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Revista Novedades en Población

versión On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.12 no.23 La Habana ene.-jun. 2016

 

ENSAYO

 

Una teoría de la experiencia real que es el pensar

 

A theory of the real experience that thinking is

 

 

Olivia Brey López*

Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), Universidad de La Habana

 

 

Recibido: 30 de septiembre de 2015
Aceptado: 19 de enero de 2016

 


RESUMEN

 

Este trabajo aborda la perspectiva hermenéutica como metodología cualitativa, aplicada a la ciencia demográfica.  A partir de ello muestra la importancia de una correcta interpretación, no en sentido abstracto, ni de modo ahistórico, sino teniendo en cuenta al hombre como sujeto real, en tanto ser que interpreta y está condicionado por su propio horizonte cultural. Ello implica un análisis de los principios y conceptos hermenéuticos, los cuales pueden devenir en la base conceptual que exige toda investigación.

 Palabras clave: comprensión, hermenéutica, interpretación. 


ABSTRACT

 This work addresses the hermeneutic perspective and qualitative methodology. From this point it shows the importance of proper interpretation, not in the abstract, or ahistorical sense, but considering the reader as a real subject, as a being that interprets and is conditioned by its own cultural horizon. This involves an analysis of the hermeneutical principles and concepts, which can become the conceptual basis required in any investigation.

 Keywords: comprehension, Hermeneutics, interpretation.


 

 

INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia el hombre se ha encontrado siempre frente al fenómeno de la interpretación; su necesidad por descifrar códigos y signos, así como las ansias de explicar lo comprendido han ido labrando de una forma u otra el camino de la hermenéutica.

El interés por el problema hermenéutico ha aumentado considerablemente. El hombre se encuentra ante un  mundo que presenta una situación social que exige de él un pensamiento rigurosamente crítico. Ello implica un conocer para interpretar y comprender correctamente. La propia hermenéutica contemporánea afirma que existir es también interpretar.

En la actualidad se tiende a pensar, equivocadamente, que comunicar, informar y pensar es lo mismo; de igual modo  recibimos sin miramientos el par en calidad de sinónimos: comprender e interpretar. Sin embargo, operar a la ligera dichas asociaciones, contribuye a enmascarar u ocultar la cuestión medular acerca del papel activo y transformador que por derecho propio tiene el sujeto de la comprensión, la cual a su vez funge como condición de toda interpretación.

De vital importancia resulta entonces, el uso correcto de una metodología cualitativa (sobre todo si de ciencias sociales se habla). En este sentido la hermenéutica puede considerarse como metodología cualitativa que acompañada de un amplio sistema categorial permite realizar una correcta comprensión del texto[1] o fenómeno en cuestión.

La hermenéutica es justamente la teoría filosófica que se ocupa del problema de la interpretación. Está integrada por una lógica de preguntas y respuestas que funciona como instrumento para la comprensión y la correcta interpretación de lo comprendido. Lo cual  no quiere decir que la hermenéutica sea el método que lleva a obtener resultados coincidentes en cuanto a comprensión de un texto. Más bien, se trata de un instrumento que posibilita  el conocimiento y el correcto manejo de los principios hermenéuticos. Los cuales hacen que la comprensión de un texto no sea resultado del azar.

Dicha perspectiva dota a una investigación de esa visión crítica que debe ser propia de toda ciencia que estudia un sujeto social. Con ello se refiere tanto a la psicología, la sociología, la filosofía como a la demografía.

 

La demografía desde una perspectiva cualitativa

La demografía se define como  la ciencia social que estudia "los determinantes y las consecuencias del tamaño y la estructura de la población" (Preston, citado en Rodríguez, 2012, p. 53). Se ocupa de tres variables fundamentalmente: la mortalidad, la fecundidad y las migraciones. A partir de ellas define los indicadores que actúan en la población modificando su composición. Por tanto la demografía estudia al ser humano considerado en la totalidad de los aspectos de su realidad, como miembro de una colectividad.

Ello implica que aun cuando esta ciencia hereda el prejuicio de suponer que solo es resultado de un análisis cuantitativo, sus estudios van más allá del conocido enfoque estadístico. Cada cifra deviene un análisis que muestra tanto factores sociales como geográficos y psicológicos.  Esto responde a la siguiente cuestión: el ser humano como individuo nace y se desarrolla en el seno de una sociedad ya constituida, dotada de valores transmitidos por generaciones que conforman una cultura; lengua, mito, religión, artes. De tal modo, no hay nada que una persona, en cuanto miembro vital de una cultura, reciba y capte en estado puro, sin una mediación ya establecida por la misma.

Una investigación demográfica exige no solo una metodología cuantitativa sino  también una estrategia más sensible a la realidad estudiada. Este acercamiento al contexto del sujeto y a las variables sociales que modifican su comportamiento no implica un análisis carente de rigurosidad y crítica. Se trata de una metodología que comprende al individuo, en tanto ser social, como miembro de un todo que por su complejidad requiere de un análisis que no solo brinde datos sino también que ubique en contexto dichos datos, a partir de un enfoque que exige conocer y comprender toda una serie de factores sociales desde los cuales el hombre se reproduce a sí mismo y a su vez establece su red de relación con el medio.

En virtud de esta idea la demografía, más allá de presentar números, describe, explica y predice causas y consecuencias de los cambios que ocurren en la población. Para ello necesita auxiliarse de un enfoque teórico que le proporcione las herramientas para una correcta interpretación de los hechos demográficos a los cuales está expuesta la población en determinado momento.

De acuerdo a este criterio se puede establecer que, si la demografía estudia las poblaciones humanas, estudia también al individuo y ello implica un análisis del  contexto en el que se desarrollan las actividades vinculadas a la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales.

La aplicación de una metodología cualitativa responde a la necesidad de las ciencias sociales de realizar una interpretación verídica que reconozca al individuo en su cultura, y posibilite dar a luz una investigación completa que no solo publique comportamientos sino también el por qué y el cómo de esos fenómenos.

Sobre todo si se tiene en cuenta y se valoran las condiciones sobre las cuales se desarrollan las poblaciones, donde "la situación demográfica actual en las regiones europeas está estrechamente vinculada con el funcionamiento de la individualidad (…). Las características demográficas encontradas en estas regiones son reflejo de un profundo cambio en las normas y actitudes de las sociedades y los individuos" (Rodríguez, 2012, p. 57).

Desde esta visión la hermenéutica como instrumento cualitativo es capaz de aclarar las condiciones por las que se realiza la interpretación y la comprensión de los fenómenos, así como las condiciones histórico-concretas desde las que el sujeto se apropia de la realidad y por tanto la comprende.

El tema hermenéutico goza de total vigencia en la actualidad. Principalmente porque analiza el discurso teniendo en cuenta al sujeto de la interpretación no solo como ente aislado sino también como elemento que modifica la propia comprensión.

La historia, la tradición y el lenguaje condicionan toda interpretación. De modo que el lenguaje, además de ser el medio por el que la historia y la tradición nos son dadas, está cargado de símbolos, signos y mensajes subliminales, razón por la cual un estudio debe abordar también el contexto desde el cual se produjo el sujeto en cuestión. Es en este sentido que la hermenéutica se convierte en el instrumento guía de la investigación.

Por tanto, a la hermenéutica se le comprende hoy como teoría filosófica general de la interpretación, que posibilita entender la realidad construida a través de discursos y actos dotados de significado. Ella existe como tradición histórica, por lo que puede ser entendida a través de una revisión general de su desarrollo.

En virtud de esta idea es posible definir su evolución manejando cinco grandes momentos: I) la hermenéutica de la Antigüedad o filológica, II) de la Edad Media o teológica, III) del Renacimiento a la Ilustración, IV) la hermenéutica romántica y hermenéutica historicista del siglo XIX, y V) la hermenéutica del siglo XX o filosófica.[2]

Durante la primera etapa (hermenéutica filológica de la antigüedad), aunque no se puede afirmar la existencia de una hermenéutica como se le concibe en la actualidad, el término hermeneutiké se halla ya en la obra de Platón y de Aristóteles fundamentalmente. Tanto para este último como para la tradición aristotélica posterior, referirá a las proposiciones enunciativas y a los principios de la expresión discursiva.

Con el tránsito de la Antigüedad al Medioevo y la posición jerárquica que pasó a ocupar el pensamiento religioso con respecto al resto de los modos de apropiación espiritual de la realidad, durante un extenso período de tiempo las técnicas y métodos hermenéuticos fueron subordinados a la interpretación de los textos sagrados (segunda etapa: hermenéutica teológica). A ello se debe un prejuicio que llega hasta hoy, cuando se piensa a esta disciplina exclusivamente dependiente de la interpretación de textos bíblicos.

La tercera etapa (hermenéutica del Renacimiento y la Ilustración) es resultado de las grandes transformaciones acontecidas entre el Renacimiento (con todo el movimiento filológico que marcó sus inicios) y la Ilustración. En este contexto de profundos cambios sociales, se desarrolló una hermenéutica que planteó alcanzar la universalidad con base en la ciencia y particularmente en la filología. Buscó construir sistemas de interpretación que pudieran aplicarse de modo general a cualquier documento escrito.

La cuarta de estas etapas (hermenéutica romántica y la hermenéutica historicista del siglo XIX) supone un factor novedoso en este recorrido hermenéutico, a saber, el aspecto emotivo de la interpretación. Como respuesta al período histórico que recién culminó, se planteó una universalidad hermenéutica que no se apoyaba en la razón, ni en los procedimientos científicos, sino en la conexión afectiva entre quien escribe y quien lee. Se tuvo la convicción de que las personas lograban comunicarse, debido a que el discurso humano estaba permanentemente cargado de afectos. "De modo que, la hermenéutica consistió en hacer florecer la plenitud de significados, en lugar de reducirla a enunciados unívocos con pretensiones de objetividad. Se renunció a la aspiración de localizar el sentido oculto de los textos, a encontrar su Verdad; para darle paso a la búsqueda de los sentidos del texto interpretado" (Pérez, 2014, p. 12).

De acuerdo a estos nuevos postulados, se entendió que los aspectos naturales externos al ser humano no lo determinaban sino el entorno psicológico, social y espiritual de su momento histórico. De este modo Friedrich Schleiermacher[3] planteó que la comprensión se ha logrado cuando se hace explícito el pensamiento original con el cual el texto interpretado fue generado; cuando se ha determinado cuál fue la intención del creador[4] (Ricoeur, 1981).

Tras este filósofo es que la hermenéutica comienza a adquirir pleno carácter filosófico, proyectándose como una teoría general de la interpretación y la comprensión. Se trató de interpretar qué había querido decir exactamente el autor en el texto específico analizado, a partir de considerar cada interpretación como finita y provisional. Sin embargo, se reconocieron a su vez los límites que enmarcan la tarea interpretativa, entre otras cuestiones marcados por las barreras que separan a un sujeto de otro.

Bajo estos estímulos subjetivistas y psicologistas de Schleiermacher se inició la última de las etapas (hermenéutica del siglo XX o filosófica[5]) mencionadas. No obstante, Wilhelm Dilthey[6] llevó este asunto de la hermenéutica vista como ciencia comprensiva y humana, más allá de pretensiones de objetividad científica. En este sentido planteó que la realidad requiere ser comprendida y entendió por comprensión aquel proceso que consiste en recrear y reconstruir la vivencia original, gracias a lo cual el intérprete llega a vivir desde dentro el mundo del sujeto interpretado.

Para Dilthey, la teoría de la interpretación se convirtió en un vínculo vital entre la filosofía y las disciplinas históricas. Amplió la idea de Schleiermacher sobre el texto, añadiendo que cada producto de la cultura (incluyendo registros no verbales) debe y puede ser entendido como un texto.

Con Martin Heidegger[7] la cuestión, además de epistemológica, es ontológica, de modo que el entendimiento no es solo una forma de conocer sino también de ser. Heidegger extendió y complejizó el objetivo de la hermenéutica desde textos individuales (y todas las demás entidades históricas), a un entendimiento (o conocimiento) del ser.

Martin Heidegger representó un punto de partida obligado para la hermenéutica gadameriana, considerablemente importante en la actualidad.[8] Sostiene Gadamer[9] en su libro Verdad y Método que la hermenéutica es "una teoría de la experiencia real que es el pensar" (Gadamer, 1993, p. 18). Este filósofo evitó abordar el problema en términos de lo objetivo y subjetivo, pues para él fueron en gran medida la misma cosa, ya que lo objetivo mediante reglas trata de eliminar los prejuicios y todas las distorsiones que van bajo el nombre de la subjetividad.

Con la reflexión de Heidegger y Gadamer se entiende claramente la realidad existencial del comprender hermenéutico y de la naturaleza lingüística del ser humano. Al Gadamer plantear la experiencia hermenéutica como una ontología, no se centra solo en el lenguaje. Sin embargo el lenguaje es el conductor eficaz que permite la experiencia de interpretación y comprensión del acontecer de la verdad.

La hermenéutica trata de ciencia y de verdad, dijo Gadamer. Pero no en el sentido clásico que implica analizar los fenómenos a partir de una estructura de pensamiento específica, que requiere de eventos que sean medibles.

Gadamer no pretende desarrollar un sistema de reglas, su intención es puramente filosófica: "mostrar lo que es común a toda manera de comprender" (Gadamer, 1993,  p. 13). Lo que se traduce kantianamente en la siguiente interrogante: ¿cuáles son las condiciones que hacen posible la comprensión?

Desde la comprensión de la existencia de los seres humanos como históricamente, Gadamer (1997) planteó que el drama más largo en el que "no podemos elegir no actuar, es la historia". Toda comprensión de la historia, es un efecto de la misma, puesto que los hombres pertenecen a ella y su peso se manifiesta en cada interpretación.

Por tanto el modo de comprender humano es típicamente interpretativo y realiza la comprensión constructiva que traduce de una realidad captada a la propia realidad comprendida. De allí que todo conocimiento es, a su vez, interpretación que implica el reconocimiento de la realidad que se comprende.

"La comprensión no es un comportamiento subjetivo respecto a un objeto dado" (Gadamer, 1993, pp. 13-14), sino que pertenece a la historia del propio ser que se comprende. Por tanto la comprensión y la interpretación no se construyen a partir de principios establecidos arbitrariamente porque son fenómenos que vienen acompañados de historia, prejuicios y tradiciones. Es la razón por la cual en un análisis hermenéutico el lector no puede apropiarse de manera acrítica de los conceptos del texto.

La tradición en hermenéutica va más allá del seguir transmitiendo lo transmitido. Se trata de una tradición que exige del lector un cuestionamiento que supone la apropiación de esa tradición.

 Por tanto en hermenéutica se habla de una conciencia histórica que implica un distanciamiento del presente frente a toda transmisión histórica. No se puede juzgar un texto desde los prejuicios del presente, ello supone una deshistorización que va contra todo análisis hermenéutico.

 Se trata de comprender el texto sin que ello implique una distorsión de los hechos en interés propio. Solo la superación de los prejuicios del lector puede generar una conexión histórica del conocedor (lector) y de lo conocido (texto).

"La  esencia del espíritu histórico no consiste en la restitución del pasado sino en la mediación del pensamiento con la vida actual" (Gadamer, 1977, p. 222). El autor crea su obra en un espacio y tiempo determinado, por tanto representa en ella un mundo que posee características específicas.

El texto reconoce así, una función e intención que ya está implícita en la propia obra. Por tanto no se trata de comprender la interpretación reflexiva que el autor dio a la obra en el momento de creación, y sí de comprender su intención inconsciente. Ello  implica que solo el intérprete y su posición ante el mundo del texto pueden establecer las fronteras de la interpretación.

Conceptos básicos para la comprensión de la  teoría hermenéutica

El sistema categorial hermenéutico está directamente influenciado por la filosofía. Aunque ambos saberes comparten tales conceptos, su significado varía de uno a otro.

En tal caso se encuentra el concepto de aplicación, que en sentido gadameriano sugiere que el intérprete proyecta, aplica y transfiere un lenguaje-mundo ya entendido en el texto, proceso que ocurre a su vez como proyección de sus prejuicios. Entender un texto siempre significa que el lector lo aplique a él mismo. La aplicación es tanto un elemento del entendimiento, como un momento de la comprensión. Una aplicación genuina no solo incrementa lo que conocemos, sino que además expande lo que podemos conocer.

El concepto de interpretación, por su parte, central en esta disciplina, concibe dos polos. De un lado está el texto que es continuo y él mismo idéntico tras el paso del tiempo, ya que las interpretaciones son necesariamente sobre el texto. Este será identificado como el polo de la corrección, por la posibilidad que brinda de saber por qué puede haber interpretaciones equivocadas.

Por otra parte, existe un polo discontinuo y él mismo diferente, debido a que el texto puede tener interpretaciones que no son exactamente duplicadas de él, pero que son genuinas. Se le llama por algunos teóricos el polo de la creatividad, dada la capacidad del texto de provocar numerosas interpretaciones. La integración de ambos polos da como resultado la posibilidad de un texto que tenga más de una interpretación correcta.

Interpretación y comprensión están estrechamente vinculadas, es en este sentido que Gadamer (1997), simpatizando con Heidegger, afirma que la comprensión no es uno de los modos de comportamiento del sujeto, sino el modo de ser del propio "estar ahí". Este fenómeno atraviesa todas las referencias humanas al mundo y encuentra validez propia dentro de la ciencia; sin embargo se resiste a cualquier intento de transformarlo en un método científico. Comprender lo que alguien dice es ponerse de acuerdo en la cosa.

No obstante a esto, el que quiere comprender no puede entregarse desde el principio al azar de sus propias opiniones previas e ignorar la opinión del texto (en su sentido amplio); el lector tiene que estar en principio dispuesto a dejarse decir algo por él. Hay que mostrarse receptivo y permitir que el texto pueda manifestarse en su alteridad, es decir, atender a las opiniones previas y prejuicios sobre él.

Siempre que el lector se  enfrenta a un texto, llega a él expectante, de ahí que Gadamer (1997) afirmó que la interpretación empieza siempre con determinados conceptos previos que deben ser sustituidos progresivamente, por otros más adecuados.

El que intenta comprender está expuesto a los errores de opiniones previas. En ello va la importancia que tiene para el intérprete,[10] antes de enfrentarse a un texto, replantearse estas opiniones a priori y examinarlas de acuerdo a su origen y validez. Lo que se dice de un texto, necesariamente no tiene que coincidir con las  opiniones y expectativas del lector.

Todo proceso de interpretación implica un acto de comprensión, así como de explicación de lo comprendido; es a la vez un momento de aplicación y por tanto de apropiación. Estas no son instancias fijas de la interpretación sino que funcionan como puntos de llegada a la vez que de partida en el círculo hermenéutico que sucede a través del lenguaje.

Principios esenciales para un análisis hermenéutico 

El círculo hermenéutico y el problema de los prejuicios

Generalmente se relaciona el comprender con un reconocimiento del lenguaje presentado en el texto, con lo cual el lector supone que está comprendiendo al serle familiar las palabras, las ideas y las posiciones del autor.

Sin embargo, comprender el texto no significa necesariamente compartir la opinión del autor. "No se pueden mantener las opiniones inamovibles cuando se comprende la opinión del otro…" (Gadamer, 1977, p. 335).

No obstante, ser capaz de recibir lo que el texto quiere decir, no significa ser neutral ante él. Una vez que el lector es consciente de sus prejuicios, su misión es contraponerlos a la verdad objetiva del texto. Ello genera la apropiación del texto por el lector en tanto este conoce, comprende y realiza su crítica. Esto quiere decir que el lector asumió hermenéuticamente la tradición.

Acorde con Gadamer debe haber un previo entendimiento del todo antes de cualquier examen de las partes, a lo cual llama prejuicios, es decir, un juicio que precede a la pregunta. La necesidad de tales prejuicios indica que el entendimiento es siempre posible.

El hombre no escapa a los prejuicios de su época, de su medio social. Para el individuo ellos son más que sus juicios en tanto constituyen la real historia de su ser. Cada interpretación está mediada por los prejuicios que marcan una época, de modo que la verdadera interpretación es aquella que ha logrado discriminar los falsos de los verdaderos.

Según Gadamer "son los prejuicios no percibidos los que con su dominio nos vuelven sordos hacia la cosa de que nos habla la tradición" (Gadamer, 1977, p. 336). La acción de comprender solo es posible en tanto se reconozcan los prejuicios.

Es por ello que entre los puntos fundamentales del problema hermenéutico se incluye el carácter prejuicioso de toda comprensión. Contrario al ideal de la Ilustración que arremete contra toda tradición, Gadamer advierte la necesidad de asumir la tradición como principio que marca profundamente la comprensión e interpretación de un texto. Según la perspectiva desde la cual se asuma la tradición y con ello los prejuicios de un texto dependerá la correcta  comprensión del mismo.

La interacción de esa tradición con el mundo del lector genera un círculo hermenéutico donde "el movimiento de la comprensión va constantemente del todo a la parte y de esta al todo" (Gadamer, 1977, p. 361). Es el proceso a través del cual se entabla la conexión entre la tradición y el intérprete.

De ahí que el lector entienda el texto sobre la base de sus propias expectativas en relación a sus experiencias con el tema. Por tanto el intérprete se enfrenta ante "un círculo de extrañeza y familiaridad" que presenta una tradición marcada por la distancia histórica y a su vez por la pertenencia.

Esa distancia que marca la interpretación con respecto a su intérprete genera la posibilidad de alcanzar el verdadero sentido de un texto. Cada época se entiende a sí misma en el texto interpretado superando a su vez al propio autor. Se encuentra desde esta perspectiva al tiempo como un elemento creador de sentido y no como obstáculo.

La fusión de horizontes y la historia efectual

Según Gadamer "horizonte es el ámbito de visión que abarca y encierra todo lo que es visible desde un determinado punto" (Gadamer, 1977, p. 372). Sostiene que existe un único horizonte en el  cual confluyen el pasado (autor) y el presente (lector).

Cuando en hermenéutica se habla de fusión de horizontes (aun cuando se trate de un único horizonte) se entiende por ello que el mundo del texto y el mundo del lector se unen en un momento de superación de particularidades que deja atrás la subordinación de uno en el otro.

El lector se encuentra profundamente influenciado por la cultura y la historia de su tiempo. De ahí que busque en la historia que el propio texto articula, la vía que lo une a su contexto histórico-social.

Es decir, no significa que el lector adquiera el horizonte del autor sino que encuentre conexión con esa tradición, que la reconozca y por tanto comprenda, lo cual da lugar a una fusión de horizontes, que implica un vínculo, un diálogo autor-lector.

El comprender las circunstancias y las estructuras del texto presupone el reconocimiento del orden presentado por el propio texto y por tanto garantiza la visión crítica del análisis. Se trata de comprender el texto en su concreción histórica.

Por tanto,  la conciencia histórica exige que se tenga en cuenta la historia de los efectos. Ello implica captar el hecho en el curso de la historia a partir del análisis de las consecuencias y efectos producidos  por el mismo.

"La historia efectual domina no solo lo producido por el curso de la historia sino también la moderna conciencia histórica" (Gadamer, 1993, p. 16).  Ello quiere decir que el texto viene acompañado de una serie de condiciones que no se restringen a una determinada situación histórica.

Lógica de pregunta – respuesta

Preguntar en hermenéutica sugiere una apertura que marca a su vez sus propios límites. Acercarse a un texto es reconstruir la pregunta de la cual él es respuesta. El propio texto en tanto es objeto de interpretación plantea una pregunta a su intérprete, lo que implica que el texto va más allá de la intención consciente del autor.

No se trata de realizar el análisis desde la opinión del autor. La intención es ir más allá de lo que el autor pensó. "La pregunta no se encuentra en el horizonte originario sino en el nuestro" (Gadamer, 1977, p. 452).

De esta manera el lector se convierte en interrogado y a su vez en interrogante. La pregunta que se hace el lector es la respuesta a la interrogante hecha por el propio texto.

Si el lector cuestiona el texto quiere decir que también lo interpreta. Las interrogantes del lector se presentan como respuesta a la gran interrogante que constituye el texto. El intérprete se enfrenta a una nueva información que debe decodificar: ¿qué me quiere decir el texto? ¿Cómo me es presentado el texto? Por tanto el hecho de que el lector responda con preguntas es símbolo de su iniciación como intérprete.

Preguntar acerca del cómo y el porqué del texto sugiere al lector la posibilidad no solo de asumir la realidad presentada sino también la necesidad de contraponerla a la suya propia. De ahí que desate en este intercambio una serie de interrogantes que generan a su vez otras. Todas ellas constituyen la esencia de la interpretación, pues el hecho de que el lector intente responder a las múltiples preguntas que sugiere el texto, significa que ha sido capaz de comprender e interpretar la verdad del mismo.

Por tanto, es la hermenéutica el puente que une al texto con el intérprete; y sus principios el enlace entre el presente y la historia contenida en el texto. No es tarea de la hermenéutica desarrollar un procedimiento de la compresión, sino iluminar las condiciones bajo las cuales se comprende.

Como puede apreciarse para la hermenéutica existen conceptos y principios  que están estrechamente interrelacionados entre sí. De manera tal que no es posible entender uno si no se le analiza en su debida relación con los demás. Se trata de un análisis que implica un proceso de interpretación, aplicación, comprensión y explicación.

De modo que el vínculo entre estos conceptos da paso a una correcta interpretación del texto, que implica necesariamente asumir hermenéuticamente su tradición. Ello quiere decir que tanto el horizonte del autor como del lector condicionan cada interpretación. Es en este sentido que resulta esencial el conocimiento y la comprensión del contexto cultural (en el amplio sentido de la palabra) desde el cual se produce y se interpreta.

Son los hechos y el impacto que estos causan los que marcan una época. Por tanto un texto que refleja una realidad exige de su lector el conocimiento de la misma. Razón por la cual un análisis desde la perspectiva hermenéutica implica también un estudio de la historia, la cultura y la tradición que de alguna manera siempre está presente en una investigación.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Gadamer, H. G. (1977, 1993, 1997). Verdad y Método. Salamanca, España: Editorial Sígueme. Cuarta Edición, 1977. Quinta Edición, 1993.

Papalini, V. (2007). Hermenéutica y comunicación: hacia una dialógica crítica. Revista Latinoamericana de ciencias de la comunicación (ALAIC), año 4, (6), 22-31.

Pérez, M. (2014). Hermenéutica de la comunicación y los equívocos del sujeto de las redes sociales (Tesis de maestría). Universidad de La Habana, Cuba.

Ricoeur, P. (1981). Hermeneutics and the human sciences: Essays on Language, Action and Interpretation. Capítulo I. París: Editorial Maison des sciences de l´homme.

Rodríguez, G. (2012). La metodología cualitativa en la demografía: una propuesta desde la fecundidad. Revista Brasileña para estudios de población, 29 (1), 53-65.

Zamora, J. (2001).  La cultura como industria de consumo. Su crítica en la Escuela de Frankfurt. Barcelona: Editorial Cristianisme y justicia.



* Licenciada en Filosofía Marxista Leninista. Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), Universidad de La Habana. olivia@cedem.uh.cu

[1] Es necesario enfatizar para el lector no familiarizado con estos saberes, que siempre que se hable de texto y lenguaje, se hace en el mismo sentido en el que la argentina Vanina Papalini (2007) anotó en su referido ensayo: "un texto será todo aquello a lo que pueda ser atribuido un sentido; y lenguaje todo lo que implique la objetivación de significado" (Papalini, 2007, p. 25).

 

[2] Las primeras cuatro etapas de la hermenéutica de acuerdo a esta delimitación, aparecen correctamente desplegadas en el ensayo Comunicar y comprender. Bases hermenéuticas de la comunicación visual (Zamora, 2001). En el presente trabajo solo se resaltan los aspectos claves en su desarrollo y evolución,  para posibilitar su comprensión en la actualidad y el correcto manejo del concepto.

[3] Destacado filósofo y teólogo alemán, reconocido como fundador de la teoría hermenéutica. Además es considerado uno de los máximos exponentes del romanticismo.

[4] Es decir, la intención del autor.

[5] En la cual podemos considerarnos aún, teniendo en cuenta que la hermenéutica se mueve dentro de los mismos cánones que los principales integrantes de esta etapa —como se verá— expusieron.

[6] Historiador y filósofo alemán que elaboró una teoría de la comprensión, a partir de la cual se capta la vida y cualquier manifestación vital del espíritu.

[7] Martin Heidegger (1889-1976). Filósofo alemán. Uno de los más influyentes en la filosofía del siglo XX.

[8] Todas las posturas hermenéuticas que se toman en este trabajo  son ampliamente gadamerianas.

[9] Hans- Georg Gadamer (1900-2002). Filósofo alemán, de gran influencia en la segunda mitad del siglo XX. Conocido como el impulsor de la filosofía hermenéutica contemporánea.

[10] Nótese que se habla del intérprete y no meramente del lector. El intérprete aunque es también el lector, está implicando además otras determinaciones propias de todo acto hermenéutico, como son: explicar, comprender, apropiarse.

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