Introducción
Las razas son construcciones sociales que identifican o marcan a grupos humanos
respecto a otros, en dependencia de relaciones que sostienen entre sí; elaboradas en un medio específico, históricamente determinado, en íntimos nexos con las relaciones sociales, las clases sociales y las acumulaciones culturales de la sociedad de que se trate.1 El proceso discriminatorio que ha acompañado a las personas en dependencia de su raza (construcción social), se ha desarrollado con alta o baja intensidad en numerosos países y su crudeza en espacios considerados "altamente desarrollados y civilizados" como en los EUA, de lo cual abundan los ejemplos, algunos bien recientes.2,3
No estamos ajenos a ese proceso, pues tal como se expresa: "la persistencia de conductas discriminatorias en diferentes ámbitos, unido a la permanencia de estereotipos y prejuicios racistas en la sociedad cubana, demanda una mirada crítica y constructiva de la realidad, que nos permita articular acciones certeras si queremos aniquilar un mal social que agoniza pero no muere. En general, lo racial ha constituido una categoría generadora de desigualdad profunda y persistente, en sinergia con otras como género, clase y generación".4
Los aportes de las ciencias sociales a los temas de racialidad, desigualdad y discriminación racial son incuestionables y otras disciplinas como las ciencias de la salud, debían haberlos utilizado mejor, por ejemplo al analizar la situación de salud de cualquier grupo de población y más, en un país con personas mestizas como Cuba donde debería reconocerse la importancia de la variable “color de piel”, que al igual que la edad, sexo y lugar de residencia, también podría incluirse en las fuentes oficiales del sistema nacional de salud y no solamente en los certificados de defunción.
El tema salud de la mujer es recurrente en las investigaciones en ciencias de la salud y las variables que influyen en sus problemas debían estudiarse integralmente, incluido el color de piel, aunque se reconoce su reducida influencia biológica, superada por determinantes de índole social y económica. No obstante, desde inicios de la década, investigadores cubanos y extranjeros se han comprometido con estos temas de racialidad y discriminación racial - tanto en hombres como en mujeres - algunos incluidos en el período que abarca esta revisión y otros más recientes.5,6,7,8,9,10
Con el impulso al Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación,11 "se ha dado un giro relevante en el enfoque de los últimos años en el enfrentamiento al racismo y la discriminación racial"12 y se avizoran momentos de reflexión sobre las condiciones de vida de hombres y mujeres cubanos no-blancos. Esta revisión sistemática tiene por objetivo mostrar evidencias sobre la situación de salud de la mujer no blanca en Cuba, en el período 2010-2020.
Material y Métodos
Se realizó una revisión sistemática descriptiva en las bases de datos Scielo Regional, PubMed, Google Académico y Google, con la intención de responder a la pregunta orientadora: ¿existen diferencias entre el nivel de salud de las mujeres cubanas no blancas y el nivel de salud de las mujeres blancas?
Se utilizaron términos que aparecen en el tesauro DeCS (Descriptores en Ciencias de la Salud, así como palabras claves para indagar en fuentes de información13 para identificar la producción de autores cubanos sobre el tema "salud de la mujer no blanca". Entre las palabras clave utilizadas estuvieron: color de piel, mortalidad por color de piel, racismo, racialidad, mujer afrodescendiente, género y salud, etnicidad y salud, como criterio de inclusión. Las mujeres no-blancas se clasificaron en negras y mestizas.
Fue utilizado el operador booleano AND en las fuentes de información con términos en inglés y en español siguientes: health AND skin color, racism AND non-white women, equity AND racism, non-white women mortality, mortality in white AND black women y en español: salud AND color de piel, racismo AND mujeres no blancas, equidad AND racismo, mortalidad de mujeres no blancas, mortalidad en mujeres blancas AND negras. No fue necesario el uso de gestor de referencias bibliográficas ni el uso de tecnologías para el análisis de los datos por la poca cantidad de registros encontrados.
La estrategia y la búsqueda fueron confeccionadas por la autora especialista en información y la búsqueda y análisis, por la autora especialista en el tema (epidemióloga) e incluyó artículos originales de autores cubanos publicados en revistas indexadas, capítulos de libros y documentos oficiales de organismos nacionales e internacionales, revisados a texto completo a partir del 1 de enero de 2010 hasta 31 de diciembre de 2020, década de amplia divulgación del tema racialidad. El flujo utilizado para filtrar información fue una adaptación del Preferred Reporting Items for Systematic Review and Meta-Analyses (PRISMA).14
Del total de 29 publicaciones revisadas, quedaron 25 y se seleccionaron 13, distribuidas en: siete artículos, tres libros (uno impreso), una tesis y tres documentos que cumplían los criterios de inclusión siguientes: autores cubanos, redacción en español o inglés, en publicación periódica y en cuyos títulos o apartados del texto, aparecieron las palabras clave. Se eliminaron 12 artículos por incumplir alguno de los criterios de inclusión: título o texto no coincidente con el tema o repeticiones. (Figura 1 y Tabla 1).
Se diseñó una ficha de registro para organizar y analizar la información de los artículos que incluía: nombre de autores, título del trabajo, año y lugar de publicación, diseño del estudio, objetivos, metodología y principales resultados. Las 13 publicaciones seleccionadas se distribuyeron en dos grupos: nueve coincidentes en título y contenido y cinco textos no coincidentes en el título, pero que aportaban contenido pertinente para el tema.
Desarrollo
Los resultados se describieron y analizaron según coincidieran los contenidos en título y texto, vinculados a las variables "color de piel" y "situación de salud". En el primer grupo, en orden ascendente y según la fecha de publicación, se incluyeron: cinco artículos, dos libros y dos documentos. (Tabla 2).
En cuatro de las nueve publicaciones, solo en unos casos se establecía con nitidez el vínculo entre las variables "color de piel" y "situación de salud" de las mujeres, y en otras la mención era tangencial, sin alcanzar niveles que permitieran detectar esa relación. En uno de los artículos, su autora consideró que, según el perfil epidemiológico de los cubanos, era relevante incluir para el análisis el color de la piel, en cuanto a la repercusión en la salud del consumo de tabaco y de alcohol, dos de las adicciones que pudieran considerarse como “las más populares” dentro de los seres humanos. Destacó como resultado relevante, la mayor exposición al riesgo de las personas negras/mestizas en casi todas las conductas evaluadas y que las proporciones de mujeres negras/mestizas expuestas a riesgo, superan las correspondientes a las personas blancas (Figura 2). En una parte de las conclusiones expresó que "la diferenciación por color de la piel, es una cuestión que debe ser tenida en cuenta en el diseño y difusión del trabajo educativo en salud".15
El único artículo redactado en inglés fue seleccionado porque en los resultados se precisa la situación de las mujeres negras y los autores concluyen que, en general, el color de la piel no se relacionó con la presión arterial media o el estado hipertenso en esta población aunque entre las mujeres, específicamente, la prevalencia ajustada fue algo más alta entre las negras y las tasas de tratamiento y control también fueron algo ventajosas para las mujeres blancas.16
Cuando se incorporan variables demográficas, se aporta interesante información que facilita la comprensión entre el color de la piel, la salud y la expectativa de vida, o sea, se reconoce mejor el vínculo de esa tríada para la mujer no blanca. En el estudio que analizó el diferencial de esperanza de vida por color de la piel al interior de la región oriental de Cuba, se detectó que la desventaja de las mujeres no blancas es más de cinco veces que la de los hombres no blancos, lo que pareciera estar indicando que la combinación mujer no blanca-rural sigue siendo un espacio emergente de reivindicación en política de salud.17
Si no bastara con esa evidencia, en otro artículo de enfoque demográfico sus hallazgos mostraron la pertinencia e importancia del tema al develar que en la desventaja en términos de esperanza de vida que padece hoy la población no blanca cubana, se destaca la mujer porque en ella se verifica con mayor fuerza y están presentes casi todas las causas de muerte, durante casi toda la vida, incluyendo a los menores de un año, sobre todo si se ven afectados por bajo peso al nacer.
Se refuerza el criterio de que la vulnerabilidad económica de este sector de la población se traduce, en una mayor exposición a los riesgos de enfermar y una menor capacidad instalada de luchar contra la enfermedad, no sólo desde el punto de vista de la condición biológica, sino que además desde las propias condiciones ambientales, de prácticas de salud y de mecanismos sicológicos individuales son los no blancos los que acarrearían con mayores desventajas. En síntesis, se comprobó que la esperanza de vida al nacer muestra un diferencial por color de la piel y por género, es más alta en personas blancas.18
Una de las varias propuestas para deslindar la situación de salud del color de la piel, la ofrece Díaz19 con un enfoque del color de la piel desde la medicina social y los determinantes sociales, al destacar que esta variable por sí misma y por sí sola, no posibilita explicar diferenciales en salud, ni puede considerársele causante de determinado comportamiento en este sentido; ni esos diferenciales son atribuibles en sí mismos al diseño deficitario de políticas y programas de salud, sino que llaman la atención sobre un grupo de dinámicas sociales donde la población no blanca queda rezagada.
El contenido de los libros con mayor extensión debía haber beneficiado la indagación sobre el tema, sin embargo, aunque estuvo más enfocado al género, la información sobre los perfiles de morbilidad descansó en las diferencias de sexo más que del color de la piel de las mujeres jefas de hogar.20 No obstante, algún dato preliminar puede inferirse sobre la salud de la mujer no blanca, se detectó que, en los 40 hogares estudiados, el 70 % de las jefas de hogares respondió padecer de algunos problemas de salud como: enfermedades diarreicas, respiratorias, afecciones mentales, accidentes y relacionados con la nutrición.
Además, como reconoce la autora, el estado de salud diferente está asociado a sus estilos de vida y a la cultura de género que se van apropiando a lo largo de sus vidas. De las historias de vida de cuatro jefas de hogares, las enfermedades que padecen posiblemente se vinculan con su condición de jefa de familia y su precariedad económica (pobreza).
En la búsqueda realizada se encontró un libro21 donde se sistematizan los resultados de 45 estudios sobre las desigualdades por color de la piel en Cuba, realizados entre 2008 y 2018, periodo durante el cual se inicia y desarrolla un proceso de transformaciones socioeconómicas en el país. A la autora le sorprendió encontrar entre las brechas de desigualdades, que la categoría "salud y el bienestar" (clasificación de la autora), aparece en cinco de los 38 estudios que revisó, aunque no todos referidos específicamente a la mujer no blanca. Identificó dos tendencias importantes en el período que examinó: el estudio de las desigualdades por color de la piel en ámbitos como educación, salud, pobreza y vulnerabilidad, así como el análisis crítico del racismo y la discriminación como procesos articulados a esas desigualdades.
Los dos documentos nacionales que incluían en el título una de las palabras clave del tema fueron: el Censo de Población y Viviendas de 201222) y el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación (PNRDR).10) Sobre el vínculo salud y color de la piel, en la publicación relacionada con el Censo solo se mencionan la frecuencia de las discapacidades según sexo y color de las personas ciegas, donde destacan negros 5,4 % y mulatos (4,3 %), quienes también sobresalen entre los enfermos mentales crónicos y los que padecen insuficiencia renal crónica.
No obstante, los autores expresan que en general los resultados encontrados y expuestos en este estudio no muestran marcadas diferencias entre los distintos grupos según el color de su piel. En cuanto al PNRDR, también se incluyen las discapacidades como único aspecto relacionado con la salud; sin embargo, se amplían contenidos al vincular el racismo y la discriminación racial con la enseñanza y el empleo, entre otros.
En el segundo grupo (Tabla 3), se identificaron cinco publicaciones: dos artículos, un libro, una tesis doctoral y un documento oficial que, aunque no cumplían el requisito de las palabras clave en el título, pero sí en los apartados del texto y en su contenido se esbozaban aspectos sobre las condiciones de salud de la mujer no blanca. En todos se mostraron evidencias de la desventaja de la mujer no blanca ante el evento de salud que se estudiaba: la esperanza de vida;20 características de pacientes con VIH/Sida;23 los determinantes en las desigualdades sociales y de acceso en pacientes tuberculosos24 y las condiciones higiénicas en un barrio marginal.25
También se incluyó el documento Política sobre Etnicidad y Salud promovido por la OPS para todos los países de la región de Las Américas,26 que ajustado al contexto cubano transcribe una estrategia con varias actividades, en las que destacan:
Incorporar el color de la piel como variable en los documentos del sistema nacional de salud como elemento necesario para la cohesión social.
Revisar los documentos estadísticos de salud para incluir la variable, color de la piel.
Transversalizar la dimensión del color de la piel en los programas de salud.
Un elevado porcentaje de los autores de los artículos, libros, tesis y documentos revisados, reconocieron que el tema sobre la discriminación racial retoma fuerza al establecerse por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la Agenda 2030 que incluyó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).27 La primera meta del Objetivo 5 es poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo y por supuesto, una de esas formas es la discriminación racial. Como el resto de los países, en Cuba se suscribe la Agenda y los ODS, pero no es sino hasta mediados de los años noventa del siglo pasado que emerge intermitentemente el debate sobre la cuestión racial en Cuba.5
La relevancia de los resultados es obvia y permite reconocer hasta donde se ha reflexionado en el tema en la década escogida. Una coincidencia en los textos es el reconocimiento de la influencia de las condiciones de vida en los problemas de salud de la mujer no blanca, más que el color de piel, aunque fue notoria la disimilitud de los objetivos de los estudios y en algunas publicaciones estos problemas se analizaran tangencialmente. Sobre la población cubana, según los datos del censo 2012, el último realizado en el país, la distribución poblacional por colores de piel fue: 64,1 % de blancos; 26,6 % de mestizos (mulatos o pardos) y 9,3 % de negros. En la población negra hay más hombres que mujeres, en la blanca hay más mujeres que hombres y la población negra es más urbana y envejecida.28
No obstante, esta distribución de personas negras y mestizas, es a partir de la década de los 90, que aparece abundante producción científica sobre el color de la piel y las desigualdades, sin embargo, el vínculo color de piel y la situación de salud parece no estudiarse más hasta "la inclusión del dato del color de la piel en los certificados de defunción en el año 2003, lo que permitió por primera vez profundizar en las diferencias de mortalidad observadas en la población cubana".17
Si existieron dificultades para estudiar la población en general, desde esa visión era de esperar lo que ocurriría con la salud de la mujer no blanca, de ahí que en la revisión escasearan las publicaciones donde ciertamente se mostraran evidencias directas sobre el proceso salud-enfermedad de estas mujeres y casi siempre se relacionara con la influencia de sus condiciones de vida. Como se señaló en un texto: la población no blanca acumula mayor vulneración en términos de pobreza, se encuentra sobre-representada en el fracaso escolar y a nivel de las familias predominan las que tienen un tamaño superior al promedio nacional con jefatura femenina sin vínculo laboral. Sin dudas, estos aspectos se reflejan en la calidad de vida y en su duración.20
De otro lado, los textos sobre la mortalidad de la mujer no blanca ofrecieron evidencias más precisas para entender las diferencias con las mujeres blancas y las posiciones ventajosas que ocupaban, lo mismo que ocurría con la mortalidad de las menores de 1 año con ese color de piel. También se obtuvieron precisiones sobre el criterio de considerar el color de la piel como factor biológico desencadenante de enfermedad, al confirmarse la mayor influencia de la composición genética de las personas, unido a sus condiciones de vida.29
En casi todas las publicaciones revisadas donde se dedicaba espacio a la situación de salud de las mujeres negras y mestizas, se incluyeron sugerencias y recomendaciones relacionadas con sus condiciones de vida; con la fecundidad, el embarazo en la adolescencia y sobre mortalidad infantil; con las enfermedades y daños en general; con las políticas y programas de salud para modificar esas situaciones. Esto demuestra el compromiso de los autores para contribuir a la solución de los hallazgos de sus investigaciones.
Se reconoce la limitación del período de revisión, pues los estudios sobre la discriminación racial después de 1959 se iniciaron en Cuba a mediados de los 90 del pasado siglo, pero la intención era ofrecer información más actualizada.
Conclusiones
Este trabajo constituye una primera aproximación acerca de algunas evidencias sobre la situación de salud de la mujer cubana no blanca, al considerarla como integrante del grupo social que aún posee desventajas, a pesar de los esfuerzos de equidad social que promueve el sistema político en el país. Las evidencias que se hallaron, estimulan el diseño de investigaciones que contribuyan a un conocimiento más certero sobre los determinantes del nivel de salud de las mujeres cubanas no blancas, pues al parecer, este nivel de salud no depende del matiz más o menos oscuro de su piel, sino de sus condiciones sociales y económicas en cualquier etapa de su ciclo vital.