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versión On-line ISSN 2077-2955

trf vol.19 no.2 Camagüey mayo.-ago. 2023  Epub 01-Mayo-2023

 

Artículo

José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba

José Martí from the socio-educational dimension in the springing up process of a unique party in Cuba

0000-0002-9472-2711Noel Manzanares Blanco1  *  , 0000-0002-5166-3491Maritza Álvarez López2  , 0000-0002-2628-1053María Isabel Bardina Torres1 

1 Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz”, Camagüey, Cuba.

2 Escuela Provincial del Partido Comunista de Cuba “Cándido González Morales”, Camagüey, Cuba

RESUMEN

Objetivo:

Revelar la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social entre los años 1880 y 1895.

Métodos:

Con base en la dialéctica materialista, se utilizan como métodos el análisis crítico de fuentes (específicamente, de Martí); el análisis-síntesis; lo histórico-lógico; la inducción-deducción; y la sistematización. Todo, asumido como sistema.

Resultados:

Se realiza un análisis crítico de los núcleos teóricos, de acuerdo con diversos autores, y, sobre esa base, se define operacionalmente la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba; se puntualiza qué es un educador social; se subraya la relación entre la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba y el educador social; se alude a qué entender por epistemología partidista martiana; y, con estos presupuestos, se aborda la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social.

Conclusiones:

Se concluye que en la impronta de Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en el período histórico 1880-1895, destaca cómo -en la medida en que construye su epistemología partidista-, educa a la vanguardia independentista, sus dirigentes y el pueblo en general, aspecto que evidencia que se hace acompañar de los rasgos esenciales de un educador social.

Palabras-clave: educación social; agentes educativos; socialización; liderazgo

ABSTRACT

Objective:

This paper aims at revealing José Marti’s imprint in the springing up process of a unique party in Cuba resulting from his social and political leadership.

Methods:

Following a materialist dialectic perspective and a systemic approach, the authors rely on the critical analysis of sources (specifically Marti’s), analysis-synthesis, historical-logical; induction-deduction, systematizing procedures.

Results:

A critical analysis of the theoretical framework is carried out, according to different authors. On that same basis, the authors devise a definition for the notion social dimension of education and its relation to social agents that contribute to the springing up a unique party model in Cuba; it is pointed out what a social educator is; likewise, the relationship between the socio-educational dimension and the social educator is underlined; finally, the authors illustrate ways for understanding by Marti's partisan epistemology and his imprint in the unique party model just mentioned.

Conclusions:

The author arrived at the conclusion that in organizing the Cuban Revolutionary Party Marti contributes to the notion of the need of a unique party. While configuring his political epistemology, he educates the independence forerunners, leaders, and the people, confirming his role as an educative social agent.

Key words: social education; social agencies; socialization; leadership

INTRODUCCIÓN

Constituye un apotegma que los pueblos que olvidan su historia vuelven a ella en sus rasgos nefastos; más ante el actual, complejo y desafiante panorama internacional caracterizado por la inequidad e injusticia social. Con esta premisa, la documentación emanada del Partido Comunista de Cuba (PCC) y la Constitución de la República de Cuba (CRC) avala la necesidad e importancia de estudiar la Historia de Cuba y, particularmente la Historia de la Educación, aspectos abordados por estudiosos del tema.

Las ciencias sociales -particularmente, las relacionadas con la educación- y quienes las investigan en el país nutren los contenidos históricos desde la perspectiva de la obra realizada por instituciones, organizaciones, pueblos, personalidades y/o líderes de acontecimientos, procesos y fenómenos patrios registrados en el devenir cubano a partir de la formación de la nacionalidad y la nación en el siglo XIX.

En estos marcos se inscribe el quehacer de varios investigadores encargados de estudiar las ciencias de la educación y, particularmente, la historia de la educación, sin excluir de su entorno el caso cubano y, especialmente, la dimensión socio-educativa y su relación con la labor del educador social.

Sin embargo, no se ha encontrado a autores que traten la dimensión socio-educativa relacionada con la labor de educador social - se precisa más adelante -, desde la perspectiva de líderes políticos que contribuyen a la historia de la educación desde el proceso devenido unipartidismo en Cuba - desde José Martí hasta Fidel Castro -.

Se justifica, pues, este artículo cuyo objetivo es revelar la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social entre los años 1880 y 1895.

MÉTODOS

La concreción del proceso investigativo se basa en la aplicación del método dialéctico-materialista, específicamente de acuerdo con la percepción marxista:

[…] nuestra concepción de la historia es, sobre todo, una guía para el estudio y no una palanca para levantar construcciones a la manera del hegelianismo. Hay que estudiar de nuevo toda la historia, investigar en detalle las condiciones de vida de las diversas formaciones sociales, antes de ponerse a derivar de ellas las ideas políticas, del derecho privado, estéticas, filosóficas, religiosas, etc., que a ellas corresponden [acompañado de la concatenación y el desarrollo como principios dialécticos] (Engels, 2001, p. 1).

Adicionalmente, se empleó el análisis crítico de fuentes para valorar la impronta de Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba como educador social; el análisis-síntesis para precisar causas-efectos del quehacer de Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba como educador social, lo histórico-lógico para determinar el contexto en que se desarrolla la impronta de Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba como educador social, y valorarlo; la inducción-deducción para discernir la epistemología partidista martiana como base de la impronta de Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba como educador social; así como la sistematización para, con el influjo de los métodos anteriores, ordenar e interpretar de forma crítica los diferentes momentos históricos en que se estudia la impronta de Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba como educador social.

DISCUSIÓN Y RESULTADOS

Núcleos teóricos

En los estudios acerca de la historia de la educación, se destacan, entre otros, Torres (2021), Lannes, Miranda & Pérez (2018) y Pulido (2017). Se trata de estudios que resaltan diversos ángulos para investigar la historia de la educación en el país (procesos histórico-educacionales, educadores destacados, legados de instituciones educativas, entre otros. Sin embargo, no abundan en ellos lo concerniente a la impronta de líderes políticos -como el caso de José Martí- desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba con énfasis en la condición de educadores sociales.

Sobre la dimensión socio-educativa, la literatura registra diversas apreciaciones. Desde la perspectiva de Claramunt (2009), Font (2021), concibe la dimensión socio-educativa como los procesos cuyo objetivo es incidir y transformar en alguna medida los modos de pensar y de actuar de mujeres y hombres con los que se trabaja; e identifica que su concreción está relacionada con componentes ético-políticos de acuerdo con la clase social dominante, un aspecto con dos aristas contrapuestas: o en función de los pudientes o en función de los desposeídos -contestataria del orden agresor.

Además, Méndez (2016) considera que “los procesos socioeducativos son aquellos en los cuales se trabaja en la profundización de conocimientos de realidades cotidiana de las personas” (p. 74); y aprecia que los mismos procesos permiten la promoción de un protagonismo del individuo en diferentes ámbitos: locales, grupales, individuales, organizacionales e institucionales” (p. 74).

Los autores anteriormente citados aportan aspectos fundamentales de la dimensión socio-educativa en el quehacer de las instituciones docentes y no docentes desde sus entornos y para la transformación de la sociedad, a saber: el carácter de proceso en que un agente social influye sobre el pensamiento y modos de actuación de otras personas -carácter clasista de la educación-, así como la orientación hacia el mejoramiento de la calidad de vida de modo contextualizado, activo, incluyente y democrático. De ellos, particularmente, resaltan las percepciones de Font y Méndez por sus vínculos y utilidad en el asunto que se trata en este artículo.

Mientras, diferentes investigadores abordan lo concerniente al educador social. Marichal (2023), en su tesis doctoral, destaca cómo el educador social influye en la educación integral del individuo y en la democratización de la educación, y tiene la responsabilidad de instruir, transformar y establecer un cambio en la conciencia del pueblo.

En el Blog Emagister (2021) consideran a los educadores sociales como profesionales que apoyan y protegen a las personas en riesgo de exclusión social; que trabajan con ciudadanos de perfiles muy diferentes, desde jóvenes con pocos recursos económicos hasta personas con discapacidad o ancianos con una red de apoyo escasa; y que también se dedican a la educación ambiental.

Los autores -al tiempo que reconocen las consideraciones antes expuestas- identifican a Buenavilla (2004) como paradigma en el abordaje de lo relacionado con el educador social: él concibe a José Martí como educador social en tanto poseedor de una concepción de la educación del hombre en la que conjuga su ideario pedagógico con sus ideas independentistas, latinoamericanistas y antimperialistas. Además, Buenavilla en la misma ocasión formula las preguntas siguientes para pautar la condición de educador social:

  • ¿Constituye la actuación personal de José Martí un ejemplo que influye en sus semejantes…, que educa?

  • ¿Había desarrollado José Martí una personalidad comunicativa?

  • ¿Qué relevancia tenía -tiene- para las masas, el contenido de sus mensajes políticos, ideológicos, patrióticos, éticos?

  • ¿Cuáles eran las vías, métodos y medios utilizados por Martí para trasmitir sus mensajes? ¿Cuáles tuvieron mayor alcance? (p. 145).

Sobre la base del razonamiento de Buenavilla, se asume en sistema los siguientes rasgos esenciales de un educador social -según estudios de Bonachea & Pérez (2008):

  1. a) Poseer una personalidad ejemplar, determinada por su conducta social en la que se manifiesta una férrea voluntad en cada uno de sus actos, en correspondencia con los intereses y aspiraciones de las grandes mayorías.

  2. b) Ser un excelente [eficiente] comunicador, cuya relevancia proviene de la amplitud y la profundidad de sus mensajes, así como de la posibilidad que tiene de utilizar diferentes vías, métodos y medios para propagar sus ideas.

  3. c) Emitir mensajes dirigidos a la comunidad humana, con repercusión en su momento histórico y proyectado al futuro con anticipaciones que muestran la tendencia del desarrollo social.

  4. d) Dominar contenidos de disímil naturaleza: no solo de carácter educativo sino además de carácter político, científico, ideológico, ético, estético; aspecto que le permite interactuar con personas de diferentes saberes.

  5. e) Estar capacitado para exponer sus ideas a través de la oratoria, la literatura, la docencia, la diplomacia, el diálogo; una manera de satisfacer expectativas de diversos sectores sociales.

  6. f) Tener convicciones manifestadas en su constante esfuerzo por llevar a la práctica sus ideas, que parten de una necesidad interior que lo incita hacia la formación de los hombres; además de reflejar amor y apego a los valores espirituales (pp. 8-9).

Los autores de este artículo reconocen, pues, la valía de los estudios anteriormente mencionados, pero advierten que se trata de apreciaciones que no llegan a formular la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba relacionada con la labor de líderes políticos en condición de educador social. Por tanto, se define operacionalmente la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba del modo que sigue:

Es el proceso educacional que comprende la trascendencia del quehacer de líderes políticos en condición de educadores sociales al influir en la vanguardia revolucionaria, su dirigencia y pueblo en general, y transformar sus maneras de pensar y de actuar; un cambio que se logra al unificar y organizar esfuerzos aislados, con la persuasión como método fundamental a través de cartas, discursos y artículos periodísticos cuyo alcance sobrepasa el entorno partidista y las masas de su tiempo y se proyecta al futuro.

Asimismo, los autores -en concordancia con Buenavilla y Bonachea & Pérez- asumen como educador social al sujeto que trasciende en la sociedad por su actitud ejemplar; es un comunicador que emite mensajes ajustados al momento histórico y proyección de futuro, domina contenidos de carácter educativo, político, científico, ideológico, ético y estético; posee capacidad de diálogo y mediática en su discurso oral y escrito; satisface expectativas de diversos sectores sociales y posee convicciones que traslada y estimula en la vanguardia revolucionaria, sus dirigentes y en las masas para luchar por la independencia y la justicia social.

Al respecto, los autores subrayan la relación entre la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba y el educador social: esta dimensión abarca el proceso educacional que se desarrollan con el objetivo de incidir y transformar de algún modo las formas de pensar y de actuar de las personas en el movimiento emancipatorio cubano; mientras que el educador social es el sujeto portador de rasgos que le permiten influir y transformar el comportamiento de la vanguardia revolucionaria, sus dirigentes y las masas en la lucha por la independencia y la justicia social.

En consecuencia, los autores consideran pertinente dentro de los núcleos teóricos aludir a qué entender por, para analizar la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba:

La epistemología partidista martiana es la percepción de Martí -avalada por su praxis- en torno al partido político convertido en Partido Revolucionario Cubano (PRC) que emana de su razonamiento sobre las causas del fracaso de la Guerra de los Diez Años (López, 2022) y qué hacer para garantizar el éxito independentista y justiciero, apoyado en una particular labor educativa de los líderes militares y las masas, encaminada a influir y transformar sus modos de pensar y actuar para unirlos y sumarlos a la lucha emancipadora.

Con estos presupuestos, a continuación, se aborda la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social, conscientes de que “en la perspectiva martiana hoy asumimos que la educación es el proceso y el resultado de formar en las niñas y los niños, en los jóvenes, las mujeres y hombres, en los pueblos, sus sentimientos, convicciones, voluntad, valores” (Bardina, 2019).

Impronta de José Martí

El seguimiento dado por José Martí (1853-1895) al ambiente en el que se desenvolvía el problema cardinal de Cuba (la liberación del colonialismo español contra los inconvenientes emanados de la desunión de los mambises durante la Guerra de los Diez Años), lo condujo a sentenciar que “nuestra espada no nos la quitó nadie de la mano, sino que la dejamos caer nosotros mismos” (Martí, 1991a, p. 248)

Esta sentencia sintetiza el profundo y necesario análisis de las causas que condujeron al fracaso de esa guerra y marca el inicio de los aportes de José Martí a la difícil tarea de lograr la gradual sustitución del pesimismo promovido por la derrota, y al resurgimiento, con mayor fuerza, del orgullo nacional y la confianza en las fuerzas de los patriotas cubanos. Ello, sustentado en la calidad de su comunicación que combinaba hechos, razonamientos y sentimientos hasta llegar a convencer de ideas como la antes expuesta.

Sin embargo, llegar al convencimiento de la vanguardia revolucionaria, sus dirigentes y de las masas de cubanos emigrados y de los que permanecías en la Isla requería de mayor y sostenido empuje de quien evidenciaba ser ya un educador social; y más allá de la desventaja que significaba su condición de intelectual sin experiencia militar, se mantuvo dispuesto a convencer a quienes sí tenían los méritos obtenidos en la manigua y a los que se incorporaban a la contienda. Era perceptible su voluntad de vencer cualquier obstáculo en el empeño de obtener la emancipación cubana.

Así, Martí mantendría una constante labor educativa en aras de significar que la garantía de las luchas independentista y justiciera tendría que tener por eje fundamental, para lograr la victoria, la unidad y organización tanto de esa vanguardia como de ella con las masas. Los años siguientes serían testigos de su constancia y consagración a la consecución de esos fines; una actitud con repercusión para ese momento histórico y para las luchas por venir.

En consecuencia, con lo antes expuesto, Martí (1991b) se vuelca a la labor conspirativa, parte de la cual será la continuidad de su influencia educativa en sus compañeros de ideales; y a mediados de 1882, escribe a Máximo Gómez que “mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes” (p. 166), que “así como el callar hasta hoy ha sido cuerdo, el callar desde hoy sería imprudente” y que “quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla” (p. 169). Y en el mismo escrito, reflexiona:

[…] si no está en pie, elocuente, erguido, moderado, profundo, un partido revolucionario que inspire, por la cohesión y modestia de sus hombres, y la sensatez de sus proyectos, una confianza suficiente para acallar el anhelo del país -¿a quién ha de volverse, sino a los hombres del partido anexionista que surgirán entonces? ¿Cómo evitar que se vayan tras ellos todos los aficionados a una libertad cómoda, que creen que con esa solución salvan a la par su fortuna y su conciencia? Ese es el riesgo grave. Por eso es llegada la hora de ponernos en pie” (Martí, 1991b, p. 170).

Del examen de tal reflexión se deriva que Martí comparte un razonamiento que para él es convicción, porque sabe que lo nuevo puede tener resistencia (es el caso de crear un partido para la independencia, sin antecedentes): primero, comienza a ofrecer argumentos para preparar al destinatario acerca de qué se necesita para “mover un país”; y luego, va a la médula al señalar el riesgo enorme que corre la nación nacida en los campos de batalla, y arguye lo que sus contemporáneos no han advertido con toda la gravedad y peligro que implica para la causa independentista.

La alerta planteada no significaba una aceptación inmediata, pero ya está sembrada la idea, una y otra vez, y de distintas maneras volverá sobre ella, porque la labor educativa exige de constancia para cambiar modos de pensar que requiere tiempo, entre otros elementos.

Así, se devela la amplitud y la profundidad de los mensajes de Martí para propagar sus doctrinas a través de la comunicación epistolar que le resulta de utilidad en su presente y también a futuro; pues, en su condición de educador social es capaz de relacionarse con la vanguardia revolucionaria y sus dirigentes -como hombres de la estatura política del general Máximo Gómez- y por esa vía influir en la organización y unidad de esa vanguardia y de ella con las masas.

Nótese en el ejemplo anterior que Martí, como educador social, está influyendo -en su oratoria, ensayística y epistolario- sobre el pensamiento y modos de actuación de otras personas, con una intervención educativa de carácter clasista ubicada en el contexto histórico, orientada hacia el mejoramiento de la calidad de vida, con la que intenta promover la participación activa, incluyente y democrática de los destinatarios.

Sin embargo, la experiencia histórica no favorecía que las ideas martianas fructificaran y encontraron un valladar justamente en las dos figuras más encumbradas de la Revolución: el propio Gómez y el también general Antonio Maceo, máximos líderes independentistas que intentaban organizar el reinicio de la guerra centralizadamente. Mas, ni en la ruptura con ellos acaecida en 1884 perdió la oportunidad de exponer sus ideas políticas y educativas a quienes preparaban lo que se conoce como Plan Gómez-Maceo (García, 2022).

Así, en carta a Gómez en octubre de 1884 -sin ceder en sus convicciones manifestadas en su constante esfuerzo por llevar a la práctica sus ideas- Martí escribe a tono con la citada tesis expuesta desde 1882 acerca de la necesidad de un partido para organizar y unir en torno a la vanguardia revolucionaria y a esta con las masas:

[…] hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que Vd. pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente; y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, embellecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo (Martí, 1991c, p. 176).

Se aprecia que cada línea de esa carta contiene enseñanzas para su destinatario y también para quienes luego accederían a ella. Martí sabía que cuando sus ideas fueran comprendidas tendría en Gómez a un vocero de las mismas y así se ampliaría su influencia en otros militares y todos los que anhelaban la independencia y la justicia social.

En correspondencia con ese razonamiento, Martí confiesa más tarde: “¡Ah! lo que hago ahora: decirlo en secreto, cuando me he visto forzado a decirlo […], porque es mejor dejarse morir de las heridas que permitir que las vea el enemigo […]. Un año entero he vivido en este tristísimo silencio […]” (Martí, 1991d, p. 184).

En este coyuntural entramado vivido por Martí -al tiempo que con su actuar asimismo educa a los líderes políticos y a las masas respecto a la importancia de saber cuál es el momento oportuno para actos transformadores-, con esa pausa y ese alejamiento no renuncia a sus convicciones y objetivo revolucionario; mientras que la ocasión también sirvió para que Martí evidenciara su personalidad íntegra reiterada en su conducta social y férrea voluntad en cada una de sus acciones, en correspondencia con los intereses y aspiraciones de las grandes mayorías. Sin duda, en ello está otra demostración de altitud política que incluye saber qué postura adoptar en determinado momento histórico, siempre estimulando la unidad sin faltar a principios revolucionarios -condición indispensable para crear el Partido y materializar la Revolución-; a la vez que brinda una lección educativa sobre la ejemplaridad que todo líder político de prestigio debe mantener ante las masas, lo cual evidencia igualmente su condición de educador social.

En consecuencia, Martí no tarda en reiniciar su labor unitaria por la causa de la Revolución cubana y escoge el 10 de octubre de 1887 como momento idóneo; oportunidad en la que expone que “estamos aquí: porque la prudencia puede, refrenar, pero el fuego no sabe morir” (Martí, 1991e, p. 216).

Casi un año después, en otra celebración del 10 de octubre, alerta: “[…] Nosotros somos el freno del despotismo futuro […]. Nosotros somos espuela, látigo, realidad, vigía, consuelo. Nosotros unimos lo que otros dividen” (Martí, 1991f, p. 232). Y cuatro años después, Martí exhorta: “¡Ahora, a formar filas! ¡Con esperar, allá en lo hondo del alma, no se fundan pueblos!” (Martí, 1991g, p. 278). “Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: «Con todos, y para el bien de todos»” (Martí, 1991g, p. 279).

Al respecto, se aprecia la insistencia martiana en trabajar en aras de la unidad de quienes encabezaban la lucha emancipadora y de estos con el pueblo; así como su emisión de mensajes dirigidos a la comunidad comprometida con la patria “Con todos, y para el bien de todos”, aspecto con repercusión en su momento histórico y además proyectado al futuro. Asimismo, se aprecia el dominio de contenidos de carácter político, científico, ideológico, ético -otro reflejo de la condición de educador social de José Martí.

No queda allí el actuar del Maestro -así también le llaman; otra muestra de su condición de educador social más allá del ejercicio educativo en un aula-: concibe las Bases y Estatutos Secretos del Partido Revolucionario Cubano (Martí, 1991h, p. 275), documentos en los que sitúa en un peldaño superior las aspiraciones revolucionarias: conjuntamente con la independencia patria, auxiliar y fomentar la de Puerto Rico, y crear una república democrática -sin limitar el actuar épico solo al campo de batalla-. Es otro mensaje dirigido a la vanguardia revolucionaria y compatriotas en general, también con repercusión en su momento histórico y con proyección de futuro.

A comienzos de abril de 1892, en el periódico Patria, desde su vocación periodística, Martí significa la médula del Partido Revolucionario Cubano -la esencia de su epistemología partidista- y escribe acerca de ese Partido:

Nació uno, de todas partes a la vez. Y erraría, de afuera o de adentro, quien lo creyese extinguible o deleznable. Lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura, lo que un pueblo quiere. El Partido Revolucionario Cubano (PRC), es el pueblo cubano […] (Martí, 1991i, p. 366). Él es el fruto visible de la prudencia y justicia de la labor de doce años. Y salvará, si se conforma en sus métodos a sus orígenes y fines, y se pone entero y con cuanto es en su acción: sólo perecerá, y dejará de salvar, si tuerce o reduce su sublime espíritu (Martí, 1991i, p. 369).

Aquí se evidencia cómo la actuación personal de José Martí constituye un ejemplo de que, para esa fecha, es él indiscutible un líder, cuya paciente y constante labor ha dado frutos: mayoritariamente, líderes militares, otros veteranos de la guerra, los trabajadores cubanos de la emigración, quienes asumen sus ideas avanzadas y que tienen en el PRC la organización capaz de guiar hacia la consecución de los objetivos independentistas y justicieros.

Al mismo tiempo, se demuestra su personalidad comunicativa -en este caso, vía periodística- con contenidos políticos, ideológicos, patrióticos, éticos que manifiesta según sus convicciones, y que combina con la capacidad de llegar a los sentimientos de sus interlocutores o lectores para convencerlos; porque, además, su actuar respalda cada palabra y constituye una alerta sobre postulados inviolables.

Momento cumbre y ejemplo de la capacidad de Martí para influir y transformar la manera de pensar de los revolucionarios cubanos es el 10 de abril de 1892 -aniversario 23 de la Asamblea de Guáimaro (Febles, 2021)- cuando oficialmente las asociaciones cubanas y puertorriqueñas con su liderazgo proclaman “constituido por la voluntad popular, y completo por la elección de los funcionarios que establece, el Partido Revolucionario Cubano” (Martí, 1991j, p. 387); y que, en El Partido Revolucionario Cubano a Cuba más conocido como Manifiesto de Montecristi, se acredite “la ejemplar congregación en él de todos los elementos consagrados al saneamiento y emancipación del país, para bien de América y del mundo” (Martí, 1991k, p. 92).

Es decir que con la creación del PRC igualmente se devela la acción martiana capaz de sumar la voluntad popular; asimismo, su efectividad al incorporar a Gómez -y, por extensión, a Maceo, tras superar las discrepancias de 1884-; y también, sus convicciones manifestadas en su constante esfuerzo por llevar a la práctica sus ideas para el “saneamiento y emancipación del país, para bien de América y del mundo” ya asumidas por los revolucionarios cubanos.

Así, se patentiza la identificación de lo que se convierte en Guerra o Revolución del '95 iniciada el 24 de febrero de 1895 con el quehacer martiano (Fernández, 2022) y su impronta desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social.

Los fragmentos de discursos y ensayos de José Martí citados en este epígrafe, y su correspondiente análisis, evidencian que poseía los rasgos de un educador social (personalidad ejemplar, excelencia en la comunicación, emisor de mensajes de repercusión en el momento histórico, y cultura política, científica, ideológica, ética, estética y dialógica. Esto corrobora la justeza de la definición propuesta de educador social y evidencia la relación expresada entre la dimensión socioeducativa de su quehacer revolucionario y su cualidad de educador social.

CONCLUSIONES

El análisis crítico de los núcleos teóricos, de acuerdo con diversos autores, constituye base para definir operacionalmente la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba; para puntualizar qué es un educador social; para subrayar la relación entre la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba y el educador social; y para precisar qué entender por epistemología partidista martiana. Ello sirve de presupuestos para abordar la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social en el período histórico 1880-1895.

En la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social en el período histórico 1880-1895, se revela que -en la medida en que construye su epistemología partidista-, educa a la vanguardia independentista, sus dirigentes y pueblo en general en la transformación de sus maneras de pensar y de actuar y en la necesidad de unificar y organizar esfuerzos aislados para alcanzar la independencia y justicia cubanas. Se trata de un aspecto que evidencia que Martí se hace acompañar de los rasgos esenciales de un educador social

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Recibido: 04 de Noviembre de 2022; Aprobado: 08 de Febrero de 2023

*Autor para la correspondencia (email) noel.manzanares@reduc.edu.cu

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.

Noel Manzanares Blanco: Máster en Estudios Sociales y Profesor Auxiliar del Departamento de Marxismo Leninismo de la Facultad Ciencias Sociales en la Universidad de Camagüey, Cuba. Doctorando en Ciencias de la Educación. Es ensayista y analista de temas históricos, políticos y educacionales, y columnista de Cubainformación, España.

Noel Manzanares Blanco: Tuvo a su cargo la construcción del marco teórico y aportó la formulación de la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social en el período 1880-1895.

Maritza Álvarez López: Participó en la formulación de la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social en el período 1880-1895.

María I. Bardina Torres: Participó en la concepción y análisis de la impronta de José Martí desde la dimensión socio-educativa en el proceso devenido unipartidismo en Cuba en condición de educador social en el período 1880-1895.

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