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EduSol

versión On-line ISSN 1729-8091

EduSol vol.23 no.84 Guantánamo jul.-set. 2023  Epub 10-Jul-2023

 

Artículo original

Reflexiones teóricas sobre la formación de actitudes ambientales en la primera infancia

0000-0002-0137-4114Rolvis Pérez Frómeta1  *  , 0000-0002-2646-8061Hector Márquez Lores1  , 0000-0002-1490-5084Jesús Piclín Minot1 

1Universidad de Guantánamo. Cuba.

RESUMEN

Las reflexiones teóricas para la formación de actitudes ambientales en la primera infancia que se ofrecen, pueden ser tenidas en cuenta por los docentes a la hora de desarrollar actividades a través de tres elementos fundamentales: la percepción ambiental, la sensibilidad ambiental y el comportamiento ambiental. El estudio propone herramientas de trabajo metodológico que son sugerentes en el intercambio con los niños, de modo tal que nutre de contenidos propicios para guiar y moldear las actitudes en las edades tempranas para su futuro comportamiento ambiental en la sociedad.

Palabras-clave: Actitudes Ambientales; Medio ambiente; Entorno circundante

Introducción

La educación ambiental favorece la formación de ciudadanos con condiciones óptimas de conducirse en los procesos ambientales con los que interactúa a través de comportamientos responsables ante el medio ambiente circundante.

Esta educación es considerada uno de los procesos más debatidos en el mundo contemporáneo, dada la necesidad de las sociedades actuales de lograr una cultura ambiental en su población que repercuta en modelos de desarrollo en concordancia con la preservación de lo natural. Es calificada como un proceso de carácter educativo, dirigido a formar actitudes, valores, modos de actuación y conductas a favor del medio ambiente, por lo que para lograr un enfoque medioambiental acorde con las tendencias actuales es necesario transformar las actitudes de la ciudadanía y adquirir nuevos conocimientos a partir de los ya existentes.

Por su parte la educación ambiental en la primera infancia tiene como fin, lograr el máximo desarrollo posible de cada niño, considerando este desarrollo como integral, que incluye lo intelectual, lo afectivo emocional, lo motriz, los valores, las actitudes, las formas de comportamiento y la formación de la personalidad (Delgado, 2014). Consiste, además, en diseñar y desarrollar recursos, escenarios, herramientas y metodologías pedagógicas que redunden en experiencias pedagógicas significativas para la infancia, con el objetivo de fortalecer desde las primeras edades competencias y habilidades que contribuyan al cuidado, la conservación, la protección y el aprovechamiento óptimo de los ecosistemas.

Tales planteamientos están estrechamente vinculados con los elementos que conforman las actitudes, término de la psicología social, que en su esencia se encarga de medir el grado de actuación de las personas de manera diferente ante situaciones similares y atraviesa por formarse en el individuo elementos cognitivos y afectivos que redundarán en el comportamiento.

El trabajo que se presenta, tiene como objetivo ofrecer reflexiones teóricas a los docentes que desempeñan su labor con niños de la primera infancia de modo que contribuya a la formación de actitudes ambientales, al reconocerse que aún persisten deficiencias que se convierten en necesidades que deben continuar tratándose, sin dejar de reconocer las diferentes aportaciones promovidas en estudios de esta naturaleza.

Dentro de las carencias más relevantes están las relacionadas con las limitaciones para vincular actividades en la primera infancia con el entorno circundante, aspecto al cual se le dio tratamiento a través de elementos vinculados con la percepción, la sensibilidad y el comportamiento ambiental en estas edades.

Desarrollo

La formación de actitudes ambientales en la primera infancia

La primera infancia es considerada una etapa esencial para el desarrollo y la formación de la personalidad del individuo, es al mismo tiempo una de las más importantes en cuanto a lo que la educación se refiere. Por tanto, formar en los niños de estas edades actitudes ambientales que propicien la adquisición de buenos hábitos ambientales lo situará en condiciones de poder realizarlos de manera espontánea desde el inicio de la vida.

La infancia es un período de aprendizaje para el niño donde van a adquirir las capacidades básicas para poder interactuar con el mundo en el que se desenvuelve lo que supone una serie de cambios cada vez más complejos en las áreas principales del desarrollo de los pequeños y que conlleva la adquisición progresiva de habilidades.

En estas edades es donde el pequeño aprende la mayoría de las destrezas que necesitará para la vida ya que la mayoría de la inteligencia se forma antes de estos siete primeros años (Ruiz, 2019).

De tal forma los niños que crecen en un ambiente adecuado y adquieren actitudes ambientales positivas pueden nutrirse de valores sociales y culturales adecuados en función de la protección del medio ambiente, aportando y trasmitiendo esos mismos conocimientos a las futuras generaciones.

Significativas investigaciones a nivel internacional dirigidas a la formación de actitudes ambientales de los niños de la primera infancia, han servido como base para identificar los logros y las necesidades que aún se hacen necesarios seguir trabajando en este campo. A continuación, se presenta algunas de los hallazgos más relevantes:

Pérez (2020), promueve el aprovechamiento de todas las actitudes que los niños poseen en la temprana edad, para experimentar e implementar en ellos la educación ambiental y el correcto manejo de residuos sólidos urbanos con la aplicación de los diferentes talleres diseñados, una de las conclusiones a las que llega la autora es que se evidenció que los niños en todo momento presentaron actitudes de interés y disposición hacia las actividades realizadas.

Este aporte valida la importancia de formar actitudes ambientales desde edades tempranas en donde quizás un conocimiento así, sea permanente para toda la vida.

Flen-Bers (2001) en su trabajo investigó las actitudes de los maestros frente a la educación ambiental del preescolar encontró algunas limitaciones con respecto a las estrategias metodológicas para la enseñanza e implementación de la educación ambiental, por lo que propuso acciones para su tratamiento.

Mendoza (2020) considera la existencia de dificultades que tienen los docentes que atiende los niños en estas edades para establecer estrategias pedagógicas con las cuales puedan enseñar a niños y niñas la educación ambiental.

Rojas (2017) propuso el diseño de un programa de estrategias ambientales dirigido a los docentes para promover la educación ambiental en los niños y niñas, insistiendo en la necesidad de desarrollar estrategias didácticas, que le permitieran al niño, el desarrollo de valores fundamentales como: el amor, el respeto, la cooperación y la solidaridad hacia el ambiente.

La sistematización de estos estudios conduce a la consideración de que los niños de la primera infancia a los que se les inculcan actitudes ambientales positivas, favorece la formación de valores ambientales que los pondrá en condiciones de convertirse en ciudadanos comprometidos con el cuidado y la protección del medio ambiente.

Lo anterior se convierte en un antecedente fundamental en la medida que también es prioritario iniciar la formación de dichas actitudes desde una edad temprana, pues el niño es un ser que investiga por su cuenta alrededor de su entorno y hace sus primeros descubrimientos al percibir, identificar y reconocer las relaciones existentes entre las cosas, para posteriormente experimentar y asimilar toda la información que recibe, para ordenarla e incorporarla a su mente como nuevos aprendizajes que perdurarán hasta llegar a la escuela donde serán reforzados para luego ser puestos en práctica por él.

Para lograr esta formación el docente debe tener en cuenta también los componentes cognitivo, afectivo y conductual que conforman las actitudes.

De modo que reconozca que el componente cognitivo se basa en las percepciones, criterios e información que se tiene hacia un objeto. En tal sentido los objetos que no se conocen o de los que no se tiene información, no pueden generar actitudes, es decir para que exista una actitud, es necesario que exista también una representación cognoscitiva del objeto que genera las actitudes.

Este conocimiento debe estar marcado por una demanda creciente de información que tenga en cuenta las creencias, conceptos, ideas, valores, juicios, prejuicios, y otros hacia los diferentes objetos, que interrelacione al mismo tiempo los conocimientos con las experiencias vividas y permitan reconocer e interpretar la realidad presente, creándose convicciones sólidas y difíciles de cambiar.

Por su parte el componente afectivo es el conjunto de emociones, sentimientos e impresiones con relación al objeto, siendo congruente con lo cognitivo de la actitud, generándose a partir de las experiencias vividas y, sobre todo, en la relación con las personas que son o han sido significativas (padres, profesores, amigos, entre otros). La fuente de este componente se encuentra en la valoración que se hace de las personas, acontecimientos o situaciones.

Y en su caso el componente conductual se enmarca en la acción, la respuesta del individuo ante un objeto, la intención específica que se manifiesta ante o hacia un objeto. En fin, es el conjunto de actuaciones, o sea, la imagen que se muestra a los demás. Es lo único que se puede observar, aunque depende de los otros componentes.

En este sentido, la formación de actitudes ambientales en primera infancia implica un cambio en la labor docente, pues éste debe articularlo con la realidad ambiental que viven los niños, es decir contextualizar el saber en la búsqueda de soluciones a través de la reflexión y el análisis realizado por ellos mismos, lo cual implica buscar estrategias pedagógicas y didácticas que ayuden al análisis de problemas ambientales cotidianos.

Al decir de García, 2007 es esencial la relación de los niños con su entorno, ya que considera a este último como el ambiente que rodea al niño donde se dan condiciones o circunstancias propias de su desarrollo individual, las que se manifiestan en las actitudes de respeto, cuidado y conservación del medio ambiente.

El conocimiento del entorno favorece la formación de actitudes ambientales, es un resultado que connota la apropiación de los contenidos ambientales, como elemento esencial para el desarrollo integral de los niños. Esta aseveración implica la necesaria integración de la esfera cognitiva, afectiva y volitiva que deben caracterizarlos en los diversos contextos formativos, familiares, institucionales y comunitarios.

Al mismo tiempo los contenidos ambientales favorecen la formación de actitudes, sentimientos y cualidades de los niños sobre el medio ambiente, que aprendan a actuar con responsabilidad ante los fenómenos de la naturaleza inanimada, el mundo animal y vegetal, el trabajo en la naturaleza, el cuidado y protección del medio ambiente, el cuidado de las plantas, su cultivo, la importancia para la alimentación, cómo proteger y preservar la naturaleza, respetar el trabajo de las personas, mantener el cuidado de los animales, entre otros.

La formación de actitudes ambientales permite la relación del niño con el medio ambiente, para que estos a su vez sean capaces de mitigar los problemas ambientales del entorno familiar, institucional y comunitario.

Las vivencias y representaciones de los niños sobre la naturaleza, amplían las percepciones ambientales y contribuyen a la sensibilidad de estos ante tales fenómenos moldeándoles de esta forma su comportamiento ambiental. Se favorece el desarrollo y el bienestar del entorno que les rodea, pues en la medida que conozcan los contenidos ambientales, se apropian de ellos y se interiorizan como necesidad de sus modos de actuación.

La actitud ambiental hacia el cuidado, conservación y protección del medio ambiente en los niños de la primera infancia, se favorece cuando las actividades se desarrollan en un ambiente lúdico, apoyada de medios de enseñanza, esencialmente, de utilización directa, se destacan los medios didácticos, juguetes, dioramas, maquetas, fotografías, láminas, mapas, carteles, ilustraciones, pinturas y los medios audiovisuales, televisión, vídeo, cine, computación que les permiten asumir conductas ambientales responsables.

Los niños en estas edades alcanzan un desarrollo intelectual intenso, por lo que es preciso modificar su manera de pensar y actuar para desarrollar una actitud ambiental responsable y participativa, que conduzca a un desarrollo sostenible y mejora de la calidad de vida. Esta actividad debe estar supeditada a la adquisición de nuevos conocimientos y representaciones sobre el entorno, el cuidado y protección del medio ambiente, los modos de intercambio con el mundo natural y social, vinculados a la necesidad por proteger a la naturaleza.

Al hablar de la interacción del niño y su medio, hay que tener presente además de esto, los elementos que forman parte de este espacio como las personas, los animales, plantas, cosas y objetos, un aspecto importante aquí son también las relaciones que se establecen entre estos elementos. Esta interacción permite en los niños la cooperación, la participación, y el afecto que demuestran al medio, sin olvidar que muchas veces el modo de interactuar o la forma como se expresan hacia la naturaleza, está condicionada por las costumbres o cultura social en la cual creció.

Todas estas variables inciden sobre la formación de actitudes del individuo y la forma como ellos se relacionan con el medio, todos estos elementos condicionan entonces la manera como los niños reaccionan o se expresan frente a su entorno y los seres vivos.

El niño es sumamente receptivo y observador. Es una etapa formativa clave para la enseñanza de buenos hábitos y es el mejor momento para empezar a transmitir conceptos y mensajes conservacionistas orientados a la participación activa, consciente y responsable en el individuo.

Desde temprana edad el niño establece contacto con la naturaleza, su manera de ir descubriendo el mundo es a través de su interacción con él, también explora y confirma su conocimiento sobre el medio a través de experiencias que le ayudan a que reconozca e identifique el mundo que le rodea.

Se debe entonces, posibilitar la interacción del niño con su entorno; jugar, explorar, descubrir, ensayar, compartir ideas y perspectivas con otras personas en situaciones cotidianas pues esta interacción entre los niños con la naturaleza y seres vivos que allí habitan se convierten en la forma en la cual reconocen el mundo y establecen relaciones de tal manera que logran ir transformando o construyendo un conocimiento más abstracto del mundo que los rodea.

Esta etapa es sin duda muy importante en la relación que manifiesta los niños con su entorno, ya que es precisamente en este momento en donde él comienza a construir su comprensión del mundo y a configurar relaciones afectivas a partir de experiencias sensoriales que finalmente direccionarán sus primeros hábitos para irse formando en su personalidad.

Como consecuencia de los procesos de asimilación y acomodación, forma nuevas estructuras y este proceso permite el desarrollo de su inteligencia, pero cabe resaltar que en este proceso de modificación de estructuras mentales de cada niño es pertinente articular la educación ambiental que es un proceso que se basa en la mediación entre la relación directa entre el ser humano y el ambiente para así lograr crear conciencia ante su realidad y medir las consecuencias de las acciones.

A manera de ejemplo y tomando como base para este lo planteado por Cuya Simeón (2019) el desarrollo afectivo, moral y cognoscitivo del niño puede obtenerse al observar su actitud para con los animales. En este sentido se reconoce que las actitudes que los niños manifiestan hacia los animales pueden ir estrechamente relacionadas al desarrollo moral del individuo, el cual influye en su desarrollo ambiental. En este caso el comportamiento que elige un niño para interactuar con un animal, es un comportamiento aprendido, es decir si los niños crecen en un ambiente hostil en el que observan comportamientos violentos o agresivos, es muy probable que el niño tienda a ser agresivo en un futuro.

De aquí que la formación ambiental juega un papel muy importante entre el desarrollo moral y el desarrollo intelectual del individuo, los niños aprenden de su cultura y de su propia experiencia. El desarrollo y la formación de actitudes ambientales son principalmente un proceso de socialización que se inicia con los padres en el hogar, siendo estos el primer modelo que tienen los niños para imitar.

Cómo formar actitudes ambientales en la primera infancia.

Debido a que la mejor manera en que los niños aprenden es a través de experiencias directas, la mejor vía para el aprendizaje sobre la naturaleza es estando inmerso en ella, es decir en el ambiente. Los docentes que trabajan con estas edades pueden enfocar su desempeño pedagógico ambiental hacia tres elementos fundamentales: la percepción ambiental, la sensibilidad ambiental y el comportamiento ambiental.

La percepción ambiental en los niños, establece una interdependencia entre la comprensión de la naturaleza y el medio ambiente creado por el hombre, resultante de la interacción de los aspectos biológicos, físicos, sociales, económicos y culturales, la adquisición de conocimientos, cualidades, comportamientos y habilidades prácticas para participar responsable y eficazmente en la prevención y solución de los problemas ambientales. (Pérez-Borroto, 2002)

De igual forma persigue la protección del medio ambiente, en pos de una conducta ambiental responsable sobre el entorno natural y social, para que sean capaces de: reconocer los problemas ambientales, la estimulación de las prácticas de la educación ambiental y el conocimiento del entorno sociocultural de la educación ambiental.

La sensibilidad ambiental es la expresión externa del mundo circundante en el niño, tiene un carácter involuntario, aparece y desaparece con facilidad, lo que denota su estado ambiental e inestable, pues la interpretación que tienen del mundo circundante, varía su actitud respecto a dicho mundo.

En estos comienzan a surgir sentimientos producidos por nuevas motivaciones y se perfilarán las causas que con anterioridad no tenían significado alguno para él, estas actividades se proyectan para que los niños sean capaces de: lograr la formación de sentimientos ambientales, de sentir autonomía e independencia por el ambiente, así como la construcción ambiental del entorno natural y social.

El comportamiento ambiental se manifiesta en las actuaciones del niño sobre el medio ambiente, estas pueden modificar o no la conducta, pero al mismo tiempo pueden prevenir y resolver problemas ambientales, participar activamente en la mejora y en la protección y cuidado ambiental, mediante un consumo responsable para aprovechar mejor los recursos naturales con la disminución de residuos producidos, persigue que los niños sean capaces de: lograr la autorregulación y autovaloración del comportamiento ambiental, la autoconciencia de la conducta ambiental y la capacidad de actuación ante la diversidad ambiental.

A partir de estos elementos el docente debe tener presente algunos aspectos que pueden ser interrogantes para los niños para las cuales debe lograr trasmitir mensajes claros. Se proponen los siguientes:

  • Considerar cuáles son los problemas ambientales qué afectan el entorno de la localidad en la que viven.

  • Conocer qué existe degradación de los suelos, producidas fundamentalmente por las explotaciones indiscriminadas de éstos

  • La existencia de contaminaciones de las industrias que dejan sus residuos sólidos impregnados en la tierra, por la falta de productos vegetales para fertilizarlas y de agua para el riego.

  • La deforestación es uno de los problemas ambientales existentes, que afecta esencialmente a los bosques, los campos y lugares montañosos, que ocurre por la constante tala de árboles para la construcción de muebles, casas y combustibles, por la falta de semillas para la siembra y el ciclo de remplazo de los que se cortan, así como la falta de lluvia para mantener la siembra balanceada.

  • La pérdida de la diversidad biológica es producida fundamentalmente por la destrucción de las especies, la disminución de las aves, producto de la caza y de la contaminación del ambiente, la disminución de los peces, por la pesca y la contaminación del mar, además de la existencia de especies de animales que se encuentran en peligro de extinción por la contaminación ambiental.

  • La contaminación de las aguas interiores y marinas, afectan el medio ambiente, y esta se produce por la presencia de focos contaminantes de las aguas terrestres, contaminaciones de las zonas costeras y marinas, por vertimiento de desechos y residuales agrícolas, industriales, urbanos y de embarcaciones sin un tratamiento conveniente.

  • El deterioro de los saneamientos en asentamientos poblacionales, es otro de los problemas que se manifiestan por las afectaciones de las redes de acueducto y alcantarillado, que en muchos casos producen filtraciones por roturas, y mantenimiento, la falta de áreas verdes y árboles en muchas zonas y lugares de la ciudad y el campo.

  • La situación de los medios de transporte que contaminan el medio ambiente producto del exceso de humo, los residuos de las fábricas, los incendios en los campos, la calidad y falta de agua de algunos lugares de residencias, los vertederos de basuras en zonas pobladas, la falta de sistematicidad en la recogida de basura, la crianza de animales de corral en condiciones no higiénicas y la presencia de vectores producto de la falta de higiene de algunos poblados, también están presentes como problemas ambientales.

  • Se precisa que los docentes deben aprovechar además las habilidades que el niño va desarrollando en esas edades y con ellas ir fomentando su progreso.

  • Son sugerentes el desarrollo de actividades relacionadas con:

  • La observación de los elementos naturales que componen los alrededores de la institución docente donde se desarrolla el proceso docente educativo a través de pequeños recorridos conducidos por el docente. Puede realizarse también a través de fotografías, videos, entre otros.

  • Explorar lugares llamativos por su belleza o curiosidades naturales para que los niños se inserten en ese ambiente y puedan con la ayuda del docente expresar sentimientos sobre lo allí vivido.

  • Describir fenómenos observados tanto en la institución docente como en la casa. Se sugiere el proceso de desarrollo de las flores, la ocurrencia de un fenómeno natural, la lluvia que cae, el sol que se pone, etc.

  • Diferenciar y clasificar los elementos de la naturaleza, diferenciar a los seres vivos de los no vivos, observar el desarrollo de las plantas en todas sus partes: raíz, tallo, hojas, flores y frutos.

  • Comparar y agrupar las plantas ornamentales, medicinales y alimenticias, así como a los animales en cuanto a la manera de trasladarse de un lugar a otro y por su aspecto exterior, a diferenciar las partes del cuerpo humano y sus funciones.

  • Diferenciar al hombre del resto de los seres vivos que habla y transforma la naturaleza según sus necesidades, intereses y motivos.

Con estos y otros elementos se debe lograr que los niños asuman comportamientos responsables ante el medio ambiente, a partir de haber logrado una adecuada percepción de los fenómenos que tienen lugar y una adecuada sensibilidad ambiental para solucionar los problemas que dañan a su entorno.

De esta manera se considera que el desarrollo de acciones para la formación de actitudes ambientales en la primera infancia es esencial para el desarrollo de la conducta humana toda vez que se convertirán en guías para su futuro comportamiento ante el medio ambiente.

Conclusiones

Las reflexiones teóricas ofrecidas constituyen una herramienta que sirve de guía a los docentes para promover actitudes ambientales en la primera infancia, momento decisivo en la vida de los individuos que permite moldear comportamientos futuros.

Los resultados en el tratamiento a la percepción, la sensibilidad y el comportamiento ambiental demuestran las posibilidades de formar actitudes ambientales desde las primeras edades, y la necesidad de que la misma se logre en estrecha armonía con la formación inicial en estas edades.

Referencias bibliográficas

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Recibido: 10 de Enero de 2023; Revisado: 21 de Febrero de 2023; Aprobado: 18 de Abril de 2023

*Autor para la correspondencia: rolvis720527@gmail.com

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.

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