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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med v.10 n.2 Ciudad de Camaguey Mayo-ago. 2010

 

Comentario

Elaboración de tesis: la crisis necesaria

 

Thesis making: a necessary crisis

 

Francisco Juan José ViolaI

I. Doctor en Psicología, Médico, Máster en Educación Sexual, Terapia Sexual y Género, Universidad Nacional de Tucumán, Facultad de Medicina, Cátedra de Antropología Médica, San Miguel de Tucumán, Argentina, CP. T4000. francisco.viola@hotmail.com

 


RESUMEN

En el presente trabajo se exponen, sin pretensión de exhaustividad, algunas cuestiones sobre las diferentes instancias del proceso de elaboración de una tesis. Se muestran sólo algunos de los problemas que aparecen con frecuencia y se sugiere, aunque no sistemáticamente, algunos indicios para dar con las posibles soluciones.

Palabras clave: tesis; crisis;, investigación; paradigma del obstáculo; paradigma de la crisis


 

ABSTRACT

Without claiming completeness, these reflections aim to expose some of the matters arising along the process of making a thesis. This paper presents some of the problems frequently experienced as well as it randomly suggests some clues to find possible solutions.

Keywords: thesis; crisis; research; obstacle paradigm; crisis paradigm


El mundo académico exige cada día más que completemos una formación de posgrado que incluya una especialización, una maestría e incluso un doctorado. Esto conlleva el aceptar que lo académico no es circunstancial, sino profesional; por lo tanto, se debe aspirar a la excelencia en los claustros universitarios. Sin embargo, el camino es arduo y surgen inconvenientes para transitarlo y llegar a la meta. Se pueden aducir como obstáculos problemas de diversa índole: económicos, financieros, personales, sociales, académicos, etc. A cada uno de ellos, a su vez, se lo puede descomponer en otros.

Toda esa maraña de problemas genera uno de los inconvenientes más importantes en el mundo universitario: la deserción en los posgrados, en realidad muchos terminan renunciando al trabajo de hacer la tesina o tesis. El alumnado completa, en su mayoría, los cursos correspondientes pero muy pocos realizan el trabajo final.

En nuestro medio podríamos achacarle esto al hecho de que todavía no existe el mecanismo aceitado capaz de producir esa inercia académica que puede mantener el movimiento una vez que la iniciativa personal comienza a mostrar signos de agotamiento. Sin embargo, sabemos que esta circunstancia, por lo demás, no es exclusiva de nuestra academia. En efecto, sucede algo análogo en distintas universidades del mundo, donde existen otros estímulos académicos que podrían movilizar la concreción de este trabajo final.

Aunque tiene bastante de trabajo solitario, la elaboración de la tesis implicará siempre a otros, por ejemplo: al director y –si es que los hay– a los respectivos miembros de la comisión de seguimiento y a otros investigadores que se dedican a temas relacionados.

El doctorando, su director de tesis, una idea, un problema, una investigación, una redacción y una defensa son ni más ni menos que los eslabones de una cadena. Debemos comprender que la producción intelectual hace al espíritu de la institución universitaria; ahí reside precisamente su esencia. Sin ella, por tanto, la universidad deja de ser aunque sobreviva.

Investigación y crisis

Antes que nada conviene hacer una precisión: este escrito está pensado, sobre todo, para el campo de las llamadas Ciencias Humanas y Sociales. Cabe en este punto una aclaración: las ciencias relacionadas con la salud –la Medicina, inclusive – muchas veces integran también este grupo.

Creemos que esta primera distinción merece tenerse en cuenta. Las llamadas ciencias duras, más volcadas a la investigación, desarrollan mecanismos para sortear las dificultades porque las mismas son más del orden de lo que oportunamente he llamado paradigma del obstáculo. En rigor, los inconvenientes son de orden práctico. Existe una ecuación –en su sentido literal – que no consigo resolver.

Por su parte, en las Ciencias Humanas y Sociales entra en juego el paradigma de las crisis. En ellas, desde luego, aparecen comprometidos nuestra percepción, nuestra identidad y hasta nuestro deseo. De más está decir, esta división no es taxativa y está lejos de admitir su homologación con sendos polos: uno positivo y otro negativo. Simplemente, se trata de una distinción a tener en cuenta.

La segunda distinción global es aquella según la cual hay dos grupos de tesistas: por un lado están los que se embarcan en una empresa intelectual y creen que será soplar y hacer botellas; y por el otro, aquellos que buscan orientarse en el proceso de elaboración de la tesis acusando recibo de lo arduo de la tarea. Esto me recuerda una cuestión, quizás subsidiaria, la necesidad de distinguir dos grupos de personas, quienes pueden pertenecer indistintamente a ambos grupos.

Permítaseme una pequeña digresión para ejemplificar lo que pretendo decir. En mi experiencia, entre las personas que conocí había un economista quien tenía una facilidad enorme para los idiomas; escuchaba una lengua extranjera y la asimilaba con una naturalidad envidiable; percibía, internalizaba y reproducía sonidos foráneos como si su vida se fuera en ello. Otros, desde luego, no teníamos tanta suerte y el aprender sonidos nuevos implicaba un esfuerzo siempre arduo. Hay quienes tienen mayores facilidades para hacer ciertas cosas y otros, no.

Tengamos presente que los seres humanos contamos con diferentes condiciones que surgen de una variada colección de circunstancias. En suma, aprender de esas limitaciones y competencias es esencial para poder potenciar, afianzar y mejorar nuestras posibilidades de concretar algún trabajo final.

Presento a continuación una serie de aspectos que, al menos desde nuestro punto de vista, no podrían ser obviados toda vez que alguien se embarque en la tarea que estamos intentando dilucidar.

La motivación personal tiene las más de las veces un rol axial: ¿por qué hacer una tesis? Es una pregunta que se suele responder de forma taxativa y, a veces, de forma rápida. En el fondo, la motivación tiene que ver con el deseo que es; en palabras de Steichen: “el movimiento interior”.1 Desde luego, nada es tan personal, tan difícil y tan complejo.

Por su parte, la orientación inicial permite ordenar las cuestiones que nos inquietan. Recuerdo que en cierto momento de mi trabajo de tesis me dijeron que existían dos caminos para decidir el qué de mi investigación. El primero consistía en establecer mi tema de investigación articulándolo con el eje rector de la investigación de mi director; es decir, podía tomar una línea subsidiaria y seguir por ella. La segunda opción era elegir en función de mi propio interés; o sea, definir el tema y buscar un promotor que quisiera “firmar mis papeles” y, ocasionalmente, contribuir al proceso.

De esta simple opción surge una primera pregunta: ¿Existen líneas de investigación en el área en que realizo mi trabajo final? La respuesta a esta cuestión puede darnos un diagnóstico sombrío. En ciertas áreas la investigación es pobre y limitada. Es entonces cuando el qué investigar surge como una suerte de iniciativa particular y algo solitaria. No nos olvidemos que una investigación capaz de llegar a buen puerto nace de una buena pregunta  que debe ser clara, realizable y pertinente.2

El proceso en sí mismo es otra cuestión inmensa. Todo proceso es un andamiaje y un andar; tiene partes, situaciones y modalidades.  Es aquí donde la estructura universitaria debería jugar sus cartas más fuertes; vale decir, en la construcción del andamiaje y en el ajuste de los mecanismos. Dentro de este proceso pueden advertirse al menos tres cuestiones: a) las dificultades inherentes, b) el ambiente y c) la mutilación del texto. Veamos a continuación cada uno de estos ítems:

  1. Las dificultades inherentes: El trabajo final es un trabajo no siempre remunerado; sin embargo, es un trabajo concreto. Por ello está en esa tensión entre la exigencia superior de esfuerzo creativo e intelectual, por un lado, y la necesidad de lo cotidiano, por el otro. En nuestro medio existe la idea de que la tesina o tesis es únicamente una inversión personal. Por lo tanto uno debe hacer frente a esto en base a su sacrificio. Esto incluye, obviamente, contar con los recursos financieros y no con un apoyo económico que permita utilizar el mayor tiempo para la investigación. Si sumamos a esto que también se da el hecho de que muchos de los que se embarcan en los trabajos finales están en pleno ejercicio profesional, se genera una rivalidad entre el tiempo dedicado a la profesión y a la investigación; esto, sin contar las otras esferas que incluyen a las personas: vida familiar, esparcimiento, vida personal y otros afectos. Lo financiero es, sin dudas, un tema importante. Pero, además de contar con una beca, la misma debe ser suficiente o, por lo menos, no generar desequilibrios. En mi época de becario en la Universidad de Lovaina, las becas oscilaban entre 500 euros –las de cooperación internacional– y de 3500 euros –las de la comisión europea, sobre todo para economía–. Evidentemente esto supone situaciones muy distintas.

 

  1. El ambiente: En este punto dos cuestiones son esenciales a considerar: la primera es la que llamaremos el microambiente y la otra es el macroambiente. El primero está dado por las condiciones mínimas para poder sentirse parte de algo y, además, con un mínimo de comodidades para trabajar. El segundo es el espacio colectivo de participación en el trabajo y, sobre todo, de encuentro con quienes están en el proceso de trabajo final. Además, hay un eje individual que atraviesa estas cuestiones: el eje del conocimiento. Un conocimiento que navega entre lo ya adquirido y lo que falta adquirir. Un tesista es un especialista para algunos colegas y alumnos, pero es una persona que aún tiene lagunas en ese conocimiento específico; esta dualidad, en efecto, puede interpelarnos directa o indirectamente.
  1. La mutilación del texto: Los que trabajamos con textos sabemos que no todos nuestros materiales acopiados pueden ser usados; aunque sea mucho lo que nos interpele, habrá que mutilar el texto. La expresión es fuerte porque la sensación que tenemos es fuerte. Mi promotor de tesis insistía, implícita e explícitamente, en distinguir tres textos implicados en la producción del trabajo final. El primer texto remite a los cuadernos que dan cuenta de nuestros contactos iniciales con el tema y la bibliografía pertinente: notas, estímulos, etc. Por su parte, el segundo texto tiene que ver con la traducción de esos cuadernos en datos publicables en función de nuestra investigación. Finalmente, el tercero es el resultado que queda de la diferencia entre el primero y el segundo.

 

El último ítem que destacaré en este itinerario está dado por las crisis. La palabra crisis viene del griego crisis, que significa: el momento decisivo. Auriox nos dice que la misma implica: “un sentido de discontinuidad que afecta el desarrollo regularmente progresivo de un proceso en el cual el sentido se ve por ello afectado, comprometido y amenazado de manera decisiva y significativa.”3

Se dice con razón que toda investigación surge de una buena pregunta. Una buena pregunta es aquella que no tiene una respuesta y, por tanto, exige de nosotros un trabajo de búsqueda. Desde luego, las hipótesis juegan un rol insoslayable pero aún no hay certeza. Si supiéramos la respuesta a nuestra pregunta no habría casi lugar para realizar nuestra investigación. 

Si la duda se manifiesta en el camino que realizaremos, puede, eventualmente, movilizarnos. Esto será directamente proporcional al tema; cuanto más tienda a lo objetivo la investigación, nos sentiremos menos movilizados. Así, inversamente, cuanto más relacionado esté con lo subjetivo, más probabilidades habrá de movilizar al investigador.  Lo objetivo y lo subjetivo son dos modalidades de la investigación. Lo objetivo se entiende habitualmente desde la creencia según la cual existe una posición del investigador que estudia un objeto independiente de su ideología, de su deseo y de los límites que él pueda tener. Por su parte, lo subjetivo se entiende como la convicción de que todo acercamiento al objeto de estudio “se encuentra recubierto de varios elementos ‘subjetivos’ de naturaleza cognitiva (esquemas de representación engramados en la memoria) o afectiva (de los deseos o de los miedos, de las expectativas o de las animadversiones).”4

En efecto, las crisis ponen en evidencia nuestros límites. Por ejemplo, hay quienes creen que las crisis amenazan, de cierto modo, el curso de la investigación. Cualquier cosa puede interpelarnos en lo profundo, lo íntimo, lo subjetivo; pues bien, ¿qué hacer frente a ello?

Loup Vernet publicó en 1993 La malle de Newton, basándose en los escritos de Isaac Newton encontrados en 1936, que no tenían que ver con la Física o la Ley de la Gravedad, sino con temas como la Alquimia. El leer esto me permitió elaborar una pregunta sin lugar a dudas inquietante: ¿las crisis entorpecen el curso de la investigación o las hacen productivas? En rigor, las crisis terminan siempre motorizando procesos inmanentes a la investigación.

En la época de mi trabajo de tesis mi director fundó un grupo que se llamó ARAC (Atelier de Recherche en Anthropologie Clinique), cuyo objetivo principal era ser una usina de recursos, la cual permitiese que las crisis a las que nos enfrentábamos en el trabajo se reciclaran en materiales a utilizar luego. Desde luego, las crisis terminaron convirtiéndose en momentos decisivos para la elaboración de las tesis.

Hacia una fe racional

Hacer un trabajo final, tesina o tesis, implica un proceso individual, personal y colectivo: individual, porque el individuo con sus diferentes dimensiones está implicado en el proceso; personal, porque las máscaras no abandonan la escena; y colectivo, porque la universidad y lo social necesitan reivindicar su presencia en esa contingencia, no sólo ofreciéndose como evaluadora y validadora del proceso académico, sino como convencida de que el producto es parte de su propia esencia. Pensar el proceso desde esta triple consideración quizás sea “tener una fe racional, basada sobre la comprensión de la naturaleza misma del hombre.”5

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Steichen R. Figures de l’altérité: les autres et l’autre. En: Preverslou C, Steichen R. Le familier et l’étranger: dialectiques de l’accueil et du rejet. Louvain-la-Neuve: Academia Bruylant; 1998. p. 39-57.

2. Quivy R, Van Campenhoudt L. Manuel de recherche en sciences sociales. Paris: Dunod ; 1988. p. 33.

3. Auriox S. Les notions philosophiques. Dictionnaire. Tome I. Paris: PUF; 1990. p. 509.

4. Jaspard JM. Qu’est-ce que croire? Repères épistémologiques pour situer croyance et foi dans le contexte religieux. En: Catéchèse, 2. Dosier croire à nouveau. 1995. p. 41-50.

5. Fromm E. El arte de amar. Buenos Aires: Paidos; 1983. p. 128.

BIBLIOGRAFÍA

1. Köhn RC. La recherche par les praticiens: l’implication comme mode de production des connaissances. Bulletin de Psychologie. Tome XXXIX.  septembre-octobre 1986;(377):817-26.  

 

 

Recibido: 04/06/2010

Aprobado: 02/07/2010

 

Francisco Juan José Viola. Doctor en Psicología, Médico, Máster en Educación Sexual, Terapia Sexual y Género, Universidad Nacional de Tucumán, Facultad de Medicina, Cátedra de Antropología Médica, San Miguel de Tucumán, Argentina, CP. T4000. francisco.viola@hotmail.com