Introducción
La ateroesclerosis es la primera causa de muerte en el mundo moderno, aunque, también, sea la causa primera de incapacidad, invalidez y pérdida de la calidad de vida.1,2 Esta enfermedad del metabolismo tiene como órgano diana la pared arterial y se inicia en la concepción y en la etapa de embriogénesis. Se trata de una enfermedad de origen multicausal. Y existen muchos factores que se comportan como riesgo desde el momento de la concepción y a lo largo de toda la vida, generalmente, con un curso asintomático.3
La hipertrigliceridemia es una forma de dislipidemia relativamente frecuente y se ha demostrado que está asociada con la enfermedad ateroesclerótica.4,6) Por esta razón es indispensable la detección precoz de los factores de riesgo, para evitar sus complicaciones y mejorar la calidad de vida. Uno de los factores de riesgo más importantes en la aceleración del proceso ateroesclerótico es la obesidad, una enfermedad metabólica considerada la epidemia del siglo xxi.3 La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe del año 1998 ya anunciaba que en el mundo había más de un billón de adultos con sobrepeso, de los cuales 300 millones eran obesos.1,3)
La obesidad y el exceso de grasa visceral (grasa parda) predisponen a padecer de hipertensión arterial, resistencia a la insulina, diabetes mellitus (DM) tipo II y trastornos en el colesterol, entre otros factores de riesgo para desarrollar la enfermedad cardiovascular aterosclerótica.4,5 La obesidad más dañina es la localizada a nivel de la cintura, donde se encuentra implicado el tejido adiposo disfuncionante y siendo la célula fundamental el adipocito, que es capaz de regular su propio metabolismo e influir en el manejo de la glucosa, la insulina y los lípidos. No es exactamente el exceso de tejido adiposo lo que contribuye a la aparición de los distintos factores de riesgo, sino su distribución, al ser la grasa visceral abdominal la que se asocia con alteraciones importantes en el metabolismo de la glucosa y la insulina. Esto provoca un aumento de la diabetes, la hipertrigliceridemia y la cardiopatía isquémica. Este efecto, también viene propiciado por la acumulación de grasa ectópica alrededor de los vasos sanguíneos, lo cual estimula la acción de la insulina y la acción local de las adipoquinas, lo que favorece a la enfermedad vascular.6,7,8
La obesidad abdominal o aumento de la circunferencia abdominal constituye un factor de predisposición a la aterogénesis y se encuentra íntimamente relacionado con los desórdenes lipídicos (distrigliceridemias). Esta alteración metabólica también está relacionada con el desarrollo de la DM tipo 2, una enfermedad coronaria y cerebrovascular.3,8 La hipertrigliceridemia es un buen marcador de resistencia a la insulina y uno de los criterios importantes para el diagnóstico del síndrome metabólico (SM).4,9
Esta combinación de trastornos lipídicos, que se ha señalado como dislipidemia aterogénica, es típica del SM y se ha demostrado que este predispone a un incremento en las lesiones calcificadas de las coronarias y de la aorta en los pacientes portadores del síndrome.(8.9) El SM se considera un problema creciente en la salud pública y la Federación Internacional de Diabetes (FID)10,11 plantea que se trata de un síndrome en el que confluyen alteraciones clínicas y metabólicas. De ese modo, el SM propicia que una persona sea más susceptible de padecer diabetes y ateroesclerosis, con todas sus posibles complicaciones. Muchos autores coinciden en que es un factor de riesgo importante de enfermedad cardiovascular. Las características más frecuentes de este síndrome son: hipertrigliceridemia, disminución de colesterol HDL, hipertensión arterial (HTA), hiperglicemia en ayunas (DM) e insulinorresistencia (IR) y obesidad central.12,14
Los factores de riesgo aterogénicos se comportan como un problema creciente, aunque de fácil diagnóstico en la Atención Primaria de Salud (APS). El criterio de obesidad abdominal (circunferencia abdominal) es una variable que con gran frecuencia se observa en los casos diagnosticados de cintura hipertrigliceridémica, ya sea unido a la hipertrigliceridémia, a los niveles bajos de HDL, a la glicemia elevada o a una combinación de estos factores.13,14,15
De ahí que el objetivo de este estudio sea identificar la relación entre la presencia de hipertrigliceridemia con la circunferencia de la cintura en adultos mayores, a partir de la evaluación del índice de masa corporal, cintura-cadera y la presencia de hipertrigliceridemia, según la edad y el sexo.
Métodos
Estudio descriptivo de corte transversal realizado en adultos de 40 a 70 años de edad, durante los años 2015-2017. La población de estudio fue de 1214 personas. La muestra fue de 320 adultos mayores seleccionados a conveniencia, que aceptaron participar y que acudían a la consulta de atención primaria. Se excluyeron los que no quisieron participar, los que tenían antecedentes patológicos personales de crisis aterosclerótica y los que no pertenecían al área de estudio.
Las variables se recogieron mediante el Modelo de recolección del dato primario confeccionado en el Centro de Investigación y Referencia de Aterosclerosis de la Habana (CIRAH), el que incluye: circunferencia de cintura, triglicéridos, peso, talla e índice de masa corporal (IMC) (Anexo). Las variables fueron consensuadas previamente por el equipo investigador. Los procedimientos para la obtención de las variables antropométricas fueron:
La circunferencia de la cintura: se realizó con el paciente previamente desvestido, se le midió el perímetro abdominal a nivel del punto medio entre el último arco costal y la cresta ilíaca anterosuperior.
Para medir la talla: se colocó al paciente descalzo con ropa ligera, con la cabeza en el plano de Frankfurt, en un equipo pesa-tallímetro. El resultado se dio en centímetros.
El peso se obtuvo en el mismo equipo y se valoró en kilogramos.
El índice de masa corporal: se calculó mediante la fórmula de Quetelet, peso en Kg/talla (m2).
Se clasificaron los individuos a partir de la clasificación de la OMS y según el índice de masa corporal (IMC) como: normopeso (18,5 kg/m2-24,9 kg/m2), sobrepeso (25 kg/m2- 29,9 kg/m2) y obeso (≥ 30 kg/m2). La obesidad se clasificó en: grado 1 (30-34,9 kg/m2), grado 2 (35-39,9 kg/m2) y clase 3 (+ 40 kg/m2 ). Se definió obesidad abdominal según la misma fuente y cuando el índice de cintura cadera (CC) fuera ≥ 102 cm en hombres y ≥ 88 cm en mujeres. Los triglicéridos se consideraron a partir de valores ≥150 mg/dl (1,7 mmol/l) o con tratamiento farmacológico por elevación de los triglicéridos.
Para el análisis de los datos se utilizó el programa estadístico SPSS v16 Chicago Inc., EE. UU. Las variables cualitativas se expresaron en números absolutos y en porcentaje. Para establecer diferencias entre los grupos de comparación se empleó la prueba de chi cuadrado para las variables cualitativas, con asociación significativa si p < 0,05. Para las correlaciones de variables cuantitativas se utilizó el coeficiente de correlación de Pearson con un nivel de significación menor a 0,05. Toda la información obtenida fue almacenada en una base de datos para su posterior revisión, validación y procesamiento. Los resultados fueron llevados a tablas y gráficos para su mejor análisis.
Se recogió consentimiento informado y se siguieron las recomendaciones éticas de la Declaración de Helsinki.
Resultados
Se incluyeron un total de 360 pacientes mayores de 40 años, edad media (55,5 ± 10,2 años). De ellos, 254 (70,6%) del sexo femenino y 106 (29,4%) del sexo masculino. Una cuarta parte de los pacientes eran obesos y un tercio presentaba sobrepeso. El porcentaje de pacientes con obesidad fue similar en los tres grupos de edad, aunque el porcentaje de sobrepesos fue mucho menor en aquellos con edad ≥ 60 años.
En la tabla 1 se observa que el porcentaje de obesidad fue similar en ambos sexos (24,5 % vs 26,7 %), mientras que el sobrepeso fue ligeramente superior en el sexo masculino (40,6 % vs 33,1 %).
El 50,6 % de los pacientes presentaban aumento de la circunferencia abdominal, sin diferencia significativa entre los grupos de edad (Tabla 2).
Según la distribución por sexo, se observó un porcentaje mayor de obesidad abdominal en las mujeres respecto a los hombres (59,1 % vs 30,2 %). El 75,8 % de la población presentó hipertrigliceridemia, con un comportamiento similar entre los grupos de edad, aunque con un ligero predominio en el grupo de 60 años y más (Tabla 3).
Para ambos sexos, más de la mitad de los pacientes tenían hipertrigliceridemia, aunque el porcentaje fue ligeramente superior en los hombres (58,5 % vs 52,4 %) (Tabla 4).
Los resultados muestran una correlación positiva y significativa entre los niveles de triglicéridos y la circunferencia abdominal (r = 0,292, p < 0.001) (Fig.).
Discusión
La mitad de los pacientes mostraron obesidad abdominal, con una mayor frecuencia en el sexo femenino, aunque la obesidad corporal total fue bastante similar entre los grupos de edad y en ambos sexos. El hecho que se observara en las mujeres una frecuencia mayor puede deberse a que la mayoría estaban en el climaterio o en la etapa posterior. Gómez-Cabello y otros señalaron que la ganancia de peso que se produce con frecuencia durante la menopausia se suele asociar a un cambio en la distribución de la grasa corporal, a un riesgo mayor de HTA, elevación de los niveles de lípidos plasmáticos y de resistencia a la insulina.16 La causa fisiológica de este cambio parece ser una actividad disminuida de la lipoproteína lipasa en los adipocitos femorales y una pérdida de la respuesta lipolítica de los adipocitos mamarios y abdominales que se encuentran en la mujer en su edad fértil. También puede estar asociado a que las hormonas sexuales afectan al comportamiento alimentario y a las preferencias de la comida, por lo que es posible que exista un aumento de la ingesta.17
Resultados similares se encontraron en otros estudios:
Reyes y otros9 estudiaron a 150 pacientes con DM tipo 2. El número de pacientes que presentaron un perímetro abdominal aumentado fue de 97 (64,6 %), 64 fueron mujeres (72,0 % del total de mujeres) y 33 hombres (23,0 % del total de hombres).
Muñoz y otros18 estudiaron 329 pacientes diabéticos tipo 2. La CC aumentada predominó en las mujeres con un 82,7 % en comparación con los hombres que fue del 69,2 %.
Gómez-Huelgas19 incluyó un total de 2270 individuos, la prevalencia de obesidad abdominal fue mayor en hombres (18,2 % ) respecto a las mujeres (10,8 %).
Castillo Herrera también encontró una prevalencia mayor de obesidad abdominal en hombres que en las mujeres.20
Respecto a la edad, diversos estudios señalaron una disminución de la obesidad con el aumento de la edad a partir de los 60 años.20) No obstante, otros estudios señalan un incremento de SM (cuyo principal componente es la obesidad abdominal) a medida que aumenta la edad.21 En un estudio de prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en 858 individuos con edades entre 50 y 75 años se demostró que además del predominio de perímetro abdominal aumentado en las mujeres respecto a los hombres (84,8 % vs 68,3 %, p<0.001), también existe un incremento proporcional y significativo de SM para ambos sexos a medida que se incrementaron los deciles de edad.
González-Chávez,22 en un estudio de 186 individuos aparentemente sanos mayores de 18 años mostraron también que la edad promedio en los sujetos con SM fue más elevada que en el grupo control. Contrario a nuestros resultados, la investigación de Gómez-Huelgas y otros19 observó un incremento en el porcentaje de cintura hipertrigliceridémica (HTG) con el incremento de la edad.
En algunos contextos, la elevada presencia de hipertrigliceridemia indica que es uno de los principales factores de riesgo cardiometabólico.23 En una investigación realizada en La Habana, en la que se incluyeron un total de 1287 personas, la hipertrigliceridemia fue el factor de riesgo cardiovascular predominante.24) Otro estudio realizado en trabajadores de la Facultad de Ciencias Médicas de Cienfuegos25) la prevalencia de hipertrigliceridemia fue del 26,5 %.
En el presente estudio el aumento de las cifras de triglicéridos muestra una correlación significativa con el aumento de la circunferencia abdominal. El almacenamiento energético en el tejido adiposo propio de la obesidad visceral inhibe la lipasa sensible a hormonas en este tejido, así como las lipasas hepáticas y lipoproteicas que degradan los triglicéridos almacenados para ser utilizados en el período de ayuno. La síntesis de triglicéridos que van a formar parte de las lipoproteínas de densidad muy baja (VLDL) se mantiene, lo que da lugar a VLDL ricas en triglicéridos y pobres en el resto de los componentes de la partícula. Estas se transforman en lipoproteínas de baja densidad (LDL) pequeñas y densas con un alto poder aterogénico y una vida plasmática larga.25
En un estudio realizado en el Policlínico Camilo Cienfuegos,26,27) con un total de 116 pacientes adultos mayores de 20 años, se encontró hipertrigliceridemia en un 46,6 %. La circunferencia de la cintura se asoció a varios factores de riesgos aterogénicos, la mayor asociación se hizo con los triglicéridos de forma positiva en ambos sexos. La Correlación de Pearson para el sexo femenino fue de 0,44 y para el masculino 0,52 con un nivel de confianza de 99 %.
Pedragosa y otros28 reportaron en un estudio comparativo entre 298 pacientes con hipertrigliceridemia severa (> 1000 mg/dl) y 272 pacientes como grupo control (triglicéridos entre 200 y 246 mg/dl) una circunferencia abdominal significativamente mayor en aquellos con hipertrigliceridemia severa (100,5 ± 10,6 vs 98,5 ± 11,1 cm; p = 0,0426).
Se concluye que los factores de riesgo cardiovascular, así como, la asociación existente entre los triglicéridos y la medida de la circunferencia de cintura, requiere una valoración sistemática por sexo y edad. La consulta de enfermería de la Atención Primaria es un lugar ideal para promover estrategias de intervención para monitorizar el riesgo clínico cardiovascular a través de los diferentes parámetros antropométricos.
Limitaciones del estudio
Una de las principales limitaciones del estudio es el tamaño y el carácter aleatorio de la muestra seleccionada y el contexto en el que se desarrolló la investigación, porque no permite asumir criterios generalizados al resto de la población. Por lo que es necesario realizarlo con una muestra mayor y en otras áreas que permitan observar cómo se comporta la asociación entre hipertrigliceridemia y obesidad abdominal.