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Pastos y Forrajes

versión impresa ISSN 0864-0394

Pastos y Forrajes v.33 n.4 Matanzas oct.-dic. 2010

 

ARTICULO DE INVESTIGACION

Empoderamiento y cambio social a partir de la participación y el fomento de capacidades. Estudio de caso en tres cooperativas agropecuarias

Empowering and social change from participation and capacity building. Case study in three livestock production cooperatives

A. Suset1, Hilda Machado1, Taymer Miranda1, Maybe Campos1, P. Duquesne1, Tania Sánchez1, L. Lamela1, A.R. Mesa1, F. Reyes1, F. Nodarse1 y J.A. Sardiñas2

1Estación Experimental de Pastos y Forrajes «Indio Hatuey» Central España Republicana, CP 44280, Matanzas, Cuba

E-mail: antonio.suset@indio.atenas.inf.cu

2 Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), Cuba


RESUMEN

Con los cambios impuestos por la globalización finalizando el siglo XX, se dieron procesos acompañados de un desarrollo tecnológico, los cuales son coetáneos con procesos de transformación igualmente dramáticos pero quizás menos visibles en los sistemas productivos, las condiciones de vida y la dinámica socioeconómica de las localidades rurales. En el caso de Cuba esta situación también es notable, pero con diversas formas de manifestación. Con la finalidad de contribuir a la reversión de la situación expuesta, se desarrolló un proceso de transformación socioeconómica y técnico productiva en tres unidades básicas de producción cooperativa (UBPC) de la provincia Cienfuegos, en el marco del proyecto de fomento de capacidades, liderado por la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) y facilitado por el Programa de Desarrollo Agrario y Local Sostenible de la Estación Experimental «Indio Hatuey». En este artículo se debaten algunos conceptos claves para facilitar la comprensión de dicho proceso y se exponen sus aspectos esenciales. En cuanto a lo metodológico, se consideraron las diferentes etapas del trabajo en que se realizó la proyección estratégica participativa en las tres cooperativas seleccionadas y se elaboraron los planes operativos para la implementación de las transformaciones requeridas; ello permitió una mayor participación y el empoderamiento de los asociados en la gestión de los procesos productivos, al tiempo que se experimentó un cambio paulatino en las prácticas productivas y en los indicadores socioeconómicos.

Palabras clave: Empoderamiento, transformaciones socioeconómicas y técnico productivas


ABSTRACT

In order to evaluate the potential of mulberry (Morus alba var. Cubana) for the supplementation of young grazing cattle and its effects on the productivity and health of the animals, this study was conducted at the EEPF «Indio Hatuey» during the rainy season, with two treatments: the experimental group received 6 kg of fresh chopped mulberry and 500 g of concentrate/animal/day (A); while in the control group supplementation was 1 kg of concentrate/animal/day and pangola grass hay ad libitum (B). The bromatological and phytochemical composition of mulberry, live weight, mean daily gain (MDG) and fecal egg count (FEC) of gastrointestinal nematodes in the animals were evaluated. Significant differences (P<0,001) were observed in the live weight between treatments (186,06 vs 169,01 kg). Likewise, a significant effect (P<0,05) of the MDG was detected, with values higher than 600 g in the supplemented animals. On the other hand, the FEC showed significant differences (P<0,01) since the second month of evaluation, with stable performance and values lower than 100 epg in the experimental group. Seven groups of secondary metabolites were found; the most representative ones were phenols, tripertene-steroids and flavonoids, which have therapeutical action on animals. The mulberry forage is concluded to show good nutritional characteristics that allow its inclusion in diets for grazing calves. In addition, good results in the live weight and mean daily gain can be obtained with supplementation.

Key words: Calf, Morus alba, supplements


INTRODUCCIÓN

Desde las primeras etapas de la civilización, los animales por intuición y los seres humanos por socialización han necesitado a sus semejantes para enfrentar las vicisitudes impuestas por el medio circundante (Botello, 2005). De ahí que el cooperativismo como aspecto que ha estado asociado a las necesidades de los seres humanos para enfrentar y solucionar problemáticas que, en general, determinan aspectos significativos de la vida cotidiana de sectores, localidades y familias en condiciones menos favorecidas, se perfile como una alternativa viable para generar mejoras colectivas a escala local en las realidades rurales.
El cooperativismo pretende reunir las potencialidades existentes para facilitar el accionar en pos de una mejor gestión del desarrollo económico y social. Miranda (2006) refiere que este constituye un evento singular que trata de integrar la gestión de organizaciones a nivel local y su responsabilidad en el mejoramiento de la calidad de vida de sus asociados y del progreso socioeconómico sostenible. Por otra parte «consiste en obtener buenos indicadores productivos sin degradar el medio ambiente y, esencialmente, en el aumento de las oportunidades de los pobladores, en este caso rurales, para acceder a los productos del desarrollo, sobre la base de un manejo sostenible de los recursos naturales que los hagan perdurables en el tiempo» (Verdaguer, 2000).
En relación con el contexto cubano, la literatura científica especializada no recoge la creación de cooperativas agrícolas a partir de obreros, las cuales no surgieron como exigencia del desarrollo de las fuerzas productivas sino a través de decretos y, en gran medida, han sido el resultado de momentos de contracción en el desarrollo de estas (Arias y Hernández, 1998).
En las condiciones de Cuba se reconoce esencialmente el cooperativismo vinculado al sector agropecuario y el medio rural. Jiménez y Almaguer (2003) plantean que este comprende las cooperativas de créditos y servicios (CCS), las cooperativas de producción agropecuaria (CPA) y las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC); estas últimas constituyen la unidad de análisis del presente trabajo, debido al peso que tienen en la estructura agraria cubana en la actualidad por su superioridad numérica y su amplia extensión de tierras; involucran una cantidad considerable de fuerza laboral y en la generalidad de los casos, localidades asociadas; además poseen potenciales capacidades para la producción agropecuaria diversificada. Por tanto, el objetivo del presente trabajo fue contribuir a la transformación socioeconómica y técnico productiva en tres unidades básicas de producción cooperativa (UBPC) de la provincia Cienfuegos.
Consideraciones conceptuales

La globalización como proceso ha favorecido y privilegiado algunos sectores y espacios de la vida social y, al mismo tiempo, ha desarticulado otros, incluso, con perspectivas de desarrollo. Francés y García (2002) sostienen que bajo la forma de globalización neoliberal se desarrolla una superestructura con capacidad de actuar en un proceso sincrónico de integración y desintegración sobre los territorios-naciones, lo cual dificulta la gestión de las organizaciones y la vida social, dado que los problemas complejos son atendidos con teorías y análisis simplistas; sin embargo, la solución de las cuestiones simples de la realidad productiva es demorada por ser tratadas de manera compleja.

Considerando lo anterior, no se puede hablar de lo global sin tener en cuenta la existencia de lo local, ya que las condiciones locales permiten la creación de redes globales. Simultáneamente las relaciones locales existen en función de situaciones lejanas que las contextualizan; lo global sin lo local es una dimensión puramente abstracta (Bonanno, 2006). En este contexto el nivel local comienza a recuperar su función integradora entre las personas y las localidades, y entre éstas y la naturaleza. De esta manera en muchos espacios se materializa en el desarrollo de formas alternativas de relación, recuperando y creando nuevos valores, diversos estilos de vida, nuevas y particulares formas de producción, intercambio y consumo (Francés y García, 2002), es decir a partir de sus particularidades y potencialidades.
Lo anterior obliga a considerar el empoderamiento, para facilitar la comprensión del aspecto que permite el proceso de impulso positivo en la gestión del desarrollo de grupos de personas o de individuos.
«Empoderamiento es un término de uso común en la actualidad cuando se habla de intervención social en comunidades y en grupos o colectivos motivados al cambio. Sintetiza los complejos procesos sociales y humanos que se dan en las personas y las comunidades que, expuestos a un gradiente de riesgo psicosocial importante, están fuertemente sensibilizados y predispuestos, tengan conciencia o no, a asumir nuevos comportamientos (…). Empoderarse es abrirse a la perspectiva de que la adversidad puede victimizar a los individuos que la padecen o, por el contrario, llevarlos a enfrentar los retos que así se convierten en una posibilidad para la transformación» (Castro y Llanes, 2008).
Los autores mencionados sostienen que para que se origine un proceso de empoderamiento deben darse condiciones necesarias como la autodeterminación, la legalización y la creatividad, las cuales pueden ser facilitadas mediante técnicas de intervención, que coloquen a las personas, las entidades y las localidades con un decisivo papel de participación y aprendizaje de formas de organización para la autogestión del desarrollo.
En este sentido, todo desarrollo social lleva consigo un proceso de cambio que a la vez implica conflictos provocados por la necesidad de reajustar o reacomodar el equilibrio precedente, pero el desarrollo social y el individual no pueden darse de manera divorciada. «Una sociedad sana debe plantearse, como objetivo ineludible, el desarrollo conjunto de todas las personas y de toda la persona» (Max-Neef, 2001). En este caso se considera el desarrollo como transformación hacia la mejora; de ahí que paralelamente a todo cambio en lo social deba existir un cambio de mentalidad, que es más que poseer disposición o voluntad de que las cosas cambien.
Con relación a la tesis anterior, Zimmermann (1998) sostiene que la resistencia es un fenómeno natural y humano ligado al proceso de cambio. No hay cambio a fondo sin resistencia, a casi nadie le gusta un cambio si no comprende su finalidad y si no cree que le reditúe una ganancia en forma de reconocimiento, responsabilidad, poder o mejores condiciones de trabajo y de vida. Sin embargo, la resistencia aparece como una sensación percibida por el propio sujeto; el cambio provoca inseguridad y pérdida de control, y causa temor porque el futuro se ve incierto. Es una manifestación de la preocupación de que no se podrá dominar lo nuevo con la experiencia propia y con las estrategias de acción de que se dispone.
Nisbet (1979) definió el cambio social como sucesión de diferencias en el tiempo en una entidad persistente. Al respecto, no se reconoce el verdadero poder del conservadurismo en la vida social: el poder de la costumbre, de la tradición, del hábito y de la simple inercia; en circunstancias difíciles, como son los períodos de crisis, esto complica la existencia y limita considerablemente la capacidad de análisis de los problemas y la búsqueda de soluciones.
Lo decisivo es la naturaleza acomodable de la conducta humana tal y como se aprecia en la cultura y en la sociedad. Una vez que se ha efectuado una adaptación, como solución a algún aspecto problemático del medio, se desarrollan fuertes impulsos para retener este modo de adaptación. Ello confirma que ante los cambios se oponen, como factores esenciales, los hábitos, y estos constituyen la interacción entre el conocimiento, la habilidad y el deseo, por lo que para generar cambios duraderos y sustanciales, es necesario trabajar en los tres niveles mencionados. Aquí radica el elemento sustantivo de la persistencia en determinadas prácticas productivas convencionales, implementadas durante más de cinco décadas en Cuba.
Un aspecto clave a considerar en el contexto rural y agrario cubanos, es la función de la participación social en los procesos de transformación de la realidad, ya que «esta propone devolver a los involucrados el protagonismo y la palabra, estimular la conciencia crítica, la adaptación activa a la realidad, la capacidad de ser un agente de cambio y de construir sus conocimientos acerca del mundo para transformarlo», a criterio de Minujin (1999). La autora también sostiene que participar no es estar en una actividad, moverse o hablar, sino que es básicamente incidir en la realidad, tomar decisiones, elaborar proyectos y ponerlos a funcionar, así como ser un agente activo en la determinación de procesos sociales, laborales, productivos o culturales en los que se está insertado; se puede agregar además la participación en las cuestiones que se vinculan o inciden en la cotidianidad de los pobladores y los trabajadores de determinada localidad.
Guajardo et al. (2004) conciben la participación como la acción concreta de las personas para intervenir de forma directa en la toma de decisiones que afectan diariamente sus vidas, la de sus familias y sus localidades, principalmente en lo que se refiere al trabajo, la producción y sus satisfacciones fundamentales. En este caso quedan implícitos los aspectos individuales y colectivos inseparables de la realidad cotidiana en que se reproduce la gente; significa tomar parte y pasar de una situación en la que uno o unos cuantos deciden por todos, a otra en la que todos pueden opinar y actuar en los asuntos que afecten a todos. Aquí radica el aspecto esencial que requiere el sobradamente vapuleado `sentido de pertenencia', el cual más que en el discurso, se construye en los procesos de empoderamiento sustentados en la participación real.
Otro aspecto a tomar en cuenta, y de vital importancia para la comprensión de los procesos emergentes, lo constituye el capital social. «En este caso la novedad de este reside en que pone énfasis en la utilidad de la confianza, la reciprocidad y la cooperación como sustento del orden social y del desarrollo, bajo el supuesto de que potenciando estos elementos es posible incrementar la participación de los actores sociales en la resolución de los problemas que les afectan» (Miranda y Monzó, 2003).
Miranda y Monzó (2003) sostienen los siguientes argumentos:
1.La confianza puede ser entendida como una actitud que permite la transferencia voluntaria del control de los recursos. En este caso se refiere igualmente a un aprendizaje social que se desarrolla a partir de experiencias positivas de reciprocidad y está basada en expectativas mutuas de comportamiento.
2.La reciprocidad surge de la necesidad de mantener un equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe. Como objeto de análisis y de manera general puede ser definida como un tipo de obligación social que emerge en el intercambio entre dos o más individuos o grupos. «Este término da cuenta de un intercambio de tipo relacional y no terminal, a diferencia de un intercambio mercantil, que es terminal y no relacional» (Bahamondes, 2001).
3.La cooperación puede ser entendida como una acción colectiva orientada al logro de objetivos comunes.»Como la confianza, la cooperación también está sometida a pruebas que la fomentan o la debilitan, o bien puede emerger como una consecuencia no planificada de la coevolución de estrategias de múltiples agentes» (Durston, 2001). Otra manera de definir la cooperación corresponde a «la manifestación práctica de arreglos recíprocos para llevar adelante una acción que requiere del concurso organizado de individuos» (Bahamondes, 2001).
Se reconoce, en las anteriores afirmaciones, «la participación, el empoderamiento y la solidaridad, buscando resultados que posibiliten la autogestión y el fortalecimiento de las organizaciones locales rurales» (Selener et al., 1997).
Hay que considerar que las propuestas de transformación de la realidad, cualquiera que fuere, debe contemplar la reformulación estructural de una densa red de nuevos órdenes económicos locales, lo cual significa «tomar conciencia de un desarrollo a escala humana orientado hacia la satisfacción de las necesidades humanas que exige un nuevo modo de interpretar la realidad que obliga a ver y evaluar a las personas y sus procesos de una manera distinta a la convencional» (Max-Neef, 2001). Esto es, valorar las particularidades de los diferentes grupos humanos a partir de las características de los `ecotipos' (sistemas específicos de relación entre las personas y entre éstas y el medio natural circundante) donde se realizan.

Lo anterior implica la comprensión, en algún momento, de que las necesidades humanas que plantea Max-Neef (2001), tales como necesidad de subsistencia, de protección, de afecto, de entendimiento, de participación, de ocio y de creación deben ser atendidas para lograr la efectividad en las transformaciones que se implementen en pos del desarrollo rural, de las localidades o entidades productivas. El desarrollo de que se trata «tiene como objetivo lograr el bienestar, la dignidad y la calidad de vida de los seres humanos, así como una mayor igualdad económica y social, atendiendo especialmente a las personas y grupos más vulnerables y respetando la diversidad cultural» (Angulo, 2005).
Como se puede apreciar, las cuestiones referidas facilitan la comprensión de la necesidad de promover e impulsar el empoderamiento, la participación, la cooperación y la apropiación social, fundamentalmente en las entidades agropecuarias, de tipo colectivo-cooperativo. Evidentemente ello requiere de un consistente y real desarrollo de la socialización de la propiedad social y de mecanismos de dirección y estimulación de la actividad laboral. Arias y Hernández (1998) refieren que en Cuba la estatización de los medios de producción no llegó a convertirse en socialización real, aunque ello constituye el primer paso de la conquista por parte de la sociedad de todas sus fuerzas productivas; de hecho no rebasó la frontera hacia la socialización, lo que se aprecia en los limitados logros alcanzados hasta el momento por las formas organizativas de producción agropecuaria estatales y de tipo UBPC.

Es válido señalar, como consta en la legislación implementada para el funcionamiento de las UBPC, que este tipo de organización debió desarrollar ampliamente la autonomía de gestión, por lo que también debían administrar sus recursos y hacerse autosuficientes en el orden productivo. Unido a lo anterior, «la propia legislación estableció que el control estatal de éstas se ejercería a través de la empresa, aspecto este que limitó y limita la autonomía de gestión» (Valdés Paz, 2003), cuestión aún por resolver.
Estudio de caso
Este trabajo se inserta en las acciones y actividades previstas en el proyecto «Fomento de capacidades para la autogestión en cooperativas ganaderas» implementado entre la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) y la Estación Experimental «Indio Hatuey» en tres UBPC ganaderas. En este caso las seleccionadas fueron:
• UBPC Aguada, vinculada a la empresa pecuaria Aguada
• UBPC Aguadita, asociada a la empresa pecuaria Rodas
• UBPC El Negrito, perteneciente a la empresa pecuaria La Sierrita
Se utilizó la metodología modificada de la Unión Internacional para el Cuidado de la Naturaleza (UICN) valorada por Gallo et al. (2000), que evalúa las dimensiones ambiental y socioeconómica, y considera el bienestar humano con la misma importancia que el del ecosistema. También se consideraron los principios y métodos de la Red Nuevo Paradigma (De Souza, 2007), que valora la cuestión institucional de manera contextual, con una visión de mundo que reconoce a la persona como centro para el cambio y propone cambiar la mentalidad de las personas para que cambien las cosas.
El trabajo se desarrolló durante dos años, a partir de febrero del 2007; las diferentes etapas y aspectos tratados durante el proceso fueron las siguientes:

Etapa 1

• Concertación con las tres UBPC y explicación de los objetivos del proyecto
• Realización de talleres participativos para el diagnóstico socioeconómico y ambiental con la utilización de la metodología MARPS de la UICN (1997) reajustada para el contexto. En este caso la metodología permitió el trabajo en grupo y la elaboración de mapas del pasado y el presente, así como el diagnóstico socioeconómico y ambiental en el contexto de las cooperativas y las localidades asociadas.
Etapa 2

• Diagnóstico técnico productivo de las unidades de cada UBPC; en este caso se realizaron transeptos y capacitación mediante prácticas de siembra de pastos y manejo animal.
• Realización de la planificación estratégica participativa.
• Elaboración de los informes y los planes de acción.
Etapa 3
• Implementación de los planes de acción.
• Seguimiento y evaluación mediante talleres mensuales; estos talleres consistían en la valoración de las acciones previstas para cada mes, se analizaban aciertos y desaciertos y se promovía el intercambio de conocimientos.

• Taller de intercambio final.
Durante el trabajo se emplearon diferentes herramientas de recopilación de información, tales como: la elaboración de los mapas y la revisión de los documentos y los registros de las entidades.
En las tres cooperativas se realizó el diagnóstico socioeconómico, técnico-productivo y ambiental; también se elaboraron las proyecciones estratégicas participativas y se implementaron las acciones propuestas acorde con las problemáticas y las potencialidades particulares de cada entidad.
Lecciones aprendidas en las tres Cooperativas:
• Hacer las cosas en tiempo, acorde con lo planificado.
• Implantación de la capacitación como proceso de mejora de las prácticas productivas.

• Transformación de la realidad a partir del involucramiento y la participación en todo el proceso.
• Llevar al contexto productivo, como práctica social, lo aprendido.
• La participación estimula el interés e incentiva la creatividad.

• Utilización correcta de los recursos a partir de la transparencia y toma de decisiones colegiadas.

• Buenas relaciones entre los cooperativistas, propiciado por la transparencia en las actividades y los procesos con atención a la equidad de género.
• Vinculación de los cooperativistas al resultado final con la creación de centros de costo organizados por actividades y relación costo-beneficio.
• Estimulación, materializada en ingresos, productos y mejoras en las condiciones de trabajo y de vida.
Las UBPC en cuestión se comportaban en el momento del trabajo con la misma lógica de funcionamiento del modelo convencional, en el cual según De Souza (2007) las organizaciones tienden a cambiar las cosas (entiéndase infraestructuras, departamentos y nombres, entre otros) para generar cambios en las personas y las organizaciones. En este caso el trabajo en equipo y la dinámica de gestión participativa del proyecto (incluyendo la elaboración de la planificación estratégica participativa, el diagnóstico técnico-productivo y la implementación de acciones de transformación, de conjunto con la dinámica de intercambio, retroalimentación, monitoreo y evaluación durante las diferentes etapas de su ejecución), propiciaron un cambio en el comportamiento de los cooperativistas, el cual se puso de manifiesto en la socialización de experiencias y conocimientos, la participación, el cumplimiento de las actividades proyectadas, y en el compromiso y la apropiación asumidos.
La mejora estuvo acompañada de incentivos con impactos sociales y económicos, acorde con lo que sostiene la teoría del cambio social de Zimmermann (1998), que al mismo tiempo mejoraron la cotidianidad de las personas, o sea, los anticipos, las condiciones de trabajo, la productividad, los aprendizajes, las relaciones interpersonales y los compromisos con las acciones previstas.

En cada cooperativa se logró la elaboración y la utilización de los planes estratégicos y los mecanismos de control para desarrollar la planificación y la autogestión de los procesos productivos. Se incrementó la productividad y la calidad de los productos generados; se incorporó un número significativo de mujeres, como socias activas de las entidades y como asociadas de la ACPA, y se crearon mejores condiciones de trabajo y de vida. Por otra parte, se logró el abasto de agua, en las áreas donde se instalaron sistemas de riego, a las viviendas de los cooperativistas. El crecimiento productivo, económico y financiero de las tres UBPC permitió, además, un considerable incremento de los ingresos familiares mediante los resultados finales de producción-comercialización atendiendo a la relación costo-beneficio. Lo anterior estuvo sustentado en la potenciación del capital social.
Los resultados expuestos favorecieron la viabilidad y sostenibilidad del proyecto, lo que es reconocido por los propios cooperativistas y por las autoridades de la provincia y los municipios.
Como se aprecia en la tabla 1, los indicadores alcanzaron o estuvieron cerca de alcanzar los resultados planificados; se destaca el incremento en la productividad por cooperativista, el anticipo y estimulación media (remuneración que recibe cada cooperativista en cada mes del año como promedio) y la ganancia total de las tres cooperativas. Igualmente es significativa la reducción del costo por peso de producción, todo ello como resultado del incremento productivo y de la eficiencia de los procesos de producción, lo que corrobora, además, la eficacia de las capacitaciones impartidas. Es de destacar el aumento de la participación de las mujeres en la vida económica, productiva y social de las cooperativas.

Es importante señalar además que las acciones tienen garantizada su sostenibilidad, pues las cooperativas poseen contratos de comercialización para una parte de las producciones de carne de conejo, de cerdo y frutas, entre otros rubros en CUC (moneda convertible en divisas), con empresas comercializadoras del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI), lo que crea capacidades de compra en esta moneda, para adquirir fundamentalmente los insumos productivos.

CONCLUSIONES

El cooperativismo se perfila como una alternativa viable en la actualidad, en función de solucionar las limitaciones existentes en la producción agropecuaria en el contexto cubano, debido a su predominio en la estructura agraria, fundamentalmente por la cantidad de fuerza laboral y áreas de cultivo que utiliza y las potencialidades para diversificar la producción, entre otras cuestiones.

Ante los efectos desarticuladores y desestructuradores de la globalización, con consecuencias nefastas en las zonas rurales y las entidades agroproductivas asociadas, se materializan formas alternativas de relaciones, diversos estilos de vida, nuevas y particulares formas de producción, intercambio y consumo, los cuales no pueden ser comprendidos y atendidos sin considerar procesos como el empoderamiento, sustentado en la participación real y la utilización de las potencialidades del capital social (confianza, reciprocidad y cooperación) para favorecer la productividad, solucionar las problemáticas que los afectan comúnmente y contribuir con la satisfacción de las necesidades humanas.
En el caso de las cooperativas en las que se trabajó, la metodología participativa y la dinámica interactiva con que se ejecutó el proyecto permitieron mejoras sustantivas que se manifestaron en los incrementos productivos, así como progresos en las condiciones de trabajo, los ingresos y las relaciones interpersonales. Por otra parte se generó, a partir de la implementación de la Proyección Estratégica Participativa, una visión de transformación y desarrollo a mediano y largo plazo perceptibles en las aspiraciones de los cooperativistas.

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Recibido el 21 de junio del 2010

Aceptado el 15 de julio del 2010