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Revista Universidad y Sociedad

versión On-line ISSN 2218-3620

Universidad y Sociedad vol.11 no.3 Cienfuegos jul.-set. 2019  Epub 01-Sep-2019

 

Artículo Original

EL ALUMBRADO PÚBLICO DE GAS COMO PRÁCTICA TECNOLÓGICA EN LA SOCIEDAD CIENFUEGUERA (1857-1890)

THE PUBLIC GAS LIGHTING AS A TECHNOLOGICAL PRACTICE IN CIENFUEGOS SOCIETY (1857-1890)

0000-0003-3621-0598Vero Edilio Rodríguez Orrego1  , Arisleydi Simó Hernández2 

1Universidad de Cienfuegos. Cuba, E-mail: vrodriguez@ucf.edu.cu

2Dirección Municipal de Cultura de Santo Domingo. Villa Clara. Cuba.

RESUMEN

La relación tecnología-sociedad evidencia aún poca presencia en las investigaciones históricas nacionales. En consecuencia, el artículo presentado se propone explicar la integración del alumbrado público de gas, como práctica tecnológica, a la sociedad cienfueguera entre 1857 y 1890. En el proceso investigativo, fue necesario acudir a los presupuestos teórico-metodológicos articulados por la historia social de la tecnología, en particular la noción de Práctica Tecnológica. En la memoria presentada, se identifican los elementos organizativos y técnicos que distinguieron la integración del alumbrado público de gas en la sociedad cienfueguera. Asimismo, se argumentan los efectos generados por este para el proceso de urbanización, la salud y seguridad de los cienfuegueros, la economía y la vida cultural centro-sureña. La base informativa de la investigación está compuesta por fuentes documentales, bibliográficas y hemerográficas ubicadas en instituciones locales, nacionales y extranjeras. El estudio revela su novedad, en primer término, en el orden empírico, a través de los elementos que se exponen acerca del alumbrado público cienfueguero y particularmente el de gas: su despliegue técnico y organizativo en el entorno urbano cienfueguero y sus interacciones con la economía, la política y la cultura. Por otra parte, se ofrece además una orientación metodológica interdisciplinar que puede resultar útil en investigaciones con objetos de estudio afines, que se acometan en lo adelante.

Palabras-clave: Alumbrado de gas; práctica tecnológica; sociedad cienfueguera; historia social de la tecnología

ABSTRACT

The technology-society relationship still shows little presence in national historical investigations. Consequently, this paper aims to explain the integration of public gas lighting, as a technological practice, to Cienfuegos society between 1857 and 1890. In the research process, it was necessary to adopt the theoretical-methodological assumptions articulated by the social history of technology, particularly the notion of Technological Practice. In this article the organizational and technical elements that distinguished the integration of public gas lighting in Cienfuegos society are identified. Likewise, there are also given the effects generated by public gas lighting on the urbanization process, the economy, the cultural life as well as, the given impact on health and safety of the population. The information for this investigation was obtained on documentary, bibliographic and hemerographic sources located in local, national and foreign institutions. The study reveals its novelty, in the first place, from the empirical point of view, through the elements that are exposed about public lighting in Cienfuegos and particularly the gas lighting: its technical and organizational deployment in the urban area and its interactions with economy, politics and culture. On the other hand, it also offers an interdisciplinary methodological orientation that can be useful in investigations about similar objects of study, which could be undertaken in the future.

Key words: Gas lighting; technological practice; Cienfuegos society; social history of technology

INTRODUCCIÓN

La relación tecnología-sociedad resulta aun escasamente abordada en las investigaciones históricas nacionales. Las visiones tradicionales sobre la primera, que la conciben apenas como artefacto o como un producto exclusivo del desarrollo científico, continúan influyendo en la cantidad y calidad de las construcciones historiográficas sobre y desde la Isla. Mucho más profundos aún, se descubren los vacíos en torno al tema referido desde los estudios históricos regionales y locales.

En la historiografía cienfueguera, por ejemplo, aunque existen investigaciones que se han acercado al estudio de tales nexos, hay un largo trecho por transitar todavía. Uno de los temas cuyo tratamiento puede resultar de interés por sus estrechas implicaciones con el desarrollo urbano, la economía, las relaciones de poder o la cultura es el del alumbrado público.

Desde el punto de vista histórico, la significación del alumbrado público fue mucho más allá de sus fines prácticos y se vinculó estrechamente a otros ámbitos de la vida citadina como el de la seguridad, la sociabilidad o la propia imagen de la ciudad. En el caso de Cienfuegos, enclave centro-sureño fundado en 1819 y que experimentó un vertiginoso crecimiento socioeconómico hacia la segunda mitad del siglo, el alumbrado de sus espacios públicos fue adquiriendo mayor importancia en la medida en que la villa se expandía y desarrollaba.

Aunque las tecnologías de iluminación a lo largo de la centuria decimonónica fueron varias, se propone en este trabajo un acercamiento al alumbrado público1 de gas. Este sistema, más complejo y eficaz que otros utilizados en la época, pudo integrarse al naciente tejido urbano y contribuyó a su desarrollo, hasta la llegada y consolidación del alumbrado eléctrico con el que sostuvo una intensa pugna que -lógicamente-terminó perdiendo. En consecuencia, se analiza en síntesis, la integración de esta tecnología a la sociedad cienfueguera entre 1857 y 1890, develando los elementos organizativos, técnicos y culturales más importantes que lo hicieron posible.

El marco cronológico del estudio presentadoinicia en 1857 toda vez que en este año, ante el empuje de la burguesía comercial y como resultado del progreso demográfico, económico y cultural de la villa, el ayuntamiento ubicó el asunto entre sus prioridades, dando los primeros pasos firmes para aplicar la luz de gas en el alumbrado público local. El año de 1890, constituye la fecha de cierre de la investigación, pues quedó definitivamente establecido el alumbrado eléctrico en La Habana y comienza a introducirse este último con sus primeros ensayos en Cienfuegos. Debe destacarse que el alumbrado de gas no desaparece, sino que coexiste con el nuevo sistema, con lo que se inicia una nueva fase en el desarrollo de la tecnología de alumbrado que terminará con el desplazamiento definitivo de la luz de gas, verificado además en un contexto socioeconómico, político y cultural que amerita un análisis independiente.

Para enfrentar el estudio del tema investigado resultó necesario, en primer término, adoptar como punto de partida una perspectiva teórica que superara las visiones tradicionales en el análisis histórico de la tecnología. En vista de ello se acudió a la historia social de la tecnología2, campo de estudio aún joven dentro de las ciencias sociales, pero que se distingue por su visión interdisciplinar y sus estrechos vínculos con los estudios sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) y la Historia Social.

Desde este enfoque y acorde al propósito de este trabajo, resultó muy útil la concepción de Arnold Pacey que asume la tecnología como un sistema de relaciones, empleando para ello el concepto de práctica tecnológica, entendido como “la aplicación del conocimiento científico u organizado a las tareas prácticas por medios desistemas ordenados que incluyen a las personas, las organizaciones, los organismos vivientes y las máquinas”. (Pacey, 1990, p.4)

Con arreglo a tal definición, la práctica tecnológica abarcaría tres dimensiones: el aspecto técnico, que involucra a las máquinas, herramientas, conocimientos técnicos y destrezas, el aspecto organizativo que relaciona las facetas de administración y de políticas públicas con la actividad de ingenieros, diseñadores, trabajadores técnicos y de la producción, usuarios y consumidores; y el aspecto cultural o ideológico que se refiere a objetivos, valores, códigos éticos, ideas y a la actividad creadora (Pacey, 1990).

DESARROLLO

Surgida hacia 1819 en el contexto de un proyecto de la ilustración esclavista criollapara fomentar la colonización blanca en la Isla, Fernandina de Jagua y la fértil región que la rodeaba, no tardaron en caer bajo el influjo de la expansión azucarera que avanzaba desde occidente en las primeras décadas del siglo. Entre 1827 y 1860, la región cienfueguera se fue configurando bajo el empuje azucarero y comercial como un centro radial que originó numerosos pequeños poblados satélites. Muy pronto los capitales trinitarios, habaneros y matanceros confluyeron en la nueva región azucarera en desarrollo que experimentó en la década de 1830 un despegue productivo sin precedentes (Moreno, 2002). En poco tiempo toda su zona de influencia constituyó una jurisdicción. Los ya poderosos comerciantes refaccionistas, terminarían por controlar el negocio azucarero, de manera que la crisis iniciada en 1857 y extendida hasta 1866 consolidó económica y políticamente a este sector, distinguiendo a la región y a su villa cabecera.

El progreso económico de la villa, era ya reflejado desde la década de 1840 a través de la vida cultural que se extendía por la población. Surgieron entonces nuevos espacios públicos y de opinión, con la aparición de publicaciones, espectáculos teatrales, instituciones educativas y sociedades de instrucción y recreo, que evidenciaban tanto la presencia de un estamento profesional en ascenso como las inquietudes de una incipiente burguesía, ávida de proyectarse socialmente. Hacia 1860 Cienfuegos posee lo fundamental de sus funciones citadinasy el alumbrado público acompañará y expresará el desarrollo de la joven ciudad3 (Martín, 1998).

Los orígenes de una cierta preocupación desde el gobierno de la Villa por el alumbrado público en la población hay que situarlos a partir del acuerdo del 7 de enero de 1832 que ordenaba iluminar todas las puertas de las casas en lo que constituyó probablemente la primera forma organizada de alumbrado público en la población (Martín, 1983). Debido a la carencia de recursos se dispuso cayera la responsabilidad de su mantenimiento en los vecinos de la villa. Tal medida acompañaba otras tantas acciones adoptadas por el cabildo local para fomentar el ornato público y la incipiente organización urbana. No sería hasta 1839 con el gobierno del brigadier Carlos Toldrá que se hablaría de un proyecto para habilitar y extender el alumbrado público de aceite a la localidad para lo cual, según consta en las actas capitulares, fue solicitado el apoyo de la máxima autoridad político-militar de la isla (Rousseau & Díaz de Villegas, 1920), aunque no existe evidencia alguna de que haya fructificado entonces.

Hubo que esperar, hasta 1844, ahora bajo el gobierno liberal del también brigadier Ramón María de Labra para que se dieran pasos verdaderamente sólidos en tal dirección. En julio del propio año fue creada una diputación económica para fomentar algunos servicios de la villa entre los que se encontraba el de alumbrado público de aceite, que fue instalado el 3 de agosto de 1844 en la calle San Fernando, arteria principal en la población. Este servicio se ampliaría durante el segundo semestre de 1847 a toda la villa, también bajo la eficiente gestión del brigadier Labra. Para entonces, incluía un cuerpo de serenos que equipados con una larga lanza provista de una linterna o farol tenían, entre otras, la misión de encender y apagarlos faroles de aceite. Asimismo, los gastos generados por su mantenimiento no serían costeados directamente por los pobladores, sino que correrían a cargo del ayuntamiento (Rousseau & Díaz de Villegas, 1920). De este modo se organizó el servicio de alumbrado público hasta la llegada de las cañerías y lámparas de gas en el decenio siguiente.

La crisis de 1857, si bien aumentó el descrédito del régimen colonial y promovió la ruina de numerosos hacendados azucareros, permitió consolidar las posiciones de los comerciantes refaccionistas de la región cienfueguera. Durante los años 50, la dinámica actividad económica regional se reflejó en la prosperidad de la villa cabecera, que gradualmente incorporaba los atributos distintivos de toda urbe. Los rieles y traviesas del camino de hierro que se extendían gradualmente por toda la región hasta el puerto sureño fueron una contundente evidencia de ello. El alumbrado público de gas sería la próxima realización de la modernidad cuya introducción promovería la burguesía local en Cienfuegos.

El gas desde la fábrica a la lámpara: aspectos organizativos y técnicos

En la sesión capitular efectuada el 4 de abril de 1857 el ayuntamiento de la villa acordó crear una comisión cuyos miembros serían los encargados de negociar con el representante de la Compañía Cubana de Alumbrado de Gas y establecer las condiciones para el establecimiento de la novedosa tecnología en la localidad. La empresa en cuestión tenía su domicilio en la Habana y su objetivo era “fabricar y distribuir gas purificado de chapapote, carbón u otra sustancia que le produzca, para el alumbrado de las poblaciones de esta isla”.(Cuba. Compañía Cubana de Alumbrado de Gas, 1857)

El 19 de noviembre de 1857, luego de varios meses de negociaciones y cabildeos, el contrato quedó establecido entre las partes ante el notario Don Luis de la Masa Arredondo (Cuba. Compañía Cubana de Alumbrado de Gas, 1857). El contenido de este documento fue el resultado del rejuego de intereses entre ambas partes. De un lado, la compañía de alumbrado, en busca de un espacio seguro de inversión y de márgenes razonables de utilidades; del otro, el poder municipal con la misión de resolver las necesidades de sus pobladores, particularmente -como cabe esperar- las relativas a los sectores más solventes. En consecuencia, tales propósitos estarían vinculadas no solo a despejar las tinieblas de la noche, sino también a propósitos más diversos: seguridad, confort, sociabilidad, estética y prosperidad económica.

Resulta interesante acercarnos a los puntos fundamentales del contrato pactado: Su duración quedó fijada para 40 años que podrían prorrogarse por acuerdo entre las partes. Los faroles se encenderían desde el oscurecer hasta el alba, solo en las noches en que no hubiera luna, aspecto que más tarde sufrió modificaciones a solicitud de los vecinos que exigieron luz de gas todas las noches sin excepción. A tenor de ello, la tarifa original a pagar por cada mechero instalado también cambió: quedó fijada en tres pesos. Se acordó que los faroles ubicados en la Plaza del Recreo y otros mercados públicos se instalarían sobre pilares, igual a los de la habanera Alameda de Paula, en tanto los de las calles y demás parajes se montarían sobre pescantes fijados a las paredes de las casas (A.1). El ayuntamiento recibiría 8 luces sin costo alguno de las que podría disponer a su antojo y la compañía estaba obligada inicialmente a tender 5 o 6 millas de cañerías para gas en las calles estipuladas en el acuerdo (Cuba. Compañía Cubana de Alumbrado de Gas, 1857), no por casualidad, las de mayor actividad y concurrencia de la urbe.

Finalmente, el 30 de enero de 1859, las luces de gas alumbraron por primera vez la población (España. Ayuntamiento de Cienfuegos, 1859). El funcionamiento del sistema era bastante complejo, debido a sus diversos componentes, herramientas e instalaciones, sobre todo las tuberías o cañerías acopladas en su mayoría bajo tierra para no obstaculizar el libre tránsito por la ciudad. El tipo de farol empleado fue de construcción sencilla: estaba dividido en dos partes: la inferior acristalada y cúbica, sobre la que iba una cubierta de hierro simple llamada caperuza que terminaba en la parte superior en un volumen cilíndrico abierto para permitir la salida del humo. En su interior tenía el quemador o mechero que regulaba el tamaño de la llama.

La mayoría de las farolas que iluminaron y adornaron las calles cienfuegueras procedían de hojalaterías y lamparerías locales como las de Lorenzo Pérez, Sebastián Turró o la perteneciente a José López Pinto. Estos establecimientos se dedicaban a la venta de lámparas y demás enseres del alumbrado tanto público como de interiores. Algunos como la lamparería “El recreo” anunciaban sus mercancías como provenientes de Nueva York u otros lugares, casi todos estadounidenses. La fábrica de gas, -conocida como gasómetro4- se ubicó en el Paseo de Concha entre Acea y Palacios, en el barrio de Reina, cuyo montaje estuvo a cargo del ingeniero cienfueguero Rafael Gallarte López. La oficina de la compañía, sin embargo, se situó en un lugar más céntrico: Arguelles 110 entre D(Clouet y Hourrutinier.

Claro, que no todo fue “miel sobre hojuelas” desde que las luces de gas iluminaron las noches cienfuegueras. Por los constantes retrasos en el pago de las contribuciones por parte de la municipalidad, la empresa formuló las respectivas quejas en relación al tema. Debido al elevado costo de las instalaciones, el Ayuntamiento no alcanzaba a pagar a tiempo todas las cuentas a la compañía. Véase una muestra de ello en la siguiente tabla:

Años Monto de la deuda
1860 $367, 20
1876 $12 619, 40
1880 $16 178, 50

Fuente: España. Ayuntamiento de Cienfuegos (1880).

Tal situación se continuó manifestando en años posteriores y constituyó uno de los principales motivos de discrepancias entre ambas partes. A causa del elevado costo de las instalaciones de las cañerías, de los faroles y del precio del gas, el Ayuntamiento se endeudaba continuamente. La municipalidad exigía que se le tratara con cierta consideración, pues este servicio de alumbrado público era uno de los que más atención recibía de sus funcionarios por la importancia que poseía para la vida de la joven ciudad.

A pesar del apogeo del alumbrado de gas, el alumbrado de aceite continúo utilizándose para iluminar espacios públicos. Esta coexistencia tampoco estuvo libre de tensiones y conflictos durante toda la segunda mitad de la centuria. El alumbrado de aceite alternaría con el gas pues a pesar de ofrecer menos claridad con una llama pequeña y opaca, muchas veces se instalaba en los lugares donde no llegaban las cañerías de gas y también por el menor costo de su servicio.

La figura del sereno continuó siendo clave en la práctica tecnológica del alumbrado de gas como lo era en el de aceite. Estos cumplían función de faroleros, pues se les exigía encender y mantener en pleno funcionamiento los faroles de su sector. Debían poseer asimismo también una serie de condiciones físicas para su cargo como: robustez y agilidad, voz clara, saber leer y escribir, además de cualidades morales probadas. Los serenos cumplían otras muchas funciones: anunciar la hora y el estado del tiempo; actuar como auxiliares de justicia para detener a los delincuentes; socorrer a cualquier vecino que necesitara de su ayuda; dar luz a los vecinos que lo solicitaran con la lanza que llevaban para tal efecto. Al pasar los años sus funciones se extendían, pues al acrecentarse las áreas de ornato y ambientación estos debían cuidar estos lugares de cualquier incendio, impidiendo al propio tiempo que se echara basura (España. Ayuntamiento de Cienfuegos, 1870).

De igual modo, el ayuntamiento para contribuir a la mejoría en el servicio de alumbrado público, creó el cuerpo de Guardia Municipal. La figura del inspector tenía como deberes -entre otros- velar por que los serenos o faroleros, tuvieran limpios los faroles y con buena luz hasta la hora de su retirada. Estos avisarían enseguida si encontraban alguno apagado, con poca luz o sucio a la casilla del distrito (España. Ayuntamiento de Cienfuegos, 1870) Muchas de las faltas de la Compañía eran percibidas por los inspectores que al dar sus recorridos observaban que varios faroles no se encendían a tiempo y que otros eran apagados antes del horario establecido. De esta manera el consistorio estaba al tanto y en las distintas sesiones obligaba a la compañía a honrar el contrato establecido y corregir la falta cometida.

“Luces y penumbras” del alumbrado público de gas: el aspecto cultural

La generalización e implementación del servicio fue el detonante de importantes transformaciones modernas que dieron un importante vuelco al progreso, no solo de la novel urbe, sino también al de la región cienfueguera. La integración de este proceso en el análisis de los aspectos organizativo, técnico y cultural ayudó a promover dentro de la vida social a la tecnología como un componente innovador.

Como se ha podido analizar anteriormente el alumbrado público está intrínsecamente vinculado con el elemento urbano. De este modo resalta como un aparato diferenciador que, junto a otros adelantos como el telégrafo y el ferrocarril, marca el avance de la modernidad en Cienfuegos. Fue un relevante componente esencial dentro del ornato y embellecimiento que integró a la noche dentro de las costumbres y formas de vida de la sociedad.

Al incorporarse este alumbrado se comenzaron a extender las áreas de carácter público como los paseos, las plazas, los teatros, las salas de juego, las reuniones de grupos y otros espacios de sociabilidad, que a su vez influían favorablemente en el incremento de la creación artística en sus diversas manifestaciones. Resaltaron, de igual modo, dentro de la vida cultural la edificación de teatros como: La Risa (1879), Zorrilla (1882), Cervantes (1887), entre otros. Es así como influían, directa o indirectamente, en la cultura popular tradicional, que posteriormente se enriquecería en la práctica social con ejemplos bien elocuentes: las verbenas, misas públicas, procesiones, bazares, romerías, corridas de toros y otras.

Estos espacios bridaban cierta seguridad, pues la oscuridad era la plataforma fundamental para que los criminales y delincuentes hicieran de las suyas. Por eso este alumbrado fue ampliándose y aplicándose a las diversas calles de la villa. En muchas ocasiones dentro de las reuniones del Ayuntamiento resaltaban las solicitudes de los vecinos de que se extendiera el alumbrado público de gas o que fueran sustituidos los faroles de aceite. Así se hacía llegar la nueva práctica tecnología del gas a cada rincón del territorio cienfueguero.

El despliegue del mobiliario urbano y la iluminación otorgó a la burguesía local un nuevo espacio de visibilidad, clasificación y relación. Esta nueva forma de urbanización quedó traducida a nuevos hábitos de participación del ciudadano como la práctica de paseos, las compras nocturnas, y los encuentros sociales efectuados en lugares de transición como la estación del tren o el muelle.

Dentro de la sociedad cienfueguera de la época juega un papel predominante la prensa, que refleja con artículos, anuncios y noticias la verdadera vida cultural. La promoción de los espacios sociales y los diversos tipos de establecimientos como lamparerías y hojalaterías -ya abordadas-, muestran ese entramado cultural, político y social que caracteriza a la región. Periódicos como: La Lealtad, El Heraldo de Cienfuegos, El Crepúsculo, La Verdad entre muchos otros, describen y revelan amplios vestigios de modernidad que denotan las ganas de expansión y progreso tecnológico. La luz de gas genera, avance, vida y otorga nuevos valores y niveles sociales; promueve el progreso y hace de la vida social nocturna una nueva forma de vida.

La oscuridad era un factor de riesgo; el alumbrado público es por tanto una herramienta valiosa para vencer el miedo. Ante el fulgor de los faroles de gas se desvanecían miedos culturales o reales, aunque en ocasiones alguna falla técnica trajera de vuelta la oscuridad más absoluta. Así ocurrió en la noche del 28 de octubre de 1874 cuando se apagaron las luces del ayuntamiento en medio de un espléndido banquete ofrecido al Capitán General José Gutiérrez de la Concha, quien se encontraba de visita en Cienfuegos. La situación no pudo ser más dramática: ciertas medidas impopulares de Concha, que concitaron insatisfacciones en los sectores más conservadores de la ciudad hicieron pensar a sus colaboradores que la repentina oscuridad formaba parte de una trama para acabar con su vida. El pánico entre los comensales fue indescriptible y su escolta se aprestó a rodearlo para protegerlo, aunque el alto jefe se mostró imperturbable. Los ánimos se calmaron tan pronto como el gas volvió a iluminar el edificio. Pero esta casualidad fue suficiente para que el rumor de un posible atentado se volviera noticia en cierta prensa estadounidense y española de la época (Rousseau & Díaz de Villegas, 1920).

El desarrollo de la luz en las ciudades se trata fundamentalmente de una cuestión de seguridad, producto de los peligros que ofrecían las calles sumidas en la oscuridad de la noche. La conquista de la noche fue, además, la conquista de una ciudad nueva en la que la delincuencia y la inseguridad pública quedarían relegadas en lo esencial a los sectores periféricos y los barrios más pobres, aún no beneficiados con este sistema.

Otros aspectos, si bien, no todos positivos, marcan la integración del alumbrado de gas como práctica tecnológica a la sociedad cienfueguera durante la etapa de referencia. Al igual que todos los adelantos de la época, el alumbrado público también repercutió en la vida económica del territorio. Como resultado de la implementación del sistema crece la demanda de fuerza de fuerza laboral y se amplían los espacios y servicios sociales. Con ello se favorece el proceso de urbanización influyendo notablemente en el ornato y embellecimiento de los distintos espacios sociales.

Con el afianzamiento y mejora del sistema de alumbrado se prolongaron las horas útiles para el aumento de la jornada laboral en las distintas actividades económicas. En el muelle por ejemplo, agilizó ostensiblemente los procesos de carga y descarga de mercancías y transporte de pasajeros. De esta manera se lograba un mejor control de estas áreas que demandaban una rigurosa vigilancia y mantenimiento.

A pesar de tener el alumbrado efectos esencialmente beneficiosos dentro de la sociedad no estuvo exento tampoco de secuelas negativas: Menciónense a modo de ejemplo los diversos incendios provocados dentro del período como resultado de salideros u otros desperfectos provocados por fallas técnicas o humanas. Aun ante la ocurrencia de cualquier incidente de esta índole, la Compañía debía encender los faroles y cumplir con la contrata establecida (España. Ayuntamiento de Cienfuegos, 1888). Además, el alumbrado de aceite primero y posteriormente el del gas, tenían gran incidencia en la salud principalmente por las enfermedades respiratorias que causaban, fundamentalmente en interiores. Todo ello, debido al humo y los fuertes olores que desprendían los faroles y lámparas de aceite y gas.

El alumbrado público de gas se integró por derecho propio a la cultura cienfueguera, influyendo directa o indirectamente en la mayoría de las esferas de la vida citadina. Se incorporó al ambiente de renovación, modernidad y progreso que distinguió a las principales ciudades cubanas durante el último tercio del siglo XIX, aunque su impronta, -al menos en Cienfuegos- alcanza las primeras décadas republicanas.

CONCLUSIONES

El sistema de alumbrado público de gas comenzó su introducción en Cienfuegos a partir de 1857 cuando se iniciaron las negociaciones entre el Ayuntamiento y la Compañía Cubana de Alumbrado de Gas para instalarlo, pero no será hasta 1859 que comienza a funcionar en la Villa. Las medidas adoptadas, no exentas de tensiones y contradicciones, configuraron la dimensión organizativa y constituyeron un elemento clave en su expansión por la urbe centro-sureña.

Desde el punto de vista técnico, la compañía logró articular y mantener un sistema de generación y distribución del gas que posibilitó ofrecer el servicio de alumbrado en la ciudad. Dentro del sistema instalado, resultó importante la función de serenos e inspectores que contribuyeron a sostener la funcionalidad de este, aunque las quejas por fallas técnicas y roturas fueron abundantes durante el período.

El alumbrado público de gas como expresión de las realizaciones de la modernidad capitalista, se desplegó asimismo en la dimensión cultural: contribuyó a desterrar el mito de las tinieblas, bien asentado en el imaginario popular durante siglos; se manifestó bajo un propósito no solo funcional sino también estético, realzando y embelleciendo el tejido urbano; constituyó un instrumento más de diferenciación socio-clasista y contribuyó a ampliar o crear nuevos espacios para el debate ideológico, y la creación artística.

El despliegue del sistema de alumbrado público de gas entre 1857 y 1890, como práctica tecnológica no estuvo exento de efectos adversos asociados a fallas técnicas o humanas, que provocaron incendios, roturas u otros incidentes que podían amenazar la salud humana, sin embargo, sus efectos favorables fueron mucho más abarcadores: se benefició la actividad económico-comercial, el proceso de urbanización de la villa, se incrementó la seguridad, el confort ,la sociabilidad de sus habitantes y floreció la vida cultural.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cuba. Compañía Cubana de Alumbrado de Gas. (1857).Reglamento de la Compañía Cubana de Alumbrado de Gas (1857). Aprobado el 29 de mayo de 1857 y reformado posteriormente con superior autorización. Madrid: Biblioteca Nacional de España. [ Links ]

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Notas aclaratorias

1Debemos aclarar que en este trabajo el término alumbrado público se utiliza no solo para designar las luces artificiales de exteriores sino también las que iluminan espacios interiores donde se desarrollaban habitualmente actividades de carácter público, tales como teatros, cafés y otros edificios orientados a tales propósitos.

2En 1958, con raíces en los estudios previos de Lewis Mumford y SiefriegdGideon, a partir del esfuerzo de un grupo de historiadores dirigidos por Melvin Kranzberg y preocupados por los aspectos culturales y contextuales de la tecnología y su relación con la ciencia y la política, se conformó la Social History of Technology.

3Si bien es cierto que Cienfuegos no recibe el título de ciudad hasta diciembre de 1880, coincidimos con la Dra. Martín Brito en que la población reúne los atributos necesarios para considerarse como tal desde la década de 1860.

4Instrumento para medir el gas que se producía en la fábrica y que regula la presión de salida del fluido. Por extensión, también recibían tal denominación el tanque que almacenaba el gas y la fábrica misma.

ANEXOS

Anexo 1. Imágenesque representan la diferencia del diseño reflejada en el contrato inicial entre los faroles instalados en los espacios abiertos y los que se establecieron en el resto de las calles cienfuegueras.

Alumbrado de gas sobre pilares en la Plaza de Armas (1882).

Farol de gas montado sobre pescante en la esquina de la Calle Hourrutiner y Santa Cruz (1862)

Fuente: Archivo Personal de Félix E. Otero (Lilo)

Recibido: 01 de Enero de 2019; Aprobado: 01 de Marzo de 2019

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