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Revista Novedades en Población

versión On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.13 no.26 La Habana jul.-dic. 2017

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Migración juvenil y estrategias familiares. Estudio de casos en familias capitalinas de Plaza de la Revolución

 

Youth migration and family strategies. Case study in the Plaza de la Revolución municipality

 

 

María Ofelia Rodríguez Soriano*
Yerisel Díaz Varela**

 

 

Recibido: 10 de septiembre de 2017
Aceptado: 21 de octubre de 2017

 

 


RESUMEN

El artículo se aproxima a una temática de creciente importancia para la sociedad cubana: el fenómeno de la emigración juvenil y el rol de la familia en este proceso. Este fenómeno reviste especial importancia debido a los múltiples impactos negativos en diversas esferas de la sociedad cubana, del éxodo de jóvenes hacia el exterior, con los consiguientes costos para el desarrollo económico y social del país. El artículo se basa en un estudio de casos  que intentó explicar la articulación de la emigración de jóvenes capitalinos con las estrategias diseñadas e implementadas por sus familias –residentes en el Consejo Popular Plaza, localizado en el municipio capitalino del mismo nombre- para garantizar el cumplimiento de sus funciones esenciales, principalmente la económica. Como resultado de esta investigación, se constató el rol de la familia en relación con el proceso migratorio: aunque solo en pocos casos el grupo familiar en su totalidad participó en la toma de decisión de emigrar de esos jóvenes, sí se han articulado estrategias familiares de diversa índole a partir de la salida al exterior de aquellos.

Palabras clave: migración externa cubana, migración juvenil, jóvenes, familia, estrategias familiares.


ABSTRACT

The current article is a scientific approach to a very important theme for the Cuban society: the migration of young people and the role of the family in this process. The significance of this phenomenon is related with the negative impacts of Migration of young people to other countries, on the all spheres of Cuban Society, including the economic and social development. The article is based on the case study that tried to explain the links among the emigration of young persons and the strategies designed and developed by their families -which live in the locality known as “Consejo Popular Plaza” located in the municipality with the same name. As a result of this research, the role of the family related to the migratory process, were proved. Although only in few cases, the whole family took part in the decision of migrating of their young members, diverse familiar strategies have been developed after the migration act.

Keywords: Cuban international migration, youth migration, young people, family, family strategies.


 

 

A MODO DE INTRODUCCIÓN 

La migración de cubanos, en el contexto de las casi dos décadas transcurridas desde el comienzo del presente siglo, continúa insertada en el entramado del conflicto histórico existente entre el principal país receptor (Estados Unidos) y el emisor (Cuba), a la vez que refleja una coincidencia creciente con las principales tendencias migratorias regionales y globales que están posesionándose en la actualidad, caracterizadas por la constante aparición de nuevos destinos hacia los que se dirigen los cubanos ―a la vez que se ratifican los históricos―, los desplazamientos temporales y circulares, el rol de las redes ―sobre todo las familiares― y el transnacionalismo; así como la creciente presencia de jóvenes, mujeres y profesionales en los flujos principales; entre las más notables. (Aja yRodríguez, 2016).

Antonio Aja, en su libro Al cruzar las fronteras, señala que históricamente la emigración cubana ha tenido un carácter multicausal, determinado por factores económicos, políticos y la reunificación familiar[1] entre los fundamentales que han propiciado ese éxodo durante los últimos más de cincuenta años (Aja, 2009), aunque con el paso del tiempo los factores y motivaciones que inciden en la emigración de los cubanos se han diversificado de manera creciente.

Atendiendo a la combinación de factores y componentes a nivel macro, microsocial e individual que intervienen en el proceso migratorio, la migración es un fenómeno que se produce en permanente interrelación entre lo personal y lo social. Desde hace buen tiempo esta ha sido vista como un estilo de vida objetivado en los migrantes y sus familiares, un fenómeno que responde a la necesidad del hombre de desplazarse de un lugar a otro en busca de mejores condiciones de vida. Aunque como tendencia general suele interpretarse como resultado de una decisión individual, la toma de decisión de migrar es también en no pocos casos un proceso familiar/social, más que el fruto de una decisión unipersonal.  

La familia es considerada un aliado estratégico, una institución y grupo social irremplazable, que trabaja activamente por la sostenibilidad y el desarrollo de sus miembros y, por ende, del entramado social. Como componente del sistema social, mantiene múltiples interrelaciones con su entorno, el que determina muchas de sus características particulares dadas por los contextos culturales, sociales y normativos en los que ella existe.  Por lo tanto, los cambios y crisis sociales van a afectar el funcionamiento y la dinámica familiar.

En tanto agente primario de socialización es encargada de proveer al individuo de conocimientos, valores éticos y morales, costumbres, tradiciones, ideales, normas de conducta, contradicciones y otros elementos culturales de la sociedad, por tratarse también de una unidad histórica.

Tomando en consideración la cualidad de comunidad existente en la formación de los colectivos familiares, la familia en tanto grupo constituye el mejor espacio de vínculo e intermediación entre sus miembros y el sistema social al cual pertenece (Díaz et al., 2000). Ello explica la concepción de proyectos de vida y estrategias que tienen como fin último favorecer las condiciones de vida y el desarrollo personal y social de sus miembros. 

En tal sentido, la familia deviene importante unidad de análisis para el estudio y comprensión de las migraciones internacionales al ser concebida como sujeto del proceso migratorio[2] al mismo tiempo que es impactada significativamente por la migración. La familia cubana en particular, tiene una historia en gran medida interconectada con la evolución del fenómeno migratorio externo desde Cuba.

Algunos autores, entre ellos María Isabel Domínguez (2002), afirman que migrar es, en última instancia, una decisión personal en la mayoría de los casos; mientras otros expertos en la temática destacan la importancia en ese proceso de determinados grupos sociales ―entre los que sobresale la familia, en su rol de agente expulsor.[3] 

Como se ha indicado antes, otra tendencia que sobresale en la migración reciente es el papel que desempeñan las redes sociales en relación con la migración. Las formas, la articulación y la funcionalidad que adquieren las redes sociales van a influir también en las trayectorias espaciales y en las estrategias migratorias de las personas.[4]

Por su parte, los jóvenes a través de la historia han sido protagonistas de las generaciones másrevolucionarias y cambiantes. En nuestros días, responden a una identidad sociocultural cada vez más homogeneizada y globalizada, y son atraídos por la necesidad de implementación de estrategias o proyectos de vida que se vislumbran como solución a sus problemas o frustraciones.

La juventud es precisamente la etapa en que se consolidan procesos identitarios y proyectos de vida. Determinadas características que distinguen a este grupo etario, como la intrepidez, el ímpetu, el espíritu emprendedor, la menor resistencia al cambio en comparación con las personas de edades más avanzadas ―entre otras muchas―, unido a un contexto social y familiar que lo condiciona, hacen a los jóvenes más proclives a emprender nuevos caminos en busca de satisfacer determinadas necesidades individuales, en pos de la realización de sus proyectos de vida, o de la satisfacción de necesidades y expectativas colectivas del grupo familiar.

La creciente presencia de jóvenes, en particular de mujeres y profesionales en los flujos migratorios externos de cubanos en la actualidad, acarrea múltiples impactos negativos para la familia en particular ―en términos afectivos, así como para la estructura y dinámica funcional y relacional de esta―, y para la sociedad cubana en general, condicionado sobre todo por la pérdida de población en plena capacidad productiva y reproductiva con el consiguiente costo para el desarrollo económico y social del país.

En Cuba, en las últimas décadas, la relación entre familia y migración ha sido objeto de análisis por diversos autores, y existen numerosos estudios que, desde diversas ciencias sociales e incluso perspectivas trans y multidisciplinares, examinan diferentes aristas de este fenómeno. Sin embargo, el estado del arte y entrevistas a expertos en la temática, han permitido constatar que, entre los temas menos abordados o prácticamente ausentes hasta el momento en las investigaciones, se encuentra la interrelación entre la migración juvenil y las estrategias familiares, sobre todo en función de explicar en qué medida la decisión de migrar de los jóvenes es ―o no― resultado de una estrategia consensuada en el seno del grupo familiar, y/o la posible concepción de otras estrategias por parte de la familia a partir de producirse la salida del país de alguno(s) de sus miembros más jóvenes. Ello valida la necesidad y pertinencia del estudio científico de esta problemática de gran importancia en nuestra sociedad.

 

FAMILIA Y JUVENTUD. EL ROL DE LA FAMILIA EN LA CREACIÓN DE PROYECTOS DE VIDA Y ESTRATEGIAS FAMILIARES

Con el paso por las distintas formaciones económico-sociales, no han faltado autores que se planteen la problemática de la pérdida de funciones de la familia como causa principal de su desaparición. No es menos cierto que estas han variado, pero según el criterio de las autoras de este trabajo, no resulta apropiado hablar de “pérdida”.

Con la modernidad las funciones del Estado han aumentado, se crean nuevas instituciones y organizaciones que sin preverlo ocupan responsabilidades como la educación a través de políticas, lo cual no significa que la familia deje de desempeñar sus funciones principales como agente primario de socialización, llegando a ser considerada incluso una institución con un rol central en la educación del individuo. En esencia, la postura que aquí se defiende es la de que la reestructuración de funciones de la familia no implica en ningún sentido que esta se encuentre en crisis ni al borde de su extinción, sino que esto acrecienta su papel como agencia social y le permite cumplir mejor sus nuevas funciones, sin perder de vista las ya existentes.

Sin dudas, es la familia el grupo encargado por excelencia de transmitir al individuo conocimientos, cultura, tradiciones, valores, principios e ideales que lo ayudarán en la formación de su personalidad y estarán influenciando sus proyectos de vida.

Esta función educativa, cultural o socializadora ―la cual abarca desde el nacimiento del niño hasta el final de la vida del individuo, aunque tiene sus particularidades en las diferentes etapas del ciclo vital― es prioritaria entre las demás que tiene a su cargo la familia, a pesar de estar relacionadas todas ellas y trabajar en conjunto hasta lograr la formación integral del individuo como ser social.

Sin embargo, al mismo tiempo esta función mantiene cierta autonomía e independencia con respecto a las restantes. En este sentido, la familia vista como institución base de la sociedad es la encargada de brindarle al individuo la formación necesaria tanto para su desempeño personal como intelectual, con el objetivo de que se convierta en una persona de bien y un ente productivo socialmente al alcanzar la madurez y edad correspondientes.

Durante su vida, el individuo producto de la formación adquirida construye proyectos de vida sobre la base de lo aprendido en el seno familiar y sus aspiraciones futuras. Cada familia posee determinados recursos materiales, intelectuales y afectivos para enfrentar las contradicciones que se le presenten al ser humano durante su existencia; cada una en particular asume formas específicas de contrarrestar los efectos producidos por las crisis que atentan contra su estabilidad en el ámbito de la sociedad.

Para dar cumplimiento al ejercicio de sus funciones y la realización de los proyectos de vida de sus miembros, la familia implementa estrategias de diversa índole, entre las que sobresalen varias de tipo económico. En ese sentido cobra especial relevancia la utilización de disímiles formas de las remesas provenientes del extranjero, enviadas por familiares, amigos, u otros. Adicionalmente, investigaciones realizadas en los últimos años evidencian la utilización por un número creciente de familias cubanas de la migración como posible solución o vía alternativa para resolver/aliviar de cierto modo los problemas familiares ―aunque las motivaciones de sus miembros para migrar pueden ser diversas. Ello explica el creciente número de jóvenes que emigran hacia otros países, generalmente con el objetivo de obtener mejores ingresos y elevar su nivel de vida socioeconómico ―así como el de sus familiares―, convirtiéndose de este modo la migración en una de las vías de escape de las familias cubanas a los problemas económicos que han venido enfrentando en las tres últimas décadas.

Lo anterior no permite afirmar, per se, que en todos los casos la emigración de miembros jóvenes responda a una estrategia familiar; sin embargo, al menos como hipótesis puede plantearse la existencia de una posible articulación en muchos casos entre la migración juvenil y determinadas estrategias familiares, las cuales se han definido de modo diferente por distintos autores y se explican muchas veces mejor por sus formas que por sus elementos conceptuales esenciales.

Ciertamente no pocos autores han llamado la atención sobre importantes aspectos relacionados con la noción de estrategias familiares. Entre ellos, Garrido y Gil destacan que dichas estrategias van encaminadas a la adaptación del comportamiento a los cambios del entorno familiar y cómo este varía en pos de adaptarse al medio en el cual se encuentre. A pesar de la evolución en cierto modo que ha tenido la definición de estrategias familiares a través de los años, se mantiene la tendencia a conceptualizarlas en tanto vías o posibles soluciones que diseñan y/o implementan las familias en su interior para dar cumplimiento a necesidades/aspiraciones de sus miembros de forma individual o a nivel de grupo familiar. Tal es el caso de la definición dada por C. Bonsotti, quien concibe a las estrategias familiares como la “manera particular en que las unidades familiares de las diferentes situaciones de clase organizan y utilizan todos los hechos, recursos y relaciones de que disponen ante las circunstancias que enfrentan, dado el proyecto de lo que han de lograr como unidad y para cada uno de sus miembros” (Bonsotti, 1978, en Giner, Lamo de Espinosa y Torres, 2001).

En esa misma línea se insertan definiciones más recientes como la utilizada por el grupo de estudios sobre familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), cuyos especialistas las conceptualizan como “el conjunto de vías y procedimientos utilizadas por uno o varios miembros o las familias integralmente, para adaptarse o transformar su realidad grupal y alcanzar objetivos comunes, en un contexto determinado” (Campoalegre et al., 2015, p. 1), definición con la que se identifican las autoras del presente trabajo.

Las estrategias familiares pueden ser de diversa índole: de planificación familiar, relacionadas con la cantidad de hijos que se planean tener o no, en qué momento tenerlos, las llamadas estrategias de espaciamiento; estrategias de tipo económico que se implementan para lograr el sustento familiar y solventar otras necesidades económicas que poseen los miembros de este grupo social; estrategias dirigidas a garantizar y/o apoyar la formación o superación educacional y profesional de los más jóvenes; estrategias encaminadas a la realización de determinado proyecto migratorio, entre otras.  

No pocas definiciones presuponen las acciones conscientes y predefinidas que de manera razonable asume la familia, y que están estrechamente relacionadas con los planes de vida. Efectivamente, unas veces están vinculadas en determinada medida a una dimensión temporal futura que podría indicar la ejecución de acciones conscientes por los miembros del grupo familiar. Otras, se presupone de partida la existencia de una eventualidad particular que provoca en la familia, como grupo, la vivencia de incertidumbre e inseguridad para sus miembros, ya sea provocada por cambios bruscos en cualquier esfera de la vida, o por la presencia de una coyuntura particular; la familia se sitúa ante una eventualidad que requiere el despliegue de un comportamiento en correspondencia con esa situación (Díaz, et al., 2000).

En las estrategias familiares se incluyen tanto acciones conscientes y predefinidas, como espontáneas o inconscientes, por lo que la polémica acerca del nivel de concientización inherente resulta algo superflua, y pareciera más importante analizar las implicaciones de la ejecución de las estrategias para las familias, las cuales se vinculan además con la dimensión transnacional de las migraciones.

Según el Diccionario de Sociología de Salvador Giner, Lamo de Espinosa y Torres, la juventud es concebida “como un período de la vida humana comprendido entre los 16 y los 30 años, según cada época y cultura. Da proyección social a la transición, critica y renovadora, entre la infancia y la madurez. (…) el joven es motor de cambios históricamente significativos. (Giner, Lamo de Espinosa y Torres, 2001, pp.412-413). 

En la actualidad, los estudios a nivel internacional, desde el punto de vista teórico, reconocen tres grandes perspectivas para definir la juventud: la etaria, la generacional y la cultural. Desde la corriente generacional es concebida la juventud como una fase de la vida bajo el enfoque de la socialización. A su vez, logra una visión novedosa al entender cada generación de jóvenes mediante el contexto en el que se forman y no asignándoles características permanentes en el tiempo. Donati, desde esa misma perspectiva, la define como un subgrupo de edad que produce y guía movimientos sociales y culturales en tanto son consideradas como unidad generacional (Donati, 2004). Mannheim le atribuye una gran importancia a la fase de la juventud en la formación de ideas y modos de pensar, de igual forma que sobre una línea no muy distante, P. Sorokin las estudiará como factor de cambio cultural y de movilidad social. (Donati, 2004). Donati subraya la importancia de la socialización familiar en la formación de las generaciones, al destacar la relación o el nexo existente entre descendencia familiar y edad social. Para este autor la sociedad está concebida por generaciones que interactúan entre sí, a la vez que cambian su identidad a través de la familia y la redefinen(Donati, 2004).

En la actualidad le es asignada a la juventud una función primordial en la reproducción del sistema social. Los jóvenes en el cumplimiento de tal función no solo reproducen su realidad social, sino también en aras de mejorar su entorno y condicionamiento social recurren a una serie de estrategias que le posibiliten una movilidad social generalmente ascendente.

Aproximación teórico-conceptual a la relación entre familia y migración “La relación entre familia y emigración es histórica, dialéctica y compleja. Tan antigua como cada una de ellas en sí mismas, data de la capacidad humana de unirse y moverse, en un contexto cotidiano concreto” (Martín, 2000b, p. 339).

A través de la historia la familia ha sido considerada uno de los grupos más vulnerables, tomando en cuenta desigualdades sustentadas en criterios de género, generacionales, entre otros; sin embargo, en los últimos tiempos quizás el factor que más le haya afectado sea la separación de sus miembros ―tanto física como emocional― que provoca la emigración de alguno(s) de ellos.

Por tanto, con el proceso migratorio no solo el sujeto se ve afectado, también su familia, tanto la de la sociedad de origen que pierde un miembro, como la “familia receptora”, quien también sufre el impacto de este proceso, el cual se produce sobre la organización familiar en el ordenamiento habitual de su vida cotidiana. La migración como proceso implica una ambigüedad en sus consecuencias con respecto al grupo familiar: si bien es cierto que puede ofrecer a las personas la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias, también puede suponer altos costos humanos para los migrantes y sus familiares. En la realidad cubana actual, la familia está siendo impactada por la migración desde diversas aristas.

El término familia transnacional se utiliza con frecuencia para dar cuenta de “aquella familia cuyos miembros viven una parte, o la mayor parte del tiempo,separados los unos de los otros y que son capaces de crear vínculos que permiten que sus miembros se sientan parte de una unidad y perciben su bienestar desde una dimensión colectiva, a pesar de la distancia física” (Bryceson y Vuorela, 2002, p. 3; citados en Cerda, 2014, p. 81).

Varios autores prefieren[5] hablar de familias en situación de transnacionalidad, debido a la migración permanente o temporal de uno o varios de sus miembros. El principal rasgo de esas familias es que mantienen un proyecto de vida en común y tienden a organizarse e incluso a mantener un hogar virtual, donde, aunque no se encuentre físicamente alguno de sus miembros, mantienen su rol a través de los distintos medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Esta definición hace referencia a un proyecto familiar que se sostiene tanto desde el país de origen como el de destino, donde la ayuda, las remesas, y las relaciones son componentes esenciales en esa situación de transnacionalidad, y los cuales pueden contribuir al replanteamiento y reordenamiento como parte de los cambios incorporados de las formas de vida de las familias implicadas. 

Al respecto Encarnación La Spina señala que: “La esfera familiar migrante de los países de origen y de destino se concreta y singulariza en la llamada familia transnacional por su poder de mimetismo y adaptación ante los nuevos contextos de acción acelerada de la globalización y los movimientos migratorios contemporáneos” (La Spina, 2008, p. 20).  Las mujeres y los jóvenes son de los miembros de la familia que más contribuyen a colocarla en esa situación de transnacionalidad.

Desde una perspectiva socioeconómica, la familia en situación de transnacionalidad forma parte de la estrategia económica de supervivencia familiar, en la que el envío de remesas y otras ayudas materiales contribuyen a diversificar las oportunidades de la familia, aunque su alcance varía de unos casos a otros.

Por lo general el proceso migratorio no suele ser individual, sino que a pesar de en ocasiones realizarse de esa forma, sus impactos abarcan a amplios grupos de sujetos en diferentes lugares, tanto en el lugar de origen, como el de llegada, así como en los tramos intermedios o de tránsito. Muchas son las personas que conforman las llamadas redes de apoyo que brindan su ayuda desde moral hasta monetaria, recurrir a la misma ha sido siempre la estrategia habitual y la más generalizada en dicho proceso (Martín, 2000a). 

Las familias, durante el proceso migratorio, actúan como soporte y son fuente de identidad, pero al mismo tiempo su propia estructura produce riesgos y desestabilizaciones permanentes. Dicho proceso ha sido construido sobre la base de un conjunto de prácticas, actividades e intercambios tanto material como espiritual que abarca más allá de un territorio en sentido geográfico como puede ser el lugar de origen o receptor. Consuelo Martín destaca el lugar que ocupa en ese proceso lo que la autora denomina red migratoria transfamiliar, entendiéndola como: “un sistema dinámico e integrador de relaciones que se establecen por su relevancia comportamental, motivacional, afectiva o cognitiva, entre múltiples actores que parten de la familia como grupo social y que la trascienden dentro del proceso migratorio. Se configura por la compleja relación dialéctica que se establece entre los vínculos de parentesco, de amistad o vecindad, religiosos o laborales y por las nociones de inclusión de sus miembros según el sentimiento de pertenencia e identidad familiar.” (Martín, 2000a, p. 81).

En la sociedad cubana, en la actualidad, se produce la inserción de las prácticas relacionadas con la emigración en la vida cotidiana familiar y social de forma menos traumática que décadas atrás. La familia cubana diseña estrategias en las cuales la migración adquiere en muchos casos vocación de centralidad en tanto se concibe como punto de partida fundamental para la realización de determinados proyectos de vida -ya sea de los miembros individualmente, como familiares.

 

ESTUDIO DE CASOS. ASPECTOS METODOLÓGICOS Y CARACTERIZACIÓN SOCIODEMOGRÁFICA DE LA MUESTRA

Los elementos hasta aquí expuestos sirvieron de punto de partida para la realización de un estudio de casos en familias del Consejo Popular No. 5 del municipio Plaza de la Revolución, que aunque no permite generalizar los resultados más allá de la muestra seleccionada, arrojará algunas luces sobre este fenómeno al menos en términos de hipótesis o supuestos que pueden servir de base a investigaciones futuras.

El estudio tuvo un carácter explicativo, pues se planteó como objetivo general: explicar la posible articulación entre la emigración de jóvenes en los años 2000 a 2016, y las estrategias de sus familias capitalinas pertenecientes al Consejo Popular No.5 de Plaza de la Revolución. Predominó el empleo de la metodología cualitativa, tanto en la concepción del diseño del estudio de casos, como en la selección de los métodos y técnicas utilizados para la recogida de la información ―aunque no excluyó el empleo de algunos propios de la metodología cuantitativa. Los métodos y técnicas utilizados fueron: entrevista en profundidad, consulta a expertos, observación no participante y cuestionario.

En cuanto al criterio de selección muestral, se trata de una muestra intencional, dada la dificultad para acceder a las fuentes de datos de migrantes en el territorio. Por tanto, suselementos fueron  escogidos  de  acuerdo  a  criterios  pre-establecidos  por  las  investigadoras.  Se seleccionó, en primer lugar, a 14 familias en las que alguno(s) de sus miembros jóvenes había(n) emigrado hacia el extranjero entre los años 2000 y 2016, con el(los) que mantienen todavía contacto, y que formaban parte de esas unidades residenciales antes de salir del país. Los jóvenes emigrados debían encontrarse en el rango de edades de 16-30 años en el momento de la emigración (según la definición etaria de juventud adoptada en la investigación). Se trató de una muestra por casos tipos, en la que el objetivo era la riqueza, profundidad y calidad de la información, no la cantidad ni estandarización (Hernández Sampieri, Fernández y Baptista, 2010, p. 397).   

A pesar de no ser representativa del universo poblacional (el Consejo Popular No. 5 del municipio Plaza de la Revolución), el estudio en profundidad de la muestra seleccionada garantizó una riqueza en la información que permitió hacer inferencias e identificar tendencias respecto al comportamiento del fenómeno que reclaman su atención por parte de las ciencias sociales y pueden servir de punto de partida para investigaciones posteriores. Además, la triangulación de la información obtenida a partir de diferentes fuentes y en particular de las entrevistas en profundidad con las consultas a expertos, elevan la calidad de los resultados obtenidos.

La primera de las familias fue seleccionada a partir de informantes claves en la comunidad, entre ellos la vicepresidenta del Consejo Popular No. 5 y algunos coordinadores de zonas de los CDR pertenecientes a este. Ellos permitieron llegar hasta las primeras familias, y a  partir  de  ahí,  se  empleó  la  técnica  de  bola  de  nieve  (snow  ball),  la  cual facilitó la selección de las restantes unidades muestrales. 

La  muestra  para  la  aplicación  del  cuestionario  y  las  entrevistas  fueron  las  personas  adultas  de mayor cercanía afectiva con los emigrados  y parentesco de primer grado de consanguinidad.

Los expertos entrevistados fueron: la MSc. Mareelén Díaz Tenorio, Máster en Psicología Social, cuya tesis de Maestría tuvo por tema Estrategias familiares de enfrentamiento a la crisis y el reajuste; la Dra. Rosa Campoalegre, quien dirige actualmente el Grupo de Estudios sobre Familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS); la Dra. Beatriz Torres (Presidenta de SOCUMES); la Dra. en Sociología Reina Fleitas, especialista en temas de familia, género y salud; y el Dr. Antonio Aja, experto en migraciones internacionales y Director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana.

La muestra del estudio de casos realizado corresponde a un pequeño segmento de la población del Consejo Popular Plaza No. 5. De acuerdo con los propósitos de la investigación, se seleccionaron solo catorce familias donde alguno(s) de sus miembros jóvenes hubieran emigrado entre los años 2000 y 2016. Para dar cumplimiento adecuadamente a los objetivos planteados al inicio del estudio, las características sociodemográficas de los miembros emigrados se exploraron con respecto a dos momentos: al momento de la salida del país (sobre el cual se indagó de forma retrospectiva) y en la actualidad.

En cuanto a la composición por sexo de los jóvenes emigrados de las familias de la muestra, mediante la aplicación de los instrumentos de recogida de la información se encontró que no existe mucha diferencia entre hembras y varones, aunque se aprecia un ligero predominio de los de sexo masculino: de un total de 14 emigrados pertenecientes a los grupos familiares escogidos, 8 de ellos son hombres y 6 seis mujeres, lo que equivale a 57,1% de sexo masculino y 42,9% femenino. Sin embargo, esa composición por sexos no se corresponde con la de la migración externa a nivel nacional, donde predominan las féminas. (ONEI, 2015).

Las edades de los jóvenes emigrados al momento de salida fueron: 3 casos con 30 años (21,4% del total); seguidos de las edades 16, 20, 25 años con dos jóvenes en cada caso (lo que equivale a un 14,3% en cada una de ellas). En las 5 familias restantes sus miembros emigraron con 19, 22, 24, 28, y 29 años (7,1%, respectivamente). En síntesis, la mayoría de los jóvenes de la muestra   (9) al salir del país eran menores de 25 años (o sea, 64,3%), mientras los 5 restantes tenían edades entre 28 y 30 años (35,7%) en aquel momento.

El color de la piel se comportó entre los emigrados de la siguiente manera: en trece de las catorce familias estudiadas los jóvenes son de piel blanca (92,9%), mientras que solo un caso es de piel mestiza (7,1 %). Aunque no en el mismo porciento, ese comportamiento se corresponde como tendencia con la que se refleja a nivel nacional, en la que la mayoría de las personas que salen de Cuba hacia otros países son de piel blanca.

Con respecto al nivel de escolaridad se reafirma también una tendencia reciente de las migraciones, que es la presencia significativa de profesionales jóvenes en la migración externa desde Cuba. Eran profesionales formados en Cuba un 42,9% del total, seguido por 5 que alcanzaron el bachiller (35,7%), siendo los menos frecuentes el nivel secundario (2) y técnico medio (1) con un 14,3% y 7,1% respectivamente. En sentido general, se reafirma que la migración internacional de cubanos es mayoritariamente una migración calificada.

Sin embargo, al cruzarlo con el sexo y la edad de los jóvenes al momento de la salida, en los jóvenes de la muestra, es mayor la cantidad de hombres que decidieron emigrar en edades más avanzadas de la juventud ―en este caso próximos y/o cumplidos los 30 años, luego de haber terminado la Universidad―, lo que posibilitó que muchos de ellos completaran su período de formación profesional en Cuba. También influyó ―según la información aportada por la investigación― que fue en ese momento que se presentaron las condiciones y contaban con los medios necesarios para llevar a cabo el proyecto migratorio. Las mujeres, en cambio, decidieron hacerlo fundamentalmente en edades tempranas de la juventud (19-25 años) llegando estas a alcanzar nivel preuniversitario solamente antes de emigrar.

En relación al estado civil se pudo conocer que, de los 14 jóvenes emigrados, la mayor parte eran solteros al momento de salida (10), lo que constituye el porcentaje más elevado con un 71,4% del total, de los cuales 6 son hombres y 4 mujeres. Los restantes emigrados (4) estaban casados, lo que equivalía al 28,6%; de ellos 2 del sexo masculino y dos mujeres. Sin embargo,  los cuatro casados emigraron solos, los esposos de las dos emigradas casadas habían salido antes del país y estimularon posteriormente la emigración de sus cónyuges femeninas. Ninguno de los emigrados era divorciado (0%) cuando salió del país.

Según los datos arrojados en este estudio, la cantidad de hijos está correlacionado directamente en la mayoría de los casos con el estado civil, debido a que solo tres de ellos (21,4%) los tuvieron antes de la salida del país, entre los cuales dos eran mujeres de 30 años, y el otro un hombre de 22 años, y todos estaban casados (75% de los cuatro casados). Los otros 11 emigrados ―o sea la mayoría― no tenían hijos en el momento del éxodo (78,6%). En concordancia con el criterio de expertos como la Dra. Reina Fleitas, este es un tema que está siendo actualmente investigado debido a su relevancia, por lo que se ha convertido recientemente en objeto de estudio para las ciencias sociales: “…existe un ajuste en la fecundidad debido a las vulnerabilidades en las condiciones de vida que afectan la función reproductiva (…) en este minuto ya se está debatiendo si hay muchas mujeres que postergan el embarazo para tenerlo fuera del país, para cuando emigren” (Entrevista a experta realizada a la Dra. Reina Fleitas).

En relación con la ocupación que desempeñaban antes de producirse el éxodo, la mayoría de ellos se encontraban vinculados al trabajo o al estudio, solo tres no ejercían ninguna labor, entre ellos, una era ama de casa.

Con respecto al país de destino final al que arribaron los jóvenes emigrados, se ratifica en la muestra otro de los rasgos distintivos e históricos de la emigración cubana: Estados Unidos como el principal país receptor de los migrantes cubanos, lo que alcanzó un total en la muestra de 12 casos equivalentes al 85,7% ―de ellos 7 son hombres y 5 mujeres―, aunque no por eso deja de reflejarse en una menor cuantía otra tendencia que se ha venido manifestando en las últimas décadas: la diversificación de los destinos migratorios. En el caso de dos de los miembros emigrados de las familias estudiadas, estos residen actualmente, en el caso de Ecuador una mujer, y en Argentina un hombre, lo que equivale a 7,1% respectivamente.

En la actualidad la mayor parte de los jóvenes emigrados sobrepasan los 30 años de edad (9 de ellos, que equivalen al 64,3%), y los restantes 5 son menores de 25 años (35,7%). En el momento de realización de la investigación, ninguno de los emigrados de las familias estudiadas se encontraba entre los 25 y 30 años.

En cuanto al nivel de escolaridad de los emigrados se reflejó un incremento muy discreto de los universitarios en el país de destino, pues antes de la salida del país eran 6, y ahora 7, o sea, la mitad de los casos de la muestra (50%). De los otros 7 jóvenes, 4 se mantuvieron y/o alcanzaron a terminar el preuniversitario (28,6%), de los dos que tenían terminado la secundaria solo uno continúa estudiando en el nivel posterior, el otro afirma no tener tiempo para superarse (14,3%) y un joven se mantiene con el de técnico medio (7,1%).

El estado civil también sufrió cambios con el paso del tiempo. No obstante, a pesar de que aumentó hasta 6 la cifra de los jóvenes casados (42,9%) ―entre ellos 3 son mujeres y 3 hombres―, sigue siendo inferior con respecto a los solteros (8), quienes predominan en la muestra (57,1%) de los cuales 5 son del sexo masculino y 3 del femenino. De los casados actualmente, solo un joven tiene una conyugue argentina, los demás han formado y/o mantenido relaciones maritales con personas de origen cubano.

En el estudio se evidenció la forma en que están evolucionando en la actualidad los planes de mujeres y hombres con respecto a la formación de familia, a la concepción de los hijos de acuerdo a las condiciones de vida que cree la pareja para su llegada, entre otros aspectos de planificación familiar que sean tomados en cuenta de acuerdo a estos términos en relación con la migración.

Por ejemplo, en la emigración se incrementaron a 7 los jóvenes con hijos  (50%) ―4 más con respecto a los 3 que los tenían antes de emigrar―, lo que puede deberse en algunos casos a una estrategia de postergación de la fecundidad cuando los jóvenes tienen planes de migrar. De ellos, solo una joven tuvo dos hijos, los demás solo tienen un primogénito. En el análisis de este indicador se hace necesario reconocer que el comportamiento de la fecundidad de las cubanas dentro y fuera de Cuba es muy similar: por lo general se mantiene por debajo del nivel de reemplazo (Rodríguez, 2016). Los otros 7 emigrados se mantienen aun sin hijos (50%).

Al dividir tal comportamiento por sexo, obtenemos que son las mujeres quienes primero deciden tener hijos que los hombres, siendo de los 7 emigrados con hijos, 5 del sexo femenino y 2 del masculino. Aquí se evidencia el rol trascendental que ejerce la mujer en la reproducción de la familia, la influencia de los patrones sociales que aún la responsabilizan en mayor medida ―si se compara con los hombres― con la crianza y cuidado de los hijos pequeños. De gran interés resulta para este trabajo el examen interrelacionado de las estrategias reproductivas y los proyectos migratorios, en lo que se recomienda profundizar en futuras investigaciones.

Los jóvenes emigrados están vinculados laboralmente casi en su totalidad en el país de destino, la mayoría de ellos en el sector de los servicios ―con excepción de una joven que es ama de casa y un muchacho que está estudiando aún.

Con respecto al Carácter de la salida, en un primer momento 11 del total de emigrados no dudaron en hacerlo de forma definitiva (78,6%), y de los 3 restantes, 2 conservan su temporalidad (21,4%) ―los que se encuentran en Argentina y Ecuador―, y una emigrada que en un primer momento no se fue con esas intenciones ―o al menos no las hizo saber a su familia―, decidió quedarse a vivir en Estados Unidos definitivamente. Tres de los 14 jóvenes fueron beneficiados con las modificaciones de la legislación migratoria cubana y hasta el momento mantienen su condición de migrantes temporales después de una primera entrada al país. Cuatro aún están en tiempo de renovar su estatus, debido a que aún no cumplen los 24 meses fuera de Cuba. Los otros 7 no pudieron acogerse a dicha ley, 5 por haber salido mucho antes de su implementación y 2 por no poder entrar al país por falta de documentación ya que no tienen todavía la residencia en el país receptor. Como se refleja en los datos anteriores, en varios casos se muestran dos tendencias recientes de las migraciones internacionales de cubanos: la temporalidad y la circularidad migratorias, favorecidas por la puesta en vigor en enero de 2014 del Decreto Ley No. 302, modificativo de la Ley de Migración de 1976.

Del total de la muestra, la mitad (o sea 7, el 50%) obtuvieron la ciudadanía del país en que residen ―6 en Estados Unidos y 1 en Argentina; 5 tienen permiso de trabajo (35,7%) y 2 ya lograron la residencia en esos lugares (14,3%). La mayoría de ellos ―9 del total de jóvenes― salieron del país y/o se enfrentaron solos al proceso migratorio (63,3%), los 5 restantes fueron en compañía de algún familiar ―hijos, madre, prima (35,7%).

Con relación a las características sociodemográficas de los miembros de las familias que residen en Cuba: en relación al sexo se encontró una notoria representación de las mujeres al interior de los grupos familiares con respecto a los hombres, destacando que 11 de los 14 entrevistados pertenecían al sexo femenino (78,6%). En casi todos los casos ―excepto uno que fue la hermana― los miembros entrevistados fueron las madres, lo cual denota cómo se percibe aún en la actualidad a la mujer más apegada a la familia que al hombre. Pero eso tampoco puede absolutizarse pues 3 de los entrevistados son de sexo masculino (21,4%) y según el parentesco con el emigrado: hermano, padre y abuelo, respectivamente.

El color de la piel de los miembros de la familia, en consecuencia con el de sus jóvenes miembros que residen fuera de Cuba, mayormente fue blanco, menos en una familia que fue de piel mestiza.

La mayoría de las familias se encuentran compuestas por personas mayores de 51 años ―lo que no asombra dado el nivel de envejecimiento que posee la población cubana en la actualidad y que se prevé que continuará incrementándose como tendencia―, así como predominan los universitarios y casados. En cuanto a sus ocupaciones prevalecieron los grupos familiares con mayor número de jubilados entre sus miembros, así como las que presentan iguales proporciones debido a que cada persona se desempeña en una ocupación diferente sin generalizar con respecto a las mismas.

La estructura de la familia de los jóvenes en la emigración con respecto a las personas que conviven de acuerdo al parentesco y los tipos de familia que formaron, son nucleares completas en mayor frecuencia, seguido de los hogares unipersonales.

 

LA MIGRACIÓN JUVENIL: ¿UNA ESTRATEGIA FAMILIAR? 

Las estrategias familiares han variado a través de los años con respecto a su diseño, magnitud y eficiencia. Con el tiempo se ha perfeccionado su concepción y posterior implementación de acuerdo al nivel de alcance que logran en la sociedad, incluyendo a las personas que participan en las mismas. En la investigación realizada se utilizó como unidad de análisis la familia en tanto grupo social en el cual se diseñan e implementan estrategias de diversa índole, pero en este caso se priorizaron en la indagación los aspectos referidos a aquellas que se vinculan directa o indirectamente con la emigración de miembros jóvenes de esas familias.

Una de las interrogantes principales que guió la investigación fue en qué medida la migración de jóvenes es parte de una estrategia diseñada en el grupo familiar. Entre las opiniones expresadas por los expertos entrevistados, encontramos diversas respuestas a esa pregunta: La MSc. Mareelén DíazTenorio afirma que en los últimos años se ha perfilado una tendencia en las familias cubanas según la cual, cada vez más, es utilizada la emigración de alguno(s) de sus miembros jóvenes como una estrategia consensuada en el seno del grupo familiar para satisfacer determinadas necesidades de este (Entrevista a experta realizada a la MSc. Mareelén Díaz durante la investigación).

Según sus propias palabras, en las familias actuales se evidencia: “...El pensar que con la emigración se van a solucionar muchos problemas, y muchas familias lo solucionan ciertamente, otras no, porque también se le idealiza.” Suele ocurrir además que se generen nuevas estrategias a partir del hecho migratorio, o sea, con posterioridad a la salida de esas personas; aunque esas dinámicas tienen disímiles expresiones de acuerdo con la diversidad que caracteriza el universo sumamente heterogéneo de las familias cubanas” (Entrevista a experta realizada a MSc. Mareelén Díaz).

Para la Dra. Reina Fleitas,  “la migración es una estrategia en sí misma para poder mejorar la calidad de vida…”(Entrevista a experta realizada a la Dra. Reina Fleitas). Por su parte, la Dra. Beatriz Torres señala que: “…muchas familias cubanas se resisten a que sus jóvenes emigren, lo que pasa es que ya los hijos tienen sus propios proyectos de vida y es muy difícil detenerlos (…); otras familias lo ven como una salida no solo para los jóvenes sino también para ellos mismos, como una estrategia de vida” (Entrevista a experta realizada a la Dra. Beatriz Torres).

De esta última afirmación se deduce que no hay una única respuesta a la interrogante antes planteada, pues la especialista toma en cuenta, por un lado, el costo ―fundamentalmente emocional y afectivo― que tiene para la familia la emigración de algún miembro joven, la separación que ello implica, lo que incide en que en muchas ocasiones las familias se resistan a que los jóvenes emigren o les cueste aceptarlo, pero los jóvenes construyen sus proyectos ―y la migración como parte de ellos― muchas veces al margen de la influencia familiar. Sin embargo, en otros casos también sucede lo contrario: muchas familias sí conciben la salida de los jóvenes como una estrategia. Estas diferentes posturas se vieron reflejadas precisamente en las familias de la muestra de nuestro estudio.

 

La toma de decisión de migrar

Al indagar con los familiares de los jóvenes que fueron entrevistados acerca de la toma de decisión de emigrar de estos, la mayor parte de ellos (11) hace alusión a los motivos de tipo económico como los determinantes, cifra que representa el 78,6% del total de la muestra. En los restantes tres casos los jóvenes salieron del país por motivos de reunificación familiar (21,4%). Sin embargo, aun en estos últimos no se niega la consideración de factores económicos en el análisis costo-beneficio que han realizado esas familias para optar por la emigración ―en el cual se ponderan varios factores, ya que rara vez la decisión de migrar obedece a una única causa. Ese comportamiento es reflejo también de las tendencias actuales que caracterizan las migraciones internacionales de cubanos en general.

En todos los casos se manifestaron las aspiraciones de los jóvenes emigrados, e incluso de otros miembros de la familia, con respecto a elevar su bienestar económico obteniendo mayores ingresos que les posibiliten tener vivienda propia, auto, entre otras comodidades que les permitirían una mejor calidad de vida. Según lo expuesto por el joven emigrado de la familia #5 en la entrevista-cuestionario que le fue realizada vía internet, salió del país: “en busca de un mejor futuro en mi (su) economía y en mis (sus) estudios”.[6] Aquí se ratifica cómo el móvil de la emigración no es solo económico: entre otras cuestiones, los emigrados pueden decidir emigrar a partir de aspiraciones profesionales o de índole laboral, con respecto a superarse o alcanzar determinadas metas relacionadas con su crecimiento educacional y profesional.

Ocho (57,1%) de los entrevistados señalan que a pesar de que sus miembros jóvenes poseen las condicionesrequeridas, o la mayoría de ellas, para satisfacer sus expectativas en Cuba ―basándose en que se trata de familias con relativamente buenas condiciones socioeconómicas y que nuestro sistema social garantiza muchas oportunidades para el desarrollo educacional y profesional―[7], insistieron en la búsqueda por los jóvenes del llamado ideal/sueño americano que reúne para aquellos el conglomerado de todas esas expectativas.[8] Obviamente, no todas las familias tienen las mismas condiciones desde el punto de vista socioeconómico, además que los jóvenes ―en la mayoría de los casos― no quieren continuar dependiendo económicamente de sus padres, quieren tener sus propios ingresos, ya sea para su propio bienestar e incluso para el de su pareja o con vistas a formar su propia familia; o porque se sienten responsables de asegurar un bienestar a sus familiares una vez que son adultos, como modo de retribuir lo que fundamentalmente sus padres y madres han hecho por ellos hasta ese momento.

Según declaraciones de algunos de los entrevistados: “en el exterior, iban a tener la posibilidad de, en el peor de los casos, trabajar para mantenerse y ofrecerle una mejor vida a su familia”;[9] otros aseguran que los jóvenes han emigrado para acceder a mejores empleos y/o contratos de trabajo que les garanticen no solo bienestar económico sino también oportunidades de superarse profesionalmente ―estos no emigraron todos a Estados Unidos, sino que incluyen los que salieron hacia Ecuador y Argentina―, incluso tres de esos casos han salido con la idea de retornar en algún momento a vivir en Cuba, por lo que aspiraban a conseguir una remuneración económica que les permita mejorar sus condiciones materiales de vida en el país de origen a su regreso. La entrevistada de la familia 6, refiriéndose a su hija, nos explica: “…ella quiere comprarse una casa y con el salario de aquí no le da, y no quiere esperar a que su abuela se muera para tener una casa, porque su abuela le va a pasar en propiedad su casa”.[10] Esta joven emigró con su esposo y el hijo pequeño de ambos.

Es ese uno de los casos a los que se refiere la Dra. Reina Fleitas cuando explica que algunas veces la migración no responde a una estrategia de la familia de origen, sino de la de procreación[11], aunque hasta ese momento ambas hayan vivido de forma integrada en una única unidad familiar.

Al analizar la participación de la familia en la toma de decisión de emigrar de los jóvenes miembros se conoció que en 13 de las 14 familias de la muestra algunos o todos los familiares conocían del proyecto de emigrar de los jóvenes (representando un 92,86%). En tres de los casos determinados familiares fueron mantenidos al margen hasta el último minuto para protegerlos emocionalmente: en uno los abuelos maternos, en otro una hermana adolescente, y en el tercero, el padre. A pesar de ser conocida la intención de migrar de los jóvenes por la mayoría de los miembros de la familia, en un solo caso se reconoció que estos últimos hubieran influido en ella.

En su mayoría, fue parte de un proyecto concebido de forma individual por los jóvenes emigrados o estimulado por amigos (los que suman 9 casos en los que la decisión no fue adoptada por el grupo familiar en su totalidad, que equivale a 64.3%), en otros se tomó de conjunto únicamente con su pareja o fue una estrategia de la familia de procreación (4, o sea, 28,6%). Solo en un caso (7,1%) esta decisión fue parte de una estrategia concebida por la familia en su totalidad, de forma más planificada, con un mayor nivel de diseño y concepción previa. La decisión fue estimulada por el hermano mayor del joven migrante y apoyada además por su madre, quien también salió de visita y aceptó quedarse en Estados Unidos para facilitar los planes de sus hijos. El propósito siempre fue completar dicha acción con la posterior salida de este otro joven que permanece en Cuba, una vez que él culminara su carrera universitaria, lo que se ha visto limitado por la eliminación de la política de pies secos/pies mojados por el expresidente estadounidense Barack Obama.

Si bien en la muestra seleccionada ―como se refleja anteriormente― la decisión de emigrar  de los jóvenes no fue en la mayoría de los casos adoptada de forma colectiva en sus familias, incluso se conoció en algunos casos en diferentes momentos por  diversos miembros de aquellas; de otra parte ―según declaran los entrevistados―, una vez que lo conocieron, las reacciones de los familiares ―casi en su totalidad― se inclinaron a apoyar a los jóvenes: “Yo aprobé la decisión después de hablar con él y su papá igual, no podíamos hacer otra cosa”.[12] La mamá de una joven que se reunificó con su esposo también reconoce que la familia aprobó y apoyó la decisión: “Sí, claro que la apoyamos, eso se veía llegar, ellos tienen sus niños y necesitan estar juntos para educarlos…”. Obviamente, el apoyo no niega el costo emocional que para algunos de esos familiares representó la salida de los jóvenes, como lo reflejan la casi totalidad de las entrevistas realizadas (13 de los 14 casos, o sea, un 92,86%).

El apoyo de los familiares a los jóvenes a partir de conocer de la decisión tomada, se manifestó de diversas formas. En sentido general al apoyo material que más refirieron en las entrevistas fue de tipo económico para financiar la salida y/o el traslado, e incluso la estancia inicial en el destino (5 casos, que equivalen al 35,7%); y logístico para el viaje (en 8 casos, que representan 57,1%). Y obviamente, en todos ha estado presente el apoyo emocional o afectivo.

Declaraciones como las que siguen así lo demuestran: “…vendimos el gimnasio, una computadora de mesa que había, teníamos dos; el televisor de él, reunimos dinero, se me dio otro viaje a Bolivia y le traje dinero, celular, toda la ropa de invierno, o sea todo lo que pudimos”;[13] “…él ya lo tenía bien decidido y la reacción de nosotros fue ayudarlo (…) yo decidí vender mi carro para darle dinero al menos para que se llevara porque allá él no tenía a nadie y él también vendió parte de sus cosas como el celular y la computadora por decirte algunas”.[14]

Además de la familia del último fragmento, en la # 10 a los emigrados se les habíanfacilitado además los trámites debido a que ya casi al límite de su minoría de edad obtuvieron la ciudadanía española a través de sus padres, quienes aplicaron para la ley de Memoria Histórica. Según el entrevistado de la familia #7, fue él quien gestionó opciones de salida para su hermano y les brindó, tanto a aquel como a su mamá, todo tipo de apoyo.[15] Solo en un caso el entrevistado ―padre de una de las jóvenes emigradas―, afirmó: “yo nunca lo aprobé, no fui con ella ni al aeropuerto porque yo no compartía eso. Su mamá sí la apoyó siempre”.[16]

Por otra parte, a pesar de que los familiares declaran en su mayoría no haber tenido participación directa en la decisión de migrar de los jóvenes, ello no implica que la misma no hubiese estado influenciada por otras personas, lo que es indicativo del rol que desempeñan las redes sociales en ese sentido. Tal como expone la madre del emigrado de la familia #5: “…realmente nosotros no lo estimulamos, quienes lo hicieron fueron sus amistades, que tiene un montón allá y cada vez que se conectaba a Internet aquí, le envenenaban la cabeza con sueños y promesas de cosas que allá iba a tener que aquí nunca las iba a conseguir”.[17] Sin embargo, el emigrado de esta familia fue el joven que visitó Cuba cuando se estaba realizando el estudio de campo. Al indagar directamente con él acerca de si su salida del país estuvo estimulada por alguna persona en particular, respondió: “mi estimulación fue desde muy pequeño, pues crecí viendo cómo mis amigos emigraban y siempre fue el sueño de mi madre.” Es decir, las expectativas de migrar al parecer en este caso estaban también estimuladas desde temprana edad por su madre, aunque ahora ella no lo reconozca o quizás haya cambiado de idea con el paso del tiempo. El joven de la familia #10, por su parte, asevera: “mi salida fue estimulada por un amigo que me ofreció alojamiento.”

Con los criterios antes expuestos se corrobora el rol que cumplen las redes ―en particular los amigos―, en relación con el proceso migratorio, influenciando no solo la toma de decisión de migrar, sino también el traslado y posterior inserción en los lugares de destino en muchos casos. El siguiente fragmento correspondiente a la entrevistada de la familia # 4 también lo demuestra: “…inclusive quien lo lleva a él para Argentina es un compañero de la carrera que estudió con él desde el Pre, y un primo de ese muchacho que era profesor de la CUJAE fue a ese país y se quedó, después invitó al muchacho a vivir ahí y después como al año el amigo le dice a mi hijo que por qué no iba a probar suerte y trabajar allá, y él le dijo que sí”.[18]

La Dra. Mareelén Díaz Tenorio afirma que: “la familia siempre va a ejercer un rol atractor de la emigración, porque desde que la humanidad existe, existe la migración”. Sin embargo, la información aportada por varios de los sujetos en las técnicas aplicadas refleja que la mayoría de las familias de la muestra no la asumen como una estrategia colectiva del grupo familiar, y que otros grupos o personas intervienen también en el proceso. Para una parte considerable del total de entrevistados las estrategias tienen un nivel de intencionalidad que la situación dolorosa que provoca la separación de un familiar querido, les impide concebir de antemano como una solución a las dificultades que se presentan a las familias, con algunas excepciones, en particular las de aquellos que prevén reunificarse en el destino.  

Al respecto, en los casos de las familias #1 y #12 se evidencia la intención desde sus inicios de establecer una cadena migratoria con los restantes familiares. En la familia # 1, a pesar de no haber sido una estrategia creada por el núcleo familiar de origen de la emigrada ―es decir padres, hermana―, sí lo fue por su familia de procreación, la que ella creó, debido a que su esposo y ella acordaron antes de su salida que él se iría delante y luego ella emigraría con los niños. Incluso ―según cuenta la entrevistada―, el nacimiento de su segunda hija formó parte de una estrategia de reproducción concebida por ambos, debido a que después del nacimiento de la niña en común sería más fácil la salida puesto que su primer hijo no era de su esposo a pesar de haberlo criado desde bien pequeño.[19]

Otro caso que evidencia esos propósitos es el de la familia # 12, en la que la joven emigrada se fue por reclamación de su padre ―quien le había prometido que después reclamaría a su mamá y a su hermano―, pero ese proyecto  cambió con el tiempo, cuando ya ella estaba allá, y según su madre ―la entrevistada―, tal vez si ella hubiese sabido en ese momento que las cosas no iban a resultar como ellos lo habían planeado, no hubiese emigrado, al menos no en ese momento.[20]

Según apreciación de las autoras, algunos rasgos comunes se evidenciaron en la actitud de las(os) entrevistadas(os) durante la aplicación de las técnicas: sin importar el tiempo que hiciera que su familiar hubiese emigrado, en la mayoría de las entrevistas en profundidad (11, equivalente a un 78,6%) los entrevistados terminaron llorando o con lágrimas en los ojos, reflejo de la nostalgia que provoca en ellos la separación de sus familiares que viven fuera de Cuba. En todos los casos, no obstante el dolor y la tristeza que trajo consigo la toma de decisión de emigrar por parte de los jóvenes, siempre se les ofreció por parte de ―y en la mayoría de los casos toda― la familia en Cuba, apoyo emocional ―y en muchos casos también de otros tipos― en cada momento del proceso migratorio: previamente y durante la salida, el tránsito, la llegada y el asentamiento en el destino.

De otra parte, la alegría que les provoca también en cierto modo ver a sus familiares emigrados bien, trabajando mucho, pero saliendo adelante en un país desconocido para ellos, no compensa la angustia que sienten al no tenerlos al lado: “…nosotros nos alegramos mucho porque ellos están juntos y estén allá bien, y mis sobrinos tengan un futuro, pero es muy triste la separación, nosotros aún no nos hemos recuperado de eso, la niña -sobrina- a cada rato llora y pregunta que cuántos días faltan para ver a su familia, nosotros sabíamos que iba a suceder así pero aún no lo superamos”.[21]

Quizás esa sea la razón por la que al valorar las consecuencias que ha traído consigo la emigración de esos jóvenes, sus familiares entrevistados enfatizan el impacto negativo, aunque algunos reconocen determinados aspectos de índole positiva ―si bien existen diferentes matices en sus valoraciones. Uno de ellos plantea: “…consecuencias positivas no creo que haya alguna, negativas todas, la separación de la familia, ha hecho  sufrir a mucha gente, a su abuelo le dio un infarto cuando él se fue, terminó con su novia una relación muy bonita,  sin palabras, solo de contarte me da sentimiento…”.[22] Según la entrevistada de la familia # 2: “…lo positivo que queda es que hizo lo que él quería (…) no se fue perseguido por la justicia ni nada de eso (…) de forma normal, sin deberle nada a nadie, es un muchacho trabajador y muy independiente, nos ha dolido mucho porque es un pedazo que no tengo aquí, que es mío pero no lo tengo al lado y así le sucede a toda la familia”.[23] 

Otros plantean: “las consecuencias negativas son estar lejos de mi nieto y de ella, pero la vida es así y tienes que afrontarla con las tristezas y las alegrías”.[24]“…positivo que lo veo progresando económicamente, que está cumpliendo algunos de sus sueños, los jóvenes tienen potencialidades, que pueden desarrollarse más o menos en dependencia a veces del contexto, de las condiciones que les rodean, quizás los sueños no se los trazaron para ese lugar, pero ellos van a buscar siempre donde poder cumplirlos…”.[25]

 

OTRAS ESTRATEGIAS FAMILIARES CONCEBIDAS A PARTIR DE LA EMIGRACIÓN

Visto desde otra arista del análisis, no son pocos los casos entre las familias de la muestra de esta investigación que, después de realizado el acto migratorio por alguno de sus miembros jóvenes, reconfiguran sus necesidades prioritarias y crean nuevos proyectos, ya con un grado mayor de intencionalidad y un nivel de preconcepción basado en lo que se puede y desea hacer.

En un grupo de las familias estudiadas, si bien el acto migratorio no constituyó una estrategia previa y conscientemente planificada por la totalidad de sus miembros, sí existió un posterior diseño de algunas estrategias a partir de producirse la salida de los jóvenes; aunque no en todos fue explícitamente aceptado por los entrevistados.

Entre esas estrategias creadas con posterioridad las más frecuentes son de tipo económico, encaminadas al mejoramiento de las condiciones materiales de vida de las familias en Cuba, donde la utilización de las remesas monetarias enviadas por los jóvenes emigrados juegan un rol importante ―aunque en solo 6 casos (42,9%) se reconocen como la principal fuente de ingresos familiares actualmente―. Además, las familias perciben otras ayudas de tipo material (ropa, zapatos, artículos de aseo, medicamentos, por solo mencionar las más importantes).

Por orden de importancia, en segundo lugar se identificaron algunas estrategias encaminadas a facilitar la migración de otros miembros de las familias de la muestra. De las 9 familias en las que alguno(s) o todos los familiares que residen en Cuba tienen ahora planes de migrar (las cuales representan el 64,3% del total), hasta el momento en que finalizó la investigación solo se había concretado en un caso a través de la salida del país de la madre de uno de los jóvenes emigrados. 

 Sin embargo, otros entrevistados consideran la salida como un hecho muy reciente para pensar en un proyecto a corto plazo de reunificación familiar, como lo muestra una de ellas: “…podría ser en un futuro, pero ahora mismo no te puedo decir porque ella acaba de llegar y como está aquello allá (…) no es algo inmediato, (…) me refiero a 7 años porque depende de muchas cosas, quizás cuando lleven cuatro o cinco años sí, yo sí quiero irme con mi niña (…) pero de ese tema nosotras no hemos hablado aún”.[26]

También se conoció de estrategias relacionadas con la realización de determinadas actividades laborales por algunos familiares, las cuales se articulan con la migración: 2 casos (14,3%) en que los padres tienen la posibilidad de visitar a sus hijos varias veces al año y durante las visitas trabajan.

Como se aprecia hasta aquí, la migración puede estimular la concepción de nuevas estrategias de diversa índole, pero pocas veces estas se presentan de forma independiente, sino que se articulan unas con otras. Hemos constatado cómo las estrategias migratorias se vinculan con otras de tipo laboral de las que se derivan a su vez algunas económicas; otro tanto sucede cuando se vinculan planes de migrar con estrategias educativas, con vistas a la realización de estudios en el exterior de algunos miembros de la familia; estrategias reproductivas referentes a la planificación familiar sobre hijos futuros, etcétera, de familiares aún residentes en Cuba que desean postergar la fecundidad hasta otro escenario con mejores condiciones materiales de vida, por solo mencionar unos pocos ejemplos.  

Pero sobresalen las de índole económica por su vocación de centralidad en relación con el diseño e implementación de otras, sobre todo con respecto a las acciones encaminadas al mejoramiento de las condiciones de vida de los familiares, elevación de los ingresos y a partir de eso la posterior adquisición de nuevos artículos o equipamiento, y mejores y más diversas opciones de recreación y esparcimiento para el disfrute familiar.

Según la entrevistada de la familia # 5: “…al momento de salida no constituía una estrategia en sí, ya te digo, fue solo su decisión, locura y capricho de él, pero después eso nos dio la facilidad de que mi esposo y yo fuéramos, y él sobre todo va frecuentemente, trae cositas y así más o menos, trabaja allá y eso nos da un poquito más de desenvolvimiento”. En otros casos como el de la familia #7 el proyecto es el mismo que en un inicio, irse delante la madre y el hermano menor, para después reclamar al entrevistado.[27]

La entrevistada de la familia # 4 nos ofrece otra perspectiva: “…jamás pensé que él fuera a tomar esa decisión porque uno no cría a los hijos pensando que se van a ir del país sino para que estén a su lado, verlos crecer, mira, yo siempre pensé en el momento en el que él se casara y dentro de dos días es la boda y yo no voy a estar. Eso no es una estrategia familiar, el problema es que la vida es más rica de lo que tú piensas, si no, no fuéramos dialécticos, hoy estás aquí, mañana allá, yo nunca pensé que yo iba ir a Argentina y hoy te digo que me voy a jubilar y voy a residir allá por un tiempo para estar cerca de él, sin perder mi casa, porque esta es mi casa, pasa cualquier cosa y yo regreso para acá”.[28]

Sin embargo, algunas veces las familias no son conscientes de los planes futuros que tienen los jóvenes y tal como se mantuvieron en muchos casos al margen de la decisión, pueden estarlo también de la concepción futura de nuevos proyectos. Los emigrados participan concibiendo y/o sugiriendo ideas relativas a propuestas de estrategias, acciones a desarrollar por la familia para conseguir determinados fines o satisfacer determinadas necesidades. El emigrado de la familia # 5, por ejemplo, expresó sus intenciones de mejorar las condiciones de vida de la familia reuniendo una buena suma de dinero para enviarles y que les sirva de inversión inicial para emprender un negocio privado acá. Afirma haber concebido este proyecto para que sea la forma de manutención de su familia en Cuba, quienes según lo expresado por la entrevistada ―su mamá―, se encuentran ajenos a sus intenciones.[29] Suman 4los emigrados que conciben entre sus planes recaudar dinero para, en un futuro no muy lejano, fomentar un negocio familiar en Cuba.

El otro joven emigrado que fue entrevistado estando de visita en Cuba[30] manifestó su propósito de sacar del país a sus padres y su hermana, a través de una reclamación por reunificación familiar. Hasta el momento, sin embargo,la única estrategia que han podido implementar ha sido utilizar la condición de ciudadano español de su papá, la cual le da la facilidad de visitarlo a menudo, trabaja un tiempo allá, y trae cosas para la familia, contribuyendo de ese modo a satisfacer las necesidades del hogar.

Al analizar el rol de los emigrados y su participación en el diseño e implementación de las estrategias es necesario reconocer su aporte o apoyo económico, financiero y material en general a las familias residentes en Cuba ―si bien la magnitud de esa ayuda varía de unos casos a otros―. Algunos jóvenes emigrados participan directamente en el diseño de estrategias migratorias para que otros miembros de la familia puedan reunificarse.  

A pesar de que los entrevistados reconocen la disposición de los jóvenes emigrados de respaldar en todo lo necesario a los familiares acá, por otra parte aseveran que estos no influyen de manera decisiva en la toma de decisiones a lo interno de la familia en Cuba, aunque la imaginación sociológica sugiere que eso puede ser relativo, pues hay diversas maneras ―muchas veladas, difíciles de percibir― de participar en la toma de decisiones, de estimular las salidas de otras personas, de tomar parte en el diseño de otras estrategias reproductivas, laborales, educativas, por solo mencionar algunas. Quizás esto sirva de hipótesis para futuras investigaciones sobre el tema.

 

CONSIDERACIONES FINALES

  • El análisis teórico realizado permitió una mejor comprensión de la relación entre familia y migración, y en particular el rol de la familia como grupo social, en relación con el hecho migratorio.
  • El esbozo sociohistórico del fenómeno de las migraciones internacionales de cubanos da cuenta del sostenido saldo migratorio externo negativo que existe en Cuba desde 1930 y se refuerza como tendencia cada vez más, así como la migración de jóvenes entre los principales protagonistas del hecho migratorio, sobre todo profesionales, mujeres en edad reproductiva, en edades laborales, con sus múltiples implicaciones ―en muchos sentidos negativas― para nuestra sociedad.
  • Durante el estudio de casos realizado se pudo constatar la articulación de la migración de jóvenes ―de diversas formas, en diferentes momentos, en mayor o menor medida según el caso― con las estrategias de sus familias en Cuba, relación que no es única ni homogénea en todos los casos que fueron objeto de investigación.
  • En la mayoría de las familias estudiadas, si bien la emigración de los miembros jóvenes no fue concebida como un proyecto de la familia en su totalidad, en varios casos sí lo fue de la familia de procreación o diseñada por la pareja juvenil.  
  • A pesar de que en un primer momento no se concibió en la mayoría de las familias como una estrategia ni se estructuró de una forma más planificada; una vez que la familia conoció la decisión de emigrar de los jóvenes sí la respetó y mostró su apoyo de diferentes formas: económico, logístico y afectivo.
  • Las estrategias no son siempre concebidas en un sentido unidireccional, sino que las familias residentes en Cuba también en la medida de sus posibilidades ayudan a los jóvenes emigrados en los países de destino, reforzándose la transnacionalidad de las familias.
  • En varios casos ―si bien no ocurrió antes de manera conscientemente planificada― sí existió un posterior diseño de algunas estrategias a partir de la emigración de los jóvenes.
  • Tras las salidas del país de los jóvenes fueron concebidas otras estrategias de diversos tipos, fundamentalmente económicas,  algunas migratorias o de reunificación familiar, reproductivas  y ―aunque en pocos casos― también laborales. Casi nunca estas se presentan de forma independiente, sino que se articulan varias de ellas entre sí para responder a determinadas necesidades y expectativas del grupo familiar.
  • También se constató el rol de los jóvenes  emigrados en el diseño y sobre todo en la implementación de esas nuevas estrategias. Fundamentalmente se reconoció su involucramiento en el apoyo económico, financiero y material en general que les brindan a sus familias residentes en Cuba ―si bien la magnitud de esa ayuda varía de unos a otros―; así como en algunos casos en el diseño de estrategias migratorias para que otros miembros de la familia puedan reunificarse.
  • Futuras investigaciones sobre esta temática y con un alcance mayor, podrán arrojar mayores luces sobre un fenómeno de creciente importancia para la sociedad cubana: la emigración de jóvenes y las estrategias de sus familias.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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* MSc. en Sociología. Profesora Auxiliar. Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), Universidad de La Habana, Cuba. E-mail: ofelia@cedem.uh.cu

** Lic. en Sociología. Dirección Municipal de Trabajo de Habana Vieja. E-mail: yerusa.diaz@nauta.cu

[1] El reagrupamiento familiar es un hecho que confirma la voluntad expresa de sus miembros de emprender una nueva vida, juntos, en el lugar que se desee.

[2] Disímiles propuestas teóricas han insistido en el rol que desempeña la familia en relación con el proceso migratorio, desde el momento mismo de la toma de decisión de migrar. Entre los paradigmas teóricos contemporáneos relacionados con las migraciones internacionales, se encuentra, por ejemplo, la llamada “nueva economía de la migración” ―que cobra auge en la década de los ochenta del siglo XX con Stara, Bloom y Taylor (Agatón, 2009, p.3)―, la cual sostiene que las decisiones de emigrar no obedecen exclusivamente a la voluntad de los actores de manera individual, sino que se insertan en unidades más amplias de grupos humanos que están compuestos por familiares o amigos de los propios migrantes y que mantienen la esperanza de obtener empleos e ingresos, así como también, aumentar el estatus social dentro de la jerarquía local que tienen actualmente, estando dispuestos para ello a correr el riesgo y las consecuencias que pueda acarrear esa decisión.

[3] Entre ellas Mareelén Díaz, experta entrevistada para la elaboración del Trabajo de Diploma de Yerisel Díaz Varela, coautora de este artículo.

[4] Autores como Arango definen a las redes migratorias como “conjuntos de relaciones interpersonales que vinculan a los inmigrantes, a emigrantes retornados o a candidatos a la emigración, con parientes, amigos o compatriotas, ya sea en el país de origen o en el de destino” (Arango, 2003, p.19). Según el concepto ofrecido por el Diccionario de Sociología, las “redes migratorias” “son conjuntos de relaciones interpersonales que vinculan a los migrantes en el punto de destino con familiares, amigos o coterráneos en el lugar de origen y que reducen los costos de todo tipo inherentes a la migración” (Giner, Lamo de Espinosa y Torres, 2001, p. 491); de manera que existen redes sociales o cadenas entre receptores y emisores, pero, del mismo modo, entre nuevos receptores.

[5] Criterio compartido por especialistas del grupo de familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), ofrecido en consulta a experto concedida por la Dra. Rosa Campoalegre.  

[6] Cuestionario realizado vía internet al joven emigrado de la familia # 5.

[7] Tal como se aprecia en el caso # 9.

[8] Las mejoras económicas a las que aspiran los emigrados no implican necesariamente que sus familias tuviesen tan bajos niveles de ingreso que no les permitieran satisfacer las necesidades fundamentales del hogar y de sus miembros ―comida, aseo, pago de los servicios, entre otras―; sino más bien en el sentido de que dada la situación económica de nuestro país ―aspecto al que hacen referencia varios entrevistados― aunque se posea un salario alto, es difícil lograr determinados niveles de bienestar económico y material por los elevados precios de la mayoría de los productos ―incluidos los de primera necesidad. Además, como algunos estudios de subjetividad juvenil en Cuba han arrojado, en no pocas ocasiones los jóvenes tienen expectativas de recreación, disfrute o esparcimiento, que muchos no pueden satisfacer por los precios para acceder a algunos de los lugares que se encuentran hoy entre las preferencias juveniles. (Varias investigaciones del Centro de Estudios sobre la Juventud en los últimos años así lo reflejan).   

[9] Así lo cataloga la entrevistada de la familia # 9.

[10] Entrevista en profundidad familia # 6.

[11] Entrevista a experto a la Dra. Reina Fleitas.

[12] Entrevista en profundidad familia # 10.

[13] Entrevista en profundidad familia # 4.

[14] Entrevista en profundidad familia # 5.

[15] Entrevista en profundidad familia # 7.

[16] Entrevista en profundidad familia # 13.

[17] Entrevista en profundidad familia # 5.

[18] Entrevista en profundidad familia # 4.

[19] Entrevista en profundidad familia # 1.

[20] Entrevista en profundidad familia # 12.

[21] Entrevista en profundidad familia # 1.

[22] Entrevista en profundidad familia # 5.

[23] Entrevista en profundidad familia # 2.

[24] Entrevista en profundidad familia # 6.

[25] Entrevista en profundidad familia # 4.

[26] Entrevista en profundidad familia # 1.

[27] Entrevista en profundidad familia # 7.

[28] Entrevista en profundidad familia # 4.

[29] Cuestionario realizado vía internet al joven emigrado de la familia # 5.

[30] Cuestionario realizado durante su visita al país el 24 de febrero de 2017, al emigrado de la familia # 10.

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