Introducción
Las enfermedades no transmisibles (ENT) suponen uno de los mayores desafíos en el desarrollo poblacional del siglo XXI, pues resultan la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo, lo que trae aparejado un devastador impacto social, económico y sanitario. De hecho, se estima que 6 de cada 10 muertes y 70,0 % de los años de vida ajustados por discapacidad se deben a las ENT. Asimismo, se proyecta que para el 2030 más de tres cuartas partes de las defunciones serán por esta causa, lo que representará 66,0 % de la carga de enfermedad a nivel global.1
Respecto a lo anterior, el modo y los estilos de vida constituyen un importante elemento influyente en la salud individual y comunitaria, entre los que figuran, como indicadores negativos, los llamados factores de riesgo y la no práctica de conductas preventivas.
En ese sentido, el aumento de estas enfermedades ha sido impulsado por cinco factores de riesgo fundamentales: el tabaquismo, la inactividad física, el consumo nocivo de alcohol, las dietas poco saludables y la contaminación del aire.2
Por otra parte, Cuba es un país en vías de desarrollo que exhibe indicadores de salud similares a los de naciones desarrolladas y que, además, presenta un rápido envejecimiento de su población. La provincia de Santiago de Cuba, con 1 049 256 habitantes, lo que representa 9,36 % del total de la isla (11 209 628), es la segunda con mayor número de residentes después de la capital; su municipio cabecera, Santiago de Cuba, es el más poblado del país, con 509 971 habitantes.3
Sobre la base de lo expuesto previamente, se decidió efectuar esta investigación con vitas a caracterizar según estilos de vida a la población de 15 y más años pertenecientes al municipio de Santiago de Cuba.
Métodos
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y transversal en el municipio de Santiago de Cuba durante el año 2020. La población de estudio estuvo conformada 419 704 habitantes, seleccionados a partir de un diseño muestral aleatorizado, proporcional y estratificado aplicado en 4 áreas de salud (28 de Septiembre, Municipal, José Martí y Ernesto Che Guevara), de donde se tomaron 34 consultorios y por cada uno de estos, 20 viviendas, en las cuales se escogieron todos los individuos de 15 y más años. Finalmente, la muestra quedó constituida por 1265.
A tal efecto, se aplicó una encuesta en la cual figuraron variables sociodemográficas: edad, sexo, estado civil, escolaridad, ocupación; así como de estilos de vida: tabaquismo, exposición al humo de tabaco ajeno, ingestión de bebidas alcohólicas (en los últimos 12 meses), consumo de frutas, verduras y hortalizas y actividad física. Se determinó la evaluación nutricional teniendo en cuenta el peso y la talla para el cálculo del índice de masa corporal.
El instrumento fue aplicado por personal de dichas áreas de salud, previamente capacitado por funcionarios del Departamento de Enfermedades no Transmisibles del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología.
La información se procesó utilizando el programa estadístico SPSS, versión 23,0, para realizar los cálculos pertinentes (porcentaje, frecuencia absoluta y de tendencia central, así como de dispersión para las variables cuantitativas). Se computaron intervalos de confianza (IC) de 95 % en determinadas estimaciones.
Resultados
En la casuística predominaron las féminas (56,2 %) y los grupos etarios de 40-59 años y de 60 y más (36,2 y 33,3 %, respectivamente). La media de edad fue de 49,9 años, con una desviación típica de 18,9, un mínimo de 15 años y un máximo de 101 (tabla 1).
Entre los pobladores encuestados, 51,5 % tenían una relación de pareja, de los cuales 25,1 % vivían en unión consensual y 26,4 % eran casados.
Preponderaron los trabajadores estatales, con 39,1 %, seguido de los jubilados, con 19,1 %. Respecto al trabajo por cuenta propia, era más aprovechado por los hombres, con 8,6 % de ellos. En cuanto al nivel de escolaridad, fue predominante el preuniversitario, con 33,7 %, seguido del universitario y el de secundaria básica, con 20,4 y 19,1 %, respectivamente; los técnicos medio representaron 14,7 %.
En la figura 1 se puede apreciar que la prevalencia de tabaquismo era de 24,3 % en la población, donde 57,7 % de los fumadores eran hombres.
Al analizar la prevalencia de fumadores según frecuencia de consumo y sexo, se evidenció que 84,4 % fumaba a diario, con similar comportamiento en ambos sexos.
Según grupos etarios, 42,3 % de los fumadores tenía entre 40 y 59 años de edad, seguido de los adultos mayores, con 87, para 28,3 %. La edad promedio de iniciación del consumo fue a los 17,6 ± 6,9 (desviación estándar) años de edad, con un mínimo de 7 y un máximo de 54 años.
Relacionado con la exposición al humo del tabaco ajeno en el hogar, se identificó que 38,8 % de los encuestados (491 entre hombres y mujeres) declaró vivir en hogares en los que se fuma. Aproximadamente 26,6 % informó que todos los días alguna persona fumó dentro de su casa.
La prevalencia global de la exposición al humo del tabaco ajeno en espacios cerrados fue similar a la encontrada en el hogar, con primacía de las personas expuestas cada día (11,5 %).
En la tabla 2 se muestra la prevalencia de la ingestión de alcohol, que fue de 46,8 %, con una mayor frecuencia de los bebedores hombres, con 331, para 55,9 %.
Se evaluó el consumo de alcohol según grupos etarios y se obtuvo que 38,5 % (228) de los bebedores tenía entre 40 y 59 años, seguido de los adultos jóvenes, con 180 de estos, para 30,4 %. La edad promedio de iniciación de dicha práctica fue a los 19,6 años, con una moda de 15.
En cuanto a los hábitos dietéticos (tabla 3), sobresalió la ingestión de frutas en 89,1 %, cuya mayoría (514, para 45,6 %) refirió consumirlas de 3 a 4 días en la semana como promedio y solo 25,0 % lo hacía 5 o más días. Igualmente, 90,4 % comía verduras, con 34,7 % que lo hacía de 3 a 4 días en la semana como promedio; 74,4 % tenía hábito de desayunar y 17,7 % añadía sal a los alimentos después de elaborados.
Esta investigación reveló que la actividad física predominante fue caminar para desplazarse, con 43,2 % (547); solo 22,2 % (281) de la población realizaba ejercicios en su tiempo libre.
Cabe destacar que 59,3 % de los encuestados fueron catalogados como sobrepeso (351, para 32,7 %) y obesos (286, para 26,6 %). En ese sentido, 63,7 % de las mujeres y 53,1 % de los hombres eran sobrepesos u obesos (fig. 2).
Discusión
El tabaquismo ocasiona 12,0 % de la mortalidad en adultos a nivel mundial. Se le relaciona con 33,0 % de las defunciones por todos los tipos de cáncer, sobre todo con 80 a 90 % de las muertes por cáncer de pulmón, así como también con 25,0 % de las causadas por cardiopatías isquémicas y 75,0 % por enfisema pulmonar y bronquitis crónica.4
En Cuba, 32 de cada 100 personas mayores de 17 años consume productos del tabaco, lo que ubica al país entre los tres primeros consumidores en América Latina. Según la tercera encuesta nacional de factores de riesgo y actividades preventivas de enfermedades no transmisibles, donde se analizó el período 2010-2011, 78,0 % de los fumadores comenzaron este nocivo hábito antes de los 20 años de edad.5)
La Organización Mundial de la Salud advierte sobre un considerable cambio en la epidemia mundial de tabaquismo, al reducirse el número de hombres fumadores. La región de Asia sudoriental tiene la tasa más alta de consumo de tabaco, con más de 45,0 % de hombres y mujeres de 15 o más años; sin embargo, se prevé que para el 2025 la tendencia disminuirá rápidamente a cifras similares a las registradas en las regiones de Europa y el Pacífico occidental (alrededor de 25 %).6
Una investigación realizada en México reveló que las mujeres, los adolescentes y los grupos de menor nivel educativo estaban mayormente expuestos al humo del tabaco ajeno en el hogar. En esta además se concluye que vivir en áreas urbanas o metropolitanas se asocia a dicha mayor exposición en cualquier sitio.7
En la provincia de Santiago de Cuba, por informes del sistema de dispensarizados, en el quinquenio 2018-2022 la prevalencia ha oscilado entre 6,6 a 6,9 por 100 habitantes; la más reciente del 2022 indica 71 973 individuos consumidores de tabaco y/o sus derivados (Departamento Provincial de Registros Médicos y Estadísticas. Informes del sistema de dispensarizados en el quinquenio 2018-2022. Santiago de Cuba, 2022). Tales cifras son muy inferiores a la obtenida en esta investigación, de manera que se presume la existencia de un subregistro.
El consumo de alcohol es un factor de riesgo relacionado con más de 200 problemas de salud. Al respecto, la mayoría de las muertes asociadas a este son causadas por el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, las hepatopatías y los traumatismos.
Según la Organización Panamericana de la Salud,8 cerca de 85 032 muertes (1,4 %) anuales se atribuyeron exclusivamente al consumo de bebidas alcohólicas y en su mayoría (64,9 %) correspondieron a personas menores de 60 años, debido fundamentalmente a hepatopatías (63,9 %) y trastornos neuropsiquiátricos (27,4 %) por la dependencia del alcohol. En la región de las Américas esta práctica perniciosa resulta un factor condicionante en más de 300 000 muertes (5,5 %) al año.
En otro orden de ideas, existe una relación directa entre la alimentación, el mantenimiento de buena salud y el desarrollo de enfermedades crónicas. Está demostrada la relación directa entre una incorrecta alimentación y la aparición de enfermedades coronarias, hipertensión arterial, cáncer, diabetes mellitus, obesidad, osteoporosis, caries dental, anemia, bocio endémico y hepatopatías.9
Alimentarse bien es imprescindible para mantener una dieta saludable durante toda la vida y previene no solo la desnutrición en todas sus formas, sino también una variedad de ENT y otras condiciones de salud. Sin embargo, el aumento de la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización y el cambio de estilos de vida han provocado una transformación en los hábitos alimentarios. Las personas ahora consumen más alimentos ricos en calorías, grasas, azúcares libres y sal, y muchos no comen suficientes frutas, verduras y otras fibras dietéticas.
En la dieta diaria es fundamental el desayuno, pues cuando este es adecuado en porción y calidad aporta los nutrientes necesarios y cubre mejor el gasto energético, suministrando menor cantidad de grasa y azúcares y mayor de hidratos de carbono, fibra, folatos, calcio, hierro y yodo. En una investigación10 realizada en adultos españoles se señala que saltarse el desayuno o ingerir un menor aporte energético de lo recomendado en esta comida se asocia con un hábito alimentario más alejado de la dieta mediterránea y con un déficit en la ingesta de algunos nutrientes tales como la vitamina D, el calcio y los folatos. Asimismo, se observó una mejora del desayuno con la ingesta de lácteos, ya que son fuente principal de esos nutrientes.
De la misma forma, la actividad física frecuente es un estilo saludable que fortalece la capacidad del corazón, mantiene la presión arterial en sus valores normales, mejora las facultades física y mental e incrementa las defensas del organismo.
Un estudio efectuado en Chile indica que los niveles de actividad física fueron significativamente mayores en el sexo masculino; en tanto, 23,1 y 17,1 % de mujeres y hombres, respectivamente, eran inactivos (realizaban menos de 600 MET/min/semana). Por otra parte, 70,1 % no realizaba ningún tipo de ejercicio físico de gran intensidad y 34,8 %, ninguno con transporte (andar en bicicleta).11
En una universidad privada peruana se confirmó una asociación inversa entre la actividad física y los niveles del índice de masa corporal, pues se destacó un alto porcentaje de estudiantes de pregrado con sobrepeso y obesidad (31,7 y 14,1 %, respectivamente) y 40,8 % de los encuestados tenían una ejercitación corporal baja.12
Pajuelo Ramírez,13 en su investigación desarrollada en Perú, halló una prevalencia de obesidad de 9 %, con mayor afectación en las mujeres (10,9 %) que en los hombres (5,2 %), así como en pobladores de Lima Metropolitana y de las zonas costeras.
Resultados similares a los anteriores se evidenciaron en la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2018 en Argentina, en la que, según el cálculo del índice de masa corporal por mediciones físicas, 66,1 % de los individuos tuvieron exceso de peso (sobrepeso y obesidad): 3 de cada 10 individuos presentaban sobrepeso y en igual proporción se evidenció la obesidad.14
La prevalencia del exceso de peso es alta en las Américas (62 % para el sobrepeso en ambos sexos y 26 % para la obesidad) y baja en la región del sudeste asiático (14 % de sobrepeso en ambos sexos y 3 % de obesidad). En Cuba esta variable presenta niveles ligeramente inferiores (48,4 %) a los del resto de América Latina, donde las perspectivas para el año 2020 apuntan a que seis de los países con mayor obesidad en el mundo serán de esta región: Venezuela, Guatemala, Uruguay, Costa Rica, República Dominicana y México.15
No obstante, en Cuba se ha observado un rápido aumento del exceso de peso en los últimos años, pues evolucionó de 35,5 % en 1982 a 44,3 % en 2012, con incremento de la obesidad en los adultos. La prevalencia es similar a las notificadas en países desarrollados.16
Los resultados de la actual serie son levemente superiores a los de la encuesta nacional cubana del 2019 sobre factores de riesgo relacionados con las enfermedades no transmisibles, donde se estima la prevalencia del consumo actual de tabaco en adultos en 21,6 por cada 100 habitantes, la exposición al humo de tabaco ajeno en 33,0 y la obesidad en 21,4.17
Para concluir, en la población del municipio de Santiago de Cuba fueron identificados el consumo de tabaco, los inadecuados hábitos dietéticos, la baja actividad física y el sobrepeso y la obesidad como estilos de vida no saludables que incrementan el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles, por lo que se deben fortalecer las acciones de prevención a fin de evitar las complicaciones y la mortalidad prematura por estas causas.