Señor editor:
La rápida propagación de la enfermedad COVID-19 aparecida en China en diciembre de 2019 a otros países, motivó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara el brote como una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII) el 30 de enero de 2020, y como una pandemia el 11 de marzo en el mismo año, cuando los casos confirmados superaban los 118 mil en 114 países, y el número de fallecidos ascendía a 4 mil 291.1,2,3
El gobierno de Cuba fue preparando el escenario para el enfrentamiento a la enfermedad y el Consejo de Ministros aprobó en sesión extraordinaria el Plan para la Prevención y Control del nuevo coronavirus, el que se actualiza permanentemente a partir del comportamiento de la pandemia en el país y el resultado de las investigaciones y estrategias de trabajo establecidas. El 11 de marzo de 2020 se notificaron los primeros casos en Cuba y a partir de ese momento los positivos diarios se incrementaron, por lo que se temía un crecimiento acelerado como había ocurrido en el mundo.4
El 18 de marzo de 2020 comenzó la pesquisa activa de pacientes con síntomas respiratorios por estudiantes de las universidades médicas en todo el país como parte de las acciones del referido plan, basado en las experiencias de campañas anteriores ante enfermedades transmisibles, pero adoptando estrategias ajustadas a las nuevas circunstancias.
Al principio se produjo una avalancha de críticas en las redes sociales y existió inconformidad por parte de padres y familiares de los estudiantes los que se mostraron preocupados por las noticias que se recibían sobre la incidencia de la enfermedad entre los profesionales de la salud en el mundo; no obstante, se inició y la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara incorporó 2 mil 132 estudiantes y 148 profesores; para el momento más crítico de la epidemia participaron en la pesquisa activa 3 mil 792 estudiantes de las diferentes carreras y formaciones y 425 profesores que lograron visitar diariamente un promedio de 100 mil viviendas en la provincia.
La pesquisa fue organizada desde la propia universidad y en cada área de salud del territorio fue designado un cuadro docente para dirigir y organizar la tarea; estaba al frente un puesto de dirección creado en los departamentos docentes de cada policlínico y al cual se integraron representantes de la FEU y la UJC. Se organizaron grupos de trabajo constituidos por 20 estudiantes organizados por dúos acompañados por un profesor.
Este puesto de dirección controló el desarrollo de la actividad y consolidó los resultados de la pesquisa que se realizaba a nivel comunitario con la participación de los equipos básicos de salud y las organizaciones de masas y políticas de estas comunidades. También el profesor responsable de cada equipo controló el resultado de la pesquisa que diariamente se realizó a los propios estudiantes participantes en la actividad. Esto favoreció la adopción de nuevas decisiones y permitió la retroalimentación de las orientaciones académicas emanadas de la universidad y el Minsap.
Durante el período en que se desarrolló la actividad, estuvieron en seguimiento un total de 194 estudiantes en diferentes momentos por haber sido clasificados como sospechosos o contactos, lo cual representó el 5,11 % del total en la pesquisa activa. De ellos solo 19 fueron contactos directos de casos positivos durante la realización de la pesquisa activa para un 0,50 %. Al final del periodo, no se reportó ningún enfermo de COVID-19 que haya tenido fuente de infección directa durante esta actividad.
La capacitación previa a los estudiantes sobre las medidas de bioseguridad y de carácter epidemiológico para evitar y disminuir los riesgos de adquirir la enfermedad, la seriedad y responsabilidad de los participantes y los años de experiencia acumulada en el enfrentamiento a enfermedades transmisibles, permitieron el cumplimiento de la tarea de manera satisfactoria, lo cual puso de manifiesto lo acertado de la decisión tomada.5
Hoy se reconoce la labor de los estudiantes de las ciencias médicas y su importante aporte al enfrentamiento a la pandemia. Vestidos de gallardía ante lo desconocido, y con la valentía que caracteriza a los profesionales de la salud cubana demostraron una vez más que son los verdaderos seguidores de aquella generación del centenario, pertenecientes actualmente a otro momento histórico, pero sin dudas continuidad del proceso revolucionario cubano.