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Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.294 La Habana mayo.-ago. 2022  Epub 01-Jun-2022

 

Artículo original

Grandes movimientos de la humanidad: Migraciones, conquistas y colonizaciones. Una visión contemporánea (I)

Great movements of humanity: Migrations, conquests and colonization’s. A contemporary vision (I)

0000-0003-0680-9989Lázaro J. Blanco Encinosa1 

1Universidad de La Habana, Facultad de Español para No Hispanohablantes. La Habana, Cuba.

RESUMEN

La constante migración parece ser uno estado normal del ser humano. La Tierra ha sido poblada por sucesivas migraciones que partieron de África. Han existido migraciones muy diferentes entre sí: pacíficas, guerreras, voluntarias, obligatorias, individuales, masivas, temporales, permanentes, etc. Al llegar a nuevos lugares se han establecido de forma pacífica o por la fuerza de las armas, y han colonizado esas zonas. Así han nacido los países que conocemos hoy. Algunos movimientos se han destacado, como la de los judíos para establecerse en el actual Israel, las invasiones de los mongoles, de los griegos, de los aztecas, de los incas y de los españoles. Entre las migraciones obligatorias destaca la esclavitud de africanos en América. La colonización española de América fue un proceso importante. Actualmente la humanidad se prepara a migrar hacia otros planetas. La historia de esos movimientos humanos no siempre ha sido comprendida ni adecuadamente interpretada.

Palabras-clave: guerras; cultura; invasiones; política; historia; imperios; esclavitud.

ABSTRACT

The systematic migration seems one of normal status of human being. Since thousands of years the Earth had been populated by successive migrations from Africa, primary and original home of humankind. There were different kinds of migrations: peacefully or aggressive, voluntary or mandatory, individual or collective, temporary or permanent, etc. The human groups had colonized all new places, when they had settled. All countries that we know actually, had been created in that way. Some movements had been relevant, like migration of Jews to create Israel, the invasions of Mongolians, of Greeks, of Aztecs, of Incas, and of Spaniards. The slavery of Africans in América had been very outstanding. The Spaniard colonization of America was very remarkable. Today humanity is preparing to go towards other planet, like Moon or Mars. The history of this process not always had been understood and comprised.

Key words: wars; culture; invasions; politic; history; empires; slavery.

Introducción

El universo y la estupidez humana son infinitos, pero sobre lo primero tengo mis dudas.

Albert Einstein

Este trabajo tiene como objetivo analizar los grandes movimientos humanos como las migraciones, las conquistas y las colonizaciones; en sus diferentes variantes, con una perspectiva social e histórica contemporánea, desde el surgimiento de la humanidad y con visión prospectiva hasta el futuro previsible. Se ha tratado de realizar esos análisis con la forma de pensamiento que probablemente existía en los momentos que ocurrieron esos movimientos.

La propuesta de análisis que se expresa en este artículo es polémica y no hay dudas de que muchos opinarán diferente a estos planteamientos. Sin embargo, supone también una invitación a despojarnos de prejuicios y analizar la historia desde posiciones objetivas para luego discutir los criterios con racionalidad y justeza.

La migración como característica humana

Las personas siempre han migrado, siempre se han movido de un lugar a otro. Parece que la migración es un rasgo muy humano, del cual nunca nos hemos podido -tal vez porque no hemos querido- deshacer. Nos movemos de un lado a otro, llevando nuestras costumbres, nuestras tecnologías, nuestros deseos de cambiar, de mejorar, de encontrar mejores entornos de existencia. A su vez asumimos nuevas formas de vida, influidos por lo que vemos y sentimos en los lugares a los que llegamos. Son procesos extremadamente complejos, con intercambios sobre todo económicos y culturales, con efectos muchas veces diferentes a los esperados.

Migramos individualmente o en grupos. Algunos nunca lo hacen y otros no pueden evitar moverse, no pueden evitar buscar otros lugares, otros sistemas de vida. Unos se mueven impelidos por situaciones geográficas o medioambientales desfavorables -mucho frío, mucho calor, sequía, inundaciones, agotamiento del suelo, desertificación, etc. -, algunos por la economía, buscando mejores oportunidades; y otros huyen de guerras, sistemas políticos o sociales injustos o con pocas posibilidades de mejorar, etc. Muchos sencillamente deciden no emigrar, quedarse donde están y luchar para mejorar en el lugar que conocen bien. Algunos migran con un horizonte permanente de futuro y otros lo hacen temporalmente. Unos se trasladan voluntariamente y otros son llevados a la fuerza. Muchos lo hacen movidos por nuevas y más favorables perspectivas y condiciones de trabajo y vida (esperanzas, contratos, invitaciones, etc.) y otros son impulsados por situaciones negativas y hasta agresivas en el lugar donde nacieron. Hay personas que llegan al sitio a donde desearon emigrar y otros son llevados a lugares inesperados por circunstancias que no han podido controlar. Muchos tienen éxito en el nuevo entorno de vida y otros no lo logran. Existen migraciones pacíficas y existen migraciones violentas, guerreras (asaltos, incursiones armadas o raids, conquistas, etc.). Hay movimientos individuales de personas y hay movimientos colectivos, con cierta organización. Se han producido migraciones a lugares relativamente cercanos al origen y otras han llegado a miles de kilómetros de distancia al punto de partida. Así ha sido y es la migración y probablemente así será.

Es la naturaleza humana y puede haber muchas opiniones al respecto, diferentes y hasta contradictorias; pero la historia de la humanidad permite constatar esto. Hoy incluso se preparan migraciones a otros planetas, lo cual parece deparar nuevos y desafiantes destinos al ser humano, mientras que algunas personas no se han movido del lugar donde nacieron.

Madre África

Como precisaba en otro artículo anterior (Blanco, 2020):

La ciencia -la genética, la arqueología, la antropología, la paleontología, etc.- ha determinado que el ser humano surgió en África. De investigaciones relativamente recientes y difundidas por la prensa mundial es conocido que en un valle de Etiopía fue encontrado el cadáver de una mujer a la que se ha llamado Eva Mitocondrial, por ser portadora de los genes de células mitocondriales que compartimos todas las personas que vivimos en la actualidad. Esa mujer vivió hace 200 000 años, aproximadamente. En el otro extremo de África, en el actual Marruecos, se encontró el cadáver de un hombre, llamado por los científicos Adán Cromosomático (que vivió también hace aproximadamente 200 000 años), portador de un cromosoma Y, el cual se encuentra en todos los hombres actualmente. Un poco más lejos hacia el sur, en el propio continente africano, en Camerún, se hallaron evidencias que hacen pensar en el encuentro de Homo Sapiens modernos con humanos más arcaicos. Y recientemente, en una caverna de Galilea se encontró un cráneo que sugiere la unión entre Homo Sapiens modernos y neandertales.

De esos primeros Homo Sapiens se derivó todo nuestro linaje. De esas zonas mencionadas ut supra comenzó un proceso migratorio que todavía no termina y que pronto nos llevará a otros planetas, no como los valientes científicos que pisaron la Luna hace más de sesenta años como un hecho heroico y atrevido, sino como colonizadores sistemáticos que se dirigirán a crear otro hogar cósmico, que acompañe a esta Tierra como lar de los humanos.

En esas migraciones hubo encuentros con otros grupos, los cuales en su mayoría no fueron pacíficos, sino traumáticos, con serias consecuencias para los grupos de humanos menos aptos. Por ejemplo, en lo que hoy se llama Europa, los Homo Sapiens recién llegados se encontraron con los neandertales, los cuales no sobrevivieron al impacto de conocer a otro grupo de humanos. Los Homo Sapiens eran portadores de una cultura de la vida más desarrollada y evolucionada (mejores tecnologías de recolección, caza y pesca, mejores herramientas, mejores conocimientos...), lo cual los hizo más exitosos que sus predecesores y, en consecuencia, probablemente contribuyó o produjo la extinción de los neandertales. ¿Fue justo ese proceso? Por supuesto que no, pues nos gusta pensar que hubiera sido correcto que los neandertales hubieran sobrevivido; pero así actúa la naturaleza y la vida en nuestro planeta: sobrevive el más apto, aunque muchos piensen que es un proceso injusto. Este encuentro entre los neandertales y los Homo Sapiens parece haber definido el paradigma de las posteriores migraciones masivas y permanentes, pues muchas de las que se efectuaron después con ese carácter fueron relativamente perjudiciales para los grupos de seres humanos menos aptos, culturalmente menos evolucionados.

De la madre África llegaron a los confines de la tierra oleadas de migrantes, los cuales fueron descubriendo, conquistando y colonizando el resto del planeta, durante miles de años, en un proceso que aún hoy no ha terminado. Puede afirmarse entonces, con total certeza, que los únicos pueblos originarios de este planeta son los que habitan en África, pues en todos los demás lugares del mundo solo hay migrantes y sus descendientes. En otras palabras, en esos sitios están los que llegaron primero y los que llegaron después.

No está de más recordar que ese mundo iniciático estaba organizado en muchos aspectos, como miles de años después reclamó John Lennon en su famosa canción Imagine: sin fronteras ni religiones. Pero, paradójicamente, esas fronteras, con reglas para protegerlas y para vivir dentro de ellas, se crearon por los propios humanos migrantes, una vez que se establecieron y se desarrollaron sedentariamente. ¿Por qué necesitaron hacerlo?

Migraciones pacíficas masivas

La mayoría de las migraciones masivas han sido pacíficas, sobre todo en la prehistoria de la humanidad. Probablemente la primera que registra la historia fue la fuga masiva de los esclavos judíos de Egipto (descrita en el libro Éxodo, en la Biblia). Una horda de judíos bajo el liderazgo de Moisés escapó de Egipto, perseguidos por los ejércitos del faraón de turno. Atraviesa el Mar Rojo y llega al desierto del Sinaí, donde se establecieron y en el corto plazo de cuarenta años, crearon una nación: Israel, con fuertes lazos culturales e idiosincrásicos que los definen hasta el día de hoy.

Esos judíos ocuparon el espacio vacío que nadie quería por inhóspito y lo convirtieron en un lugar habitable a fuerza de trabajo e inteligencia. Fundaron ciudades que todavía existen, urbes pujantes como Jerusalén, Hebrón, Tel Aviv, etc. Sembraron, cultivaron e hicieron del desierto una fuente de alimentos para su pueblo. Nombraron por primera vez a zonas desérticas que, por serlo, no habían merecido ni un nombre por parte de los seres humanos. Algunas de esas zonas fueron Judea, Samaria y Galilea. Hoy, por obra y gracia de intereses políticos y con el uso de los medios masivos de comunicación, se conocen por otros nombres (Palestina, Cisjordania, etc.).

Esa migración fue tan exitosa, que la tierra que ocuparon fue objeto después de otras migraciones por parte de otros grupos humanos, de conquistas y de avasallamiento extremo; lo cual produjo que grandes masas de esos judíos fundadores y sus descendientes (no todos, por supuesto), fueran expulsados de su tierra, del país que construyeron y arrojados al mundo, donde han sido objeto de sistemáticas y crueles discriminaciones a través de los siglos. Es una historia ya conocida.

De una forma u otra, los descendientes de esos judíos expulsados de su tierra y obligados a vagar por el mundo gracias al antisemitismo que los discriminó y los maltrató en forma inmisericorde,1 siempre trataron de regresar a Israel y lo hicieron constante y paulatinamente. En la segunda mitad del siglo xx, concretamente a partir de 1949, y después de un cruel holocausto que costó la vida a más de seis millones de ellos, lograron refundar su país en los mismos lares que hace miles de años lo hicieron. Actualmente muchos descendientes de aquellos judíos han regresado a su tierra, en nuevas migraciones pacíficas, y trabajan orgullosa y exitosamente para desarrollar su país, al que han convertido en potencia económica y científica.

Migraciones y conquistas. Alejandro y Gengis Kan. El efecto del islam

Todo migrante necesita conquistar un espacio para establecer su vida. En las migraciones individuales o de unos pocos individuos, los recién llegados necesitan encontrar espacios vacíos donde puedan ubicarse sin tener que desplazar a nadie, pues normalmente no tienen la fuerza necesaria para ello. Es por eso que surgen las villas miseria, los barrios de «llega y pon» o las favelas; creados por esos desheredados débiles, los cuales, en el mejor de los casos, solo pueden ubicarse en los peores lugares, los únicos libres que encuentran. Además, para ganarse la vida deben ejercer las labores más desagradables y duras, las que nadie quiere realizar. Un ejemplo de ello son los migrantes que se ubicaron en lo que se conoce como «La Cabillera», al sureste de La Habana, y que hoy luchan denodadamente recuperando barras de acero utilizadas (cabillas) para ganarse la ida y no tener que regresar a sus lugares de origen.

Otra cosa resulta cuando los migrantes llegan en grandes masas organizadas y armadas, para tomar por la fuerza los lugares que les sean apetecibles y desplazar a los habitantes que encuentren establecidos en esos lares. La historia recoge muchas migraciones invasivas así, violentas y guerreras.

Alejandro, el Conquistador, Magno, el Macedonio (356 a 323 a. C.) y su cohorte de griegos libres, educados en un ambiente democrático, fueron muy exitosos en sus incursiones guerreras por África y Asia. Triunfaron sobre ejércitos mucho más numerosos que ellos y dejaron sus huellas a través del tiempo y el espacio. Fundaron y reconstruyeron ciudades, crearon bibliotecas y llevaron consigo una cultura avanzada. Algunos de sus descendientes permanecen en extensas zonas de lo que hoy es Irán (la antigua Persia), Egipto y Afganistán. Alejandro tuvo un preceptor muy distinguido, Aristóteles, por lo que poseía una cultura por encima de la media en la época, esto también signó sus acciones militares y de conquista. ¿Cumplió sus objetivos? A corto plazo (algunos cientos de años) pudiera decirse que sí: muestras de ello son ciudades como Alejandría; estirpes de gobernantes y científicos, como los Ptolomeo y, sobre todo, la cultura del conocimiento, tal y como se trató de establecer en la biblioteca de Alejandría. Pero los procesos históricos han demostrado ser muy complejos e inesperados en algunos casos. La irrupción y difusión del islam en esas regiones desplazó la cultura griega y ha implantado sociedades islámicas, las cuales han sido foco de conflictos constantes en los últimos años.

En ningún momento debe darse a esas situaciones conflictivas en esa región una connotación exclusivamente actual. Desde mucho antes del nacimiento de Mahoma (tb. Muhammad) (ca. 570 d. C., La Meca) existían constantes guerras entre las distintas tribus árabes que poblaban la región. El propio Mahoma debió huir a Medina (623 d. C.) para salvar su vida debido a uno de esos encuentros armados. Después de su muerte (632 d. C.) los conflictos se agudizaron, pues, aunque el desarrollo del islam como religión pudo haber unido a esos pueblos, la división surgida a su muerte entre sunnitas y chiitas exacerbó las tensiones y los odios, que se han prolongado hasta nuestros días. Vale recordar, por ejemplo, la guerra entre el Irán (chiita) y el Irak (sunnita) (1980-1988), la cual generó más de un millón de muertos de ambas naciones (Guelloz, 2003, pp. 16-24).

Otra migración violenta que tuvo gran impacto en la historia universal fue la de los mongoles. Surgieron de una sociedad nómada en su casi totalidad, basada en una economía pastoril de ganado lanar, equino y camélido. Sus incursiones a la China norteña se sistematizaron, lo que motivó la construcción de la Gran Muralla.

Bajo la dirección e influjo de Gengis Kan y sus descendientes, conquistaron toda la porción central, sureña y norteña de Asia; en extensas regiones que abarcaron amplias zonas de la actual China, la India, Pakistán, Bangladesh, Irak, Irán, Rusia, Turquía y partes de la Europa oriental, central y occidental; que incluía incursiones sobre la actual Polonia, Hungría y el valle del Danubio, hasta el mar Adriático. Para resumir, puede decirse que el imperio mongol llegaba desde el mar de la China, hasta el río Dnieper y desde el golfo Pérsico hasta el océano Glaciar Ártico; aunque en sus incursiones de conquista llegaron mucho más allá por el occidente. Adicionalmente intentaron conquistar las actuales Corea y Japón, pero fracasaron en el intento.

La creación del imperio comenzó en la conocida reunión de tribus mongolas bajo la dirección de Timuyín (luego Gengis Kan o Señor del Mundo) en el año 1203; en la que acordaron iniciar la conquista. Organizaron sus ejércitos, compuestos por veloces y hábiles jinetes, muy diestros con el arco y la flecha, y se lanzaron a conquistar todo lo que encontraran. Se dice que muchas veces dormían sobre el caballo, cambiando de cabalgadura al galope para no perder tiempo y permitirle a los corceles cierto grado de descanso, y que frecuentemente se alimentaban de sangre de los equinos, la cual extraían del cuello de los mismos mientras avanzaban en su carrera.

Avanzaron profundamente en Europa, hasta la victoria del gran príncipe Iván III, el cual los derrotó en el sur de Rusia (en 1480, apenas doce años antes de que Cristóbal Colón llegase a lo que hoy es América), marcando el fin del imperio mongol en Rusia, Europa y posteriormente en toda Asia. A Europa occidental llegaron casi sin oposición, pero en 1241 regresaron a Rusia, aparentemente por la muerte de uno de sus jefes. Después de esos sucesos, la casi totalidad de su ejército regresó a lo que es la actual Mongolia, donde viven como nación subdesarrollada, con muy poco protagonismo internacional.

Debe reconocerse que fueron tremendamente eficaces y efectivos en el arte de masacrar. Sin contar con ametralladoras, sin cañones, sin ni siquiera una bomba; solo con sus flechas, sus espadas y sus lanzas; durante el tiempo que controlaron esos territorios asesinaron entre el 11 % y el 15 % de la población mundial. Hitler, Pol Pot y otros tiranos del siglo xx los envidiarían (Esteban, 2021).

No hubo ejército que se les opusiera, excepto la cultura. Todas las regiones que conquistaron y gobernaron poseían elementos culturales muy fuertes. En la China que gobernaron fueron muy influidos por el confucionismo, el budismo y el lamaísmo; en las zonas de los actuales Irak e Irán por el islam; y en Europa, por el pujante cristianismo. Esos pueblos, sin excepción, poseían culturas muy adaptadas a su idiosincrasia, así como un corpus de conocimientos científicos y técnicos muy superiores a los mongoles, conocimientos que se manifestaban en la arquitectura, la literatura y la ingeniería en general. Las zonas de Europa occidental, con sus construcciones y grandes ciudades, los impresionaron notablemente. Los invasores mongoles fueron asumiendo la cultura de los pueblos conquistados, lo cual borró todo rastro del paso de los feroces conquistadores.

¿Qué crearon los mongoles, qué llevaron en sus veloces caballos en sus guerras de conquista? Hoy en algunas regiones de Asia y de Europa oriental se pueden ver a muchos individuos con rasgos mongoloides, evidentemente descendientes de aquellos invasores. En repúblicas pequeñas, como Buriatia, o en otras mayores, como Kirguisia, Turkmenistán o Tayikistán, se pueden reconocer a muchas de esas personas. También pueden apreciarse ciertos rasgos culturales -en el tejido o en la culinaria, por ejemplo- que hacen pensar en la influencia mongola. Fuera de eso, ¿qué más quedó? ¿Su idioma? ¿Su organización y gobernanza? ¿Su ingeniería? Nada parece demostrar que sobrevivió algo de su supuesta cultura material o inmaterial. ¿Cuántas universidades construyeron en sus más de 200 años de dominio? ¿Qué literatura dejaron? ¿Qué tipo de arquitectura construyeron? La respuesta a estas preguntas puede resumirse con una palabra: ninguna. La cultura más fuerte de los pueblos conquistados a larga los derrotó.

Conquista española de América

La conquista de una región o de un país se compone primero de una invasión, por lo general armada, de una serie de batallas entre los invasores y los residentes en esa región o país y de una victoria final y definitiva de los invasores. En algunos casos, los que se consideran descendientes de los derrotados no olvidan lo sucedido y asumen posiciones muy sentimentales con relación a la conquista sufrida. Esos sentimientos pueden transmitirse de generaciones en generaciones y permear para bien, y generalmente para mal, el pensamiento de las generaciones actuales.

Cuando los españoles llegaron a lo que después se denominaría América encontraron tres imperios muy definidos y muchas otras comunidades de aborígenes dispersas en las extensas tierras: El Imperio Azteca, dominando en el norte, con muchas tensiones sociales con sus expoliados súbditos; el Imperio Maya en Mesoamérica, en vías de desintegración, por causas todavía no claras (una de ellas parece haber sido la sequía) y el Imperio Inca en el sur, con guerras y luchas internas, que habían dificultado su consolidación e integración y amenazaban con su desaparición.

América se pobló por muchas y sucesivas oleadas migratorias. Investigaciones realizadas durante décadas y reflejadas muchas veces por la prensa mundial, han concluido que esas migraciones se produjeron por diferentes vías terrestres y acuáticas: por el estrecho de Bering, en Alaska, con migrantes desde Asia; por la costa oeste de América del Sur, con navegantes de origen polinesio y japonés, a través del océano Pacífico y por la costa oeste de América del Norte (hipótesis menos probable) desde las regiones orientales de Asia. Por último, y ya en épocas modernas y contemporáneas, estuvieron las migraciones vía Atlántico, provenientes de Europa. Incluso, existe una posibilidad, manejada por algunos estudiosos, de que existiera alguna migración con origen en África subsahariana, a raíz de las esculturas encontradas con morfología africana: las cabezas toltecas.

En lo que sí no hay dudas es que la migración de norte a sur de los aztecas-mexicas, probablemente fue la última y la más importante (se produjo aproximadamente en el siglo xii), antes de que llegaran los españoles. Los propios códices aztecas lo proclaman e incluso su llegada y establecimiento en el valle de México está reflejada en la bandera y el escudo mexicanos, con la imagen del águila posada en el nopal, que se dispone a comer la serpiente que ha capturado.

No se conoce bien su origen, pero es posible que llegasen desde lo que es hoy Arizona o Texas (donde tal vez se encontraba el mítico Aztlán, de donde parecen haber tomaron su nombre), probablemente buscando tierras más fértiles y climas más templados. Se hicieron famosos por su agresividad y sus sacrificios (hay también hipótesis muy serias que añaden a estos elementos el canibalismo sistemático). Fundaron Tenochtitlan, aproximadamente en 1325.

Los aztecas, apoyados por otros pueblos de la cuenca lacustre del valle de México -Tlacopan y Texcoco- extendieron su dominación a los restantes pueblos indígenas que se encontraban asentados en el centro y sur del actual territorio mexicano. Su dominio duró hasta la llegada de los españoles dirigidos por Hernán Cortés.

Con los españoles comenzó el complejo proceso llamado conquista y, posteriormente, colonización -y más adelante independencia-, que trajo como consecuencia la América que hoy conocemos.

El encuentro de los españoles con los habitantes del valle de México fue traumático y a la vez creativo. La unión de Cortés con la Malinche -Doña Marina, como fue nombrada en español o Malinalli Tenépatl, en náhuatl-, esclava que recibió Cortés como tributo después de haber ganado la batalla de Centla a los tabasqueños,, fue expresión simbólica de lo que pasaría a continuación. Por sus dominios de varias lenguas -la náhuatl, la maya y luego el español-, Malinche se convirtió en un elemento muy útil para Cortés. Indudablemente era una persona inteligente, pues asumió tareas de asesora y de diplomática. Tuvo un hijo de Cortés -Martín- quizás el primer mestizo de español y mexicana, todo un símbolo para la posterior historia de la región. Algunas personas en México consideran a Malinche una traidora, pero ¿lo fue?

Malinalli Tenépatl nació en un pueblo vasallo de los aztecas y explotado y maltratado por estos. Este pueblo -tal vez en Coatzacoalcos- no fue el único ni mucho menos: chiapanecas, toltecas, totonecas, tlaxcaltecas y una pléyade más de ellos; fueron desplazados, esquilmados y explotados cruelmente por los aztecas-mexicas. La mayoría de los habitantes de lo que hoy es México no apreciaban a los imperialistas aztecas, por lo que consideraron a los españoles como posibles aliados para liberarse de sus opresores. Como ejemplo de sus tácticas, debe recordarse la construcción por los aztecas-mexicas del tzompantl, un muro con más de 350 cráneos de indígenas y españoles, con el que querían asustar a sus oponentes.

Hoy, a quinientos años del derribo del imperio azteca y de la caída de Tenochtitlán, todavía hay tontos ideólogos que aseguran que, con alrededor de 200 españoles, algunos caballos, sus armaduras y sus espadas de hierro y mosquetes, Hernán Cortés conquistó a México. Nada más lejano de la verdad histórica y de la realidad: el Imperio Azteca cayó porque los pueblos a los que oprimían y explotaban los odiaban y deseaban liberarse de ellos, y con ese fin apoyaron activamente a los españoles en su guerra contra los aztecas. Sin la fusión entre ellos, los españoles no hubiesen podido derribar ese imperio. De ese suceso complejo y con muchas aristas, nació el México mestizo y plural que es hoy.

Marina-Malinche es más el símbolo de la maternidad de una nación que de la traición. Es el símbolo de la nueva matria. ¿A quién traicionó, a sus opresores? Ni sus críticos más inmisericordes puestos en una situación similar hubieran hecho algo diferente a lo que ella hizo. Además, no fue la única: como es conocido junto a ella marcharon con los españoles cientos de miles de oprimidos, entre los cuales estaba la princesa guerrera Tecuelhuetzin, esposa de Pedro Alvarado y acérrima enemiga de los aztecas.

Otro resultado de ese encuentro, de esa mezcla de culturas, fue el descubrimiento en 1535, por el indígena Juan Diego, de lo que después sería el mayor símbolo del amor y la unión en el nuevo México: la Virgen de Guadalupe.

En Mesoamérica y en Suramérica sucedieron situaciones similares y también relativamente diferentes. El Imperio Inca o Tawantisuyu fue la expresión política del máximo nivel organizativo de la civilización Inca. Abarcó territorios andinos desde el actual sur de Colombia, pasando por Ecuador, Perú, Bolivia, el centro de Chile y el noroeste de Argentina; con su capital en la actual Cuzco. Comenzó a formarse en 1438, después de la victoria de Pachacútec frente a la confederación de Estados chancas. Se produjo entonces una expansión de su territorio, por conquistas y guerras imperialistas. Asimismo, la dinastía Inca se consolidó, pero ya alrededor de 1532, y en medio de una cruenta guerra civil protagonizada antagónicamente por los hermanos aspirantes al trono, Atahualpa y Huáscar; aparecieron los españoles, con lo que finaliza el Imperio Inca con hechos muy conocidos.

La sociedad inca fue extremadamente jerárquica y rígida, con la realeza encabezándola (parece que utilizaban entre ellos un lenguaje desconocido para la casi totalidad de sus súbditos, el cual, se dice, que provenía del japonés), la nobleza en segundo lugar (de sangre o hereditaria y de privilegio o destacados por sus servicios al Inca) y el Ayllu (pueblo) en tercero, compuesto por campesinos, mitimaes o colonos, los yanaconas y los esclavos. Era prácticamente imposible ascender en esa pirámide social, donde el ayllu tenía solo el derecho de alimentar a las clases superiores, ocuparse de las construcciones de aquellas, proveer al ejército de soldados rasos y realizar otros trabajos variados.

Al igual que en México, Pizarro y su pequeña cohorte de conquistadores se apoyaron en pueblos conquistados por los incas y en los grupos de desheredados y explotados que no tenían nada que perder, salvo las cadenas que los dominadores les habían impuesto. Sin esa ayuda, y si los suramericanos realmente hubieran apoyado a los jerarcas incas, el pequeño grupo de españoles hubiera durado muy poco, pese a sus caballos, sus armaduras y sus espadas.

Como queda evidenciado en las explicaciones hechas ut supra, esa América prehispánica no fue tan plácida e idílica como se nos dice a diario, sino que se caracterizó por guerras cruentas y constantes y por una explotación fiera y sin límites; donde unos grupos luchaban contra otros para esclavizarlos y arrebatarles sus tierras y sus riquezas y, en frecuentes ocasiones, sus vidas. Al parecer, ninguna región se escapó de la rapiña, la guerra y la crueldad: los tainos, siboneyes y guanahatabeyes cubanos, habitantes de islas protegidas por el mar; eran algunos de los manjares favoritos de los antropófagos caribes en sus incursiones por el mar que hoy lleva su nombre, como han demostrado los restos encontrados en las excavaciones en los diversos sitios arqueológicos de Cuba.

En ese ambiente de violencia y explotación se produjo la conquista española, la cual fue posible, entre otros factores, por su cultura tecnológica y científica superior y por la desunión y el odio entre grupos y colectividades existentes en América. La conquista española en América puede decirse que culminó con la muerte de Atahualpa, en Perú, y por la rendición de Cuauhtémoc y la caída de Tenochtitlan, el 13 de octubre de 1521, aunque este autor prefiere pensar en esa fecha como el de la fundación de la Ciudad México. Se consolidaba e iniciaba así el proceso de colonización.

Había derrotados, pero no vencidos: surgía un nuevo mundo, una nueva raza, nuevas culturas, nuevas personas. Ya nada sería igual en América, que adquiría su nombre, un nombre que nunca tuvo pero que ya nadie le podrá quitar.

Conclusiones de la primera parte

Si un extraterrestre estuviera observándonos desde algún lugar en el espacio, tal vez pudiera describirnos diciendo que los humanos son unos seres que constantemente están moviéndose de un lado a otro de su planeta. Y sin duda tendría razón.

El ser humano ha poblado la Tierra partiendo de la madre África, mediante migraciones diversas, pacíficas algunas, violentas otras. Puede afirmarse que los únicos pueblos originarios de este planeta son los africanos, descendientes de aquellos que permanecieron en ese continente. Dicho en otras palabras, en el resto de la Tierra hay personas descendientes de los que llegaron primero y, otros, de los que llegaron después. Nadie tiene derecho a reclamar como exclusivamente suyas tierras de las cuales arrojó a los que vivían antes de su llegada allí.

La historia de la humanidad debe ser analizada dialéctica e integralmente, sin intentar dar explicaciones y enjuiciar con conceptos y criterios actuales a acontecimientos que ocurrieron hace cientos o miles de años.

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Recibido: 10 de Octubre de 2020; Aprobado: 27 de Noviembre de 2020

*Correo electrónico: lazarojesusblancoencinosa@gmail.com

Cuba, por ejemplo, se benefició mucho de la temprana y constante inmigración judía: vinieron varios en el primer viaje de Cristóbal Colón (viaje que probablemente financiaron y con el que iniciaron su proceso inmigratorio a América(. En la actualidad existen muchos descendientes de judíos en Cuba, en su mayoría personas industriosas y trabajadoras, tanto de origen sefardí como asquenazí.

El autor declara que no tiene conflicto de intereses.

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