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Revista Universidad y Sociedad

versión On-line ISSN 2218-3620

Universidad y Sociedad vol.7 no.1 Cienfuegos ene.-abr. 2015

 

ARTÍCULO ORIGINAL


Creciente importancia de la formación del docente de la educación superior en un mundo de cambio: reflexiones del padre Félix Varela

 

The increasing importance of higher education teacher training in a world of changes: father Félix Varela's Reflexions

  

 

Dra. C. Selva Dolores Pérez Silva 1, Dra. C. Juana Nancy Luis Fernández 1

1 Universidad de Ciencias Pedagógicas "Félix Varela". Villa Clara. Cuba.

  

 


RESUMEN

La actitud de las sociedades y los individuos, ante los cambios, tiene mucho que ver con la educación y su impacto en la actitud de las personas que debe orientarse hacia una nueva visión humanista que fomente los valores de la cooperación, entendimiento mutuo, tolerancia, entendimiento internacional e intercultural, la solución pacífica a los conflictos y la organización democrática, en la búsqueda de la equidad e igualdad de oportunidades para todos. Los sistemas educativos deben evolucionar rápida y permanentemente para que a través de la formación de un mejor ser humano las sociedades encuentren respuesta para los desafíos que se presentan. La educación es un elemento clave, por lo que apropiarse de las herramientas tecnológicas que faciliten la inserción del hombre en la sociedad así como el desarrollo espiritual de cada individuo como ser social enmarcado en un nuevo humanismo, son tareas impostergables. Basado en el ideario ético-pedagógico del insigne educador cubano, el trabajo aborda cómo debe forjarse un "formador de formadores" capaz de educar a las nuevas generaciones para dar solución a los retos que impone el nuevo milenio.


Palabras clave: Formación del docente, Educación Superior, educación en el nuevo milenio, Félix Varela: reflexiones sobre formación docente. 


ABSTRACT

The attitude of societies and individuals towards changes has to do with education and its impact on the view point of people that should be oriented towards a new humanistic vision that promote values such as cooperation, mutual understanding, tolerance, international and intercultural understanding, pacific solution to conflicts and democratic organization in the search of justice and equality of opportunities for all. Educational systems should evolve rapid and permanently so that societies can find answers to the present challenges throughout the training of a better human being. Education is a key element, therefore, to appropriate the technological tools that facilitate the successful insertion in present society, as well as the spiritual development of each individual as a social being with a humanistic vision are tasks that cannot be delayed. Based on the ethic-pedagogic ideas of this Cuban educator, the paper deals with how teachers’ trainers should be prepared to educate the new generation in order to solve the challenges imposed by the new millennium.


Keywords: Higher Education teacher training, education in the new century, Félix Varela´s reflexions about teacher training. 





INTRODUCCIÓN 

En los primeros decenios del nuevo milenio estamos siendo testigos de una vertiginosa transformación en prácticamente en todos los colectivos y disciplinas: la científico-tecnológica, la política, la económica, la ecológica, la geográfica, la moral. Estamos en la era de la geoinformación. Estas transformaciones demandan de los individuos y las sociedades la adopción de nuevos paradigmas y concepción del mundo, que les permitan conocer, comprender, hacer sostenible y adaptarse permanentemente al desarrollo planetario en el siglo XXI.

La actitud de las sociedades y los individuos, ante los nuevos cambios, tienen mucho que ver en lo que hagamos con la educación y el impacto de esta en la actitud de las personas. Todo ello orientada hacia una nueva visión humanista que fomente los valores de la cooperación, entendimiento mutuo, tolerancia, entendimiento internacional e intercultural, la solución pacífica a los conflictos y la organización democrática. Todo enmarcado en la búsqueda de la equidad e igualdad de oportunidades para todos.

En este contexto es evidente entonces, que los sistemas educativos deben evolucionar rápida y permanentemente para que a través de la formación de un mejor ser humano, las sociedades encuentren respuesta a los desafíos que se presentan. La educación es un elemento clave.

Permitir al ser humano ser mejor, apropiarse de las herramientas tecnológicas que le faciliten insertarse exitosamente en la sociedad actual y desempeñarse adecuadamente, pero también permitir el desarrollo espiritual de cada individuo como ser social enmarcado en un nuevo humanismo, son tareas que no admiten demoras. Los educadores en general y los educadores de las Universidades de Ciencias Pedagógicas deben ser los actores para buscar esa educación necesaria.

A partir de de todos los Congresos de Pedagogía que se han celebrado en nuestro país, se viene desarrollando un movimiento renovador para la búsqueda del perfeccionamiento en las Universidades Pedagógicas, como centros superiores, de profesionales de la educación, que posibiliten la formación en las jóvenes generaciones de una cultura general integral, que responda a las necesidades económico- sociales de sus respectivos países, pero a su vez sean capaces de enfrentar los retos científico- tecnológicos sobre la base de una integración e interrelación tanto en los ámbitos internacionales como mundiales.

El desafío que hoy se abre es el de una universidad que busca la creatividad y la flexibilidad curricular junto con su avance en la producción intelectual y científica de aplicación, tanto en la creación de conocimientos como en la producción y los servicios, por tanto, una universidad que establece relación con todos los sectores de la sociedad y con todos los contextos socio- culturales del territorio, nación y con otros países.

Para enfrentar los retos de la Educación Superior se hace necesario trabajar por la excelencia académica, aspecto este de mayor controversia e importancia en la Educación Superior contemporánea, relacionándose estrechamente con la evaluación curricular. Ser un profesional de la educación en cualquiera de nuestras universidades, es quizá una de las tareas más complejas de cumplir.

Ser docente significa:

· Tratar de comprender el estilo de aprendizaje de cada uno de sus estudiantes.

· Satisfacer la necesidad formativa que requiere los nuevos tiempos.

· Ser experto en relaciones humanas.

· Convertirse en el enlace entre la escuela, familia y comunidad.

· Ser un profesional definido por su constante búsqueda de superación.

Nuestra generación, que se desarrolla en este siglo XXI, es responsable de realizar esa promesa. Y otra vez nos enfrentamos a la antigua pregunta ¿Cómo asumir la modernidad y al mismo tiempo evitar el sufrimiento y la pérdida del sentido de la vida de nuestros hombres, mujeres y niños? En el curso de la segunda mitad del siglo XX hemos sido observadores y protagonistas de importantes transformaciones en nuestro modo de convivir, de relacionarnos, de producir y hasta de pensar. Tenemos otra perspectiva de la historia.

En el curso de la segunda mitad del siglo XX no solo comenzamos a descubrir que éramos interdependientes, o que nuestros conocimientos nos permitían desarrollar la tecnología necesaria para dar esta otra mirada al planeta, sino que nos dimos cuenta de que como especie humana éramos mortales. Conocimos también que la vida en la tierra dependía de nosotros, de nuestra responsabilidad, de nuestra voluntad. Que los derechos humanos son la piedra angular, la plaza fuerte sobre la cual se hace necesario fundar un orden más justo, más libre y más solidario.

Ahora ¿Cuál es el rol de la educación frente a este nuevo siglo? ¿Estamos realmente preparando jóvenes para enfrentar este mundo? ¿Educa verdaderamente a la joven generación la actual escuela superior cubana? Profundizar en los idearios ético- pedagógicos de figuras que son paradigmas en la formación del hombre es imprescindible. Félix Varela y Morales, es pues fuente inagotable de experiencias y enseñanzas en cómo educar jóvenes del nivel superior, contextualizándolos a la época y a su identidad nacional. Coincidente en sus formas de educar, hoy se hace necesario preparar un docente que logre su identidad propia en su formación profesional.

 

DESARROLLO

En el ideario del Padre Varela, también ocupó un lugar en la enseñanza superior. Quería que la juventud cubana tuviera la oportunidad de cursar carreras que los pusiera a la altura de los tiempos que él sabía que se avecinaban; pero en Cuba, realmente, en aquel tiempo las posibilidades eran nulas. La Universidad de La Habana era un freno para el desarrollo de tan loable propósito.

Las investigaciones realizadas, por algunos profesionales de la educación permiten afirmar que cuando el siglo XVIII se despedía, en Cuba comenzaba a desarrollarse lenta y gradualmente un conjunto de ideas, de concepciones teóricas y prácticas acerca de la enseñanza, la educación y la escuela. La lucha contra la enseñanza escolástica, la difusión de conocimientos científicos y la contribución a la formación de la conciencia nacional mediante diversas vías, constituían las vertientes fundamentales en que el Padre Varela, como profesor de la Educación Superior en el Seminario de San Carlos y San Ambrioso en la Ciudad de La Habana, constituyó su mayor empeño.

Félix Varela, en su quehacer magisterial, no solo se limitaba al éxito de la clase; él sabía que la Patria reclamaba hombre de pensar profundo, rectos, justos, patriotas, laboriosos y honestos. Pero para lograrlo era necesario que el profesor fuera capaz de moldear, como con manos de artista, el carácter y los sentimientos de los alumnos. Su estrategia de trabajo requería reflexión y tacto para guiarlos. Para guiar aquella juventud que fue ganada para siempre por su ejemplar conducta, por su sabiduría y por su estilo de enseñar… el Maestro sabía, lo que quería y los caminos a seguir, para lograrlo.

En el aula, en el patio cuajado de naranjas y en las tertulias que espontáneamente tenían lugar en su aposento estaban presentes la ciencia, la literatura, la música, la religón… pero también la Patria. La juventud depositó en él sus esperanzas y él a su vez, percibió en ella la esperanza de la Patria.

Sus alumnos jamás encontraron petulancias en sus palabras, pero exponía con precisión y rigor científico los últimos descubrimientos de la ciencia. El Padre Varela no se limitaba a proporcionar conocimientos científicos y a incentivar los intereses cognoscitivos; pretendía también que los jóvenes fuesen capaces de aplicarlos para satisfacer las demandas de la vida social y privada. Al promover el análisis de los alumnos, les daba la oportunidad de andar sin muletas. Prefería que erraran buscando el camino; lo inadmisible a su modo de ver, era no enseñarlos a encontrar ese camino mediante el esfuerzo personal, acostumbrarlos a aceptar las fórmulas y tesis de sus Maestros sin experimentar, sin investigar.

Son innumerables los pasajes de la vida personal de Varela, que muestran la coincidencia de su actitud con las que se exigen hoy en la formación del docente de la Educación Superior. ¿Qué tipo de profesor se requiere hoy para el papel que debe jugar en la formación de la juventud cubana?

Acaso no advirtió y demostró Varela que es necesario un profesor con actitud formativa, es decir, un educador sensible a la conciencia modernizadora de nuestros días, un educador que permita alcanzar los fines del progreso técnico y el fortalecimiento de los mismos, como sociedad socialista; un educador que forme hombres que construyan sociedades, que rompan con las fuertes disparidades entre crecimiento económico y equidad social, es decir, que hagan compatibles ambos desafíos. Un profesor que convierta las instituciones educativas en centros verdaderamente formativos, acorde con nuestros principios.

Para ello la Educación Superior requiere de un profesorado que vaya prefigurando una nueva actitud formativa, entre cuyas dimensiones esté la conciliación de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, entre la persona y el medio ambiente, entre el país y sus recursos como principio central del desarrollo; una vida democrática de convivencia pacífica, tolerante y creativa, así debe ser la educación, que permita una formación ligada al conocimiento objetivo de las prácticas e instituciones de nuestra sociedad.

Ante un mundo signado por la creciente diversificación y por la vertiginosa velocidad de los cambios se precisa, como dijera Varela, una educación que estimule la integración y coherencia teórica tanto como el fortalecimiento de las instituciones y la reafirmación de tradiciones que dan sentido a la vida de los pueblos y de las comunidades.

Esto significa que la propensión al cambio y al examen crítico, han de ser estimulados simultáneamente con respecto a las normas, hábitos y costumbres que arraigan y brindan seguridad al hombre y a la mujer contemporánea. Enfrentar un futuro de cambios, no es lo mismo que cambiar lo permanente e imperecedero que todavía a de seguir cobijando el futuro. Lo dicho se ve mejor precisado a la luz de lo que se espera del desempeño docente: Un educador que ejerza un rol específico y estable en el tiempo dentro del sistema, pero que así mismo este preparado para enfrentar con flexibilidad la adaptación a nuevos y alternativos papeles y funciones profesionales. La apertura, de la escuela al mundo de la familia, de la producción y de las comunidades locales impone nuevos desafíos a las instituciones dedicadas al perfeccionamiento docente.

Desde luego, el diseño de métodos y procedimientos que se exigen ahora con la universalización de los conocimientos y donde la universidad se multiplica en decenas de sedes que llegan a todos los lugares de nuestro país, se impone en el plano organizacional los mecanismos que permitan controlar técnicamente los procesos pedagógicos. Asimismo las capacidades para adaptar conocimiento y contenidos curriculares en general deben de obedecer a las demandas de la realidad; para estructurar y relacionar conceptos, y para enjuiciar, evaluar y calificar recursos humanos productivos.

Seremos capaces de conciliar el bienestar y los valores de nuestros pueblos y asumir el desafío de la modernidad a condición de poner en actividad todas nuestras energías solidarias y mantenernos unidos. Un rigor interior nos conduce a una etapa superior de interdependencia e integración mundial. Un impulso vital que recorre América y que es más fuerte que el desarrollo de las tecnologías y conocimientos, y más profundo que la revolución de las comunicaciones y que los intercambios económicos, es el saldo cualitativo de la conciencia moral que toma impulso en muchos de nuestros intelectuales de hoy en América Latina.

Es preciso retomar de nuevo a nuestro Varela, pues sin duda hay que asignarle la característica esencial que lo distingue como precursor, pues tuvo la facultad de anticiparse a su época y prever la evolución de la sociedad cubana, desde un fundamento de eticidad que trasciende a nuestros tiempos. Fue precursor indudable de la universalización de la enseñanza superior en nuestro país, pues abogó sin desmayos porque la educación llegara a todos. Apuntó: "si fuese dable formar un pueblo de sabios, lo sería de felices", pero "siendo imposible lo primero para aproximarse a lo segundo debe esparcirse la instrucción y la formación por todas las clases y lugares, llevándola no al grado que constituye ciencia, sino al que basta para que el hombre tenga medios de conocer sus deberes religiosos y sociales, los particulares de su estado y los modos sencillos de emplear la naturaleza para satisfacer sus necesidades y proporcionar sus goces".

Con respecto a que la educación se llevara a todos los rincones del país, con profesores con actitud formativa, expresó: "quién puede negar que es más ilustrado un pueblo en que todos saben leer y escribir medianamente, que otro donde un corto número lo hace con toda perfección pero la gran masa está en tinieblas".

También apuntó Varela "la necesidad de instruir a un pueblo, como la de darle de comer, que no admite demora". Coincidente con Félix Varela, muchos autores opinan que dentro de los retos actuales de la educación superior se encuentra de una manera principalísima, la formación de un docente en este nivel de enseñanza que responda a los siguientes aspectos de su identidad propia.

Para desarrollarse como persona y desempeñarse con éxito en la era de la geoinformación, se necesita conformar el perfil del educador que se requiere para la formación de los jóvenes. Un elemento conductor de la formación docente será el desarrollo y logro de su autonomía en tres dimensiones: intelectual, moral y socio-afectiva.

Decía Varela, que los estudiantes construyen valores y conocimientos cuando su individualidad es respetada. El respeto al educando era su principal premisa para educarlo. Por ello para cumplir el rol de educadores en cualquier enseñanza, pero principalmente en la enseñanza superior, los docentes deben emprender un viaje en esos tres destinos: moral, intelectual y socio-afectivo. A esto se suma una cuarta y quinta búsqueda, la de la fluidez tecnológica y del criterio estético.

La construcción de la autonomía moral

La construcción de valores, el rescate de la cultura en sus manifestaciones más sublimes y el renacer del interés por el humanismo, son algunos de los retos que se presentan a la humanidad en la era de la geoinformación. Y una de las formas es promoviendo la autonomía moral. Por lo tanto, los educadores deben ser portadores de su propia autonomía moral. Si se aprende a considerar los puntos de vista de otros, entonces resurge la valorización de la cultura propia, nacional y universal. Se puede construir desde el interior de cada individuo los valores espirituales, de cooperación, de entendimiento mutuo, tolerancia, entendimiento internacional e intercultural, la solución pacífica de los conflictos y la organización democrática en alianza con la naturaleza, imprescindible para el desarrollo sostenible del planeta.

Autonomía intelectual

Se refiere al desarrollo de la actitud y la capacidad de búsqueda de información y construcción de conocimientos para satisfacer las necesidades propias. Pero además, una persona intelectualmente autónoma es un pensador crítico, quien tiene su propia opinión bien fundada. El educador debe vivir constantemente en esa búsqueda del conocimiento para poder ilusionar a sus alumnos hacia ello. Los educadores deben ellos mismos desarrollar su autonomía intelectual… hacerse cargo de su propio aprendizaje… y fomentarla en sus estudiantes.

Autonomía socio-afectiva

Tan importante como el desarrollo de la autonomía moral e intelectual es la autonomía socio-afectiva. La capacidad de ir descifrando los procesos sociales y afectivos por los que se atraviesa y de ir adquiriendo criterios para tomar las decisiones que se requiere es sumamente importante en la formación del docente. Se refiere más bien a la capacidad de equilibrar adecuadamente el propio bienestar con el bienestar de los demás, el conocimiento y con la conducta: adquirir un sentido de la identidad.

La construcción de la identidad está íntimamente ligada a la construcción de la autoestima, es decir, la percepción y valoración de uno mismo, siendo; ambos son determinantes para el aprendizaje y para la orientación vocacional, y para la seguridad en la toma de decisiones; las implicaciones para la educación son evidentes.

Construcción de la fluidez tecnológica

Baste decir simplemente que la revolución de la tecnología de la información está cambiando cualitativamente la manera en que aprendemos, como trabajamos, como nos entretenemos y en breve… como viviremos.

Construcción del criterio estético

Pero la revolución de la información es condición necesaria, pero no suficiente para la formación de la persona "lo mejor que pueda ser". La información sin la comprensión humana es como una respuesta sin pregunta: carece de significado. Y la comprensión humana solo es posible a través de las artes. Es la obra de arte la que crea la perspectiva humana para lo cual la información se convierte en verdad. Las experiencias de aprendizaje hay que convertirlas en experiencias cumbres.

 

CONCLUSIONES

El Padre Varela fue un filósofo-educador. No legó tratado ni de pedagogía ni de didáctica, su ideario acerca de la enseñanza de la educación de la niñez y la juventud está disperso en sus textos filosóficos, trabajos periodísticos, en su epistolario y en su magisterio militante.

Precursor de una pedagogía criolla, aportó con su ideario ético pedagógico, caminos renovadores para propiciar una educación desarrolladora, científica, moral, estética y patriótica, para la formación de las jóvenes generaciones, que hoy pueden servir de fundamento para el desarrollo de los docentes de la Educación Superior.

Hoy el docente de la Educación Superior no solo debe tener conocimiento de su disciplina, de su estructura y metodología, sino también conocimientos profundos de sus estudiantes; de los fundamentos esenciales de la pedagogía, así como también de aspectos imprescindibles para la formación de las generaciones del siglo XXI.

En la formación de los docentes de la Educación Superior no puede faltar el desarrollo de su autonomía moral, intelectual y socio-afectiva, que unido al desarrollo del criterio estético y la fluidez tecnológica son habilidades y valores para la formación de su actitud formativa. La ética profesional es una condición principalísima de este docente, que le permita dar cuentas de su labor y asumir las consecuencias de sus actos.

El desarrollo de un sistema que valore la contribución del docente a la sociedad y reconozca la profesión como tal es una necesidad para dar sostenibilidad a la implantación de cualquier reestructuración que se plantee para la pertinencia de la Educación Superior.

Es por todo lo anteriormente expresado que la Educación Superior, es un proceso de formación cultural, moral y ético que se interrelaciona e imbrica con la ideología, la ciencia, el arte y las tecnologías de la sociedad en que se desarrolla. El criterio de calidad educacional se define en este contexto en términos de pertinencia social, calidad curricular y buen desarrollo profesional…Frente a los procesos de globalización, las instituciones de Educación Superior tienen también que asumir como un imperativo de la época, los desafíos contemporáneos y contribuir a la formación de políticas que hagan posibles el desarrollo de las ciencias pedagógicas en nuestros países.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cartaya Cotta, P. (1998). El legado de Félix Varela. México. D. F.: Obra Nacional de la Buena Prensa, CA.C.

Céspedes, C. M. (2002). Aproximación y vigencia del Padre Félix Varela en la Aurora del Tercer Milenio, , Revista Verdad y Esperanza. Publicación Católica de Prensa de Cuba. 3 (1), pp. 8-24.

Ibarra Cuesta, J. (2004). Varela, el Precursor. Un estudio de época. La Habana: Ciencias Sociales.

Pérez Silva, S. D. (2000). La ética pedagógica cubana, base fundamental para la formación de valores en las jóvenes generaciones. Santa Clara: ISP "Félix Varela".

Pérez Silva, S. D. (2001). Apuntes sobre Varela. Trabajo inédito. Santa Clara: ISP "Félix Varela".

Torres Cuevas, E. (2003). 1853-2003 y en los orígenes Varela. Revista Bohemia, No 4. pp. 8-24, .

 

 

Recibido: Enero de 2015.

Aprobado: Marzo de 2015

 

 

Dra. C. Selva Dolores Pérez Silva

E-mail: selva@ucp.vc.rimed.cu

Dra. C. Juana Nancy Luis Fernández

E-mail: nancyl@ucp.vc.rimed.cu

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