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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med v.6 n.2 Ciudad de Camaguey Mayo-ago. 2006

 

 

ArtÍculo

 

Teoría Social, reflexividad y medicina. Hacia un encuentro con la ética.

Social theory, reflective ness and medicine: towards an ethical encounter.

 

Autor

 

Rosa Luisa Aguirre del Busto. MSc. En Trabajo Social. Profesora Auxiliar. Instituto Superior de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay. Carretera Central Oeste s/n. Camagüey, Cuba. E- mail: raguirre@finlay.cmw.sld.cu

 

Resumen

Se utiliza el principio de la reflexividad como herramienta metodológica (desde la perspectiva crítico transformadora inaugurada por el marxismo original), en la evaluación de las visiones aportadas por el positivismo en general y en particular en la medicina, considerando sus consecuencias, sobre la sociedad como un todo, dentro de la civilización occidental. Se destaca cómo en el presente trabajo, el uso de la reflexividad no se desarrolla en el sentido técnico_ instrumental, sino como una herramienta que muestra la manera en que los estudios sobre la sociedad pueden influir y de hecho influyen, en las transformaciones posteriores que ocurrirán sobre el todo social. Al mismo tiempo, que se pondera la emergencia de la ética, y la necesidad de un nuevo encuentro con ella. En el sentido de entenderla, como parte consustancial del conocimiento y de nuestro que hacer, tanto en lo social general, como en lo médico. Se significa la relevancia de la actual revolución axiológica para transitar hacia prácticas más científicas y por lo tanto más humanas, dentro del saber médico contemporáneo.

Palabras clave: FILOSOFÍA; FILOSOFÍA MÉDICA; CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD

Introducción

El ritmo y velocidad de las transformaciones sociales ocurridas a escala mundial, en el contexto occidental, desde el siglo XVIII hasta el incipiente siglo XXI, invitan a reflexionar en torno a algunas de las apreciaciones que dentro de la teoría social se han desplegado.

La interpretación de esos cambios, exige la comprensión de cómo el conocimiento sociológico se introduce, “dentro y fuera del universo de la vida social reconstruyéndose tanto a sí mismo, como a la propia vida social, formando parte de un solo proceso”. (1). Por lo que su estudio se convierte ahora, en una exigencia del desarrollo social.

Si aseveramos que la sociología es hija de la modernidad y que a su vez la modernidad es profunda e intrínsecamente sociológica, es posible considerar que la naturaleza reflexiva de la misma, constituya entonces un importante eslabón a examinar, en el análisis de los cambios sociales ocurridos dentro de estos siglos, en la medida que los mismos han ido adquiriendo una rapidez, que puede calificarse de paroxística.

La ansiedad por definir una nueva sociedad, (2) y la sensación de incertidumbre, experimentada por los distintos actores sociales, en su imposibilidad de entender las transformaciones en el universo de los acontecimientos humanos, obligan a los investigadores sobre la sociedad, al replanteo sobre la modernidad, en el sentido de que la misma ha sido precariamente comprendida. (1).

La percepción de la reflexividad que la sociología proporciona, no se percibe, en este trabajo, en el sentido de predicción y control, como relación instrumental-tecnológica para intervenir en la sociedad. Más bien en el sentido de la “historia para hacer historia”, de modo que los resultados de la ciencia social puedan ser filtrados a través de la auto comprensión de los agentes sociales. (1). Esta apreciación es vital, pues considera el carácter reflexivo de la teoría social, como una de las cualidades que permiten su interpretación, en una tradición diferente del positivismo.

Por otra parte, si apreciamos que el surgimiento de la medicina como ciencia, fue uno de los resultados espectaculares de la modernidad, y sus cambios, donde el afianzamiento del paradigma biomédico hospitalario, estuvo acompañado de los avances de la higiene, la epidemiología social, la inmunología, la entrada y mutua fertilización entre las ciencias sociales y médicas, la incipiente revolución en la biología molecular, los cambios en la organización de la salud pública, y la consiguiente transformación, en el modo de vida de las personas, en el contexto de la sociedad occidental de principios del siglo XX

Se pueden justificar los imperativos de una reflexión filosófica- sociológica, en relación con la coincidencia en el advenimiento y producción de estos dos procesos: maduración de la teoría social y desarrollo de la medicina científica, fenómenos que junto a otros, calificaron el desarrollo y afianzamiento de la sociedad capitalista en los marcos de la civilización occidental.

Estas coincidencias exigen, por una parte, evaluar cuáles realidades sociales hicieron posibles el triunfo del positivismo, como concepción predominante, en la emergencia de la sociedad capitalista y por otra, su impacto en la medicina, pues en su desenvolvimiento ulterior, junto al desarrollo científico técnico vertiginoso de este conocimiento, le fueron acompañados procesos de mercantilización creciente, y prácticas deshumanizadoras.

La presente contribución pretende utilizar la naturaleza reflexiva de la teoría social, como herramienta metodológica, en el análisis de los impactos y evaluación que estos saberes han producido, tanto en la comprensión teórica, como práctica de la sociedad occidental Sin embargo, considera una exigencia de su uso, el desarrollo de un análisis, que pondere la importancia de la naturaleza ética- y reflexiva del conocimiento sociológico y médico, de modo que el saber ético emerja como un componente inseparable de cualquier análisis, relativo al conocimiento.

Se trata, entonces, de una reflexividad que pondera la responsabilidad social y el compromiso político, “para el desmontaje de los mecanismos ocultos de la subjetividad frente a las potencialidades reconstructivas de una sociedad, que se dirija a la auto realización social y al desarrollo de una autonomía integradora, que abra mayores oportunidades y opciones (proyectos de vida) a sus ciudadanos, en un contexto de justicia social, progreso, solidaridad y dignidad humanas”.(3) Cuestión que posee una dimensión metodológica en el contexto de nuestra sociedad, al proponerse la construcción consciente, de un proyecto alternativo al capitalismo.

La principal interrogante que entonces emerge, resulta de los imperativos en la conceptualización de la reflexividad.

Desarrollo

¿Qué es la reflexividad?

Aludir el estudio de la reflexividad, introduce al investigador en los nuevos desarrollos epistemológicos, originados como reacción a la preponderancia y afianzamiento, del positivismo, en la civilización occidental.

Se trata de una propiedad de la teoría social, que permite una nueva reflexión, a partir de los resultados y cambios que las propias teorías sociológicas producen dentro de la sociedad.

Se ha denominado a estos desarrollos, epistemologías de segundo orden, porque permiten una meta-teorización de la sociedad, a partir de las transformaciones que provoca la investigación sobre la misma. De modo que pueden constatarse nuevos cambios en al sociedad, y en la teoría que intenta captarlos. (I)

Desde el pensamiento marxista originario, es posible evaluar este principio, teniendo en cuenta que Marx, desde una filosofía de la transformación, expresaba la importancia del factor subjetivo y su concientización para el alcance de los objetivos deseados, en la gestación de una nueva sociedad. Su programa: actualizar el discurso emancipatorio de la modernidad al sujeto asalariado. Proclamando un nuevo modo de filosofar, y situando los límites, al pensamiento clásico alemán.

En este sentido, la tradición filosófica inaugurada por Marx, se distingue de otras, especialmente de las positivistas, por su carácter especialmente ético reflexivo (II) .La tesis marxista de la necesidad de sustitución de la sociedad capitalista y la importancia de la construcción consciente del progreso, se encontraba asociada a toda la epopeya que en esa dirección había desarrollado la tradición occidental, desde el pensamiento clásico griego, hasta las nociones religiosas de las meditaciones judeo cristianas.

Sin embargo, la distinción de su pensamiento radicaba en el énfasis que ponía al significado de la subjetividad social , y la importancia del despliegue de las diferentes intencionalidades, sobre todo de las clases explotadas. Al bosquejar la utopía de la sociedad comunista, consideraba que “ésta se conseguiría mediante el empuje emancipatorio de las clases explotadas, al utilizar las oportunidades que les proporciona el crecimiento de las fuerza productivas” (4), como procesos conscientes desarrollados a través de las revoluciones sociales.

De este modo emergía una concepción crítica que revelaba la enajenación del hombre dentro de la sociedad capitalista y el posible inicio del proceso de su desenajenación progresiva. Su esencia, la subversión que el esquema burgués del capitalismo y la ilustración, habían desplegado: los educadores no deben escapar a la reflexión crítica de la realidad, ellos también han de ser educados . La práctica política revolucionaria comunista no puede ser una continuación, de otra manera, de la práctica política tradicional existente desde el inicio de las sociedades divididas en clases antagónicas, porque su objetivo es precisamente eliminar todo mecanismo de explotación.

Como se aprecia, el desarrollo de la reflexividad en Marx, incluye en forma indispensable reconocer la importancia de los valores y la ética en el conocimiento. Así como las condiciones históricas y políticas, en que el mismo es producido . Lo que aleja la utilización de este principio, del relativismo epistemológico, que puede aparecer, si fuera utilizado por si solo. Es una distinción metodológica indispensable, en el desarrollo de la presente contribución.

Por eso queremos resaltar la necesidad de evaluación crítica al positivismo, pues frente al ideal dinámico y en transformación de sociedad, propuesto por Marx, triunfa, la concepción Comtiana de orden y progreso, como la opción propuesta por la burguesía, como clase ya consolidada en el contexto de las relaciones capitalistas occidentales, de mediados del siglo XIX

¿ Cómo y por qué triunfa el positivismo?

El positivismo triunfa porque en el contexto de las relaciones capitalistas de producción, la razón ilustrada con que emergieron los modernos estados nacionales, deviene racionalización. De este modo, la razón ilustrada no puede realizarse en las condiciones del capitalismo y mucho menos en las del imperialismo o neo monopolismo contemporáneo. Siendo cierta, la aseveración que plantea cómo los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, esgrimidos por las revoluciones burguesas del siglo XVIII, son banderas que están por realizarse.

Fue la concepción comtiana del positivismo, una de las razones del uso de la ciencia al margen de los valores, y de su incomprensión como fenómeno social. Acuñando el término sociología e inaugurando su período clásico, intenta demostrar que la nueva ciencia social fundada por él, conserva entre sus tradiciones: el apego al empirismo proveniente del análisis del hecho social, la aspiración a una ciencia discursiva, más que explicativa, el desinterés y abandono en la exploración de las causas de la realidad social, por la búsqueda del equilibrio, la armonía, la estática y la integración social.

Es evidente cómo las tesis propuestas por él, se vinculan a los intereses de la burguesía en su período de consolidación, con un carácter ya marcadamente reaccionario. La exclusión del sujeto dentro del conocimiento y la incomprensión del mismo como fenómeno social constituyen constantes de este parecer.

Las banderas defendidas por el positivismo Comtiano y su comprensión lineal del desarrollo, a partir de la evolución, por la que debe pasar toda sociedad, descansaban en un escenario social cuyas divisas cardinales fueron condiciones excelentes para el desenvolvimiento adecuado de la sociedad capitalista: el orden y el progreso.

Guiddens subraya cómo la idea del orden es primordial para la interpretación de la cohesión y demarcación del capitalismo. Aquí habría que subrayar, entonces, que el desarrollo científico se construye en función de la estructura social, desde donde se produce, porque es función de la reproducción de un sistema de relaciones sociales particulares.

Aunque durante el período analizado hubo otras aproximaciones dentro de la teoría social, las anteriores consideraciones teóricas influyeron en la historia humana posterior a sus enunciaciones de manera decisiva. Lo que permite asegurar que la modernidad está totalmente constituida por la aplicación del conocimiento reflexivo.

Sin embargo, la ecuación conocimiento- certidumbre resultó ser un concepto erróneo, porque la utilización irresponsable de la ciencia, al margen de los valores, trajo como resultado impactos negativos a largo y mediano plazo que no se hicieron esperar. Los desastres ecológicos a escala planetaria demostraron, que la disolución de las contradicciones inherentes a la modernidad capitalista, producto de su sustitución por los procesos de racionalización y modernización, conducían a la sociedad por el camino, de su auto destrucción.

De este modo, el examen de tal racionalización, dentro de la ciencia, permitió comprender como la misma se puede convertir principalmente, en una herramienta o instrumento en función de la dominación, lo que equivale a subrayar que poder y saber se encuentran íntimamente vinculados en una relación orgánica. Donde el saber genera continuamente formas de poder y el poder hegemónico tiene la capacidad de construir el saber, los valores y toda la vida cotidiana.

Aunque en general existen numerosos desarrollos filosófico_sociológicos, posteriores y diferentes al desenvolvimiento de las concepciones marxistas y comtianas sobre la sociedad. No se puede dejar de evaluar, cómo ambos pensadores inauguraron dos formas diferentes de interpretar la sociedad. El primero desde una perspectiva crítica, emancipadora y por lo tanto, ética- reflexiva. El segundo, privilegiando la distancia entre, los valores y el conocimiento, desconociendo que el propio conocimiento es un valor social, y privilegiando su uso como un instrumento de dominación.

Esta última concepción, predominante dentro del pensamiento médico, en la civilización occidental, adquiere relevancia en la penetración correcta de los nuevos desarrollos en medicina. Lo que requiere identificar la contradicción entre positivismo y reflexividad, en la utilización del conocimiento médico

Positivismo vs Reflexividad. Algunas valoraciones sobre la medicina.

Una de las razones que justifican el análisis ético- reflexivo, aportado por las diferentes perspectivas dentro de la teoría social, en el estudio de las ciencias y tecnologías médicas, es justamente, porque ellas han contribuido, en forma muy eficiente, a los cambios sociales trascendentales ocurridos dentro del todo social y son innumerables los logros sociales debidos al desarrollo de estas tecno-ciencias.

Sin embargo, resulta imprescindible acotar cómo los resultados del conocimiento médico se impactan, de manera diferente cuando son utilizados de manera positivista e instrumental, que cuando se desarrollan y analizan desde una perspectiva ético - reflexiva.

La emergencia de la medicina como ciencia, luego del afianzamiento de los paradigmas anatomo-clínicos, fisio-patológicos y etio-patológicos, éste último consolidado con las investigaciones de Pasteur y su teoría sobre el origen de las enfermedades, tuvieron como resultado un avance de tal magnitud, que el conocimiento médico, en el contexto de las relaciones capitalistas, se expresó en el desarrollo paralelo de otras ciencias, como la higiene y la epidemiología, la inmunología, el uso sistemático de las estadísticas médicas, el desarrollo de la administración y la salud públicas, así como la medicina social, con sus correspondientes ideas de prevención y promoción de salud.

Aparentemente entonces, resulta obvia la relevancia social y humana presente en la producción de la salud, aun en el contexto de las relaciones económicas capitalistas, que cualquier consideración al respecto podría parecer redundante e innecesaria. Sin embargo las reflexiones metacientíficas de los últimos años, niegan tal aseveración.

El desarrollo histórico (no lineal) del conocimiento médico y su utilización, la organización de los sistemas de salud en el mundo, las formas históricas de organización de la relación médico- paciente, las diferencias e inequidades en los accesos a la atención médica, los avances científico- tecnológicos y sus impactos, algunas veces negativos, son muestras de ello durante los procesos de modernización capitalista.

La presencia del positivismo dentro de la medicina, no sólo en la interpretación de la teoría, sino también en sus implicaciones prácticas, exigieron conocer cómo es que esta línea filosófica penetró dentro del complejo científico médico y cuáles fueron los argumentos sostenidos, aún presentes, para que durante más de medio siglo mostrara una efectividad que sólo los peligros que entrañan una creciente deshumanización han puesto en crisis (III) .

Un estudio ilustrativo y obligado de esta problemática es la obra de Parsons. “Estructura Social y proceso Dinámico. El caso de la práctica médica Moderna” que forma parte de un volumen mayor. El Sistema Social, publicado en 1951. En esta obra, desde la perspectiva del funcional estructuralismo se describen algunas cuestiones que son relevantes para la comprensión ulterior del lugar de las Ciencias Médicas en la sociedad capitalista, su práctica y la esfera formativa de los recursos humanos en salud.

Se advierte que los planteamientos que analiza Parsons los realiza desde posiciones positivistas, y constituye uno de los representantes más connotados del paradigma funcional estructural de la sociología norteamericana. Se ha dicho con razón, que toda su filosofía estaba dirigida a perfeccionar el sistema capitalista desde dentro y que fue ahistórico y voluntarista en sus concepciones.

En sus estudios, la salud aparece como un valor, una función y un servicio con vida autónoma dentro de cualquier sociedad, sin la correspondiente contextualización que tal actividad exige. Consideraba a la salud como pre-requisito funcional del sistema social y una necesidad funcional de los individuos. Así mismo, intenta demostrar, cómo es imprescindible controlar la enfermedad, aún en los casos en que ésta se haya producido, en condiciones de motivación social. O por el contrario, haya desaparecido.

Parsons es del criterio que la enfermedad es una parte integrante del equilibrio social y puede ser considerada como una respuesta a presiones sociales y como forma de eludir responsabilidades. (5).

Aprecia la práctica médica como un “mecanismo” para enfrentar las enfermedades de sus miembros que implican una serie de roles institucionalizados, pero también una relación especializada con ciertos aspectos de la tradición cultural en general. El enfrentamiento a la enfermedad entonces, sólo puede hacerse desde la preparación científica y la profesionalización, donde la relación médico-paciente tiene un carácter instrumental y se encuentra pautado institucionalmente.

Al valorar la salud humana, se aprecia cómo reduce la misma al ámbito funcional, como un pre-requisito de la existencia de la sociedad, constituyéndose a partir de sus criterios una mirada parcial y reduccionista a un fenómeno cuyas complejidades desbordan los marcos de la salud misma, para dirigirse a la comprensión del hombre y de la sociedad como un todo.

En una perspectiva totalmente opuesta, y enfatizando la crítica al carácter enajenante de las subjetividades, producidas por el capitalismo, en relación con la interpretación cosificada y simplificada de la salud, emergen los ideales de la medicina social, la organización de la salud pública en los antiguos países socialistas, con sus correspondientes ideales de promoción y prevención de salud, el psicoanálisis freudiano, entre las respuestas ético-reflexivas que a principios del siglo XX, emergieron como resultado del reduccionismo imperante, por las concepciones positivistas, en el análisis del fenómeno salud.

Si ilustramos con el pensamiento de Freud, es posible plantear cómo el psicoanálisis emergió como una”teoría materialista sexual-revolucionaria”, que podría servir para explicar algunas desviaciones y enfermedades surgidas en la sociedad.

Se trataba de una evaluación subversiva de los fundamentos morales de la sociedad burguesa y el reconocimiento de que “los deseos del individuo son incompatibles con las normas de una cultura basada en la represión y la dominación” (6).

El problema consistía, entre otros, en la necesidad de criticar el esquema tradicional impuesto por la ilustración, entre el sujeto y el objeto del conocimiento, la comprensión mecánica de la relación médico -paciente y la conversión de este último, en objeto de manipulación.

Freud, valorando la relación de subordinación del paciente respecto al médico, durante la hipnosis, se encargó de mostrar, la exigencia de restablecer la simetría que una verdadera relación humana, debiera desarrollar, entre ellos.

Donde es el propio “analizando” quien tiene que someter a reflexión crítica su historia real de vida, atendiendo trascendentalmente sobre ella, pero sobre todo, evaluando los códigos sociales y culturalmente establecidos, que desde posiciones supuestamente racionales, puedan deslegitimar determinadas posturas de la persona en cuestión.

La trascendencia que la propuesta freudiana tuvo, consistió en que su comprensión del proceso salud- enfermedad descansaba esencialmente en la demostración de su naturaleza social y la contraposición a la interpretación reduccionista del mismo, como un proceso biológico- natural. Al mismo tiempo que su teoría, ponía de relieve los imperativos de humanización emergentes, que una medicina positivista se negaba a desarrollar.

Sin embargo, durante el proceso de consolidación del capitalismo, sus aproximaciones tecno-científicas y los códigos médico-psicológicos propuestos por él, sirvieron para legitimar nuevos modos de dominación. De modo que cualquier desplazamiento de las formas de vida, de aquellas aceptadas como válidas, por el “modelo de hombre de la sociedad post-industrial”, deberán y requerirán pronta corrección. (7).

La característica anteriormente apuntada, es estudiada en los trabajos de Michel Foucault, (1973) el que permite visualizar las sutiles formas en que la medicina, dentro del capitalismo, se introduce en los cuerpos, tanto del individuo como de la sociedad, desarrollando mecanismos de dominación más ocultos que los económicos y políticos.

El denominado bio - poder, acuñado por él, se refiere a las formas de dominación emergentes del conocimiento, donde, al decir de Susan George (IV) (2002) las instancias administrativas y médicas se interrelacionan como nunca antes, en el control de la natalidad, fecundidad y la higiene colectiva, ocurriendo una transición de las formas clásicas de coacción, (“soberanía”), por otro tipo de dominación, que apela a las capacidades de los individuos a aceptar en forma flexible los cambios, para sobrevivir en un mundo, signado por la competencia.

En esa misma dirección, analiza el polémico problema de la población, en este caso, objeto de la bio-política, dentro de los fenómenos que atañen a toda sociedad tardocapitalista. Exponiendo cómo los problemas y vicisitudes que enfrentan los sectores menos favorecidos, frente a la cambiante realidad, su lucha por integrarse y participar en la sociedad, constituye únicamente una responsabilidad individual y no del estado, como integrantes de la población mundial. (V)

Estos comentarios sólo intentan ejemplificar la importancia que tiene el uso de la reflexividad, en correspondencia con la responsabilidad, (VI) en el examen del conocimiento médico, en la civilización occidental. En el estudio del proceso de producción del mismo, de los grupos de personas que llevan a cabo este saber, a los contextos en los cuales se desarrollan los intereses que representan, en fin, en el análisis de los múltiples vínculos entre la medicina y la sociedad.

Conclusiones

La utilización de la reflexividad como herramienta metodológica (desde la perspectiva crítico transformadora inaugurada por el marxismo original), en la evaluación de las visiones aportadas por el positivismo en general y en particular en la medicina, conducen a la emergencia de la ética y hacia un nuevo encuentro con ella. En el sentido de entenderla como parte consustancial del conocimiento y de nuestro que hacer, tanto en lo social general, como en lo médico.

La comprensión actual de fenómenos sociales y humanos, como la sustentabilidad, el tránsito civilizatorio hacia una nueva época, el despliegue de la conciencia ecológica, los profundos cuestionamientos que la medicina ha generado en la vida cotidiana, lo que sin dudas propicia una reflexión de naturaleza filosófica, proponen una invitación a cambiar.

Sugieren el desarrollo de una auténtica revolución en el plano de la axiología, de modo que fecundando a todo tipo de saber, pueda ser asumida con sentido de responsabilidad, la verdadera globalidad y urgencia, de los problemas que hoy por hoy, vive el hombre.

Desarrollos teóricos contemporáneos, como la Bioética o los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, constituyen hoy espacios de discusión obligados a la academia cubana. Se trata de ser conscientes o no de estas transformaciones. En nuestro caso, el asunto es medicina positivista o medicina humana, esa es la cuestión.

Summary

The principle of reflectiveness is used a methodological tool (from the transformer critical perspective inaugurated by original Marxism) in the evaluation of the visions contributed by the positivism in general and in particular in medicine, considerating their consequences on society like a whole in the western civilization. In this work the use of reflectiveness is not developed in the technical- instrumental sense, but like a tool that shows the way the studies about society can influence, and in fact they influence, in the subsequent that will occur in the social whole. At the same time the emergency of the ethics and the necessity of a new encounter with it is pondered. In the sense of understanding it is a supporting part of the knowledge and of our daily work as much in the social aspect as in medicine. The relevance of the current axiologic revolution is ment to go toward more scientific and, therefore, human practices in contemporary medical knowledge.

Words key: PHILOSOPHY; MEDICAL PHILOSOPHY; SCIENCE, TECHNOLOGY AND SOCIETY

Recibido: 10/5/06 Aprobado: 21/7/06

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Notas

(I) Este hecho no es nada inocente, en el sentido que, los cambios producidos, pueden impactarse en forma fatal e irreversible sobre la sociedad y el hombre. Ya la experiencia vivida por la humanidad, en cuanto a dos guerras mundiales, la caída del socialismo del este europeo, la crisis ecológica, los desastres naturales y sociales de principios del siglo XXI, están alertando sobre la crucial importancia que tiene la elección de la trayectoria escogida. “ La irreversibilidad potencial exige que se tomen medidas antes de que sea demasiado tarde. Estamos en realidad ante una “ética del tiempo”, que nos hace responsables de tomar decisiones en un momento dado, sin tener en cuenta razones de oportunidad o de otra índole. ( Mayor Federico. 2000)

(II) Partiendo de la importancia de significar el carácter inicialmente en ascenso de la clase burguesa, y en ese sentido progresista, al referirse a ella, Marx señalaba: “La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales. Si la conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales precedentes. Ahora una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de llegar a osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas” (Marx y Engels.1848, p. 114). Al mismo tiempo, se percataba cómo en ese movimiento, la clase burguesa devenía reaccionaria al instaurarse el capitalismo como modo generalizado de producción. Expresando: “La historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación” (Marx y Engels.1848)

(III). Son varios los artículos dedicados en el tomo VI al positivismo y sus logros dentro de la medicina. También sobre los vínculos entre esta concepción filosófica y el afianzamiento del capitalismo como modo de producción. Sugerimos leer de Sotelo Ignacio. Sociología. P.114-120. De Marset Campos Pedro, Ramos García Elvira. Sociología y Asistencia médicas II. P. 370-377. Balaguer Periguill, Emilio, Ballester Añón, Rosa. Medicina y Sociedad. La enfermedad y su prevención. P. 363-377. En Historia Universal de la medicina. Editores Salvat. S.A. 1974.

(IV) George Susan. “Informe Lugano” Editorial de Ciencias Sociales 2002. Encuentro. Icaria. Editorial. Intermón. Oxfam

(V) Entre el año 1984 del pasado siglo y la década de los noventa, la producción de alimentos ha aumentado en un 0.5% anual, mientras la población sigue creciendo en 1.4% al año en todo el mundo. (en los países “menos desarrollados” a un ritmo del 1.7% anual y en los “subdesarrollados” a un ritmo del 2.7%). El acercamiento a tales cifras, en las condiciones de desigualdad social propiciadas por la transnacionalización de las relaciones capitalistas, confirma la comprensión, de un predominio de relaciones sociales de supervivencia y depauperación para los sectores más empobrecidos del planeta. (ob.cit.p70).

(VI). El ambiente cargado de valores que rodean a todo conocimiento, lo que se traduce en la multiplicidad de intereses que se encuentran detrás de él, la posibilidad de consecuencias no previstas, porque todo reflejo cognoscitivo es aproximado e inexacto, y el reconocimiento de que el propio conocimiento del mundo social, contribuye a su carácter cambiante e inestable.(Guidens. 1993), fundamenta la necesidad del examen de la reflexividad, en correspondencia con los principios de responsabilidad social y el compromiso político.