En la actualidad, la Ortodoncia se preocupa por la corrección precoz de las anomalías dento-maxilo-faciales, y prioriza la armonía de las bases óseas, por lo cual es de gran valor conocer el pico de crecimiento durante la adolescencia. Algunos tratamientos ortodóncicos se ven favorecidos si se realizan cuando el individuo se encuentra cerca del pico de crecimiento, y en una etapa de desarrollo determinado; por lo tanto, es importante conocer de manera más segura la edad ósea, la cual proporcionará datos para poder actuar en el momento idóneo y así asegurar el éxito del tratamiento en las decisiones clínicas tomadas sobre el uso de: las fuerzas de tracción extraoral, los aparatos funcionales, el tratamiento con extracciones contra un tratamiento sin extracciones y la cirugía ortognática. Por estas razones, la predicción de la cantidad de crecimiento activo, sobre todo en el complejo craneofacial, es útil al ortodoncista.1,2
Los investigadores han buscado durante mucho tiempo un indicador de maduración que les permita conocer el grado de desarrollo del organismo con independencia de su edad cronológica. La identificación de cuándo el paciente se encuentra en su pico de crecimiento, se puede realizar mediante distintos aspectos como: talla-peso, menarquia-cambios de voz, erupción dental y maduración ósea. Sin embargo, varios especialistas opinan que el indicador del desarrollo más recurrente, desde el nacimiento hasta la madurez, es la edad ósea, pues esta se ajusta más a la maduración general, al desarrollo y a la talla del individuo. 3,4
Las radiografías de diversas zonas del cuerpo humano (mano, rodilla o pie), para el análisis de la maduración ósea, son procesos que exponen a los pacientes a un exceso de radiación, más cuando existen otros exámenes de rutina (como es la radiografía lateral del cráneo, la cual es frecuentemente empleada para el diagnóstico ortodóncico), que permiten determinar los estadios de maduración de los pacientes que se encuentran en crecimiento. Se deben priorizar aquellos estudios que resulten menos dañinos en los pacientes que recibirán tratamiento para la corrección de anomalías dento-máxilo-faciales.
Autores como Águila y Donald, citados por Salazar Tasintuña,5 en su investigación sobre la evaluación de los estadios de maduración ósea mediante el estudio de vértebras cervicales, afirmaron que la determinación de la edad ósea es el método más utilizado para la valoración de la maduración, la cual consiste en la medición del avance del desarrollo de los huesos a través del análisis radiográfico. Otros autores como O´Reilly, Baccetti y Hassel y Farman, citados por Toledo Mayarí, 1) han demostrado que uno de los métodos más confiables es el análisis de las vértebras cervicales en el cual se puede evaluar la madurez ósea.
Las ventajas de utilizar las vértebras cervicales, en estos casos, se centra en la reducción a las exposiciones radiográficas a que se ven sometidos los pacientes y por la facilidad de acceder a las vértebras cervicales.
Varios autores 5,6,7) coinciden que el método de maduración ósea cervical vertebral ha ganado aceptación en los últimos años. Este se basa en las características morfológicas de los cuerpos vertebrales asociadas con las diferentes etapas del crecimiento de las estructuras somáticas y faciales.
Uno de los primeros métodos para valorar la maduración ósea en vértebras cervicales mediante la utilización de las radiografías laterales de cráneo, se realizó en el año 1972 por Lamparski.5 Dicho autor observó los cambios morfológicos de los cuerpos de las cinco vértebras cervicales de la C2 a C6, y estos fueron el inicio y desarrollo de concavidades en el borde inferior del cuerpo vertebral y el incremento de la altura vertical del cuerpo de la vértebra. El crecimiento desigual de la parte posterior y la altura total del cuerpo vertebral, producen cambios morfológicos en la vértebra que varían de su forma inicial trapezoidal a rectangular, luego cuadrada, y por último, más alta que ancha. Una desventaja de este estudio es la necesidad de observar hasta la sexta vértebra en la radiografía cefálica lateral, requerimiento difícil de cumplir ya que por lo general se visualiza solo hasta la quinta.
Otro método desarrollado fue el de Hassel y Farman,6 quienes realizaron una modificación del método anteriormente mencionado, que consistía en observar la presencia o ausencia de concavidades en el borde inferior de los cuerpos de la C2-C3 y C4 y la morfología de los cuerpos de las dos vértebras cervicales (C3 y C4). Para su estudio usaron una muestra de 220 sujetos (110 hombres y 110 mujeres de 8-18 años de edad) y establecieron una relación significativa entre el método para la valoración de la maduración ósea en la radiografía de mano-muñeca y la evaluación de la madurez esquelética en la cefalometría lateral. La razón por la que seleccionaron C2, C3 y C4 fue porque podían ser visualizadas incluso cuando se llevaba el collar protector para el tiroides durante la exposición radiográfica. Según estos autores,6 en el segundo estadio de maduración de las vértebras cervicales ocurre la aceleración del crecimiento puberal, y en el tercero tiene lugar una gran aceleración de crecimiento, que se acerca al pico máximo de crecimiento puberal, de ahí la importancia clínica de los estadios 2 y 3 en el diagnóstico y la planificación del tratamiento ortodóncico. Según este análisis, en los pacientes que estén en el estadio 2 de maduración de las vértebras cervicales, se puede realizar cualquier tratamiento de Ortopedia ya que están un año antes del pico de crecimiento mandibular, lo que favorece el éxito en el resultado de la terapéutica aplicada.
Lara y colaboradores, citados por Salazar Tasintuña,5 plantearon una clasificación simplificada, donde analizaron también la forma de los cuerpos de las vértebras C3-C4 y la presencia o ausencia de concavidades en los bordes inferiores. Para evaluar la maduración de las vértebras cervicales sugirieron un método simplificado basado en tres fases: pre-pico, pico y post-pico.
Por otra parte, O´Reilly y Yanniello desarrollaron 6 estadios claramente identificables por la forma y bordes inferiores de las vértebras cervicales y llegaron a la conclusión de que los estadios 1 a 3 son anteriores al pico de crecimiento puberal, en todas las dimensiones de la mandíbula.5
Otros autores6,7,8,9) proporcionaron una versión mejorada del índice de maduración de las vértebras cervicales (CVM) que ayudó en la detección del pico de crecimiento mandibular. Su estudio guardó similitud con muchos autores mencionados anteriormente, los cuales observaron una respuesta mejorada al planeamiento del tratamiento, sobre todo si se realizaba en el período donde el individuo llega a su punto máximo de crecimiento puberal, momento en el cual, tanto la mandíbula como el resto del cuerpo, alcanza su mayor grado de crecimiento. Para su análisis se estudiaron las vértebras cervicales de la C2 a la C4 presentes en las radiografías laterales de cráneo, en las cuales se tomaron dos variables: la concavidad del borde inferior de la vértebra C2-C3 y C4 y la forma del cuerpo de la C3 y C4.
La fiabilidad y la eficiencia de un indicador biológico de la madurez ósea se puede evaluar con respecto a varios requisitos fundamentales. Un indicador biológico ideal de la madurez esquelética mandibular de un individuo debe caracterizarse por: eficacia en la detección del pico en el crecimiento mandibular, que no exista la necesidad de exposición adicional a radiografías para determinarlo, debe ser fácil a la hora de su registro, y el error en la evaluación de las etapas o fases debe ser lo más bajo posible.
Es necesario mencionar que los métodos de Hassel, Farman, Baccetti y colaboradores, muy usados en estudios para determinar la madurez ósea, constituyen un indicador definitivamente confiable, válido y muy fácil de realizar al momento del análisis de la edad ósea, con una alta correlación entre estos y otros indicadores de madurez ósea como el método de mano-muñeca. En estas dos versiones, las vértebras C2-C3-C4 pueden ser analizadas en una simple radiografía cefalométrica lateral pues siempre son visibles.6,7
Se recomienda utilizar este método de evaluación de maduración ósea a través de las vértebras cervicales en los servicios de Ortodoncia, ya que es un método sencillo y fiable para el especialista y evita la radiación excesiva para el paciente.