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Revista Cubana de Medicina General Integral

versión On-line ISSN 1561-3038

Rev Cubana Med Gen Integr v.23 n.1 Ciudad de La Habana ene.-mar. 2007

 

La mujer de edad mediana y su satisfacción con la vida en poblaciones cubanas

Guillermo Díaz Llanes1

Resumen

Las mujeres en la etapa media de la vida (40-59 años), constituyen uno de los grupos potencialmente vulnerables a enfermedades y a bajos niveles de bienestar subjetivo. El presente trabajo resume los principales resultados alcanzados en varios estudios realizados por el autor en diferentes poblaciones cubanas, con diferentes diseños. Se apreció una alta prevalencia de bienestar subjetivo. Las actitudes disfuncionales de logro y control constituyeron factores de riesgo de bajo bienestar subjetivo. Las mujeres cuidadoras de edad mediana exhibieron un adecuado bienestar subjetivo a expensas de un alto control sobre los roles que desempeñan.

Palabras clave: Mujer de edad mediana, satisfacción con la vida, control, actitudes disfuncionales.

Pese al creciente interés que en las últimas décadas ha despertado en la salud pública el estudio de la salud de la mujer, los principales esfuerzos encaminados a proteger y fomentar la salud femenina privilegian el período reproductivo, y se centran en la investigación de los determinantes de la enfermedad, lo que ha propiciado un déficit de conocimientos acerca de las condiciones que hacen posible la salud de la mujer en edad mediana (40-59 años), de su calidad de vida y de su bienestar subjetivo.

Con el aumento que ha experimentado en el mundo desarrollado y en Cuba la expectativa de vida, sobre todo en la mujer, la atención a este grupo etario se convierte en una necesidad inminente, debido a que cuando arriban a esta etapa, todavía les resta un tercio de sus vidas. Por otra parte, el desarrollo científico-técnico y su expresión en el mejoramiento de las condiciones de trabajo, hacen posible que un mayor número de mujeres en este grupo continúen aportando su experiencia y su estilo de trabajo.

Desarrollo

En Cuba existe, además, un motivo adicional, debido a la hiperbolización de la función económica de la familia que ha traído consigo la situación social de los últimos 15 años. La mujer de edad mediana ha tenido que ocuparse de las funciones afectivas, culturales y educativas, ha conciliado los conflictos intergeneracionales y asumido la responsabilidad del cuidado de ancianos, niños y enfermos en la casa en estas difíciles condiciones; y además, en la mayoría de los casos se ha visto forzada a combinar esas funciones con las económicas, laborales y políticas.

No obstante este panorama, una reciente revisión de las publicaciones acerca del tema en 27 revistas de salud internacionales desde el año 2000 hasta el primer semestre de 2004, reveló que de un total de 1 207 artículos, 16,2 % (196) abordaba la salud femenina. De ellos, 8,6 % (17) se dirigió a estas edades, y de los que lo hacían, 76,4 % (13) focalizaba la expresión biológica y clínica del climaterio, la evaluación de tratamientos hormonales para combatir los síntomas de este período, y los factores de riesgo de enfermedades crónicas.1-3

En Cuba, por su parte, los estudios publicados sobre el tema alcanzaron 1,3 %, mientras que los aspectos relacionados con los determinantes sociales y psicológicos de su salud positiva en dicho grupo, apareció solo en 10 %.

Recientes estudios han revelado que uno de los constructos que mejor predice la salud de la población es la satisfacción con la vida4 (comúnmente llamada el componente cognitivo del bienestar subjetivo). En ella se sintetizan 2 objetivos fundamentales de la salud pública moderna: la orientación hacia la salud positiva y la determinación social de la salud con la participación activa del individuo.5

Diferentes investigadores han encontrado asociaciones significativas entre la satisfacción con la vida y los estilos de afrontamiento centrados en el problema, que a su vez se estiman como más salutógenos. Los sujetos satisfechos con la vida interpretan los eventos neutrales y ambiguos como positivos, poseen un pensamiento flexible, son más creativos y exhiben un umbral alto de tolerancia a las frustraciones, lo que los hace menos vulnerables al distrés psicológico.6 Estos individuos experimentan menos emociones negativas, y por tanto, conservan en buen estado los procesos inmunes que son alterados por aquellas, a través de sus efectos en los sistemas endocrino y nervioso autónomo. La ira es un factor de riesgo de HTA, enfermedad coronaria y muerte prematura. La tristeza, el miedo, la vergüenza y la culpa, predisponen a la depresión y la ansiedad.5 Por su parte, la satisfacción con la vida predispone a las experiencias emocionales positivas, las que a su vez favorecen las evaluaciones cognitivas de satisfacción.6

Desde 1995 hasta la fecha, en Cuba se han estudiado diversos grupos de mujeres en edad mediana en municipios de la Ciudad de La Habana (La Lisa y Marianao), en La Habana (Guanajay) y en Guantánamo (Caimanera), en los que han participado alrededor de 1 500 mujeres con edades comprendidas entre los 45 y los 59 años.

Los estudios de La Lisa y Guanajay revelaron una tasa de prevalencia de insatisfacción con la vida de 7 %, y una frecuencia de mujeres muy satisfechas de 8 %. Dichos resultados coinciden con lo aseverado por Diener y otros, en cuanto a las pequeñas frecuencias de muy alto y muy bajo bienestar subjetivo encontradas en los países con orientación colectivista. Según ellos, la seguridad brindada por los sistemas de apoyo social y la prioridad que se otorga al grupo con relación al individuo en tales países, predisponen a la realización de atribuciones externas de las consecuencias del éxito y el fracaso, y por ende, a creencias de una limitada participación personal, que conduce a una exigua implicación emocional, que reduce la probabilidad de respuestas en los extremos de la curva.5

La insatisfacción con la vida se incrementó con el aumento del nivel escolar. El 71 % de las mujeres insatisfechas reportaron niveles de escolarización equivalentes a preuniversitario y universitario. Ello podría ser atribuible a las escasas alternativas de empleo adecuadamente remunerado para este grupo que posee un elevado nivel de expectativas generado por la propia instrucción. Este resultado diverge de lo hallado por diversos investigadores, que enfatizan el limitado aporte de las variables socio-demográficas en la satisfacción con la vida, debido a las características de los diseños empleados que solo permiten la asociación lineal entre 2 variables (satisfacción con la vida y escolaridad), y no toman en consideración el análisis sistémico del proceso, que como se aprecia en este caso, incluye otras.

Estos estudios también revelaron una alta prevalencia de insatisfacción con las posibilidades económicas y con el trabajo que realizaban, relegando a planos secundarios, variables comúnmente asociadas al bienestar, como los sentimientos de soledad, la insatisfacción con los sistemas de apoyo y los sentimientos de pérdida, lo que puso de manifiesto la movilización de recursos personológicos en pro de la subsistencia, que podrían ser resumidos en la capacidad para regular, con mayor o menor éxito, el efecto de la carencia de variables más cercanas a lo espiritual.

La relación de pareja, el condicionamiento de género, el proyecto de vida y la percepción de salud, tampoco tuvieron capacidad discriminatoria, lo que condujo a la investigación de variables de personalidad potencialmente responsables de la división entre el grupo que regula la supervivencia a expensas de su satisfacción con la vida, y el que lo logra sin comprometer esta última. El propio estudio mostró la poca capacidad explicativa de la autoestima como instancia personológica reguladora de la satisfacción con la vida en estas mujeres, pese a su alta prevalencia. El 94,48 % de las insatisfechas y 77,32 % de las satisfechas ofrecieron reportes de baja autoestima. Estos resultados condujeron a la búsqueda de una variable que tradujese la participación de la personalidad en la satisfacción con la vida.

En torno a este aspecto, la literatura sobre el tema reporta considerables investigaciones que enfocaron el efecto de alrededor de 137 rasgos de personalidad en el bienestar subjetivo, 5 entre los cuales, la mayor atención teórica se le concedió a la extraversión y el neuroticismo. Esta marcada tendencia al estudio de los rasgos de la personalidad como indicadores de la intervención de esta última en el bienestar subjetivo se debe, fundamentalmente, a 2 aspectos. El primero tiene que ver con la relativa estabilidad encontrada en los reportes de satisfacción con la vida de los sujetos en el tiempo, que hizo pensar en la presencia de factores de personalidad de carácter estable, en los que los rasgos son quizás su principal exponente. La segunda condicionante de esta tendencia se refiere a la hiperbolización de los determinantes genéticos en el comportamiento en el momento actual, como consecuencia de las investigaciones sobre el genoma humano. De ahí que los rasgos puedan tener valor explicativo, dada su condición de elementos de la personalidad más cercanos al temperamento, que a su vez, posee una importante carga biológica en su determinación.

Este tratamiento, sin embargo, posee algunos inconvenientes. El primero reside en que el rasgo es un componente de la personalidad, que solo cobra relevancia cuando se encuentra inserto en el complejo entramado de interrelaciones de esta última, por ello, su abstracción del sistema lo hace perder su significado real. El segundo problema emana de la atribución unicausal, biológica (léase genética) de la satisfacción con la vida, y las consabidas consecuencias fatalistas que ello conlleva. Luego, la explicación de la estabilidad de los reportes debe ser el resultado de las regularidades del sistema de relaciones que conforman el macromedio, el micromedio, la biología y la personalidad del sujeto, regulados por esta última.

El aporte de la personalidad a la comprensión de la satisfacción con la vida solo podría conocerse cuando se encuentre el elemento abstracto que exprese la esencia de las interacciones que en su seno se producen, y este elemento no puede deducirse de ninguno de sus componentes ni ser el resultado de la suma de todos los componentes del sistema personalidad, lo que equivale a decir, conforme a la Teoría General de Sistemas, que debe ser un objeto sinérgico.

Un acercamiento a esta problemática podría constituir el estudio de las actitudes del sujeto, puesto que en ellas reside un considerable cúmulo de interrelaciones personológicas. La actitud, entendida como tendencia o disposición a reaccionar ante un objeto, sea material o espiritual, pese a no ser un efectivo indicador del comportamiento, lleva implícita una evaluación por parte del sujeto, en la que pueden estar contenidas su autoestima, o sea, la valoración afectiva de sus recursos, su jerarquía de motivos, dado que el grado en que se involucra el sujeto está determinado por el lugar que el objeto en cuestión ocupa dentro de su jerarquía motivacional, y la autoeficacia, es decir, la creencia de que se dispone de recursos para operar los cambios deseados en dicho objeto.

En tal sentido, un trabajo posterior examinó la influencia de las actitudes disfuncionales en la satisfacción con la vida. Estas actitudes, dada su condición de suposiciones estables acerca de sí mismo y del mundo, determinan el significado y el valor que el individuo atribuye a sus experiencias cotidianas. De ahí que cuando se forman inadecuadamente, se caractericen por ser inadaptadas, rígidas, inapropiadas y excesivas, y podrían constituir un factor de vulnerabilidad para la satisfacción con la vida. Dicho estudio reveló que las actitudes disfuncionales referidas al logro, traducidas en el establecimiento de objetivos que rebasan las posibilidades reales del sujeto, su incapacidad posterior de reajuste y las atribuciones en cuanto al significado vital de conseguirlo en toda su magnitud, constituyeron un factor de riesgo de insatisfacción con la vida en dicha población. Este resultado es en parte congruente con la “Teoría de las Discrepancias Múltiples” de Michalos, que postula que los reportes de satisfacción con la vida son una función del gap, o discrepancia percibidos por el sujeto entre una situación por él esperada, de naturaleza hipotética (logro) y sus posibilidades reales de alcanzarlo.

Sin embargo, la discrepancia entre las elevadas expectativas de logro y las posibilidades reales del sujeto por sí solas, no determinaron los reportes de insatisfacción en esta población, para ello fue necesaria la presencia de rigidez en cuanto a la imposibilidad de re-establecimiento del logro y la imperiosa necesidad de alcanzarlo. Otro factor de riesgo de insatisfacción con la vida en dicha población lo constituyeron las actitudes disfuncionales acerca del control. El término control se refiere a la creencia de que se es capaz de influir o controlar eventos vitales, y que se es competente o efectivo en su manejo en el orden de provocar los cambios deseados.7

Cuando estas creencias exceden las posibilidades reales tanto del sujeto como del medio, se está en presencia de una disfunción en esa actitud, es decir, de elevadas expectativas de control sobre las situaciones cotidianas, establecidas rígidamente y un sentimiento de urgencia en cuanto a su consecución. Estos resultados se encuentran en línea con lo planteado por diversos autores5 acerca del carácter estable de los reportes de satisfacción con la vida, sin embargo, difieren en cuanto a la naturaleza de su causalidad, porque apuntan hacia la determinación social del constructo, en tanto estas actitudes disfuncionales capaces de provocarlo, son el resultado de la compleja relación que se establece entre componentes sociales y biológicos, regulados por la personalidad del sujeto, lo que equivale a entenderla como un producto social y no fatalmente determinada por los genes del individuo, según sostiene una considerable cantidad de trabajos en la actualidad.

Los estudios sobre bienestar subjetivo de la mujer en edad mediana realizados en Cuba, han incluido como una de las variables de mayor relevancia al género, debido a la influencia que cotidianamente ejerce en la vida de este grupo de féminas.6 El 97 % de las mujeres insatisfechas con la vida (n=184) estudiadas en diferentes poblaciones cubanas, reportó insatisfacción con los roles de género, mientras que 65 % de las satisfechas con la vida (n=1 183) ofreció similares reportes.

El género es una construcción social que estereotipa, en función del sexo, comportamientos, valores, actitudes y roles, generando expectativas diferenciadas que contemplan un hombre racional, con manifestaciones emocionales de ira, lenguaje directo, centrado en el aspecto instrumental de las relaciones, dominante y controlador, y una mujer controlada, expresiva, cálida, cooperativa e involucrada afectivamente en su relación con los otros, cualidades que la hacen idónea para el desempeño de aquellos roles que enfatizan en la experiencia emocional.

En general las luchas de los movimientos feministas y el interés de algunos gobiernos en revertir esto, ha dado lugar a un estadio transitorio de sobrecarga de roles en la mujer, al combinar su protagonismo en la dinámica social a través de un notorio incremento de su presencia laboral, política y comunitaria, con una representación social estereotipada de lo femenino, no modificada en su esencia, que mantiene su responsabilidad en las actividades del hogar, situación que cobra especial significación en la mujer de edad mediana, que a consecuencia de las particularidades de nuestro contexto actual, caracterizado por la convivencia multigeneracional y la limitada disponibilidad de instituciones encargadas del cuidado de ancianos y niños, ha tenido que asumir la responsabilidad del cuidado de esas personas, muchas veces, de forma paralela a su trabajo fuera de la casa. Ello motivó la investigación de las mujeres que ejercen el rol de cuidadoras, por ser, dentro de las del grupo de edad mediana, las que desempeñan, como regla, el mayor número de roles, y pese a esta enorme contribución social, presumiblemente, el más expuesto a la insatisfacción con el condicionamiento de género, la insatisfacción con la vida y el distrés psicológico.

En cuanto a la relación entre múltiples roles y bienestar se han establecido 2 hipótesis, la primera los asocia a tensiones y depresión, a causa del limitado tiempo y energía que se puede dedicar a cada uno de ellos; y la segunda relaciona los múltiples roles con el bienestar, a través del control sobre el rol, que fungiría como variable mediadora en la relación, basada en estudios que reportaron mayores índices de bienestar psicológico y menos problemas de salud en las mujeres con un adecuado control sobre los roles que desempeñan.7

El control ha sido conceptualizado tanto como una característica global, como un recurso multifacético que es específico a un dominio o rol dado. Creencias de control globales han sido asociadas a un alto bienestar subjetivo. Los individuos que poseen un alto control en los roles de cuidadores, también experimentan menos distrés psicológico.7

Los resultados obtenidos en un grupo de mujeres de edad mediana que ejercen el rol de cuidadoras en el policlínico “Finlay”, de Marianao, apoyaron la segunda hipótesis. En este trabajo se examinó la relación entre la satisfacción con la vida y el control percibido sobre el rol que ejercían, y se obtuvo que 87,6 % de las mujeres satisfechas con la vida, tenía creencias acerca de un alto control sobre el rol, mientras que 86,6 % de las insatisfechas reportó un bajo control.

El control sobre los roles sociales puede ser una vía para la satisfacción con la vida, porque cada rol en que se sumerge el sujeto requiere de diferentes capacidades, actitudes, influencias ambientales y relaciones sociales, y en el caso de los relacionados con cuidados, podría fortalecer los vínculos afectivos con la persona receptora de estos.

En el caso específico de las mujeres de edad mediana que ejercen dicho rol, puede existir otro motivo adicional, relacionado con la posibilidad que ofrece de compensar la pérdida de control experimentada en otros dominios, como pueden ser el profesional y el de pareja, este último particularmente plausible en la población estudiada, en la que 63,1 % (65) de las 103 cuidadoras carecía de pareja estable, mientras que 57,8 % (22) de las 38 que refirieron tener pareja, reportó creencias de bajo control en dicha área.

Conclusiones

  • La prevalencia de satisfacción con la vida en las mujeres en edad mediana de las poblaciones estudiadas fue alta.
  • Los estudios revelaron la participación de variables sociales y psicológicas en la determinación de su nivel de su satisfacción.
  • Las actitudes disfuncionales probaron ser un importante predictor de baja satisfacción con la vida.
  • Las mujeres de edad mediana que fungen como cuidadoras, reportaron una alta prevalencia de satisfacción con la vida, a expensas de un adecuado control sobre los roles que desempeñan.

summary

The middle-aged woman and her satisfaction with life in Cuban populations

Middle-aged women (40-59 years old) are one of the groups potentially vulnerable to diseases and to low levels of subjective well-being. This paper summarizes the main results attained in various studies conducted by the author in different Cuban populations with different designs. A high prevalence of subjective well-being was observed. The dysfunctional attitudes of achievement and control were risk factors for low subjective well-being. The best middle-aged care givers showed an adequate subjective well-being at the expense of a high control on the roles they play.

Key words: Middle-aged woman, satisfaction with life, control, dysfunctional attitudes.

Referencias bibliogrÁficas

1. Miech RA, Hauser RM. Socioeconomic status and health at midlife. A comparison of educational attainment with occupation-based indicators. Ann Epidemiology. 2001 Feb;11(2):75-84.

2. Mingo C, Herman CJ, Jasperse M. Women's stories: ethnic variations in women's attitudes and experiences of menopause, hysterectomy, and hormone replacement therapy. J Women's Health Gender Based Med. 2000;99:S27-S38.

3. Raikkonen K, Matthews KA, Kuller LH, Reiber C, Bunker CH. Anger, hostility, and visceral adipose tissue in healthy postmenopausal women. Metabolism. 1999 Sep;48(9):1146-51.

4. Díaz Llanes G, Alonso R, Bayarre H. Factores de riesgo de insatisfacción con la vida en mujeres de edad mediana. Rev Cubana Hig Epidemiol. 2002;40(3).

5. Díaz Llanes G. Bienestar subjetivo. Actualidad y perspectivas. Rev Cubana Medicina Gen Integr. 2001;17(6):572-9.

6. Díaz Llanes G, Alonso R, Bayarre H. Prevalencia de insatisfacción personal en mujeres de edad mediana del policlínico "Cristóbal Labra". Ciudad de La Habana, 1997. Revista Cubana Salud Pública. 2000;26(2).

7. Avis Nancy E. Women's health at midlife. San Diego, USA: Academic Press, 1999. p.105-46.

Recibido: 20 de junio de 2006.    Aprobado: 20 de noviembre de 2006.
Lic. Guillermo Díaz Llanes. Calle Santa Ana # 753, entre Factor y Este, municipio Plaza, Ciudad de La Habana, Cuba. E mail: gdllanes@infomed.sld.cu

1Licenciado en Psicología. Profesor Auxiliar de la ENSAP. Máster en Psicología de la Salud.

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