INTRODUCCIÓN
El término valor está relacionado con la propia existencia de la persona puesto que afecta su conducta, configura y modela sus ideas y condiciona sus sentimientos; por consiguiente, los valores son el fundamento del orden y el equilibrio personal y social.1
La ética médica tradicional se ha basado en dos principios fundamentales: no dañar y hacer el bien. Estos principios fueron reclamados por los médicos que desarrollaban su profesión, durante siglos; pero no fue hasta finales del siglo XIX que se exigió su cumplimiento a todos los profesionales de las ciencias médicas.2
La ética y los valores han sido temas de análisis en estudios y discusión; Einstein, paradigma de la ética científica expresó: “Es esencial que el estudiante adquiera una comprensión de los valores y una profunda afinidad hacia ellos. Debe adquirir un vigoroso sentimiento de lo bello y lo moralmente bueno.3
La actividad valorativa parte de la práctica y transforma sus resultados en conocimientos y proyectos que permiten regular y convertir la práctica social. Existe un sistema de valores para cada sociedad y momento histórico concreto, como consecuencia de la estructura de las relaciones sociales. Abarca todo el conjunto de resultados materiales y espirituales de la actividad humana que poseen significación positiva para el desarrollo progresivo de la sociedad.
Los valores cobran sentido solo en relación con el hombre: su vida, su salud, su bienestar; o sea, en todo lo que contribuya a la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales. 4 Se consideran un proceso complejo y multilateral, se trata de una interrelación entre la personalidad del hombre y la realidad objetiva, expresada a través de conductas y comportamientos en la práctica y sus actividades cotidianas, como consecuencia de enseñanzas conscientes y demostrativas, en lo racional y lo emocional; no se aísla de la interrelación entre lo material y lo espiritual, entre lo individual y lo social.5
Las nuevas condiciones sociales aconsejan un nuevo modelo para la formación de profesionales. El desarrollo de la revolución científico-técnica y su repercusión en el campo de la medicina requiere en las universidades médicas un constante perfeccionamiento del grado de competencia profesional para garantizar y consolidar un modelo de desarrollo con el fin de dar respuesta a las demandas y necesidades de salud de la población.
La formación de profesionales competentes y comprometidos con el desarrollo social constituye hoy una misión esencial para las universidades en Cuba. El planteamiento anterior se fundamenta en la integración de los cuatro pilares de la educación de este siglo: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser.6
El enfoque de formación basado en competencias se erige como uno de los caminos para acercarse al logro de la calidad deseada en las especialidades médicas. En el proceso de superación del médico residente, las competencias profesionales constituyen un nexo ideal entre el desarrollo satisfactorio de dicho periodo y su preparación para enfrentar en mejores condiciones su ejercicio, ellas promueven en el médico no solo el desarrollo, la actualización y el mejoramiento de los conocimientos y las habilidades, sino actitudes éticas y conductuales que provean servicios de alta calidad para el paciente.7
La Bioética viene desempeñando un papel significativo en este sentido, como ciencia que permite aglutinar diferentes disciplinas en la búsqueda de la solución a los conflictos surgidos en el actuar profesional. El camino sería esclarecer los elementos relacionado con los valores, que esta disciplina aportaría, en la formación de los profesionales de salud basada en competencias.
El objetivo de esta revisión es profundizar sobre la importancia de los valores, desde una visión bioética, en los procesos formativos basados en competencia de los profesionales de la salud.
MÉTODOS
Se realizó una revisión bibliográfica en las principales bases de datos digitales: Scielo, PubMed, EBSCO, Scopus, Scholar Google. Se consultaron un total de 20 referencias bibliográficas. En la búsqueda se emplearon los descriptores correspondientes a: Bioética, educación, valores, y competencias profesionales, disponibles en el tesauro Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS) en el sitio web http://decs.bvs.br/E/homepagee.htm utilizando combinaciones de palabras clave, de forma tal que en composición diferente aportaran más elementos, y lograr organizar las referencias, basadas en los requisitos de uniformidad para redactar artículos en revistas biomédicas, del Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas, conocida como Normas de Vancouver.
DESARROLLO
La bioética no ha sido vista como una nueva ciencia emergente por algunos autores, otros la conforman como un movimiento históricamente cambiante de ideas, como ciencia que estudia los principios morales de la conducta humana y los valores en la esfera de las ciencias biológicas y la salud.8,9
Los principios generales de la Bioética son la base en que se articulan códigos y normas morales, a veces muy detalladas y complejas. Además, es preciso tener en cuenta que los valores son el producto condensado de experiencias y de circunstancias que se han ido configurando, a lo largo de generaciones; todo lo bueno, deseable e importante para grupos humanos muy diversos.8,9
Desde los inicios de la humanidad los valores están presentes y su consentimiento ha estado en todas las culturas, lo que instituye una de las bases en la que la ética y la moral se vigorizan en cualquier época y esfera. Identificar los valores propios y admirar el valor de los demás, es el auténtico respeto.10,11
Es de vital importancia para educar valores, el ejercicio concebido y orientador que cultivan la familia, la escuela y la sociedad, el ejemplo de los padres, responsabilizados en la educación y formación de las nuevas generaciones, certifica el desarrollo ascendente de la sociedad y su aporte hacia las futuras generaciones. Los valores, ajenos al conocimiento estrictamente científico, son clave en la práctica diaria del profesional de salud.12,13
Debido a los cambios sociales y culturales, se plantea la existencia de multivariedad en los valores, pero en las diferentes épocas y en cualquier sociedad, es el ser humano quien debe enfrentar sus propios desafíos en el proceso de socialización. Existen diversas clasificaciones de los valores, que hacen referencia al contenido de las diferentes esferas en las que se manifiestan; por ejemplo teórico-cognoscitivo, ético-morales, estético-económicos, socio- político y religiosos.
Estos valores están presentes desde los inicios de la humanidad, y su transmisión ha sido una preocupación constante de todas las culturas, a la vez que constituye una de las bases sobre la cual la ética y la moral se fortalecen en cualquier campo y época.1
De estos ostentan valores supremos en los profesionales de la salud la dignidad, el respeto, el humanismo, la solidaridad y la justicia, por lo que resultan relevantes para las autoras de esta investigación. Todos ellos les permitirán una actuación adecuada durante su vida laboral activa acorde a los principios de la bioética.
El desarrollo de los procesos formativos debe cultivarse desde las etapas iniciales en las escuelas, centros de superación técnica, universidades y servicios de salud, con una educación basada en valores humanistas, que es necesario perpetuar como concepción y eje rector en el proceso educativo, en que el compromiso social está presente y cuyo objetivo es la formación integral del estudiante.14
En el contexto actual el fortalecimiento de valores constituye un reclamo en la educación superior, en que la sociedad plantea exigencias cualitativamente diferentes y se reclama la pertinencia universitaria. Los cambios que se han venido produciendo en el mundo político, en la enseñanza y en general en la sociedad, refuerzan la importancia y la necesidad en el clima intelectual y científico en las instituciones docentes.
Por ende, la educación bioética con un pensamiento crítico y reflexivo constituye una realidad alcanzable en la formación de los trabajadores de la salud en su mejoramiento profesional y humano.15 La educación como proceso social implica el desarrollo de la cultura, valores, relaciones individuales y colectivas, las que deben adecuarse a las necesidades de la sociedad.3
Obtener recursos humanos con alto nivel científico, valores morales y éticos, basados en las normas y leyes de la educación médica superior, con la vinculación a esferas sociales, políticas y acciones sanitarias, en que se logra una interacción entre el estudio con el trabajo, desde los inicios en el pregrado hasta su formación en el posgrado, condiciona al médico llevar una vida virtuosa, regida por la prudencia o juicio práctico para discernir lo bueno y lo correcto. El estoicismo influye haciendo énfasis en el deber, la compasión e incluso en el amor y la amistad del médico hacia sus pacientes.12
Las competencias profesionales pueden ser definidas como aquellas cualidades de la personalidad que permiten la autorregulación de la conducta del sujeto a partir de la integración de los conocimientos científicos, las habilidades y las capacidades vinculadas con el ejercicio de una profesión, así como los motivos, sentimientos, necesidades y valores asociados a ella que permiten, facilitan y promueven un desempeño profesional eficaz y eficiente dentro de un contexto social determinado. Expresan un enfoque holístico de la personalidad en la unidad de lo cognitivo, afectivo y conductual.6,16,17
Los conceptos de habilidades y valores quedan incluidos dentro del concepto competencia. 16 Esto resulta muy favorable desde el punto de vista didáctico ya que permite trascender los enfoques unilaterales que sitúan las habilidades por un lado y los valores por otro.
La educación médica superior y el Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) deben responsabilizarse con la formación continua del personal en ejercicio, para la adquisición eficaz de sus competencias. Un profesional formado con un enfoque basado en competencias propicia una práctica laboral más efectiva, ya que es capaz de articular sus conocimientos, habilidades, destrezas y valores, hacia la toma de decisiones y resolución de problemas de la práctica.
Para la formación de competencias se debe atender la complejidad del mundo laboral, de las reformas y los progresivos cambios de las tecnologías de las que dispone el profesional para su adecuado desempeño laboral. La calificación profesional ya no es concebida solo como la acumulación de saberes o habilidades, sino como la capacidad de actuar, intervenir y decidir en situaciones no siempre previstas, así, el foco de atención se ha desplazado de las calificaciones a las competencias laborales.18
La competencia en bioética debiera ser el eje que fundamenta toda decisión en la práctica clínica. La bioética no puede quedar relegada a una formación adquirida mediante un curso formativo. Por ello, se propone potenciar la función del tutor en la transmisión de conocimientos, valores y actitudes a través de la práctica reflexiva.
Puesto que el tutor es modelo de imitación para el residente, deberá conocer la teoría y llevar a la práctica asistencial las virtudes que debe tener un buen profesional sanitario, entre las que cabría destacar el respeto, la sinceridad, la compasión por el paciente y el olvido de sí mismo. 19
Las competencias del profesional de salud se relacionan con el cuidado de los pacientes, con razonamiento clínico y humanístico para la calidad de la atención y la seguridad de los estos y su entorno. Esto sitúa al cuidado del enfermo en medio de la interacción de costumbres, creencias, valores y actitudes, y tiene una dimensión decididamente humana. El cuidado se hace posible cuando confluyen y se encuentran las personas que participan en la relación terapéutica. Implica responsabilidad, que significa el estar dispuesto a asumir los actos implicados y debe ser guiado por el conocimiento y las competencias prácticas. Teniendo en cuenta lo planteado, en los momentos actuales se exige más profesionalismo y más interacción entre profesionales de la salud y pacientes, lo cual se logra fundamentalmente mediante el desarrollo y fortalecimiento de competencias integrales durante su formación, de manera que su desempeño sea idóneo, donde no solo aplique los conocimientos adquiridos durante su formación académica, sino también sus habilidades, destrezas, valores y capacidad de resolución antes las diferentes situaciones a las que se enfrente.20
La adecuación de los programas de formación de médicos residentes basado en competencias profesionales, donde se ofrezca especial importancia a los valores desde la bioética, constituye una necesidad del proceso de formación de especialistas, permite a los docentes aplicar estrategias didácticas encaminadas a crear un contexto de aprendizaje cualitativamente superior a los existentes, y con ello lograr profesionales competentes e integrales.
CONCLUSIONES
La formación del médico residente en los tiempos actuales debe ser necesariamente basada en competencias, donde los valores desde la bioética adquieren una importancia trascendental. Con ello se logrará la formación de profesionales competentes e integrales, en un contexto de aprendizaje superior a los existentes.