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Humanidades Médicas
versión On-line ISSN 1727-8120
Rev Hum Med v.10 n.3 Ciudad de Camaguey sep.-dic. 2010
ARTÍCULO
Cultura y economía en el desarrollo social humano
Culture and economy within the human social development
Benito Payarés ComasI, Leandro Garnica MoralesII
I. Licenciado en Historia y Ciencias Sociales, Máster en Ciencias de la Educación Superior, Profesor Asistente, Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Departamento de Ciencias Sociales, Avenida Jayamá Km 2 ½, Camagüey, Cuba, CP. 70600. benito@fcf.camaguey.cu
II. Licenciado en Derecho, Profesor Instructor, Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Departamento de Ciencias Sociales, Avenida Jayamá Km 2 ½, Camagüey, Cuba, CP. 70600.
RESUMEN
Se tratan aspectos esenciales relacionados con el desarrollo humano en el contexto de la economía y la cultura. Se establecen nexos entre las concepciones vigotskianas sobre la situación social de desarrollo y las dinámicas del aprendizaje y el modelo del desarrollo humano basado en las necesidades humanas fundamentales de Manfred Max-Neff. Asimismo, se aborda la satisfacción cultural de las necesidades fundamentales del hombre en la dinámica del desarrollo personológico y sus implicaciones en la pobreza. Se hace referencia a la teoría del desarrollo humano de Amartya Kumar Sen. Se alerta acerca de la necesidad de profundizar en el estudio de los problemas actuales relacionados con el hombre.
Palabras clave: cultura; economía; condiciones sociales; problemas sociales; pobreza
ABSTRACT
Important aspects related to human development within both economic and cultural contexts are considered in this paper. It establishes connections between Vigotski’s conceptions about the social situation of development and the learning dynamics and Manfred Max-Neff’s human development model based on fundamental human needs. It also deals with the cultural satisfaction of man’s needs within the dynamics of personal development and its repercussions on poverty. Amartya Kumar Sen’s human development theory is as well referred. It alerts about the necessary study of present man-related problems.
Keywords: culture; economics; social conditions; social problems; poverty
INTRODUCCIÓN
El hombre, al crear sus medios sociales y culturales, transforma su medio y se transforma a sí mismo, logrando un nuevo ambiente cultural. Estudiar las manifestaciones de la producción material y espiritual de la sociedad, es decir de la cultura, es adentrarse en el hombre mismo. Sin embargo, este estudio requiere en la actualidad de un enfoque transdisciplinario desde una concepción histórico-culturalista. Federico Engels afirma que: “[…] con el hombre entramos en la historia. Precisamente, una de las formas de existencia de la actividad histórica de los hombres lo constituye la cultura creada por él.”1
Estudiar las manifestaciones de la producción material y espiritual de la sociedad, es decir de la cultura, es adentrarse en el hombre mismo. El hombre al crear sus medios sociales y culturales, transforma su entorno y se transforma a sí mismo, creando un nuevo ambiente cultural. El estudio del hombre requiere hoy día de un enfoque transdisciplinario desde una concepción histórico-cultural.
La educación es el principal nexo formativo entre el individuo y la cultura en el proceso de socialización. Los constructos culturales constituyen factores potencialmente determinantes de variabilidad genérica del hombre como ser humano y de su desarrollo personal como ser social.2
Existe un amplio espectro conceptual de cultura; esta puede asumirse como un conjunto de ciertos modos de vida aprendidos y creaciones humanas, que caracterizan a una determinada sociedad. Entre esos ciertos modos de vida se cuentan organizaciones sociales, formas de hacer las cosas, ética, religión, lenguaje, conocimiento científico, arte, tecnología y, en general, todas las creaciones de la mente humana.3 Así, a medida que crea los productos culturales y se sirve de ellos, el hombre se desarrolla como tal. La sociedad, como un proceso totalitario, debe facilitar y proveer al hombre de los recursos necesarios, debe brindarle las posibilidades reales de desarrollo personal.
Por tal razón, la actividad económica de la sociedad, como forma de actividad cultural, debe estar en consonancia con lo apuntado; es decir, el desarrollo económico debe tributar a la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la sociedad: al desarrollo humano.
DESARROLLO
La sociedad influye sobre el hombre intencionalmente por disímiles y complejos procedimientos y acciones que dan contenido al proceso formativo socializador como un proceso cultural. Sin embargo, el hombre es al mismo tiempo independiente y dependiente; por eso, la relación entre la educación y el desarrollo humano no obedece a una causalidad lineal o mecánica.4 De ahí que esta peculiar relación merezca un estudio profundo a la hora de diseñar una determinada política social, estrategia, programa, etc., orientada a facilitar la educación, la autoeducación y la reeducación del hombre como forma de prevención de la desviación social del estado de cosas establecido o refrendado por la sociedad.
El abordaje de esta relación debe partir del estudio del hombre como ser humano en su unidad persona-sujeto. En este orden, Fariñas León concreta una serie de ideas metodológicas que deben ser consideradas a tal efecto:
- Cada hombre ocupa una posición espacio-temporal propia y única en el sistema de relaciones sociales, las cuales transcurren en condiciones de actividad y comunicación.
- El hombre establece vínculos de pertenencias con una familia, nación, institución, clase social, partido, etc., en sus relaciones e interrelaciones.
- El hombre es social y se erige como sujeto individual, pero ligado a la sociedad a través de la cultura.
- El carácter de la actividad humana es a la vez reproductivo y creativo.
- El hombre origina la cultura y se arraiga a esta.
- La actividad humana fundamental es el trabajo.
- El desarrollo humano está sujeto a un conjunto de condicionamientos históricos y culturales que actúan en interacción compleja.
- La idea de hombre como persona destaca su existencia material y como sujeto, su posición activa transformadora de la realidad.
- La enajenación, como subordinación a un mecanismo de entrañarse a la esencia humana, convierte al sujeto en un medio que niega las relaciones sociales esenciales y transfiriere a un lado los intereses sociales.
- La libertad es más bien el resultado de la interiorización de la necesidad social, convertida en necesidad personal.4
De su análisis se infieren hitos relevantes que pueden orientar y conducir las acciones que se diseñen para dinamizar el proceso de inserción y reinserción social del sujeto. Aplicarlas como herramientas, significados útiles para transferir, obliga a considerarlas, a modo de referente insoslayable, desde el enfoque histórico-cultural de Vygotski; en especial, lo relacionado con su aporte de situación social de desarrollo.5
Según Vygotski, “[…] la situación social de desarrollo es el momento de partida para todos los cambios dinámicos, que ocurren en el desarrollo durante un período dado. Ella determina de manera completa y global aquellas formas y aquel camino, a través de los cuales el niño adquiere nuevas y nuevas propiedades de la personalidad.”5 Esto puede transferirse a cualquier ser humano en desarrollo, independientemente de la edad o el período etario en que se halle. Así, si se comprende que el desarrollo “consiste entonces en la llegada a una nueva situación social de desarrollo”4 y, si se atiende a la dialéctica sociedad-desarrollo, hay que subrayar que el desarrollo humano dependerá en gran medida de las posibilidades que para el mismo tribute la sociedad como contexto históricamente concreto del sujeto.
Por tanto, uno de los referentes imprescindibles a tener en cuenta es considerar las teorías y paradigmas que, en contraposición a la tradicional tendencia cuantitativa de medir el desarrollo como expresión del producto interno bruto per cápita, estudian el desenvolvimiento del desarrollo humano sobre la base de las posibilidades reales para ser alcanzado. En este orden resulta valiosa la lectura del texto El desarrollo social. Teorías y paradigmas6, por su síntesis dialéctica y contrapunteo entre los paradigmas.
En consonancia con lo anotado resultan recurrentes Manfred Max-Neef, creador de lo que describe como economía descalza y desarrollo a escala humana7-8, y Amartya Kumar Sen9-10; ambos defienden lo relacionado con la calidad de vida de las personas y los requerimientos en cuanto a política social para mejorarla. Sobre todo Sen, cuyo aporte referido al ‘enfoque de capacidades’ merece de una oportuna reflexión para traspolar significados útiles al estudio y el tratamiento de casos personológicos de desviación social o de los problemas relacionados con el desarrollo local o de determinadas comunidades.
Es necesario, pues, detenerse primero en Amartya Kumar Sen, quien sostiene que la verdadera riqueza de una nación está en su gente. Sin lugar a dudas, el objetivo básico del desarrollo es aumentar las libertades humanas en un proceso que puede expandir las capacidades personales toda vez que amplía las alternativas disponibles para que la gente viva una vida plena y creativa.11
Resulta interesante la lógica del pensamiento que se establece entre los términos claves: riqueza, persona, desarrollo, libertades humanas, capacidades y alternativas. La sinergia que se produce de la conjunción de dichos términos deviene en factor condicionante para que el hombre tenga la posibilidad de vivir una vida plena y creativa. En consonancia, es menester detenerse en el enfoque de las capacidades humanas formulado por Sen y que la ONU asume en cuanto a criterio de medida en el proceso de evaluar el desarrollo social alcanzado en una etapa concreta. Entre estas capacidades se manejan en los PNUD: estar sana, vivir largo tiempo, ver, satisfacer sus necesidades nutritivas, tener una vivienda, tener ropa, ser respetada por los demás, participar en la vida social de la comunidad, tener vacaciones, estar junto a sus seres queridos, elegir con conocimiento de causa, estar equilibrada, sentirse feliz, estar satisfecha, tener una educación, leer y escribir, realizar operaciones aritméticas básicas, estar escolarizada, usar los conocimientos y destrezas escolares, comunicarse, argumentar, tomar parte en los adelantos científicos y humanísticos, crear cosas, estar bien informada y encontrar un buen empleo, entre otras.
La connotación metodológica de la instrumentación de este enfoque de las capacidades humanas, como indicadores para valorar el desarrollo personal de determinado sujeto, se infiere de cualquier análisis y se toma dicho desarrollo personal como expresión de la eficacia en el desempeño sociocultural; es decir, la falta de posibilidades reales o alternativas que aseguren la promoción y desarrollo de las capacidades apuntadas por Sen conformarían una tendencia contramotriz del desarrollo humano que conduciría a la pobreza, la marginalidad y la exclusión en contextos concretos y, por consiguiente, a la desviación de la conducta social.12
Parodiando el poema El Cáncer es una cosa extraña de Haldane, Sen aclara: “la pobreza no es menos extraña [en el planeta]”.10 Y luego agrega en otro de sus textos: “El primer requisito para conceptualizar la pobreza es tener un criterio que permita definir quién debe estar en el centro de nuestro interés. Especificar algunas ‘normas de consumo’ o una ‘línea de pobreza’ puede abrir parte de la tarea: los pobres son aquellos cuyos niveles de consumo caen por debajo de estas normas, o cuyos ingresos están por debajo de esa línea. Pero esto lleva a otra pregunta: ¿el concepto de pobreza debe relacionarse con los intereses de: 1) sólo los pobres; 2) sólo los que no son pobres, o 3) tanto unos como otros?”
Su preocupación por el incremento de la pobreza y sus implicaciones sociales en el planeta va más allá de la preocupación de un teórico de la economía y la sociedad. Es la denuncia ante el ascenso vertiginoso de los problemas globales que afectan la condición humana y, por ende, la capacidad y la calidad del desempeño social del hombre. Por eso, la exclusión de las oportunidades políticas, económicas y sociales del hombre actual y su inclusión en modos de actuación y convivencia en condiciones de desigualdad, reclama de una atención priorizada. En su conferencia Incluir a los excluidos advierte que la línea divisoria entre los adinerados y los desposeídos no es solamente un cliché retórico o un slogan elocuente, sino, lamentablemente, constituye un rasgo importante del mundo en el que vivimos.
“La confluencia de diversas privaciones específicas en forma de exclusiones congruentes es un rasgo envolvente, abarcador de la condición de los derechos humanos.”13 De esta manera no sólo es un problema social la exclusión con sus múltiples aristas, lo es también en las condiciones actuales del capitalismo, la inclusión en condiciones de desigualdad, orlada de calamidades que entristecen el panorama de las comunidades sociales.
Actualmente el 20 porciento de la población más rica del mundo se apropia del 86 porciento del consumo global.14 Esta exacerbada polarización del mundo a favor de los minoritarios adinerados ha atomizado la exclusión y la inclusión desigual en disímiles formas de existencia que estimulan las más diversas problemáticas sociales, entre ellas, la marginalidad y el delito. Hoy más que nunca se hace imprescindible actualizar el sentido de los términos equidad, sustentabilidad, productividad, potenciación, cooperación y seguridad, cuya pragmática asegure el carácter sistémico de cualquier estrategia que se adopte para tributar al desarrollo humano desde una visión multidimensional y transdisciplinaria.
El capitalismo con su consumismo alienado es excluyente. El mercado acuña las relaciones sociales, de forma que una especie de divisa –dentro del mercado, todo; fuera del mercado, nada– comienza a presidir las relaciones sociales y se extiende más allá de los tradicionales espacios del mercado público. Se considera inmoral lo que atente contra las relaciones mercantiles, las que, a su vez, son convertidas en figura ética universal.
El pragmatismo, el individualismo, la lucha por la existencia a costa de todos y de todo; el conformismo, asociado al sentimiento de impotencia ante la infalibilidad de las leyes mercantiles; y el consumismo, incitado por la publicidad y las ansias de vender y erigido en criterio de valor, se convierten en rasgos consustanciales de la cultura allí donde el mercado es el máximo protagonista de las relaciones sociales.15 Por eso se hace ineludible una nueva visión cultural del mercado en correspondencia con las necesidades del desarrollo humano. Dicha visión debe estar orientada sobre todo a dar respuesta a las situaciones de carencia, desde lo humano y no desde la plusvalía.
Semejante estado de la aldea global exige un cambio inaplazable del orden económico mundial, que facilite aumentar las capacidades de vivir una vida valiosa. Es necesario, entonces, que prevalezca el valor de uso sobre el valor de cambio, pues la anárquica proliferación de éste, en los últimos lustros, ha comenzado a provocar efectos nocivos en la vida cotidiana de las personas y en la organización de la sociedad, deteriorando la calidad de vida y llevando a formas de convivencias insatisfactorias.16
Continuando la lógica del pensamiento hay que detenerse, por su valor metodológico, en la teoría del desarrollo a escala humana7 aportada por Manfred Max-Neef y sus colaboradores, la cual fue popularizada desde mediados de la década del 80 del pasado siglo por la Fundación Dag Hammarskjöld.
Dicha teoría representa una idea originalmente renovadora en el abordaje de lo concerniente al desarrollo social, especialmente lo relacionado con las necesidades humanas fundamentales y sus satisfactores socioculturales. En este sentido resulta de gran interés el estudio del texto Desarrollo a escala humana. Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones. El mismo aporta referentes teóricos que abordan los problemas del desarrollo social en comunidades concretas y orientar acciones encaminadas a prevenir las manifestaciones de la desviación social desde la propia comunidad, como algo planificado, ejecutado y evaluado desde la comunidad.
Hay aspectos sustanciales que son necesarios subrayar. Max-Neef advierte que “[…] cualquier necesidad humana fundamental que no es satisfecha adecuadamente revela una pobreza humana. La pobreza de subsistencia (debido a alimentación y abrigo insuficientes); de protección (debido a sistemas de salud ineficientes, a la violencia, la carrera armamentista, etc.); de afecto (debido al autoritarismo, la opresión, las relaciones de explotación con el medio ambiente natural, etc.); de entendimiento (debido a la deficiente calidad de la educación); de participación (debido a la marginación y discriminación de mujeres, niños y minorías); de identidad (debido a la imposición de valores extraños a culturas locales y regionales, emigración forzada, exilio político, etc.) y así sucesivamente.”7
Así, se está ante uno de los nodos esenciales de su teoría: la especificación plural de la pobreza humana, sus interconexiones con el binomio sociedad-desarrollo y su existencia en el substrato causal de formas de conducta y comportamientos asociados, entre otras cosas, a luchas y resistencias, y a la marginalidad y la desviación.
Según Max-Neef, la persona es un ser de necesidades múltiples e interdependientes y estas revelan su ser, pues se visualizan en su dualidad existencial. Esto es, como carencia y como potencialidad, de ahí que deban asumirse, para su estudio, desde una concepción holística y sistémica de la actividad humana. Por eso aclara que “[…] concebir las necesidades tan solo como carencia implica restringir su espectro a lo puramente fisiológico, que es precisamente el ámbito en que una necesidad asume con mayor fuerza y claridad la sensación de ‘falta de algo’. Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas, son también potencialidad y, más aún, pueden llegar a ser recursos.”7
Por tal razón, las necesidades humanas constituyen una unidad funcional que se develan como carencia-potencialidad y conjuntamente con el nivel de conocimientos, experiencias del sujeto y las exigencias sociales determinan la actividad práctica y las actitudes y conductas que se expresan en la propia actividad.
De acuerdo a la literatura especializada las necesidades humanas pueden desagregarse a partir de múltiples criterios. Sin embargo, Max-Neef combina dos criterios de desagregación a partir de una categoría existencial y otra axiológica. Esta combinación permite operar con una clasificación que incluye, por una parte, las necesidades de: ser, tener, hacer y estar; y, por la otra, las necesidades de: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Él propone combinarlas y operar con ellas, mediante una matriz necesidades-satisfactores, en la apreciación de la realidad. Esto puede aportar la herramienta y el procedimiento metodológico adecuado para el seguimiento y evaluación del desempeño social personológico en un escenario histórico-cultural concreto.
Precisamente, el tratamiento que se hace de los satisfactores constituye uno de los aportes significativos de la teoría del desarrollo a escala humana. Estos están referidos a todo aquello que, por representar formas de ser, tener, hacer y estar, contribuye a la realización de necesidades humanas. Pueden incluir, entre otras, formas de organización, estructuras políticas, prácticas sociales, condiciones subjetivas, valores y normas, espacios, contextos y comportamientos.
Los satisfactores pueden tener diversas características y abarcar un amplio abanico de posibilidades reales debido a que las necesidades humanas fundamentales son las mismas en todas las culturas, tiempos históricos y escenarios concretos. Lo que cambia de un contexto histórico-cultural concreto a otro es la manera o los medios para satisfacer las necesidades a partir de la experiencia socialmente elaborada y los criterios para seleccionar los satisfactores e instrumentarlos en la práctica cultural de la comunidad que da acceso a los mismos.
En cuanto a la acción cultural en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, Max-Neef acota que lo que está culturalmente determinado no son las necesidades humanas fundamentales, sino los satisfactores de estas. El cambio cultural implica también el cambio de los satisfactores tradicionales por otros nuevos y diferentes. Luego entonces, en la práctica del contenido de la cultura, como práctica transformadora, el hombre asimila, discrimina, diseña y rediseña los satisfactores de sus necesidades fundamentales como un proceso sociocultural epocal. Y en este proceso tiene un papel básicamente dinamizador la educación, pues los conocimientos, experiencias y valores del sujeto mediatizan esa jerarquización de lo fundamental de sus necesidades. Esto no debe olvidarse en el abordaje de la comunidad y sus problemáticas.
La educación, como institución social, en el sentido amplio y estrecho de la palabra, aporta la dinámica estructural-funcional del proceso formativo socializador. Desde la comunidad tiene marcadas implicaciones en el proceso participativo comunitario y la prevención social. En las condiciones concretas del socialismo potencia, por sus fines y masividad, el abordaje de los problemas sociales, en especial la marginalidad y el delito, pues este último, como fenómeno tendencialmente en aumento, es ajeno a la esencia del sistema.
Por otro lado, el estudio del enfoque transdisciplinario y complejo del fenómeno educativo y la determinación de sus nexos e interconexiones con el diseño del trabajo comunitario para el desarrollo y la prevención social, reclama un espacio de reflexión y debate constructivo. No mirar a ello significa renunciar al futuro. Abordar, entonces, los problemas formativos del hombre desde un enfoque de la complejidad propone nuevos derroteros a transitar por el proceso educativo como una construcción cultural que merece un estudio aparte.
Edgar Morín alerta: “La educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada en la condición humana. Estamos en la era planetaria; una aventura común se apodera de los humanos donde quiera que estén. Estos deben reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo cuanto es humano.”17 Esta alerta llama a la reflexión y la consideración desde un enfoque cultural de la educación donde lo humano, en proceso formativo continuo, se asume en su doble carácter de común y diverso. Es un reclamo al respeto a la diversidad cultural y a su preservación ante los embates pretensiosos del neoliberalismo.
Por último, un referente que no debe olvidarse está relacionado con las dinámicas del aprendizaje que conforman el desarrollo humano. La conjunción sinérgica de estas dinámicas se produce de manera única e irrepetible en cada sujeto ‘co-creador’ que se identifica a sí mismo con estilo único, también irrepetible, e identidad sociocultural. No obstante a la diversidad conceptual y de teóricos en torno a estas dinámicas, se asumen los cuatro grupos de dinámicas formuladas por la Dra. Fariñas León, las cuales son definidas en cuatro grupos como sigue:
Grupo I. Planteamiento y consecución de metas (organización temporal de la vida).
Grupo II. Comprensión y búsqueda de información.
Grupo III. Expresión y comunicación.
Grupo IV. Planteamiento y solución de problemas.18
La inferencia del valor metodológico de estas dinámicas no necesita un comentario aparte. El hombre no puede vivir sin información y sin comunicación; ellas constituyen requisitos esenciales para el desarrollo de la vida material y espiritual de los hombres. Las relaciones sociales son, ante todo, relaciones por medio de las cuales se transmite la experiencia socialmente elaborada y se asimila los productos culturales a cuenta de la educación. De tal forma, la transmisión de la herencia y las tradiciones culturales, de valores y símbolos y de otros constructos ideoculturales a través de la información y la comunicación, condicionan y mediatizan la construcción de subjetividades y modos de actuación sociales e identifican al sujeto con determinados grupos sociales, familia y comunidad.
Al mismo tiempo la comunicación debe traducirse como accesibilidad cultural en medio del desarrollo social, no como una forma de exclusión. No por gusto para Sen estar bien informado constituye una capacidad humana tributaria de calidad de vida; por ende el sujeto debe tener toda posibilidad de acceso a todo sistema significante específico, entre otros, a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.
En otro orden, la accesibilidad a la información y la práctica de la comunicación, desde la equidad, puede promover y facilitar la inserción social y la participación comunitaria en la consecución de metas y la solución de problemas que afectan a todos; por eso, no debe olvidarse que la comunicación humana es un proceso que se desarrolla sobre la base de las necesidades diversas de quienes participan en él. Es el diálogo la vía para construir razones y vivencias que pueden ser compartidas en el espacio de la comunicación.19
De tal manera, la comunicación y el diálogo, deben conformar una dimensión inexcusable en el diagnóstico y el planeamiento del trabajo comunitario y, en especial, de la prevención social. En este orden la participación comunitaria en condiciones de comunicación es el proceso idóneo, no sólo para prevenir la desviación de la conducta social, sino para preservar a la vez los productos culturales y sistematizar valores y tradiciones. La participación comunitaria es así una práctica cultural con arreglo a las necesidades de la comunidad.
Entre las características que se consideran precisas para comunicarse en esta dirección están:
- Saber escucharse entre sí cada uno de los miembros de la comunidad.
- Desarrollar la capacidad empática dentro de la comunidad.
- No agredir, no dañar, no herir a ninguno de los miembros de la comunidad.
- Tener en cuenta las características personológicas de cada uno de los miembros de la comunidad.
- Procurar retroalimentación adecuada.
- Ser tolerantes, pacientes y flexibles.
- No enjuiciar a las personas.
- Evitar posiciones de superioridad y fuerzas.
- Tratar de comprender a cada uno de los miembros de la comunidad.
- Hacer críticas o señalamientos constructivos y tratar de sugerir cómo
- solucionar los problemas.
- Adaptarse al contexto.
- Adoptar una postura ética en relación con los demás.
CONCLUSIONES
Los referentes apuntados demuestran, por un lado, la necesidad de profundizar en los estudios relacionados con el hombre y los problemas sociales que le afectan considerando la triada economía-sociedad-cultura, y, por otro, la necesidad de un nuevo ordenamiento económico de la aldea global: el aumento ininterrumpido de los índices de pobreza aparejados a un preocupante abanico de problemas sociales globales así lo demuestran.
El actual orden económico internacional constituye una fuente generadora de pobreza humana y con ella de disímiles problemas sociales. Sin una dialéctica desarrollo económico - desarrollo humano, las posibilidades de supervivencia del hombre se reducen infinitamente y con él, el legado cultural de la humanidad.
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Recibido: 12/06/2009 Aprobado: 20/07/2010
Benito Payarés Comas. Licenciado en Historia y Ciencias Sociales, Máster en Ciencias de la Educación Superior, Profesor Asistente, Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Departamento de Ciencias Sociales, Avenida Jayamá Km 2 ½, Camagüey, Cuba, CP. 70600. benito@fcf.camaguey.cu