El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad denominada COVID-19, fue identificado por primera vez en Wuhan (China) en noviembre del 2019; debido a su rápida expansión a nivel mundial, en marzo del 2020 fue declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En poco tiempo, lo que constituyó un brote epidémico localizado, se extendió con rapidez a 208 países, con un porcentaje significativo de casos que se presentaron como graves o críticos y una tasa de letalidad bruta que superaba el 3 %.1,2
En humanos, los coronavirus responsables de la enfermedad COVID-19 causan principalmente, síntomas respiratorios y gastrointestinales. Las manifestaciones clínicas varían desde una enfermedad no complicada hasta una enfermedad grave como: neumonía, síndrome de dificultad respiratoria aguda, sepsis y shock séptico, las que pueden llevar a una falla multiorgánica e incluso, la muerte.3,4
Como en otros escenarios clínicos, más allá del diagnóstico etiológico y la enfermedad, el laboratorio desempeña un papel esencial para definir el pronóstico y seguimiento, y para ayudar a monitorear el tratamiento.5,6
Para el diagnóstico etiológico se realizan hisopados, preferentemente nasofaríngeos y orofaríngeos, que permiten identificar el ARN viral mediante la reacción en cadena de la polimerasa de transcripción inversa en tiempo real (PCR-RTr). Este examen confirma o descarta la enfermedad, además de las pruebas para SARS-CoV-2 indicadas a pacientes con infección respiratoria aguda que requieren ser internados, se sugieren pruebas para la detección de otros tipos de virus, donde se destacan los Virus Sincitial Respiratorio y los de Influenza; también se les exhorta a realizar pruebas de laboratorio regulares como gasometría, biometría hemática, electrolitos, hemocultivos; marcadores inflamatorios (proteína C reactiva, PCR); pruebas de función renal (creatinina, volumen urinario); pruebas de función hepática (aspartato amino transferasa, AST o TGO) y alanino aminotransferasa (ALT o TGP); enzimas cardíacas, tiempos de coagulación, dímero-D.
Con el recuento de los linfocitos se puede predecir la evolución de los pacientes. Se ha propuesto un modelo basado en el recuento de estos en dos tiempos: los pacientes con un recuento menor del 20 % en los días 10-12 desde el inicio de los síntomas y menor del 5 % entre los días 17-19, tienen el peor pronóstico. Pueden existir, tanto trombocitos como trombocitopenia, lo cual se asocia a mal pronóstico.4,5,6,7
Los datos concernientes al diagnóstico clínico y de laboratorio de la enfermedad por COVID-19 en la población adulta, son insuficientes para comprender la evolución de la misma hacia los casos graves y críticos sin comorbilidades;8,9,10 por la cual, este estudio pretende describir los exámenes de laboratorio en los pacientes atendidos en cuerpo de guardia con el diagnóstico de COVID-19, con el propósito de contar con una herramienta que diagnostique oportunamente una complicación grave y poder realizar el monitoreo del tratamiento.8,9,10
La investigación se realizó con los pacientes atendidos en el cuerpo de guardia del Hospital Universitario Clínico-Quirúrgico «Arnaldo Milán Castro» con el diagnóstico de COVID-19, en el periodo comprendido de junio a noviembre 2020, ingresados luego en el propio hospital. La muestra quedó conformada por un total de 386 pacientes adultos con diagnóstico de COVID-19.
Se estudiaron variables demográficas y clínicas como: edad, sexo, antecedentes (HTA, diabetes mellitus, obesidad, EPOC, cardiopatía isquémica), y la condición del paciente (cuidado, grave, crítico).
Los exámenes analizados fueron: hemograma completo, conteo de plaquetas, dímero D, en suero analitos: glicemia, creatinina, alanino amino transferasa, (TGP), anmaglutamil transpetidasa (GGT), fosfatasa alcalina (FAL), y lactato deshidrogenasa (LDH), en un equipo autoanalizador químico cobas 301. Se analizaron también, otros marcadores predictores de respuesta inflamatoria: índice neutrófilo/linfocitos (INR), proteína C reactiva y ferritina.
Las muestras de sangre se obtuvieron con las debidas condiciones de bioseguridad y se realizó el procesamiento analítico cumpliendo la norma correspondiente a la fase preanalítica y su control de calidad en el laboratorio clínico.
Una vez tabulados todos los resultados, se pudo apreciar un predominio del sexo masculino (231 pacientes, lo que representa el 59,8 % del total de la muestra estudiada); más significativo en el grupo de edad mayor de 60 años en ambos sexos, para un 16,3 % del total).
Se registraron 248 pacientes que, según su condición clínica, el 64,2 % de la muestra, se informaron de cuidado; le siguen de manera significativa, los reportados de grave, con 106 pacientes (27,4 %).
De igual manera, se pudo constatar, que la diabetes mellitus fue la enfermedad presentada con más frecuencia (258 pacientes, lo que representa el 66,8 %), seguida de hipertensión arterial y cardiopatía isquémica (para un 61,1 % y 26,4 %, respectivamente). Se demostró, que el mayor número de pacientes que alcanzaron la condición de grave y crítico, fueron los hipertensos y cardiópatas, sin dejar de mencionar que la obesidad fue un antecedente representativo en estas condiciones, en los pacientes con COVID-19.
A la totalidad de la muestra se le realizaron los exámenes de laboratorio: en 241 pacientes (62,4 %) se constató hematocrito elevado; el conteo global de leucocitos se comportó normal en 229 pacientes y bajo en135, lo que representa el 59,3 % y 34,9 %, respectivamente. En cuanto al número de linfocitos predominó el valor normal, con un total de 277 para un 72,2 %, y con valor bajo, 79 pacientes (20,4 %); es significativo señalar, que presentaron un INR elevado.
Con relación a los biomarcadores bioquímicos realizados a la totalidad de la muestra, se encontró que la proteína C reactiva fue el analito más elevado, con 351 pacientes (90,9 % del total); le sigue la determinación de ferritina con 279 casos (72,2 %). Es importante destacar, el número de pacientes con cifras altas de glicemia, 263 para un 68,1%. Por su parte, en el estudio del lipidograma se afectan los triglicéridos, con un total de 183 pacientes, lo que representa un 47,4 %. Además, de la muestra seleccionada (243 pacientes), en el perfil hepático, igualmente la TGP alcanza un porciento significativo, 62,9.
Por último, se evidenció, que de los biomarcadores estudiados, la proteína C reactiva ocupa el primer lugar como predictor de gravedad en cuando a la condición clínica del paciente diagnosticado con COVID-19; en 351 (90,9 %), 101 llegaron a estar graves y 32 críticos; le sigue la determinación de ferritina con un 72,2 % y finalmente, la LDH en 122 pacientes, para un 72,2 % de la muestra.
Como resultado del estudio, se concluye que: los pacientes se caracterizaron por encontrarse en el grupo de edad mayor de 60 años, con un predominio del sexo masculino; la obesidad, hipertensión arterial y diabetes mellitus fueron los antecedentes de enfermedades asociadas con mayor frecuencia a la condición clínica de grave y crítico en dichos pacientes. De igual manera, los biomarcadores más relacionados con estas condiciones fueron la proteína C reactiva, la ferritina, la lactato deshidrogenasa y el dímero D.