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EduSol

versión On-line ISSN 1729-8091

EduSol vol.23 no.83 Guantánamo abr.-jun. 2023  Epub 03-Mayo-2023

 

Ensayo

La filosofía de la educación en Fidel Castro como tradición de pensamiento

0000-0001-6451-4981Pascual Valdés Rodríguez1  * 

1Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas

RESUMEN

El presente artículo es parte de un resultado científico de una investigación cualitativa de corte filosófico-educativa. Expone desde la óptica político-emancipadora y como tradición de pensamiento algunas ideas filosóficas educativas de Fidel Castro; se resalta el componente ético-moral de su pensamiento que orienta e impulsa los fines de la política educacional. Se recurrió a los métodos teóricos: histórico-lógico, ascenso de lo abstracto a lo concreto y sistematización; empíricos: revisión de documentos, análisis del discurso. Puede utilizarse como material de profundización en el proceso de enseñanza-aprendizaje en las carreras de perfil pedagógico de las universidades y la docencia de posgrado.

Palabras-clave: Educación; Filosofía de la educación; Pensamiento pedagógico; Pensamiento educativo

Introducción

En la actualidad educativa cubana, se hace muy pertinente la Filosofía de la Educación. De ahí la importancia del tema objeto de estudio, pues aporta reflexiones necesarias para la educación de las nuevas generaciones que aspira la sociedad.

Las ideas de Fidel Castro representan, en síntesis, el desarrollo de lo más progresista del pensamiento educativo latinoamericano de los siglos XIX y XX. Como afirmara la investigadora Padilla (2008), “…fue Fidel Castro un político sui géneris, que en su accionar vinculado al quehacer educativo cubano desarrolla una Filosofía de la Educación teóricamente argumentada” (p. 32).

El líder histórico de la Revolución tenía pleno conocimiento de la sociedad cubana, de sus problemas, contradicciones y potencialidades, por lo que pudo lograr una enriquecedora síntesis dialéctica entre la tradición democrática y popular de la escuela cubana, el legado martiano, lo mejor del pensamiento latinoamericano y muy en particular con el universal.

El pensamiento pedagógico de Fidel Castro, forjado en el quehacer teórico-práctico, nutrido de raíces históricas, hacedoras de la identidad cultural y nacional, es solo comprensible al ser abordado en la estructuración sistemática de sus componentes, económico, político, ideo-cultural y axiológico. Es oportuno señalar que, en la práctica revolucionaria, su pensamiento educativo trasciende la tradicional concepción de la educación como remedio a todos los males. Su atinada concepción acerca del hombre instruido y culto, como sujeto histórico capaz de llevar a cabo las transformaciones económicas, políticas y sociales, le otorga a la educación carácter de instrumento valioso para realizar el cambio necesario de las estructuras sociales injustas.

El artículo tiene como objetivo: exponer ideas filosóficas educativas de Fidel Castro desde la óptica político-emancipadora y como tradición de pensamiento. El estudio se desarrolló a partir de una combinación de métodos del nivel teórico y empírico para conocer con mayor riqueza el objeto de estudio. Métodos teóricos: histórico lógico, análisis y síntesis, inductivo-deductivo, ascenso de lo abstracto a lo concreto y sistematización; empíricos: análisis de documentos y análisis del discurso.

En el proceso de indagación, los autores realizaron una extensa búsqueda en las fuentes documentales como materiales imprescindibles para la recolección de datos. Entre ellas se destacan: libros y prensa periódica que recogen fundamentalmente, los discursos pronunciados por el Comandante en Jefe relacionados con la educación en su trayectoria de máximo líder de la Revolución Cubana. Asimismo, realizaron un análisis objetivo que permitió agruparlos en cada una de las dos etapas de la Revolución en el poder y clasificar en cada uno de esos discursos, las distintas facetas de su pensamiento filosófico-educativo y pedagógico.

Desarrollo

En el pensamiento filosófico educativo de Fidel Castro, se puede encontrar un conjunto de tesis, muchas de ellas ya anticipadas por el pensamiento precedente cubano y latinoamericano, las cuales el líder histórico fue incorporando sistemáticamente a su praxis como político. Esencialmente son, según expresara Padilla (2008), la educación como un derecho humano; la educación como instrumento para igualar a los hombres; la educación como vía para alcanzar la riqueza espiritual del ser humano; la educación como vía indispensable para lograr la perfectibilidad en el ser humano; la educación como medio de liberación humana.

El análisis crítico realizado por Fidel Castro en torno a la problemática del hombre cubano, las carencias educativas que lo tipificaban, la comprensión de las vías para su transformación; así como sus reflexiones acerca de las bases y significados formativos de la educación como modo de vida, la filosofía moral en el contexto educativo y vehículo de desenajenación, y la formación integral de los seres humanos expuestas tempranamente en La historia me absolverá, constituirían las bases para el programa político de la Revolución. Una vez alcanzada la victoria el 1 de enero de 1959, se comenzó a trabajar por una educación democrática y popular para el pueblo cubano.

Su pensamiento educativo cargado de una amplia concepción antropológica tiene como punto de partida el reconocimiento del carácter educable del hombre y la comprensión de las potencialidades educativas del pueblo. Solo, sobre las bases de estas ideas se podía emprender el nuevo proyecto social que requiere de hombres instruidos y con capacidad de acción.

Consciente de la necesidad de elevar el nivel de instrucción de la población para que se convirtiera en sujeto activo eficaz, no solo de la vida económica, sino también de la de vida político-social se dio inicio a la generalización de la educación que tuvo como soporte jurídico la Ley 561, cuya finalidad era ampliar el acceso a la educación.

Dada la precaria situación que tenía el sistema de educación en Cuba, en el Congreso Nacional de Maestros Rurales, celebrado en agosto de 1959, el Comandante en Jefe solicitó a los participantes el apoyo para crear diez mil aulas que duplicaría la cifra proyectada de cinco mil planteada por el Ministerio de Educación, los cuales aceptaron gustosamente de inmediato.

Se imponía así, la necesidad de acometer la construcción masiva de escuelas sobre todo rurales; se destaca la conversión de sesenta y nueve cuarteles de la tiranía en escuelas. Ya Fidel había planteado en Camagüey: “Así que esta ciudad militar la convertiremos en una escuela donde asistan cientos de niños, porque nuestros cuarteles están en el pueblo, ¡nuestra Revolución la defiende el pueblo!” (Castro, 1959: p.1) Se inauguraron nuevos centros escolares: el Campamento de Columbia convertido en Ciudad Escolar Libertad en La Habana, el Cuartel Moncada convertido en Ciudad Escolar 26 de Julio en Santiago de Cuba, el Regimiento Leoncio Vidal convertido en Ciudad Escolar Abel Santamaría en Santa Clara, por solo citar ejemplos.

Posteriormente, el 29 de agosto de 1960, en el acto de graduación de los primeros maestros voluntarios definió de forma diáfana la tarea primordial de la Revolución: “Lo fundamental que tiene que hacer una revolución es enseñar y educar. La tarea más importante de una revolución, y sin la cual no hay revolución, es la de hacer que el pueblo estudie (Castro, 1960: p.1).

Esta idea imponía una nueva racionalidad a la vida del pueblo cubano, quien, bajo el fervor revolucionario, asumía los nuevos retos de transformación de la sociedad que durante siglos había estado sometida a la ignorancia. En ese sentido, en la clausura del Primer Congreso Nacional de los Consejos Municipales de Educación en 1960, situó la importancia de la instrucción para el desarrollo espiritual del hombre partiendo del principio de que “siempre habrá dificultades cuando un ciudadano que no sepa leer y escribir” (Castro, 1960: p.1).

Para el insigne pensador el fundamento de la dignificación del hombre está en primer lugar en saber leer y escribir. Ésta afirmación encuentra su sustento, en el siguiente planteamiento: “... lo menos que debe saber un ser humano... es saber leer y escribir. Cuando una persona no sabe leer ni escribir está situada realmente, en la escala más inferior en que pueda situarse un ser humano” (Castro, 1961: p.1).

La relación Revolución y educación, expresión de su ideal político-educativo, se apoya en el humanismo práctico que tiene como base el proceso de enseñanza-aprendizaje para la superación constante del ser humano. En virtud de ello, a solo dos años del triunfo de la Revolución, se llevó a cabo la campaña de alfabetización en toda la isla. Esta epopeya permitió en menos de un año, la declaración de Cuba como territorio libre de analfabetismo, el 22 de diciembre de 1961.

Para Fidel, en tanto martiano y marxista, la formación del hombre no está deslindada de la praxis revolucionaria; por ello consideró decisiva la lucha por ampliar la educación como base de la dignidad humana e incluso de la dignidad nacional, aspecto expresado en la concepción que conjuga dialécticamente la relación revolución-educación, pues consideró que no puede haber una revolución sin una revolución en el campo de la educación.

Al valorar la realidad, cuando hablaba de educación, no hablaba de un hecho aislado, desconectado del resto de la realidad social e histórica, la veía como base de todo proceso renovador, como instrumento por medio del cual las nuevas generaciones reciben las habilidades, los conocimientos para capacitarlos y luego, desempeñarse como entes sociales, productivos y políticos.

En su concepción educativa se aprecia la significación que tiene el maestro para el nuevo contexto económico, político y cultural; por esto, y a lo largo de toda su vida, enfatizó en elevar el reconocimiento social de su labor: “...la Revolución le ha dado una importancia extraordinaria y especial a la formación de maestros y profesores…” (Castro, 1961, p. 19).

Consideraba la enseñanza como la labor más sublime que podría desempeñar cualquier persona en la nueva sociedad. “Por eso la Revolución eleva el papel del maestro, resalta la función del maestro” (Castro, 1961, p. 19). En tal sentido, su valoración se hacía más fecunda, no solo en su naturaleza humana, sino en su devenir práctico revolucionario: fortalecer las condiciones subjetivas del magisterio y fomentar la conciencia revolucionaria del maestro.

En el mismo discurso cuando declaró a Cuba territorio libre analfabetismo, convocó a mil quinientas muchachas brigadistas para cursar una Escuela Especial de Maestros en el centro “Héroes de Girón” de la capital. Allí recibirían instrucción general por la mañana y por la tarde teoría política. En las noches impartirían docencia en las escuelas para domésticas. Ese mismo día, anunció el plan masivo de becarios que posibilitó a cuarenta mil hijos de obreros y campesinos, brigadistas, integrar el primer contingente de becarios.

Del mismo modo, el dirigente cubano solicitó dos mil jóvenes brigadistas, de ambos sexos, con sexto grado vencido para incorporarse a un curso de formación de maestros primarios en la Sierra Maestra.

La primera etapa de formación de maestros con una nueva concepción comenzó a funcionar el 20 de enero de 1962. La esencia de esa nueva concepción, fidelista, se basaba en un maestro formado en los valores de la incondicionalidad con la Revolución y vinculado a la práctica profesional desde los primeros momentos, especialmente vinculado a la vida del pueblo. Fue enfático en formar una nueva generación de maestros, maestros revolucionarios, capaces de estar dispuestos a enseñar en cualquier parte del mundo donde un pueblo hermano los necesitase.

Elementos distintivos del pensamiento educativo de Fidel es lo referido a qué conocimiento llevar y cómo llevarlo al pueblo para potenciar las capacidades físicas y mentales del hombre. Desde muy temprano valoraba la necesidad de desarrollar una pedagogía científica, desterrar todo lo dogmático y escolástico heredado del pasado. A los maestros que llevarían la enseñanza a las montañas, coincidente esta idea con la martiana de regar maestros por valles y montañas, los estimulaba a “enseñar de una manera distinta, a enseñar a pensar, a desterrar todo lo que sea mecánico en la inteligencia para dar lugar a todo lo que sea desarrollo de la inteligencia”. (Castro, 1960: p. 2)

Para llevar el conocimiento al pueblo, se pusieron en práctica diferentes vías para generalizar la educación. Una de ellas fue la apertura de nuevos centros educacionales. En el mes de abril de 1959, en la isla comenzaron a funcionar ochocientos diecisiete centros de superación de adultos. Por esta vía y por iniciativa de Fidel, “en cada una de las granjas del pueblo, creadas a raíz de aplicarse la Primera Ley de Reforma Agraria, se estableció una escuela como parte del plan de apertura de las diez mil nuevas aulas y del plan de alfabetización urgente”. (Azel, 2019: p.105)

Otras de las vías para educar y llevar el conocimiento a las masas fue la instrucción del sector femenino. Como parte de los planes de educación y superación para la mujer, en enero de 1961 la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), por orientación expresa de Fidel Castro, organizó la Escuela de Instructoras Revolucionarias Conrado Benítez. Esta escuela fue una de las vías del desarrollo posterior que alcanzaron los planes de superación de la mujer.

Posteriormente, como parte de la extensión de la cultura a todo el país, se crearon las Escuelas de Instructores de Arte con un carácter nacional. Se llevaron a la capital los hijos de campesinos y obreros para convertirlos en instructores de música, danza, artes plásticas y teatro. Destacó siempre la necesidad de …llevar la oportunidad a todas esas inteligencias, vamos a crear las condiciones que permitan que todo talento artístico o literario o científico o de cualquier orden pueda desarrollarse (Castro, 1974: p. 34).

Como aspecto sustantivo de la concepción fidelista de llevar el conocimiento a todo el pueblo está lo referido a ampliar los conocimientos por diferentes modalidades de estudio, a lo que puntualizó: “Pensamos que lo correcto es que tengan oportunidad de realizar estudios superiores también los trabajadores, los técnicos medios, todos, pero no por el sistema regular de enseñanza universitaria, sino por cursos dirigidos”. (Castro, 1976: p. 2).

Su resuelta posición de poner la sabiduría al servicio del hombre, y al servicio de los pueblos en sentido general, no solo fue una idea nacida de la realidad imperante. fue además expresión superlativa de su humanismo práctico; en esta dirección estimó que “…los conocimientos técnicos deben ser patrimonio de toda la humanidad… que los que ha creado la inteligencia del hombre debe ser patrimonio de toda la humanidad” (Castro, 1969: p. 2).

A partir del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, se estableció como punto de partida del accionar educativo, las Tesis sobre Política Educacional, en las cuales se establecen la naturaleza, fin y los principios básicos de la educación cubana. La educación a partir de esos momentos se desarrolla sobre la base de la pedagogía socialista, marxista y leninista.

Singular importancia en el pensamiento educativo de Fidel, que constituye plataforma orientadora para las nuevas generaciones, es lo referido a la formación de valores. Esta concepción tiene como base, en primer lugar, el pensamiento más avanzado y progresista de América Latina a través de los siglos, y, en segundo lugar, la ideología marxista leninista. Sobre la base de estos elementos, el análisis crítico del sistema neocolonial en Cuba coadyuvó a la conformación de un sistema axiológico que tiene como pilares esenciales, la justicia social, la dignidad del hombre, antimperialismo, patriotismo, solidaridad, colectivismo, internacionalismo, entre otros.

A partir de los primeros años de la década de los noventas, caracterizados por los embates del período especial, y la crisis de valores, una vez más se destacó la concepción pedagógica del líder de la Revolución Cubana. Partiendo de su esencia martiana y marxista leninista, Fidel Castro resaltó la importancia de crear valores y sentimientos de solidaridad en el ser humano y el papel del educador en la sociedad cubana:

En sus discursos políticos y pedagógicos se encuentra una amplia concepción axiológica que representa no solo la continuidad histórica en cuanto a los valores a formar y transmitir al hombre concreto, sino sobre todo la pretensión respecto al devenir histórico de los pueblos americanos. De ahí que la política educacional desarrollada a partir del triunfo de la Revolución, se base en las concepciones y principios del ideario pedagógico martiano y en el profundo sentimiento de justicia social y respeto a la dignidad humana que caracterizaron desde sus orígenes a la Revolución cubana.

En la concepción axiológica de Fidel Castro es notable el lugar otorgado a la subjetividad humana, a la conciencia revolucionaria como factor de conducta en la construcción de la sociedad socialista. Su amplio espectro en la formación de valores como: justicia, libertad, patriotismo, independentismo, antiimperialismo, así como en valores humanos universales: respeto, dignidad, responsabilidad, honestidad, sencillez, incondicionalidad, solidaridad y otros, constituye cimiento en el proceso de formación de las nuevas generaciones. Consideró crear una ética, una conciencia, sentido del deber, disciplina, responsabilidad como rasgos característicos del sujeto de la nueva sociedad.

En muchos de sus discursos dejó claro el fin de la educación. Por esa razón, en la política educativa cubana, trazada en el I Congreso del PCC en el año 1975, quedaron plasmados los conceptos, principios, objetivos, lineamientos más generales sobre la formación integral de las nuevas generaciones, lo que implicaría, desde la teoría educativa, abordar todas las dimensiones del ser humano.

A tono con dicha esencia y gran sentido práctico-formativo sentenció: “El futuro desarrollo de nuestra educación tendrá una enorme connotación política, social y humana …la educación es el instrumento por excelencia en la búsqueda de la igualdad, el bienestar y la justicia social” (Castro, 2003a: pp. 19-30).

Estas ideas educativas encuentran sus raíces en la tradición filosófico-educativa latinoamericana de todos los tiempos, expresadas por pensadores como José Agustín Caballero, Simón Rodríguez, Andrés Bello, Simón Bolívar, Félix Varela, José de la Luz, Eugenio María de Hostos, Enrique José Varona, José Martí, José Medardo Vitier, Carlos Mariátegui, Paulo Freire, y quedan sintetizadas en la siguiente expresión:

Educar es todo, es sembrar valores, es desarrollar una ética, una actitud ante la vida. Educar es sembrar sentimientos. Educar es buscar todo lo bueno que pueda estar en el alma de un ser humano, cuyo desarrollo es una lucha de contrarios, tendencias instintivas al egoísmo y otras actitudes que han de ser contrarrestadas y solo pueden ser contrarrestadas por la conciencia (Castro, 2003b, p. 35).

El objetivo fundamental de la educación plasmado en la Ley de la Reforma Integral de la Enseñanza de 1959, sería señalado por Fidel años más tarde al referirse al pleno desarrollo del ser humano. Por tanto, era una educación emancipadora, liberadora, constructora de un hombre nuevo.

Conclusiones

El pensamiento filosófico educativo de Fidel Castro se caracteriza por los siguientes elementos: reconoce al hombre en su condición de ser educable; reconoce la educación como elemento formativo; resalta el papel del maestro y destaca cuáles deben ser sus cualidades; reconoce las potencialidades del hombre para conocer y la importancia del conocimiento; es exponente de una concepción axiológica sedimentada a partir de valores nacidos de la praxis transformadora; también abogó por la formación integral con capacidad de actuar y edificar la nueva sociedad, transformar el medio y a sí mismo.

La universalidad y la racionalidad de su contenido teórico encierran elementos de juicio que se erigen como plataforma teórica orientadora de la pedagogía, así como de las políticas educativas de la realidad cubana; además, responden a interrogantes que la complejidad de los tiempos actuales demanda contra las posiciones neoliberales. La orientación pedagógica subyace en su proyecto político dirigido a formar hombres de ciencia y con conciencia, hombres útiles a la patria y aptos para dar respuesta a las exigencias de los tiempos nuevos.

Sus ideas han sido conformadas como proceso reflexivo y autoconsciente de la realidad socio-histórica que abarca las diferentes aristas del hombre como individuo y como ente social; marcan el hilo conductor en la continuidad del pensamiento filosófico educativo latinoamericano, con manifiesto carácter de autenticidad y originalidad. Además, de constituir reflexiones en torno al hombre y su educación, fundamentadas en la realidad política, social y cultural de su tiempo. Por eso, le atribuyó gran valor a la escuela concebida como medio de socialización y espacio de formación espiritual del ser humano.

Referencias bibliográficas

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Recibido: 12 de Diciembre de 2022; Aprobado: 04 de Marzo de 2023

*Autor para la correspondencia:pascualvr@uclv.edu.cu

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