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ACIMED

versión impresa ISSN 1024-9435

ACIMED v.17 n.1 Ciudad de La Habana ene.-ene. 2008

 

CONTRIBUCIONES CORTAS

 

La biblioteca de Julio Lobo: una aproximación a su colección napoleónica

 

The library of Julio Lobo: an approach to Its Napoleonic collection

 

 

Sulema Rodríguez RocheI

MSc. Zoia RiveraII

I Estudiante de quinto año de Bibliotecología y Ciencias de la Información. Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana.

II Máster en Comunicación. Profesora Auxiliar. Bibliotecología y Ciencia de la Información. Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana.

 

 


RESUMEN

Se intenta esclarecer, a partir de documentos y entrevistas, los orígenes, el desarrollo y el destino de una de las joyas de la cultura cubana: la colección napoleónica de la biblioteca de Julio Lobo Olavarría.

Palabras clave: Bibliotecas particulares, personalidades.


ABSTRACT

An attempt is made to clarify, based on documents and interviews, the origins, development and destiny of one of the jewels of the Cuban culture: the Napoleonic collection of the library of Julio Lobo Olavarría.

Key words: Personal libraries, famous persons.


 

 

La gestación de la cultura nacional que comenzó en el seno de la colonia, gracias a los esfuerzos de diversas personalidades de la cultura, se consolidó en el período republicano. Y aunque las condiciones eran distintas, el desarrollo cultural del país mantuvo una constante: en las condiciones del desinterés gubernamental las asociaciones privadas, muchas familias acaudaladas y los intelectuales con posibilidades económicas, se dedicaron a formar las colecciones privadas de libros para ponerlas en determinado momento al servicio de la sociedad.

La bibliofilia cubana como fenómeno y las colecciones más importantes creadas en las etapas anteriores al triunfo de la Revolución fueron objeto de estudio de investigaciones relativamente recientes, como las realizadas por Galano y Montano (2004) y Maillo y Martínez (2005) (Galano Navarro E, Montano Herrera GT. Los bibliófilos y sus exlibris en Cuba (siglos XVIII y XIX). [Tesis para optar por el título de Licenciado en Bibliotecología y Ciencia de la Información]. La Habana. Universidad de La Habana. Facultad de Comunicación; 2004), (Maillo Sanz ME, Martínez Castillo A. Bibliófilos cubanos en el período republicano. [Tesis para optar por el título de Licenciado en Bibliotecología y Ciencia de la Información]. La Habana: Universidad de La Habana. Facultad de Comunicación; 2005).

Dichos estudios evidencian que los bibliófilos de la época reunían sus colecciones según sus intereses intelectuales o profesionales. Entre los bibliófilos cubanos, se encuentran grandes bibliógrafos, célebres escritores, eminentes catedráticos y destacados músicos. Para algunos, su quehacer coleccionista tenía un fin altruista, su mayor deseo era perpetuar y preservar para el futuro las joyas de su propiedad. Otros, burgueses acaudalados con inclinaciones culturales y visiones progresistas, tenían como motivación inicial su satisfacción personal. Entre estos últimos, se encontraba uno de los cubanos más ricos, Julio Lobo, que pasó cuarenta años de su vida juntando piezas de la historia napoleónica, y que incluye documentos manuscritos e impresos en el tema.

Las principales fuentes consultadas -revistas y periódicos de la época- cuando hablan de Julio Lobo, refieren, mayoritariamente, su faceta de empresario, principalmente en la industria azucarera, su suspicacia en los negocios y destacan las horas dedicadas al estudio como factor determinante en sus éxitos. Sobre su carácter, su vida privada y social, casi siempre se señala su sinceridad, rectitud, buenas relaciones familiares, así como sus facilidades para interactuar con personas de todas las clases sociales, ideologías y preferencias.

Ahora bien, respecto a su faceta de coleccionista, en las publicaciones de la época no se le reconoce como bibliófilo aunque se destaca su afición desmedida por los libros y se señalan algunas características que permiten arribar a esta conclusión. Sobre su Biblioteca-Museo se publicaron pocos artículos; no obstante, resultaba habitual la aparición de noticias sobre las valiosas piezas que atesoraba.

La escasa información obtenida a partir del análisis documental se amplió y esclareció mediante las entrevistas realizadas a varias personas que estuvieron en contacto directo con Julio Lobo o algún otro miembro de su familia. De gran valor para la investigación fueron los datos aportados por Audrey Mancebo, Zoila Lapique, Olga Vega y por una de las nietas de Julio Lobo, Victoria Ryan Lobo.

 

JULIO LOGO, HOMBRE Y AFICIONADO A TODO LO NAPOLEÓNICO

Julio Lobo Olavarría nació en Caracas, Venezuela, el 30 de octubre de 1898. Su padre fue Heriberto Lobo y Senior, descendiente de judíos sefarditas, su madre, Virginia Olavarría, pertenecía a una prominente familia católica venezolana. La familia se trasladó a La Habana al ser nombrado Heriberto Lobo como administrador de la sucursal de la North American Trust Company en la isla. Sus estudios superiores, Julio Lobo los cursó en los Estados Unidos. En el año 1919, se graduó como Ingeniero Agrónomo en la Universidad de Columbia y, luego, obtuvo el grado de Máster en la Universidad de Loussiana.

A su regreso a La Habana, comenzó su gran carrera con éxito en el negocio azucarero, hasta convertirse en una de las más destacadas personalidades de la burguesía cubana. En su célebre novela La consagración de la primavera, Alejo Carpentier, al estudiar las fabulosas fiestas de la sociedad habanera, hizo alusión a la presencia de Julio Lobo, y lo calificó como "millonario sefardita, famoso por su milagrosa vivencia en cuanto a alzas y bajas de valores".

Tanto las publicaciones de la época como los entrevistados coinciden en describir a Julio Lobo como un gran estratega, plagado de pasiones y ambiciones. Se dice que en su juventud había cruzado el Mississippi a nado y además había peleado en un duelo, estas eran demostraciones de arrojo que no podía esconder tras su aspecto rebosado y su voz baja. Su severa mentalidad de organizador, su gran sofisticación y minuciosidad, contrastaban con su vida extraordinariamente social. Conocía a personas de todos los niveles sociales. A sus reuniones acudían científicos y académicos, personalidades locales, actores de Hollywood y artistas de la farándula. Se dice que le gustaba en especial conocer a los individuos que tenían aficiones poco comunes o amantes de pasatiempos insólitos.

Julio Lobo llegó a ser el más importante hacendado cubano, con grandes posesiones de tierras distribuidas por todo el país: Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Las Villas y Oriente. Fue propietario único o mayoritario del mayor número de centrales, cuya producción total ascendía a 4 117 mil arrobas diarias y uno de los principales vendedores de azúcar en el mercado mundial. Su versatilidad y astucia le permitieron también destacarse como comerciante y banquero en los primeros años de la década de los años 50 y extender sus acciones a la esfera de los servicios.

Aunque Julio Lobo sufrió, pasados los 40 años, varios ataques cardíacos y un atentado en el 1946, vivió una larga vida. Murió en Madrid, el 30 de enero de 1983, a la edad de 84 años.

Es conocido que Julio Lobo fue el creador de la más importante biblioteca sobre la especialidad del azúcar, la que se trasladó a la Biblioteca Nacional al triunfo revolucionario. Pero la más impresionante e impactante obra de toda su vida fue, sin dudas, el estudio y recopilación de todo tipo de documento u objeto relacionado con la figura de Napoleón Bonaparte. Esta afición dio origen a una de las grandes joyas de la actividad bibliófila y coleccionista cubana, no sólo por su considerable valor económico, sino por el valor histórico de la colección y el hecho de que fuera Cuba la sede de tan importantes testimonios de la historia francesa.

Durante años, Julio Lobo se dedicó al estudio y recolección de todo cuanto estuviera relacionado con la persona de Napoleón, por lo cual toda su vida estuvo conectada a él. Si se considera la fusión de su capacidad de trabajo, pensamiento estratégico, aficiones, severidad y pasión, resulta prácticamente imposible desenfocar las imágenes del corzo, descritas a través de la historia, que lo revelan como una de las más impresionantes personalidades mundiales, cuya influencia en el continente europeo determinó profundos cambios históricos.

Será por eso que los autores hablando de la personalidad de Julio Lobo señalaban su "complejo napoleónico", término que resalta su identificación intelectual y afectiva al Emperador. Es más, se especulaba que su empeño en hacer crecer un Imperio de Azúcar, tenía como base pretensiones muy cercanas a las napoleónicas. En más de una ocasión, en las páginas sociales de El Mundo y el Diario de la Marina, el incansable sacarócrata fue catalogado como Rey de los negociantes del azúcar del mundo.

Referente a las habilidades y aptitudes de Julio Lobo en el mundo de los negocios y a su identificación con Napoleón Bonaparte, la revista Cuba Importadora y Comercial, publicó, en 1937, unos curiosos versos:

"Napoleón de los negocios,
Y mente de mucha talla,
Gana para él y sus socios,
Un triunfo en cada batalla"1

 

LA BIBLIOTECA NAPELEÓNICA DE JULIO LOBO

Por mucho tiempo, el coleccionista sólo adquiría las piezas y las acumulaba sin ningún orden en su propia residencia, por lo cual su colección radicó primero en su casa de Miramar y luego la trasladó al edificio de 4 y 11 en El Vedado. Señala Audrey Mancebo que la primera inspiración del coleccionista fue su propia satisfacción, el deseo de reunir para sí lo más valioso de la época napoleónica: "Le enorgullecía decir que tenía piezas por las cuales el gobierno francés daría casi cualquier cosa".a Sin embargo, para los años 50, Julio Lobo se percató de la necesidad de organizar su colección y formar una verdadera biblioteca. He aquí el momento en que su afán de coleccionista y propietario, se transformó en el deseo de poner su valiosa colección a disposición del público cubano.

Su biblioteca napoleónica en sí comenzó a organizarse en el año 1954, bajo la dirección de María Teresa Freyre de Andrade, amiga personal de Julio Lobo. Con gran experiencia en la organización y funcionamiento de las bibliotecas del Lyceum Lawn Tennis Club, María Teresa fue una de las más reconocidas bibliotecarias de la época. Junto a ella fueron a trabajar allí otras de sus colegas: Audrey Mancebo, Miriam Tous, Ana María Bru, Cecilia Goitizolo, Kety Quijano, Martha Souza, Matilde Aisenstein y Graciela Cancio, quien se encargaba de mecanografiar los documentos en la biblioteca.

El trabajo de la biblioteca se organizó de manera que las compras de nuevos ejemplares estaban a cargo de María Teresa, mientras que el resto se dedicaba a las tareas de procesamiento de los documentos, traducciones o guías de los visitantes extranjeros. Cuando en 1957 María Teresa se fue a París, su mano derecha en la biblioteca, Audrey Mancebo, pasó a ocupar su lugar hasta la dispersión de la colección en el año 1959.

Cuenta Audrey Mancebo que en su oficina, que se encontraba en el segundo piso del museo, había todo lo necesario para el trabajo, incluso máquinas de escribir y una fotocopiadora.

En cuanto al completamiento del fondo de la biblioteca, este se efectuaba de la siguiente forma: la selección de las nuevas adquisiciones la realizaba el propio Julio Lobo, quien recibía los catálogos de las casas de subastas estadounidenses y europeas. El único requisito para la selección era que los documentos hubieran pertenecido a la época napoleónica, preferentemente al propio Emperador y sus cercanos. Como se mencionó, María Teresa era la encargada de comprar los lotes seleccionados, tarea que posteriormente asumió Audrey Mancebo.

Según sus recuerdos, la colección incluía los siguientes tipos de documentos:

  • Manuscritos
  • Diccionarios
  • Monografías
  • Mapas
  • Atlas
  • Correspondencia
  • Biografías
  • Documentos oficiales (leyes, estatutos)
  • Historias de familias
  • Retratos
  • Souvenirs
  • Periódicos
  • Láminas
  • Partituras
  • Copias de documentos originales
  • Notas de viajes y diarios de campañas

Los documentos se encontraban principalmente en los idiomas francés, inglés, italiano y español.

Resulta de gran interés el procesamiento de los documentos que ingresaban en la biblioteca. En un principio, estos se catalogaban según los estándares internacionales y se clasificaban por el Sistema de Clasificación Decimal Dewey. No obstante, Audrey Mancebo señala que Julio Lobo no estaba satisfecho. Él se dio cuenta de la necesidad de crear para su biblioteca, un sistema de clasificación especializado en la época napoleónica,por eso, utilizando sus muchos contactos en el extranjero, conoció a Josy Muller, Conservador Adjunto de los Museos de Arte e Historia de Bélgica y especialista en las cuestiones napoleónicas. Entonces, lo invitó a venir a Cuba a hacer este trabajo".1

Ya en el país, Muller trabajó durante varios meses con la ayuda de Audrey Mancebo y, como resultado, se concibió un sistema alfanumérico, con letras mayúsculas para las clases principales y números romanos para las subclases. El sistema estaba organizado por épocas: Reinado de Luis XVI; Revolución Francesa, 1789-1799 entre otras. Dentro de estas coincidían algunas categorías como trabajos generales, trabajos especiales y misceláneas.

La biblioteca poseía un catálogo alfabético de autor, aunque ese era sólo para uso de las especialistas de la biblioteca. Cuando el catálogo estuvo listo, Julio Lobo lo mandó a editar en la Imprenta Úcar García, s.s. (La Habana, 1958). El catálogo en cuestión contaba con 2 321 registros de 1 356 autores, entre personales e institucionales, recogidos en un índice de autores anexo al final de la obra. La introducción al catálogo impreso fue redactada por el propio Julio Lobo y el prefacio fue de la autoría de Josy Muller.

Era impresión de lujo, de 161 páginas, que reflejaba sólo la primera parte del catálogo manuscrito. El resto del catálogo no llegó a imprimirse, porque Julio Lobo salió de Cuba al triunfo revolucionario.

La colección crecía constantemente, por lo que resulta imposible llegar a alguna conclusión firme con respecto a su tamaño. Se sabe que para el año 1958 finalmente, se trajeron todas las piezas guardadas en los almacenes de Nueva York y según asegura Audrey Mancebo "todo lo que llegó a Cuba se integró al catálogo".1

La biblioteca era casi exclusivamente para el uso de Julio Lobo; no obstante, algunos expertos internacionales visitaban La Habana con el objetivo de consultar algunos ejemplares de la colección, únicos en el mundo. Sin embargo, la consulta jamás se realizó en el propio salón de la biblioteca. Cualquiera de las bibliotecarias recibía la solicitud, pero la única persona, además del dueño, autorizada a entrar en la biblioteca, era Audrey Mancebo. Ella realizaba la recuperación, le llevaba los documentos a su oficina y los devolvía luego a su sitio en la colección. "Para él aquella biblioteca era un lugar sagrado. Más de una vez lo encontré muy pensativo, sentado en aquellos enormes butacones del salón. ¿Cuántas ideas le habrán nacido allí?".1

Victoria, la nieta de Julio Lobo, cuenta que: "le encantaba escribir en los márgenes de sus libros y a todos les ponía sus iniciales, para que todos supieran que eran suyos".1 Personalmente, Lobo ponía a cada uno de los libros de la biblioteca, un sello de la Fundación Lobo Olavarría o de la Biblioteca Julio Lobo. Muchas de las piezas eran fácilmente identificables por la N napoleónica.

 

DISPERSIÓN DE LA COLECCIÓN DE LA BIBLIOTECA

Al triunfo revolucionario en 1959, Julio Lobo salió del país hacia EE.UU. con unos escasos documentos pertenecientes a su preciada colección.

Referencias obtenidas de las entrevistas sugieren que algunas piezas fueron empaquetadas y enviadas a la embajada francesa en La Habana. Estos documentos se recuperaron parcialmente en el año 1976, por su hija María Luisa, con la ayuda de Celia Sánchez Manduley. Actualmente, estas piezas forman parte de los archivos familiares en Miami, Estados Unidos.

La mayor parte de los documentos de la colección pasaron a la Biblioteca Nacional "José Martí", donde actualmente se encuentran. Recuerda Olga Vega que como concepto, cuando llegó la colección a la biblioteca, se distribuyó por áreas de trabajo, de acuerdo con la tipología de los documentos: a la mapoteca, el material cartográfico, a manuscritos, toda la parte de los manuscritos, y esa por ejemplo, es una de las que se encuentra sin procesar, por el volumen y complejidad de los documentos; sin embargo, todos se hallan bien localizados".b

La mayor parte de la colección (unas 7 000 piezas) se atesora, desde el año 1961, en el Museo Napoleónico de La Habana, sito en San Miguel y Ronda, antigua residencia del político de origen italiano Orestes Ferrara.

Resulta paradójico y preocupante el estado de organización y conservación de la colección, prácticamente perdida. Según referencias de la especialista de la Biblioteca Nacional, donde se encuentra ubicada la mayor parte de la colección de la biblioteca, "la organización y representación de esos documentos requiere un conjunto de competencias especiales: el idioma es una de ellas, principalmente es necesario que el especialista domine los vocablos utilizados en la época; los conocimientos históricos indispensables para la elaboración de los índices. Actualmente, no se cuenta con el personal suficiente en número y capacitación para organizar la colección de manuscritos".2

Un proyecto de semejante envergadura implica un esfuerzo coordinado de varias instituciones que combine la actuación de especialistas y el financiamiento adecuado para la preservación de ese patrimonio. De ahí que un factor determinante para la implementación de proyectos de conservación de colecciones raras y valiosas sea contar con estudios de carácter histórico que demuestren sus valores e impacto social.

Lo ideal sería agrupar todos los documentos pertenecientes a la biblioteca napoleónica de Julio Lobo en una sola colección, organizarla según el sistema de clasificación especial creado para su biblioteca y ponerla a disposición de todo el público.

Investigadores participantes

  • Audrey Mancebo
  • Zoila Lapique
  • Juan Emilio Friguls
  • Victoria Ryan Lobo

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Toro González C de. La alta burguesía cubana (1920-1958). La Habana: Ciencias Sociales; 2003.

 

 

Recibido: 12 de diciembre de 2007.
Aprobado: 17 de diciembre de 2007.

 

 

MSc. Zoia Rivera.
Bibliotecología y Ciencia de la Información. Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana. Calle G No.506 entre 21 y 23. El Vedado. Plaza de la Revolución. Ciudad de La Habana. Cuba. CP 10 400. Correo electrónico: zoia@infomed.sld.cu

 

 

Ficha de procesamiento

Términos sugeridos para la indización

 

 

Según DeCS1

PERSONAJES; ARCHIVOS; BIBLIOTECAS; CUBA.
FAMOUS PERSONS; ARCHIVES; LIBRARIES; CUBA.

Según DeCI2

PERSONAJES; ARCHIVOS; BIBLIOTECAS; CUBA.
FAMOUS PERSONS; ARCHIVES; LIBRARIES; CUBA.

1 BIREME. Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS). Sao Paulo: BIREME, 2004. Disponible en: http://decs.bvs.br/E/homepagee.htm

2 Díaz del Campo S. Propuesta de términos para la indización en Ciencias de la Información. Descriptores en Ciencias de la Información (DeCI). Disponible en: http://cis.sld.cu/E/tesauro.pdf

 

 

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Cita (Vancouver): Rodríguez Roche S, Rivera Z. La biblioteca de Julio Lobo: una aproximación a su colección napoleónica. Acimed 2008;17(1). Disponible en: http://bvs.sld.cu/revistas/aci/vol17_1_08/aci06108.htm [Consultado: día/mes/año].

 

 

Notas

a Entrevista a Audrey Mancebo. La Habana, 10 de diciembre de 2005.

b Entrevista a Olga Vega. La Habana, 29 de octubre de 2005.