Introducción
La educación como derecho de todos los seres humanos, se constituye en declaración universal por parte de Organización de las Naciones Unidas (ONU) (Asamblea General de la ONU, 1948). Elemento que se ha retomado en repetidas ocasiones por investigadores y organismos internacionales, y que se retoma en los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 (Murga, 2018), específicamente en el objetivo # 4 dirigido a Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje para todos.
En tal sentido, la educación ambiental no está ajena a estas dinámicas, y es en la sociedad contemporánea, caracterizadas por fenómenos como la globalización del conocimiento y los avances tecnológicos, hemos descuidado de forma brutal el ambiente (Simões et al., 2019)
Al respecto, el desafío que a nivel internacional se consolida, es el desarrollar una educación y una cultural ambiental que permita proteger al planeta y hacerlo sostenible, aspecto que ha sido recurrente en las cumbres de la Tierra y que se reafirmó en Escocia 2021 (Zamora, 2021)
El abordaje teórico sobre el tema ha sido tratado por diversos autores y se reconoce como elemento común en investigaciones educativas y del área ambiental, lo que pone de manifiesto la importancia del tema para las ciencias (Pulido y Olviera, 2018; Prosser y Romo, 2019; De la Peña y Vinces, 2020). Algunos autores como (Tilbury, 2012; Azcárate et al., 2012) realizan estudios sobre educación ambiental desde la asunción de la sostenibilidad, otros como (Barrón et al., 2010) realizan un análisis desde la visión de los docentes y el tratamiento que desde el aula se le brinda, coincidiendo en una visión reduccionista que hace énfasis en los contenidos sobre medio ambiente y no en el cómo la educación ambiental puede transformar el medio ambiente.
Autores como Simões et al. (2019) hacen referencia a cómo la educación ambiental es un proceso de múltiples influencias que no solo refiere a los aspectos ambientales, sino que tiene una influencia directa de la economía, del contexto, de lo social y por tanto de lo educativo. Lo anterior se potenció con la inclusión en muchos currículos de la educación ambiental (Lopera et al., 2019) y la intención de resolver problemas ambientales desde la academia (Franco et al., 2018).
En relación con lo anterior Miranda (2014):
Los problemas ambientales se considera que constituyen la base para el desarrollo de la educación ambiental en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues es en función de su expresión en la comunidad, partiendo del principio de pensar en lo global y actuar en lo local, que se deben planificar las distintas actividades en la escuela, así como vincular el contenido de las asignaturas y lograr la participación activa de los estudiantes en aras de su prevención o mitigación (p. 4).
Otros autores como Pérez y Oviedo (2019) insisten en que el abordaje del problema debe tener una respuesta integral de todos los actores sociales (donde se incluyen personas y organizaciones) pero donde juega un rol fundamental la escuela en ese primer acercamiento de los estudiantes a temas relacionados con el cuidado del ambiente.
Ello ha llevado a que otros autores (Companioni y Benguría, 2017; Luis y Jiménez, 2019; Cruz et al., 2021) investiguen la educación ambiental en estrecha relación con temas educativos como la superación o capacitación de los docentes, desarrollo de la cultura ambiental y el impacto que desde el ámbito educativo ocurre en la sociedad.
Al hacer un particular sobre la educación ambiental en función de promover el cambio social, destacan elementos de sensibilización a través del proceso propio de la educación ambiental en función de modificar la conducta de los estudiantes como elemento necesario para la sostenibilidad (Pérez y Oviedo, 2019)
Es así que las instituciones educativas se reconocen como espacios con la responsabilidad de brindar educación de calidad para formar hombres de bien, que no solo sean exponentes fieles del conocimiento que se les ha trasmitido sino además que pongan en práctica las habilidades aprendidas, pero con altos valores éticos, con un fuerte apego a la protección del medio ambiente y que responden a las políticas internacionales, nacionales y locales.
La idea de que las instituciones educativas se conviertan en el espacio por excelencia para promover un desarrollo sostenible y de cambio social, tuvo una reafirmación en la Conferencia Mundial sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) desarrollada del 17 al 19 de mayo de 2021 en Berlín, espacio donde se debatió en relación a los retos del aprendizaje para toda la vida y su rol para resolver problemas mundiales y crear sociedades más sostenibles. (Castro, 2021)
De esta reunión emanaron declaraciones que se constituyen brújula orientadora para la educación ambiental, entre ellas destaca:
Estamos convencidos de que es necesario actuar con urgencia para hacer frente a los dramáticos desafíos interrelacionados a los que se enfrenta el mundo; en particular la crisis climática, la pérdida masiva de biodiversidad, la contaminación, las enfermedades pandémicas, la extrema pobreza y las desigualdades, los conflictos violentos y otras crisis medioambientales, sociales y económicas que ponen en peligro la vida en nuestro planeta. Creemos que la urgencia de estos retos, exacerbada por la pandemia de COVID-19, requiere una transformación fundamental que nos encamine hacia un desarrollo sostenible basado en relaciones más justas, inclusivas, solidarias y pacíficas entre los seres humanos y con la naturaleza. (UNESCO, 2021, p. 1).
Unido a ello, múltiples han sido las investigaciones que han relacionado la educación ambiental y el manejo de los residuos sólidos en el contexto escolar, así como las competencias o habilidades que en este sentido se desarrollan en los estudiantes. (Robles et al, 2010; Márquez et al., 2021).
Dentro de los principales problemas medioambientales que se reconocen por la comunidad científica, destacan la contaminación, el cambio climático, la deforestación y la pérdida de biodiversidad, para lo cual la educación ambiental se ha convertido en elemento estratégico para darle solución (Herrera y Ríos, 2017; Nay y Cordero, 2019).
La realidad peruana, exhibe la existencia de políticas y planes educativos que fomentan la educación ambiental, desde el nivel inicial hasta el nivel superior, dentro de ellas se encuentran la Política Nacional del Ambiente, Política Nacional de Educación Ambiental (PNEA) y el Plan Nacional de Educación Ambiental (PLANEA), cuya finalidad es crear una conciencia ambiental y fomentar la práctica de conductas ambientales (Estrada et al., 2020).
De los mencionados planes y políticas educativas surge el enfoque ambiental, una estrategia transversal que busca promover una educación y cultura ambiental para formar personas ambientalmente responsables que contribuyan al desarrollo sostenible a nivel local, regional y nacional (Ministerio de Educación, 2020). Sus componentes temáticos están relacionados a la educación sobre cambio climático, educación sobre ecoeficiencia, educación para la salud y educación sobre riesgos y desastres (Araoz et al, 2020)
Sin embargo, aun cuando es una problemática antigua que ha tenido un fuerte desarrollo de investigaciones asociadas, todavía el comportamiento de los miembros de las comunidades educativas, donde sobresalen los estudiantes, no demuestra tener o poner en práctica una educación ambiental de calidad y que responda a las problemáticas actuales dentro de las que sobresale el tratamiento a los desechos sólidos.
Si bien se considera que existe información teórica al respecto, esta no basta para enfrentar el problema, es necesario contextualizarlos a las situaciones ambientales reales. Sólo puede aportar información teórica, ya que es importante, pero no decisivo, aplicar estos conocimientos a los problemas ambientales reales y cotidianos. También es importante señalar, que muchos funcionarios y gestores de las asociaciones de padres de familia no fomentan la separación de residuos y no facilitan la logística para llevarla a cabo, que también hay que tener en cuenta que los programas de reducción, reciclaje y reutilización de residuos desarrollados por los profesores no son sostenibles, y que la gestión de los residuos municipales es inadecuada, ya que los camiones de basura no siempre cumplen con los tiempos establecidos.
Ante esta situación, es necesario conocer primero cómo la Institución Educativa "José Faustino Sánchez Carrión" inserta la educación ambiental, cómo gestiona sus residuos sólidos y si existe una relación significativa entre ambos elementos. Esto permitirá a los profesores resignificar sus estrategias y métodos para sensibilizar y desarrollar una cultura medioambiental entre los miembros de la comunidad educativa que conduzca a la sostenibilidad, poner en práctica medidas para reducir la generación de residuos excesivos y promover una adecuada clasificación, reducción, reciclaje y reutilización, contribuyendo así a la reducción de la contaminación ambiental. El objetivo por tanto del estudio está en función de determinar la relación entre la educación ambiental y la gestión de residuos en la I.E. José Faustino Sánchez Carrión, una institución educativa de Trujillo, Perú.
Materiales y métodos
La investigación tuvo un enfoque cuantitativo pues se realizó la recolección y el análisis de datos haciendo uso de la estadística para determinar el comportamiento de la muestra, el diseño fue no experimental pues la variable de estudio no fue manipulada, sino analizada en su contexto y su tipo fue descriptivo correlacional de corte transversal ya que se analizaron las propiedades y características de las variables, se buscó conocer si se relacionaban; y la recolección de datos se dio en un solo momento, respectivamente (De la Caridad, 2018).
La población fue conformada por un total de 550 estudiantes que cursaban el cuarto y quinto grado de educación secundaria y que no presenten alguna condición física o psicológica restrictiva para participar en la investigación y la muestra la conformarán 240 estudiantes, cuya cantidad fue determinada mediante un muestreo probabilístico. De acuerdo a los datos sociodemográficos, participaron estudiantes del cuarto grado y de quinto grado cuya relación a las edades de los estudiantes serán de 14 años, de 16 años, de 17 años y de 15 años. (Figura 1)
Variables | n= 240 | % | |
---|---|---|---|
Grado | Cuarto | 135 | 56,4 |
Quinto | 105 | 43,6 | |
Edad | 14 años | 83 | 34,4 |
15 años | 42 | 17,4 | |
16 años | 66 | 27,7 | |
17 años | 49 | 20,5 | |
Sexo | Masculino | 240 | 100 |
Femenino | 0 | 00,0 |
La técnica de recolección de datos utilizada fue la encuesta, con preguntas concernientes a Educación Ambiental y Manejo de Residuos Sólidos. El Cuestionario de Educación Ambiental constó con 20 ítems de tipo Likert (siempre, casi siempre, a veces, casi nunca y nunca) y evaluó 3 dimensiones: cognitivo (ítems 1-9), afectivo (ítems 10-15) y conductual (ítems 16-20).
Con relación al Cuestionario de Manejo de Residuos Sólidos, fue adaptado para los fines de la presente investigación. Tuvo 15 ítems de tipo Likert (siempre, casi siempre, a veces, casi nunca y nunca) y evaluó 4 dimensiones: segregación (ítems 1-4), reducción (ítems 5-8), reciclaje (ítems 9-12) y reutilización (ítems 13-15).
El proceso de recolección de datos se llevó a cabo en junio del año 2018. Para ello, se solicitó previamente la autorización del director de la institución educativa y una vez obtenido, se realizó el cálculo de la cantidad de secciones, así como el número de estudiantes a encuestar. Luego, se les envió una carta a los padres de familia pidiéndole su consentimiento para que autoricen a sus hijos a participar de la investigación. Finalmente, se realizó la aplicación de instrumentos de manera colectiva bajo el acompañamiento de los investigadores.
Se utilizó el análisis descriptivo y en la parte inferencial se recurrió a la prueba de correlación dado que las variables son cualitativas. El estadístico sirvió para determinar si la educación ambiental y el manejo de residuos sólidos se relacionaban significativamente o no.
Resultados
El 40,5% de los estudiantes percibió que la educación ambiental es medianamente adecuada, el 29,3% considera que es adecuada, el 18,5% indicó que es poco adecuada, el 6,1% señala que es inadecuada y el 5,6% piensa que es muy adecuada. Según la percepción de los estudiantes, los docentes se caracterizan porque existen limitaciones en cuanto a la aplicación de estrategias y metodologías que les permitan aplicar el enfoque ambiental para desarrollar la conciencia ambiental de los estudiantes y promover el desarrollo sostenible (Tabla 1).
Por otro lado, el 34,9% indica que el manejo de residuos sólidos que se realiza en la institución educativa es poco adecuado, el 25,1% señala que es medianamente adecuada, el 19% precisa que es adecuado, el 12,3% menciona que es muy adecuado y el 8,7% considera que es inadecuado. Los resultados expuestos indican que en la institución educativa no se está realizando una correcta segregación de residuos sólidos ni se promueve la práctica de actividades proambientales tales como la reducción, el reciclaje, así como la reutilización de los residuos que se generan en ella (Tabla 2).
De los resultados cuantitativos anteriores, puede inferirse que la realidad en la I.E. ¨José Faustino Sánchez Carrión¨, se corresponde con los análisis teóricos realizados en otras investigaciones, pero sobre todo revela que la educación ambiental aun cuando existe un reconocimiento de su importancia y determinadas propuestas para su mejoramiento, posee vacíos en su tratamiento, como eje transversal necesario en la educación.
Discusión
Un primer acercamiento pone en evidencia que los estudiantes perciben que la educación ambiental que brindan los docentes es medianamente adecuada, lo cual significa que existen algunas limitaciones en cuanto a la aplicación de estrategias y metodologías por parte de los docentes que ocasiona que la enseñanza se centre en dominios teóricos, las clases no siempre sean activas ni participativas, pocas veces se fomente el trabajo colectivo y a veces se deje de lado la investigación y creatividad que tienen los estudiantes. Esto estaría dificultando el desarrollo de la conciencia ambiental y la búsqueda del desarrollo sostenible en ellos, puesto que contraviene con los principios de una educación ambiental eficaz, la cual debe estar centrada en la pedagogía crítica y reflexiva, y, sobre todo, debe darse de manera activa y experiencial, promoviendo así la solución de problemas ambientales que afectan al entorno inmediato (Cortes et al., 2017; Mamani et al., 2020).
Los resultados expuestos coinciden con los hallazgos reportados por De la Caridad (2018) quien encontró que las principales dificultades están dadas por los bajos niveles de interdisciplinariedad, que no propician una formación continua en los estudiantes respecto a la educación ambiental, lo que igualmente se relaciona con la no adecuada preparación y atención de los docentes, pocas promoción del desarrollo de proyectos que les permitan tener contacto directo con la naturaleza y raras veces se fomentaba el planteamiento y ejecución de alternativas de solución a los problemas ambientales de su entorno. Del mismo modo, guarda coherencia con los resultados encontrados por Araoz et al (2020) quien determinó que los estudiantes percibían que la educación ambiental que recibían era parcialmente adecuada, mientras que el manejo de residuos sólidos es poco adecuado. Como se observa, nuestros resultados y el de los antecedentes mencionados coinciden en que, según la percepción de los estudiantes, la educación ambiental que brindan sus docentes es medianamente adecuada, es decir, existen aspectos que deben mejorar para alcanzar niveles óptimos.
Los hallazgos permitieron concluir que existe una relación directa y significativa entre la educación ambiental y el manejo de residuos sólidos. Por otro lado, también se determinó la existencia de una relación directa y significativa entre la educación ambiental y los procesos de segregación, reducción, reciclaje y reutilización que realicen los estudiantes. Finalmente se halló que la educación ambiental que brindan los docentes es medianamente adecuada y el manejo de residuos sólidos que se realiza en la institución educativa es poco adecuado. Por ello, es necesario fortalecer las capacidades didácticas y metodológicas de los docentes para mejorar la educación ambiental y sería importante que el equipo directivo fomente el diseño y ejecución de proyectos educativos ambientales integrados y programas que promuevan el manejo eficiente de los residuos sólidos entre todos los miembros de la comunidad educativa.