Señor Editor:
El tratamiento inicial de los pacientes traumatizados o politraumatizados es uno de los mayores desafíos de la práctica médica, ya que requiere tomar decisiones inmediatas basadas principalmente en criterios clínicos.
Paz Vázquez y colaboradores1) plantearon que en este escenario el ultrasonido es un procedimiento beneficioso en el centro de urgencia para los médicos de distintas disciplinas.
Rempell y colaboradores2) recientemente, en la Escuela Médica de la Universidad de Harvard, han valorado integrar la ultrasonografía en el plan de estudios de la educación pre-clínica; se ha demostrado su valor en la formación de los estudiantes para comprender la anatomía del cuerpo humano y el aprendizaje correcto del examen físico.
En los años 60, con el objetivo de identificar las hemorragias internas, se desarrolló inicialmente el lavado peritoneal diagnóstico (LPD), transformándose en el gold standard de la evaluación abdominal para pacientes traumatizados; sin embargo, presentaba una tasa de complicaciones de hasta un 10 %.
Durante los años 80, comenzó a utilizarse la ecografía en la sala de urgencia para reemplazar el LPD, la cual fue acuñada con el término de ecografía FAST (Focused Abdominal Sonography for Trauma).3
A partir de la introducción de la ecografía FAST, ha disminuido la utilización de estudios radiológicos en los servicios de emergencia médica.4
El FAST consiste en una exploración rápida sistematizada que incluye la evaluación de 4 zonas:5
Epigastrio: se explora el lóbulo izquierdo del hígado, la parte alta de los grandes vasos y se orienta el transductor en dirección craneal, se visualiza el corazón y el espacio pericárdico.
Cuadrante superior derecho: en esta ubicación se observa el hígado, riñón derecho y el espacio hepatorrenal (fondo de saco de Morrison). Además, se evalúa el receso costofrénico derecho en búsqueda de derrame pleural.
Cuadrante superior izquierdo: se exploran el bazo, el riñón izquierdo, la gotera parietocólica izquierda y el receso costofrénico izquierdo.
Pelvis: para la evaluación de la vejiga y el espacio rectovesical en hombres y de fondo de saco de Douglas en la mujer, en búsqueda de líquido libre.
Se ha demostrado la utilidad de la ecografía en la detección de hemopericardio en pacientes con trauma torácico penetrante, y para la determinación del sitio de pérdida de sangre en pacientes con trauma cerrado e hipotensión arterial.6
En la actualidad, la ecografía es el método de elección para evaluar pacientes con heridas penetrantes torácicas en que se sospecha taponamiento cardíaco, por ello se ha incluido en forma rutinaria dentro de la ecografía FAST.
Varias experiencias han validado el papel de la ecografía de urgencia en la detección de neumotórax, por lo que en algunos informes se sugiere incluir esta evaluación en la ecografía FAST.7
La progresiva evidencia de la superioridad del tratamiento no quirúrgico de la lesión visceral traumática, y de que la mera presencia de lıquido peritoneal no predice, de forma aislada, la necesidad de intervención urgente, propició el empleo intensivo de la ecografía tanto en centros especializados como en cuerpos de guardia de emergencia.
En estos escenarios se han evaluado diferentes parámetros como: espesor del líquido en las diferentes áreas, longitud de la colección mayor, u otras posibles localizaciones. Se considera que la presencia de líquido en el cuadrante superior derecho es el factor independiente más útil para predecir la necesidad de cirugía.8
La sensibilidad de la ecografía en la detección de lesión visceral es de 87 % en el hígado y el bazo, 77 % en el riñón y 44 % en el páncreas; es la principal causa de falsos positivos por la imposibilidad de diferenciar sangre de otro líquido preexistente (periovulatorio, ascitis) o, incluso, asas intestinales llenas de líquido.9
Es necesario profundizar en la necesidad de introducir la ecografía clínica en Cuba.10