Todo pedagogo convencido de su función social conoce que las acciones instructivas y educativas se condicionan mutuamente y que los éxitos unilaterales en uno u otro caso, son falsos. El objetivo fundamental de la educación superior cubana es egresar un profesional integral, por tanto, no se trata solamente de instruir sobre las nuevas ciencias y tecnologías, sino de educar a los estudiantes en los más altos valores patrióticos, morales y éticos, así como favorecer la apropiación por las nuevas generaciones de los conocimientos necesarios de la cultura universal y de la historia de la patria.1,2
Para el desarrollo del trabajo educativo se han definido tres dimensiones: curricular, extensión universitaria y socio-política, que funcionan articuladas entre sí y penetran en el tejido de toda la vida universitaria; pero constituye la curricular la dimensión fundamental de este proceso.3
La dimensión curricular tiene como objetivo desarrollar a través del currículo de la carrera la formación de valores éticos y profesionales, y promueve y desarrolla la labor educativa a partir del carácter científico del conocimiento que se transmite en el proceso docente.
El trabajo educativo consiste en transmitir un mensaje educativo coherente desde la propia ciencia, aprovechando para ello todas sus potencialidades. Es una forma de educar en el marco del conocimiento y estimula la motivación del aprendizaje de los estudiantes y el estímulo a su actividad cognoscitiva.3
En Farmacología, en la temática referente a medicamentos antiulcerosos se abordan grupos de fármacos de importancia en la práctica clínica que requieren amplios conocimientos médicos, por lo que se hace necesario impartir los contenidos precisos, actualizados y organizados, y tener bien definidos los valores morales, humanos y político-ideológicos que se aspira a desarrollar en los educandos, para trabajar ambos aspectos coherentemente en un todo único.
La Farmacología Clínica aplica sus conocimientos en la individualización del tratamiento farmacológico de cada paciente, partiendo de la variabilidad de sus respuestas biológicas. De esta manera, es posible mejorar la efectividad y seguridad en el manejo de los medicamentos.4,5
No se trata de una suma mecánica de acciones, donde por una parte se explique la clasificación de este grupo farmacológico, y por otra, se citen fechas o figuras históricas fuera de contexto que pocas veces dejan las huellas deseadas. Es vital la prescripción de cada uno por lo que se hace necesario conocer sus características farmacológicas si se quiere hacer un adecuado trabajo educativo desde lo curricular.6
Teniendo en cuenta los contenidos de este tema se citan algunos ejemplos en los que se puede intencionar en el trabajo educativo desde la propia ciencia:
En el grupo de los antiácidos el trabajo educativo se refuerza cuando se explica su uso indiscriminado, el cual puede producir efectos adversos como la constipación. Al impartir el tema se motiva al estudiante y se fomenta el valor responsabilidad, y se fortalecen sentimientos humanos y de confianza en el sistema de salud; a partir de estos conocimientos se logra un uso racional de los medicamentos, sobre todo en las poblaciones de adultos mayores.1,2,3
Los anticolinérgicos constituyen otro grupo de medicamentos donde es esencial educar desde lo curricular al estudiante ya que por ejemplo la atropina es un fármaco que se prescribe solo para el alivio de los síntomas; es responsabilidad del médico alertar al paciente y su familia de la necesidad de concurrir, en caso de que viva en lugares de difícil acceso, a otras instituciones donde haya otros recursos para asumir el tratamiento más pertinente contra su dolencia.3
Entre otros grupos de fármacos antiulcerosos están los antihistamínicos H2; (cimetidina, ranitidina, famotidina, nizatidina); al indicarlos es necesario conocer sus características farmacológicas, por ejemplo, precisar en el uso de la cimetidina que puede ocasionar efectos adversos importantes por su acción antiandrogénica, en el sexo masculino; por lo que se deben usar fármacos con similar acción pero más seguros y eficaces. Serán fieles veladores del consumo racional de esos medicamentos por la posibilidad de ocasionar efectos indeseables de tipo carcinogénicos por un uso prolongado, algo que representa una tendencia. Este mensaje permite estimular los sentimientos humanos de los educandos y fortalece convicciones acerca de las bondades del sistema de salud y la revolución cubana, donde lo importante no es comercializar el medicamento, sino la salud humana.2,3
Se han citado solo algunos ejemplos donde el potencial de influencias educativas que se encierra en los contenidos de la disciplina Farmacología es esencial; el trabajo educativo desde esta disciplina depende de la maestría del profesor para trabajarlo oportunamente y convenientemente en ese ir y venir fluido y constante entre lo instructivo y lo educativo durante la clase.2
Los autores consideran que al incorporar el trabajo educativo curricular en el tema fármacos antiulcerosos se contribuye a fomentar una concepción científica del mundo y un sentido positivo al valor responsabilidad en los educandos.