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Revista Universidad y Sociedad

versión On-line ISSN 2218-3620

Universidad y Sociedad vol.11 no.1 Cienfuegos ene.-mar. 2019  Epub 02-Mar-2019

 

Articulo Original

Pentecostalismo en América Latina y Cuba. Aspectos de su historia y evolución

Pentecostalism in Latin America and Cuba. Aspects of his history and evolution

0000-0003-4596-3866Yinely Ruiz Portela1  *  , Dainelkis Madrazo Elizarde1  , Soilen Cedeño Solis1 

1 Universidad de Cienfuegos. Cuba. E-mail: dmelizarde@ucf.edu.cu, scedeno@ucf.edu.cu

RESUMEN

En el presente trabajo se realiza un breve análisis de la historia y el desarrollo que ha tenido el pentecostalismo en Cuba, tomando como referencia el contexto cienfueguero, en un periodo de crisis donde prevalecieron insatisfacciones, desorientaciones y sentimientos de desprotección, en la que se potencia lo religioso, como explicación, respaldo, esperanza, ayuda y respuesta ante lo desconocido. Lo religioso pasó a expresar y reflejar los impactos de los cambios, otorgándoles nuevos significados desde la fe. Para el desarrollo de la investigación se asumió la metodología cualitativa y se empleó el método fenomenológico. Se aplicaron técnicas e instrumentos del paradigma cualitativo. Estas técnicas fueron, la entrevista semiestructurada, la entrevista estructurada, el análisis de documentos y la observación.

Palabras-clave: Religión; protestantismo; pentecostalismo

ABSTRACT

The following presentation intends to make a brief analysis of the history and development that Pentecostalism has had in Cuba, taking as reference the Cienfuegos context, in a period of crisis where dissatisfactions, disorientations and feelings of lack of protection prevailed, in which power religious, as an explanation, support, hope, help and response to the unknown. The religious began to express and reflect the impacts of the changes, giving them new meanings from the faith. For the development of the research, the qualitative methodology was assumed and the phenomenological method was used. Techniques and instruments of the qualitative paradigm were applied. These techniques were, semi-structured interview, structured interview, document analysis and observation.

Key words: Religion; Protestantism; Pentecostalism

Introducción

La temática religiosa despierta el interés de muchos especialistas investigadores por las distintas expresiones y prácticas que en países de América Latina y el Caribe se manifiestan. Ciencias como la Antropología, la Sociología y los Estudios Socioculturales profundizan en dichos temas, así como en las características y variedad de formas en las que se manifiesta.

Dentro de la gran variedad de formas en las que se manifiesta la religión, el protestantismo, específicamente en Cuba, constituye una vertiente religiosa que ha traído consigo muchas variaciones y ha agrupado a gran cantidad de personas. En este sentido la Doctora en Ciencias Históricas Caridad Massón, en su libro La Revolución Cubana en la vida de pastores y creyentes evangélicos expresa:

El campo religioso cubano exhibe una diversidad que resulta muy difícil pasar por alto. Pero no cabe duda de que el protestantismo, a través de toda su heterogeneidad denominacional, constituye hoy uno de los tres grandes conjuntos religiosos del país. En los últimos años, el crecimiento del pentecostalismo y de otros movimientos protestantes, ha llevado los estimados numéricos a mostrar una superioridad del protestantismo, visto de conjunto, sobre el catolicismo, en la demografía religiosa de Cuba (Massón, 2000).

A partir de los profundos y acelerados cambios desencadenados en Cuba en los noventa, del siglo xx, en el llamado Período Especial se crearon condiciones favorables para un reavivamiento religioso que se ha comportado de forma diferente a lo largo de más de veinte años, en interacción con las complejidades socio-económicas en lo nacional

El crecimiento del pentecostalismo se ha convertido cada vez más en objeto de investigaciones sociales. Determinar sus causas, características y derivaciones en la sociedad, la cultura y el individuo, así como las transformaciones específicas que se producen al interior de campo protestante, motiva el interés de un gran número de estudios y publicaciones en el contexto regional (latinoamericano) e internacional.

En el contexto contemporáneo cubano, y principalmente a partir de los años 90, la religión evidencia un auge en cuanto a su actividad social y al incremento de la feligresía. El pentecostalismo, específicamente, manifiesta este crecimiento y no se ha estudiado con sistematicidad desde los contextos específicos. Los estudios realizados en el ámbito cienfueguero sobre la denominación Pentecostal estuvieron orientados a describir el papel de esta denominación desde la religiosidad popular o enfocada en la propia comunidad religiosa. En tal sentido en Cienfuegos, desde la perspectiva sociológica, se han realizado varios estudios, aun escasos y además no se ha hecho un estudio que se centre en las dinámicas de dicha religión en nuestra provincia (Houtart, 2006).

En la siguiente presentación se brinda una breve panorámica de la historia y el desarrollo que ha tenido el pentecostalismo en América Latina y en Cuba, el cual ha estado mediatizado, desde su inserción en la región, por las diferentes etapas por las que esta ha transcurrido y que obligatoriamente imprimen una cierta particularidad al espacio pentecostal latinoamericano y cubano.

La revisión bibliográfica efectuada nos permite afirmar que en América Latina autores han estudiado con profundidad y sistematicidad el tema Pentecostal y sus características. En este sentido es obligatorio la referencia a Jean Pierre Bastian, del cual se conocen y se han consultados escritos como Emancipación política de 1898 e influencia del protestantismo en Cuba y Puerto Rico, del año 1994, en el cual se propuso revisar los principios del protestantismo en las dos islas tratando de explicar las nuevas condiciones de su desarrollo después de 1898. En De los protestantismos históricos a los pentecostalismos latinoamericanos: análisis de una mutación religiosa, publicado en la Revista Ciencias Sociales en el 2006, hace un análisis de cómo las iglesias protestantes históricas se transforman en pentecostales y las posibles causas de ese cambio.

Desarrollo

El protestantismo es el resultado del segundo cisma cristiano. Ello produjo una fragmentación y diversidad en el ámbito religioso, con una nueva proyección dentro de su contexto social. Contempla un conjunto de iglesias relacionadas con la Reforma Protestante en Alemania, iniciada en el siglo XVI por el sacerdote Martín Lutero, quien abogó por acudir a los textos de la Biblia originales, sin adulteración humana alguna, y se opuso a las imposiciones arbitrarias e impositivas del papado. Este prelado impulsó con ello una restructuración de las iglesias cristianas en Europa (Bonino, 1995).

En América Latina y el Caribe el protestantismo se estableció en épocas y circunstancias diversas, y se presentó como algo típico y único, una voz que quería ser oída junto con una voluntad de hacer su propia contribución al desarrollo del cristianismo en todo el mundo. No obstante, se mostró notablemente heterogéneo. Jean Pierre Bastian, en su artículo Emancipación política de 1898 e influencia del protestantismo en Cuba y Puerto Rico, expresa que “los ritmos de difusión y las modalidades de acción de las sociedades protestantes fueron similares en toda la región latinoamericana, pese a que el Estado español sostuvo una férrea oposición hacia esta religión y a favor de la iglesia católica en las colonias que aún poseía, cuya ideología se inspiró en una lectura unilateral de la Quanta Cura y del Syllabus, ambas en el año 1864”. (Bastian, 1994, p. 32)

Al decir del propio Bastian, hubo que esperar el triunfo de las gestas independentistas y la adopción de constituciones que permitieran la libertad de asociación y la libertad de culto, a partir de los años 1860 para permitir progresivamente la lenta difusión de las Iglesias protestantes entre las poblaciones latinoamericanas. Esta idea la refuerza en su otra obra De los protestantismos históricos a los pentecostalismos latinoamericanos: análisis de una mutación religiosa y la retoma el historiador Luis Orellana en su obra El Futuro del Pentecostalismo en América Latina, quien afirma que “la fe reformada y protestante solo pudo arribar una vez que se consolido el proceso de independencia” (Orellana, 2011: 2). Evidentemente, mientras América Latina fuera colonia de España, pues no habría espacio para otras expresiones, no solo religiosas, sino, sociales, políticas, económicas.

Imprescindible, es también el estudio de autores como Willems & Lalive D’Epinay; del primero, al decir de Beltrán (2010)“fue tal vez el primer investigador que abordó el problema de la multiplicidad religiosa en América Latina, insistiendo, para este propósito, en la influencia del protestantismo norteamericano” (Beltrán, 2010: 73). Del segundo, en opinión del propioBeltrán (2010), considera que es insuficiente la explicación que propone Lalive D’Epinay del fenómeno y que precisamente por esta razón no pudo observar el carácter dinámico del pentecostalismo, que le permite, entre muchas otras cosas, adaptarse a las lógicas del mercado y tener en cuenta las expectativas religiosas de las clases medias urbanas que se identifican con el estilo de vida norteamericano”. (p. 76).

Autores como Villamán (1993); Jaimes (2001, 2007); Garma Navarro (2004); Rondón Palmera (2007); Bergunder (2009); Mansilla (2012, 2014); y Orellana (2011), han investigado y estudiado en profundidad, a partir de contextos específicos, el surgimiento, las características y las interacciones que se presentan dentro del propio pentecostalismo y de este con su sociedad concomitante.

De cualquier manera, es innegable la atención que tiene este fenómeno pentecostal en América Latina, y el mundo, ya sea por su vertiginosa expansión en condiciones de crisis e inconformidad socio-económicas o por su liturgia carismática. El pentecostalismo ha sido desde hace mucho tiempo objeto de estudio de muchos investigadores de disimiles disciplinas.

Recorrer brevemente la historia de esta denominación implica reconocer como en las sociedades latinoamericanas entre los años 1909 y 1990 se vivieron densos conflictos políticos, socioeconómicos, y culturales, que afectaron a las grandes masas populares, sin embargo, el conjunto de creencias religiosas se mostró estables y auténticamente legitimadas. Las utopías religiosas, en forma especial del catolicismo popular y del emergente protestantismo, eran alternativas socialmente aceptadas para enfrentar los altos índices de mortalidad que generaban temor e inseguridad en la población, como también, los diversos proyectos políticos que se han disputado el acceso al poder. Los diferentes y variados intentos de liberación que van desde la Revolución mexicana, a la cubana pasando por las seguidillas de golpes de estados e intervención militar de potencias extranjeras junto a la permanente articulación de movimientos populares, sociales, de campesinos e indígenas que lucharon por una vida más digna. En el corazón de tan trágica realidad nació, creció y se consolidó el pentecostalismo en el continente Latinoamericano (Orellana, 2011).

Nacieron simultáneamente manifestaciones pentecostales en Chile (1909), Brasil y Argentina (1910) y antes de 1916, en Perú, Méjico, Nicaragua, Guatemala y Puerto Rico, como trabajo misionero de inmigrantes o pastores solitarios

El fenómeno pentecostal en América Latina está influenciado por factores diversos que median en su desarrollo y en su evolución como movimiento religioso, las cuales van a determinar la fisonomía que adquiere, así como las características y las actitudes que asume según los diferentes momentos y en correspondencia con las condicionantes sociales antes descritas imperantes en cada contexto nacional. Esto le imprime un carácter heterogéneo, que se va a manifestar, tanto, vista desde cada una de los contextos latinoamericanos, con sus características y particularidades, así como desde el propio pentecostalismo. Esta heterogeneidad, deviene en otra característica de este fenómeno, su adaptabilidad, lo que, en opinión de las autoras del trabajo, pudiera ser una de las razones de su expansión y crecimiento.

En opinión de Rondón Palmera (2007), el pentecostalismo se hace presente en la región como una corriente religiosa que propone la recuperación de unas creencias y unas prácticas de acuerdo con las tradiciones del cristianismo antiguo. En este sentido Guevara afirma que el pentecostalismo, como fenómeno religioso mundial, hoy fluctúa entre una dualidad de condiciones, pues se manifiesta como movimiento religioso, que le atribuyen un carácter abierto, espontáneo, poco organizado y hasta familiar y otra de iglesia o comunidad eclesial, con todas las características clásicas, en las que las personas o grupos de personas (creyentes) se reúnen para compartir su fe, sus testimonios, estudiar pasajes bíblicos, practicar sus creencias, seguir y cumplir las normas de su religión, es decir, hacer una vida y acción en común basadas en su fe.

Cuando el pentecostalismo ingresa, como nuevo actor del campo religioso, durante las primeras décadas del siglo xx, América Latina estaba bajo el influjo dominante de la Iglesia católica como institución hegemónica y la presencia minoritaria de las diferentes corrientes del protestantismo histórico, que se habían instaurado en la región desde mitad del siglo xix. De esa manera, su proceso de introducción no se da en forma homogénea, sino con particularidades en cada país y en diversas etapas; pero, en la mayor parte de los casos, lo hace por mediación de las sociedades misioneras norteamericanas (Berges, 2003).

Según Rondón (2007), “los historiadores pentecostales señalan tres momentos en el desarrollo del pentecostalismo en América Latina: un pentecostalismo de implantación (1909-1930), un pentecostalismo de consolidación (1930-1959) y un pentecostalismo de expansión (1960-200?). Los cuales se hilvanan alrededor de la tesis en la cual se sugiere que las mentalidades pentecostales latinoamericanas han experimentado frente al catolicismo una evolución progresiva de rechazo, asimilación y distanciamiento”. (p. 4)

Autores como Bastian (1997); y Jaimes (2001), coinciden y plantean la tesis de los momentos por los que ha pasado el pentecostalismo, aunque vale decir, que lo asumen para una religiosidad pentecostal urbana: primera etapa de formación 1910-1940, una segunda etapa que Bastian no caracteriza suficientemente, y tampoco fecha específicamente, excepto por la conversión de sectores que poblaban las periferias urbanas, fruto de la migración provincial. Por último, una etapa de crecimiento y “...articulación de tales movimientos a la hipermodernidad de los medios...” entre 1980-1990.

La introducción del protestantismo en Cuba tiene una historia similar a la latinoamericana, con la diferencia de que en el continente tuvo un asentamiento estable más temprano, favorecido por los gobiernos liberales de las nuevas repúblicas en la segunda mitad del siglo xix, mientras que, en Cuba, después de las fundaciones de cubanos, ese proceso fue respaldado por la intervención norteamericana al finalizar el siglo y a lo largo del xx.

Hasta comienzos de los años 1960, momentos en que las distintas denominaciones protestantes cubanas fueron logrando su autonomía, existió un estrecho tutelaje por parte de las Iglesias que radicaban en Estados Unidos, en las cuales surgió este fenómeno. Esta dependencia se expresaba tanto en la presencia mayoritaria de norteños en los cargos directivos, seminarios y escuelas, como en la asimilación de patrones y tradiciones típicos de EE.UU. no solo en lo estrictamente religioso sino en lo cultural en general (Berges & Cárdenas, 1998). Es válido recordar que antes de estos años, es decir antes de 1959, Cuba estaba bajo la potestad política de los Estados Unidos y, por tanto, todos los gobiernos que se instauraron en ese período, respondían a los intereses de este país

Entre los autores e investigadores de la temática pentecostal más prolijos en la Isla, están Ramírez Calzadilla (1998, 1999, 2008); Berges (1993, 1998, 2003, 2003, 2009, 2010); Fernández (2007a, 2007b); Hodge (1998, 2011);Pérez Cruz (2009); Perera (2009); Massón (2000); González (2003, 2000); Jiménez Berrios (2003).

El espacio religioso cubano está marcado por determinadas características, en las que incide necesariamente la presencia hispana desde finales del siglo xv con el catolicismo que la misma aportó, que como religión de los conquistadores ocupa un lugar hegemónico en el cuadro religioso cubano, aún con distintos grados de acercamiento a la institución eclesial y expresada de diferentes maneras en lo popular. A ella se unen formas de religiosidad que la introducción masiva de esclavos trajo a partir del siglo xvi y particularmente en el siglo xix, la cual se hace más expresiva en la formación hispano-afro-cubana de nuestra nacionalidad, y que son las de arraigo en nuestra población.

La fusión obligada de los elementos religiosos ancestrales de colonos y esclavos matiza el universo religioso cubano. Diferentes expresiones que pasan por una mezcla criolla entre el catolicismo-romano, las múltiples expresiones africanas y versiones del espiritismo, son el arcoíris de la religiosidad cubana, al que se suma, desde la más temprana presencia en la segunda mitad del s. xvi y ya más constante a finales del s. xix y principios del xx, la presencia de las expresiones protestantes (Ruiz, 2014).

Así, Ramírez Calzadilla aborda este aspecto mencionando la existencia de los modelos socioculturales que se han sucedido en nuestro país y que aportaron a la conformación y características del cuadro religioso: el hispano, que desde la dominación política introdujo el catolicismo como religiosidad hegemónica; el africano, introducido con la trata de esclavos, que se sincretiza con el modelo hispano (se subsume en esta sincretización, puesto que lo exclusivamente africano desaparece progresivamente para dar paso a lo afrocubano) y da lugar a expresiones propiamente nacionales, las cuales rivalizaran espacio a la religiosidad católica y el norteamericano, que aporta desde finales del siglo xix, la presencia de la religiosidad protestante, cuyo asentamiento responde a una dinámica totalmente distinta a la del catolicismo, dadas la procedencia, la coyuntura de su acceso y el escenario en que se desenvuelve (Ramírez, 1999).

Hacia fines del siglo XIX se establecen en el país los primeros protestantes cubanos, con la organización de algunos centros de culto, con el regreso al país de emigrantes independentistas que habían conocido el protestantismo en los Estados Unidos. Previamente algunas Juntas de Misiones ya habían enviado sus representantes a diferentes puntos de la isla.

De esta manera, hacia principios del siglo xx se encuentran en Cuba el llamado protestantismo histórico, representado por las iglesias Presbiteriana, Episcopal, metodista, Bautista y Sociedad de los Amigos, las cuales eran reconocidas a nivel popular como iglesias de los americanos. Más tarde fue incrementándose el número de denominaciones con aquellas provenientes del movimiento de santidad en los Estados Unidos y, por último, hacia la década del treinta, hacen su entrada los primeros misioneros pentecostales.

Cuando el pentecostalismo se insertó en el cuadro religioso nacional, lo hizo en condiciones de aguda competencia con otras creencias, prácticas e instituciones eclesiásticas. Hasta aquel entonces, el escenario de la espiritualidad religiosa fue conformándose, destacándose en él dos características básicas: su diversidad y el sincretismo cuajado al calor de un proceso en el que intervinieron diferentes raíces, pero sobre todo los componentes español y africano, brevemente comentado anteriormente.

En opinión de Berges el movimiento pentecostal de la Isla, en particular algunas de sus iglesias, aún sin alcanzar el ritmo explosivo mostrado en otras regiones, ha ganado índices superiores a cualquier época y un mayor impacto en la población que otras denominaciones evangélicas o grupos de ellas. Su expansión se comprueba unida al incremento de feligresías cristianas y no cristianas y de una mayor participación popular en actividades religiosas a partir de 1985, más notoriamente en los 90 (Berges, 2001).

En este sentido es importante destacar que la cuestión religiosa en Cuba no se puede analizar al margen de lo transcurrido en la década de los 80, del siglo xx, durante el cual se produjeron varios hechos significativos que favorecieron el desarrollo de la religión en Cuba y que por ende el protestantismo no quedaría fuera de ello: la asistencia del presidente Fidel Castro a un culto evangélico en homenaje a Martin Luther King, acompañado por el legislador de Estados Unidos, Reverendo Jesse Jackson; la reunión de Fidel con catorce líderes protestantes para tratar asuntos concernientes a la unidad de la Revolución cubana y la eliminación de todo vestigio de discriminación religiosa, la publicación del libro Fidel y la Religión. Conversaciones con Frei Betto en el año 1985, que incentivaría el análisis de lo religioso en la población y sus matices y entre los años 1985-1995, de manera coincidente, se inicia un Proceso de Rectificación de errores y tendencias negativas y pocos años después la entrada del país en el Período Especial en tiempos de paz, se ha verificado un incremento religioso en Cuba (Calzadilla, et al, 1998; Jiménez, 2003; Perera & Pérez, 2009). De manera proporcional las denominaciones del protestantismo en sus dos vertientes: históricas y tardías, también han crecido en miembros y simpatizantes a una escala sin precedentes (Perera & Pérez, 2009).

En el caso cubano, la llegada del pentecostalismo se da con el establecimiento de las Asambleas de Dios en el país, en los primeros años de la década del treinta, con la llegada de las primeras misioneras y los primeros misioneros. En esta fecha se fundaron cinco de las denominaciones, entre ellas la Asambleas de Dios, que se inscribe como Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba, la Iglesia de la Fe Apostólica, la Iglesia de Dios, en dos de sus versiones, y la que hoy se denomina Iglesia Evangélica Libre. A partir de aquí, le siguieron el resto de las denominaciones, hasta completar trece.

Más tarde, y por diversas causas, empieza a fundarse otro grupo de aproximadamente veinte denominaciones más, surgidas de las anteriores. Estas iglesias se establecieron como pequeñas misiones, regularmente en áreas de la periferia de la ciudad o en áreas rurales donde se extendieron rápidamente y sus bancas se llenaron, por lo general con gente humilde de estos lugares.

Berges en su artículo Pentecostalismo: características y expectativas en Cuba señala que en Cuba también se ha producido incremento de las feligresías pentecostales como parte del reavivamiento general de la religiosidad en el país. Este incremento tuvo su despegue a partir de la segunda mitad de la década del 80 y se fortaleció desde los años 90, con la entrada en el llamado Período Especial y con la pérdida para un sector de la población de sus referentes externos con el derrumbe del campo socialista. Esta autora refiere que aun cuando no puede hablarse de no puede hablarse de un crecimiento explosivo en el país, existen características específicas que definen en lo general a los grupos pentecostales; entre estas, el fortalecimiento de sus estructuras organizativas, con paulatino abandono de las tendencias espontáneas que signaron el surgimiento de algunas de sus denominaciones a través de un fuerte movimiento laical, y el carisma de determinadas personalidades. (Berges, s.f: 3)

Como parte de ese proceso, tiene lugar un trabajo encaminado a lograr una adecuada formación pastoral, que debe contribuir a cuidar la doctrina de corrientes e ideas que utilizan y aun manipulan elementos del pentecostalismo.

Los pentecostales asumen tal cual las nociones teológicas básicas del protestantismo: el dogma de la Trinidad (unidad de Dios, Jesucristo y Espíritu Santo en una sola persona); la reencarnación de Jesucristo para lograr la expiación de los pecados del hombre y su regreso para instaurar el Reino de Dios; la Biblia como única autoridad teológica; la no existencia de intermediarios entre Dios y los fieles; y la salvación como un hecho de carácter individual que se alcanza por medio de la fe. Sus únicos sacramentos son el bautismo y la santa cena.

Las nociones que distinguen al pentecostalismo de manera específica y para el caso cubano son el énfasis en la evangelización destinada a la salvación, la sanidad divina, el bautismo del Espíritu Santo y la segunda venida de Jesucristo.

El bautismo del Espíritu Santo se manifiesta a través de los dones espirituales, de gracia o carismas, destacándose la glosolalia (hablar en lenguas desconocidas), la sanidad divina y la facultad de profetizar o predecir. En total se reconocen nueve dones espirituales. En Cuba, como en otros países, la señal externa o evidencia inicial por excelencia que brinda seguridad al creyente de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo es la glosolalia. No obstante, el don de la sanidad divina ocupa también un lugar destacado.

Los pentecostales resaltan el segundo advenimiento de Cristo tras el empeoramiento de la situación del mundo, es decir, son premilenaristas y fundamentalistas al realizar interpretaciones literales de la Biblia. Sin embargo, ni todos los pentecostales están atados a categorías fundamentalistas de pensamiento y acción en el sentido más amplio del término que aludimos, ni el fundamentalismo es privativo del movimiento pentecostal. Esta forma de pensamiento se manifiesta también en otras iglesias que incorporan en sus estilos, prácticas y pastorales posiciones dualistas (iglesia-sociedad, sagrado-profano, mundo-cielo).

La teología pentecostal en América Latina y en Cuba, se expresa en forma diferente a las teologías tradicionales, es decir, no por medio del discurso escrito racional, sistemático, académico, sino que es una teología que se elabora, transmite y preserva a través de la oralidad, por medio de cantos, predicaciones, testimonios, oraciones, etc. esta forma de hacer teología es no sólo legítima, sino también necesaria y muy rica (Sepúlveda, 2002).

Su liturgia es muy desinhibida y poco rígida; es un culto colectivo donde tanto el pastor como los obreros laicos y los simples creyentes pueden desempeñar una función protagónica. Se basa en la lectura de la Biblia, alabanzas y oraciones que pueden ser preelaboradas o espontáneas. Sus cánticos contienen ritmos alegres, movidos, en ocasiones estridentes, repetitivos, sustentados por la tradición oral y de cómoda memorización. En el caso cubano se utilizan instrumentos musicales que distinguen la cultura cubana, como son la tumbadores, las claves, la guitarra, el piano por solo mencionar algunos.

El pentecostalismo en líneas generales, tanto en América Latina como en Cuba, tiene las siguientes características:

  1. Énfasis en el proceso de renovación del creyente al convertirse, a partir de una conversión voluntaria, consciente e individual.

  2. Interpretación literal de la Biblia.

  3. Intenso proselitismo.

  4. Relación estrecha entre práctica religiosa, creencia religiosa y vida cotidiana, junto con una práctica sacramental diaria o casi diaria.

  5. Formación de red de ayuda social, entre miembros y entre posibles conversos, conformando una vida comunitaria estrecha y en tal sentido ofrecen un espacio de participación para los marginados (en algunos casos de movilidad social, prestigio o pertenencia a una comunidad).

  6. Manifestaciones del Espíritu, profecía, glosolalia, sanidad y énfasis en la importancia del bautismo.

  7. Junto con altos niveles de participación de los fieles en las actividades religiosas, y

  8. La formación de una identidad colectiva alrededor de una historia mítica y la práctica cotidiana de las creencias religiosas. (Biglieri, 1998)

Conclusiones

El auge del protestantismo tuvo lugar en el momento que se inauguró la vertiginosa expansión del movimiento pentecostal desde los años sesenta y setenta estableciendo indicadores significativos de la recomposición del campo religioso y pasando a constituir uno de los fenómenos religiosos más importantes del siglo.

Los profundos y acelerados cambios desencadenados en Cuba a partir de 1990, crearon condiciones favorables para un reavivamiento religioso que se ha comportado de forma diferente a lo largo de más de veinte años, en relación con las dificultades socio-económicas que en lo nacional e internacional se manifestaron.

Los pentecostales son grupos cristianos evangélicos que más que una denominación religiosa y eclesiástica, el término pentecostales se refiere a toda una familia de iglesias muy semejantes en doctrina, en la forma de adoración y en los métodos del trabajo espiritual y misionero. Se les conoce con nombres diferentes, pero todos ellos ponen énfasis principalmente en dos doctrinas: el Bautismo del Espíritu Santo y los dones espirituales.

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Recibido: 21 de Septiembre de 2018; Aprobado: 14 de Diciembre de 2018

*Autor para correspondencia. E-mail: yruiz@ucf.edu.cu

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