Estimada directora:
Respecto al artículo “Caracterización de la conducta sexual y reproductiva en adolescentes femeninas de 12 a 15 años”, visto desde el enfoque género, es necesario abortar también la salud sexual y reproductiva del varón.
En este estudio cuantitativo, descriptivo, correlacional transversal, con 117 estudiantes varones de la Universidad Nacional de Tumbes - Perú, entre 19 y 24 años de edad.
Los resultados describen que en el inicio de las relaciones coitales en los estudiantes varones, están involucrados diversos agentes sociales, indicando que la acto coital, fue inducido por los amigos en un 36.84%, el 11.11% señaló al padre, el 6.43% a los parientes, un 4.09% a otros y un 2.02% a la madre. Llama la atención que el 38.6% manifieste que nadie lo indujo y que lo hizo por iniciativa propia. Se puede concluir en estudio, que la intervención del padre en el inicio de la actividad coital, solo se dio en la décima parte de los participantes y los que más intervinieron fueron los pares (Fig. 1).
De otro lado, respecto a la pareja con la cual habían iniciado su vida sexual activa, se encontró que el 59.65% refirió que lo hizo con la enamorada, un 25.73% con una amiga, un 8.19% indicó que se inició con una trabajadora sexual y un 6.43% con una pariente. Si se suman las frecuencias de aquellos que se iniciaron con la enamorada, con una amiga y con una pariente, se obtiene que más del 90% de los jóvenes, no acude a trabajadoras sexuales para iniciar su vida sexual activa. Al parecer este sería un dato favorable para el cuidado de su salud. (Fig. 2)
Precisando que las causas de morbilidad y mortalidad en los hombres de América Latina y el Caribe están relacionadas con el género, la cultura, los derechos humanos y otros determinantes de la salud.1
Es importante tener en cuenta que la asociación entre masculinidad y conductas de riesgo para la salud tiene una correlación positiva, es decir que mayor intensidad de los rasgos de masculinidad mayor es la tendencia a presentar conductas de riesgo, esto mitifica los rasgos inadecuados de masculinidad perpetuándose culturalmente estas conductas de generación en generación. Este aspecto es importante tener en cuenta para futuras intervenciones, dado que la masculinidad es un producto social de género que se forma en la familia, se fortalece en las instituciones educativas, las interacciones con su medio extra familiar (pares, etc) entre otros; poco o nada se podría conseguir con las intervenciones en adultos frente a este problema (Mesas de concertación, etc), habiendo más oportunidad de trabajar este tema en la familia, que es donde se forma y se construye la masculinidad.2