INTRODUCCIÓN
a vida de Fidel es muy rica en experiencias y obras realizadas, no caben en unas cuantas cuartillas. Sin embargo, es necesario recorrer algunos pasajes para comprender por qué un hombre de procedencia pequeño burguesa se erige contra ella y se pone del lado de los pobres como José Martí. Fueron las circunstancias del medio social, las condiciones económicas, sociales y políticas de la sociedad cubana neocolonial, donde abundaba la miseria, la ignorancia, las privaciones y abuso de todo tipo, las que forjaron un hombre de excepcionales condiciones para luchar contra esos males. Fidel Alejandro Castro Ruz, el tercer hijo del hacendado de Birán Don Ángel Castro Argiz y Lina Ruz González, nació a las dos de la madrugada del 13 de agosto de 1926 y desapareció físicamente el 25 de diciembre de 2016, pero sus ideas perdurarán en el tiempo.
Sin el ánimo de profundizar en toda su obra, por lo abarcadora que resulta, este artículo tiene como objetivo argumentar el carácter didáctico-filosófico de los discursos de Fidel Castro para la comprensión de sus aportes a la filosofía de la educación cubana. Fruto del proyecto de investigación: “La educación para la vida ciudadana en la formación docente y en la escuela, desde los aportes de Martí y Fidel (2017-2020)”, las ideas que se expresan no son determinaciones absolutas, sino simples aproximaciones a un tema poco trabajado desde el pensamiento de Fidel. Para esto se parte de un estudio teórico acerca de las relaciones didáctica-filosofía, se ilustra con los discursos de Fidel el proceso de enseñanza-aprendizaje que tiene lugar a partir de la oratoria fidelista y se seleccionan algunos fragmentos relacionados con el texto que aparecen como anexos.
DESARROLLO
Detrás de toda práctica educativa se encuentran interrogantes acerca de qué pensamientos, creencias y convicciones las fundamentan, las animan, las justifican, le dan sentido; de ahí la estrecha relación entre educación y filosofía en tanto esta es reflexión de la práctica.
Por medio de sus discursos, el Comandante en Jefe ayuda a filosofar, él se comunica con el receptor mediante preguntas reflexivas que marcan la situación problémica de aprendizaje en una circunstancia social real y concreta, que es presentada con fines educativos, que motiva y guía el aprendizaje; así presenta, para quien lo escucha, un nuevo objeto de actividad intelectual.
El discurso filosófico de Fidel no es lineal, es una clase de nuevo tipo en la cual se concatenan recursos didácticos: la situación problémica de partida, los objetivos, el contenido, los métodos y las tareas que deja pendientes, estos recursos se fusionan en un ir venir que enseña a recuperar el pulso de la reflexión, haciendo un alto en el camino para llegar a conocerse a sí mismo y apropiarse de sus mejores posibilidades vitales, que es, a fin de cuentas, en lo que consiste la libertad (Anexo 1).
¡Y es difícil conocerse a sí mismo!, sobre todo en una sociedad que monopoliza nuestra vida mediante el correo electrónico, el teléfono móvil, el contestador, las turbulencias del mercado y la economía, el teatro político con sus escenas manipuladoras y así casi al infinito. Convertirse en artífice de la propia vida, anticiparse al futuro y ganarle la mano, elegir las mejores posibilidades con vistas a la felicidad, exige un perpetuo autoexamen. En el legado de Fidel se encuentran los métodos para ello.
Enseñar a sentirse libre y dueño de sí mismo es su práctica constante de autoconciencia, de autoreflexión para excitar, desde su discurso, la capacidad crítica del ser humano. Esa revisión es exigencia de la filosofía como actividad crítica, racionalizadora de los supuestos que sostienen un modelo social, un modelo educativo y la praxis pedagógica. Pero alerta Fidel: “hay que prestar la debida atención a las diversas corrientes filosóficas”. (Castro, 2005: 21). Esta es una cuestión esencial en el establecimiento de las relaciones didáctico-filosóficas, en el discurso de Fidel Castro hay una explícita declaración de afiliación martiana, marxista-leninista.
La didáctica entendida “como ciencia que se encarga de estudiar la enseñanza-aprendizaje en un contexto educativo concreto, para aproximar la formación de la personalidad a objetivos de valor social que responden a la organización sistémica de dichos procesos” (Addine, 1998: 22), permite aproximarce al estudio del proceso de enseñanza-aprendizaje que tiene lugar en el contexto educativo social cubano, mediante la práctica discursiva y revolucionaria de Fidel Castro. Para esto se considera a Fidel Castro como un educador social.
Al decir de Buenavilla el educador social es la “[…] personalidad de conducta social ejemplar, de firmes convicciones, portador de elevados principios morales, cuyas ideas y actos se corresponden con las aspiraciones de las grandes mayorías; posee excelentes dotes como comunicador y capacidad de ejercer influencia educativa sobre los individuos y la sociedad, mediante una labor de concientización que lo convierte en movilizador educativo del pueblo, su obra trasciende su momento histórico” (Buenavilla, 2003: 3).
Tomando en cuenta esta definición se considera que el acto discursivo de Fidel se erige en un proceso de enseñanza-aprendizaje de carácter social, dirigido a los grandes grupos humanos, de carácter dialéctico, sistémico y contextual, donde se crean situaciones para que el sujeto se apropie de las herramientas que le permitan conocer y transformar la realidad social con una actitud científica y creadora.
Por eso, enseñar a ejercer la capacidad crítica, desde convicciones racionales abiertas a la argumentación, exige conocer los criterios que el filosofar ha descubierto a lo largo de su historia y que permite distinguir entre lo que resulta inaceptable, por no estar a la altura de la dignidad humana, y lo necesario para proteger y fomentar esa misma dignidad. Forjarse un criterio propio exige conocer la cultura de la humanidad. Aquí la filosofía se encuentra en el camino de la educación, marcando su rumbo hacia el acto mismo de educar en un momento histórico-concreto, que ayuda a pensar su sentido y reconstruir la didáctica del discurso. Por esto es esencial comprender de qué concepción sobre la educación se asume y cuál es su base filosófica.
En correspondencia, la concepción filosófico-educativa de Fidel se concreta en el carácter didáctico de su discurso.
Aplicación del principio de vinculación del estudio y el trabajo
Este principio, heredado del ideario martiano, marxista y leninista, reiterado de una forma u otra en casi todos sus discursos, alcanza una síntesis filosófica educativa creadora, en la obra de la Revolución cubana “como una necesidad de la economía de un país pobre y como una ley de la pedagogía de un país revolucionario” (Castro, 1971: 9). Lo que implica no el trabajo como medio de vida para el estudiante, sino como un método para su formación.
Dimensión problematizadora del proceso de enseñanza-aprendizaje social
Desde la filosofía, muestra una didáctica que excede su significado instrumental de ayuda a la comprensión, más allá del componente metodológico, incorpora una dimensión teórica que integra planteamientos críticos respecto al sentido y los fines de la educación, por lo que esta dimensión didáctica, a la que pertenece su filosofía, es intrínsecamente problematizadora por su temporalidad y por el componente político-ideológico que la acompaña; para esto frecuentemente en su discurso utiliza el método de la comparación. Así, la pregunta reflexiva para mover el pensamiento y la relación pasado-presente-futuro se convierte en recurso metódico para la comprensión y la transformación de la realidad mediante la educación social. En esto la dialéctica del proceso de enseñanza-aprendizaje social ocupa un lugar esencial.
Principio dialéctico materialista de la relación teoría-práctica
Se asume en sus discursos para comprender la realidad como punto de partida de los problemas y su solución y la reflexión de la práctica para enseñar a forjar conciencia de cambio y comportamientos que la transformen. Los componentes del contenido de enseñanza: conocimientos, habilidades y valores, se integran y se condicionan mutuamente en el discurso didáctico filosófico de Fidel Castro.
Interdisciplinariedad
Acompaña un lenguaje sencillo, culto y científico. Es necesario que los fenómenos contemporáneos los analicemos, los estudiemos profundamente. Naturalmente que el análisis, las concepciones, cada vez más tendrán que ser la obra de equipos de hombres más que de hombres individuales. De la misma manera que en la ciencia el investigador aislado ya prácticamente no existe ni puede existir, en la política, en la economía, en la sociología, los investigadores aislados, el surgimiento de hombres geniales en las condiciones modernas se hace cada vez más imposible (Castro, 1968: 12).
Su didáctica es interdisciplinaria, está presente desde los primeros discursos. Sin embargo, la primera década del siglo xxi, representan el mayor momento de síntesis enriquecida de su pensamiento revolucionario; por eso arriba a conceptos claves que marcan la concreción sintética de su larga obra: la definición de Revolución (2000), la definición de cultura general integral (2002) y la Batalla de Ideas (2004) (Anexo 2). En la primera enseña el carácter dialéctico del proceso revolucionario donde se integra su fundamento económico, político, filosófico, ético, jurídico y humanista para la formación del carácter moral de la personalidad en condiciones histórico-concretas, donde la unidad es un factor decisivo. Puede llegar a la síntesis después de varias aproximaciones de un concepto desplegado a lo largo de un proceso revolucionario en condiciones histórico-concretas peculiares e inéditas. En la segunda enseña como el conocimiento no es fragmentado, sino que se integra en la medida que el ser humano sea capaz de dominar la cultura de la humanidad en sus aspectos más generales, expresando la multidimensionalidad de la cultura como fundamento integrador para su generalidad y en la tercera enseña el valor de las ideas y la fuerza moral de un pueblo revolucionario.
Dimensión ética del proceso de enseñanza-aprendizaje social
La educación moral de la formación de la personalidad es su máxima fundamental. “Yo he pensado mucho en el papel de la ética. ¿Cuál es la ética de un revolucionario? Todo pensamiento revolucionario comienza por un poco de ética, por un poco de valores que le inculcaron los padres, le inculcaron los maestros, él no nació con esas ideas; igual que no nació hablando, alguien lo enseñó a hablar” (Castro, 2005: 23).
No deja fuera la función que debe desempeñar la familia al respecto y tiene en cuenta el condicionamiento social de la personalidad y su formación. Aquí está; en la pregunta, la tarea de aprendizaje, la motivación para la reflexión.
Utilización de operaciones lógicas para la definición de conceptos a partir de la experiencia
Aparece a lo largo de sus discursos. Es una lógica dialéctica que fragua el ascenso de lo abstracto a lo concreto en un sendero donde se pierden y se encuentran lo histórico-lógico, lo inductivo-deductivo y lo analítico-sintético, en una conversación que parece perder el hilo para luego tirar de él y encontrar la lógica aparentemente perdida.
Desde bien temprano del triunfo revolucionario, enseña a entender que los conceptos cambian con las realidades, a no copiar de otros, a ser auténticos, a buscar la identidad en la diferencia de los conceptos. “Nosotros le llamamos escuela de instrucción revolucionaria porque nosotros debemos tener nuestra propia terminología para conceptuar las cosas […] porque no tenemos por qué llamarle ‘sovjós’; lo de nosotros es granja del pueblo, que es un nombre cubano a un tipo de granja de producción colectiva. Y pega muy bien, porque, entre otras cosas, el concepto va expresado en la palabra” (Castro, 1961: 3).
Unidad de la lógica, la dialéctica y la teoría del conocimiento
Como principio estructurador de la dialéctica materialista, marca pasos certeros en su discurso didáctico filosófico; a la verdad se llega mediante el conocimiento científico, pero no todo el ser humano que tiene conocimiento, es un ser de pensamiento porque para eso sus conocimientos deben articularse con la ética en beneficio de la humanidad. Y ahí nuevamente la unidad del contenido se expresa mediante la relación ciencia-valor. “Cuba necesita mucho de los hombres de pensamiento, sobre todo de los hombres de pensamiento claro, no solo hombres que hayan acumulado conocimientos; hombres que pongan sus conocimientos del lado del bien, del lado de la justicia, del lado de la patria, porque vivimos en estos momentos en que el papel del pensamiento es excepcional, porque solo el pensamiento puede guiar a los pueblos en los instantes de grandes transformaciones” (Castro, 1960: 11). ¡Y esto fue dicho en 1960! Se le presta más atención a una idea anterior en este mismo discurso: “el futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia […]” (Castro, 1960: 11).
Es que el pensamiento es movimiento, es ideología, es la “dialéctica subjetiva”, que explica cómo tiene lugar el proceso de obtención del conocimiento de la realidad mediante las formas fundamentales del pensar (conceptos, juicios, razonamientos y teorías), actuando en sistema; por eso distingue entre el científico, que solo acumula conocimientos y el hombre de pensamiento claro, que es cualitativamente superior; en tanto, pone sus conocimientos del lado del bien, de la justicia, de la patria, y aquí aflora la dimensión ética del pensamiento de Fidel, iluminado por una luz martiana de “[…] ser culto es el único modo de ser libre” (Martí, 2009: 288), que le permite comprender el lugar excepcional del pensamiento en momentos en que se llevan a cabo grandes transformaciones. Su discurso didáctico filosófico es una clase que enseña a pensar. “Librémonos de la ridícula creencia de que todo lo sabemos; librémonos de la ridícula creencia de que somos infalibles. Nuestro primer deber es saber que somos falibles, que podemos equivocarnos una y muchas veces. Que más que poder decir que lo sabemos todo, todo, podemos decir que lo ignoramos casi todo; que debemos estudiar, que debemos meditar, que debemos pensar, razonar y ampliaremos nuestra capacidad de comprender” (Castro, 1960: 11).
El cultivo de la inteligencia humana, desde una base objetiva que brinda el proceso revolucionario: la igualdad de oportunidades, mediante la educación y la apropiación de la cultura tiene un pilar esencial en la preparación del docente. Concepción González dice que el dominio de las exigencias lógicas tiene grandes implicaciones en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en tanto fortalecen con su aplicación consciente la estructuración del contenido que se trabaja, la asimilación de un modelo de cómo hacerlo por parte del estudiante y refleja el proceso real del comportamiento del objeto, fenómeno o proceso estudiado (González, 2012: 37).
Por tanto, apreciamos en el discurso didáctico-filosófico de Fidel la práctica como criterio valorativo de la veracidad del conocimiento, pero también como medio de enseñanza: adquirir práctica revolucionaria es aprender a resolver los problemas de la propia práctica, la Revolución es una escuela donde también se cometen errores, pero de los errores también se aprende, lo más importante es reconocerlos y rectificarlos.
Emoción, persuasión y razón
No se aíslan, sino que se articulan como método del proceso de enseñanza-aprendizaje social. Por otra parte, ahí está su lenguaje corporal, el carácter peculiar de su oratoria, que facilita el tránsito recíproco e interactivo de lo sensorial a lo racional, mediada por la educación mediante la persuasión y que contiene algunos destellos de humor.
El optimismo pedagógico que transpira al iniciar el discurso premiando al receptor por sus cualidades positivas, de manera que amalgama lo afectivo-cognitivo con palabras que enamoran hasta al ejercer la crítica, siempre constructiva. Al generar la emoción va despertando la alegría de aprender como un arte que produce el deleite estético tanto al escuchar sus palabras como al observar sus movimientos corporales; así, el proceso de enseñanza-aprendizaje adquiere las características de interesante, útil y relevante para la sociedad.
La armonía, el contraste y el colorido de su voz, modulada según las frases y su importancia, hacen que su discurso alcance una dimensión artística, despertando los sentimientos patrióticos, solidarios e internacionalistas. Sus palabras, signos y símbolos quedan grabadas en las mentes mediante su genial comunicación. Este arte de enseñar, libre, abierto, innovador y sobre todo original, transgrede las reglas rígidas del proceso de enseñanza-aprendizaje que se desarrolla en la escuela y desborda la capacidad creativa y la inteligencia de Fidel.
Se preocupa también por la educación estética: “[…] porque hay que construir de manera que sea bueno, económico y al mismo tiempo estético […] Y de ninguna manera pensemos que la estética esté reñida con la economía; y de ninguna manera consideramos que la estética no forma parte de los bienes indispensables al hombre y a la sociedad, porque ayuda a crear las condiciones de vida, eleva y mejora las condiciones de vida” (Castro, 1963a: 12).
Ya desde los primeros discursos se perfila como “regularidad de su pensamiento la unidad de economía-política-ética, en una relación recíproca que tiene a la educación y la cultura como elementos mediadores esenciales” (Cabrera, 2006: 56). Este es el eje transversal de incuestionable valor metodológico para la formación de la cultura económica en los jóvenes, en tanto ofrecen una vía para comprender los problemas y transformar la sociedad. Cuando dice: “Y hemos de entender la economía, hemos de comprender las realidades económicas. Y es deber de ustedes preocuparse por esas cuestiones, estudiar esas cuestiones de manera que cada ciudadano comprenda los problemas de su país, que cada ciudadano comprenda que los problemas no se resuelvan -los problemas económicos- simplemente sentados en una oficina, que para resolver todos los problemas son muy distintas las tareas que hay que realizar, de un tipo y de otro, unos en una fábrica, otros en un cultivo, otros en un hospital, otros en una escuela. Y así debemos distribuirnos, y así debemos cumplir con nuestros deberes” (Castro, 1963b: 13).
Deja claro que es un deber de ciudadano adquirir una cultura económica que le permita realizar acciones para la solución de los problemas económicos.
CONCLUSIONES
El discurso de Fidel Castro es portador de una didáctica peculiar, que enseña a filosofar, en tanto reflexiona sobre la práctica, desarrolla la teoría y muestra el camino y los métodos para la transformación de la sociedad desde un proceso de enseñanza-aprendizaje social.
El estudio del pensamiento de Fidel Castro es de gran importancia para la enseñanza-aprendizaje de la filosofía, en su discurso utiliza recursos didácticos que facilitan la comprensión de la realidad y contribuyen a la reflexión de la práctica para su transformación.