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EduSol

versión On-line ISSN 1729-8091

EduSol vol.21 no.77 Guantánamo oct.-dic. 2021  Epub 18-Oct-2021

 

Ensayo

María Luisa Dolz y Arango, pedagoga y activista social cubana de avanzada

María Luisa Dolz and Arango, pedagogue and social activist advance guard's Cuban

0000-0003-3082-3756José Antonio Cabrera Navarrete1  * 

1Universidad de la Isla de la Juventud “Jesús Montané Oropesa”. Cuba.

RESUMEN

En el ensayo se recogen aspectos destacados de la labor educativa y de activismo social de María Luisa Dolz y Arango, pedagoga y defensora de los derechos de la mujer. Se destaca su labor formadora, caracterizada por sus pioneros métodos de enseñanza sobre la educación de la mujer, de los niños y jóvenes en los centros correccionales, la inclusión de la Educación Física en el currículo docente por primera vez, entre otros, poniendo de manifiesto su fidelidad a los ideales pedagógicos de Félix Varela, José de la Luz y Caballero y otros cimeros exponentes de la educación en la isla.

Palabras-clave: Labor educativa; Educación de la mujer; Ideales pedagógicos; Activismo social

ABSTRACT

The essay includes highlights of the educational and social activism work of Maria Luisa Dolz y Arango, pedagogue and defender of women's rights. Her training work is highlighted, characterized by his pioneering teaching methods on the education of women, children and young people in correctional centers, the inclusion of Physical Education in the teaching curriculum for the first time, among others, highlighting her fidelity to the pedagogical ideals of Felix Varela, José de la Luz y Caballero and others leading exponents of education on the island.

Key words: Stint educative; Education of women; Pedagogical ideals; Social activism

Introducción

En la historia de Cuba el devenir de la pedagogía ocupa un lugar preponderante por su papel ligado a la conformación de la identidad nacional. En ese sentido se publica muy poco sobre el rol de la enseñanza elemental privada entre las últimas décadas del siglo XIX y 1958. En cambio, no pocos ejemplos sirven para fundamentar la importancia de esos planteles particulares en los diferentes niveles de la educación.

El colegio habanero Isabel La Católica, adquirido por María Luisa Dolz en 1879 y rebautizado a inicios del siglo XX con su nombre, es un ejemplo notable. La obra educativa novedosa y hasta contestataria para la época de su dueña, merece una valoración que desde las circunstancias actuales contribuya a rescatar su legado.

Contribuir a enriquecer, y profundizar en sus importantes aportes a la pedagogía cubana, a la educación inclusiva y al mejoramiento del ser humano a los cuales consagró toda su vida, y que permanecen incuestionablemente vigentes y pertinentes, a prueba del tiempo, se convierte en objetivo fundamental de este trabajo.

La impronta dejada por María Luisa Dolz y Arango en la historia de la pedagogía cubana lleva a reafirmar la necesidad de revisitar a la luz actual, al menos los elementos fundamentales de base que alimentaron su talento y su perseverancia. Sus raíces, afianzadas profundamente en la historia patria y en la ética de quienes le antecedieron, formaron su ideario pedagógico y moldearon su labor de educadora social.

Su obra muestra una visión de transversalización de género pionera para su época. Desde diferentes tribunas la defendió con todas sus fuerzas, tanto en su papel de pedagoga como en el de activista en defensa de la lucha incansable que libraba la mujer cubana por su inserción en los procesos que tenían lugar en el seno de aquella sociedad dominada por patrones de conducta sexistas y discriminatorios característicos de la sociedad.

Sin embargo su obra mayormente dispersa en periódicos, revistas, archivos y otros documentos, y en unos pocos textos cortos compilados en folletos de la época, no se ha divulgado lo suficiente. En criterio del autor, una deuda con lo mejor de la historia de la pedagogía en nuestra Patria, que salvo excepciones, no se ha saldado acertadamente. Entre ellas Fernando Portuondo, Alfredo Miguel Aguayo y unas pocas tesis de doctorado defendidas en la Universidad de La Habana.

La intermitencia constatada en la divulgación de su obra muestra la necesidad impostergable de superar tal situación. Ello contribuirá sin dudas a enriquecer la historia de la educación cubana. Además, sería un merecido homenaje a la cubana que (Planas 1924, p.122) “En todas partes triunfó. En todas partes habló de Cuba, atrayendo elogios y simpatías para nuestro país y cosechando después en su colegio los frutos que procedían de aquellas semillas que con tanto fervor y entusiasmo había sembrado.”

Desarrollo

Acercamiento a una mujer y a su tiempo

Nacida en La Habana el día 4 de octubre de 1854, María Luisa Dolz y Arango fue la quinta de nueve hermanos que crecieron en un ambiente familiar de cuna acomodada y de fuertes lazos religiosos católicos, pero sin vínculos con la política colonial española.

Sus estudios elementales fueron complementados en el hogar con la asistencia de profesores particulares de literatura, ciencias, música e idiomas inglés, francés y alemán. Para entonces corría el año de 1872 y ya se había revelado su vocación magisterial en las clases impartidas a sus hermanos y hermanas menores en el recinto familiar.

Poco después, en el año 1876 la joven de 22 años alcanzó el título de maestra de Enseñanza Elemental o primaria, y al año siguiente el de maestra de Instrucción Primaria Superior, comenzando su labor docente en el colegio Nuestra Sra. de la Piedad al tiempo que impartía clases particulares a varias familias de su entorno social.

Fueron los albores de una larga y fructífera obra pedagógica y social, sin descuidar su propia superación educacional y profesional. En esta etapa hace el Bachillerato, se licencia en Ciencias naturales, y al terminar la dominación colonial hace el doctorado en esa materia y se convierte en una de las primeras mujeres graduadas de Ciencias Pedagógicas.

En poco tiempo su institución se convirtió en el primer plantel de segunda enseñanza para mujeres instalado en el país, e incorporado desde 1885 al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Allí ejerció docencia y la dirección general hasta el 20 de diciembre de 1923 en que pasa a retiro.

Fue además de brillante pedagoga, impulsora de las aspiraciones femeninas. Un escenario en el que ya se sentía con fuerza creciente el empuje del sector femenino en lucha por sus derechos como ciudadanas de una república moderna y democrática al mejor estilo norteamericano, cuyos antecedentes se remontan al último cuarto del siglo XIX.

Al mismo tiempo crecía y se consolidaba la presencia femenina en la música, las letras, el periodismo, la pedagogía y otros frentes sociales y culturales, estremecidos con nuevas y pujantes ideas, contando con el apoyo de hombres de la talla de Carlos Loveira, Miguel de Carrión, Enrique José Varona y otros muchos cubanos dignos y respetuosos.

Por entonces Cuba era ya escenario de un proceso (López Civeira, 2008, p.31) en el cual “…la cultura cubana, con el importante aporte de los nuevos intelectuales, asumía la necesidad del cambio, de la transformación de la sociedad desde una perspectiva nacional y popular.”

Protagonista y guía de muchas de las reivindicaciones reclamadas por las mujeres, María Luisa Dolz y Arango puso su talento y capacidades profesionales al servicio de la lucha por la igualdad de la mujer, en la cual sus indudables y numerosos aportes a las ciencias educativas tuvieron también protagonismo. Fue sin dudas una mujer excepcional dentro de su clase social y entre la intelectualidad cubana, convirtiéndose en una de las más radicales líderes del movimiento feminista y sufragista cubano.

El Club Femenino de Cuba, el Primer Congreso Nacional de Mujeres, el Primer Congreso Pedagógico Cubano entre otros le sirvieron de podio para apoyar y aplaudir las iniciativas surgidas al calor de las discusiones en pos de los avances para la mujer en el plano social, tales como el derecho al voto, el enfrentamiento a las drogas y la prostitución, elementos que figuraban entre sus planes de educación popular.

La pedagoga que se adelantó a su tiempo.

En el Censo de 1899 (Sanger 1900, p.472) se constató la existencia de 2708 maestros de los cuales 1502 eran mujeres (55,46%) datos que demuestran la preponderancia femenina en la educación de singular importancia para el desarrollo estratégico de cualquier país.

Una de aquellas maestras era María Luisa Dolz y Arango, digna representante del pensamiento intelectual cubano, entendido como

... aquel que se plantea e intenta darle respuestas a las problemáticas de la sociedad cubana históricamente establecidas... (...)...lo que caracteriza al Pensamiento Cubano es la unión de lo más actual del pensamiento universal - para cada época - con las urgencias autóctonas surgidas y resurgidas a partir de nuestra realidad (…) fue desde el inicio un pensamiento electivo. (Torres-Cuevas 2006, p.416)

La maestra se caracterizó por ser incansable y creadora; proactiva, diríase en un término actual. Abriéndose paso entre esquemas y limitaciones educativas, integra el grupo de representantes de la pedagogía cubana que aboga por soluciones cubanas a los problemas teórico-prácticos de la enseñanza desde los niveles elementales.

Si bien algunos autores e investigadores señalan en su pedagogía la presencia de principios pedagógicos de Lancaster y Pestalozzi, así como la incorporación de experiencias norteamericanas y europeas en sus concepciones institucionales y curriculares, es digno de reconocer que creó su propio estilo y una metodología propios, de destacada connotación nacionalista. Desde la asimilación de rasgos procedentes de culturas diferentes, fue capaz de sostener en su obra formadora la defensa de los intereses nacionales en una escuela pedagógica cubana, apegada a la idiosincrasia, a la identidad y a la defensa de la cubanía.

Fue pionera en integrar a los planes de estudio en su colegio, elementos fundamentales para la formación integral de niños y jóvenes, tales como la unificación de los planes de enseñanza de las diferentes disciplinas, las excursiones escolares, el dibujo, las manualidades, la gimnasia, la Educación Física, el disfrute del entorno natural y contribuir a su cuidado, y otras prácticas pedagógicas novedosas y hasta retadoras.

En base a tales principios conformó el perfil de su escuela; fue la primera en vincular en el claustro de su colegio a hombres y mujeres en la impartición de una amplia gama de asignaturas y disciplinas que significaron una revolución en la educación cubana de la época, al incluir en su planta docente a destacadas personalidades del arte y la cultura.

En los salones y aulas de su colegio figuran destacadas mujeres como Mercedes Matamoros y del Valle, maestra, poetisa y escritora; Adriana Bellini, reconocida en el mundo literario y artístico; Carmen Casal; Pilar Romero; Esther Fernández y María Dolores Guerra, esta última formada bajo su tutela y que quedaría al frente del plantel a su retiro.

Junto a ellas, hombres de la talla de Enrique José Varona, Carlos de la Torre, Rafael Montoro, Lincoln de Zayas, Ramón Meza, Alfredo Miguel Aguayo, Salvador Salazar, entre otros, que prestigiaron de tal modo a la institución, que pronto se convirtió en referencia de innovaciones y cuna de las ideas más avanzadas del mundo en la esfera de la enseñanza, contribuyendo a facilitar el ingreso posterior de la mujer a los estudios universitarios.

En su ideario pedagógico destacan dos ideas básicas; su confianza en la perfección del ser humano en todos los aspectos, por lo que en sus institución estaba terminantemente prohibido el castigo corporal como método para corregir indisciplinas y conductas inadecuadas de los alumnos. Con referencia a la segunda, abogó por incluir, y de hecho lo demostró en su colegio, la necesidad de impartir clases de Educación Física como parte del programa educativo a distintos niveles de enseñanza. Para ella constituía un elemento básico en el fortalecimiento de la formación integral imprescindible para la preparación para la vida.

En concordancia con estos avanzados criterios educativos, su escuela estuvo dotada de materiales auxiliares innovadores para su momento. Al mismo tiempo fomentaba excursiones al campo, colecciones de objetos y animales como muestras para uso de la Geografía, Historia, Biología, Astronomía, Física. En muchos casos adquiridos con sus propios recursos personales, otros donados y traídos de sus constantes viajes de trabajo al exterior, puestos al servicio de la mejor educación en las condiciones existentes por entonces en la isla.

Seguidora de las ideas de Luz y Caballero, consideraba la prédica del ejemplo como columna vertebral de cualquier sistema educativo-formativo, resaltando la importancia de un clima de amenidad, respeto y de dialogo armónico entre maestros y discípulos, como imprescindible para el buen desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje. Reafirmación de este criterio fueron sus palabras en el discurso que pronunciara al celebrarse el 25 aniversario de su colegio.

En dicha oportunidad afirmó, en clara alusión al ideario pedagógico del ilustre maestro José de la Luz y Caballero: “el método es la vida, la garantía de la enseñanza (...) dese vida y alegría al aula y casi puede asegurarse el éxito” (Revista de Educación Cubana 2009, p. 32). Esta idea constituye un eje transversal de su teoría educativa y es fundamento de su teoría del aprendizaje, su aporte más significativo a las ciencias pedagógicas cubanas.

Puede afirmarse que en su ideario pedagógico late también el pensamiento de otro criollo ilustre; José Antonio Saco y López Cisneros, cuya contribución a la conformación de la nación cubana es imposible negar. Baste su criterio de que “Si nuestros colegios han de ser el plantel donde se forme la juventud, es menester organizarlos conforme a nuestras necesidades (…) Largo ha sido el divorcio entre las ideas y los hechos, entre la teoría y la práctica.”(Saco, 1858, p.3) abrazado por María Luisa Dolz en toda su dimensión y con un hondo valor humanista.

Atendiendo a las características de su quehacer docente de claros fines inclusivos, puede confirmarse su carácter de educadora social. Fomenta compromiso y defiende la masividad de la instrucción pública y su metodología. Al analizarlos a la luz de la contemporaneidad, puede apreciarse la coincidencia con los reconocidos “cuatro pilares” fundamentales del proceso educativo; aprender a conocer, a hacer, a ser y a convivir.

Sus vastos conocimientos pedagógicos, su sed permanente de ampliar y perfeccionar su obra educativa, la llevaron a estudiar la obra de grandes hombres de ciencia, con algunos de los cuales coincidía en sus argumentos sobre la vida y la educación, y a otros los confrontó abiertamente desde sus propias experiencias y estudios.

Darwin, Spencer, Kant y otros reconocidos intelectuales se cuentan entre sus referentes teórico-filosóficos. Sus viajes y participación en diferentes congresos de educación le sirvieron de fuente nutriente. Así forjó un legado educativo que anticipó en Cuba la aplicación de lo que hoy se conoce como educación integral.

A la vez, abrió pautas para la educación de la mujer cubana con la introducción de prácticas pedagógicas y disciplinas que no eran habituales en las escuelas para niñas. Muy pocos poseían en Cuba, como ella, información tan abundante y actualizada sobre todos los aspectos de la cultura concernientes a los problemas de la educación.

… lucha en pro de la educación de la mujer, fue la primera en Cuba, que trató la delincuencia infantil (…) precursora del movimiento pedagógico en nuestra patria, su pedagogía es de tipo social (...) Rompe con todo lo que signifique rutina, de acuerdo con la concepción de la educación activa desea que el niño busque, investigue, que exponga su palabra, quiere que el educando piense, y juzgue propugnando de esta forma, la autoeducación. (Sola, 1950, pp. 18-20)

Por razones de su labor visitó Estados Unidos y Europa, fue testigo presencial de los avances de la ciencia y de la técnica en las exposiciones internacionales de Chicago en 1893; París en 1900 y Lieja, Bélgica en 1905. En esa última ocasión, fungió como única participante cubana en el Congreso Internacional sobre la enseñanza de la Educación Física.

Con posterioridad visitó varias instituciones en Alemania. Su triste experiencia cubana del reclusorio para menores femeninas de Guanajay, en la entonces provincia de Pinar del Río, le llevó a recorrer una Escuela Reformatoria alemana. Allí constató cómo se estudiaba los antecedentes de los niños y jóvenes y se reeducaban a partir del aprendizaje de oficios, la práctica de deportes y actividades cívicas. Pudo comprobar la eficacia y la importancia de la atención individualizada brindada por familias sustitutas que les daban el calor humano del que posiblemente habían carecido en las suyas propias.

De regreso, en París visitó varias escuelas correccionales y católicas, y en los Estados Unidos visitó instituciones públicas y privadas, donde se nutrió de las más novedosas prácticas pedagógicas aplicadas en aquellos países. De ellos dio cuenta en sus intervenciones como Delegada al I Congreso Pedagógico de La Habana en mayo de 1913.

Simultáneamente con su labor investigativa y educativa, la experiencia y el prestigio ganado en largos años de ejercicio del magisterio, le valieron a María Luisa Dolz ser miembro pleno de sociedades pedagógicas e intelectuales en Cuba y en otras de renombre internacional. Fue presidenta del Tribunal para Oposiciones a Cátedras de la Escuela Normal de Maestras en La Habana y Miembro corresponsal en Cuba de la Liga de Escuelas de Bruselas.

Vale destacar algunos de sus postulados fundamentales, denominados por ella como pilares de la educación en Cuba, que por su trascendencia le sobrevivieron. En ellos María Luisa Dolz resalta la necesidad de una reforma radical de la educación por la importancia de ese sector para el futuro del país, que la educación quedara en manos de personal competente, adecuadamente preparado y entrenado para llevar el conocimiento a las aulas, desechando favoritismos e influencias proliferantes. De igual manera se pronunció por el respeto al trabajo de los maestros, incluyendo el salario, precario e intermitente.

Reflexiones sobre la obra de María Luisa Dolz y sus aportes a la pedagogía.

En 1923, tras más de medio siglo de duro bregar en las aulas y los salones académicos se acoge al retiro. Contaba entonces 59 años de edad. Y, celosa de la continuidad de su obra, deja al frente del colegio a su ex discípula María Dolores Guerra. Un año después sus alumnas le rinden homenaje en la sede de la Academia de Ciencias. Allí habló por última vez en público, dejando para la historia estas palabras; Pienso que si el cielo me ha otorgado un cerebro que alberga alguna idea, una voluntad que supo encauzarla e impulsarla, y una energía que venció las barreras del camino, esos dones no han sido para mi orgullo ni para mi envanecimiento, sino para que los devolviera en beneficios a la sociedad en que convivo. (Dolz, 1924)

La salud quebrantada por tantos años de ejercicio y de resistencia a limitaciones mentales y burocráticas, finalmente cedió ante la muerte inevitable, pero dignamente asumida por esta singular maestra, investigadora y combatiente social, el día 27 de mayo de 1928, con 73 años, en su ciudad natal de La Habana. Como acto de última voluntad, su tumba en el Cementerio de Colón exhibe el epitafio que dictara personalmente a sus familiares. Sencillo como ella misma, inmenso en el alcance de las palabras como su obra; María Luisa Dolz educadora cubana.

Todavía hoy, sin que nos demos cuenta, su magisterio contribuye a orientar a maestros, dirigentes políticos y de masas, artistas, trabajadores y comunicadores sociales. Cada cual desde sus responsabilidades y funciones al servicio de la construcción de la nueva sociedad, con el prisma de la inclusión y de la equidad como condiciones indispensables.

A la luz de nuestra realidad, los códigos de su pedagogía y de su activismo por la igualdad de la mujer; precursores de la lucha por la inclusión y la equidad de género en su tiempo, adquieren singular actualidad en momentos en que la formación de nuestros estudiantes va más allá de la instrucción para convertirse en principios y convicciones estrechamente vinculados a la preparación profesional que reciben en la institución escolar cubana.

Conclusiones

La obra magisterial de María Luisa Dolz y Arango se sustenta sobre lo más avanzado de las concepciones pedagógicas relacionadas con una educación participativa, cuyo objetivo primordial fue el mejoramiento continuo de la conducta de los individuos y el desarrollo de unas relaciones interpersonales basadas en la igualdad y el respeto como valores universales. Para su desarrollo procuró y aplicó sistemáticamente un amplio y adelantado sentido innovador ajustado al contexto cubano. Estas ideas alentaban en sus alumnas el sentido de la justicia, y en consecuencia lo dejó plasmado en su obra escrita.

La labor educativa y de activismo social de María Luisa Dolz y Arango trasciende su época y llega a nosotros con toda la vigencia y la pertinencia de la batalla por el logro de una formación integral de las nuevas generaciones, en armonía entre los factores socio-históricos y el medio ambiente como escenario donde se reivindican los principios de defensa de la cubanía y la identidad nacional, y el patriotismo como elemento fundamental para entender y contribuir a transformar ese escenario desde la práctica educativa.

Referencias bibliográficas

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Recibido: 28 de Marzo de 2021; Aprobado: 10 de Junio de 2021

*Autor para la correspondencia: jacabrera@uij.edu.cu

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