En las últimas décadas, en medio de significativos cambios epistemológicos, políticos, socioculturales y éticos se abre paso el discurso de la educación en la diversidad o pedagogía de la diversidad como una respuesta ante la necesidad de defender las culturas, raíces y proyecciones de cada país ante un flagelo que pretende dominar al mundo: la globalización neoliberal, como una fuente directa de soslayar las diferencias entre las personas, las clases sociales y los países; por lo que la diversidad deviene de un marco más general.1
La diversidad demanda la elevación del nivel de conciencia en relación con la problemática de los géneros y el incremento de las acciones a favor de la verdadera equidad en su abordaje, y propicia el auge del movimiento por la integración escolar y social de las personas con necesidades educativas especiales y el creciente reconocimiento de la validez de los enfoques personalizados del proceso docente educativo en las corrientes pedagógicas de este siglo.2
Para lograr este propósito es necesario que se produzca un cambio en el sistema educativo cubano, concebido desde una perspectiva desarrolladora que promueva la búsqueda de la eficiencia educativa en correspondencia con los escenarios globales, regionales y nacionales. Entre los grandes desafíos que enfrenta se encuentran los que emanan de las contradicciones entre la masividad de la educación y la búsqueda de la excelencia, y entre la necesaria unidad del sistema educativo y la diversidad de personas, y las condiciones y aspiraciones de los protagonistas del proceso enseñanza aprendizaje.3
Para la escuela cubana es un reto la educación dentro de la diversidad porque requiere cambios en la forma de interactuar, investigar y ofrecer oportunidades de aprendizaje, considerando la diversidad de necesidades y las diferencias de contextos como alternativas más viables para proporcionar una respuesta educativa individualizada, comprensiva y diversificada.
La pedagogía inclusiva persigue formar personas desde la perspectiva de su individualidad, teniendo en cuenta su interacción social. No es una moda, es impostergable aplicarla para convivir en paz, y es aplicable desde todas las disciplinas y asignaturas de los más diversos programas asignaturas.4,5
La Educación Física es una de las materias del currículo que tiene una alta responsabilidad de educar en la satisfacción personal y mejorar lo natural para mantener altos niveles de autoconcepto (elementos que la persona utiliza para describirse a sí misma), y de autoestima (resulta de la combinación de las informaciones objetivas que uno tiene sobre sí y de la valoración subjetiva que hace de la información); por tanto, comprende aspectos evaluativos y afectivos hacia uno mismo.
Para promover la atención a las diferencias individuales y garantizar la inclusión de todos, la clase de Educación Física debe concebirse bajo el enfoque integral físico-educativo que tiene como premisa fundamental concebir al alumno como sujeto activo, constructor de su propio aprendizaje.6
En las clases de Educación Física las diferencias individuales se destacan por múltiples factores. Resultan las más evidentes: la talla, el peso corporal y la fuerza muscular reconocibles a simple vista; mientras otras requieren una observación sistemática y del empleo de métodos, técnicas e instrumentos científicos: la motivación, condiciones socioculturales, etc. Ante una Educación Física tradicional, igual para todos, caracterizada por el mando directo, las diferencias individuales son por lo regular olvidadas, lo cual incide desfavorablemente en los más débiles o retrasa el desarrollo de los más aventajados.5
Estas concepciones exigen un profesor de Educación Física capaz de ser un orientador, un investigador, un creador dentro del proceso enseñanza aprendizaje para dar respuesta a la necesidad de lograr la integralidad en la diversidad. Debe ser capaz de lograr materializar, a través de vías concretas, un enfoque integral físico-educativo, en una diversidad donde están presentes las diferencias individuales y sociales de los alumnos, así como la diversidad de contextos donde este proceso se desarrolla.6
Se considera que para poder abordar científicamente este problema y comprender lo que significa lograr la Integralidad en la diversidad, es necesario partir del enfoque histórico-cultural como premisa de la concepción pedagógica y entender la relación existente entre aprendizaje y desarrollo.
Es imprescindible conducir a los profesores de Educación Física a pensar y actuar diferente propiciando en sus clases el intercambio, la participación consciente, productiva y creadora de sus alumnos. Orientar, pero dejar hacer, plantear tareas que los alumnos tengan que resolver aplicando conocimientos, interrelacionándose tanto en la clase como fuera de ella, con otras opciones como asistir en el deporte participativo en su tiempo libre en parques o áreas deportivas, para contribuir a su formación física, social, intelectual, política y laboral.
Para orientar el accionar pedagógico y didáctico, los docentes deben capacitarse en las exigencias educativas a satisfacer. La institución escolar debe garantizar la participación de toda la comunidad educativa en la satisfacción de sus necesidades, pues la inclusión de todos los alumnos evita las prácticas educativas excluyentes.5
La escuela del siglo XXl debe caracterizarse por su permanente renovación y la optimización del proceso educativo en el que ocupa un espacio importante tanto el desarrollo intelectual, creativo, físico y el estético; todo ello como aproximación a la excelencia humana.1,3
La Educación Física ante estas demandas está comprometida con:
Preservar, desarrollar y promover la salud de la población mediante la práctica de la actividad física.
Estimular a los alumnos para que tengan mejores desempeños en el uso del movimiento, de tal manera que pueda transferir lo que aprenden en Educación Física a la vida.
Atender el fenómeno físico-educativo en su contexto histórico social para lograr una mayor calidad aplicando la pedagogía de la diversidad.
En un primer acercamiento al tema, los autores proponen las siguientes acciones para aplicarlas desde la Educación Física:
Reconocer la diversidad como un fenómeno de la modernidad en los grupos escolares y sociales.
Adaptar la enseñanza a los grupos y no los grupos a la enseñanza.
Realizar un trabajo metodológico común en los diferentes niveles y ciclos, donde intervengan el equipo directivo, los jefes de departamento y los docentes con propuestas que se reflejen en los procesos de planificación, desarrollo y evaluación teniendo en cuenta la diversidad de los estudiantes.
Establecer un trabajo docente cooperado centrado en el estudio y la reflexión conjunta de los elementos del plan de estudio, los programas y sus orientaciones metodológicas para determinar si aportan o no a la inclusión de la diversidad en la disciplina y asignaturas.
Incluir objetivos dirigidos al tratamiento de la diversidad para avanzar en el perfeccionamiento de la clase de Educación Física.
Aplicar las mejores concepciones didácticas que permitan atender la diversidad.
Estudiar mejores formas de diagnóstico reveladores de las diferencias de los alumnos.
La pedagogía inclusiva está preparada para incluir a todo estudiante considerando que la diversidad es una condición básica del ser humano. Desde esta perspectiva, el alumno se integra en un nuevo espacio preparado para él y la escuela se define como un lugar para la diversidad.