema económico y poseen altos encadenamientos hacia atrás y hacia delante. Son los sectores responsables de propagar el aumento de la demanda final.
Manufactureros de destino final: agrupa las actividades manufactureras con productos finales de alto valor agregado y las actividades de servicios sociales como alimentación, salud pública, educación. Se trata de sectores que compran a otros cantidades sustantivas de insumos y la mayor parte de su producción de bienes y servicios se dirige a la demanda final; predominan en los países desarrollados; influyen de manera significativa en el crecimiento económico al ser grandes inductores de actividades; poseen altos encadenamientos hacia atrás y bajos hacia delante y pertenecen a la última fase del proceso productivo.
Resumiendo, ante contextos de evaluación y desarrollo de la EP, los elementos anteriores son esenciales para caracterizarla, se deben considerar las características de los sectores y empresas, importancia relativa, encadenamientos productivos predominantes, los destinos de sus producciones, el valor agregado que se genere y los efectos multiplicadores que se ejercen sobre las demás empresas o sectores.
Los encadenamientos productivos como dinamizadores de la EP
En el desarrollo de la EP cobran una vital importancia los encadenamientos productivos, que constituyen secuencias de decisiones de inversión que movilizan recursos que se muestran en efectos incrementales sobre la eficiencia y la acumulación de riqueza de los países (Hirschman, 1998). Este mismo autor plantea que la teoría de los encadenamientos productivos hacia atrás y hacia delante procura mostrar cómo y cuándo la producción de un sector es suficiente para satisfacer el umbral mínimo o escala mínima necesaria para hacer atractiva la inversión en otro sector que este abastece (encadenamientos hacia atrás) o procesa (hacia delante).
En los entornos macroeconómicos y mesoeconómicos, los encadenamientos productivos propician y agilizan las relaciones intersectoriales, mientras más encadenamientos existan y diversos sean estos, mayores serán los efectos de complementariedad y derrame entre los sectores de la economía, lo cual dinamiza la EP de un territorio o país.
Evolución y características de la EP en Cuba
En Cuba -como la mayoría de los países subdesarrollados- el modelo económico de desarrollo hasta el triunfo de la Revolución en 1959 reúne las características del MPE, como proveedor de materias primas y productos semielaborados con menor complejidad e importador de bienes y servicios con mayor valor agregado.
Coincidiendo con García (2005), la economía cubana hasta el 2004 ha transitado por siete etapas o períodos, con dos nuevas etapas que incluyen características propias del modelo de desarrollo económico y la EP, entre ellas:
El período colonial (1510-1762), donde España mantuvo su dominio hasta la toma de La Habana por los británicos. Se caracteriza por su escaso desarrollo, basado en la agricultura y el comercio a través del sistema de flotas.
El resto del período colonial español (1763-1898) abarca desde la recuperación de La Habana por España hasta la intervención militar de los Estados Unidos. Caracterizado por la expansión de la agroindustria azucarera y la exportación del azúcar hacia Estados Unidos como motor del crecimiento económico, y el prácticamente nulo desarrollo de otros rubros, prohibidos por la metrópolis.
El período de ocupación estadounidense (1899-1902) constituye un tránsito histórico del colonialismo español al neocolonialismo. En esta etapa inicia una diversificación incipiente de la EP, donde la agroindustria, la manufactura y los servicios financieros alcanzaron algún desarrollo.
En el período republicano (1902-1959), Cuba logra y mantiene con su independencia formal. En esta fase se consolidó el modo capitalista de producción así como el carácter y monoexportador de azúcar. Se caracteriza por el sensible aumento del intercambio comercial y los intentos de diversificación de la EP.
En el período (1959-1989) se generan las condiciones para el desarrollo socialista del país, con un modelo basado en la propiedad social sobre los medios de producción. Esta etapa es nombrada por García (2005) y García (2012) como modelo de estructura de propiedad estatal monopólica o cuasimonopólica, con una planificación altamente centralizada y la organización uniforme de ramas y empresas en su EP. Cuba se integra al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y se beneficia de sus relaciones con las economías socialistas europeas. Se avanzó en los sectores productivos, agropecuario e industria, la electrificación del país y se realizaron importantes inversiones en los sectores de salud, educación, cultura, deporte y el desarrollo del turismo, todo con una elevada dependencia de insumos importados. A mediados de la década de 1980 se promueve proceso de revisión de la política económica, dirección y gestión de la economía, denominada «Rectificación de errores y tendencias negativas».
En el período (1990-1998) se profundiza la recesión económica y se acometen reformas estructurales con el objetivo de restablecer los equilibrios macroeconómicos y la reinserción internacional luego de la desaparición del CAME. Se coincide con García (2012), en que la principal falla estructural que ha venido presentando el modelo de desarrollo socialista cubano es la insuficiencia en la generación de los medios de acumulación endógenos, sobre la base de la movilización de los recursos internos, en lo que confluyen dos factores: el desequilibrio comercial y la baja eficiencia económica.
En el período (1999-2004) se producen cambios en el sector agropecuario y se transita al turismo como actividad principal de la economía; se logra la recuperación económica, pero no se alcanzan los niveles del PIB de 1989. Se promueve la diversidad de las formas de producción y de propiedad y se desarrolla el trabajo por cuenta propia en el sector de los servicios.
En el periodo 2004 hasta el 2011 comienzan a introducirse -a partir de 2008- transformaciones que pueden considerarse la génesis del proceso de actualización del Modelo socialista de desarrollo económico y social, que se materializa en la aprobación de la política económica y social y sus Lineamientos en el VI Congreso del PCC. En este período se operan cambios estructurales con la entrega de tierras ociosas a formas productivas no estatalespero sin resultados significativos.
De 2011 hasta 2022 se aprueba la Ley de Inversión Extranjera que promueve la inversión foránea directa a través de contratos de asociación económica internacional. Según Rodríguez (2019), las transformaciones en la EP lograron avances limitados, se centraron en el sector de los servicios, fundamentalmente en el turismo y en las actividades de transporte y otros servicios básicos. Se crea la Zona especial del Mariel, y se realizan inversiones en las fuentes renovables de energía, las comunicaciones y en obras e instalaciones hidráulicas.
Por otro lado, toma auge el sector biofarmacéutico y se fusionan y extinguen ministerios. En el 2016 se aprueban las bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030 y la Conceptualización del modelo económico, donde se establecen los ejes y sectores estratégicos (Partido Comunista de Cuba, 2020), los que se vinculan con la infraestructura productiva del país (Rodríguez, 2019). Además se implementan otras medidas y políticas públicas dirigidas a estimular los sectores y ejes estratégicos de la economía como: las 63 medidas aprobadas para reanimar la economía, las 93 para la recuperación de la industria azucarera, y las 53 para fortalecer la empresa estatal socialista.
Coincidiendo con Romero (2019) y Rodríguez (2019, 2022), la complejidad de los desafíos que enfrenta el país en la actualidad en el orden económico social y en el técnico productivo es significativa. Esto se refleja en las particularidades del proceso de implementación de los Lineamientos de la política económica y social del país, actualizados en los VII y VIII Congresos del PCC (Partido Comunista de Cuba, 2021).
Las Cuentas Nacionales para evaluar el desempeño de la EP
Las Cuentas Nacionales (CN) es una rama de la contabilidad a escala macroeconómica que muestra de forma ordenada las transacciones de productos, servicios y materiales que determinan la actividad económica de un país o región (Fuentes y Ruiz, 2010; Lencucha y Thow, 2019; Athique, 2020; Mendoza, 2020).
En tal sentido, diagnosticar y evaluar la EP se refiere a calcular la importancia relativa de los sectores y actividades en la economía en base al desempeño de indicadores de las CN como producto interno bruto (PIB), valor agregado bruto (VAB), volúmenes de importaciones y exportaciones, entre otros indicadores (Athique, 2020; Betarelli et al., 2020; Mendoza, 2020; ONEI, 2022).
MÉTODOS
La evaluación de la EP de Cuba se realizará con la combinación de diferentes métodos de análisis empírico, estudios cuantitativos y cualitativos, apoyados en representaciones gráficas en base a indicadores de las Cuentas Nacionales (CN), organizados por sectores y actividades económicas durante el período 2016-2022. Como fuentes de datos se usarán los Anuarios Estadísticos de Cuba de 2022, publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI, 2023b; 2023c; 2023d; 2023e).
Para evaluar la EP se asume la siguiente metodología de trabajo:
Realizar un diagnóstico de la situación económica del país a través del análisis de la tasa de crecimiento del PIB y sus efectos en el desempeño de la economía.
Clasificar las empresas del país en los distintos sectores económicos (primario, secundario y terciario) y agruparlas según el clasificador nacional de actividades económicas (CNAE) de la ONEI (2023e).
Agrupar las empresas en cuanto al destino de sus producciones en sectores no manufactureros de destino intermedio, sectores no manufactureros de destino final, sectores manufactureros de destino intermedio, sectores manufactureros de destino final.
Calcular el peso o importancia relativa de los sectores, actividades económicas e indicadores con respecto a la economía nacional en base al PIB (Mendoza, 2020).
Analizar los bienes y servicios exportados y evaluar la complejidad tecnológica y el valor agregado.
Realizar un análisis cualitativo y evaluar la existencia de posibles reservas de capacidades productivas y de servicios, y encadenamientos productivos, considerando los efectos arrastre y multiplicador de cada sector en dependencia de sus características.
RESULTADOS
Un análisis de la dinámica del PIB a precios corrientes del 2016 al 2022 muestra un incremento de 6,0 % en el 2017, marcado por el aumento de las exportaciones de los servicios profesionales en condiciones internacionales favorables, en el 2018 una contracción del 3,3 % por la disminución de la producción del petróleo crudo nacional y la reducción de los combustibles importados, los efectos negativos de los eventos meteorológicos, el recrudecimiento del bloqueo económico del gobierno estadounidense, caen los ingresos por exportaciones de los servicios profesionales.
En el 2021 se evidencia un impacto en los macro agregados de las medidas de la Tarea Ordenamiento, el PIB asciende a 545 218 MMP y en 2022 a 633 442 MMP, motivado fundamentalmente por el incremento en valores de la producción de bienes y servicios, el efecto inflacionario en los mercados mayorista y minorista y la devaluación de la moneda nacional. En cuanto a la composición del PIB por sectores y cantidad de empresas, el sector primario con 5 212 empresas aporta el 2,7 % de su valor, el manufacturero con 4 101 empresas, el 21,6 % y el de servicios con 8 439 empresas, un 75,8 %, donde solo el 24,2 % corresponde a la producción de bienes (ONEI, 2023b; 2023e).
Además del desequilibrio en composición entre los sectores, se constata que las actividades con mayor importancia relativa son del sector terciario (comportamiento mantenido en los últimos diez años).Este se caracterizan por actividades de destino final, con mayores encadenamientos hacia atrás y menores hacia adelante ya que satisfacen el consumo final. Un estudio más detallado analiza los aportes por actividades al PIB nacional, según se muestran en la Figura 1.
La figura anterior muestra que el mayor aporte al PIB recae en las actividades: salud pública y asistencia social, comercio, reparación de efectos personales, fundamentalmente por el incremento en valores de estos servicios de carácter social, así como transportes y otras, todas del sector no manufacturero de destino final, caracterizado por tener mayores encadenamientos en ambos sentidos, que generan mayores efectos arrastre y multiplicador.
Las actividades construcción e industrias manufactureras (excepto industria azucarera), clasificadas en el sector manufacturero, con mayores encadenamientos hacia atrás y hacia adelante, tienen un menor peso el PIB nacional. Se complementa el análisis con la composición de empresas por actividades, lo que se muestra en la Figura 2.
En la figura anterior, la mayor cantidad de empresas se agrupa en la actividad Agricultura, silvicultura y pesca, sector formado por empresas no manufactureras de destino final, con productos menos elaborados y poco valor agregado, dirigidas al consumo final con bajos encadenamientos productivos hacia delante.
La segunda posición la ocupan empresas de servicios de destino final, con igual comportamiento de las anteriores. Le siguen las actividades manufactureras de destino final, que agrupan: la industria, la construcción y el suministro de electricidad, gas y agua, cuyas producciones van fundamentalmente al consumo final e intermedio para otras industrias, con producciones de mayores valor agregado y encadenamientos hacia atrás y hacia delante. Se analiza el VAB por provincias con respecto al PIB nacional (Figura 3).
Los mayores aportes al PIB se concentran en la provincia La Habana, seguida de Villa Clara y Matanzas (valores estimados en base el salario y el promedio de trabajadores), por las ausencias de información estadística en los anuarios provinciales (Figura 3).
Las provincias que menores valores aportan son Sancti Spíritus, Artemisa y Ciego de Ávila. En sentido general, se manifiesta una asimetría significativa en niveles de desarrollo entre las provincias, lo que no es favorable en términos de complementariedad y desarrollo de la EP del país y complejidad de las operaciones y procesos de apoyo.
Un análisis importante, es el estudio de la producción de bienes para la exportacióny analizar su complejidad, lo que se muestra en la Figura 4.
La figura anterior muestra que el peso fundamental de los bienes para la exportación recae en productos tradicionales con bajos niveles de elaboración y escasa complejidad tecnológica como los materiales crudos no comestibles con mínimas ventajas competitivas. Destacan algunos productos con mayor valor agregado, fundamentalmente de los sectores manufactureros de destino final, como el tabaco y las bebidas. En sentido general existe poca diversidad entre los productos que se exportan.
El análisis del índice de volumen físico de la industria manufacturera por destino de los productos aporta un elemento muy importante en la evaluación de la EP (ONEI, 2023b, p. 278), porque muestra la disminución de la producción física de bienes. Lo más significativo es que el mayor volumen se destina al consumo final (84,7) y el menor volumen al destino intermedio con solo 21,2. Esto es consistente con los anteriores análisis y evidencia desbalances entre las producciones de destino final y destino intermedio en este importante sector, lo cual no favorece el desarrollo de la EP del país.
CONSIDERACIONES FINALES
La situación económica de Cuba se complejiza a partir de 2017 por los efectos del bloqueo de Estados Unidos, la crisis global de la pandemia de la COVID-19 y la guerra Rusia-Ucrania. Esto ha afectado el desempeño de todos los sectores de la economía nacional y, particularmente, los más estratégicos como el turismo y los servicios profesionales. A esta situación se unen problemas relacionados con una gestión ineficiente de las empresas y del sistema financiero, provocados por los impactos de las medidas económicas de la Tarea Ordenamiento y unidos a una base productiva obsoleta que elabora productos poco competitivos en relación a los estándares internacionales.
Las actividades del sector terciario y secundario, en ese orden, tienen el peso fundamental en la economía del país, representado por empresas cuyas producciones y servicios son de destino final; el sector primario es el menos representado, pero también orientado al destino final con bajos encadenamientos productivos en ambos sentidos y, por tanto, son entidades poco dinamizadoras de la economía, que aportan poco VAB, lo que no contribuye significativamente al desarrollo de las provincias y el país.
El estudio evidencia asimetrías significativas en cuanto a niveles de desarrollo entre las provincias, lo que es típico de una economía subdesarrollada con una estructura productiva poco diversificada y baja complementariedad. La producción de bienes exportables proviene, mayormente, del sector primario, con productos de baja complejidad y poco valor agregado, lo que no es consistente con los problemas de la estructura productiva típica de países subdesarrollados.
Ante esta evaluación se deben trazar políticas públicas orientadas a la transformación de la estructura productiva del país, enfocadas en tecnificar las actividades del sector primario, junto a un proceso paralelo de mejoras tecnológicas en los sectores manufactureros y de servicios. De forma que permitan movilizar recursos de los sectores de destino final a los de destino intermedio, que tiendan al equilibrio de la estructura productiva, favorezcan los encadenamientos y la complementariedad intersectorial, que permita una sustitución efectiva de las importaciones y generar exportaciones, a fin de aprovechar las ventajas comparativas de los territorios.